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LAS MANOS Y LA ESPIRITUALIDAD

En el mes de noviembre del 2010, hará 35 años que el


azar puso en mis manos un libro de Quirología. “La
verdad está en sus manos”, se titula. Mi siempre viva
curiosidad, me hizo comprarlo y comencé su lectura.
En aquel tiempo, mi alejamiento de todo lo que no
fuera puramente material, era total, con lo cual cuando
comprobé que aquel libro trataba de lo que yo creía una
técnica adivinatoria, me pareció una enorme falacia y
dejé el libro.
Pero el destino es insistente, como un mercader que a
ningún precio quiere perder un cliente, y una y otra vez
el libro aparecía ante mis ojos, usando todos los trucos
que yo entonces llamaba “casualidades”.
Un buen día, y sin saber por qué, sentí un interés inusual
ante aquel escrito y comencé seriamente su lectura.
Vinieron después tres largos años en los que la fiebre
por descifrar los enigmas que las manos ofrecían, me
llevaron a leer cuanto estaba publicado sobre el tema,
tanto comprando libros como acudiendo a la Biblioteca
Nacional.

Juana Marín
LAS MANOS Y LA ESPIRITUALIDAD

Mi asombro iba creciendo de una forma inusual, solo


con mirar las manos de una persona podía enterarme de
todos sus secretos desde los más simples hasta los mejor
guardados.
Ante mí se desplegaba su vida con todo lujo de detalles,
y no sólo su pasado, sino mil situaciones que aún
estaban por llegar. Y así, tras casi cuatro años de estudio
exhaustivo, comencé a leer manos.
Poco tiempo después comencé a ver cosas que yo no
había estudiado, como los sentimientos de la persona
ante los sucesos que le acontecían. Mi racionalidad y el
materialismo que me caracterizaban en aquella etapa de
mi vida, me hacían dudar de la realidad de lo que estaba
contemplando, de tal forma que llegue a cuestionarme
mi cordura, pero cuando le preguntaba a mi cliente
sobre la veracidad de lo que yo veía, me aseguraba que
así era. Me había encontrado con los sentimientos, con
las emociones, con lo que yo no sabía cómo nombrar, y
aquello no paraba, iba en aumento, se adentraba tanto
en la persona que ya era difícil comprobar su veracidad.
Estaba poniéndome en contacto con el alma del cliente.
El alma, es la madre nutricia del espíritu. Sin escuchar
sus voces es imposible llegar a lo espiritual. El alma es la
única que puede abrirnos la puerta de lo transcendente,
para que tomemos consciencia de nuestro Ser.

Juana Marín
LAS MANOS Y LA ESPIRITUALIDAD

Y así un buen día, como un rayo, sin previo aviso, me


encontré observando algo inmenso, algo que me
paralizó, que me superó, y que yo no sabía cómo llamar,
ni qué era , ni, por supuesto, cómo interpretarlo.
Luego vinieron los años de estudio sobre las teorías del
gran psicólogo y psiquiatra Carl G.Jung.
Pude comprobar que en cada uno de nosotros existe lo
que él denomina Animus y Ánima, y que adentrándonos
en ellas, se abre el camino para llegar al inconsciente. Y
que en el inconsciente se nos abren puertas para atisbar
lo que él, y sus seguidores denominan como el “sí-
mismo”. Aprendí que estos rincones secretos solo
hablan a través de símbolos, bien sea en aquello que nos
sucede en la vida cotidiana, bien sea en los sueños, en
una psicoterapia, o… por qué no, en los símbolos que
aparecen en nuestras manos.
Recuerdo un día, no sé la fecha, que hacia frío, y que el
frío no sólo estaba en el ambiente. Mi alma también
tiritaba; mi soledad interna me llevaba a un lugar donde
sólo había oscuridad y miedo. Sentí que era menor que
una hormiga, y que el inmenso peso de mi vida cotidiana
me aplastaba. No había en ella nada que llenara mi ser,
nada que pudiera desear, conseguir o comprar, ni
siquiera la risa de mi hija, ni la emoción de las lecturas
de manos calmaban ese frío, esa soledad, ese sinsentido
de mi vida.

Juana Marín
LAS MANOS Y LA ESPIRITUALIDAD

Recuerdo que lloraba y que mi gato blanco maulló y con


su patita tocó mi cara y limpió una de mis lágrimas.
Todo sucedió tan de repente, y me resultaba tan
inverosímil, que no tengo capacidad para describirlo.
Me sentí invadida por algo desconocido que me hacía
ver las cosas y las situaciones de mi vida desde un
prisma absolutamente diferente. Ahí, donde un segundo
antes solo había soledad y frío, sentí brotar paz, y un
infinito amor inundó todos mis rincones. Vi con mis ojos
una tenue luz blanca y brillante, que convirtió mis
lagrimas de tristeza en otras de felicidad y
agradecimiento.
En ese momento sentí que ese estremecimiento que me
envolvía era lo trascendente, y, por primera vez en casi
veinte años, me encontré hablándole a Dios, porque
“sabía” que lo que me estaba pasando era un encuentro
con lo Divino, y que mi Maestro interior me había
conducido a ver lo inútil de mi búsqueda a través de lo
material, y aún más de lo anímico, si no era para recalar
en el seno de mi Creador.
Y comprendí que aquello que veía en las manos, que yo
no sabía cómo interpretar, y que no podía entender, era
la búsqueda, consciente o no, de Dios.
Aquello revolucionó mi vida. Yo, que había negado por
todos los medios la existencia de Dios, me encontraba

Juana Marín
LAS MANOS Y LA ESPIRITUALIDAD

inmersa en ese sentimiento tan certero de que era parte


de un Ser Infinito, que todo lo abarcaba, y del que era
imposible dejar de formar parte por mucho que me
empeñara.
Ya por entonces había leído muchas manos y en muchos
lugares diferentes. Personas de credos distintos. Tan
acérrimamente ateos como yo lo había sido. Y supe que
no importaba el nombre que se le diera. Que todo era lo
mismo. Que eso trascendente que siempre estaba en
nosotros, era ÉL.
“El que no tiene un nombre, porque los tiene todos”
Desde entonces “sé” que el ateísmo es una forma
inconsciente de buscar a Dios, que no importa ser
consciente o no de ello. Y que irremediablemente
nuestros pasos nos encaminan a su encuentro, incluso
aunque muramos sin saberlo.
En las manos de todas las personas existe, en mayor o
menor proporción, una línea que recibe el nombre de
“Línea del Destino”.
Ella, entre otras muchas cosas, nos habla de nuestra
forma de seguir la senda que lleva al encuentro con el
Espíritu. Porque cada uno buscamos a nuestra manera y
según es nuestro talante, y nada, ni lo mas material, ni
lo mas sórdido, ni lo menos espiritual, nos aleja de ese
camino.

Juana Marín
LAS MANOS Y LA ESPIRITUALIDAD

Hoy siento que antes de nacer hemos elegido nuestra


vida y nuestro destino. Sé que muchos se preguntan
cómo es posible que voluntariamente se escoja algo tan
terrible como es la vida de muchos seres, pero siento
que esa elección la hacemos desde un plano que no
tiene nada que ver con este plano en el que vivimos.
También he comprobado que el libre albedrío existe, y
que consiste en hacer lo que “hemos elegido hacer” de
la mejor forma posible, y que si nos lo ponemos difícil
será dificilísimo, pero que la vida nos da pautas para
hacerlo mas fácilmente, y si estamos atentos las
veremos.
Según las manos la infelicidad que padecemos no es más
que el síntoma de que estamos dormidos, y no vemos
las posibilidades que la vida nos brinda para salir de
nuestro encierro.
Solo la Vía Espiritual, en la que todos, consciente o
inconscientemente estamos, nos puede sacar de ese
sueño en el que nos sumimos cuando nos sentimos solos,
cuando pensamos que nuestra vida no tiene sentido. Si
formamos parte de Él, y con Él de todo lo creado,
nuestra soledad no es más que una mera ilusión.

Juana Marín

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