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No sólo eran
iguales ante Dios y la ley. Eran iguales de todo a todo. Nadie era
más listo que otro. Nadie era mejor parecido que otro. Nadie era
más fuerte o veloz que otro. Toda esta igualdad se debía a las
Enmiendas Nos. 211, 212 y 213 a la constitución y a la vigilancia
incesante de los agentes del Compensador General de Estados
Unidos de Norteamérica.
"Ese fue un baile bien bonito, eso que acaban de bailar", dijo Hazel.
"Creo que sería muy interesante, poder oír todos esos sonidos
distintos", dijo Hazel, con algo de envidia. "Todo lo que se les
ocurre".
"De repente te ves tan cansado", dijo Hazel. "¿Por qué no te estiras
sobre el sofá para que descanses tu bolsa de compensadores en los
cojines, amorcito?" Se refería a las cuarenta y siete libras de
perdigón en una bolsa de lona, que George llevaba -con candado- al
rededor del cuello. "Ve y descansa la bolsa durante un ratito", dijo.
"No importa que no seas igual a mí durante un rato".
"Si sólo pudieras sacar una cuentas cuando regresas del trabajo",
dijo Hazel. "Quiero decir, aquí no compites con nadie. Sólo te la
pasas sentado".
"Si lo hiciera sin que me pescaran", dijo George, "los demás también
tratarían de hacerlo y muy pronto estaríamos de nuevo en la Edad
Media, con todos compitiendo en contra de los demás. No te
gustaría eso, ¿verdad?".
"Está bien", dijo Hazel acerca del locutor, "hizo un esfuerzo. Eso es
lo importante. Se esforzó en hacer lo mejor que pudo con lo que
Dios le dio. Deberían darle un buen aumento por haberse esforzado
tanto".
Y de inmediato tuvo que disculparse por su voz, que era una voz
muy injusta para una mujer. Su voz era una melodía cálida,
luminosa, eterna. "Disculpen", dijo, y empezó de nuevo con una voz
fuera de toda competencia.
"Harrison Bergeron, de catorce años", dijo, con una voz que era un
graznido, "acaba de escapar de la cárcel donde se encontraba bajo
sospecha de querer derribar al gobierno. Es un genio y un atleta, se
encuentra sub-compensado y se le debe considerar
extremadamente peligroso".
"Toquen los mejor que puedan, les dijo, y los haré varones y duques
y condes".
Lo besaron.
Hazel se volvió para comentar con George acerca del apagón. Pero
George había salido a la cocina a buscar una lata de cerveza.