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Observatorio de Producción Interdisciplinar – Universidad de Málaga 8 Mayo 2010

Artistas y Creadores para la economía del conocimiento

Ana Gómez Narváez

Es un hecho constatable que los efectos de la crisis económica y financiera mundial


han vapuleado seriamente a una Europa que parece dispuesta a transitar
decididamente hacia una Economía del Conocimiento y de los Servicios.

Esta crisis emerge en pleno apogeo de lo que en estas últimas décadas se ha dado en
llamar las “economías emergentes” entre las que se encuentran las de China, Brasil o
India y que son las principales beneficiarias de este nuevo “capitalismo de
especialización flexible”1 por el que las corporaciones empresariales desplazan la
producción de bienes y servicios desde los epicentros urbanos clásicos donde se
concentra el capital hacia estos países. Por tanto, en este nuevo modelo de
acumulación del capital las grandes corporaciones tienden a dejar de producir en el
mismo lugar donde diseñan y formulan sus estrategias comerciales, desencadenando,
de esta forma, importantes transformaciones sociales y económicas pero también
urbanas. A casi nadie le sorprende que el modelo del diseñador español que acaba de
adquirir se haya fabricado en Vietnam o que un teleoperador hindú pueda dar atención
a los clientes de una empresa de telefonía inglesa. Comprobamos así que lo que se
piensa en una parte del planeta puede terminar produciéndose en otro extremo.

La Globalización económica ha sumado otros viejos pero renovados y “emergentes”


problemas, llamados así por su especial complejidad, como las nuevas formas de
entender la discriminación social y las consecuencias económicas y sociales del
cambio climático.

El acceso o no de los europeos a derechos como la conciliación personal y laboral, a


un sistema de atención a las dependencias o a un “envejecimiento activo” constituyen
junto al fracaso escolar y la pobreza un conjunto más o menos interrelacionado de

1
Joe Painter, “Regulation Theory, Post-Fordism and Urban Politics. En D. Judge, G. Stoker, H.
Wolman (editores), Theories of urban politics. pp. 276-95. Londres: Sage, 1995.
factores que influyen decisivamente en los niveles de cohesión social europea, es
decir en la integración económica, social y laboral de los europeos a su economía de
mercado.

Esta crisis y la nueva ubicación de la Economía Europea en el marco de la


Globalización económica ha puesto en evidencia los tradicionales modelos de
producción y de servicios en Europa y la necesidad de que sean reorientados hacia
otros que primen el desarrollo de la capacidad innovadora de las empresas y de las
instituciones públicas.

Asimismo, se ha puesto en evidencia,también, la necesidad de reconducir la Estrategia


de Lisboa2 hacia una nueva Estrategia que permita un crecimiento económico
sostenible para el planeta y para las personas, que sea coherente con la posición real
de la Economía Europea en el nuevo mapa de las economías mundiales. Esta
Estrategia se ha dado en llamar Europa 2020 y marca la pauta de un crecimiento
económico inteligente, sostenible e integrado con objetivos cuantificables a alcanzar
en 2020 para el empleo, la investigación y la innovación, el cambio climático y la
energía, la educación y la lucha contra la pobreza

Del contenido de la Estrategia 2020 parece deducirse que hay un consenso “europeo”
relativo a que la salida de la crisis económica necesita de nuevas ideas y que para ello
es necesaria la instalación definitiva en la sociedad europea de una cultura innovadora
que responda a un revolucionario “pensamiento innovador”.

Para los Gobiernos europeos, la educación, la formación y la investigación son


factores claves para que el desarrollo de esta Economía del Conocimiento posicione a
la vieja Europa como el punto del planeta donde “se piense” lo que en otro punto “se
va a producir”.

En el nuevo paradigma de crecimiento inteligente los indicadores sobre capacidad de


“innovación y creatividad” de los territorios serán claves para entender la
competitividad económica de los mismos.

2
El Consejo Europeo de Lisboa (marzo de 2000), los Jefes de Estado y de Gobierno pusieron en
marcha una estrategia denominada «de Lisboa» con el fin de hacer de la Unión Europea la economía
más competitiva del mundo y alcanzar el pleno empleo antes de 2010.
http://europa.eu/scadplus/glossary/lisbon_strategy_es.htm
Las industrias culturales y creativas (ICC) pueden contribuir significativamente a lo
que podría denominarse la industrialización a gran escala de la creatividad y la
innovación3, por estar “impulsadas por el conocimiento” y por su tendencia “a
orientarse hacia mercados especializados”.

La Comisión Europea reconoce que la importancia de las industrias culturales y


creativas en la Economía del Conocimiento estriba en su poder para “estimular la
investigación, el desarrollo de productos, la innovación en servicios, el marketing y la
comunicación, el “city branding” y la creación de comunidades”4.

En este contexto de grandes reorientaciones económico-políticas, ciertas preguntas


empiezan a cobrar importancia. El interés de las carteras de economía en los tejidos
culturales y creativos indica potenciales que no necesariamente están siendo
considerados en los modelos de planeamiento y de gobierno: ¿Cómo puede
canalizarse la plusvalía innovadora de las industrias culturales y creativas y ser
aprovechada por el conjunto de sectores económicos de un país?

Primero, creo que es necesario tener presente que las ICC producen dos tipos de
plusvalías. Unas son claramente económicas, como el aumento del valor de los
productos y servicios sobre los que la actividad gira directamente (obras de arte,
música, teatro, y demás productos y servicios culturales concomitantes) o de aquellos
que le afectan indirectamente (investigación, “city branding”, etc.), como reconoce la
Comisión Europea. Las otras son, más bien, de carácter “latente”, en tanto se
despliegan progresiva y paulatinamente, como son los cambios culturales, de estilos
de vida y de formas de ocio.

Para que todas estas plusvalías puedan incorporarse a la dinámica de los sectores
económicos sería necesario el desarrollo de una colaboración “creativa” entre las ICC
y el resto de sectores, en clave de cooperación económica. El Libro Verde sobre las
ICC recoge varios ejemplos de esta colaboración.

Para poner un ejemplo, está comprobado que artistas y creativos son usuarios
intensivos de tecnología. El incremento de la participación de sus negocios en el

3
LIBRO VERDE. Liberar el potencial de las industrias culturales y creativas. Bruselas, 27.4.2010
COM(2010)183 final (http://ec.europa.eu/culture/our-policy-
development/doc/GreenPaper_creative_industries_es.pdf).
4
http://ec.europa.eu/culture/news/news2606_en.htm
mercado permite a la vez el desarrollo de la banda ancha y el refuerzo del uso de los
sistemas de información por parte de la ciudadanía. Así, esta intersección de hábitos y
actividades económicas y políticas de infraestructuras y telecomunicaciones pueden
potenciarse mutuamente.

Pero quizá la oportunidad más interesante que presenta la idea de esta “colaboración
creativa” concierne al vínculo entre arte, cultura y educación, como pilares para la
mejora del capital humano y, por extensión, para la consolidación de un “Territorio
Creativo”, es decir, un entorno en el que la creatividad es accesible democrática y
compartidamente.

Un mayor desarrollo de las comunidades culturales, en un sentido amplio (no sólo las
comunidades profesionales de las ICC, sino en su engarce con la sociedad), genera
más posibilidades de establecer un territorio creativo y por tanto innovador. Tales
entornos sociales se constituyen en canteras de capital humano, que generan
importantes efectos de productividad.

Las colaboraciones entre las ICC y los demás sectores son fundamentales por el
carácter formativo que implícitamente revisten (la creatividad es una facultad
trasversal a todos los campos de actividad humana, que se retroalimenta de formas
cruzadas).

En tal medida, ciertas plusvalías requieren intervenciones para su viabilidad, como las
políticas de fomento en capacitación y formación, que multiplican las capacidades
colaborativas. Al elevar el nivel del capital humano, incrementando la habilidad o
conocimiento, se aumenta el nivel promedio en dicha economía. 5 Esta “externalidad
de Jane Jacobs”, concierne al desbordamiento de conocimiento entre personas y
grupos en las aglomeraciones de capital humano, que conllevan importantes efectos
de productividad.6

5
Robert Lucas, “On the Mechanics of Economic Development”, en Journal of Monetary Economics
22, Julio 1988, 3-42. Evidentemente el perfeccionamiento de capital humano, la renovación del stock
de talento, supone una inversión. Pero, de acuerdo al modelo de Robert Lucas, la inversión de esfuerzo
para adquirirlo sólo se requiere inicialmente, pues aumentar dicho capital humano no supone una
inversión de esfuerzo aún mayor (comparable al requerido para formarse en primer lugar).
6
La formación de “clusters” permite establecer redes de unidades de funcionamiento independiente
que optimizan la función y el potencial de la unidad individual en vez de explotarlas. Un “cluster”
reúne individuos y grupos que crean productos que entran en competencia pero también cooperan
dentro del contexto más amplio de las ICC. Ver United Nations Conference on Trade and Development
(UNCTAD). “Creative Economy Report 2008. The Challenge of Assessing the Creative Economy
La amplitud de los efectos de esta externalidad responde al tipo de entorno en virtud
del tipo de interacciones humanas que facilita y fomenta. De esa manera, la
Responsabilidad Social se revela como un factor primordial de competitividad. El
afloramiento de tal plusvalía latente estaría enlazada a los marcos políticos y las
actitudes sociales.

Igualmente, la noción de Gobernanza adquiere relevancia en la búsqueda de


establecer entornos creativos, al demandar coordinaciones y el establecimiento
conjunto de estrategias y líneas de actuación entre los políticos, el sector privado y la
ciudadanía que permitan desarrollar el talento, retenerlo y que permitan asimilar el
conocimiento así generado.

El impulso a los ICC da espacio a que distintas formas de creatividad se puedan


desarrollar y arraigar. A partir de esas industrias y sus aparatos institucionales, las
comunidades creativas pueden explorar otras oportunidades de intervención, de
participación.

En resumen: la Europa del conocimiento requiere de un dinamismo creativo e


innovador que recorra transversalmente los sectores de la economía y ser
protagonizado por una sociedad creativa y abierta a los procesos de cambio.

Los artistas y los creativos tienen una oportunidad extraordinaria de “transversalizar”


su aportación a los campos del conocimiento, la innovación, la investigación y la
mejora del capital humano.

Debemos instar a las comunidades culturales y creativas, y no sólo a las urbanas, a


que participen de este nuevo proceso económico y social que constituirá la Europa del
Conocimiento, a que reivindiquen su consideración como agentes económicos
generadores de innovación pero también la de proveedores de soluciones creativas a
los nuevos problemas sociales y económicos que se deriven de dicho proceso.

Para que la influencia de estas comunidades sea transferida a las políticas de


desarrollo económico, dichas comunidades tienen que estar abiertas a la participación
de las empresas, instituciones financieras y de otros actores políticos y económicos,
favoreciendo la creación de espacios de colaboración para una innovación abierta.

towards Informed policy making.” United Nations, 2008.


http://www.unctad.org/en/docs/ditc20082cer_en.pdf (p180).
La tipología de la composición de estas comunidades culturales y su grado de apertura
al resto de los sectores económicos y políticos serán determinantes para medir la
influencia y la sostenibilidad de los cambios que tratan de promover incluídos los
urbanos.

Comunidades culturales y creativas , entendidas como espacios colaborativos de


innovación abierta, son las que podrán evitar que las autodenominadas “ciudades
culturales europeas” terminen convirtiéndose en hermosos platós de cine de época,
rendidas al destino que la globalización económica parece abocarles y que tan
fielmente reprodujera Zhu Rongji, Primer Ministro chino entre 1998-2003 cuando
describió el escenario económico global así: “China, la fábrica del mundo; Estados
Unidos, la alta tecnología; Europa, museos y turistas”.

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