Página 2 Cultural PREGON, domingo 29 de agosto de 2010

“El Tacuaral” por Virginia Moratiel

“La narradora filosofa acerca de la historia de los argentinos, sus mitos e identidad del ser argentino.”
Recientemente se ha presentado
en nuestra ciudad de S. S de Jujuy,
en el marco del Bicentenario, la
novela “El Tacuaral’ de Virginia
Moratiel. Esta novela corta, mere-
ció un importante premio en Espa-
ña, el de la Diputación provincial
de Cáceres en 2009. Fue editada
por la institución cultural ‘El Bro-
cense”.
La autora, argentina, Dra. en Fi-
losofía en la Universidad Complu-
tense de Madrid, vive en España
desde hace 30 años y vino a Jujuy
atraída por la amistad, su gente y
tradiciones para presentar “El Ta-
cuaral”. Nos contó en la oportuni-
dad que se sintió feliz por concre-
tar este hecho..
Bien se comienza la lectura de
la novela, se nos revela un itine-
rario existencial, el de Pablo,
personaje perteneciente a una so-
ciedad venida a menos, que ansía
una nueva vida. Para ello, elige
una estancia de sus antepasados:
El Tacuaral, Bs. As., y desde ese
lugar bordeado por un río, pleno
de una vegetación indómita, su vi-
da cambia, adquiere un sentido en
medio de la trama intrigante de
poder, contrabando y pasión. La
narradora aprovecha para filosofar
acerca de la historia de los argenti-
nos, sus mitos e identidad del ser
argentino. La naturaleza adquiere
un papel protagónico, lo mismo
que el arte y el tango de Discépo-
lo, tan caro a la realidad argentina.
Efectivamente, la autora logra plas-
mar desde la distancia, España,
donde la escribió, una filosofía de
nuestra historia y el afecto por su
tierra. Y lo hace con competencia.
La Profesora Cristina Jorge en
la presentación de la obra, entre
otros conceptos, dijo: “El Tacuaral
es una novela para reflexionar, es
una invitación a mirar dentro de
nosotros mismos, personajes labe-
rínticos configurados por una his-
toria de desencuentros, intoleran-
cia, ambiciones, autoritarismo, es
una invitación a la búsqueda de la
conciencia de sí como individuos
y como sociedad, exorcizando a
los personajes míticos que se pro-
ducen y reproducen en esta Amé-
rica desmesurada, que de tan be-
lla, hizo lagrimear a Dios... La obra
de Virginia Moratiel es provocati-
va, nos desafía a indagar en nues-
tra interioridad a aceptar o a refu-
tar los argumentos acerca de nues-
tra particular forma de ser y de es-
tar en el mundo. Nadie puede
quedar indiferente después de leer
este texto...”
La narración está realizada con
excelente manejo del lenguaje y
sintaxis, que otorga verosimilitud a
la trama. Desde el comienzo, logra
interesar al lector para que obser-
ve la psicología del ser argentino,
y para que goce de la lectura, me-
ta de todo escritor.
Merecido premio.
Susana Quiroga

“...Por fin, Verónica consiguió salir del
pantano, aunque agotada por el esfuerzo,
y reposó un momento sobre la tierra en
brazos de Pablo. El gruñido rabioso de
los perros ensañados con la carne y la
sangre de Vélez todavía se escuchaba co-
mo terrorífica música de fondo. Pablo
echó una ojeada a lo que estaba ocu-
rriendo y trató de ocultarle a Verónica
con su cuerpo la vista de tan macabro
panorama. Agachado sobre su amiga,
se sintió infinitamente pequeño frente
al cañaveral inmenso y se acurrucó
contra ella con todas sus fuerzas. Por
un momento, el bramido de los ani-
males llegó a ensordecerlo y le pa-
reció que no eran ellos sino el bos-
que entero el que rugía, con un
grito inhumano en el que, sin em-
bargo, convergían todas las voces
que lo habían habitado: las alima-
ñas, los belicosos querandíes, los
pequeños salvajes en su viaje de
iniciación, los trasnochados con-
quistadores, los gauchos, los
militares guerreando contra el
malón, los contrabandistas, los
peones, sus propios abuelos,
sus padres ... ellos mismos...,
un grito que se alzó clamoro-
so horadando el silencio de
la noche, un grito de terror
y complacencia. Anhelante,
el tacuaral se estaba cobrando
su tributo y con ello quedaba doblemente
aplacado, no sólo porque la inmolación
consiguiese saciar su brutal apetito, sino
porque, además, la víctima era tan suya,
nacida de sus entrañas y alimentada por
sus mismas raíces.
Pablo se refugió asustado en su interior.
Oculto en uno de ecos rincones de la con-
ciencia que se mantienen suspendidos al
margen del tiempo, un recuerdo vino a é1
con toda nitidez: la efigie de los peones
junto al fuego en una noche de fínales de
estío, como ésa. Juan y é1 estaban tirados
sobre el pasto y, mientras veían pasar el
mate de mano en mano, escuchaban la his-
toria de los perros cimarrones, de cómo ha-
ce muchos años la matanza indiscriminada
de las reses, para quitarles el cuero, las as- "Peinadoras coyas" por Alda Armagtni
tas o el sebo, y el posterior abandono de
su carne en los campos, hizo que los pe-
rros embravecieran por estas zonas y huye- El poeta jujeño Raúl Galán fue, junto a Manuel J.
ran de las casas formando jaurías inmensas. Castilla, Nicandro Pereyra, Raúl Aráoz Anzoátegui, José
Retrocediendo en el grado de su evolución, Fernández Molina, Julio Ardiles Gray y Víctor Massuh, entre
constituyeron auténticas manadas de chaca- otr os, el fundador y animador principal del grupo
les que vivían en cuevas escarbadas bajo la
tierra llana y se convirtieron en enemigos tucumano La Carpa, aquella legendaria formación poético-
feroces de hombres y animales, hasta el intelectual que en 1944, alr ededor de un fir me y
punto en que hubo que organizar expedi- contundente manifiesto, sentó las bases iniciales para una
ciones militares para aniquilarlos. Imbuido renovación no solo de la poesía tucumana sino de toda la
en sus recuerdos, alcanzó a decir: poesía del Noroeste argentino. Nuestro recuerdo con estos
— Sacale los animales de encima,
que lo van a dejar en los huesos...” poemas.
Fragmento de El Tacuaral- Pág 123-124

OTRA SIEMBRA
- Una tarde enterré con pena y llanto
Germán Walter Choquevilca, el poeta de Tilcara, Jujuy (1940-1987) supo cantar a su tierra, el cuerpo de mi madre, esa caliente
a los héroes de la independencia. A continuación dos de sus poemas con esta temática semilla del amor que duele tanto.

Escúchame: la tierra no consiente

A LA ESTATUA ECUESTRE que nunca se malogre lo que encierra
DE BELGRANO y da fruto cabal toda simiente.
- Bello en el bronce que tiene tu bandera,
azul la arenga que brota de tu gloria. De allí nació una flor, de madre y tierra.
Sobre el duro granito, tu figura Esa flor es mi escudo en estas horas
es Vulcano en la fragua de la historia. y es mi única espada en esta guerra.
Golpea el viento del Zapla tus espaldas,
claroscuro invertido en tu memoria. Tú no podrás vencerme porque ignoras
Tu mirada se tiende al horizonte el nombre de esa flor -sésamo y lema-
buscando el galardón de la victoria. Sigue, pues, con tus armas agresoras.
La redención del verde es tu guerrera;
tu sacrificio heroico es la alborada. Yo te infiero el perdón y este poema.
En el Zenta se inmola tu grandeza,
Vilcapugio es la sombra de tu espada.
***
Retrocede la luz de tu estandarte
hasta el bordón de Tucumán y Salta. COPLAS
Bajo la tarde tu sombra "es una sombra
recostada en un nudo de tacuaras.
- Yo ya estuve en Maimará,
La Catedral retumba en el badajo pero no me acuerdo cuándo;
y en el largo estirón de la campana si era en tiempo de cantar
tus laureles sostienen guardamontes
contra el viento que a golpes los taladra. o en tiempo de andar llorando.

Tasca el freno tu potro incontenible Aunque la pena me apena

por tenderse en ardiente galopada
para alcanzar la Posta de Yatasto
donde el olivo te desnuda el alma.
***
CENTAUROS DE LA
INDEPENDENCIA
- Por un río de potros y alaridos,
como un alud de piedras despeñadas,
los cobrizos y heroicos escuadrones
van llenando de ponchos la Quebrada.
"Libertad" por Carolina Barbalace
En su negra melena, un estandarte.
Su brazo es la mitad de la tacuara,
son sus ojos dos puntas de cuchillo,
su corazón caliente es una daga.
Canta el viento en el ala del sombrero.
Brota un grito de alerta en la garganta.
Los ponchos de vicuña se desflecan
sobre el blanco salitre de las playas.
Un fusil, un puñal, un rebencazo,
yo nunca me quejaré.
Cuando se vaya la pena
¡ay, qué solo quedaré!
la sangre india mezclada con la hispana,
un relincho cortando el entrevero, En la punta de aquel cerro
un grito de alegría en las entrañas.
tengo un puñal escondido
----------------------------------------- para matar mis recuerdos
y dos cóndores blancos y azulados o dar fin a tus olvidos.
en el cielo más alto de la Patria.
De Obras completas, Germán W. Choque Vilca De Raúl Galán.Obras- Completas -Cuadernos Del Duende-2004
T.ll-Cuadernos del Duende, Jujuy, 1999.

A 20 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO
- Escribió unos cincuenta libros. La mayoría nove-
las. Fue habitual que sus títulos resultaran best se-
llers. “Los burgueses” vendió 60.000 ejemplares. “Te
acordarás de Taormina” - quizás su novela más auto-
biográfica e íntima - agotó 37.000 ejemplares en un
año. Sumado el conjunto, superó el millón de ejem-
plares vendidos. Entre los sesenta y ochenta del siglo
pasado, sus lectores esperaban, ávidos, ‘el nuevo li-
bro’ sobre el cual solía dejar caer algunos datos en
las entrevistas que con frecuencia le hacían. Gráfica,
radio y televisión no le fueron ajenas. Asombraba. Es-
cribió, por ejemplo, una novela que transcurre ínte-
gra mientras un novel periodista se empeña en hacer
funcionar el grabador portátil (“a casette”) para con-
cretar el diálogo con su entrevistado; a la sazón un
escritor. Los lectores, una y otra vez, entreveían en
esas novelas referencias directas a las vivencias - sen-
timientos y pensamientos - de la autora quien, junto a
Marta Lynch y Beatriz Guido, irrumpió en la literatura
argentina cuando era un territorio reservado a varo-
nes.
Frontal, concreta, precisa, nunca le importó ser
“políticamente correcta.” Así fue Silvina Bullrich. Na-
cida el 4 de octubre de 1915. De adolescente, la re-
vista Atlántida publicó algunos de sus poemas.
Entabló una gran amistad con Manuel Mujica Lái-
nez quien la relacionó con Borges, Bioy Casares, Es-
tela Canto, Victoria y Silvina Ocampo. Trabajó de ma-
nera activa en la Sociedad Argentina de Escritores
(SADE) integrando algunas de sus comisiones directi-
vas. Estaba convencida de la condición profesional
del escritor y que la SADE debía ser el brazo gremial,
SILVINA BULLRICH, UNA SEMBLANZA
tal como lo anhelaron los creadores de esta institu-
ción y dejaron plasmado en su estatuto fundacional.
Hizo traducciones importantes, como las de Gra-
ham Greene y Simone de Beauvoir. Ella misma fue
traducida a varios idiomas. En 1961 obtuvo el primer
Premio Municipal por “Un momento muy largo” y “El
hechicero.” En 1972 el segundo Premio Nacional a la
prosa imaginativa del trienio 1969-1971. En 1982 reci-
bió de Francia - país al que visitara reiteradamente
desde niña - las “Palmas Académicas”. De acuerdo a
sus declaraciones, dedicaba ocho horas diarias al tra-
bajo de escritor siguiendo un plan que le permitía
publicar un título cada año. La Nación, La Prensa y La
Gaceta la tuvieron como colaboradora. Con 30 años
de su edad trabajó junto a Jorge Luis Borges en una
antología: “El Compadrito.”
Sus libros aparecían hacia fin de año. Eran lectura
obligada en vacaciones. Igual que Beatriz Guido, es-
cribía sobre situaciones de vida de la alta burguesía
exhibiendo las dolorosas, tristes y fragmentadas for-
mas en que ésta se rompía y disolvía dando lugar a
nuevas conformaciones.
Fue una de las primeras mujeres que ejerció la es-
critura como profesión; esto es: tuvo en claro que por
su trabajo debían pagarle con dinero. No con elogios,
ni ramos de flores, ni invitaciones a comer. Derechos
de autor por sus libros, pagos por columnas periodís-
ticas y honorarios por conferencias eran sus fuentes
de ingresos. Cuando advirtió que aumentaban las so-
licitudes para que accediera a diálogos periodísticos,
no tuvo empacho en fijar un cachet. Pero siempre
hubo un límite en su vida. Nada aceptaba que cerce-
nara su libertad. “Me gusta el dinero y las cosas que
da el dinero, pero no soy capaz de sacrificar por él
un ápice de mi independencia.” Eso lo supieron los
hombres que la amaron.
Aunque pareciera dicho hoy, lo cierto es que Bull-
rich expresaba hace cuarenta años: “Esto está cada
vez peor, estamos al borde del caos, espero que al-
guien se atreva a decirlo... El caos, no hay otra pala-
bra, yo por si acaso, se lo digo confidencialmente, he
mandado a EE.UU. toda mi fortuna, lo poco que ten-
go, claro está... Por eso yo ni un peso coloco en el
país”.
Empero su generosidad siempre fue manifiesta. Un
ejemplo es el dinero que donó a la Sociedad Argenti-
na de Escritores (SADE) para un premio de novela re-
servado sólo a mujeres escritoras. También expresó:
“Cada vez me siento mejor en estas tierras y menos a
gusto en el extranjero. Me duele demasiado que nos
ignoren, que nos menosprecien, que nos juzguen, sin
siquiera darnos la oportunidad de defendernos... Mi
ciudad, sus casas, el cementerio de la Recoleta... So-
bre todo esto está cimentada mi vida y mi obra. Por
Buenos Aires y para Buenos Aires escribo mis memo-
rias. Para toda la Argentina quizás...”
“Hay escritores - afirmó - para una elite, otros para Silvina Bullrich
escritores y otros para la posteridad. Yo he sido una
escritora para mis lectores contemporáneos. Sé que
no voy a perdurar en la literatura, mi éxito es un éxi- Antonio Las Heras, doctor en Psicología Social. Ensa-
to del presente.” yista. Preside el Instituto Humanístico de Buenos Aires y la Asocia-
Falleció en el Hospital Cantonal de Ginebra (Suiza) ción Junguiana Argentina. (AJA) Integra la Comisión Directiva SADE
el 2 de julio de 1990. El mismo donde agonizó Bor- y de la Fundación El Libro.
ges. especial para Pregón