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EL GUARDIÁN Y EL MAGO: UN CUENTO DE

HADAS

DE: Nigel Mathers y Paul Hodgkin


EN: British Medical Journal. 1989;298:172-174

Erase una vez un verde y agradable país donde vivían un


Guardián y un Mago. El Mago vivía en un gran castillo blanco sobre
una ciudad. En ese castillo tenía maravillosas bolas de cristal que
podían decirle por qué la gente se encontraba mal. Entonces usaba
una de sus poderosas pociones mágicas para hacer que se sintiesen
bien de nuevo. El Mago era un hombre muy hábil.

El Guardián vivía en una gran casa cerca de la entrada del


castillo. Su trabajo consistía en decidir quién estaba suficientemente
mal para necesitar ver al Mago y abrir la puerta del castillo para él. El
Guardián era también muy hábil, y también tenía pociones mágicas
para hacer sentirse mejor a la gente que se encontraba mal. Después
de todo, ambos, el Mago y el Guardián, habían acudido a la misma
escuela de Magos, aunque habían aprendido diferentes tipos de
poderes mágicos después de dejarla.

Ahora la mayoría de la gente que se sentía mal y venía a ver al


Guardián no necesitaba ver al Mago. Ellos se encontraban por lo
general ligeramente mal, o preocupados por sentirse mal, y el
Guardián era muy bueno decidiendo quién necesitaba ver al Mago. La
mayoría de la gente que veía el Mago se encontraba muy mal y el
Mago podía utilizar sus conocimientos para que se sintiesen mejor. El
Mago y el Guardián se necesitaban el uno al otro.

LA REINA OFRECE DOS SOLUCIONES

El problema fue que como cada vez había más gente anciana,
mas y mas gente necesitaba ver al Mago, y una larga cola se
comenzó a formar en el patio del castillo esperando para verle. La
gente de la cola hacía tal ruido que la Reina lo oyó, y convocó a su
Ministro para que le explicase qué era todo ese ruido.

“El Mago dice que no tiene suficiente dinero para tratar a toda
esa gente enferma”, replicó el Ministro.

“No hay suficiente dinero para todas esas nuevas bolas de


cristal y pociones mágicas que me está pidiendo”, dijo la Reina. “Lo
que tiene que hacer es trabajar más rápido y ver más gente enferma.
Debería enviarlos a casa precozmente, antes de que las pociones
mágicas hayan acabado de trabajar, y el Guardián podría revisarlos
después y así ese perezoso Guardián trabajará mas y jugará menos al
golf”.
El Mago lo intentó y el Guardián lo intentó pero no funcionaba,
de hecho, la cola en el patio se hacía mas y mas grande. En
ocasiones, el Guardián tenía que devolver a gente enferma al Mago
ya que no habían tomado suficientes pociones mágicas antes de
volver a casa. Nunca se oyó tanto ruido como el que hacía la gente, al
fin y al cabo habían dado su dinero a la Reina para poder ver al
Guardián y al Mago cuando se sentían enfermos.

La Reina convocó de nuevo a su Ministro. “¿Y bien?”, preguntó.


“”¿Qué está mal esta vez?. Les dije a ambos que trabajasen más duro
y viesen a más gente enferma”.

“Sucede que la gente todavía tiene que esperar para ver al


Mago cuando se encuentran mal”, explicó, “y el Mago les está
diciendo que deberíamos darle más dinero para nuevas bolas de
cristal y pociones mágicas”.

“Bien”, dijo la Reina. “Dejemos a quienes puedan pagar al Mago


por su magia que se salten la cola, de esta forma toda la gente se
beneficiará ya que la cola será más corta y habrá más dinero para
bolas de cristal y pociones mágicas. Oh, y ya que estamos en ello, di
a la gente que no necesitan ver primero al Guardián si pueden pagar,
de esta forma las cosas serán aún más rápidas. El Mago y el Guardián
han hecho demasiadas cosas a su manera demasiado tiempo”.

LAS BOLAS DE CRISTAL COMIENZAN A FALLAR

Dicho y hecho. El Ministro gritó: “Dejad a la gente escoger y


pagar”.

La gente que se sentía mal vio al Mago y le pagó por su magia.


La cantidad de gente que el Mago veía, crecía y crecía, y él se
enriquecía y se enriquecía.

La gente que podía pagar estaba feliz. El problema era que la


cola no se acortaba, aunque el Mago veía y veía gente que podía
pagar. No solo comenzó a ver más y más gente que no estaban muy
enfermos, sino también a aquellos solamente preocupados por no
sentirse bien. Incluso vio a gente en la que sus pociones mágicas
parecían no trabajar, de hecho, la maravillosa bola de cristal comenzó
a dar más y más respuestas equivocadas. El Mago pidió al Ministro
mayores y mejores bolas de cristal y más poderosas pociones
mágicas.

Algo no iba bien. Mucha de la gente que el Mago vio y que no


estaban especialmente enfermos, a menudo él pensaba que lo
estaban, aunque no lo estaban. Mas y mas dinero se gastó.

“¡Alto!”, gritó la Reina horrorizada por las facturas mas y mas


elevadas. “Mas y mas gente está viendo al Mago y montones de bolas
de cristal y pociones mágicas se están usando, pero mas y mas gente
está enferma. Os ruego me digáis que está pasando exactamente.

El Mago, el Guardián y el Ministro se miraron el uno al otro.

“Se debe a que yo puedo decir quién está suficientemente


enfermo y necesita ver al Mago”, dijo el Guardián.

“¡Tonterías!” gritó el Mago. “Se debe a que el Ministro no quiere


pagar para tener mejores bolas de cristal y pociones mágicas”.

La Reina y el Ministro se miraron el uno al otro abatidos. Habían


escuchado esto antes y ya no les impresionaba.

“Encontradme lo que realmente está pasando” espetó la Reina.

El Guardián tecleó su Procesador Mágico en su pequeña bola de


cristal y antes del parpadeo de un ojo apareció el mensaje: “ El valor
de un test diagnóstico depende de la prevalencia de la condición en
la población testada”.

EL MAGO Y EL GUARDIÁN EXPLICAN SU MAGIA

“Bueno, ¿qué significa eso?, preguntó el ministro.

“Significa que mi bola de cristal trabaja mejor en personas que


ya tienen una probabilidad alta de tener una enfermedad”, contestó
el Mago. “Si la uso en mucha gente que no está suficientemente
enferma no quiere darme respuestas correctas”.

El Ministro miraba completamente perdido. “Tomemos a este


tipo de aquí”, dijo, cogiendo a un sirviente que pasaba. “Supongamos
que va donde el Guardián con dolor de tripa. ¿Cómo lo clasificas?”.

“Es fácil”, contestó el Guardián. “Yo veo alrededor de 150 de


estos en 18 meses y los examino a todos. Unos 17 pienso que pueden
estar muy enfermos y los envío al Mago para que los vea, ya que
pienso que necesitan las mas poderosas pociones mágicas para
hacerlos sentirse mejor”.

“Pero de los diecisiete que yo veo”, exclamó el Mago,


“solamente 7 están muy enfermos”.

“Tranquilo”, dijo el Guardián. “La probabilidad de que alguien


que yo veo con dolor en su tripa esté muy enfermo es solo del 5%
(7/150). La probabilidad de que alguien que tú ves esté realmente
enfermo es del 41% (7/17)”.

“¿Y tu solucionas el otro 95%?”, inquirió el Ministro que parecía


algo mas impresionado.
“Naturalmente”, replicó el Guardián. “Excepto un caso raro
cada pocos años que está realmente mal y no tiene ningún signo
evidente. Es por lo que mantengo al día mi cuota de la Sociedad
Protectora de Magos y Guardianes.

“Ya veo”, dijo el Ministro. “Aunque la tasa de falsos positivos del


Guardián es alrededor del 59% (10/17), su tasa de falsos negativos
tiende a cero, lo que significa que toda la gente muy enferma ve al
Mago”.

“Y la probabilidad de que alguien esté mal entre la gente que tu


ves es mucho más alta”, continuó volviéndose hacia el Mago.

“O lo era hasta que comenzaste confundiendo al sistema”,


interrumpió el Guardián.

“Lo que yo no comprendo”, preguntó la Reina imperiosamente,


“es porqué las bolas de cristal y las pociones mágicas del Mago no
funcionan”.

“Ah, eso es un poco complicado”, replicó el Guardián. “Yo soy


mucho mejor que el Mago decidiendo quién está bien y no necesita
verle. Es decir, tengo un valor predictivo negativo de cerca del 100%
(133/133) pero un valor predictivo positivo bajo, del 41% (7/17), para
gente muy enferma. El Mago, de otro lado, tiene un bajo valor
predictivo negativo, porque en realidad prácticamente a todos los que
ve les mira en sus bolas mágicas o les aplica sus pociones; pero a
cambio posee un alto valor predictivo positivo para gente muy
enferma. El es muy bueno decidiendo quién está muy enfermo pero
no es tan bueno como yo decidiendo quién está bien. Dicho de otro
modo yo investigo por la normalidad y él investiga por la enfermedad,
de hecho, juntos somos imbatibles. Si él comienza a hacer mi trabajo
e investiga por la normalidad con sus bolas de cristal, tendremos un
terrible lío ya que están calibradas para encontrar enfermos y no para
encontrar sanos.

“Luego lo que nos estás diciendo es que nosotros os


necesitamos a ambos”, interpuso el Ministro rápidamente cuando el
Guardián respiró. “Si las bolas de cristal del Mago, y sus pociones
mágicas, tienen que trabajar correctamente, él solo debería ver a la
gente que el Guardián piensa que tiene una alta probabilidad de estar
muy enferma. Y el Guardián debería ver a la gente que piensa que
está enferma e intentar averiguar si realmente lo están. Finalmente el
sistema puede trabajar barato y eficiente”.

¿ Y AL FINAL VIVIERON FELICES?

Entonces volvieron al pasado. La antigua separación de


Guardián y Mago se vio esencial para el cuidado de la gente. Lejos de
ser un arreglo cómodo el limitar a la gente el acceso al Mago, era el
camino más eficiente de velar por los enfermos. Persuadir a la gente
de esto, sin embargo, era mucho más duro: un sorbo de acceso
directo a las bolas de cristal y las pociones mágicas una vez adquirido
no es fácil de olvidar.

......Y como estimular a la Reina para dar más dinero al


Guardián y al Mago para que el sistema funcione,.... pero eso, es otra
historia..

BIBLIOGRAFIA.-

1-Department of Trade and Industry. Review of restrictive trade


practices policy. London. HMSO. 1988.

2-Vecchio TJ. Predictive value of a single diagnostic test in unselect


populations. N Engl J Med. 1966;274:1171-3.

3-Edwards MW, Forman WM, Walton J. Audit of abdominal pain in


general practice. J R Coll Gen Pract. 1985;35:235-8.

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