llamaba Geto y vivía en un cementerio tenebroso. Una noche, una bruja le dijo que había oído en el pueblo que había un tesoro debajo de su tumba. La bruja le ofreció su escoba a cambio del secreto para encontrar el tesoro, pero el esqueleto no se lo dijo. Otra noche fue un fantasma y le ofreció su cadena y el esqueleto le dijo que no. Pronto llego el invierno y llego un vampiro y le ofreció su capa para taparse los huesos y Geto le dijo que si. El tesoro era un ataúd, así que el vampiro tuvo una nueva cama y el esqueleto no paso frío en invierno.