te lo recordaba para que lo tuvieras presente, más no podía vivir sin al lado tenerte, agotador, egoísta y siempre ausente.
¡Cuántas noches y lunas! , su nombre en tu mente,
siempre tan ilusa justificando lo no decente, su demostración aunque servicial era cuanto menos hiriente, tanto que se dejo llevar por otra nueva mirada, de esa que ahora le habla anonadada.
En ese momento, al dar el paso anulo el pasado del
viejo petate, dejando atrás grises vivencias del anterior lote, ya cruzo la raya de tu corazón , porque se despego de las ramas sin pudor, partió el árbol y anulo sus frutos, aquellos que nacieron del amor, como si cambiando su ruta amortiguara los palos; huyo sin palabras para ti de perdón, no te mereces ese terreno excluido de la razón, no sabe ser hombre en la tierra y cumplir como tal, ha dejado también su alma a la suerte del destino, ¿madurara sus posiciones para suavizar su camino? o la penumbra será su guía hacia el negro canal, ahora sufres la ausencia a consecuencia de tu imprudencia.
La anterior, madre de esos frutos abraza, calma esa
corriente; rota, rota, avanza y aun con lagrimas encuadra la distancia, para con sus penas mediar en tu maldita imprudencia, ¡llena por fin tu copa con más dosis de paciencia! y termina con la farsa de tu pasión, donde ya no tienes cabida ni razón.