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TESTO YONQUI ‘i6n, la misma en la que V. y yo follamos ahora, y se miran, de una cama a otra, compartiendo el placer de hacerse penetrar al mismo tiempo. Ese dia, en la misma habitaci6n que Karen y Raff, follamos por primera vez a pelo. Su pelvis se pega a mi pelvis, su vulva se ‘engancha a la mia, nuestros sexos se muerden coma las bocas de dos perras que se reconocen. Mientras follamos siento que toda ‘i historia politica, que todos mis aftos de feminismo avanzan di- rectamente hacia el centro de su cuerpo, se derraman sobre ella como encontrando en su piel su verdadera y tinica playa. Mien tas me corto encima, borbotean a mi lado Wittig y Davis, Woolf y Solanas, la Pasionaria y Kate Bornstein. Ella esta cubierta de mi ‘Yeminismo como por una eyaculacién fina, como por un océano de purpurina politica. Me despierto después con su mano dentro de mi vagina, Su cuerpo entero emergiendo de mi pelvis es mi polla. Pero las ve- znas de sus brazos tienen mucha mis clase que las venas de una bio-polla. Agarro su brazo con las dos manos, lo froto de abajo arriba, como haciéndole una paja contrasexual. Subo después las, manos hacia su hombto derecho, a su cuello, le meto dos dedos en la boca. Me chupa los dedos sin sacar su mano de mi cuerpo. El placer resulta de esta organizacion de potencias, de esta jetar quia de fanciones cuya estabilidad es necesariamente precaria. Scguimos asi como un anual bicéfalo en equilibrio, hasta que yo ‘me corto en sti mano, hasta que mi mano se corre en su boca. Salimos del hotel. Me duelen los codos de follarla. Follarla es mis duro que trabajar en Ia fabrica, mis duro que conduci un camién cargado de nitroglicerina en una pelicula del Oeste, Me atranca la piel cada vez que lo hacemos. 6 TECNOGENERO La invencidn de la categoria de «género» (gender) constituye el indice de emergencia del nuevo régimen farmacapornografico de Ia sexualidad. Lejos de ser la creacién de la agenda feminista de los afios sesenta, la categoria de género pertenece al discurso bioteenolégico de finales de los ais cuarenta. El género, la mas- culinidad y la feminidad son inventos de la ae oe Mundial que conoceran su plena expansi6n comercial durante la guerra fia como la comida enlatada, el ordenador, las sillas de plistico, la energia nuclear, la tlevsion, la tarjeta de crédito, el boligrafo desechable, el cédigo de barras, la cama hinchable o cel satélite artificial. Digémoslo cuanto antes: este nuevo modelo no se caracteriza simplemente por la transformacién del sexo en Gbjeto de gestion politica de la vida, sno, y sobre todo, por el he- tho de que esta gestién se opera a través de las nuevas dinémicas del tecno-capitalismo avanzado. : ‘Ala sigidez del sexo del siglo x1X, John Money, el psicélogo infantil encargado del tratamiento de los bebés intersexuales, va 4 oponer la plasticidad tecnol6gica del género. Utiiza por prime- ta vez la nocion de gender en 1947 y la desarrolla clinicamente mas tarde con Anke Ehrhardt y Joan y John Hampson para ha: blar de la posibilidad de modificar hormonal y quirdrgicamente el sexo de los bebés nacidos con érganos genitales y/o cromoso- tas que la medicina, con sus criterios visuales y discursivos, no puede clasifiear solo como femeninos © masculinos §. Cuando "Money, Hampson y Hampson, op. ct, 1957, pigs 333-336, at TESTO YONQUI ‘Money utiliza la nocién de «género» para nombrar el «sexo psi colégico», piensa sobre todo en la posibilidad de utilizar Ia tec nologia para modificar el cuerpo sextin un ideal regulador pre- existente que prescribe cémo debe ser un cuerpo human femenino o masculino , Si en el sistema disciplinerio decimon6. nico, el sexo era natural, definitivo, intransferible y trascenden: tal; el género aparece ahora como sintético, maleable, variable, susceptible de ser transferido, imitado, producido y reproducido téenicamente. Es curioso que cuando el feminismo de los afios setenta re- toma la nocién de género para hacer de ella un instrumento de anillisis critico de la opresin de las mujeres, esta dimension de produccién téenica se perder en beneficio de un construct: vismo cultural fight. El género aparecerd de forma progresiva, en los textos inicfticas de Margaret Mead, Mary MacIntosh o Ann Oakdey, como la «construccién social y cultural de la diferencia sexual», generando dos escollos residuales cuyos desastrosos efectos siguen presentes en las actuales «politicas de género» de ‘eardcter estatal 0 europco: el sexo, entendido biolégicamente no csté sujeto a construccién cultural, mientras que el género enun- cia, especialmente, la diferencia social, cultural y politica de las mujeres en una sociedad y un momento hist6rico deter No es extrafio que sea este el contexto que lleve al femi callején sin salida de los debates esencialismo/constructivismo, donde se afianzarin politcas estatales capaces de recuperar la re- ‘rica feminista como parte de un programa mas amplio de con tral social. Teresa de Laurets es, junto con Judith Butler y Denise Riley, tuna de las primeras tedricas que a partir de los afios ochenta van a examinar el marco epistemolégico que opera en los discursos feministas. Es posible hablar de «teoria» feminista, nos advierte De Lauretis, solo cuando esta interroga sus propios fundamentos « interpretaciones erticas, sus términos, sus pricticas lingifsticas ® Joanne Meserowits, How Sex Changed. A History of Transexnality inthe United States, Harvard University Press, Cambridge, 2002, pigs. 98-129. ® Uno de los primeras textos en los que esa diferencia aparece tematizada laramente es: Attn Oakley, Sex, Gender od Society, Temple Smith, Londres, 1972. Véase también Christine Delph, «Penser le genre: problémes et résistan ces», L'Ennemi Principal, Nouvelles Questions Féministes, Pars, 2001, meowogewero y de produccidn de visibilidad. De Lauretis se pregunta cuil es el Sujeto politico que al feminismo como discurso y prictica de re presentacién produce. La conclusi6n, lejos de toda autocompla: ‘encia, €s extremadamente critica: el feminismo funciona o puc- dde funcionar como un instrumento de normalizacién y de control politico si reduce su sujeto a «las mujeres». Bajo la aparente neu- tralidad y universalidad del término «mujer» se ocultan una mul tiplicidad de vectores de produccién de subjetividad: en térmi- nos de raza, de clase, de sexualidad, de edad, de diferencia corporal, geopolitics, etc. Dicho en términos lauretianos, el sue 10 del feminismo es inevitablemente excéntrico, no coincide con «las mujeres», sino que se presenta como una fuerza de despla- zamiento, como una préctica de transformacién de la subjeti- vided’ La maquina cinematogréfica y sus modos especificos de re- gistro, proyeccién, montaje, significacién y descoficacién servirn a De Lauretis como modelo para pensar la produccidn de la sub- jetividad sexual y de género. El sistema farmacopornogrifico, podriamos decir siguiendo a De Lauretis, funciona como una ‘maquina de representacién somatica, donde texto, imagen y cor- poralidad flayen en el interior de un circuito cibemético, El gé- nero, en esta interpretacién semiético-politica de De Lauretis, es el efecto de un sistema de significacién, de modos de produccién y de descodificacién de signus visuules y textuales politicamente regulados. El sujeto es al mismo tiempo un productor y un intér- prete de signos, siempre implicado en un proceso corporal de significacidn, representaci6n y autorepresentacién, «El género no es —escribe De Lauretis llevando la critica del poder disciplina- rio de Foucault y la semistica cinematogrifica de Metz hasta el feminismo— un simple derivado del sexo anatémico o biol6gico, sino una construceién sociocultural, una representacidn, o mejor ain, el efecto del cruce de las representaciones discursivas y vi- sales que emanan de los diferentes dispositivos institucionales: la familia la religin, l sistema educativo, los medios de comuni- cacién, Ia medicina o la legislacién; pero también de fuentes me- nos evidentes, como el lenguaje, el arte, la literatura, el cine y Ia teorian Teresa de Lauri, «centric Subjects: Feminist Theory and Historical Consciousness, Feminist Stes, 16,199. pigs. 115-150 B ‘TESTO YONOUL Por ello prefiere el término «género» al término «mujeres» y 1 término «tecnologia» al de «opresién». Alli donde el feminis- ‘mo de los setenta vefa opresién de mujeres, veré De Lauretis, exorcizando el fantasma de la mujer-vietima y del hombre-opre- sof, el funcionamiento de un conjunto de tecnologias de género que si bien operan de modo heterogénero sobre los hombres y Jas mujeres, producen no solo diferencias de género (hombre/mu- jer), sino también diferencias sexuales (homo/hétero, perverso, sado/maso...),raciales, de clase, corporalidad, edad, etc. ‘De Lauretis propone como campo posible de trabajo para el feminismo el andlisis de las diferentes «tecnologias de género» ue operan socialmente prodluciendo (siempre de forma precaria € inestable) sujetos de enunciacién y de accién. La investigacion de estas tecnologfas del género no pueden en ningiin caso redu cirse a un estudio estadistico 0 sociolégico de la situacién de las mujeres en los distintos ambitos de la produccién de discurso, representacién 0 corporalidad ?, No se trata tampoco de que el xgénero sea una diferencia cultural (a veces técnica; otras mera- ‘mente ritual o performativa) que venga a modificar una base (el sexo) biolégicamente dada. Es la subjetividad en su conjunto la que se produce en los circuitos tecno-orgénicos codificados en términos de género, de sexo, de raza, de sexualidad a través de los que circula el capital farmacopornogrfico. El genero, como la pildora y el oncomouse, no emergen en el dliscurso politico del feminismo, sino en los laboratorios del far- macopornismo. Dicho de otro modo, el negocio del farmacopor- nismo son las tecnologias del género, del sexo, de la sexualidad y de la raza. Tecnologias de produccién de ficciones somaticas ‘Mientras Money trafica el género de los bebés hasta resttuir sus tiernos cuerpos en sexo masculino o sexo femenino, el doctor Harry Benjamin administra estrdgenos y testosterona a un nuevo tipo de paciente de la medicina estatal, un paciente adulto que dice no identificarse con el género que le fue asignado en el mo- mento del nacimiento. Surge asi, en medio de la guerra fra, una * Teresa de Lauretis,Teowalogie of Gender, Eseayeom Theory, Fil and Fic ton, Indiana University Pres, Bloomington, 1987. * Cuiosament, los eiterios de asignacin de géneroy los crterios de ree signacin en caso de transexualidad ponen en marcha dos modelos metafsicos del cuerpo casi ireconeilables. Por una parte, los eiterios de asignaciSn de 4 nueva distincién ontolégico-sexual entre los hombres y mujeres icbion, aquellos que conservan el género que les fue asignado en ‘l momento del nacimiento, y los hombres y las mujeres «trans» 6 «techo», aquellos que apelarsn @ las tecnologias hormonales, uirtirgicas y/o lcgales para modificar esa asignacidn. Esta distin- cidn entre bio-hombre/bio-mujer y trans-hombre/trans-mujer parece en realidad a finales del siglo XX en las comunidades transexuales de Estados Unidos e Inglaterra, més sexotecnifica das y mis organizadas politicamente que en otros paises de Euro- pao de Oriente, para denominar respectivamente a aquellas per sonas que se identifican con el sexo que les ha sido asignado en cl nacimiento (bio) y aquellos que contestan esa asignacién y de- sean modificarla con la ayuda de procedimientos técnicos, pros- téticos, performatives y/o legales (trans). Utilizaré a partit de aqui esta nomenclatura sabiendo que ambos estatutos de género (bio y trans) son técnicamente producidos. Ambos dependen de métodos de reconocimiento visual, de produccién performativa y sexo mascuino o femenino que permiten decide stun cuerpo es afemenina» 0 samo nel mame el acini (aera a vt de a grain 6 ln videoecografa) dependen de tun modelo de reconocimiento visual que se pretence empitico, y donde los significamtes(cromosoms, alla de los geita Ics, etc) se presentan como verdadescientiicas. Aqui, hacer visible un cuerpo implica asignarlo univoca y deliniivamente come masculno ofemenino. Esta: mos agai frente a una ontologiaescépics: Io eal es lo visible. Sin embargo, la iden sein la cual existe un verdadero «sexo psicol6gico» ditinto de aquel que ha sido asignade en el nacimiento, el sentimientoincerior de ser un «hombre» © tina mujer pertenece a un modelo de lo radicalmente invisible, no representa ble, aun modelo que se asemeja al del inconscientefreudiano, es deci, @ una ‘ntolopia inmatcial: fo real no se ofrece a los entdos, es por definicion aque {que eseapa ala descodficaciin sensible. $i estos dos modelos pueden funcionat juntos es gracias # un biopltonicismo comin que les sjeta, como tirando de tllos desde ariba, Habria que imainar los ideales biopolitios de ls maseulini ‘dad y la feminidad como esencias transcendental elevadas desde as que cvel fn, en suspensin, estéticas de género,

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