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“Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase
que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”.
(MARX)
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El mercado es, entonces, un Leviatán con piel de oveja: su función no es alentar y perpetuar la libertad
(menos aún una libertad de tipo político) sino más bien reprimirla (...) La ideología de mercado nos asegura
que los humanos causan desastres cuando intentan controlar sus destinos (“el socialismo es imposible”) y que
somos afortunados al poseer un mecanismo interpersonal (el mercado) que puede sustituir a la hubris humana
y la planificación, y reemplazar por completo las decisiones humanas. (JAMESON. 2003)
La relación universidad - sociedad se reduce a la relación universidad – empresa. Se trata
de una adaptación funcional y acrítica al contexto mundial (innovación, competitividad,
etc); en esta visión “Lo importante no es el ser humano y el desarrollo de su potencial sino
su posibilidad de inserción en el mercado del trabajo.” (CONDE).
Es así como la educación empieza a ser reformada con unos objetivos muy claros:
Para el logro de estos objetivos se han diseñado políticas como la Ley 30 de 1992, la cual
determina los aportes que la nación debe dar a las universidades y que hoy pretende ser
reformada para avanzar en el camino privatizador de las mismas, enfrentándolas a la des-
financiación, argumentando la falta de presupuesto y la ineficiencia de las instituciones
públicas. Esto contrasta con el desmedido gasto presupuestal en políticas de Seguridad.
Hay que decir que a partir del año 2002, estas medidas se profundizan con la entrada en
vigencia de políticas funcionales al sistema, entre las cuales encontramos la mal llamada
“Revolución Educativa”, el Plan Decenal de Educación y el Plan Visión 2019. Políticas
educativas que se fundan básicamente en la Centralización curricular trayendo como
consecuencias:
Todas estas políticas no sólo restringen el acceso a las universidades y elevan los costos
en las matrículas, también modifican la orientación del conocimiento, promoviendo una
idea del mismo al servicio del capital nacional y transnacional. Esto desemboca en la no
producción de saberes pertinentes y necesarios para la sociedad; situación que se ve
reflejada a diario en la venta de investigaciones al capital transnacional, las reformas
académicas que promueven la formación técnica y tecnológica en detrimento de la
formación profesional y los procesos de extensión universitaria que se convierten en
convenios con la empresa privada.