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INDICE:
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CAPITULO I
MONARQUIA
SERVICIO MILITAR
El servicio afectaba a los ciudadanos entre diecisiete y sesenta años. Hasta los cuarenta
y cinco participaban en las campañas, y los mayores defendían las ciudades y formaban
la reserva. Por lo general las clases altas no intentaban rehuir el servicio militar, ya que
su cumplimiento era imprescindible para poder acceder a las magistraturas del Estado y
hacer carrera política (el cursus honorum). La organización política básica en aquella
época era la gens. La leva obligaba a cada gens a proporcionar un cierto número de
hombres armados más otros hombres de apoyo. El requisito básico era ser ciudadano
romano (infantería o caballería pesadas) o bien ciudadano de algún pueblo bajo domino
romano (velites y caballería ligera), lo que contribuía a que el ejército tuviese una moral
elevada y un gran fervor patriótico. No se tenían en cuenta otros factores como la
religión o el color de la piel. Por el contrario, lo habitual entre los pueblos y
civilizaciones de la época era un ejército formado por mercenarios profesionales sin
importar su origen. La leva sólo era obligatoria en tiempos de guerra, pero las continuas
guerras en las que Roma se veía implicada hacían que en la práctica la leva siempre
estuviese en vigor. Aunque los soldados percibían una paga (no muy elevada) sus
campos de cultivo quedaban desatendidos, lo que inevitablemente les causaba pérdidas
si la campaña se alargaba. Con el tiempo los criterios de sangre noble se fueron
relajando. A mediados del siglo VI a. C. el rey Servio Tulio puso la riqueza personal por
delante del criterio de sangre en relación a los derechos y deberes de los ciudadanos.
Entre estos derechos y deberes se encontraba el ejército. Servio Tulio dividió Roma en
treinta tribus, y agrupó a los ciudadanos en cinco clases sociales, subdivididas en un
total de ciento noventa y tres centurias.
LEGIÓN
En los primeros tiempos no había distinción entre ejército y legión, Roma disponía de
una sola legión de hasta tres mil infantes y trescientos caballeros. Sin embargo las
guerras en aquella época eran escaramuzas limitadas que acababan con el invierno, y es
dudoso que alguna vez se llegara a reunir el ejército al completo. Ni siquiera era un
cuerpo permanente, se reclutaba y licenciaba según las necesidades. Los trescientos
caballeros (centuriae flexuntes o centuriae celeres) formaban la caballería del ejército
de la Antigua Roma. Estaban bajo el mando de tres tribunos de la Caballería (Tribuni
Celerum) y el jefe supremo de la Caballería era el Magíster Equitum. La aristocracia al
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principio y las clases ricas posteriormente ocupaban la primera línea como muestra de
su liderazgo del pueblo, y también porque podía pagarse el mejor equipamiento, con lo
que sus unidades eran muy eficaces y bien armadas. Muy pocos miembros de las clases
más bajas podían costeárselo con su paga de soldado. Con el crecimiento de la
población de Roma y las mayores necesidades militares el número de legiones aumentó
primero a dos y posteriormente a cuatro. El mando supremo de la caballería
correspondía a un Magister Equitum, y el de la caballería de cada legión a los Tribunos
de la Caballería. El mando supremo de los infantes correspondía inicialmente al rey y
después a los Cónsules o Dictadores (o a los Legatus). El mando de los infantes de cada
legión correspondía a los Tribunos de la Milicia. Los infantes fueron divididos en cinco
clases según su armamento (en función de la riqueza personal) siendo las tres primeras
llamadas hoplitas (por la armadura) y las otras dos Velites (auxiliares).
UNIDADES
ARMAMENTO
Como cada soldado debía pagarse el equipo, éste dependía de a cuál de las cinco clases
establecidas por Servio Tulio pertenecía el hombre. La mejor armada era la primera
clase:
• Escudo: circular.
• Cuerpo: corseles de cuero, pectorales de bronce, grebas.
• Yelmo: casco cónico de bronce.
• Armas: gladium (espada corta), pilum (jabalina).
• Sandalias: reforzadas por una suela de piel gruesa de unos dos centímetros.
En el año 311 a.C. se instituyó la figura de los almirantes (Duoviri navales) para dirigir
la pequeña armada romana formada por unos pocos navíos (galeras sobre todo) y por
los contingentes marítimos de las ciudades aliadas que poseían marina (como Nápoles).
El 267 a.C. se instituyeron los cuatro cuestores de la marina (Classici quoestores), con
sedes respectivas en cuatro puertos: Ostia, Cales (en Campania), Ariminium (Rimini), y
otra sede cuyo nombre y situación no es conocido.
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REPÚBLICA
SERVICIO MILITAR
Con el paso del tiempo el sistema militar iba sufriendo pequeños ajustes. Con el
incremento de población la curia acabó desplazando a la gens. Las curias procedían de
antiguas organizaciones principalmente económicas y comerciales, pero también
religiosas y judiciales. Paulatinamente las curias se fueron transformando en simples
organizaciones territoriales que fueron aprovechadas como unidades de leva. El
adiestramiento se iniciaba con un entrenamiento físico realizado con el equipo puesto
(unos treinta kilos) e incluía marchas y carreras de obstáculos. Posteriormente la
instrucción militar incluía la práctica de movimientos aplicables en las guerras y el
manejo de armas.
LEGIÓN
MANDOS
Cada legión quedó bajo el mando de un cónsul elegido por un periodo de un año. Esto
suponía que muchas veces estos dirigentes adolecían de dotes militares, y lo más
habitual era que los cónsules a su vez nombrasen un legado (legatus), más profesional y
con capacidad de mando al que situaban al frente de la legión. La figura del tribuno
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militar apareció formalmente en el 331 a.C. La legión se reorganizó en seis cuerpos,
dirigidos por los tribunos militares electos. Estos cuerpos se dividía a su vez en otros
diez, las centurias, bajo el mando de sendos centuriones. Nominalmente cada centuria
constaba de cien hombres, pero en realidad su número podía ser de hasta sesenta; la
cifra más habitual estaba en torno a ochenta. Así se creó una jerarquía formada en
primer lugar por el cónsul electo, sus legados, los tribunos militares y los centuriones.
Otro cambio obligado por la mayor duración de las escaramuzas fue la necesidad de
prorrogar el mandato del cónsul en campaña. Así surgió la figura del Procónsul. La
lealtad de los soldados, que se iba desplazando desde el Estado hacia sus jefes directos,
hizo que los cónsules y procónsules empezaran a obtener un gran poder militar y
político.
UNIDADES
La infantería pesada era la principal unidad de la legión. Estaba formada por soldados
capaces de costearse el equipamiento. Según la experiencia se distribuían en hastati o
astados (hastatus era el soldado más joven), príncipes (princeps era el soldado en torno
a treinta años) y triarii o triarios (triarius era el veterano). La infantería ligera o velites
no tenía una organización ni función precisas. Su actuación se ajustaba a las
necesidades de la batalla. Eran un cuerpo de gran ligereza y movilidad que hacía que en
muchas ocasiones fuesen los que más bajas infligían al enemigo. Por lo general no eran
ciudadanos romanos, sino aliados (allae que, hasta el siglo III a.C.) se reducían
aproximadamente a la Italia actual). La caballería ligera o equites estaba formada por
jinetes expertos que, al mando de sus oficiales, solían atacar por los flancos. Al cargar
por los flancos y por la retaguardia, sorprendían al enemigo y presionaban hasta
acorralarle.
ARMAMENTO
El tronco se protegía con una coraza completa (frontal y espalda) de la que hubo varios
tipos. La coraza más cara eran dos piezas de metal que protegían completamente el
tronco. Por su precio y vistosidad estaban prácticamente reservadas a los oficiales y a la
Guardia Pretoriana. La coraza de escamas estaba formada por pequeñas piezas de metal
o hueso superpuestas y unidas por alambre. La lorica hamata era una cota de maya. La
lorica segmentata estaba formada por hojas de metal alargadas. Proporcionaba mayor
protección que la lorica hamata y permitía más movilidad. Para proteger el vientre
utilizaban un cinturón de cuero, con tiras colgantes para proteger los muslos. El escudo
podía ser de bronce o de madera recubierta de cuero, y su forma redonda, oblonga o
semicircular o cilíndrica El casco protegía la nariz, mejillas y cuello. El de los oficiales
llevaba un penacho. El calzado consistía en unas sandalias fuertes, con tachuelas en la
suela, de gran resistencia en las largas marchas. Las armas eran un pilum pesado, un
pilum ligero, el gladius y un puñal de doble filo. Además llevaban una mochila con
objetos personales, agua y raciones para un mínimo de tres días.
MARCHA Y CAMPAMENTOS
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otro ejército de la antigüedad contó con unos campamentos, para una noche o por
tiempo indefinido, con tales niveles de seguridad. Externamente se rodeaba por un foso
(fossa) de cuatro metros de anchura y tres de profundidad que era excavado por una
parte de los legionarios, mientras la otra parte se mantenía en estado de alerta. La tierra
extraída se utilizaba para levantar un terraplén defensivo, el agger, a continuación del
fosso. En el caso de campamentos eventuales, como los construidos cada día al final de
la marcha, el vallum podía ser sólo el agger o también adicionar una empalizada de
madera. Si el campamento era semipermanente, como durante el descanso invernal o un
asedio corto, el vallum era de madera o argamasa. Y si se trataba de algo permanente,
por ejemplo vigilar la seguridad de una zona, se utilizaba la piedra. Después del vallum
se dejaba un terreno despejado de treinta a sesenta metros, el intervallum. La tienda del
general se levantaba junto a la intersección de dos calles que se cruzaban en forma de
cruz latina, la via praetoria el brazo largo y la via principalis el brazo corto. En cada
una de las zonas se distribuían las tiendas de los legionarios, siguiendo una ordenación
específica según el cuerpo. Las tiendas tenían capacidad para cuatro legionarios, pero
alojaban a ocho en turnos rotativos.
EL COMBATE
• hastati
• principes
• triarii (que sólo entraban en combate en situaciones extremas).
El hueco que quedaba entre dos manípulos de la primera línea se encontraba cerrado
por un manípulo en la segunda línea, y a su vez la tercera línea cerraba los huecos de la
segunda. El resultado era una disposición en forma de tablero de ajedrez -accies- que
dotaba de gran flexibilidad a los movimientos de la infantería.
EL TRIUNFO
Si en una batalla caían al menos cinco mil enemigos y se obtenía una victoria
abrumadora el senado decretaba el Gran Triunfo. Éste se celebraba con un desfile
multitudinario por las calles de Roma liderado por magistrados y senadores. A
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continuación iban los cornetas, el botín, los prisioneros, el general triunfador, con una
corona de laurel, y sus tropas cerrando el desfile.
BOTÍN DE GUERRA
Al enemigo, tanto riquezas como tierras, pasaban a ser propiedad del Estado. Muchas
de estas tierras se les entregaban a patricios y generales victoriosos, o bien se les
arrendaban a precios muy reducidos. Los habitantes de la tierra pasaban a ser esclavos
del propietario o arrendatario. Con el paso del tiempo cada vez era más habitual que
fuese el propio jefe del ejército el que se alzase con la propiedad del botín y la
repartiese a su criterio entre sus ayudantes y la tropa, con lo que se ganaba su fidelidad
personal. Esto acabó siendo de gran importancia política desde los últimos años de la
república. El iniciador de esta medida fue Escipión
HONOR Y TÍTULOS
Los soldados reclutados entre la clase aristocrática tenían escaso espíritu combativo.
Para elevarlo fue preciso dictar una ley que obligaba, para aspirar a una magistratura, a
haber servido diez años en el ejército, con lo que se impidió que la aristocracia
desertara de sus obligaciones militares. Los títulos y honores son ambicionados. Antes
los honores del triunfo se concedían solamente al cónsul que regresaba victorioso y
aumentaba el territorio de la República. Ahora cualquier escaramuza da lugar a la
celebración de un triunfo, dentro o fuera de Roma. Para poner coto a ello se decidió en
el año 181 a. C. que para celebrar un triunfo, la batalla debía haber originado al menos
cinco mil muertos, pero a menudo se aumentaron las cifras en los informes para saltarse
la norma. Los títulos de victorias, reales o ficticias, aumentaban. Las familias
empezaron a adoptar sobrenombres alusivos (cognomen secundum o agnomen),
costumbre iniciada por Escipión (que se tituló Africanus), por su hermano (Asiaticus) y
por su primo (Hispanicus). El 163 a. C. el conquistador de Mesina tomó el sobrenombre
de Mesala, y así otros muchos.
Desgraciadamente, no todos los cónsules electos eran muy capaces desde el punto de
vista militar. Por ejemplo, en el año 113 a.C. el cónsul Cneo Papirio Carbón fue
derrotado en la Batalla de Noreia por tropas invasoras de Cimbrios y Teutones,
muriendo la práctica totalidad del ejército (sobrevivieron 20.000 hombres de un total de
200.000). Este desastre fue seguido por una guerra en África contra el Rey Yugurta de
Numidia. El cónsul Quinto Cecilio Metelo el Numídico fue enviado a derrotar a
Yugurta y, si bien no perdió ningún ejército, tras dos años de guerra todavía no había
logrado la victoria total. Cayo Mario, uno de sus legados, solicitó a Metelo que le
liberase de su deber para poder volver a Roma y presentarse al consulado a finales del
año 108 a.C. Cuando Mario se convirtió en cónsul junior (el que menos votos había
obtenido de los dos) en el año 107 a.C. y se le encargó concluir la guerra contra Yugurta
se encontró que no tenía ejército. El ejército de Metelo había sido asignado al cónsul
senior, Lucio Casio Longino, para expulsar a los Cimbrios, que volvían a amenazar a
Roma desde los Alpes. Por otro lado, los ciudadanos elegibles que quedaban eran muy
pocos, debido a los anteriores desastres militares. El fondo de la crisis venía de que, al
ir Roma expandiendo sus fronteras y tener que enfrentarse a guerras más largas y
lejanas, además de a tener que ocupar territorios extranjeros durante años, se rompió
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definitivamente el ciclo de servicio militar. Pues los soldados ya no eran licenciados
tras una campaña a tiempo para atender sus tierras. Y las deudas les hacian presa fácil
de los grandes terratenientes, que dominaban el senado y aprovechaban la situación
para hacerse con las tierras de los pequeños propietarios. Unido a las bajas de las
guerras, este empobrecimiento fue destruyendo la clase media romana que formaba el
núcleo del ejército. Y convirtiendo el servicio militar en cada vez más impopular. Cayo
Mario, para solventar este problema, introdujo una serie de reformas.
La parte más importante de las reformas de Mario fue la inclusión de las personas sin
tierras ni propiedades, las demoniadas capite censi o censo por cabezas, dentro de las
personas que podrían alistarse. Dado que la mayor parte de este grupo eran pobres que
no tenían capacidad de comprar su propio armamento, Mario hizo que el estado les
suministrase las armas (que irían pagando a plazos). Ofreció a la gente sin recursos un
empleo permanente con paga como soldados profesionales, y la oportunidad de ganar
dinero mediante los saqueos en campaña. La gente, que tenía muy poca esperanza de
incrementar su estatus por otra vía, en seguida empezaron a apuntarse al nuevo ejército
de Mario. Los soldados se reclutaban para un plazo de 25 años. Gracias a esta reforma,
Mario logró dos objetivos. En primer lugar, consiguió reclutar suficientes hombres en
un periodo de crisis y de amenazas externas para Roma. En segundo lugar, solventó un
grave problema económico que existía en Roma, provocado por la pérdida de la mayor
parte de la clase media en guerras (tanto por la muerte de los ciudadanos, como por su
ruina económica, al no poder encargarse de sus propiedades en campaña).
Con este ejército permanente, y siendo el estado quien suministraba las armas, Mario
pudo estandarizar el equipamiento de la legión romana. El entrenamiento se mantenía a
lo largo del año, y no sólo cuando era necesario. Mario organizó las legiones de la
siguiente forma: Hizo desaparecer la división de la infantería en secciones
especializadas: hastati, príncipes y triarii. A partir de la reforma, la infantería legionaria
constituye un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por razón del
armamento (ahora estandarizado) o la edad de los soldados. Del mismo modo, se
eliminó de la legión el contingente de velites, que ya estaba totalmente en desuso: la
infantería ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se demostró
una y otra vez durante las Guerras Púnicas y fue sustituida por cuerpos especializados
de auxiliares, agrupándose según su origen étnico y conservando su estilo peculiar de
combate.
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• El número total de hombres en una legión completa era de unos 6.000, de los
cuales aproximadamente 5.000 serían soldados. El resto era personal no
combatiente.
• La organización interna de la legión consistía en 10 cohortes de 6 centurias cada
una. Las diez cohortes que integran la legión van numeradas, obviamente, del I
al X, pero están organizadas jerárquicamente: la I Cohorte tiene el doble de
soldados que las demás, generalmente la componen los más veteranos, y se
despliega en primera fila. Por el contrario, la cohorte X despliega en segunda
fila, y está compuesta por los soldados más bisoños.
• La centuria consistía en 80 soldados apoyados por 20 no combatientes y
dirigidos por un soldado profesional ascendido de entre los soldados rasos y
llamado centurión.
• La centuria a su vez se dividía en contubernia (sing. contubernium) grupos de 8
hombres que compartían una tienda. Sin embargo, la centuria luchaba como una
unidad, marchaba como una unidad y acampaba como una unidad. Acarreaba
con ella todas las armas y demás provisiones e instrumentos necesarios para
mantener a la unidad. Esta reducción del convoy de suministros hizo que la
legión fuese mucho más rápida en sus desplazamientos.
• De 2 a 6 legiones juntas constituían un ejército.
Desde este momento, las cohortes, de las que habrían seis a diez, sustituyen a los
manipula como unidad táctica básica. Cada cohorte se compone de 6 a 8 centurias y es
liderada por un centurión asistido por un optio, un soldado capaz de leer y escribir. El
centurión mayor de la legión es llamado primus pilus, un soldado de carrera y asesor
del legado. Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi cualquier
modalidad militar, arrastraba (especialmente en época imperial) una gran cantidad de
personal civil no directamente relacionado con la legión: comerciantes, prostitutas,
"esposas" de legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al establecerse en
torno a los campamentos permanentes o semipermanentes acababan dando lugar a
auténticas ciudades. Las legiones pronto se encontraron en una condición física y de
disciplina insuperable, sin parangón en el mundo antiguo.
La tercera reforma que Mario logró introducir fue una legislación que otorgaba
beneficios de jubilación a los soldados en la forma de tierras. Los miembros del censo
por cabezas que terminaban el servicio recibían una pensión de su general y una finca
en alguna zona conquistada a la que podían retirarse. Por último, Mario garantizó a los
aliados itálicos (Etruria, Piceno, etc.) la ciudadanía romana completa si luchaban como
soldados auxiliares y completaban el servicio.
El primer y más obvio resultado fue una mejora en la capacidad militar del ejército. Ya
no era necesario que, cuando la República se viese amenazada, el general de turno
tuviera que reclutar a toda prisa un ejército, entrenarlo para luchar y obedecer las
órdenes, y luego hacerlo marchar a la batalla completamente novato. Este solo hecho
fue imprescindible en el crecimiento y el éxito de la máquina militar romana y tuvo
como resultado un éxito continuado de los romanos en el campo de batalla. Otro
beneficio de las reformas fue el establecimiento de legionarios retirados en tierras
conquistadas. Esto ayudó a integrar la región en el imperio, romanizado a sus
ciudadanos, y reduciendo con ello el descontento y la sensación de opresión. Sin
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embargo, otro aspecto de las reformas de Mario que comenzó a comprobarse más
adelante como una especie de efecto secundario, fue que la lealtad de las legiones
comenzó a trasladarse desde el estado romano (esto es, el Senado y el Pueblo de Roma)
hacia el propio general que dirigía el ejército. Comenzó a ser común que los generales,
en lugar de retirarse tras el cese de las hostilidades, rechazasen perder su imperium y
usasen su ejército (que le era leal a él) para consolidar su poder. Esto llevó a una serie
de guerras civiles a lo largo del siglo siguiente y finalmente condujo a la destrucción de
la República y transformación en Imperio. Más tarde, este problema se disparó con la
crisis del siglo III, en el periodo de cincuenta años conocido como "anarquía militar",
donde los emperadores subían al trono o eran asesinados en función de su capacidad
para sobornar a las tropas, y en un año podían sucederse varios. Incluso se llegó a
subastar el puesto de emperador. Después de este periodo de medio siglo de caos, Roma
quedo arruinada y tan débil que los bárbaros comenzaron a ser un problema serio.
Posteriormente, el problema de la lealtad de los ejércitos supuso un cancer que minó
una y otra vez al Imperio hasta el punto de ser uno de los principales factores, sino el
mayor, de su decadencia y destrucción.
IMPERIO
SERVICIO MILITAR
Los territorios que fueron anexionados a Roma más tempranamente no aportaban casi
soldados, y las provincias reclutaban en función del tiempo permanecido bajo soberanía
romana. Normalmente no era necesario forzar el reclutamiento pues el número de
voluntarios era suficiente para cubrir las necesidades. Los ciudadanos romanos podían
alistarse en cualquier unidad, pero, preferentemente, lo hacían en las legiones, mientras
que los peregrinos, o personas libres no-ciudadanas, eran enviadas a las tropas
auxiliares. Un caso especial lo constituían las tropas de guarnición en Roma, ya que la
Guardia Pretoriana y las Cohortes Pretorianas se nutrían con ciudadanos romanos
itálicos y de las provincias más romanizadas, como la Bética, Macedonia o la Gallia
Narbonense mientras que las Cohortes de Vigiles eran reclutadas fundamentalmente de
entre libertos, personas que tenían vedado elacceso al resto de los cuerpos.
LEGIÓN
En esta época el ejército estaba formado por treinta legiones de unos cinco mil
trescientos hombres cada una. La legión ya era un cuerpo permanente, podía variar en
número y composición pero siempre existía, cada una con sus símbolos, historia y
glorias particulares. En ellas había gran variedad de especializaciones como soldados,
zapadores, policía militar, cuerpo médico, etc.
MANDOS
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infantería constaba de diez cohortes, de las que la primera era especial. Estaba formada
por cinco centurias de ochenta hombres, cada una de ellas bajo el mando de un
centurión, siendo el centurión de la primera centuría llamado Primus Pilus, y por tanto
el cuarto hombre de la unidad, con acceso directo al Legado. Además incluía un cuerpo
de seiscientos hombres que no participaba en la batalla formado por escribanos y
comerciantes. En total unos mil hombres. Las nueve cohortes restantes eran iguales.
Cada una de estas cohortes, de cuatrocientos ochenta hombres, se dividía en seis
centurias bajo el mando de sendos centuriones. La caballería estaba integrada por unos
ciento veinte hombres, en cuatro turmae de 30 jinetes al mando de sendos centuriones.
Por debajo de los centuriones se encontraban los suboficilaes, llamados principales, de
entre los que destacaban el optio o lugarteniente del centurión, el signifer o porta
estandare o signum de una centuria, el aquilifer, portaestandarte mayor de la Legión, el
tesserarius o suboficial de seguridad, y otros muchos cargos especilizados, como el
veterinarius o el duplicarius por citar sólo dos casos. Todavía por debajo estaban los
inmunes, exentos de trabajos pesados, formados por algunos especilistas y por todos los
jinetes, con doble paga o paga y media. Por último, estaban los soldados rasos.
AUXILIARES
El punto débil de las legiones estaba en su propia fortaleza: básicamente eran unidades
de infantería pesada, con un elevado número de especialistas en las más variadas tareas
militares y no militares, y por ello poco adecuadas para tareas rutinarias. Además, su
carencia de caballería y potencia de fuego a media distancia hacía que necesitaran ser
completadas. En época republicana el estado romano había contratado tropas de auxilia,
como los temerarios honderos baleares o grupos de celtas, germanos o mauritanos para
campañas concretas para poder cubrir estas carencias. Siguiendo este modelo, Augusto
decidió que se crearan tropas de auxilia, pero no ya contratadas para campañas
concretas, sino formando parte del ejército regular. Así, se crearon unidades específicas
de caballería, Alae, de infantería, Cohortes, o mixtas de infantería y caballería, Cohors
equitata, especializadas o no, reclutadas de entre las personas libres que carecían de la
ciudadanía romana-la inmensa mayoría de la población del Imperio-, y que, tras 25
años de servicio, obtendrían la ciudadanía romana como premio.A mediados del siglo
I, se crearon unidades mixtas de caballería e infantería, llamadas cohortes equitatae,
con una proporción de 4 a 1 de infantes sobre jinetes. Las unidades auxiliares fueron
asignadas permanentemente a legiones concretas con las que podían compartir
campamento, pero a mediados del siglo I, fueron separadas de las legiones e instaladas
en campamentos permanentes propios, llamados castellum (castella en plural). En
principio, las unidades eran de tipo quincuagenario, similares a las cohortes legionarias
ordinarias, con 480 soldados de infantería, 512 jinetes o 480 infantes y 120 caballeros,
según fueran cohortes de infantería, alas de caballería o cohortes equitatae; sin
embargo, su separación de las legiones y su establecimiento en puntos concretos del
limes con su propio campamento provocó la necesidad de que algunos sectores contaran
con unidades más numerosas, para lo que se crearon algunas unidades miliarias, con
800 infantes, 720 jinetes, o 800 soldados y 240 caballeros, nuevamente según fueran
cohortes de infantería, alas de caballería o cohortes equitatas. El armamento o forma de
vestir podía ser similar al de las legiones, o ser completamente específico, como ocurría
con las unidades de arqueros sirios, jinetes ligeros del norte de África caballería pesada
parta. Por su parte, los mandos eran siempre romanos. Un caballero, miembro del ordo
equester, dirigía cada unidad como tribunus cohortis, praefectus alae o praefectus
cohortis, y los centuriones y decuriones siempre tenían la ciudadanía, así como muchos
de los principales de las unidades. Algunas unidades fueron reclutadas entre itálicos o
entre voluntarios ciudadanos, y entonces estaban equipadas de la misma forma que las
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legiones; en algún momento, otras unidades obtenían por ciertas acciones meritorias en
campaña el título de civium romanorum, y pasaban a estar equipadas de la misma forma
que las legiones, aunque conservaran algunas armas propias. A mediados del siglo II, el
proceso de homologación entre unidades auxiliares y legiones estaba muy avanzado, lo
que restaba eficacia al ejército romano, y, además, la aparición de bárbaros difícilmente
encuadrables en un ejército regular, hizo necesaria buscar alguna solución. La respuesta
fue adoptar un modelo similar al republicano, contratando a un grupo de bárbaros,
bastante reducido, en torno a 300, ponerlos bajo mando romano y crear unidades
llamadas numerus de infantería y cuneus de caballería, y utilizarlos como verdadera
carne de cañón, aunque, con el tiempo, estas unidades tendieron a ser permanentes. A
partir del siglo IV, la diferencia entre auxiliares y legiones desapareció totalmente y sólo
se conservaron los nombres de las unidades.
MARINA
Cuando Roma comenzó a prestar atención al mar las clases más humildes, raramente
encontradas en la infantería y nunca en la caballería, encontraron acomodo en las
tripulaciones de la flota. Ésta tenía necesidad de una gran cantidad de personal poco
preparado y sin requerimientos de equipamiento especial; un barco de guerra podía
necesitar hasta trescientos remeros y ciento veinte marineros.
VETERANOS
Al licenciarse al final de su servicio -20 años para los legionarios, 16 para la guarnición
de Roma, 25 para los auxiliares y 26 para los marineros- los soldados recibían el
honroso título de veteranus (veterano), y el emperador, a través del Aerarium Militaris
creado en el año 2 a.C. les entregaba un premio en metálico, de 3.000 a 5.000 denarios,
según épocas, y recibían ciertos privilegios, como casarse legalmente, regularizando
cualquier unión anterior y otorgando la ciudadanía romana a los hijos que hubiesen
tenido o a los que fueran a tener. Así mismo, se les permitía instalarse en cualquier parte
del Imperio, y si este lugar era una ciudad privilegiada, municipio o colonia, se
convertían automáticamente en miembros de su consejo local u Ordo Decurionis,
estaban exentos de ciertas cargas, como alojar militares en sus casas y no podían ser
sometidos a castigos o penas infamantes. Si habían prestado servicio en la marina o en
las tropas auxiliares y no eran ciudadanos romanos, con la licencia se les concedía
automáticamente la ciudadanía romana. Se archivaba un certificado o Diploma
militaris, consistente en dos tablillas de bronce con la fecha, nombre del emperador,
nombre del soldado, grado, privilegios, años de servicio y cuerpo, y se les entregaba
una copia, aunque esto sólo afectaba a los soldados de las unidades auxiliares y de la
flota, porque con ello demostraban la adquisición de la ciudadanía romana.
GUARDIA PRETORIANA
Este cuerpo militar fue establecido por César Augusto como guardia personal del
emperador, y fue suprimida por el emperador Constantino I después de vencer a su rival
Majencio en la Batalla del Puente Milvio. Recibía un entrenamiento mucho más
intenso, su paga era mayor, su servicio era de sólo 16 años, y solamente participaba en
las guerras si el emperador en persona acudía al frente de batalla. Al mando de los
pretorianos estaban los dos praefecti praetorium, que en ocasiones se reducían a uno
sólo. Sus hombres eran reclutados de entre los ciudadanos romanos de Italia y,
excepcionalmente, de las provincias mas romanizadas como la Galia Narbonense, la
Bética o la Tarraconense Augusto organizó la Guardia Pretoriana en 9 cohortes
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quincuagenarias de 480 soldados cada una, situadas en diferentes ciudades de Italia.
Tiberio reunió las 9 cohortes en Roma y creó un cuartel permanente para ellas, el castra
praetoria. Vitelio transformó las cohortes en miliarias, con 800 hombres, e incrementó
su número hasta 12, pero, al año siguiente, Vespasiano redujo su número nuevamente a
9. Por último, Septimio Severo licenció a todos los pretorianos itálicos que habían
asesinado a Pertinax y a Didio Juliano, y que se habían atrevido a subastar el puesto de
emperador al mejor postor, y los substituyó con legionarios de las legiones de Panonia,
y, para asegurarse tropas alternativas a las de la guarnición de Roma, instaló en los
Montes Albanos a la Legio II Parthica. Debido a su cercanía al emperador la guardia
pretoriana acabó transformándose en un instrumento de poder. Muchos emperadores
fueron asesinados o depuestos por su guardia pretoriana, y algunos prefectos llegaron a
emperador, tal y como ocurrió con Macrino
• Accensus- cualquier oficial público que atendió sobre varios de los magistrados
romanos; o una especie de soldado de supernumerario que sirvió para llenar los
sitios de oficiales muertos o incapacitado(inutilizado) por sus heridas en la
República romana
• Adscripticius- un soldado de supernumerario de la República romana que sirvió
para llenar los sitios de los oficiales que fueron matados o
incapacitados(inutilizados) por sus heridas.
• Antesignani - tropas de Vanguardia. Antesignani quiere decir " aquellos antes
del estándar " (Signus, Signum)
• auxilia- las tropas en el ejército romano de los últimos períodos Republicanos e
Imperiales que al principio se quedaron en su provincia, pero fueron
formalizadas y más tarde tomaron el papel de apoyo de especialista que provee
a las legiones. Un ejemplo sería el arquero sirio.
• Honderos baleares- honderos Expertos de las Islas Baleares de la costa
mediterránea de la España moderna.
• bucelarii- una unidad de soldados en el tardío Imperio romano y Imperio
Bizantino, que no fue apoyado por el estado, sino más bien por los individuos
como un general o el gobernador.
• cataphractarii- soldados de caballería pesadamente armados y con una
armadura también muy pesada, adoptados de los Partos y desplegado por los
Romanos en el siglo II durante el reinado de emperador Adriano. Se los conocía
por el nombre de "jinetes de hierro" a causa de su armadura que cubría jinete y
caballo por completo. Era una caballería del Imperio de Oriente.
• Classiarii- Marineros romanos
• Celeres- una fuerza de 300-500, probablemente la caballería que sirvió como
guardaespaldas a los tempranos reyes romanos, durante la monarquía. Su
nombre Celer significa en latino " el rápido ".
• Clibanarii- una unidad militar de jinetes pesados armados, similares al
Catafractos. Como estos anteriores, vestían una pesada armadura y utilizaban un
mazo como arma. Unidad del Imperio romano de Oriente.
• Cohortes urbanae- una unidad de policía de la Roma urbana y que llegó a
contrapesar el poder de la guardia pretoriana.
• Comitatenses- el legionario estándar después de que las reformas de
Constantino. Su nombre proviene del "comite" (de ahí la palabra conde) que era
el oficial que los dirigía.
• Comitatenses Palatini o Auxilia Palatina-ejército de campo del tardío Imperio
romano que era único ya que siempre estaba bajo el mando directo del
14
Emperador romano. Constituían una guardia palaciega aunque también operaba
en campaña. Más o menos 1 de cada 5 miembros era bárbaro.
• Contarii-
• Dromedarii- unidades a camello como fuerzas auxiliares reclutadas en las
provincias de desierto del Imperio romano del este.
• Duplicarius- el oficial en el ejército
• Equites- tropas de caballo romanas ciudadanas establecidas en la clase romana
ecuestre.
• Foederatii- soldados proporcionados por tribus bárbaras a cambio de dinero.
• Fumetarii- el servicio secreto del Imperio romano.
• Hastati- la primera línea de batalla en el Ejército romano Republicano antes de
las reformas de Mario.
• Herculiani- la guardia imperial de los Emperadores del Imperio romano de 284
hasta 988 establecida por el emperador Diocleciano.
• Joviani (también se les llamó Jovianos) - la guardia imperial de los
Emperadores del Imperio romano de 284 hasta 988 establecida por el emperador
Diocleciano. Su nombre proviene del dios Jove.
• Lancearii- Lanzeros de campaña enviados para que apoyaron el comitatenses.
Se cree que llegaron a ser una unidad de élite.
• Latini- las tropas aliadas de la República formadas por no ciudadanos que
vivían en ciudades aliadas latinas
• Limitanei-Creados por el emperador Constantino eran una unidad fronteriza,
similares a los auxiliares de los primeros siglos del Imperio Romano, que tenían
como función repeler a las invasiones bárbaras hasta que llegásen los
cominatenses.
• Lanzeros Menapiam- Menos numerosos y los mejoresmercenarios auxiliares.
• Arqueros Nabateos- arqueros Auxiliares reclutados en Nabataea, en lo que es
ahora Jordania.
• Numerii- un término aplicado para cualquier soldado
• Pedites- la infantería del temprano ejército del reino romano. La mayoría del
ejército en este período.
• Peditatus- un término que se refiere a cualquier soldado de infantería en el
Imperio romano
• praetorians o pretorianos - una fuerza especial de guardaespaldas usados por
Emperadores romanos, disueltos por Constantino. Formaron la Guardia
pretoriana.
• Príncipes- la segunda línea de batalla en el Ejército romano Republicano antes
de las reformas de Mario.
• Rorarii- la línea final, o de reserva, en el ejército republicano de antes de Mario.
Estos fueron quitados aún antes de las reformas como el Triarii proporcionó un
ancla muy robusta
• Sagittarii- arqueros, incluyendo arqueros auxiliares que montan caballo
reclutados principalmente en el Imperio Oriental y África
• Scholae Palatinae- una tropa de la elite de soldados en el ejército romano
creado por el Emperador Constantino el Grande para proporcionar la protección
personal del Emperador y su familia. Eran los sustitutos de la guardia
pretoriana.
• Socii- Reclutas
• speculatores- los exploradores y el elemento de reconocimiento del ejército
romano
15
• supernumerarii - una especie de soldado de supernumerario que sirvió para
llenar los sitios de los muertos o incapacitado por sus heridas
• Triarii - la tercera línea estándar de infantería del ejército de la República
romana
• Velites- una clase de infantería ligera en el ejército de la República romana.
Lanzaban jabalinas.
• Vigiles- los bomberos y la policía de Roma Antigua.
CAPITULO II
16
Provincias del Imperio Romano al final del reinado del Emperador Trajano en el 117 d.
C.
Hasta el siglo I a.C, las legiones de la República de Roma eran levas ciudadanas
temporales, activadas para campañas específicas y desactivadas al concluir las mismas.
A partir de esa fecha, la legión romana era una mezcla de unidades voluntarias y
reclutadas en la que la legión en si misma se mantenía activa mucho después de
acabada la campaña por la que se activó, y sus efectivos iban siendo renovados. Una
gran cantidad de legiones fue activada por pretendientes rivales durante el periodo de
guerras civiles del 49 a.C al 30 a.C. Cuando César Augusto consiguió hacerse con el
poder y fundar el Imperio romano el año 30 a.C, procedió a licenciar a más de 50 de las
legiones existentes. Con las restantes 28 formó el núcleo del primer ejército Imperial,
manteniéndose activas varias deellas durante más de 300 años. Augusto y sus sucesores
convirtieron las legiones en unidades permanentes de soldados profesionales que se
alistaban durante un período estándar de 25 años de servicio. Durante el Imperio tardío
(284 al 476), se cuenta con menos referencias históricas acerca de las legiones.
Siguieron siendo unidades profesionales, pero en ese periodo eran radicalmente
distintas en tamaño, estructura, y funciones tácticas a lo que habían sido sus
predecesoras, a pesar de que muchas aún tenían los nombres tradicionales. Las reformas
militares que cambiaron el papel y la forma de las legiones fueron realizadas
principalmente por Diocleciano y Constantino I el Grande, y acabaron de completarse
con algunos cambios menores en el siglo IV.
De algunas se desconoce su final o éste ha sido silenciado por las fuentes clásicas. Hay
que tener en cuenta que los historiadores y cronistas romanos eran extremadamente
reservados a la hora de registrar en sus escritos aquellas legiones que fueron
deshonradas, probablemente debido a que el recuerdo de su memoria estuviera
prohibido. Igualmente ocurría con aquéllas que fueron aniquiladas en el campo de
batalla, no siendo dado a conocer por cuestión de moral pública y para asegurar la
estabilidad política del imperio.
17
NÚMERO Y NOMBRE DE LAS LEGIONES
Las legiones que llevan el nombre personal de un Emperador, o de su gens (clan), como
Augusta o Flavia, o bien fueron fundadas por dicho Emperador, o bien recibieron el
nombre como símbolo de especial estimación. El nombre de gemina puede significar
que la legión está hermanada con otra. Alternativamente, también puede significar que
dicha legión está dedicada a los gemini (gemelos) Rómulo y Remo, los legendarios
fundadores de Roma
BASE PRINCIPAL
Esta columna muestra donde se encontraba la base principal o Cuartel General (castra)
en el que la legión pasó el mayor tiempo durante el Principado. Véase las notas para
18
cada legión acerca de los nombres romanos de dichas bases, así como fechas y nombres
de las principales usadas. Las legiones con frecuencia compartían sus bases con otras
estacionadas en la misma zona. Destacamentos de las legiones podían ser enviados por
periodos largos a otras bases y provincias, según dictasen las necesidades operativas.
EMBLEMAS
FECHA DE DISOLUCIÓN
Para las legiones documentadas en el siglo IV y posteriores, no se sabe hoy día como o
cuando fueron disueltas. Las legiones que desaparecieron antes del 284, la razón (cierta
o más probable) se muestra como:
LOCALIZACIÓN
Indica la Provincia romana en la que se encontraba la base (castra) en cada una de las
fechas clave. X indica que la legión no existía en esa fecha. Véase las notas para
detalles del castra y la duración de los destinos. Los nombres de las provincias y
fronteras se usan tal como eran en el periodo del Principado hasta el 107 dC, durante el
reinado de Trajano, y tras la anexión de Dacia y Arabia Petraea. El mapa empleado
muestra las provincias al final del reinado de Trajano, en el 117 dC. Son las mismas que
en el 107 dC, excepto en que Armenia y Mesopotamia aún pertenecen al Imperio
(fueron abandonadas poco después de la muerte de Trajano); y Panonia había sido
dividida en dos hacia el 107. En realidad, las fronteras provinciales fueron modificadas
varias veces durante el periodo 30 aC - 284 dC, lo que causa discrepancias con otras
fuentes sobre la localización exacta de una legión en una fecha concreta.
Hasta las reformas de Mario del 107 aC, las legiones de la República de Roma estaban
formadas por levas obligatorias de ciudadanos romanos, que debían prestar un servicio
militar a la república siempre que cumplieran con los requisitos necesarios, y que eran
activadas siempre que fuera necesario. Usualmente eran autorizadas por el Senado
romano y desactivadas en cuanto pasaba la necesidad. Las reformas de Mario, surgidas
por la necesidad de mantener guarniciones en las cada vez más lejanas fronteras de la
República, convirtieron a las legiones en unidades permanentes, que podían mantenerse
activadas como unidad durante años, o incluso décadas. Aunque aún se practicaban
levas, los legionarios podían alistarse voluntariamente por un periodo mínimo de seis
años a cambio de un salario fijo. Los requisitos en cuanto a propiedades para poder
alistarse, que ya estaban muy reducidos, fueron eliminados por completo. Eso permitió
realizar una gran cantidad de reclutamientos voluntarios entre el proletariado que no
tenía propiedades, atraído por el trabajo remunerado que ofrecían las legiones. Durante
19
el último siglo de la República, los procónsules que gobernaban las provincias
fronterizas se fueron haciendo cada vez más poderosos. El mando sobre legiones
activadas que luchaban en campañas militares distantes y ardúas tendía a trasladar la
lealtad personal de esas legiones del Senado romano a la persona del proconsul. Estos
Imperatores (de Imperator, término con el que los calificaban sus tropas, que
inicialmente significaba General victorioso) empezaron a enfrentarse unos con otros,
iniciando guerras civiles para conseguir el control del estado. Ejemplos de este tipo de
actividades serían Lucio Cornelio Sila, Julio César, Cneo Pompeyo Magno, Marco
Licinio Craso, Marco Antonio o el propio Octavio, que sería más tarde conocido como
César Augusto, el primer Emperador. En este contexto, los Imperatores activaron
multitud de legiones sin la autorización del Senado, a veces usando sus propios recursos
(generalmente extorsionados previamente de las provincias que controlaban). A medida
que se fueron resolviendo las guerras civiles, muchas de estas unidades "privadas" eran
disueltas, aunque siempre se activaban más para ser empleadas en la siguiente. Las
legiones incluidas en la lista siguiente tuvieron una historia lo bastante prolongada
como para aparecer en las fuentes de la época. La mayoría fueron activadas por Julio
César, y posteriormente incluidas por Augusto como núcleo de su ejército, junto con
algunas activadas por Marco Antonio.
20
• Legio XIII: 57–45 a.C.: Julio César, posteriormente (41 a.C.) reconstruida como
Legio XIII Gemina por César Augusto
• Legio XVIII Libyca (de Libia): licenciada el 31 a.C., Marco Antonio
• Legio XXX Classica (Naval): 48–41 a.C., Julio César
Directorio de legiones romanas del Imperio temprano (unidades fundadas entre el 59 a.C. y el 250 d.C.)
14
67 dc:Fin
dc:Fin
30 adC: de la
Número y nombre Campamento Fecha de Fecha de de
Emblema César dinastía
de la legión principal fundación/fundador disolución César
Augusto Julio-
Augus
Claudia
to
Szöny,
Legio I Adiutrix1 Capricornio2 68 / Nerón post 444 X X X
Hungría
Germa
Colonia, nia Germania
Legio I Germanica3 Toro 48 a.C / Julio César 70 DD4 Hispania
Alemania Inferio Inferior
r
Svishtov,
Legio I Italica5 Jabalí 66 / Nerón post 400 X X Galia
Bulgaria
Bonn,
Legio I Minervia7 Minerva 82 Domiciano post 300 X X X
Alemania
Caerleon, Germ
Legio II Augusta11 Capricornio pre 9 Augusto post 300 Hispania Britania
Gales Sup
Legio II Italica12 Lorch, Austria Loba13 165 Marco Aurelio post 400 X X X
21
Albano
Legio II Parthica14 Centauro 197 S. Severo post 350 X X X
Laziale, Italia
Alejandría,
Legio II Traiana Fortis15 Hercules 105 Trajano post 400 X X X
Egipto
Africa
Legio III Augusta16 Batna, Algeria Pegaso 43 BC Augusto post 350 Africa Pro Mauretania
Pro
36 BC Marco Aegypt
Legio III Cyrenaica17 Busra, Siria post 400 Aegyptus Aegyptus
Antonio us
Abila,
Legio III Gallica18 Dos Toros 49BC Julio César post 300 Siria Siria Siria
Jordania
Regensburg,
Legio III Italica19 Stork 165 Marco Aurelio post 300 X X X
Alem
Ras-al-Ayn,
Legio III Parthica20 Toro 197 S. Severo post 400 X X X
Siria
Mainz, Hispan
Legio IV Macedonica21 Toro22 48BC Julio César 70 DD23 Hispania Germ Sup
Alemania ia
Belgrado,
Legio IV Flavia Felix24 León 70 Vespasiano pre 400 X X X
Serbia
cerca
Moesia
Legio IV Scythica25 Gaziantep, Capricornio 42BC Marco Antonio post 400 Dalmacia Capadocia
Sup
Turquía
Xanten, Germ
Legio V Alaudae26 Elephant 52BC Caesar 70 XX27 Hispania Germ Inf
Germany Inf
Turda, Moesia
Legio V Macedonica28 Bull 43 BC Augustus post 400 Macedonia Moesia Inf
Romania Inf
post 250
Legio VI Ferrata29 Galilee, Israel She-Wolf30 52BC Caesar Syria Syria Syria
UF31
22
post 250
Legio VI Hispana32 post 212 X X X
UF33
Hispan
Legio VI Victrix34 York, England Bull 41BC Augustus pre 400 Hispania Hispania
ia
Strasbourg, Panno
Legio VIII Augusta37 Bull 59BC Caesar post 371 Africa Pro Moesia Inf
France nia
Legio X Fretensis40 Jerusalem Boar41 40BC Augustus post 400 Judaea Syria Judaea
Vienna, Hispan
Legio X Gemina42 Bull 58BC Lepidus post 400 Hispania Hispania
Austria ia
Silistra, Dalmat
Legio XI Claudia43 Neptune 42BC Augustus post 400 Dalmatia Dalmatia
Bulgaria ia
Malatya,
Legio XII Fulminata44 Thunderbolt 43BC Lepidus post 400 Aegyptus Syria Syria
Turkey
Petronell, Germ
Legio XIV Gemina46 Capricorn 41BC Augustus post 400 Dalmatia Britannia
Austria Sup
Saddagh, Noricu
Legio XV Apollinaris47 Apollo48 41BC Augustus post 400 Dalmatia Syria
Turkey m
23
Germany
Mainz, Germ
Legio XVI Gallica51 Lion 41BC Augustus 70 DD52 Germ Sup Germ Inf
Germany Sup
Samsat,
Legio XVI Flavia Firma53 Lion 70 Vespasian post 300 X X X
Turkey
Xanten,
Legio XVII54 41BC Augustus 9 XX55 Aquitania? X X
Germany
Xanten,
Legio XVIII56 41BC Augustus 9 XX57 Aquitania? X X
Germany
Vienna, Germ
Legio XXI Rapax62 Capricorn 31BC Augustus 92 XX63 Hispania Raetia
Austria Inf
Alexandria, Aegypt
Legio XXII Deiotariana64 48BC 132 XX65 Galatia Aegyptus
Egypt us
Mainz,
Legio XXII Primigenia66 Hercules 39 Caligula post 200 X X Germ Sup
Germany
Xanten,
Legio XXX Ulpia Victrix67 Júpiter 105 Trajan post 400 X X X
Germany
24
CAPITULO III
Legión romana
La legión romana (del latín legio, leva) era la unidad militar de infantería básica de la
Antigua Roma. Consistía en un cuerpo de infantes pesados de unos 5.000 y más tarde
10.000 soldados de infantería y varios centenares de jinetes. Las legiones tenían
asignado un nombre y un número; se identificaron cerca de 50, pero nunca llegaron a
existir tantas en un mismo momento de la historia de Roma. Usualmente había 28
legiones con sus auxiliares, y se reclutaban más según las necesidades y la situación en
cada momento.
25
Legionarios romanos representados en la Columna Trajana.
26
legiones eran comandadas por un legado o legatus. Rondando los treinta años de edad,
usualmente serían senadores por tres años. Los subordinados inmediatos del legado,
serían seis tribunos militares elegidos: cinco oficiales regulares y el sexto, un noble
representando al Senado. Había un grupo de oficiales prestando servicios médicos,
ingenieros, cronistas y el praefecti castrorum (prefecto o comandante de campo), que
había servido como primipilum, o primer centurión, siendo éste un personaje muy
respetado. Por debajo del primipilo se hallaban los centuriones, que tenían como
subordinado a un optio. Por debajo se hallaba la masa de legionarios, entre otros
especialistas como sacerdotes y músicos.
Caballería o equites. Esta era originalmente la unidad más prestigiosa, donde los
romanos jóvenes y saludables comenzaban a destacarse antes de iniciar sus carreras
políticas. El equipamiento necesario era pagado por cada jinete, y consistía en un
escudo redondo, casco, armadura corporal, espada y una o más jabalinas. La caballería
era excedida en número en la legión. En un total de cerca de 3000 hombres, habría
apenas unos 300 jinetes, divididos en 10 unidades de 30 hombres. Al mando de cada
unidad, había un decurión. A esta caballería pesada se sumaba una caballería ligera que
reclutaba ciudadanos más pobres y jóvenes de buena salud, pero sin la edad suficiente
para entrar en la hastati o en la equites.
27
armadura y lanza corta (pilum). El arma preferida era el gladius, un tipo de espada
corta. La infantería pesada estaba subdividida de acuerdo a la experiencia de los
legionarios en tres líneas separadas:
• Los hastati (sing. hastatus)eran los más jóvenes y formaban la línea delantera.
Iban armados con dos pilum de distintos pesos, para que una tuviera más
alcance y la otra perforase los escudos. En el cuerpo a cuerpo, usaban la espada.
Como armadura era común el uso de placas de bronce sujetas con correas de
cuero, que tapaban el corazón y parte del pecho. También utilizaban casco de
bronce y el scutum (escudo largo romano).
• Los príncipes (sing. princeps), hombres con edades rondando los 30 años,
componían la segunda línea de la legión e iban armados al igual que los
primeros, pero en lugar de la placa del pecho, podían pagarse una coraza de cota
de malla de anillos.
• Los triarii (sing. triarius)eran los soldados veteranos y alineados atrás, que sólo
entraban en combate en situaciones extremas. A diferencia de los príncipes, en
lugar de los pilum manejaban una lanza larga, formando una sólida falange
erizada de puntas de lanza que contuviera al enemigo.
Cada una de estas líneas estaba subdividida en manípulos, la menor subunidad del
ejército, compuestas de dos centurias comandadas por el centurión mayor. La centuria
como unidad de combate estaba formada por 80 hombres. Su nombre viene dado por
ser la unidad que acompaña al centurión. Suele pensarse erróneamente que poseían 100
hombres porque se asocia centuria a ciento, y eso es totalmente equívoco. Cada centuria
tenía su estandarte y estaba compuesta por diez unidades llamadas contubernia. En un
contubernio había 8 soldados compartiendo tienda de 4 plazas (los otros 4 estarían
siempre de guardia), piedra de moler, una mula y un caldero (dependiendo de la
duración de la travesía). En batalla, los manípulos estaban organizados comúnmente en
una formación cuadriculada llamada quincux. Los manípulos de príncipes cubrían los
espacios abiertos dejados por los hastati, siendo cubiertos los propios por los manípulos
triarii. Cuando se desplegaba una legión en el combate, cada centuria formaba
normalmente un cuadrado de 10 hombres de frente por 8 de fondo. Así, una centuria se
colocaba tras la otra y formaba un manípulo, constituyendo un cuadrado de 10 hombres
de frente por 16 de fondo. En las crónicas de Polibio y Vegecio se relata que el espacio
entre filas era de tres pies, siendo entre columnas de cuatro pies (tomando como
referencia que un infante pertrechado ocupa un espacio de dos pies de ancho por uno de
fondo -60 x 15 cm-, deducimos que cada centuria podía ocupar un cuadrado
aproximado de unos 50 pies de frente por 40 de fondo, es decir, 15 metros por 12).
En las cohortes, los tres manípulos formaban juntos en línea, pero dejando una distancia
entre sí suficiente como para que la segunda centuria de cada manípulo pudiese ocupar
el espacio entre las centurias situadas al frente. Esta formación, dispuesta con tres
centurias de frente por dos de fondo, ocuparía un espacio en el campo de batalla de
aproximadamente unos 75 m de frente, pero teniendo que dejar un espacio de 15 m con
referencia a la cohorte situada en su flanco izquierdo, de forma que su centuria situada
en la segunda línea a la izquierda pudiera desplegarse en este espacio. Las cohortes
generalmente se disponían en tres líneas denominadas acies, o al menos para César la
formación en "triplex acies" es la habitual. En caso de que se contase con pocos
efectivos, también se podía formar en "acies duplex", pensada para poder mantener un
mismo frente de batalla ante un enemigo superior en número, evitando así el ser
28
superado por las alas y, una vez envuelto, derrotado. Dado que una legión estaba
formada por 10 cohortes, en la formación de triplex acies se obliga a que una línea
tenga una cohorte más que las otras dos, siendo habitual el despliegue en el campo de
batalla de cohortes de distintas legiones, eso sí, procurando que las cohortes de una
misma legión estuvieran próximas unas a otras.
29
ejército se convierte en un factor decisivo en la vida política romana, puesto que
cualquier personaje que cuente con el apoyo de las legiones puede utilizarlas como
herramienta para obtener el poder. Desde entonces, las cohortes, de las cuales habría
diez por legión, sustituyen a los manípulos como unidad táctica básica. Cada cohorte se
compone de 6 centurias y es liderada por un centurión pilus prior. El centurión mayor
de la legión es llamado primus pilus, un soldado de carrera y asesor del legado. Las diez
cohortes que integran la legión van numeradas, obviamente, del I al X, pero están
organizadas jerárquicamente: la Cohorte I tiene el doble de soldados que las demás,
generalmente la componen los más veteranos y se despliega en primera fila. Por el
contrario, la cohorte X despliega en segunda fila y está compuesta por los soldados más
bisoños. Este desdoblamiento de la primera cohorte podia en ocasiones extenderse a las
demás, hablándose en este caso de cohortes miliarias. El desdoblamiento o duplicación
de efectivos no se realizaba aumentando el número de centurias sino el de soldados,
pasando cada centuria a tener unos efectivos teóricos de 160 hombres.
Por lo tanto, una legión normal se componía de alrededor de 4.800 hombres de armas y
de un gran número de discípulos, sirvientes y esclavos. Las legiones podrían contener
hasta 6.000 hombres en batalla, aunque en ciertos momentos de la historia romana se
redujeron a cerca de 1.000 para refrenar comandantes rebeldes. Las legiones de Julio
César tenían sólo 3.500 hombres aproximadamente. Por otra parte, desde la época de
Julio César, las legiones incluían un tren de artillería bastante completo: cada centuria
estaba equipada con una carroballista, una gran ballesta montada encima de un carro, y
cada cohorte con una catapulta, lo que no sólo incrementaba la potencia de fuego de la
legión en el combate a campo abierto, sino que servía también para la guerra de asedio.
Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi cualquier modalidad militar,
arrastraba (especialmente en la época imperial) una gran cantidad de personal civil no
directamente relacionado con la legión: comerciantes, prostitutas, "esposas" de
legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al establecerse en torno a los
campamentos permanentes o semipermanentes acababan dando lugar a auténticas
ciudades. En principio, era requisito imprescindible para ser legionario el poseer la
ciudadanía romana.
AUXILIARES
Surgen por pura necesidad táctica, dado que la infantería pesada legionaria precisaba el
apoyo de otros cuerpos de caballería e infantería ligera. Tras la reforma de Mario
aparecen ya cuerpos irregulares de caballería, que reciben el nombre de auxilia, siendo
disueltos al finalizar las campañas. Pero es tras la Guerra Social (91-89 a. C.) cuando
los auxilia reciben el impulso definitivo al desaparecer las Alae Sociorum. Igualmente,
cuerpos de arqueros, honderos y caballería son reclutados, muchas veces mediante levas
forzosas, entre los diferentes pueblos del Mediterráneo. No obstante, fue César quien
sentó las líneas básicas de lo que luego serán los auxiliares imperiales al reclutar entre
galos y germanos unidades de caballería. Por otro lado, los cuerpos de infantería
auxiliar parecen haber sido más bien una apuesta de Augusto. En cualquier caso, son
pequeños destacamentos que acostumbran a acompañar a una legión ejerciendo una
función auxiliar –en todos los sentidos de la palabra-, pero que también pueden actuar
independientemente. Su principal característica es que –salvo excepciones- están
compuestas por individuos que no son ciudadanos romanos, existiendo
fundamentalmente dos tipos de unidades, tradicionalmente asociadas con caballería e
infantería, que reciben el nombre de ala y cohors, respectivamente. Caso aparte serían
las cohortes equitatae, constituidas por un núcleo fuerte de infantería y un pequeño
destacamento de caballería. Todas ellas podían ser quinquinariae o miliariae, es decir,
30
de quinientos o mil hombres. Sin embargo, los estudios más recientes confirman lo que
ya Cheesman apuntaba a principios de la centuria pasada: esta estructura numeral es
demasiado rígida como para ser cierta. Las excavaciones de los barracones de los
soldados –así como las informaciones del Pseudo-Higinio - arrojan estos datos: semeja
que las cohortes quinquinariae estarían formadas por seis centuriae de 80 hombres –al
cargo de un centurión- y la miliariae por diez, lo que nos arroja unas cifras de 480 y
800 hombres, respectivamente. En cuanto a las alae, las miliariae estarían formadas por
veinticuatro turmae de 30 hombres –a los que hay que sumar un decurión y un
portaestandarte, en total, 32- y las quinquinariae por dieciséis turmae, con cifras totales
de 768 y 512 equites. Por lo que a las equitatae se refiere, la situación se complica, pero
todo parece indicar que serían unidades de seis o diez centurias y cuatro u ocho turmae,
según la dualidad antes expuesta. Aun así, parece que la diferenciación entre unidades
quinquinariae y miliariae es fruto de los turbulentos acontecimientos de los años 68-69
–aunque en el caso de las alae parece haber algunos escasos ejemplos anteriores- y que
desde la época Flavia habría una clara tendencia hacia el reclutamiento de unidades
miliarias. Éstas –tanto alae como cohortes- estarían comandadas por tribunos, mientras
que las otras lo estarían por prefectos –ambos de rango ecuestre- (Cheesman, sin
embargo, dice que las alae miliariae estarían mandadas por prefectos). El primero de los
centuriones o decuriones recibe el título de prínceps y ocupa un escalafón inferior al
subprefecto, asistente del oficial al mando de la unidad. Queda por mencionar el hecho
singular de las cohortes Civium Romanorum, igualmente auxiliares, pero compuestas
bien por ciudadanos romanos –libertos que no podían enrolarse en las legiones y que se
habrían reclutado en situaciones de emergencia-, bien por peregrini que recibirían el
título como premio por un hecho de armas destacado. El título sería conservado en lo
sucesivo por la unidad, pese al licenciamiento de las tropas premiadas (los auxiliares se
licenciaban con honores tras 25 años deservicio), y estaría bajo el mando de un tribuno.
El Tardo imperio. Andando el tiempo, conocemos mal lo que ocurrió con el ejército en
el transcurrir de la llamada “Anarquía militar” pese al triste protagonismo del mismo en
estos años. Sin lugar a dudas, muchas de las tendencias anteriores se acentuaron, lo que,
31
junto a notables permanencias, conformó lo que será el ejército del Bajo Imperio.
Cheesman señala que, desde el edicto de Caracalla, la diferenciación entre cuerpos
auxiliares y legiones se hizo cada vez más accesoria, de modo que la única señal
distintiva era su diferente entrenamiento. Desde luego, el auge de los numeri y el edicto
se combinaron para hacer de los auxiliares una unidad sin razón de ser. Sin embargo, la
legión conservó largo tiempo su carácter elitista y su superior preparación como señales
distintiva. No obstante, si en algo se centra la discusión acerca de la organización
militar del Tardoimperio es en la cuestión acerca de los cuerpos de limitanei y
comitatenses. La tradición ha querido ver en los primeros unas fuerzas fronterizas,
como su propio nombre (ribereños) indica, y en los segundos un conjunto de fuerzas
móviles con cierto carácter de élite. De todo esto se han derivado numerosos debates
que, muy a menudo, han venido a caer en errores de apreciación y convencionalismos
más o menos inventados tiempo atrás. Así, los limitanei son poco más que colonos
armados, mientras que los comitatenses son los verdaderos soldados profesionales. Por
sentido común, cualquier clasificación estricta en historia supone otorgarle al pasado
una simplicidad que únicamente esconde nuestro desconocimiento. Las realidades
siempre son más complejas. Por lo que revelan nuestras fuentes, los limitanei son el
conjunto de tropas asignadas a una determinada región, encontrándose bajo la dirección
del dux de la misma. Por su parte, los comitatenses están ligados más directamente al
emperador o a sus hombres más allegados. Esta clase de unidades se encuentran por lo
general asentadas en las provincias interiores, actuando como garantes ante una revuelta
interna o el levantamiento de un usurpador. Además, se desplazan con mayor facilidad –
que no rapidez-, al no estar asignadas a ningún territorio en el que tuviesen que ejercer
labores civiles o administrativas, de las que más adelante hablaremos. A mayores
existían, dentro de esta gran división del ejército, unidades de naturaleza y tamaño
diverso a las que no nos referiremos por falta de de espacio, pero que verdaderamente
merecen una mayor atención por parte de la literatura especializada, a menudo
obcecada por los oropeles de la época altoimperial.
ADIESTRAMIENTO
32
SIMBOLOS
Desde la reforma de Mario –alrededor del año 104 a. C.-, se ha venido priorizando en el
seno de la legión una de las enseñas tradicionales que estos cuerpos solían llevar al
campo de batalla. Se trata del águila romana, que se impone como símbolo legionario
por antonomasia, desplazando al lobo, al toro, al jabalí y al caballo, muestras de
animales totémicos pertenecientes a una sociedad campesina. Las águilas se realizan en
metales nobles –plata primero, oro después- y se guardan celosamente en el "aedes
signorum" o santuario del campamento. La pérdida de las águilas, como les sucedió a
Craso o Marco Antonio en Oriente o a Varo entre los germanos, es el mayor deshonor
que puede sufrir un cuerpo legionario. El suboficial al cargo del águila era el
"aquilifer".
A mayores, existen otro tipo de estandartes, como los "signa", "imagines", "vexilla" o
"dracones":
33
• El "draco" es una cabeza de animal en bronce con las fauces abiertas, a la que se
añade un tubo de colores y que al agitarlo producía un ruido sordo. Los
portadores de estas enseñas eran, respectivamente, los "signiferes",
"imaginiferes", "vexillarii" y "draconarii".
CONDECORACIONES
Corona civica: se concedía por salvar la vida de un compañero, estaba echa de hojas de
roble.
Tribuno jefe podía conseguir 2 coronas de oro, dos lanzas de plata y dos estandartes
pequeños de oro.
34
CAPÍTULO IV
Las tropas auxiliares (del latín auxilia) eran unidades del ejército romano compuestas
por soldados que no eran ciudadanos romanos. Su propósito principal era apoyar a las
legiones romanas en combate, compuestas en exclusiva por ciudadanos romanos.
Lucharon a lo largo del Principado desde el año 30 a. C. hasta el año 284 d. C. Su
número fluctuó durante el transcurso del Imperio, aumentando de manera gradual.
Hacia el año 70, las tropas auxiliares contenían el mismo número de soldados de
infantería que las legiones, y además proveían al ejército romano de la caballería y de
tropas especializadas como arqueros o caballería ligera, así como otros tipos de
hostigadores. Hacia el siglo II, las tropas auxiliares representaban cerca de dos tercios
de la fuerza militar romana. Las tropas auxiliares eran normalmente reclutadas de entre
los peregrini; es decir, de los habitantes de las provincias del imperio romano que no
eran ciudadanos romanos (la gran mayoría de la población del imperio durante los
siglos I y II).1 Los auxiliares también se reclutaban de entre los bárbaros (en latín,
barbari), que era el nombre que recibían los habitantes de territorios no pertenecientes
al Imperio. Los auxiliares se desarrollaron a partir de variados contingentes de tropas no
itálicas, especialmente de caballería, que lucharon en la época de la república de Roma
en apoyo de las legiones, y que fueron incrementándose a partir del año 200 a. C. El
gobierno de la dinastía Julio-Claudia supuso la transformación de estas levas
temporales en ejércitos permanentes con una estructura homogénea, un equipamiento
estándar y unas condiciones de servicio estables, logrando que a finales del periodo no
hubiera grandes diferencias entre legionarios y la mayoría de los auxiliares en cuanto a
entrenamiento, equipamiento o capacidad militar. Los regimientos auxiliares se
estacionaban casi siempre en provincias distintas de la de procedencia. Los nombres de
35
los regimientos de muchas unidades perduraron hasta finales del siglo IV, pero para
entonces las unidades habían cambiado en cuanto a tamaño, estructura y calidad.
Las fuerzas latinas se organizaban en alae (que procede del latín «alas»). Este nombre
se debía a que los generales romanos disponían a los auxiliares latinos en los flancos de
la línea de batalla romana. El porcentaje de infantería comprendida en un ala aliada,
liderada por tres praefecti sociorum con ciudadanía romana, era similar o ligeramente
más grande en número (4.000-5.000 hombres) al de una legión. Por otra parte, el
número de jinetes auxiliares era el triple (900 en contraste con los 300 de las legiones).3
Antes de que estallara la Guerra Social, los ejércitos consulares estaban compuestos por
el mismo número de alae que de legiones y, de la caballería, el 75% era proporcionada
por los aliados latinos. No obstante, el porcentaje total de caballería seguía siendo
modesto: de un ejército consular normal, compuesto por dos legiones y dos alae, había
17.500 soldados de infantería y 2.400 de caballería (c. del 12% del total de la fuerza).
Mientras los romanos se enfrentaron al resto de estados que habitaban la Península
Itálica, su exiguo cuerpo de caballería fue más que suficiente, pues sus enemigos
también estaban limitados por su carencia total o parcial de este tipo de fuerzas. No
obstante, a medida que Roma se fue enfrentando con otros enemigos de lugares más
distantes, y que desplegaban sobre el campo de batalla poderosos contingentes de
caballería, la escasez de caballería romana desembocó irremediablemente en
importantes derrotas. La importancia de la caballería se puso de manifiesto durante las
36
invasiones de Italia de los galos y del rey griego Pirro de Epiro (275 a. C.), y lo haría
decisivamente en el marco de la Segunda Guerra Púnica (218 - 202 a. C.). Las victorias
de Aníbal en las batallas del Trebia y de Cannas se acreditan en gran medida a la
superioridad de la caballería hispana, gala y númida sobre la caballería latina. La
victoria romana en Zama (202 a. C.) se debió en gran medida al apoyo de caballería que
proporcionó el rey Massinisa al ejército de Escipión. Los romanos contaban con un
porcentaje tan pequeño de caballería que en Zama los jinetes númidas superaban a sus
homólogos latinos en un porcentaje de 2 a 1. A partir de ese momento, los ejércitos
romanos estarían siempre acompañados por un gran número de jinetes no itálicos:
caballería ligera númida y más tarde caballería pesada gala. Durante la Guerra de las
Galias (58 - 51 a. C.), el general Julio César empleó en muchas ocasiones regimientos
de caballería gala y germana.4 El papel de la caballería latina dentro de los ejércitos
romanos disminuyó a medida que aumentaba el de los extranjeros. Tanto es así que, a
principios del siglo I a. C., la caballería romana había sido eliminada por completo de
sus ejércitos. Al término de la Guerra Social, cuando se concedió a todos los socii
itálicos el estatus de ciudadano romano, las alae también desaparecieron pues, gracias a
su recién adquirida ciudadanía, los itálicos podían alistarse ahora en las legiones.5 Por
otra parte, la importancia del estatus ecuestre romano dentro de la caballería
republicana había desaparecido por completo por esta época.6 Por todos estos factores,
la legión republicana tardía estaba totalmente desprovista de caballería y sólo fue hasta
el ascenso al poder de Augusto que se le volvió a añadir un contingente de 120 jinetes.
Cuando estalló la Segunda Guerra Púnica, los romanos estaban tratando de remediar el
hecho de que no contaban con efectivos itálicos especializados, elemento muy
importante en los ejércitos romanos de la época. El historiador Tito Livio afirma que el
tirano de Siracusa, Hierón II, ofreció al Senado proporcionar a los ejércitos
republicanos fuertes contingentes de arqueros y honderos.7 A partir del año 200 a. C.,
los romanos optaron por contratar un número fijo de mercenarios a fin de subsanar la
falta de efectivos itálicos, y desde entonces las legiones romanas estuvieron casi
siempre acompañadas por parte de estos mercenarios en sus campañas a lo largo de
todo el Mediterráneo: los sagittarii (arqueros) de Creta, y los funditores (honderos) de
las Islas Baleares.8 Las tropas auxiliares no italianas que las provincias, las ciudades y
los reyes amici (estado cliente) proveían a los ejércitos de la República estaban sujetas a
las necesidades del momento. A menudo, se empleaban fuerzas extranjeras comandadas
por sus propios líderes y sujetas a su propia organización para campañas específicas y
se disolvían poco después.9
37
REINADO DE AUGUSTO (27 a. C. - 14 d. C.)
38
dividían al estilo de los legionarios: seis centuriae formadas por 80 hombres cada una.12
Por su parte, las alae se dividían en turmae, escuadrones de 30/32 hombres cada uno
liderados por un decurión (latín: «líder de diez»), título que derivaba de la caballería
republicana anterior al estallido de la Guerra Social, dividida en turmae y liderada por
tres decuriones cada una.13 La cohors equitata estaba formada por un contingente de
infantería al que se le añadía cuatro turmae de caballería.14
A nivel total, los regimientos auxiliares estaban dirigidos por un praefectus que podía
ser:
39
Siempre hubo un riesgo inherente en la política de la Dinastía Julio-Claudia de reclutar
a sus contingentes auxiliares entre los mismos pueblos de las provincias en las que
servían, ya que, si su tribu o grupo étnico de procedencia se rebelaba contra Roma (o
atacaba al Imperio fuera de sus fronteras), las tropas auxiliares podrían verse tentadas a
hacer causa común con ellos. Si se diera esta circunstancia, los romanos se verían
obligados a enfrentarse a un enemigo cuyos ejércitos se compondrían por unidades
totalmente equipadas y entrenadas por ellos mismos, perdiendo así su habitual ventaja
táctica sobre las tribus rivales. Como ejemplo a nivel individual tenemos a Arminio, un
cacique germano que, tras varios años de servir a Roma como prefecto de un cuerpo de
auxiliares en los que aprendió cómo equipar y liderar de manera eficaz a tropas
organizadas, se rebeló contra el Imperio infligiéndole una gran derrota en el bosque de
Teutoburgo, donde destrozó a tres legiones al mando del general Publio Quintilio Varo.
Esta derrota marcaría el abandono por parte de Augusto de su estrategia de conquista de
los territorios germanos situados más allá del Elba. A nivel colectivo el riesgo era aún
mayor, como demostraron los ilirios en la gran revuelta que encabezaron a finales del
reinado de Augusto. Este pueblo, formado por hombres duros, en su mayoría pastores
acostumbrados a las penalidades de las montañas de lo que hoy es Bosnia, daba a Roma
excelentes soldados, y tanto es así que, a comienzos de Nuestra Era, formaban el
núcleo de las tropas auxiliares del Imperio. No obstante, el descontento se había
asentado hacía años en la región debido a la rapacidad de los publicani (agentes
fiscales), y las siempre presentes voces de insurrección empezaban a encontrar
partidarios. En el año 6 el emperador Augusto ordenó a varios regimientos de dalmatae
(una tribu iliria famosa por su bravura) que se reunieran con su hijo adoptivo, Tiberio, a
fin de iniciar una ambiciosa campaña en Germania. Los rebeldes, viendo la oportunidad
que se les presentaba, decidieron acudir al punto de reunión, pero en vez de sumarse a
la fuerza romana enviada para escoltarles, se rebelaron infligiéndole una derrota. A los
dálmatas pronto se unieron los breucos, otra tribu procedente de Iliria. Los rebeldes se
enfrentaron a un ejército romano enviado contra ellos en Moesia, y aunque fueron
derrotados, infligieron importantes bajas al contingente romano. Reforzados por un
gran número de tribus ilirias que habían participado en la rebelión, los insurrectos
llegaron a amenazar a su propia provincia de origen. Los cabecillas de la rebelión
optaron por avanzar a lo largo de la ribera occidental del Danubio, donde se les unieron
los restos del ejército de Panonia, región sometida por Roma entre los años 12 y 9 a. C..
Situada en el flanco oriental de la Península Itálica, la toma de Iliria constituía la
conquista de una base de operaciones que amenazaba el mismísimo corazón del
Imperio.
40
Germánico y Tiberio se unió un poderoso contingente de tropas procedentes de Tracia,
cuyo monarca, Rometalces, era un rey amicus del Imperio. Con todo, el total de tropas
que desplegó el Imperio para enfrentarse a los ilirios alcanzaba los 200.000 hombres.
Durante tres años de salvaje conflicto, descrito por el historiador Suetonio como la
guerra más difícil a la que Roma se enfrentaba desde el estallido de las Guerras
Púnicas, los romanos se enfrentaron a los ilirios en una inacabable guerra de guerrillas.
En el año 9 Tiberio puso oficialmente fin al conflicto, justo cuando Varo perdía tres
legiones en el bosque de Teutoburgo a manos de Arminio. La rápida sucesión de los
hechos parece evidenciar que el cacique alemán había firmado un tratado con los ilirios
antes de enfrentarse al Imperio.19 20
Casco de infantería romano usado por los soldados romanos estacionados en las Galia a
finales del siglo I. Nótese el refuerzo de la parte delantera, para dificultar el golpeo de
la espada ancha, y el de las mejillas, a fin de obtener la máxima protección facial,
aunque sin cubrir la parte delantera de la cara, lo que dificultaría la visión; las
protuberancias en las orejas con el fin de protegerlas, aunque sin dificultar la audición;
y el ángulo que forma en la parte trasera del cuello para evitar el rozamiento, aunque
ofreciendo la adecuada protección. Museo Carnuntum, (Austria).21
41
Las tropas auxiliares experimentaron un profundo desarrollo durante el reinado del
emperador Claudio (41 - 54). Se estableció un plazo de servicio mínimo de 25 años.
Cuando un soldado auxiliar cumplía el tiempo requerido en filas, él y todos sus hijos
recibían la ciudadanía romana.23 Esto se deduce del hecho de que el primer militar
romano que recibió un diploma militar lo hizo durante el reinado de Claudio. El
diploma consistía en un rectángulo plegable de cobre en el que se inscribía los registros
del servicio del soldado, y servía entre otras cosas para probar la ciudadanía.24 Durante
su reinado, Claudio decretó que los prefectos de los regimientos auxiliares debían ser de
rango ecuestre, excluyendo de ese modo a los centuriones.25 El hecho de que los
comandantes de las tropas auxiliares fueran ahora del mismo rango que la mayoría de
los tribuni militum (tribunos militares y oficiales de alto rango del Estado Mayor de las
legiones, de los cuales solo uno, el tribunus laticlavius, era un senador de alto rango)
indica el prestigio que había alcanzado el cuerpo. No obstante, los jefes extranjeros
continuaron liderando gran parte de las tropas auxiliares, por lo que era necesario
conferirles la ciudadanía.26
Los uniformes, armas y equipo de las tropas auxiliares, similares a los de las legiones,
se homogeneizaron a finales del reinado de la Dinastía Julio-Clauia. A la muerte de
Nerón en el año 68, había ya poca diferencia entre el equipo y forma de combatir de la
mayoría de las tropas auxiliares y el de los legionarios. La diferencia principal existente
entre los dos cuerpos bélicos era que, mientras los auxiliares contaban con un número
considerable de efectivos de caballería, las legiones carecían de esta clase de unidad
especializada. Durante el reinado de Claudio se anexionaron tres provincias que se
convirtieron en una importante fuente de reclutas auxiliares: Britania (43) y los estados
clientes de Mauritania (44) y Tracia (46). Esta última llegó a ser un centro de
reclutamiento tan importante como Iliria, especialmente de caballería y arqueros. A
mediados del siglo II, la provincia de Gran Bretaña contaba con el mayor porcentaje de
efectivos auxiliares del Imperio: 60 de un total de 400 regimientos (15%). Evidencias
historiográficas demuestran que, a finales del reinado de Nerón (54 - 68), el número de
auxiliares habría llegado a los 200.000 hombres, lo que supone alrededor de 400
regimientos.27
42
Mapa mostrando la frontera del Imperio Romano en el Rin (70) y la ubicación de los
batavios en el delta del río. La zona sombreada se corresponde con las posesiones
romanas de la zona.
Medio siglo después de la revuelta de los ilirios estallaría en Alemania otro sangriento
conflicto en el que estarían presentes como protagonistas las tropas auxiliares romanas.
Los batavios eran una tribu germánica perteneciente al grupo de los chatti que habitaba
en el territorio situado entre el los ríos Rin y Waal, el cual posteriormente pasaría a
formar parte de la provincia de Germania Inferior (Países Bajos). La imposibilidad de
cultivar en sus tierras debido a la presencia de pantanos hacía que fueran una tribu
pequeña: no llegaban a los 35.000 hombres.28 A pesar de su reducido número, los
batavios eran un pueblo guerrero; formado por hábiles jinetes, marineros y nadadores,
pronto se convirtió en una potencial fuente de reclutas. A cambio de una excepcional
exención de tributos (impuesto sobre la tierra al que estaban sujetos la mayoría de los
pueblos extranjeros), los batavios proporcionaban al ejército imperial la mayor parte de
sus reclutas auxiliares. La guardia de élite del emperador Augusto (Germani corpore
custodes) estaba formada íntegramente por hombres procedentes de este pueblo.29 El
número de tropas auxiliares reclutadas entre los batavios ascendió a unos 5.000
hombres, lo que implica que, bajo el reinado de la Dinastía Julio-Claudia, la mitad de
los hombres batavios que estaban en edad militar (16 años) se alistaron en los ejércitos
del Imperio. Con estos datos se puede decir que los batavios, que constituían el 0,05%
de la población total del Imperio (23), suministraban a sus ejércitos el 4% del total de
los auxilia, es decir, 80 veces su número proporcional. Eran considerados por los
romanos como los mejores de entre las tropas auxiliares (fortissimi o validissimi) y,
durante la época en que sirvieron a Roma, los batavios perfeccionaron una técnica única
por la que podían cruzar ríos a nado a pesar de portar armadura.30 31 32 33
Cayo Julio Civilis (su nombre denota que recibió la ciudadanía a manos de un Julio) fue
un príncipe batavio, prefecto de una de las cohortes formada por hombres originarios de
su pueblo. Militar con gran experiencia, Civilis había servido durante 25 años en las
filas romanas, distinguiéndose durante la invasión de Britania, en la que él y 8 cohortes
de auxiliares batavios desempeñaron un papel crucial en la victoria del Imperio sobre
los nativos del sur de la isla.34 A pesar de su lealtad, en el año 69 el descontento se había
43
asentado entre el pueblo de los batavios. Tres años antes, Nerón había decidido retirar a
los regimientos auxiliares reclutados entre este pueblo de Gran Bretaña y Civilis y su
hermano tuvieron que responder por traición ante el gobernador de la provincia de
Germania Inferior, que envió al primero a que respondiera ante el emperador tras
ejecutar al segundo. Galba, tratando de congraciarse con este pueblo, liberó a Civilis,
pero cometió el error de disolver el cuerpo de guardaespaldas formado por los batavios,
lo que supuso un imperdonable insulto para esta nación.35 Al mismo tiempo, la ya
maltrecha relación entra la Legio XIV Gemina y las cohortes batavias se degradó de tal
manera que llegaron a estallar combates entre ellos en al menos dos ocasiones.36
44
ocho cohortes de auxiliares batavios. Tras las deserciones de varios contingentes de
soldados galos y germanos que habían sido enviados contra Civilis, la rebelión anti-
romana se extendió a lo largo de toda la Gallia Belgica. Los tungros, lingones y tréveres
e incluso tribus asentadas más allá del Rin se sumaron a la revuelta. La flota romana
que circulaba por estas tierras fue capturada por los insurrectos, que ahora contaban con
al menos 7.000 soldados plenamente entrenados y equipados por los romanos, así como
un número de hombres mucho mayor procedente de las tribus que habían optado por
apoyar a Civilis. Tras su victoria sobre las dos legiones que custodiaban la provincia de
Gemania Inferior (la V Alaudae y la XV Primigenia ), el ejército de Civilis amenazaba
todas las posesiones romanas sobre el Rin. Los insurrectos batavios y galos no serían
derrotados hasta que Roma envió una fuerza formada por ocho legiones al mando de
Quinto Petilio Cerial.
Según la crónica del historiador Tácito, Civilis y el comandante romano Quinto Petilio
Cerealis se reunieron en una isla del delta del Rin a fin de discutir los términos de paz.39
Aunque no sabemos con certeza cuál fue el resultado de la reunión, es probable que
gracias a la antigua amistad que Civilis había trabado con Vespasiano en Britania, el
cual ya le había propuesto el indulto, el cacique batavio y su pueblo fueran levemente
multados.40 Parece que avala esta teoría el hecho de que cuando Petilio Cerealis, al final
de la campaña, fue enviado como nuevo gobernador de Britania, se llevó consigo una
fuerza compuesta por auxiliares batavios. A pesar de la revuelta, los batavios
mantuvieron sus privilegios dentro del ejército41 e incluso a finales del año 395 los
batavios seguían siendo considerados una unidad de élite por los soldados romanos:
como ejemplo tenemos a los equites batavi seniores (cuerpo de caballería) y a los
auxilia batavi seniores (cuerpo de infantería).42
45
Lápida del eques alaris Tito Flavio Baso, hijo de Mucala, de la tribu tracia de los
Dentheletae (Dansala). Fue probablemente un ciudadano romano (sirvió el tiempo
requerido), aunque no se ha averiguado el nombre de su tribu. Perteneció al Ala
Noricorum (reclutada originalmente entre los tauriscios, tribu de Nórico). Murió a la
edad de 46 años, tras 26 años de servicio. La escena grabada, que presenta a un jinete
cargando contra un bárbaro (el Héroe Tracio), nos indica que Baso era tracio. Al
romanizar su nombre, adoptó los del emperador Tito Flavio (79 - 81). Römisch-
Germanisches Museum, Colonia, Alemania.
46
de tropas auxiliares de su propia nación.47 Los emperadores Flavios duplicaron el
tamaño de los cuerpos militares de su ejército; ahora a una fuerza de 1.000 hombres se
la llamaría cohors/ala milliaria. No obstante, en la práctica, la mayoría de las alae
milliaria estaban formadas por 720 soldados y las cohors miliaria por 800.48
La spatha de la caballería romana era una larga espada, de unos 780 mm de longitud
media de la hoja, diseñada para otorgar al jinete mayor alcance que con el gladius.49
En el año 106 a. C., tras la victoria del emperador Trajano sobre Decébalo, rey de los
dacios, el Imperio se apropió los territorios de este pueblo y formó la nueva provincia
de Dacia. A mediados del siglo II se hallaban estacionados en la recién instituida
provincia 44 regimientos auxilia, del 10% del total de las tropas auxiliares del Imperio.
Por otro lado, en Britania estaban acantonados 60. A finales de este siglo, entre estas
dos provincias albergaban cerca del 25% del total de los auxiliares del Imperio, lo que
demuestra la inestabilidad de estos territorios. Por otra parte, de entre los contingentes
de auxiliares reclutados en esa época, más del 50% procedían de Dacia y Britania.
Tropas auxiliares romanas defendiendo una posición fortificada frente a los atacantes
dacios. Columna de Trajano, Roma. Por esta época había ya cerca de 380 regimientos
auxiliares (90 alae y 290 cohortes, de las cuales alrededor de 200 eran cohors
equitatae). Partiendo de estos datos, podemos establecer que el número de auxiliares
desplegados por todo el Imperio ascendía a 220.000 efectivos, es decir, casi el doble
que a finales del reinado de Augusto. De esta fuerza, 150.000 eran soldados de
infantería y 75.000 de caballería.50 Estos datos ponen de manifiesto la gran importancia
que habían alcanzado ya los auxiliares en los ejércitos del Imperio, pues el número de
47
legionarios, considerados como los soldados de élite de la jerarquía militar, ascendía a
154.000 soldados de infantería (28 legiones de 5.500 hombres cada una) y 3.360
soldados de caballería, cifra muy inferior al número de tropas auxiliares. La segunda
mitad del siglo II marcó una revolución dentro de las filas del ejército romano con la
adición de cinco nuevas legiones (27.500 hombres).51 El número de legiones ascendía
ahora a 33. Por su parte, el número de auxilia aumentó en una cifra aproximada de 50 a
60 regimientos. A finales del reinado de Septimio Severo, el número de contingentes
auxiliares se elevaba a 440.52
Adriano Diocleciano
Tiberio S. Severo Crisis del siglo III
Cuerpos militares ca. 130 d. 284 - 305 d.
24 d.C 211 d. C. ca. 270 d. C.
C. C.
NOTA: Los datos anteriores no incluyen a los efectivos de la armada romana, ni a los
soldados reclutados entre los bárbaros conocidos como foederati.
A partir del siglo II surgen en el panorama militar romano nuevas unidades conocidas
como numerus (grupo) y vexillatio (destacamento).66 El número de hombres que
componían estos cuerpos se desconoce, aunque se supone menor que el de las alae y las
cohortes. Antiguamente, los estudiosos defendieron que estos nuevos cuerpos eran
simples regimientos reclutados entre los pueblos extranjeros a fin de defender sus
tierras, pero en la actualidad se piensa que formaban parte de las unidades auxiliares, y
no que constituyeran un cuerpo independiente.67 Los numerus y los vexillatio
alcanzaron gran importancia en el siglo IV. En el año 212 el emperador Caracalla
legisla la Constitutio Antoniniana (Decreto Antoniniano), que concede la ciudadanía
romana a todos los habitantes libres del Imperio, los peregrini. Con su edicto, Caracalla
abolió la única distinción existente entre las legiones y los auxilia, si bien los auxilia
48
seguirían manteniéndose durante más de un siglo. Las legiones, que ahora gozaban de
una base mucho más amplia de contratación, engrosaron en gran medida sus filas de
mano de todos los varones en edad de combatir que, ansiosos por luchar al lado del
cuerpo militar más temido de Occidente, acudieron raudos a alistarse. Por su parte, las
unidades auxiliares encontraron reclutas entre los rincones más recónditos del Imperio,
donde los barbari aceptaban unirse a ellos. El progresivo debilitamiento de los
regimientos auxiliares acabó con su total desaparición a mediados del siglo IV. A
mediados del siglo III surgieron las primeras unidades auxiliares con los nombres de los
pueblos bárbaros entre los que fueron reclutadas, como el Ala I Sarmatarum,
estacionada en la provincia de Britania a finales de siglo.68 Este regimiento, estaba
formado por los descendientes de una fuerza de 5.500 jinetes sármatas ubicada en la
Muralla de Adriano por órdenes del emperador Marco Aurelio 175 d. C.69 El Ala I
Sarmatarum es claro ejemplo del proceso por el que las unidades irregulares reclutadas
entre los pueblos bárbaros (foederati) se tranformaban en regimientos auxiliares
ordinarios. El Notitia Dignitatum, documento clave para entender la estructura del
ejército romano tardío, muestra la intensificación de este proceso a mediados del siglo
IV y lista un gran número de unidades irregulares bautizadas con nombres bárbaros. A
mediados/finales del siglo III, el Imperio se sumió en el caos a causa de una serie de
desastres militares consecutivos unidos a una plaga. Entre los años 251 y 271, las
posesiones romanas en la Galia, las regiones alpinas e Italia, los Balcanes y Oriente
fueron invadidas por los pueblos germanos, sármatas, godos y persas, respectivamente.
Estos ataques simultáneos encontraron una débil respuesta en un Imperio cuyo ejército
era víctima de una devastadora pandemia de viruela: la Plaga de Cipriano, que duró de
251 a 270, y antes de extinguirse, se cobró la vida del emperador Claudio II Gótico.
Para demostrar el terrible efecto que tenían las epidemias en esa época, podemos tomar
los datos de la última epidemia que había sufrido Roma, la Plaga Antonina, que costó la
vida al 15/30% de la población total del Imperio.70 Durante esta época, los ejércitos
perdieron a gran parte de los militares que ocupaban la cúspide de la jerarquía militar,
pues esta epidemia les afectó de una manera especial.71 Los efectos de la plaga
desembocaron en una gran disminución del número de soldados que integraban los
ejércitos imperiales, que sólo se recuperó a finales del siglo, durante el reinado de
Diocleciano (284 - 305). Con el objetivo de llenar los huecos dejados por los fallecidos,
los oficiales de reclutamiento romanos buscaron nuevos alistamientos entre los
bárbaros, cuyo porcentaje entre las filas de los auxiliares se incrementó
considerablemente.
SIGLO IV
Durante el siglo IV, el ejército romano atravesó una reestructuración radical, si bien
tenemos pocos datos de la misma dados los escasos escritos que nos han llegado y a la
ambigüedad de las evidencias físicas. Durante el gobierno de Diocleciano, las
formaciones tradicionales del principado formadas por legiones, alae y cohortes parece
que desaparecieron para dar lugar a unidades más pequeñas, muchas de las cuales
llevaron una gran variedad de nuevos nombres. Bajo el reinado de Constantino I (312-
337) parece que las unidades militares se clasificaron en tres grados basados en el rol
estratégico y, en cierta medida, en la calidad de las propias tropas: Estaban en primer
lugar las praesentales, tropas de élite del Imperio, y que normalmente tenían su base en
Mediolanum (Milán) y Bizancio (Constantinopla), las capitales tardías del imperio. En
49
segundo lugar aparecen los comitatenses, fuerzas de alto nivel y creadas para la
intercepción de amenazas peligrosas. Estaban basadas en las diócesis (divisiones
imperiales principales), muy alejadas de las fronteras. Por último estaban los limitanei,
tropas de bajo nivel y cuya función era proteger las fronteras en las que estaban
desplegadas. Las antiguas tropas auxiliares de la época del principado sirvieron como
base para las unidades de esos tres tipos. La Notitia Dignitatum nos ofrece un listado de
70 alae y cohortes que mantuvieron sus antiguos nombres del siglo II, y la mayor parte
de ellos eran limitanei. Por otro lado, se pueden encontrar algunos rastros de
regimientos de tropas auxiliares en los ejércitos praesentales y comitatenses.
Especialmente en el Danubio, el antiguo sistema basado en alae y cohortes fue
reemplazado por nuevas unidades, cunei y auxilia (que eran sólo de infantería),
respectivamente.72 No está claro cuánta diferencia había entre estas unidades y sus
predecesoras, aunque la versión limitanei podría haber sido de sólo la mitad del tamaño
de las antiguas unidades.73 Por otra parte, el nuevo estilo de unidad llamada auxilia
palatina, y que era considerada una de las mejores unidades del ejército, eran al menos
del mismo tamaño (500) y posiblemente doblaban el tamaño de los antiguos
regimientos auxiliares. Es probable que muchos de estos nuevos cuerpos militares
estuviesen formados a partir de las tropas auxiliares antiguas, y parecen haber sido muy
similares a las viejas cohortes.74 Vegecio, el escritor de temas militares del siglo IV, se
queja de los jóvenes de su época, que se unían a los "auxilia" preferiblemente y antes
que a las legiones, con el fin de evitar un entrenamiento y unos deberes más duros que
en este último.75 Sin embargo, todavía no está claro a qué tipos de unidades se refería.
Es posible que esos antiguos términos todavía se utilizasen de forma popular para hacer
referencia a los limitanei y a los comitatenses, respectivamente. En cualquier caso, su
cita no describe con exactitud a las tropas auxiliares del principado, muchas de las
cuales llegaron a ser las mejores unidades con las que contaba el ejército de entonces.
50
Caballero auxiliar (eques alaris o alarius) con spatha (spada). Además, el soldado porta
un hasta (lanza) y un escudo oval (que no se ve al estar tapado por su hombro
izquierdo). Nótese la reconstrucción de la sella (silla de montar). La sella fue diseñada
con el fin de proporcionar al asiento una mayor estabilidad y de compensar la ausencia
de estribos, que no fueron introducidos en los ejércitos europeos hasta el siglo VI.76
Durante el Principado, el reclutamiento de legionarios sólo se realizaba entre los
ciudadanos del Imperio que ostentaban la condición de ciudadanos romanos. Esta
costumbre, que procedía de la estructura del ejército republicano antes de que estallara
la Guerra Social, se aplicó siempre de manera muy estricta.77 En los documentos se
hallan pocas excepciones, y aunque se sabe que en tiempos de crisis los oficiales de
reclutamiento aceptaban en las legiones a los hijos ilegítimos de los legionarios, ello no
implica que esta regla fuera ignorada de manera sistemática. Debido a la influencia en
la historiografía antigua de Vegecio, escritor romano de doctrina y prácticas militares,
se ha malinterpretado el papel de los auxiliares frente a las legiones en los primeros
tiempos del Imperio. Su obra, De re militari, contiene abundante información útil acerca
del ejército romano, aunque es engañosa debido a que Vegecio no encaja sus
descripciones en un marco cronológico.78 El hecho de que la obra de Vegecio
comprendiera una serie de conceptos anacrónicos, a veces fuera de contexto, se debía a
que sus principales fuentes fueran Catón el Viejo (234 - 149 a. C.) y el emperador
Adriano (76 - 138). Por todo ello, lo que Vegecio escribe sobre los auxilia podría
referirse a cualquiera de las clases de regimientos auxiliares que se instituyeron a lo
largo de los 500 años de historia del ejército romano:
Además, es probable que el hecho de que Vegecio no tuviera experiencia militar hiciera
que su comprensión acerca de la estructura bélica fuera mínima. De entre las
afirmaciones erróneas que se incluyen la obra de Vegecio se encuentran las siguientes:
51
4. Los auxiliares funcionaban como unidad de apoyo, asistiendo a los legiones en
sus operaciones. Nunca iniciaban una nueva campaña de forma independiente.
5. Los auxiliares pronto se destacaron en puestos fronterizos, mientras que las
legiones quedaban como una reserva estratégica; sólo intervenían en el caso de
que se llevara a cabo una incursión importante.
Las frases anteriores, que pudieron ser verdaderas durante el periodo republicano, están
claramente equivocadas a finales del reinado de la Dinastía Julio-Claudia.
CALIDAD
El origen de la opinión de que los legionarios eran tropas de mayor calidad que los
auxiliares reside en el comentario de Vegecio acerca de que los hombres jóvenes
preferían alistarse en los auxilia a fin de huir de la severa disciplina de las legiones.
Para avalar esta teoría, Vegecio alegó que a los legionarios se les pagaba un salario más
alto; no obstante, no existen pruebas de que hubiera diferencias entre los salarios de
ambos cuerpos. Aunque anteriores generaciones de estudiosos alegaron que a los
auxiliares se les pagaba un tercio menos que a los legionarios, recientes estudios han
demostrado que esta diferencia era menor (sólo un 20% menos) y que sólo se aplicaba a
la infantería. En cuanto a la caballería, a las equites cohortales (cohorte de caballería)
se las pagaba lo mismo que a sus homólogos legionarios; y en el caso de los equites
alares, el sueldo era un 20% mayor.79 El hecho de que los sueldos más altos y las
primas más valiosas se destinaran a los legionarios se debía probablemente a su
condición de ciudadanos romanos. Por otra parte, los relatos de Tácito acerca de los
enfrentamientos entre los auxiliares batavios y los legionarios romanos durante la
revuelta de los primeros demuestran que no existía una diferencia apreciable de calidad
entre ellos. De hecho, en cuanto a la caballería, los alares eran considerados la élite del
ejército romano, mientras que los jinetes de las legiones eran adecuados para llevar a
cabo tareas de reconocimiento y para transportar los mensajes entre los generales y los
soldados durante la batalla.
ARMAMENTO
La creencia de que los auxiliares eran tropas ligeras procede de las erróneas palabras de
Vegecio:
Aunque es cierto que algunas tropas auxiliares especializadas, como los arqueros sirios
o los jinetes númidas, portaban armadura ligera (o iban desprotegidos), no era una regla
general entre los auxiliae, pues las cohortes auxiliares iban provistas de una armadura
pesada similar a la de los legionarios.81 Se ha hablado mucho de la clara diferencia de
armadura entre los dos cuerpos que muestra la Columna de Trajano, un monumento
erigido en Roma (113) con el fin de conmemorar la conquista de Dacia por el
emperador Trajano (97 - 117). Los bajorrelieves de la columna constituyen una fuente
clave para comprender cómo era el equipo militar de los soldados romanos. Por lo
general, se muestra a los auxiliares llevando cotas de malla (lorica hamata), corazas o
simples láminas de cuero, además de un escudo oval. Por su parte, a los legionarios se
les representa portando una armadura de láminas (lorica segmentata) en todo momento
(ya sea en combate o en otras actividades, como la construcción) y un escudo de forma
rectangular.82 No obstante, las figuras representadas en la Columna de Trajano están
52
muy estereotipadas a fin de distinguir entre las dos clases de tropas.83 En otro
monumento erigido durante el reinado de Trajano, el Tropaeum Traiani, la lorica
segmentata no aparece en ningún momento y los legionarios y los auxiliares se
representan portando la misma armadura, la (lorica squamata). En ese sentido, se
considera que el trofeo de Adamclisi muestra una imagen mucho más real y más
ajustada a la normalidad de las legiones, siendo la segmentata una armadura que se
utilizaba raramente, posiblemente sólo para el combate y para los desfiles.84 Las
pruebas de ese tipo de armadura en las representaciones históricas modernas han
demostrado que se trata de una armadura bastante incómoda, y que su estructura hace
que sea dolorosa llevarla puesta durante mucho más que cortos periodos de tiempo. A
cambio, ofrece más protección que los otros tipos de armaduras: es impenetrable ante la
mayor parte de flechas y proyectiles enemigos.85 Se ha argumentado también que la
lorica segmentata fue utilizada asimismo por los auxiliares, si bien no existe evidencia
de este hecho. Se han encontrado restos de este tipo de armadura en Recia que datan de
una época en la que no había legiones estacionadas en la provincia, pero podría tratarse
de restos abandonados por los legionarios de un destacamento temporal.86 Además, las
tropas auxiliares en ningún momento han sido representadas llevando esa armadura.87
En todo caso, ambos cuerpos fueron equipados con las mismas armas: el gladius
(espada corta que permite el apuñalamiento en la lucha cuerpo a cuerpo) y la jabalina,
aunque la clase de jabalina conocida como pilum fue siempre característica de los
cuerpos de legionarios.88 Goldsworthy señala que el peso final de los equipos de ambos
cuerpos era más o menos el mismo.89 Las diferencias existentes en las armaduras se
debían a razones no militares: los legionarios, en su condición de cuerpo superior
socialmente, optaban por poner de manifiesto esta superioridad mediante la obtención
de armaduras más caras e impresionantes. Cuando en el siglo III se concedió la
ciudadanía a todos los peregrini, los legionarios perdieron esta superioridad social y
desaparecieron la lorica segmentata y el escudo rectangular.90
ROL EN EL COMBATE
AUTONOMÍA
53
realizadas por el legatus Augusti (gobernador de la provincia donde la legión estaba
estacionada) o por el emperador de Roma. Sin embargo, el hecho de que los
regimientos auxiliares quedaran subordinados a una legión no significaba que no se les
permitiera iniciar una campaña de manera independiente, es decir, sin el apoyo de las
legiones. De hecho, la práctica ausencia de caballería era lo que impedía a las legiones
iniciar una campaña por su cuenta y sin auxiliares, peor no ocurría así a la inversa.
Como ejemplo tenemos las campañas llevadas a cabo durante el gobierno de Publio
Ostorio Escápula en la provincia de Britania contra la tribu de los icenos (47), o el
rescate de los brigantes y su líder Cartimandua (52).94 La Columna de Trajano
representa las principales escenas de 20 grandes batallas, de las cuales en 19 participan
los auxiliares y en 12 solos, sin legionarios.95
PAPEL ESTRATÉGICO
ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN
GENERAL
54
Regimientos auxiliares romanos: clase, estructura y fuerza.98
Fuerza de Fuerza
Nª de
Unidad Servicio Comandate Subcomandante las de las
subunidades
subunidades unidades
Ala 480
Caballería praefectus decurio 16 turmae 30 (32)
quinquagenaria (512)
720
Ala milliaria Caballería praefectus decurio 24 turmae 30 (32)
(768)
Cohors
Infantería praefectus * centurión 6 centuriae 80 480
quingenaria
Cohors tribunus
Infantería centurión 10 centuriae 80 800
milliaria militum **
600
Mixto:
Cohors equitata centurión (inf) 6 centuriae 80 (480
infantería/ praefectus
quingenaria decurio (cab) 4 turmae 30. inf/120
caballería
cab)
1,040
Mixto:
Cohors equitata tribunus centurión (inf) 10 centuriae 80 (800
infantería/
milliaria militum ** decurio (cab)) 8 turmae 30 inf/240
caballería
cab)
NOTA: Existe un debate en torno al tamaño de las turmae, aunque se cree que estaban
formadas por 30/32 hombres. Treinta soldados era el tamaño de una turma republicana
de caballería y de una cohors equitata de auxiliares de la época augusta era de 30
hombres. Por otro lado, están las declaraciones de Flavio Arriano, que fija el tamaño de
un ala en 512.101 Tomando como veraces los escritos de Arriano, una turma de un ala
constaría de 32 hombres.
55
Son escasas las evidencias encontradas acerca de los rangos y salarios de los soldados
auxiliares, aunque más numerosas que las de sus homólogos legionarios. Los datos
disponibles pueden resumirse en la siguiente tabla:
Lápida de Tito Calidio Severo, auxiliar romano perteneciente a la tribu romana Camilia.
Ascendió desde el puesto de eques (jinete) al de decurión de la cohors I Alpinorum,
regimiento reclutado al oeste de los Alpes. Posteriormente Severo pasaría a servir en
una legión (tras obtener la ciudadanía romana después de 25 años de servicio) y fue
nombrado centurión de la Legio XV Apollinaris. Murió a la edad de 58 años, tras 34
años de servicio. Nótense los grabados de su armadura y las decoraciones de su caballo,
distintivos de los decuriones. La historia de Severo muestra que a veces, tras 25 años de
servicio, los auxiliares se sumaban a las legiones. Este monumento fue erigido por su
hermano, Q. Calidio. Carnuntum, Austria.
Rangos de las
Rangos de las cohortes de Cantidad Cantidad
Proporción de alae
infantería (denarios (denarios
salarios (orden
(orden ascendente) ) )
ascendente)
signifer signifer
2 (duplicarii) optio 376 ¿curator? 526
vexillarius vexillarius
56
¿beneficiarius? ¿beneficiarius?
* Partiendo de que los salarios de los oficiales eran equivalentes a los del ejército
romano tardío.103
CALIGATI
57
Lápida de Mario, hijo de Ructicno, un soldado auxiliar cuya carrera fue menos exitosa
que la de su padre. Nunca ascendió del puesto de millas (soldado ordinario) en 25 años
de servicio con su regimiento, la Cohors I Montanorum(reclutada originalmente en la
provincia de Recia y en los Alpes Julianos). No puede despojarse de sus nombres
tribales, pues debido a su muerte en el último año del plazo requerido, jamás recibió la
ciudadanía romana. Este monumento fue erigido en el siglo I por su heredero.
Carinthia, Austria.
En cuanto al sueldo, existía también una jerarquía entre las clases de tropas auxiliares,
de las cuales la caballería era el cuerpo mejor pagado. Recientes estimaciones han
determinado que bajo el reinado de Augusto, los pagos anuales se estructuraban de la
siguiente manera:
58
Auxiliares c.
Legionarios c. Legionarios c. Auxiliares c.
100
100 100 100
Remuneración XXX
cantidad anual (tras 25 cantidad
anual (tras 25
(denarios) años) (denarios)
años)
Total de pagos
250 188
anuales
Deducción: Comida 60 60
Deducción:
c. 50 c. 50
Equipamiento
Praemia no hay
3.000 120
(recompensa final) evidencias
59
legionarios en un 33% (de 225 a 300 denarios): aumento similar al que recibieron los
auxiliae, que ahora recibían 140 denarios.119 El hecho de que los soldados estuvieran
exentos del impuesto de capitación (capitatio), que no pagaran alquiler (residían en los
cuarteles o en los campamentos), alimento, ropa o equipo (cuyos gastos sufragaba el
ejército) y que la mayoría procedieran de familias campesinas que vivían de la
agricultura de subsistencia, hizo que el sueldo que percibían los soldados en el ejército
se tornara muy atractivo. Estos sueldos podían gastarse en actividades de ocio, ser
enviados a sus familias o simplemente guardarse para la jubilación. No existen pruebas
de que los auxiliae recibieran bonificaciones en efectivo (donativa) cuando un nuevo
emperador ascendía al trono, como sí ocurría en el caso de los legionarios.120 Aunque
irregulares, estos pagos (75 denarios cada vez para los legionarios ordinarios) se
producían cada siete años y medio a principios del siglo I y cada tres en épocas
posteriores. Duncan-Jones ha sugerido que los donativa se empezaran a pagar a los
auxiliae a partir del reinado de Adriano, lo que explica el gran crecimiento de sueldo
que experimentó este cuerpo durante esa época.121 Al finalizar sus 25 años de servicio,
los legionarios recibían una gran bonificación de 3.000 denarios (praemia), equivalente
a 10 años de su sueldo tras el aumento salarial del año 84, que les permitía comprar una
buena porción de terreno. Al parecer, el praemia que recibían los auxiliares era la
concesión de la ciudadanía romana, que conllevaba importantes exenciones fiscales.
Duncan-Jones sugiere que es probable que sí se pagara una bonificación en efectivo a
los auxiliares.122
PRINCIPALES IUNIORES
En el ejército romano se conocía a los oficiales con el nombre de principales, rango por
encima del de centurión, jefe de una centuriae de una cohorte. Entre los legionarios de
las centuriae existía una serie de suboficiales:
En las turmae de las cohors equitatae y en las alae, el segundo al mando del decurión
era probablemente conocido por elnombre de curator, responsable de los caballos.123 Al
igual que en las legiones, los jóvenes principales y algunos soldados especializados de
los regimientos se clasificaban en dos grupos:124
Dichos cargos pueden compararse en función de los niveles salariales con los actuales
de cabo y sargento. Además de los efectivos militares, los regimientos comprendían
60
soldados especializados integrados en las filas de los duplicarius o los sesquiplicarius o
con la condición de milites immunes («soldados eximidos», es decir, exentos de las
funciones ordinarias). Entre estos soldados especializados se encontraban:125
PRINCIPALES SENIORES
En comparación con los centuriones de las legiones, poco se conoce acerca de los
centuriones y decuriones auxiliares. Las evidencias existentes muestran que ambas
clases de oficiales eran soldados nombrados directamente por el comandante -hombres
procedentes de la aristocracia provincial- o ascendidos a estos cargos desde las filas de
legionarios y auxiliares rasos.126 Bajo el reinado de la Dinastía Julio-Claudia, la
división entre centuriones y decuriones era similar a la existente entre los ciudadanos y
los peregrini. En épocas posteriores, estos cargos serían casi exclusivos de los
ciudadanos romanos debido al predominio de la ciudadanía en las familias con tradición
militar.127 La manera en que los centuriones y decuriones ascendían a estos puestos
desde las filas ha sido comparada al modo en que lo hacen los oficiales con funciones
de sargento en los ejércitos modernos. No obstante, esta comparación subestima el rol
social de decuriones y centuriones, así como sus funciones, no sólo militares, sino
también administrativas.128 Los modernos rangos de capitán y mayor o comandante son
más parecidos. No se sabe con certeza el sueldo estipulado para centuriones y
decuriones, aunque sí se sabe que éste excedía en más del doble al de un miles.129 A
diferencia del legatus legionis (oficial que tenía a su cargo a seis tribuni militum y a un
praefectus castrorum), el praefectus auxiliar no parece haber tenido apoyo por parte de
suboficiales militares, a excepción del beneficiarius («adjunto»), que podría ser el
segundo al mando del prefecto si este cargo fuera ordinario y no un simple
nombramiento ad hoc realizado para una tarea específica.130 El praefectus también
contaba en su estado mayor con el vexillarius del regimiento (portador del estandarte de
la unidad) y el cornicen (portador del cuerno -instrumento de música para dar órdenes-
de la unidad).
PRAEFECTI
Parece ser que a principios del siglo II, la mayoría de los prefectos auxiliares eran aún
de origen itálico, a pesar de que este pueblo suponía por esta época una pequeña
proporción de los reclutas legionarios.131 Todos los prefectos eran miembros del ordo
equester, ya fuera por nacimiento, por alcanzar el estado económico requerido (100.000
denarii, el equivalente a 400 años de salario bruto para un alaris auxiliar) o por
promoción militar. Estos últimos eran centuriones primus pilus, rango que normalmente
se entregaba a los miembros del orden ecuestre tras un año de servicio.132 Los équites
por nacimiento solían iniciar el servicio militar aproximadamente a la edad de 30 años.
En los auxiliae, los mandos militares se ejercían en una serie de intervalos de 3 o 4
años: prefecto de una cohors auxiliar, tribunus militum y prefecto de un ala auxiliar.
Bajo el reinado del emperador Adriano, se añadió un excepcional mando de cuarto
grado, prefecto de un ala milliaria. Al igual que los oficiales de rango senatorial, los
miembros del orden ecuestre abandonaban el ejército tras diez años de servicio a fin de
tratar de labrarse una fructífera carrera pública. Por otro lado, los hombres no
61
pertenecientes al orden senatorial o ecuestre continuaban en el ejército mucho más
tiempo, alcanzando puestos privilegiados dentro de las distintas unidades y provincias.
En el siglo III, los prefectos auxiliares eran exclusivamente funcionarios de carrera.133
134
Se ha estimado que el sueldo de un praefectus de un regimiento auxiliar a principios
del siglo II era cincuenta veces mayor al de un miles (soldado raso).135 La razón de la
enorme brecha entre las partes superior e inferior de la pirámide militar romana se debía
a que la sociedad romana estaba aún muy sujeta a las diferencias entre las distintas
clases sociales. Un praedectus no era sólo un funcionario de alto nivel, sino un
ciudadano romano (al cargo de destacamentos de hombres que no lo eran) miembro del
ordo equester, un aristócrata. El abismo social existente entre el praefectus y el soldado
peregrinus era inmenso, y la diferencia entre los sueldos de ambos reflejaba este hecho.
UNIDADES ESPECIALES
SAGITARII
Los sagittarii formaban el cuerpo de arqueros del ejército romano (sagitta en latín
significa flecha). En el siglo II existían ocho contingentes de alae sagittariorum
(arqueros montados), 18 de cohortes sagittariorum (arqueros a pie) y seis de cohortes
sagittariorum equitatae (cuerpo formado por una fuerza mixta de arqueros a pie y
montados). Estas 32 unidades comprendían en total cerca de 17.600 arqueros, de los
cuales la mayoría eran de origen sirio y sólo un regimiento, la cohors I Cretum sagitt.
eq., era de origen cretense, pueblo que tradicionalmente había suministrado arqueros a
Roma en tiempos de la República. De estos 32 regimientos de sagittarii registrados a
mediados del siglo II, trece eran de origen sirio, siete de origen tracio, cinco
procedentes de Asia Menor, uno de origen cretense y el resto de origen desconocido.
Las dos primeras clases de arqueros eran probablemente de origen sirio y la tercera de
origen de tracio.
EQUITES MAURORUM
62
Los equites maurorum formban el cuerpo de caballería ligera del ejército romano
(equites significa jinetes en latín). Los equites, que eran en su mayoría oriundos de la
provincia de Mauritania (región procedente de la fusión de los territorios provinciales
de Mauritania y Numidia), formaban parte del pueblo de los mauri (palabra latina de la
que se deriva el termino español «moro»). Este pueblo es el antepasado de los
modernos bereberes de Argelia y Marruecos. En la Columna de Trajano se representa a
los jinetes mauri cabalgando con el pecho desnudo, controlando al caballo sin apenas
esfuerzo y sin portar ninguna clase de armadura, sólo una simple túnica. La clase de
armas que portaban no puede discernirse de forma clara debido a la erosión de la
columna, aunque se cree que llevaban lanzas de una corta longitud. Los jinetes son
representados con pelo largo en rastas.138 No está del todo claro qué proporción de
caballería mora formaba partes de los auxiliae regulares en contraposición a los
barbari, unidades irregulares aliadas.139
FUNDITORES
Los funditores integraban el cuerpo de honderos del ejército romano (funda significa
honda en latín), a pesar de no figurar en las licencias militares que se han hallado. Los
funditores sí que aparecen, no obstante, en la Columna de Trajano, en la que se les
representa desarmados y portando una túnica corta. Llevan una bolsa cerrada, aunque
abierta en la parte frontal, a fin de que pudieran arrojar sus proyectiles (glandes). Parece
ser que al menos un contingente de funditores participó en las Guerras Dacias.140
CONTARII
Los contarii formaban el cuerpo de lanceros del ejército romano (contus es el nombre
utilizado en latín para hacer referencia a una lanza larga y pesada). A partir del siglo II
figuran como una unidad especial formada por caballería pesada cubierta de la cabeza a
los pies por una armadura. Su número aumentó considerablemente a partir del siglo III.
Entrenada y armada a imagen y semejanza de los jinetes sármatas y partos, a este tipo
de unidad se la conocía bajo los nombres de contarii, cataphractarii y clibanarii. Junto
a las nuevas unidades de arqueros montados ligeros, los contarii estaban ideados para
contrarrestar las tácticas militares del Imperio Parto, cuyos ejércitos estaban formados
principalmente por caballería. Las tácticas de combate de los partos consistían en
debilitar y romper la línea defensiva romana y después desbandar al ejército mediante
una carga de cataphractarii.141 Las únicas unidades especiales de caballería pesada que
figuran en los registros del siglo II son el ala Ulpia contariorum I y el I ala Gallorum
et Pannoniorum cataphractaria, estacionadas, respectivamente, en Panonia y Mesia
Inferior, aunque se cree que debió haber habido varios regimientos como esos ubicados
en el este.
SINGULARES
Los singulares eran las unidades de caballería instituidas a fin de servir como escolta
imperial (singuli en latín significa adjunto a una persona). Desde el reinado del
emperador Augusto, que empleaba como guardaespaldas a soldados de origen germano,
los Germani corpore custodes, los emperadores habían usado como guardia personal a
soldados oriundos del exterior de las fronteras del Imperio, probablemente porque
consideraban que no podían ser sobornados por sus rivales al trono imperial. Sin
embargo, cuando el cuerpo de guardaespaldas germanos fue abolido por el emperador
Galba en el año 69, fue reemplazado por los equites singulares Augusti (literalmente
caballería personal del emperador), cuerpo militar integrado por los mejores jinetes de
63
los auxiliae, de los cuales la mayoría eran batavios.142 Esta era la única unidad de la
Guardia Pretoriana reclutada entre no ciudadanos y, aunque en sus comienzos habían
sido instituidas como una ala miliar (720 hombres), los regimientos de equites
singulares Augusti habían crecido constantemente hasta contar con 2.000 hombres a
finales del siglo II. Cuando los emperadores realizaban sus giras por provincias o
encabezaban sus campañas, los llevaban siempre consigo.143 Parece ser que después de
algunas campañas, los destacamentos de singulares se quedaban permanentemente
estacionados en las provincias a modo de alae regulares, aunque conservaban el
prestigioso título de singulares y su reputación. Como ejemplo tenemos el Ala I Flavia
singularium, acantonada en Recia a mediados del siglo II. En la Columna de Trajano
son fácilmente identificables, pues aparecen siempre acompañando al emperador. El
monumento les muestra sin estar vestidos para la batalla, pues no usan coraza, aunque
sí ropa de marcha (túnica y manto).144
DROMEDARII
Los dromedarii eran unidades montadas en camello. En los registros sólo se ha hallado
la existencia de una a mediados del siglo II, el ala I Ulpia dromedariorum milliaria,
estacionada en Siria. No obstante, se cree que se reclutaron más con el fin de que
patrullaran los desiertos de Arabia y del Norte de África.
EXPLORATORES
Los exploratores eran las unidades de reconocimiento del ejército romano. Existen dos
ejemplos de regimientos de esta clase de unidad acantonadas en Britania a mediados del
siglo III: Habitanco y Bremenio (ambos nombres de fuertes), aunque poco se conoce
acerca de ellas.
EQUITES COHORTALES
UNIDADES IRREGULARES
Se han hallado pruebas que datan de fechas del periodo del Principado Romano, que
demuestran la existencia de una minoría étnica de unidades compuestas por barbari y
desvinculadas de la organización auxiliar ordinaria. En cierto modo, este tipo de unidad
era una simple evolución del antiguo sistema de clientelado de tiempos de la República,
que consistía en la existencia de una serie de regimientos ad hoc suministrados a Roma
para sus campañas en nombre de los reyes clientes del Imperio. Empero, cuando
finalizaban estas campañas, algunos de estos contingentes de soldados permanecían al
servicio de Roma manteniendo el liderazgo, vestimenta, equipo y organización que los
caracterizaban. Esta clase de unidad era conocida por los romanos bajo el nombre de
socii («aliados») o foederati. Sin embargo, debido a la escasez de pruebas, no sabemos
64
mucho acerca de esta clase de unidad. Los foederatii son reflejados por primera vez en
la Columna de Trajano (pues durante las Guerras Dacias varias tribus apoyaron a los
romanos y lucharon a su lado), donde se les muestra como hombres fuertes, con el pelo
largo y barba, descalzos y desnudos hasta la cintura. Usaban un pantalón largo sujeto
por un amplio cinturón. No obstante, debido a que en la Columna de Trajano sólo está
representada una clase de barbari, el atuendo y las armas que allí exhiben no tiene por
qué ser representativo y pudo haber variado en gran medida en función de su población
de origen.147 Partiendo de la frecuencia con la que los foederati figuran en las
recreaciones de batallas presentes en la Columna, se cree que esta clase de unidad debió
ser muy importante en las operaciones militares que realizaron los romanos en el
territorio de Dacia. Un ejemplo de regimiento de foederatii fueron los 5.500 jinetes
sármatas enviados por el emperador Marco Aurelio (161 - 180) a reforzar la Muralla de
Adriano tras su derrota en las Guerras Marcomanas.148
TÍTULOS
Los regimientos podían ser recompensados por su servicio con la concesión de un título
honorífico. El mejor considerado entre las tropas era el prestigioso título de Civium
Romanorum, que concedía a todos los hombres integrantes del regimiento la ciudadanía
romana (aunque no a sus sucesores). El regimiento conservaba el título de Civium
Romanorum a perpetuidad.150 Otro título importante era la concesión al regimiento del
nombre de la gens del emperador.
Un título similar era el que se daba a las legiones por el cumplimiento de su deber y su
lealtad, el pia fidelis.151
CONDECORACIONES
El ejército romano concedía a los legionarios por su valor una gran variedad de
condecoraciones individuales (dona): el hasta pura, una lanza en miniatura; el
65
phalerae, que era un gran disco hecho de plata o bronce que se colocaba en la coraza; el
armillae, una pulsera que se llevaba en la muñeca; y el torque, que era un collar que los
soldados llevaban alrededor del cuello. La recompensa militar de mayor prestigio era la
concesión de la coronae (corona), de las cuales la más prestigiosa era la corona cívica,
una corona hecha de hojas de roble que se concedía por salvar la vida de un ciudadano
romano en batalla. Otro premio muy valioso fue la corona muralis, una corona de oro
que se adjudicaba al primer hombre que saltaba las murallas de una fortaleza enemiga.
Esta condecoración se concedía en muy pocas ocasiones, ya que el hombre que primero
saltaba las murallas del enemigo rara vez sobrevivía. No existen pruebas de que los
soldados auxiliares rasos recibieran condecoraciones individuales, aunque los oficiales
auxiliares sí lo hacían. En lugar de ello, las condecoraciones se concedían a la totalidad
de los regimientos auxiliares. Con el paso de los años, algunos regimientos acumulaban
una larga lista de títulos y condecoraciones; por ejemplo, la Cohors I Brittonum Ulpia
torquata pia Fidelis Civium Romanorum.152
Lápida del soldado raso auxiliar Cayo Julio Baso, oriundo de Lugdunum (Lyon,
Francia). Murió a la edad de 38 años, tras 15 años de servicio. En vista de su inacabado
servicio, Baso pudo haber sido un ciudadano romano de nacimiento. Su regimiento era
la Cohors II Thracum y él era todavía un miles (soldado raso) cuando murió. A
diferencia de otras lápidas de militares, Baso, en la suya, no está en una pose activa,
sino que se le ve disfrutando de un vino en su casa con los amigos, que es como estos
querían recordarle. Römisch-Germanisches Museum, Colonia, Alemania.
66
Egipto y Oriente. Las lápidas de Vindolanda, por su parte, contienen datos
concernientes a los soldados auxiliares de las provincias noroccidentales del Imperio,
por lo que completan muchas de las lagunas de información anteriores. Las lápidas son
una serie de cartas y de recordatorios escritos en relieve sobre tablas de madera y
referentes a oficiales de tres regimientos auxiliares procedentes de la provincia de
Germania inferior y que se fueron sucediendo en las fortificaciones de Vindolanda, al
norte de Inglaterra. Datan del periodo comprendido entre los años 85 y 122, antes de la
construcción del Muro de Adriano. La escasez de pruebas que nos han llegado se debe a
la descomposición de las mismas, y no a la falta de documentación escrita existente en
el ejército romano. Las que han sobrevivido dan muestras de que el ejército romano
estaba muy burocratizado. Incluso los asuntos menores, como cuando los soldados
rasos informaban por escrito de sus salidas a su praefectus (commeatus).153 Las pruebas
halladas han demostrado que se mantenía un registro individual de cada uno de los
soldados.154 De lo descubierto en Vindolanda, se deduce que una guarnición media,
como la estacionada en Gran Bretaña, generaba por sí misma millones de
documentos,155 de los cuales sólo ha sobrevivido una pequeña parte. Los documentos
que ofrecen una información más detallada son los renuntiae, informes elaborados
periódicamente por el praefectus del regimiento, que informaban acerca de la fuerza y
organización de cada regimiento; y los pridiana u hojas de servicio escritas
diariamente, que estipulaban los deberes del día anterior y se colocaban probablemente
en los tablones de la fortaleza, de modo que quedaban a la vista de todos. Estos últimos
reflejan las actividades militares y no militares que realizaban los regimientos de
auxiliares dentro y fuera de la base.
DEBERES MILITARES
Los desfiles eran otra importante tarea de los regimientos. Al igual que los ejércitos de
la actualidad, cada día comenzaba con una pequeña marcha militar (probablemente
llamado numeratio).159 En ocasiones estos desfiles incluían ritos religiosos, aunque
normalmente eran puramente militares, como el rosaliae signorum, que se producía
cuando se entregaban las condecoraciones militares, y el demissio, que se celebraba
cuando los veteranos eran dados de alta del ejército y se les concedía la ciudadanía
romana tras completar su periodo de servicio.160 Además, cuando los regimientos eran
inspeccionados por un alto funcionario, como el legatus legionis, el legatus Augusti o
67
incluso el propio emperador, los soldados exponían sus habilidades en combate
mediante ejercicios militares preparados para la ocasión.161
OTRAS ACTIVIDADES
Las tareas no militares incluían los quehaceres rutinarios asociados al hecho de vivir en
comunidad en el fuerte (limpieza, lavado de ropa y equipo, alimentación de los
caballos), así como el trabajo en la fabrica (taller donde se elaboraban y reparaban
armas y armaduras).162 La adquisición de suministros para el regimiento constituía
también una actividad esencial. Las materias primas eran adquiridas en los mercados
locales siempre que ello era posible, importando de otros lugares todo lo demás. Los
hombres de la I Hispanorum veterana, por ejemplo, se vieron obligados a viajar a la
Galia desde Moesia Inferior a fin de adquirir ropa y grano.163 Para los productos
manufacturados, los regimientos producían ellos mismos parte de lo que necesitaban.164
Las lápidas de Vindolanda atestiguan la adquisición de cereales, cerveza, comida para
animales, productos manufacturados, como ropa y clavos, y materias primas, como
piedra, hierro, plomo, madera y pieles de animales.165 A determinados soldados con
capacidades especiales se les concedía el estatus de immunes, lo que significaba que
estaban exentos de realizar las tareas normales comunes en los soldados rasos para que
pudiesen trabajar en su especialidad. Entre estos se encontraban los scuttari, herreros y
artesanos que trabajaban en la fabrica; los carpentarii (conductores de los vagones, o
carpinteros); los seplasiarii, soldados dotados de conocimientos médicos que trabajaban
en el hospitium (hospital del fuerte); el balniator (asistentes de los baños) y el
cervesarius (fabricante de cerveza).166 Sin embargo, no está probado que todos estos
puestos estuvieran ocupados por milites immunes, sino también por civiles contratados
por el ejército.167
Vista de los restos de la Muralla de Adriano (Milecastle), construida entre 122 - 32.
a.C. a pesar de que se emplearon hasta tres legiones como mano de obra para el
proyecto, no existen pruebas que evidencien la participación de regimientos auxiliares
en la construcción de la Muralla. No obstante, dado que en la época en la que se
construyó los auxiliares estacionados en Britania superaban a los legionarios en una
proporción de dos a uno, se estima que debieron estar muy involucrados, posiblemente
en la excavación de la zanja paralela. En el siglo II, 35.000 soldados auxiliares se
encontraban desplegados en los alrededores de la Muralla de Adriano, lo que supone
aproximadamente el 15% de la totalidad de cuerpos auxiliares.
68
Bajorrelieve del Héroe Tracio. Como puede observarse, el relieve está incompleto, pues
faltan la lanza y la víctima abatida. Museo de Istria, Rumania.
Fresco mostrando cómo Mitras mata a un toro. Constituye una de las figuras centrales
del Mitraísmo. Nótense el gorro frigio que porta Mitras, la serpiente y la cueva donde se
lleva a cabo el sacrificio. Los templos de esta religión trataron de reproducir el entorno
de las cuevas.168 Hallado en Dura Europos, ciudad a orillas del Éufrates, Siria.
CONSTRUCCIÓN
La actividad no militar más importante que realizaban los soldados romanos era la
construcción. Los disciplinados soldados imperiales eran empleados para esta tarea al
resultarles muy económicos al Estado, que les seguía pagando el salario normal; por
ello, en tiempos de guerra, era normal que el emperador usara al ejército y no a
contratistas privados en la construcción de defensas fronterizas. Generalmente se les
destinaba a la construcción de fortalezas y fortificaciones; por ejemplo, el Muro de
Adriano fue construido por el ejército. Sin embargo, también construyeron una gran
parte de las infraestructuras de las provincias: vías romanas, puentes, muelles, canales,
acueductos, las coloniae (nuevas ciudades para legionarios veteranos), edificios
públicos, como basílicas y anfiteatros.169 El ejército romano llevó a cabo proyectos a
gran escala destinados a aumentar el terreno disponible para la agricultura, tales como
la tala de bosques, drenaje de pantanos o la excavación de canales de irrigación.170 La
mayoría de los hallazgos encontrados tratan de las construcciones dirigidas por los
romanos. No obstante, las lápidas de Vindolanda tratan de proyectos dirigidos por
auxiliares. En una de ellas se narra cómo una docena de soldados trabajan en la
69
construcción de unos baños (balneum) en Vindolanda. Otra se refiere a la construcción
de un puente en otro lugar.171 Los soldados romanos trabajaron también en muchas
minas y canteras, donde se obtenían las materias primas necesarias para la fabricación
de armas y armaduras.172 Además, sobre ellos recaía la tarea de supervisar a los esclavos
que trabajaban como mineros. Un renuntia de la I Hispanorum veterana registra el
desplazamiento de un destacamento a los cercanos territorios de Dardania para trabajar
en las minas de la región.
SEGURIDAD
Entre las tareas que los auxiliares desempeñaban fuera de los campamentos o fortalezas,
estaba la de garantizar la seguridad en la provincia, realizando actividades de carácter
policial e incluso de carácter administrativo. Los gobernadores provinciales no
contaban con patrullas policiales regulares, y el personal administrativo a su cargo era
muy reducido.173 Por ello, empleaban al ejército para muchas de estas funciones: la
escolta del gobernador o de otros funcionarios de alto nivel, el patrullaje de las
carreteras, la asistencia y escolta de los recaudadores de impuestos, el transporte de
despachos oficiales y el arresto de proscritos.174 Un renuntia registra que un
destacamento de 46 hombres fue separado de la I Tungrorum a fin de servir como
escolta (singulares) para el gobernador de la provincia.175 Las carreteras romanas eran
habitualmente patrulladas en toda su longitud por destacamentos compuestos por
soldados. Estos controlaban pequeños complejos, como las mutationes (lugares donde
los caballos podían ser intercambiados) y las mansiones (extensos lugares en los que
estaban presentes albergues, establos, tabernas y baños).176 Estos complejos podrían ser
los 6 lugares no identificados en los que, según un renuntia perteneciente a la cohors I
Tungrorum, estaban desplegados pequeños destacamentos de unos 10 hombres al
mando de un centurión.177 Otro renuntia, este perteneciente a la I Hispanorum veterana,
registra que un eques de esta misma cohorte fue asesinado por unos ladrones mientras
patrullaba la carretera. Este hecho demuestra que los gobernadores mandaban a los
soldados a patrullar las vías.178 Los soldados se destinaban asimismo para asistir a los
agentes del procurator (el máximo oficial económico existente en la provincia), cuando
éstos debían recoger el portorium, el tributo imperial impuesto a los transportes de
mercancías que atravesaban la vía pública. Éste se pagaba en cada uno de los peajes de
la carretera.179 La administración se valía de los dispositi, soldados pertenecientes a los
regimientos equites cohortales estacionados en las mutationes, para transmitir
rápidamente mensajes entre los fuertes próximos.180 Estos dispositi, cabalgando a todo
galope con caballos frescos, podían mantener una velocidad media de 30 km/h.
VIDA SOCIAL
El hecho de que todos los documentos hallados en Vindolanda fueran escritos por
oficiales, apoya la creencia de que muchos de los hombres pertenecientes a los rangos
inferiores de la jerarquía militar romana eran analfabetos.181 La lengua empleada es
siempre el latín. Incluso los soldados galos, britanos y germanos, cuyas lenguas nativas
eran de origen celta o germano, escribían a sus familiares en latín.182 Este hecho no
significa que hubieran perdido la capacidad de hablar en su lengua de origen, sino que,
simplemente, esas lenguas no llegaron a desarrollar una forma escrita. Los registros de
Vindolanda indican que los hombres se dirigían a los oficiales superiores como domine
("señor") y entre ellos como frater ("hermano") o collega ("camarada").183 Las cartas
halladas en el fuerte muestran que los soldados auxiliares no sólo mantenían amistades
dentro de su propio regimiento, sino también en otros regimientos o incluso en las
70
legiones.184 La caza era la actividad de ocio preferida por los auxiliares, o al menos por
los oficiales de los regimientos.
RELIGIÓN
• Dioses romanos.
• Dioses de sus tierras de origen, como el Héroe Tracio, cuya inscripción figuraba
casi siempre en las lápidas de los veteranos tracios; era representado como un
jinete cargando contra un hombre.
• Dioses locales de las provincias en que servían, como el culto en Gran Bretaña a
Coventina, una ninfa britana asociada a los manantiales. Se han hallado varias
dedicatorias a la diosa britana en la fortaleza auxiliar de Carrawburgh, situada
en las inmediaciones de la Muralla de Adriano.
A partir del siglo II, los cultos mistéricos se extendieron rápidamente por el Imperio.
Entre los militares se hizo popular el mitraísmo, que veneraba al dios iraní Mitra,
aunque el culto que se seguía en el Imperio pudo haber sido muy distinto del original.
71
Esta religión, basada en ritos y ceremonias de iniciación secretas, estaba presente en el
ejército romano, según atestigua el hallazgo de un templo mitraico en Carrawburgh,
pero probablemnte su número de creyentes fuera escaso debido al reducido espacio del
que se disponía para llevar a cabo las ceremonias religiosas. La posición social no era
un requerimiento imprescindible para acceder a la religión, tal y como registran las
inscripciones halladas en Nida (Heddernheim).191 El cristianismo encontró muchos
menos adeptos entre los militares hasta que se convirtió en la religión oficial romana en
el siglo IV. Probablemente su escaso éxito entre los soldados se debió a que era una
religión basada en una ideología pacifista, y también por tratarse de una secta proscrita
objeto de periódicas persecuciones. Sin embargo, puede que contara con seguidores
clandestinos en el ejército, especialmente en Oriente, donde se extendió entre los siglos
II y III. El descubrimiento en la fortaleza situada en la ciudad de Dura Europos (Siria)
de una iglesia que contenía pinturas cristianas indica que entre los soldados de aquel
regimiento existían elementos cristianos.
Alae Cohortes
Región equivalente Total de Fuerza de F
Provincia (no.milliariae (núm.
actual regimientos caballería i
) mill.)
Frontera del
Rin
Germania
Sur de Holanda/Valle del Rin 6 17 23 4.512 8
Inferior
Germania
Palatinado/Alsacia 3 22 (1) 25 3.336 1
Superior
Frontera del
Danubio
Panonia
Inferior y Oeste de Hungría/Eslovenia 11 (2) 21 (4) 32 8.304 1
Superior
72
Moesia
Serbia 2 10 12 1.864 4
Superior
Moesia
Norte de 'Bulgaria/Rumania 5 12 17 3.520 5
Inferior
Dacia Inferior
Rumania 11 (1) 32 (8) 43 7.328 1
y Superior
Frontera Este
Siria
Siria/Líbano/Palestina/Jordania/Israel 12 (1) 43 (3) 55 10.240 2
(Judea/Arabia)
Norte de África
Mauritania
Túnez/Argelia/Marruecos 10 (1) 30 (1) 40 7.796 1
(África)
Provincias
2 15 17 2.224 7
Interiores
Total del
88 (7) 293 (30) 381 71.468 1
Imperio
73
Mapa del Imperio Romano durante el reinado de Adriano.
NOTAS
1. ↑ Hacia el año 75, todos los itálicos eran ciudadanos romanos, así como,
probablemente, la mayoría de los habitantes del sudeste de la Galia y el sur de
Hispania. En las provincias fronterizas, la proporción era mucho menor, aunque
había crecido con el tiempo. Mattingly estima que la cuantía de ciudadanos
74
romanos en Britania en 100 era de unas 50.000 personas, cerca del 3% de la
población total (D.Mattingly An imperial possession 166, 168)
2. ↑ Goldsworthy (2000) 51
3. ↑ Goldsworthy (2000) 52
4. ↑ Goldsworthy (2000) 126
5. ↑ Goldsworthy (2000) 107
6. ↑ L. Keppie in CAH X (1996) 372
7. ↑ Livio Ab Urbe Condita XXII.37
8. ↑ G.L. Cheesman, The Auxilia of the Roman Imperial Army (Oxford, 1914), 8-9.
9. ↑ Keppie in CAH X (1996) 373
10. ↑ Goldsworthy (2005) 123, 133
11. ↑ Keppie en CAH X (1996) 379
12. ↑ Holder (1980) 7
13. ↑ Goldsworthy (2005) 27
14. ↑ Holder (1980) 9
15. ↑ Keppie in CAH X (1996) 382
16. ↑ Tácito Anales IV.5
17. ↑ Goldsworthy (2005) 64
18. ↑ Goldsworthy (2000) 127
19. ↑ Dión Casio, Historia Romana LV.29-34
20. ↑ Suetonio Las vidas de los doce césares Vida de Tiberio 16, 17
21. ↑ Goldsworthy (2005) 123
22. ↑ Goldsworthy (2000) 165
23. ↑ Keppie in CAH X (1996) 391
24. ↑ www.romanlegions.info Military Diplomas Online Introduction
25. ↑ Keppie en CAH X (1996) 391
26. ↑ Keppie en CAH X (1996) 391
27. ↑ Keppie (1996) 391
28. ↑ Birley (2002) 43
29. ↑ Birley (2002) 43
30. ↑ Dión Casio LXIX.9.6
31. ↑ Tácito Agricola 18.4
32. ↑ Tácito Germania 29.1
33. ↑ Tácito Historiae II.28
34. ↑ Tácito Anales IV.12
35. ↑ Tácito Historiae II.5
36. ↑ Tácito Historiae I.64, II.66
37. ↑ Tácito Historiae IV.14
38. ↑ Birley (2002) 44
39. ↑ Tácito Historiae V.26
40. ↑ Birley (2002) 44
41. ↑ Tácito Agricola 35-8
42. ↑ Notitia Dignitatum Títulos IV y V
43. ↑ Mattingly (2006) 132
44. ↑ Roxan (2003); Holder (2006)
45. ↑ Keppie en CAH X (1996) 396
46. ↑ Mattingly (2006) 168-9
47. ↑ Keppie en CAH X (1996) 394
48. ↑ Keppie en CAH X (1996) 391. La primera mención de dicha unidad data del
año 85.
49. ↑ Goldsworthy (2005) 138
50. ↑ Holder (2003) 145
75
51. ↑ Las Legiones II y III Italica durante el reinado de Marco Aurelio (161 - 180) y
la I, II y III Parthica durante el reinado de Septimio Severo (197 - 211)
52. ↑ Hassall in CAH XI (2000) 320
53. ↑ 25 legiones de 5.000 hombres cada una
54. ↑ 28 legiones de 5.500 hombres cada una (el duplicado del número de hombres
que formaban las cortes se produjo durante el reinado de Domiciano (r. 81-96)
55. ↑ 33 legiones de 5.500 hombres cada una
56. ↑ Según Tácito Anales IV.5
57. ↑ Holder (2003) 120
58. ↑ J. C. Spaul ALA (1996) 257-60 y COHORS 2 (2000) 523-7 identifica 4 alae y
20-30 cohortes reclutadas a finales de los siglos II y III
59. ↑ Goldsworthy (1995) 58: 9 cohortes de480 hombres cada una, además de los
guardaespaldas germanos.
60. ↑ Goldsworthy (1995) 58: 9 cohortes-dobles de 800 hombres cada una, además
de 2.000 equites singulares
61. ↑ Según Tácito Anales
62. ↑ Hassall en CAH XI (2000) 320 estima que eran 380.000 hombres
63. ↑ MacMullen How Big was the Roman Army? en KLIO (1979) 454 estima que
eran 438,000 hombres
64. ↑ MacMullen (1979) 455
65. ↑ John Lydus De Mensibus I.47
66. ↑ Holder (2006) 985; Roxan (2003) 672
67. ↑ Campbell in CAH XII (2005) 212
68. ↑ www.roman-britain.org: Lista de alae
69. ↑ Dión Casio, LXXI
70. ↑ D. Ch. Stathakopoulos El hambre y las pestes de los últimos romanos y los
primeros bizantinos(2007) 95
71. ↑ Zósimo Nueva Historia 26, 37, 46
72. ↑ A. H. M. Jones Later Roman Empire 608
73. ↑ Mattingly (2006) 239
74. ↑ Goldsworthy (2000) 174
75. ↑ Vegecio De re militari III.3
76. ↑ Goldsworthy (2005) 138-9
77. ↑ Goldsworthy (2005) 78
78. ↑ G.R. Watson The Roman Soldier (1969) 25
79. ↑ Hassall en CAH XI (2000) 336
80. ↑ Vegecio op cit II.2
81. ↑ Goldsworthy (2000) 127
82. ↑ Rossi (1971) 102
83. ↑ Rossi (1971) 59
84. ↑ Mattingly (2006) 207
85. ↑ Goldsworthy (2005) 129
86. ↑ Hassall in CAH XI (2000) 337
87. ↑ Goldsworthy (2005) 136
88. ↑ Goldsworthy (2005) 136
89. ↑ Goldsworthy (2000) 127
90. ↑ Goldsworthy (2005) 209
91. ↑ Goldsworthy (2000) 127
92. ↑ Goldsworthy (2005) 52-3
93. ↑ Tácito Historiae I.59, IV.12
94. ↑ Tácito Anales 12.31-40
95. ↑ Rossi (1971) 118
76
96. ↑ Mattingly op cit 162-3, 188; Goldsworthy (2000) 156
97. ↑ Mattingly (2006) 168
98. ↑ Hassall en CAH XI (2000) 332-4
99. ↑ Birley op cit 46
100.↑ Birley op cit 46
101.↑ Flavio Arriano Ars Tactica 17.3
102.↑ Tomando los datos de Goldsworthy (1995) 95-5; Holder (1980) 86-96; Elton
(1996) 123
103.↑ Elton (1996) 123
104.↑ Davies (1988) 148
105.↑ Keppie in CAH X (1996) 396
106.↑ Mattingly (2006) 168-9
107.↑ Military Diplomas Online Introducción
108.↑ RMD Vol V Appendix 4 e.g. RMD 127, 128
109.↑ Mattingly (2006) 168-9
110.↑ Mattingly (2006) 190
111.↑ Holder (1980) 86-8
112.↑ Goldsworthy (2005) 74
113.↑ Holder (2006) 975
114.↑ www.roman-britain.org Lista de unidades auxiliares en Gran Bretaña
115.↑ Goldsworthy (2005) 94
116.↑ Hassall en CAH XI (2000) 336
117.↑ Goldsworthy (2005) 95
118.↑ Partiendo de los datos de Goldsworthy (2005) 94; Duncan-Jones (1994) 33-
41
119.↑ Duncan-Jones (1994) 34
120.↑ Goldsworthy (1995) 96
121.↑ Duncan-Jones (1994) 40
122.↑ Duncan-Jones (1994) 36
123.↑ Birley (2002) 47
124.↑ Goldsworthy (2005) 94
125.↑ Birley (2002) 47-8; Vindolanda Tablets Online Introduction: Personnel
126.↑ Goldsworthy (2005) 73
127.↑ Holder (1980) 86-8
128.↑ Goldsworthy (2005) 72
129.↑ Goldsworthy (2005) 72
130.↑ Birley (2002) 47
131.↑ Prosopographia Militiarum Equestrium Vol V (2001)
132.↑ Goldsworthy (2005) 65
133.↑ Goldsworthy (2005) 65-6
134.↑ Goldsworthy (2000) 165
135.↑ Birley (2002) 46
136.↑ Rossi (1971) 102
137.↑ Goldsworthy (2005) 137
138.↑ Rossi (1971) 104
139.↑ Campbell in CAH XII (2005) 212
140.↑ Rossi (1971) 102
141.↑ Goldsworthy (2000) 140
142.↑ Birley (2002) 43
143.↑ Goldsworthy (2005) 58
144.↑ Rossi (1971) 102
145.↑ Cheesman (1914)
77
146.↑ Davies (1988) 141-3
147.↑ Rossi (1971) 104. Rossi sugiere que la tribu de la Columna de Trajano fuera
la tribu germánica de los Aestii.
148.↑ Dión Casio LXXI.16
149.↑ Cuya abreviatura es CR
150.↑ Goldsworthy (2005) 97
151.↑ Goldsworthy (1995) 97
152.↑ Goldsworthy (2005) 96-7
153.↑ Lápidas de Vindolanda 166-177
154.↑ Goldsworthy (2005) 90
155.↑ Mattingly (2006) 200
156.↑ Lápidas de Vindolanda 154
157.↑ Davies (1988) 146
158.↑ Lápida de Vindolanda 164
159.↑ Lápida de Vindolanda 242
160.↑ Goldsworthy (2005) 92
161.↑ Davies (1988) 146
162.↑ Lápidas de Vindolanda 154
163.↑ Renuntia presente en Goldsworthy (2005) 145
164.↑ Lápidas de Vindolanda 182, 343
165.↑ Lápidas de Vindolanda 155, 180, 182, 183, 184, 207, 309
166.↑ Birley (2002) 48
167.↑ Lápidas de Vindolanda Online Introducción: Soldados y Civiles
168.↑ Goldsworthy (2005) 112-3
169.↑ Goldsworthy (2005) 146-8
170.↑ D.J. Thompson en Wacher (1988) 557
171.↑ Lápidas de Vindolanda 155, 258
172.↑ Goldsworthy (2005) 249
173.↑ Burton (1988) 424-6
174.↑ Goldsworthy (2005) 149
175.↑ Lápidas de Vindolanda 154
176.↑ Goldsworthy (2005) 91
177.↑ Lápida de Vindolanda 154
178.↑ Renuntia mostrado en Goldsworthy (2005) 145
179.↑ Burton (1988) 428
180.↑ Davies (1988) 146
181.↑ Goldsworthy (2005) 73
182.↑ Lápidas de Vindolanda 346
183.↑ Lápidas de Vindolanda 166, 311
184.↑ Lápidas de Vindolanda 311, 174, 213
185.↑ Plinio De Historia Naturali XXX.4
186.↑ Mattingly (2006) 484
187.↑ Mattingly (2006) 214-6
188.↑ Goldsworthy (2005) 108
189.↑ Mattingly (2006) 215
190.↑ Goldsworthy (2005) 110
191.↑ Goldsworthy (2005) 112-3
192.↑ Meier-Arendt Römische Steindenkmäler aus Frankfurt am Main, Museum für
Vor- und Frühgeschichte Frankfurt, Archäologische Reihe 1(1983)
193.↑ Según Holder (2003) 145
194.↑ Hassall (2000) 332
195.↑ Holder (2003) 119
78
196.↑ Goldsworthy (2005) 168
197.↑ Goldsworthy (2000)
CAPÍTULO V
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masivas coordinadas a lo largo de un Imperio mundial. Este avance se vio afectado por
cambios troncales en la vida política, social y económica romana, y del mundo
mediterráneo en general, pero también se encontraba apuntalado por una "forma
romana" característica de hacer la guerra. Esta aproximación incluía una tendencia
hacia la estandarización y sistematización del ejército, aprendizaje y copia de tácticas
extranjeras, flexibilidad en tácticas y métodos, un férreo sentido de la disciplina, una
tenaz persistencia que buscaba la obtención de la victoria en toda su extensión, y la
cohesión que les confería el ideal sobre la ciudadanía romana respaldando sus
actividades, personificada en la legión.1 Estas características se desvanecieron con el
tiempo, pero forman una base distintiva sobre la que se construyó el ascenso de Roma a
potencia mundial.
Con el tiempo, variaron los roles y equipamiento asociados al sistema militar, pero a lo
largo de la historia romana, siempre se mantuvo como una máquina de guerra
disciplinada y profesional. Los soldados se entrenaban como en cualquier otro ejército
desde el reclutamiento inicial, haciendo instrucción sobre armas y armaduras, marcha
en formación y ejercicios tácticos. El régimen normal de entrenamiento consistía en
gimnasia y natación, para mantener a los soldados en forma, lucha con armatura (armas
de madera) para aprender y perfeccionar técnicas de combate, y largas marchas con
equipamiento completo para fortalecer el aguante, fondo y acostumbrar a los soldados a
la dureza de una campaña, que solían ser de 30 Km y repetirse al menos dos veces en el
mes.3 Los ejercicios de entrenamiento de combate consistían en atacar con un gladius
de madera a un maniquí, también de madera, portando armadura completa. También
combatían entre ellos con esas mismas armas. Los legionarios eran entrenados
especialmente para lanzar estocadas desde el resguardo de sus grandes escudos
(scutums) ya que eran conscientes de que una simple herida de 3 o 4 cm de profundidad
podía causar la muerte; por eso enfatizaban las técnicas de apuñalamiento rápido en
áreas vitales o entre los huecos de la armadura. En la columna de Trajano en Roma, se
80
pueden ver imágenes de la época de soldados romanos combatiendo y les muestran con
el pie izquierdo y el escudo adelantados, mientras el pie derecho se mantenía apoyado
atrás y girado en ángulo recto hacia fuera. Esto indica un estilo de lucha parecido al
boxeo, donde el escudo es utilizado para empujar y bloquear al enemigo mientras la
espada, en la mano derecha, es utilizada para descargar el golpe de gracia. Otros
ejercicios de entrenamiento enseñaban al legionario a arrojar los pila, obedecer órdenes
y adoptar formaciones de combate.4
Un legionario portaba por regla general unos 27 kilos, entre armadura, armas y equipo
de campaña diverso. En el soldado de la Tardorrepublica y del Bajo Imperio, la carga
consistía en la armadura, si bien la lorica segmentata (armadura de placas) tenía un peso
mayor que la lorica hamata (cota de malla), la espada, un escudo, dos pila (uno más
ligero y otro más pesado), el pugio o daga y raciones de campaña para quince días.
También llevaban herramientas para cavar y construir un castra, o campamento
fortificado base de la legión. Cuando finalizaba el entrenamiento, los legionarios debían
realizar un juramento de lealtad al SPQR (Senatus Populusque Romanus, el Senado y el
pueblo romano) en época de la república, o bien al emperador en tiempos del Imperio.
Cada soldado recibía un diploma y era enviado a combatir por su vida, la gloria y el
honor de Roma.5
OPERACIONES TÁCTICAS-TEORÍA
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AUTORIDAD, INTELIGENCIA, FORTIFICACIONES, LOGÍSTICA Y MORAL
82
reorganización de tropas y defensa. Los romanos construían un nuevo campamento
cada vez que recorrían un día de marcha (alrededor de 30 km).8 Los campamentos eran
destruidos al día siguiente, antes de retomar la marcha. Además de una necesidad
militar, representaban un simbolismo religioso. Existían cuatro puertas de acceso,
conectadas por dos arterias principales, que se cruzaban en el centro del campamento,
lugar donde se encontraban las tiendas de mando. Del mismo modo, se respetaba un
espacio para la construcción de un altar donde poder llevar a cabo los oficios religiosos.
Todo se hallaba estandarizado, desde la posición del equipaje, equipamiento y unidades
del ejército específicas, hasta los deberes de los oficiales que debían distribuir
centinelas, piquetes y órdenes para la marcha del próximo día. La construcción del
campamento llevaba entre 2 y 5 horas, durante las cuales parte del ejército trabajaba,
mientras el resto montaba guardia, dependiendo de la situación táctica. Ningún otro
ejército mantenía durante tanto tiempo este método sistemático de construcción de
campamentos, incluso si el ejército descansaba por sólo un día.9
Logística. La logística romana resultó la más efectiva del mundo antiguo, a lo largo de
los siglos: desde el despliegue de agentes comerciales para comprar provisiones de
forma sistemática durante una campaña, hasta la construcción de carreteras y almacenes
de suministros, pasando por el alquiler de transporte marítimo si las tropas debían viajar
sobre las aguas. Todo el equipamiento y material pesado (tiendas, artillería, armamento
de reserva, piedras de afilar, etc) era empaquetado y transportado por animales y carros,
mientras las tropas llevaban consigo petates individuales, que incluían palas y bastones
para construir los campamentos fortificados. Como el resto de ejércitos, aprovechaban
las oportunidades puntuales, y los campos sembrados de aquellos granjeros lo bastante
desafortunados como para encontrarse cerca del área de conflicto solían ser
esquilmados para satisfacer las necesidades del ejército. Como ocurre con la mayoría de
las fuerzas armadas, un tropel de comerciantes, buhoneros, prostitutas y otros
proveedores de diversos servicios les seguía a todas partes.12
83
Moral. Si el campo de batalla potencial se hallaba próximo, el movimiento se hacía
más lento y cuidadoso. Podían mantenerse varios días en el mismo lugar estudiando el
terreno y la oposición, mientras las tropas se preparaban mental y físicamente para la
batalla. Arengas, sacrificios a los dioses y anuncios de buenos augurios podían llevarse
a cabo. También podían sucederse demostraciones prácticas para evaluar la reacción del
enemigo y elevar la moral de las tropas. Parte del ejército podía abandonar el
campamento y desplegarse en línea de batalla ante el enemigo. Si el enemigo rehusaba
mostrarse dispuesto a ofrecer batalla, el comandante podía lanzar una arenga moral a
sus hombres, contrastando la cobardía del enemigo con la resolución de sus propias
tropas.13 El historiador Adrian Goldsworthy señala que tales maniobras previas a la
batalla eran típicas de ejércitos antiguos, pues cada bando buscaba ganar la mayor
ventaja posible antes de que estallara el combate.14 Varios autores clásicos relatan
escenas de comandantes rivales negociando o debatiendo en general, como ocurre en la
famosa conversación entre Aníbal y Escipión previa a la batalla de Zama. Pero sea cual
sea la realidad de estos encuentros, o lo floridas y recargadas que fueran las palabras
utilizadas en las arengas, el único encuentro que tenía una importancia decisiva era la
batalla.
Una vez la maquinaria había comenzado a rodar, la infantería romana era por regla
general desplegada, como cuerpo principal, de frente al enemigo. Durante el despliegue
en la era romana, los manípulos se disponían comúnmente en triplex acies (triple orden
de batalla): es decir, en tres niveles, con los hastati o asteros en primera fila (la más
cercana al enemigo), los príncipes en segunda, y los veteranos triarii o triarios en la
tercera y última, en posición de rodillas, para que no se lanzaran de improviso al fragor
de la batalla, o, en ocasiones, incluso más atrás como reserva estratégica. Cuando se
sufría una derrota, la primera y segunda línea (príncipes y "hastati") retrocedían hasta
los triarios para recomponer las líneas y efectuar un contraataque o retirada organizada.
Dado que retroceder hasta los triarios era una medida desesperada, la frase "bajar a los
triarios" (ad triarios rediisse) se convirtió en una frase típica romana para referirse a
una situación desesperada.16 Con este sistema de triplex acies, escritores romanos
contemporáneos hablan de manípulos que adoptaban la formación de damero llamada
quincunx cuando eran desplegados para la batalla pero antes de entrar en combate. En la
primera línea, los asteros dejaban huecos equivalentes en tamaño al área de intersección
entre dos manípulos. La segunda línea consistía en príncipes dispuestos de manera
similar, alineados tras los huecos dejados por la primera línea. Esto mismo hacía la
tercera línea, que se colocaba entre los huecos de la segunda línea. Los vélites se
disponían aún más adelante, en una línea continua y poco compacta. La maniobra
romana era compleja, se mezclaba con el polvo de miles de soldados posicionándose, y
el griterío de oficiales que se desplazaban entre líneas intentando mantener el orden.
84
Varios miles de hombres debían reorganizarse de una formación en columna a otra de
línea, con cada unidad ocupando su lugar designado, junto a tropas ligeras y caballería.
Los campamentos fortificados se disponían y organizaban para facilitar el despliegue.
La colocación inicial podía llevar algo de tiempo, pero una vez llevada a cabo
representaba una fuerza de combate formidable, normalmente dispuesta en tres líneas
con un frente tan extenso que llegaba a ocupar más de un kilómetro y medio. 17 El
despliegue en tres líneas sería mantenido a los largo de los siglos, aunque las reformas
marianas retiraron paulatinamente la mayoría de las distinciones basadas en edad y
clase, estandarizaron el armamento y reorganizaron las legiones en unidades mayores
de maniobra como cohortes. El tamaño total del ejército y duración del servicio militar
se incrementaron sobre una base más permanente.18
85
En este punto, la legión presentaba una línea sólida frente al enemigo, con lo que se
encontraba en la formación idónea para el choque. Cuando el enemigo se aproximaba,
los asteros cargaban. Si estuvieran perdiendo terreno, la centuria 'posterior' regresaría a
su posición recreando los huecos. Entonces, los manípulos retrocederían a través de
ellos hacia los príncipes, que seguirían el mismo procedimiento de formar una línea de
batalla y cargar. Si los príncipes no eran capaces de romper las líneas enemigas, se
retirarían tras los triarios, y el ejército al completo dejaría el campo de batalla en orden
y concierto. El sistema manipular permitía enfrentarse a cualquier tipo de enemigo,
incluso en terreno accidentado, pues otorgaba flexibilidad y consistencia a la legión de
acuerdo al despliegue de sus líneas. La carencia de un cuerpo de caballería poderoso,
sin embargo, representaba una gran desventaja para las fuerzas romanas. En el ejército
tardío imperial, el despliegue general era muy similar: las cohortes se desplegaban en
un patrón quincunx. Como reflejo de la colocación inicial de los veteranos triarios en
retaguardia, las cohortes menos experimentadas (normalmente la 2ª, 3ª, 4ª, 6ª y 8ª) se
disponían en vanguardia; las cohortes más veteranas (1ª, 5ª, 7ª, 9ª y 10ª) se colocaban
tras las primeras.20
VARIACIONES EN LA FORMACIÓN
El capítulo previo relataba los procedimientos estándar, y era modificado a menudo. Por
ejemplo, en Zama, Escipión desplegó toda lu legión en una única línea para envolver a
Aníbal, tal y como éste último había hecho en la batalla de Cannas. En la imagen se
aprecia un breve resumen de las distintas formaciones alternativas:
86
FORMACIONES ALTERNATIVAS Y VARIACIONES EN EL DESPLEIGUE
.
87
comparable a olas rompiendo contra la costa, se convertía en clave para conseguir la
victoria. Otra táctica común consistía en provocar al enemigo con cambios prefijados y
misiles rápidos de los auxiliares equites (caballería auxiliar), que forzaban al ejército
rival a perseguirles. En este momento podían ser arrastrados a una emboscada, donde
sufrirían el contraataque de caballería e infantería pesada romanas.
Algunas fuentes antiguas como Polibio parecen dejar implícito que las legiones podían
luchar con huecos entre sus líneas. Sin embargo, la mayoría de las fuentes parecen
admitir que era más común formar una línea compacta que ofreciera un frente sólido.
Se han tomado varias aproximaciones para reconciliar estas ideas con los escritos
antiguos.22 Las ventajas de los huecos son obvias cuando una formación está en marcha:
puede fluir más cómodamente esquivando obstáculos y mejora la maniobrabilidad y el
control. Tal y como los romanos hacían en tiempos de la República, posicionar
equipajes entre las líneas, de modo que la carga no era fácilmente capturada y el ejército
podía disponerse con rapidez para la batalla utilizando éstos como cobertura. Cuando la
marcha de aproximación finalizaba, sería muy difícil desplegar un ejército ileso en
cualquier terreno que no fuera totalmente llano, sin algún tipo de intervalo. Muchos
ejércitos antiguos utilizaban huecos de algún tipo, incluso los cartagineses, que
replegaban a sus escaramuzadores a través de esos espacios antes de que comenzara el
combate principal. Incluso otros ejércitos más desorganizados como los germanos
cargaban en grupos diferenciados con pequeños huecos entre líneas, en lugar de
marchar en línea.23 Luchar con discontinuidades en la línea es posible, por tanto, tal y
como aseguran escritores como Polibio. Lo que, de acuerdo a aquellos que defienden
que la formación de quinqux era la principal matriz de falange romana, hizo que la
táctica romana destacara, era que sus intervalos eran por regla general más grandes y
sistemáticamente organizados que los de otros ejércitos de la Antigüedad. Cada hueco
era cubierto por manípulos o cohortes de líneas posteriores. Cualquier penetración de
importancia no ocurriría sin más: no sólo sería golpeada lateralmente cuando cruzara el
nivel de la primera línea, sino que sería recibida por unidades agresivas avanzando para
cubrir el espacio.24 Desde una visión más general, a medida que la batalla ganaba o
perdía intensidad, nuevas unidades de refresco se desplegarían a través de los intervalos
para relevar a los soldados de primera línea, permitiendo una presión continua hacia
adelante. Un escenario posible para no utilizar huecos es un campo de batalla de
espacio limitado, como una colina o garganta, donde es imposible expandirse sin límite.
Otro podría ser una formación de ataque determinada, como la flecha discutida más
arriba, o un movimiento envolvente como el de la batalla de Ilipa. Otro podría ser una
maniobra de cierre, cuando se construye una línea sólida para efectuar un último
empujón final, como ocurrió en la batalla de Zama. En el clamor de la batalla también
era posible que, a medida que las unidades se fusionaban en línea, el espacio de tablero
se comprimiera o incluso desapareciera, y un espectador vería una línea más o menos
sólida combatiendo al enemigo. En los ejércitos de Julio César, la utilización del
quincunx y sus espacios parecía haber declinado, y sus legiones generalmente se
disponían en tres líneas compactas como se muestra más arriba, con cuatro cohortes al
frente, y tres de manera escalonada. Esta formación seguía siendo flexible, sin embargo,
y seguía utilizando huecos y adoptando una o dos líneas de acuerdo a las necesidades
tácticas.25
88
Otra característica única de la infantería romana era la profundidad de su espaciado. La
mayoría de los ejércitos antiguos se desplegaban de forma más superficial,
particularmente las tropas de falange. Las falanges podían incrementar su profundidad
para añadir aguante y poder de choque, pero su aproximación general seguía
favoreciendo una línea maciza, en contraposición con la disposición de tres líneas
romana. La ventaja principal del sistema romano consistía en la proyección del poder
de ataque hacia adelante continuamente, durante un periodo mayor de tiempo -
renovando constantemente la presión en el frente - hasta que se rompía la línea
enemiga. Entonces era el momento para enviar al combate a la segunda y tercera línea.
Dicha operación requería cuidadosa deliberación por parte del comandante romano: si
se lanzaban demasiado pronto, podían verse envueltas en la lucha frontal y terminar
exhaustas. Si, por el contrario, se desplegaban demasiado tarde, podrían ser barridas por
la primera línea en retirada cuando comenzara a romperse. Había de mantenerse un
estricto control, de ahí que la tercera línea (los triarios) fuera en ocasiones ordenada
arrodillarse o acuclillarse, evitando así que acudieran al frente de forma prematura. El
comandante romano se encontraba constantemente en movimiento, de un lugar a otro, y
a menudo cabalgando a retaguardia en persona para guiar a los refuerzos, si no había
tiempo para mandar un mensajero. El gran número de oficiales en el ejército romano, y
la subdivisión flexible en unidades más pequeñas como cohortes o manípulos, ayudaba
en gran medida a la coordinación de estos movimientos.26 Fuera cual fuese la formación
adoptada, sin embargo, la presión continua del combate hacia el frente se efectuaba de
modo constante:
89
Varios actores muestran una variante del testudo o formación de tortuga romana.
• Repellere equites ("repeler caballos") era la formación utilizada para resistir las
cargas de caballería. Los legionarios asumían una formación en cuadro,
sosteniendo sus pila como lanzas en el hueco entre dos escudos, y se
dispondrían hombro con hombro.
• A la orden eicere pila ("lanzar pila", los legionarios arrojaban sus pila al
enemigo.
• A la orden cuneum formate ("formad en flecha"), la infantería formaba una
flecha para cargar y romper la línea enemiga. Esta formación se utilizaba como
táctica de choque.
• A la orden contendite vestra sponte ("Enfrentaos a vuestro rival"), los
legionarios asumían disposición agresiva y atacaban a cualquier rival que se les
opusiera.
• A la orden orbem formate ("formad en orbe"), los legionarios asumían una
formación circular, con los arqueros situados en el centro y tras los legionarios,
suministrando fuego de cobertura. Esta táctica se utilizaba principalmente
cuando un pequeño destacamento debía mantener una posición y se hallaba
rodeado de enemigos.
• A la orden ciringite frontem, los legionarios mantenían la posición.
• A la orden frontem allargate ("ensanchad el frente"), los legionarios se
dispersaban en una formación más suelta. Esta orden se utilizaba principalmente
cuando recibían fuego de flechas enemigas durante una carga.
• A la orden testudinem formate ("formad en tortuga"), los legionarios adoptaban
la formación en testudo o tortuga. Se movía lentamente pero resultaba
prácticamente impenetrable al fuego enemigo, y por tanto muy efectiva durante
asedios o cuando se enfrentaban a un copioso fuego enemigo. Sin embargo,
resultaba una formación débil para el combate cuerpo a cuerpo, por lo cual sólo
se adoptaba cuando el enemigo se hallaba lo suficientemente lejos para que los
legionarios tuvieran tiempo de recomponer la formación antes de recibir la
carga rival.
• A la orden Agmen formate ("formad en cuadro"), los legionarios se disponían en
cuadro, formación más común de una centuria durante la batalla.
90
Sitiando ciudades.
91
Bretaña, fueron construidos diques y rompeolas para asaltar los fuertes costeros galos.
También se utilizaron zanjas, trincheras enfrentadas, y otros trabajos en las luchas
internas entre César y Pompeyo, mientras los oponentes maniobraban uno contra otro
en batalla campal.29 En los últimos tiempos del Imperio, la utilización extensiva de estas
fortificaciones declinó, paralelamente a la utilización de la infantería pesada. De
cualquier modo, representaron un punto de inflexión para la ascensión incansable de
Roma como poder hegemónico en el mundo antiguo.30
92
con su propio estilo de lucha, así como unidades de choque de elefantes de guerra.31
Tales fuerzas "variadas" presentaban problemas de organización y comando. Si eran
manejadas por un líder que fuera capaz de organizarlas y combinarlas en combate,
resultaban altamente eficientes. Las campañas de Alejandro, Pirro y Aníbal (una
formación al estilo helénico con armas combinadas) así lo demuestran. Sin una
cohesión permanente y líderes mediocres, sin embargo, su eficacia resultaba desigual,
como atestigua la fuerza provisional reunida por Aníbal para luchar en Zama. Para
cuando los romanos se enfrentaban a los ejércitos helenísticos los griegos habían dejado
de utilizar tropas de protección en los flancos y contingentes de caballería, y su sistema
de combate había degenerado en un mero choque de falanges. Una formación de este
estilo fue la que los romanos enfrentaron y derrotaron en Cinoscéfalos.
93
CAPÍTULO VI
El sistema de las falanges de Pirro resultó una prueba de fuego para los romanos. A
pesar de varias derrotas, infligieron al rey del Epiro tales pérdidas que la expresión
"victoria pírrica" se convirtió en sinónimo de victoria inútil. Como comandante hábil y
experimentado que era, Pirro disponía un sistema de falange mixto típico, incluyendo
tropas de choque de elefantes de guerra, formaciones de infantería ligera (peltastas),
unidades de élite y caballería para apoyar a la infantería pesada. Utilizando este método
fue capaz de derrotar a los romanos en dos ocasiones, con una tercera batalla de dudoso
resultado o que resultó en una escasa victoria táctica romana. Las batallas a
94
continuación ilustran las dificultades de combatir contra las fuerzas de falange. Si se
hallaban correctamente liderados y dispuestos (es interesante por ello comparar a Pirro
con la disposición de Perseo huyendo en Pidna), presentaban una alternativa creíble a la
legión pesada. Los romanos, en cualquier caso, aprendían de sus propios errores. En las
batallas posteriores a las Guerras Pírricas, se mostraron como perfectos conocedores de
la falange helénica.
• Batalla de Heraclea.
• Batalla de Asculum.
• Batalla de Benevento.
95
Batalla de Heraclea
ANTECEDENTES
PREPARATIVOS
96
Contexto geográfico de la batalla de Heraclea.
Después de salir del Epiro, Pirro tomó prestadas algunas falanges del rey Ptolomeo
Cerauno de Macedonia, y pidió naves, soldados y dinero a los reyes de Siria (Antíoco)
y de Antioquía (Antígono II Gónatas). El rey ptolemaico prometió enviarle 9.000
soldados y 20 elefantes de guerra. También pudo reclutar soldados en Grecia -jinetes de
Tesalia y arqueros de Rodas- dado que los regentes griegos querían evitar la guerra con
los epirotas. Parte de estas fuerzas deberían defender Epiro en ausencia de Pirro. En la
primavera de 280 a. C. Pirro llegó a las costas de la Península Itálica. Tras la noticia de
la llegada de Pirro, los romanos movilizaron ocho legiones y algunas unidades
auxiliares de sus aliados, en total 80.000 soldados, divididos en cuatro ejércitos que
atacarían a los griegos antes de que pudieran reunirse:
97
LA BATALLA
Cuando Pirro comprendió que los refuerzos lucanos, samnitas y brucios que esperaba
tardarían en llegar, por lo que decidió tomar posiciones en una llanura de la orilla
izquierda del río Siris (actual río Sinno), entre Pandosia y Heraclea, confiando en que la
dificultad de los romanos para vadear el río le daría tiempo para esperar a sus aliados.
Contaba con 25.000 - 35.000 hombres. El bando romano contaba en sus filas con
30.000 soldados acampados en el margen derecho. Levino sabía que el tiempo jugaba
en su contra por la dificultad de conseguir suministros para su ejército en territorio
enemigo. Esta fue la primera vez que se enfrentaron dos ejércitos de organización tan
dispar: la legión romana y la falange macedónica. Al amanecer, la infantería romana
intentó cruzar el río, siendo rechazados por la vanguardia que Pirro había dispuesto para
la defensa de los vados. Levino entonces envió su caballería a buscar un paso más
lejano por donde atravesar el río; una vez conseguido esto, los jinetes romanos atacaron
con éxito la vanguardia griega y permitieron que el grueso del ejército romano
franqueara el cauce. Pirro, con su caballería tesálica, acudió a hacerles frente antes de
que se hicieran fuertes en la orilla izquierda, mientras su infantería marchaba detrás,
pero no pudo evitar que los romanos vadeasen completamente el río y se desplegasen.
98
Entablada la batalla, Pirro intercambió su indumentaria con uno de sus oficiales
llamado Megacles, quien resultó muerto en el combate poco después; en el campo de
batalla se difundió la noticia de que el rey había muerto, lo que trajo la desmoralización
al bando griego; Pirro tuvo que recorrer las filas griegas a cara descubierta para
convencer a sus hombres de que todavía seguía vivo. La igualdad de las fuerzas
combatientes hizo que el encuentro se mantuviera en un estado incierto hasta el
momento en que Pirro envió a los elefantes de guerra a primera línea. La presencia de
estos animales, desconocidos hasta entonces en Italia, tuvo una participación decisiva
en el desarrollo del combate: la caballería romana se retiró en desbandada, y la
infantería romana, presa fácil de la caballería tesálica y los elefantes, retrocedió hasta el
otro lado del río, dejando el campo a los griegos. Según Dionisio de Halicarnaso,
15.000 soldados romanos perdieron la vida y miles fueron hechos prisioneros, mientras
las fuerzas de Pirro tuvieron 13.000 bajas. Jerónimo de Cardia estima las pérdidas en
7.000 romanos y 4.000 griegos. La gran cantidad de bajas entre sus propias fuerzas
llevaron a Pirro a pronunciar la famosa frase "otra victoria como ésta y estamos
perdidos" o según otros autores "otra victoria como esta, y volveré solo al Epiro".
SECUELAS
ANTECEDENTES
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Roma. En las Guerras Pírricas los samnitas fueron el pueblo itálico que más apoyó a
Pirro de Epiro, debido a su profundo odio a los romanos. Roma venció sucesivamente a
los pueblos del Lacio, a los etruscos, a los galos (quienes se habían instalado en la
llanura del Po) a los samnitas y, finalmente, decidió comenzar la conquista del sur de la
península Itálica, también conocida cómo la Magna Grecia entre los pueblos helenos.
Esta región era un territorio que abarcaba las antiguas colonias griegas de la costa
(Tarento y Crotona) y los pueblos nativos del interior (mesapios, oscos, apulios, brucios
y daunios).
Las Guerras Pírricas tuvieron su origen en una violación por parte de Roma de un
antiguo tratado entre esta y la polis griega de Tarento, al enviar una flota en ayuda de la
ciudad de Turios contra las incursiones de las tribus de Lucania. Tarento atacó la flota
romana, lo que, pese a intentar solucionarlo diplomáticamente, llevó a la declaración de
guerra. Los tarentinos pidieron ayuda a Pirro de Epiro quien aceptó ir en ayuda de
Tarento. Pirro llegó a Italia en el año 280 a. C. con 25.000 soldados y algunos elefantes.
El primer enfrentamiento se llevó a cabo en Heraclea de Lucania, donde el romano
Publio Levino fue derrotado perdiendo a más de 7.000 hombres. Pese a haber vencido
la batalla, Pirro perdió a un gran número de soldados. Aunque, posiblemente, el golpe
más duro que recibió fue que muy pocos nativos itálicos se le unieron en su guerra
contra Roma, en contra de lo que él esperaba.
Pirro decidió entonces avanzar hacia la Campania. Pero, tras no poder tomar Capua,
decidió avanzar hacia Roma con la esperanza de reclutar pobladores de las ciudades por
las que pasaban.3 Tuvo que dar media vuelta estando a tan solo 30 km de la ciudad,
debido a la falta de apoyo local. Su intención era imponer duras condiciones de paz a
Roma, pero esta no aceptó negociar con él. Los romanos devolvieron a Pirro todos los
prisioneros que este había hecho liberar para comenzar las conversaciones. En su
100
retirada hacia el sur desde Roma, Pirro fue alcanzado por el ejército romano en una
llanura rodeada de colinas cerca de la ciudad de Ausculum, a 130 km de Tarento.
EJÉRCITOS ENFRENTADOS
En este segundo encuentro entre las falanges macedonias y las legiones romanas, ambos
ejércitos se encontraban en igualdad numérica. Los romanos tenían un mayor número
de soldados de infantería (cuatro legiones, 20.000 romanos, más los aliados daunios) y
300 armas especiales. Pirro desplegó su infantería macedonia y su caballería (sus
propias tropas), infantería mercenaria griega, aliados griegos de Italia, incluida la
milicia tarentina, la caballería e infantería samnitas y 20 elefantes de guerra.4 Los
griegos tenían ventaja en cuanto a caballería y los elefantes. Para contrarrestar la
flexibilidad de la legiones romanas, Pirro mezcló la infantería ligera itálica con sus
falanges. Después de la batalla de Heraclea, donde los elefantes de guerra griegos
produjeron un gran impacto sobre los romanos, las legiones se surtieron de proyectiles
y armas especiales contra los animales: carros de bueyes equipados con largas picas,
recipientes de cerámica ardiendo para asustarlos, además de tropas que se desplegaban
para proteger al resto del ejército y lanzar jabalinas y otros proyectiles contra las bestias
para que retrocedieran.
LA BATALLA
La batalla transcurrió durante dos días. Como era normal en aquella época, ambos
ejércitos desplegaron su infantería en el centro y la caballería en los flancos. Al
principio, Pirro situó a su guardia montada personal y a los elefantes de guerra justo
detrás de la infantería como reserva.5 En el primer día, la caballería y los elefantes de
Pirro fueron bloqueados por los árboles y colinas donde se desarrollaba la batalla. Sin
embargo, las falanges no tuvieron inconvenientes en su enfrentamiento con la infantería
itálica. Los macedonios derrotaron a la primera legión romana y sus aliados itálicos del
ala izquierda, pero la tercera y cuarta legiones derrotaron a los tarentinos, oscos y
epirotas en el centro, mientras que los daunios atacaban el campamento griego.6 Pirro
envió a parte de su caballería de reserva a tapar el hueco en el centro de su formación y
a otro grupo de caballería, más algunos elefantes, para ahuyentar a los daunios. Cuando
estos se retiraron hacia una colina escarpada e inaccesible para los animales, decidió
desplegar sus elefantes contra la tercera y cuarta legiones. Estas también se refugiaron
en las colinas arboladas, pero se vieron imposibilitadas de aprovechar la ventaja, ya que
los arqueros y honderos que escoltaban a los elefantes dispararon proyectiles con fuego,
incendiando los árboles. Pirro decidió enviar a los atamanios, acarnanios (ambos
pueblos griegos aliados de los epirotas) y samnitas para forzar a sus adversarios a salir
de la arboleda, pero fueron dispersados por la caballería romana. Ambos bandos se
retiraron de la batalla al anochecer sin que ninguno hubiera conseguido una clara
ventaja. Al amanecer, Pirro ubicó a su infantería ligera en el duro terreno que había
resultado ser un punto débil el anterior día, lo que forzó a los romanos a entablar batalla
en campo abierto. Al igual que en Heraclea,7 las legiones romanas y falanges
macedonias trabaron combate hasta que una carga de elefantes apoyados por infantería
ligera rompió la línea romana. En ese momento, los romanos enviaron a sus «carros
antielefantes», pero estos solo resultaron efectivos durante unos breves instantes ya que
los psiloi, tras rechazar a la caballería romana, arrollaron a los soldados que conducían
los carros. Los elefantes cargaron de inmediato contra la infantería, que comenzó a
retroceder. Simultáneamente, Pirro cargó con su guardia personal para completar su
victoria. Los romanos se retiraron desordenadamentea su campamento.8
101
CONSECUENCIAS
Los romanos perdieron 6.000 hombres, y Pirro, 3.500,9 incluidos muchos de sus
oficiales. Esta victoria griega, con tan escaso margen y grandes pérdidas, llevó a la
creación del término victoria pírrica para referirse a una victoria que se consigue con
un gran coste humano.10 Pirro, en un momento posterior a la batalla, dijo: «Otra
victoria como esta y estaremos acabados», aunque otras fuentes sugieren que fue:
«Otra victoria como esta y volveré solo a Epiro».11 Según la tradición Publio Decio
Mus murió durante la batalla, al entregar su vida a los dioses a cambio de la victoria;
otros escritos sugieren que sobrevivió. Sabiendo que su situación era desesperada,
debido a las grandes pérdidas que había sufrido pese a la victoria, Pirro ofreció una
tregua a Roma. Sin embargo, el Senado Romano se negó a aceptar cualquier acuerdo
mientras Pirro mantuviese sus tropas en territorio italiano. Roma, en cambio, decidió
firmar un tratado con Cartago contra Pirro, lo que cortó su carrera militar, ya que las
ciudades griegas, a las que él decía defender sentían que por su culpa habían perdido la
oportunidad de aliarse tanto con Roma como con Cartago. La única esperanza griega
habría sido aliarse con una de las dos potencias y provocar un enfrentamiento entre
ellas. Muchas de estas ciudades le retiraron el apoyo. Además, el hecho de que pese a
seguir venciendo en todas las batallas perdía más hombres de los que se podía permitir,
llevó a que se trasladara a Sicilia luego de dos campañas. Allí, los cartagineses ya se
encontraban asediando Siracusa por lo que Pirro se desvió y tomó posiciones en
Panormo, negándose a entregar Sicilia a Cartago, y llegó a acorralar a estos en Lilibea.12
Finalmente, Pirro fue derrotado en suelo itálico en la batalla de Benevento en el año
275 a. C., tras lo cual regresó a su tierra.
La Batalla de Benevento, ocurrió en el 275 a. C., y fue la última batalla entre las
fuerzas de Pirro de Epiro (con sus aliados samnitas) y las legiones romanas,
comandadas por el cónsul Manio Curio Dentato ,aunque ,el número de soldados en los
dos ejércitos no se conoce. No se tienen muchos datos de la batalla, pero si se sabe, que
Pirro se encontraba debilitado debido a la guerra en Sicilia y sus victorias pírricas sobre
los romanos, por lo que sus tropas se encontraban desmoralizadas, además, los romanos
habían aprendido a neutralizar a los elefantes (verdaderos artífices de las victorias de
Pirro) mediante flechas que en su punta tenían cera ardiendo, por lo que en la batalla en
Benenvento los elefantes se desbandaron aplastando a amigos y enemigos. Aunque la
batalla no se decidió para ningún bando, Pirro perdío a sus mejores tropas, y en esa
época en una batalla se debía tener las mínimas bajas, por lo que tuvo que regeresar a
Epiro. Debido a ello los samnitas fueron finalmente sometidos y toda la Magna Grecia
se perdió, aunque sus ciudades mantuvieron sus privilegios con la condición que juraran
lealtad a Roma. Los romanos nunca pudieron vencer a Pirro en una batalla, pero si
consiguieron desgastarlo y ganar la guerra a unos de los mejores generales de la Edad
Antigua, las Guerras Pírricas demostró la superioridad de las legiones romanas frente a
las falanges macedonias, debido a su mayor movilidad. Nunca más los helenos tendrían
un general tan capacitado para enfrentrase a Roma.
BATALLA DE PIDNA
102
era algo accidentado, y la poderosa formación de falange perdió su férrea cohesión. Los
romanos absorbieron el choque inicial y contraatacaron; su formación más espaciada y
presión incesante se mostraron decisivas en el combate cuerpo a cuerpo en terreno
desigual. En combate cerrado, la espada y escudo neutralizaban la sarissa, y las armas
suplementarias de los macedonios (armadura más ligera y una espada más corta, la
clásica xifos) les colocaban en inferioridad ante el hábil y agresivo asalto por parte de la
infantería pesada romana. Perseo no consiguió desplegar de forma eficiente tropas de
apoyo para ayudar a la falange en momento de necesidad. En realidad, parece que huyó
en cuanto la situación comenzaba a deteriorarse sin siquiera utilizar a la caballería. La
contienda se decidió en menos de dos horas, con una completa derrota para el Reino de
Macedonia.
Las técnicas de ruptura de falanges enemigas ilustran con mayor detalle la flexibilidad
del ejército romano. Cuando se enfrentaban a ejércitos falangistas, las legiones solían
desplegar a los vélites frente al enemigo con la orden contendite vestra sponte, para
causar confusión y pánico en los sólidos bloques de la falange. Mientras, los sagittarii o
arqueros auxiliares se situaban en las alas, frente a la caballería, para cubrir la retirada
de los vélites. Estos arqueros generalmente recibían la orden de eiaculare flammas -
lanzar flechas incendiarias - como ocurrió en la batalla de Benevento. Las cohortes
avanzaban entonces en formación de flecha, apoyados por el fuego de vélites y
auxiliares, y cargaban sobre la falange en un punto concreto, rompiendo su formación.
Después, la flanqueaban utilizando la caballería para asegurar la victoria.
103
encontraban deseosos de devolver la humillación sufrida en Italia y permanecían a la
defensiva, pero con una incesante tenacidad atacaban en otros lugares, para finalmente
destruir a sus enemigos.35 También aprendieron de esos enemigos. Las operaciones de
Escipión el Africano consistían en una evolución de aquellas con las que se había
enfrentado Aníbal previamente, mostrando un nivel superior de innovación, preparación
y organización (comparado con Sempronio en la batalla del Trebia, por ejemplo). La
contribución de Escipión consistió en parte en implementar una maniobrabilidad más
flexible de las unidades tácticas, en lugar del ataque frontal en triple línea que defendían
sus contemporáneos. También aprovechó de manera más eficiente la caballería, un arma
que tradicionalmente menospreciaban los romanos. Sus operaciones incluyeron
movimientos de tenaza, línea de batalla consolidada, y formaciones "inversas a Cannas"
junto a movimientos de caballería. Sus victorias en Hispania y la campaña africana
demostraron una nueva sofisticación en la forma de hacer la guerra romana, y
reafirmaron la capacidad romana de adaptarse, persistir y sobreponerse a las
dificultades.36 Ver en detalle las batallas:
• Batalla de Baecula
• Batalla de Ilipa
• Batalla de Zama
LA BATALLA DE BAECULA
La batalla de Baecula fue un conflicto militar que tuvo lugar en el año 208 a. C.,
durante la Segunda Guerra Púnica, entre Cartago y la República romana. En ella se
enfrentaron el ejército cartaginés, comandado por Asdrúbal Barca, y el ejército romano,
a las órdenes de Publio Cornelio Escipión el Africano. La batalla supuso el primer
enfrentamiento a gran escala de Escipión el Africano contra los cartagineses en batalla
campal, después de que hubiese tomado el mando del contingente romano en la
península Ibérica. La batalla, planteada con la intención de frenar la marcha de
Asdrúbal hacia Italia, se saldó con victoria romana, si bien el ejército cartaginés pudo
finalmente escapar hacia el norte. Otra de las consecuencias de la batalla fue que el
ejército romano pudo tomar una posición vital para proseguir desde ahí la conquista del
valle del Guadalquivir.
PRELUDIO
Tras el ataque por sorpresa de Escipión que llevó a la captura de Carthago Nova, los
tres ejércitos cartagineses que se encontraban desplegados en la península Ibérica
permanecieron separados, lo cual dio a los romanos la posibilidad de enfrentarse a cada
uno de ellos por separado.
A comienzos de 208 a. C., Escipión marchó contra Asdrúbal Barca , cuyo ejército se
encontraba pasando el invierno en la ciudad de Baecula, ubicada en la parte alta del río
Betis (hoy Guadalquivir). Tras conocer el acercamiento de los romanos, Asdrúbal
trasladó su campamento a una posición muy sólida para su defensa, en lo alto de una
meseta escarpada en el sur de Baecula, protegida por valles en los flancos y el río en el
frente y la retaguardia. Además, la meseta estaba formada por dos escalones, y Asdrúbal
colocó sus tropas ligeras en el inferior y a su campamento principal en la parte más alta.
Tras su llegada, Escipión primero dudó sobre cómo atacar una posición tan fuerte, pero
a sabiendas de que los otros dos ejércitos cartagineses podían aprovecharse de su
inacción para unir sus fuerzas con Asdrúbal, decidió actuar el tercer día.
104
LA BATALLA
HECHOS POSTERIORES
LOCALIZACIÓN
105
Tomé, concretamente en el oppidum de Turruñuelos, que sería la población de Baecula
que citan las fuentes clásicas, y que dista unos 60 km de Cástulo; próximo a este
oppidum se encuentra el Cerro de las Albahacas, donde habría acontecido la batalla. Las
campañas de prospección arqueológica realizadas en 2006 y 2007 por el Centro
Andaluz de Arqueología Ibérica habrían confirmado estos planteamientos, a través del
hallazgo de restos de armas y monedas púnicas que datarían de la época de la batalla.
BATALLA DE ILIPA
La batalla de Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla) tuvo lugar en la primavera del
año206 a. C., enfrentando a los ejércitos cartagineses contra las legiones romanas. El
resultado fue una de las más importantes derrotas de los cartagineses en terreno
hispano, durante la Segunda Guerra Púnica. Esta batalla fue decisiva en la retirada
cartaginesa durante la conquista romana de Hispania.
TRASFONDO HISTÓRICO
ORDEN DE BATALLA
El comandante de las tropas pinicas en esa batalla fue Asdrúbal Giscón, que comandaba
un ejército superior en número al de los romanos: 50.000 infantes, 4.000 jinetes y 32
elefantes. Asdrúbal colocó a los infantes africanos en el centro y a sus lados a los
aliados iberos. Como era costumbre, dispuso la caballería en ambas alas, detrás de los
elefantes. El ejército romano, dirigido por Publio Cornelio Escipión el Africano estaba
formado por 45.000 infantes y 3.000jinetes.
PRELIMINARES
Por la mañana, «el Africano» sacó a los equites (jinetes) romanos y a los vélites
(soldados ligeros armados con escudo y varias jabalinas) y los dirigió al campamento
cartaginés; detrás de ellos iba el resto del ejército en columnas que formaron una línea
de combate con romanos e itálicos en los flancos e hispanos en el centro. Asdrúbal
frenó la avanzadilla con sus jinetes y tropas ligeras; más tarde todo el ejército se colocó
en posición de batalla. Durante horas, ambos ejércitos estuvieron realizando
escaramuzas. Luego, Escipión coloco a los «velites» en las alas del ejército. El general
formó a todas sus tropas en la más que conocida «triplex acies» y comenzó a realizar un
juego de formaciones, cambiando constantemente y dejando absortos a los cartagineses
que veían como el ejército enemigo se les iba acercando cada vez más.
106
LA BATALLA
Los "velites" iniciaron la batalla arrojando lanzas contra los elefantes, que huyeron
asustados y heridos por los proyectiles; los legionarios y las «alae» atacaron con fuerza
a los hispanos que se defendieron ferozmente. El centro del ejército cartaginés estuvo
largo rato sin entrar en batalla, observando como los romanos atacaban con gran
determinación aplastando a los púnicos. Estos africanos serían atacados más tarde por
los aliados y/o mercenarios hispanos del ejército romano. A pesar del gran número de
soldados cartagineses, los romanos iban presionando cada vez más y más, rompiendo
líneas, lo que originó que los defensores fueran retrocediendo. Era tanta la presión que
los soldados de Escipión creaban a los de Asdrúbal, que cuando los romanos avanzaron
hacia delante, los cartagineses cayeron y empezaron a huir. Estos últimos, volvieron a
reorganizarse en la colina del campamento, pero cuando volvieron a ver a sus
infatigables atacantes volvieron a escapar..
CONSECUENCIAS
Tras la gran derrota, los aliados hispanos comienzan a abandonar el ejército cartaginés y
Asdrúbal Giscón, al no ver oportunidad de victoria en la Guerra en Hispania, se retira,
dejando miles de muertos y más territorio de la Península Ibérica para que los romanos
pudiesen conquistarlo. Por su parte, Escipión persiguió a los cartagineses hasta África,
derrotando finalmente a un Aníbal apresuradamente retornado desde Italia en Zama.
Como recompensa a los heridos y veteranos de ésta y otras batallas en la Península,
Escipión repartió tierras en el valle del Guadalquivir, y fundó aquel mismo año la
ciudad de Itálica, cerca del escenario de la batalla de Ilipa.
BATALLA DE ZAMA
ANTECEDENTES
En el Año 210 a. C., con el ejército de Aníbal Barca aún merodeando por el sur de
Italia, el joven Publio Cornelio Escipión es elegido como comandante de las fuerzas
romanas en Hispania. La elección fue, por un lado, sorprendente, dada su juventud e
inexperiencia en temas de relaciones públicas; sin embargo, por otro lado, no fue tan
extraña si se considera que las ideas de Escipión sobre cómo conducir la guerra contra
Cartago reflejaban el clamor del pueblo que pedía acción. Como postura contraria
estaba la de Quinto Fabio Máximo, que aún mantenía la teoría de aburrir a Aníbal hasta
la muerte y, así, hastiado por la pasividad, el cartaginés regresaría a casa; en cierto
modo, funcionó. Unos años después, el que fuera hijo de un cónsul de la Segunda
Guerra Púnica había demostrado ser un estratega excepcional, tras la conquista de
Cartago Nova, la victoria sobre Asdrúbal en Baecula y otra victoria, tácticamente
perfecta, en la batalla de Ilipa. El año 205 a. C. fue nombrado cónsul mientras se oponía
directamente a Fabio y su estrategia pasiva. Escipión propuso sacar a Aníbal de Italia de
la única forma posible: llevando la guerra directamente a Cartago. A estos efectos, y a
pesar de la oposición de algunos senadores, le fue asignado el mando de Sicilia y sus
dos legiones, principalmente remanentes y veteranos la batalla de Cannas. Tras reforzar
su ejército consular con nuevos reclutas, zarpó hacia el Norte de África, donde derrotó a
107
los cartagineses por tierra y mar, en una serie de rápidas maniobras. Esto obligó a los
púnicos a negociar la paz.. Mientras tanto, el ejército de Magón - destinado a reforzar
las tropas de Aníbal - había sido destruido en Liguria, inutilizando así la "estrategia
italiana" del general. Aníbal regresó ante las demandas de la capital, y los ahora
envalentonados cartagineses rompieron el tratado de paz con una serie de acciones que
los romanos atribuyeron a la naturaleza "traicionera" de los púnicos. Sin embargo, el
ejército de Aníbal no se encontraba en su mejor momento. El apoyo político-militar
romano en el conflicto por el trono númida había facilitado a Escipión los servicios de
Masinisa, nuevo rey de Numidia (algo que le daría acceso a la excelente caballería
ligera númida). Conocedor de estos hechos, Aníbal confió en poder presentar batalla a
Escipión antes de que pudiera reunirse con su aliado. Para reforzar su diezmada
caballería, que incluía aproximadamente 2.000 jinetes númidas liderados por Tiqueo1 ,
amigo de Sifax, Aníbal entrenó rápidamente un cuerpo de ochenta elefantes de guerra.
Con ambos generales listos para presentar batalla, el choque terminaría produciéndose
en Zama, cerca del pueblo de Naraggara. No obstante, antes de la batalla el cartaginés
se entrevistó con Escipión para buscar un final pactado a la guerra, en vista de las
imprevisibles consecuencias de la batalla. La propuesta fue rechazada por Escipión,
quien pedía la rendición incondicional de Cartago.
LA BATALLA
108
DISPOSICIÓN INICIAL
Aníbal formó a sus 37.000 infantes (50.000, según Apiano) en tres líneas, 3.000 jinetes
a los flancos y alrededor de 80 elefantes2 en el frente. Este número de elefantes es
mucho mayor que el que normalmente utilizaba Aníbal. Escipión formó alrededor de
20.000 legionarios, más 14.000 auxiliares, que incluían 6.000 númidas traídos por
Masinisa,3 2.700 equites. Los cartagineses formaron 3 unidades colocando a los 80
elefantes al frente; la primera unidad estaba formada por la cifra de 12.000 infantes
entre ligures, galos, mauritanos y baleares1 ; la segunda, por africanos y cartagineses, de
los cuales, entre éstos últimos, había muchos ciudadanos que iban a luchar para
defender su tierra, y una legión de 4.000 macedonios4 al mando de Sópatro;5 y la tercera
unidad estaba formada por la infantería veterana de Aníbal, en su gran mayoría brutios,
directamente bajo sus órdenes. Los romanos adoptaron la disposición clásica de batalla
de la legión, denominada triplex acies: con los jabalineros hastati en primera línea, los
lanceros principes en segunda, y los veteranos triarii, armados con lanzas largas, detrás.
Las unidades se encontraban separadas por pequeños pasillos que les permitían
maniobrar, por los cuales debían escapar los hostigadores vélites cuando la carga
cartaginesa se hiciera insostenible, al mismo tiempo que evitarían que los elefantes
rompieran la formación.
PRIMERA FASE
Escipión el Africano
Con ambos ejércitos frente a frente, los romanos soplaron los cuernos de batalla.
Cundió el nerviosismo entre algunos de los elefantes - pues habían sido capturados
recientemente -, que retrocedieron en estampida contra la propia caballería númida de
Tiqueo, creando un gran desorden. Escipión tomó dos medidas geniales para
contrarrestar el ataque de los elefantes: ordenó a sus hombres bruñir corazas, cascos y
cualquier cosa de metal, de tal modo que el sol se reflejara en ellos y deslumbrara a los
animales, y tomó, así mismo, la compañía de músicos y los llevó a vanguardia, donde
sus cuernos y trompetas espantaron a los animales de la izquierda, de tal modo que
retrocedieron y sembraron la confusión entre la caballería númida. Masinisa ordenó
cargar a su caballería númida contra la menos numerosa de Tiqueo. Los elefantes,
lanzados a la carga contra la infantería romana, tuvieron un efecto limitado gracias a los
pasillos que había dejado Escipión. Atacados desde los flancos por las lanzas de los
legionarios, los elefantes murieron o retrocedieron hacia las líneas cartaginesas. La
109
caballería italiana de Lelio atacó, persiguiendo a los jinetes cartagineses fuera del
campo de batalla.
SEGUNDA FASE
Los supervivientes del ejército de Magón se lanzaron contra los hastati, acabando con
gran número de ellos. Aníbal ordenó avanzar a la segunda unidad para apoyar el ataque;
sin embargo, los legionarios romanos comenzaron el contraataque antes de que llegara
el apoyo. Provistos de sus escudos corporales, consiguieron rechazarles. Esta falta de
cooperación sembró la semilla del caos en las filas púnicas, que se vieron obligadas a
retroceder. Mientras tanto, los legionarios de Escipión acosaron a sus enemigos en
retirada hasta que recibieron la orden de repliegue. Una vez establecidos los
cartagineses en posiciones más retrasadas, los romanos lanzaron una nueva ofensiva.
Aníbal, deduciendo que sería necesaria una defensa firme, dispuso a su infantería
veterana al frente, formando una fila perfecta de lanzas. Los oficiales púnicos dieron
órdenes a las tropas en retirada de bordear a la tercera unidad. El campo se hallaba
cubierto de sangre y cadáveres, de modo que los veteranos hubieron de mantenerse a la
defensiva. La entrada en combate de los veteranos de la guerra en Italia, desgastadas las
menos numerosas tropas de infantería romanas, inclinó la balanza del lado de Aníbal,
cuyas tropas comenzaron a ganar terreno.
CONCLUSIÓN
CONSECUENCIAS
Esta derrota marcaba el final de la Segunda Guerra Púnica. Las condiciones impuestas a
Cartago fueron humillantes. Aníbal, que había ganado todas las batallas en Italia y en
los Alpes, había sido derrotado en su propio terreno. Tras esto ejerció como funcionario
del tesoro en Cartago, pero los sufetes le acusaron de robar fondos del estado.
Sintiéndose amenazado, huyó de la ciudad, pues sus dirigentes pretendían entregarle a
Roma, en la cual había rumores de que el cartaginés se rearmaba para entrar
nuevamente en guerra. Como consecuencia de su derrota en la Segunda Guerra Púnica,
Cartago sería forzada al desarme militar, prohibiéndosele además tener una flota de
guerra, algo que rompía su estatus de potencia. Sus acciones militares quedarían
condicionadas a la autorización romana, algo que junto con diversas humillaciones,
terminaría desembocando en la Tercera Guerra Púnica, en la que la ciudad de Cartago
sería finalmente arrasada.
110
NOTAS
CAPÍTULO VII
Las vistas sobre los enemigos galos de Roma han cambiado mucho. Varios
historiadores antiguos los consideran salvajes retrógrados, destructores sin escrúpulos
de la civilización y gloria de Roma. Algunas visiones más modernas les ven como una
luz proto-nacionalista, luchadores ancestrales por la libertad que resistían el pie
acorazado del imperio. A menudo se celebra su valentía como dignos adversarios de
Roma, como ocurre con la escultura del gálata moribundo. La oposición gala se
componía de un gran número de gentes y pueblos diversos, que iban geográficamente
desde los valles de Francia a los bosques del Rin, pasando por las montañas de
Helvecia; de tal modo que es complicado categorizarles de forma homogénea. El
término "galo" ha sido utilizado indistintamente para nombrar a las tribus célticas de
Britania y Caledonia, añadiendo más diversidad a las gentes agrupadas bajo este
apelativo. Desde un punto de vista militar, parecían sin embargo compartir varias
características generales: políticas tribales con una estructura de estado relativamente
escasa y poco elaborada, armamento ligero, tácticas poco sofisticadas, escasa
organización, alto grado de movilidad, e incapacidad de mantener poder de combate en
sus fuerzas de campo durante un largo periodo de tiempo.37
111
salvajes"38 (como la escena inicial de la película americana "Gladiator" del 2000) Roma
sufrió no pocas vergonzosas derrotas a manos de dichos ejércitos tribales. En el período
republicano, (hacia 390-387 a. C.), los galos cisalpinos al mando de Breno , saquearon
la ciudad de Roma. Incluso finalizadas las Guerras Púnicas, los romanos sufrieron
fuertes derrotas contra los galos como el desastre de Noreia o la batalla de Arausio,
ambas durante la primera Guerra Cimbria. En el período temprano imperial, bandas de
guerra germánicas infligieron a Roma una de sus más severas derrotas, en la batalla del
Bosque de Teutoburgo, que termino en la aniquilación de tres legiones imperiales, y
marcó el límite de la expansión romana en el centro de Europa. Fueron estas tribus
germánicas en parte (la mayoría tenían cierta familiaridad con Roma y su cultura, y se
habían romanizado ellas mismas) quienes provocaron la ruina final del poder militar
romano en el oeste. Irónicamente, en las postrimerías del Imperio, la mayor parte de los
combates se producían entre fuerzas compuestas mayoritariamente por bárbaros, en
ambos bandos.39
Cualquiera que fuese su cultura en particular, las tribus celtas y germánicas probaron
ser oponentes duros, que consiguieron varias victorias contra sus enemigos. Algunos
historiadores muestran que a veces se producían combates masivos en formaciones
compactas al estilo falangista, solapando los escudos, y utilizando cobertura de escudos
durante asedios. En batalla campal, ocasionalmente utilizaban una formación de flecha
al atacar. Su mayor esperanza de éxito radicaba en cuatro factores principales:
1. Superioridad numérica.
2. Factor sorpresa (v.g. una emboscada).
3. Mediante un ataque relámpago.
4. Entrando en combate en terreno boscoso o irregular, donde las unidades de la
horda podían buscar refugio mientras atacaban a distancia, hasta que llegaba el
momento decisivo, o si era posible, retirándose y reagrupándose en cargas
sucesivas.40
Las victorias celtas y germánicas más significativas muestran dos o más de estas
características. La clásica batalla del Bosque de Teutoburgo contiene las cuatro:
sorpresa, traición por parte de Arminio y su contingente, superioridad numérica, rápidas
cargas de acercamiento, y terreno y condiciones medioambientales favorables (bosque
espeso y chaparrones constantes) que limitaron el movimiento romano y dieron a los
112
guerreros suficiente cobertura para ocultar sus movimientos y montar ataques sucesivos
contra la línea romana.
Contra los legionarios, sin embargo, los celtas se enfrentaban a una tarea desalentadora.
Individualmente, en combate singular, el feroz guerrero celta podía probablemente
hacer algo más que defenderse contra un romano.41 En combate masivo, por el
contrario, la rudimentaria organización y tácticas célticas resultaban un pobre
adversario para la máquina militar romana. La fiereza de las cargas celtas es a menudo
mencionada por los historiadores, y en ciertas circunstancias podía llegar a desbordar la
línea romana. No obstante, la profunda formación romana permitía realizar ajustes, y la
presión constante al frente convertía un largo combate en algo muy arriesgado para los
celtas. Gracias a su brillante disciplina, moral y entrenamiento, los romanos eran
capaces de derrotar a ejércitos celtas que les superaban ampliamente en número.
Aunque atacaran por los flancos, la legión era lo suficientemente flexible para pivotar y
oponer frontalmente, si no todo, al menos una parte del ejército, bien mediante
submaniobras o repliegue de líneas. La pantalla de caballería en ambas alas añadía una
capa extra de seguridad. Los celtas y germanos luchaban, asimismo, con poca o
ninguna armadura (a veces incluso desnudos)42 43 y utilizaban escudos de madera o
cuero, más endebles que los romanos. Como menciona Polibio, hablando de la batalla
de Telamón:
No obstante lo anterior, los celtas mostraron un alto grado de poder táctico en algunas
áreas. Los carros de guerra celtas, por ejemplo, mostraron un alto grado de integración
y coordinación con la infantería. Los anales de Polibio, que se remontan a la batalla de
Telamón, e historiadores más tardíos como Diodoro de Sicilia, mencionan la utilización
de carros de combate en los ejércitos galos que invadieron Roma. Los celtas
aparentemente utilizaban carros con un conductor y un guerrero de infantería ligera,
armado con jabalinas. Durante el choque, el carro dejaría al infante en tierra y se
retiraría a cierta distancia, en reserva. Desde esta posición podía recoger a las tropas de
asalto si las cosas se ponían feas, o recogerles y llevarlos a algún otro lugar. A pesar de
ello, los carros resultaban un arma cara y frágil y, para el siglo III a. C., se habían
convertido en un arma escasamente utilizada en detrimento de la caballería.46
113
Guerrilla celtibérica
La zona de conflicto ibérica. Los pueblos celtíberos emprendieron una lucha obstinada
contra la hegemonía romana. Lucharon continuamente en la Península Ibérica, con
varios niveles de intensidad, durante más de dos siglos. Hispania había sido conquistada
por los cartagineses, que lucharon contra distintas tribus para crear colonias y un
imperio comercial, principalmente costero. Las derrotas cartaginesas a manos de Roma
enfrentaron a los locales a un nuevo poder colonial. Tribus como los ilergetes,
suesetanos, vacceos o lusitanos de Viriato opusieron una dura resistencia a la
dominación romana. La Guerra Lusitana y la Guerra Numantina son sólo ejemplos del
prolongado conflicto, que se extendió a lo largo de 20 décadas de la historia romana. El
conflicto se prolongó con las Guerras Sertorianas. La subyugación total no fue
conseguida hasta el Imperio, en época de Octavio Augusto. La eterna e implacable
contienda convirtió a Hispania en un lugar ominoso para los soldados romanos. Sir
Edward Creasy, en su obra "Las Quince Batallas Decisivas del Mundo" comentaba esto
sobre los conflictos ibéricos:
"La guerra contra los iberos, quienes, de todas las naciones subyugadas
por Roma, defendieron su libertad con la mayor obstinación... los
romanos de ambas provincias [Citerior y Ulterior] eran derrotados en
tantas ocasiones, que nada era más temido para un legionario en Roma
que ser enviado allí
47
Tácticas romanas. Roma utilizó sus métodos estándar, con especial énfasis
en tropas ligeras, combinadas con caballería e infantería pesada para
enfrentarse a las tácticas de mobilidad o guerrilla utilizadas por los iberos.
Los castri fortificados resultaban un importante añadido a la hora de proteger
a las tropas, y actuar como centros de operaciones. Aunque el resultado de un
combate a campo abierto era dudoso, los romanos desempeñaron su labor
bastante bien cuando asediaban ciudades iberas, eliminando de manera
sistemática a los líderes enemigos, bases de suministro y focos de
resistencia.La destrucción de recursos ibéricos por medio de la quema de
campos de grano o demolición de poblados ejerció una fuerte presión sobre la
población nativa. Las operaciones de Escipión durante la Guerra Numantina
ilustran estos métodos, lo que incluía una vigilancia constante y una
radicalización en la disciplina legionaria.48 Otras tácticas romanas incluían la
esfera política, como los tratos de "pacificación" de Graco, traición y
engaños, como en las masacres de los líderes tribales llevadas a cabo por
Lúculo y Galba bajo la patraña de negociación. Roma confiaba a menudo en
dividir internamente las tribus. Utilizaba en este sentido una estrategia de
"divide y vencerás", con tratos competitivos (y en ocasiones poco sinceros)
negociando el aislamiento de ciertas facciones, y utilizando tribus aliadas
para subyugar a otras.49
114
lo que combinaban con una guerra de movilidad que variaba desde grandes unidades
comprendiendo miles de hombres a pequeñas bandas de guerrilleros. Los jinetes
celtíberos eran superiores en habilidad a los romanos, un hecho probado años antes con
el papel clave que jugó dicha caballería en las victorias de Aníbal. La libertad de
movimientos y conocimiento del terreno ayudaron a las tribus en gran medida. Una de
las emboscadas más fructíferas fue realizada por un jefe local llamado Caro, que acabó
con 6000 romanos en un ataque combinado de caballería e infantería. Otra la llevó a
cabo Caesarus, que se aprovechó de una desordenada persecución de que era objeto por
parte de los romanos, al mando de Mumio, para tenderle una trampa que resultó en
9000 bajas para los legionarios. Otra táctica similar tuvo éxito ante Galba. Estas
batallas, incluyendo tácticas y características particulares de los jefes celtíberos, están
relatadas con todo lujo de detalles en la Historia de Roma de Apiano «Guerras
Extranjeras: Las Guerras Hispánicas».50
Armamento. Varios historiadores han elogiado la calidad de las armas ibéricas, como
la conocida falcata51 o la lanza de una sola pieza llamada por los romanos soliferreum,
asimilable al pilum. También utilizaron otras más ingeniosas como la falárica, a medio
camino entre lanza y arma incendiaria. Filón de Bizancio relata el proceso de
construcción de las espadas iberas, compuestas de tres cuerpos: dos duros, que
correspondían con los laterales y el doble filo, y uno blando en el interior, lo que les
otorgaba una encomiable flexibilidad.52 El escudo utilizado por las tropas ligeras,
conocido como caetra era de un tamaño más pequeño y manejable, lo que les otorgaba
una razonable defensa al mismo tiempo que una gran movilidad al utilizar tácticas de
guerrilla.
Victoria por guerra de desgaste. A pesar de ello, como ocurrió en sus batallas contra
otros pueblos, la tenaz persistencia romana, mayores recursos y mejor organización
sometió a sus oponentes con el tiempo.53 Este aspecto "agotador" de la aproximación
romana contrasta con la noción de mandos brillantes tan a menudo retratadas en relatos
populares sobre la infantería romana. Al lado de líderes capaces como los escipiones o
los gracos, el rendimiento romano en general fue mediocre, comparado con el
desarrollado contra los púnicos y otros pueblos. En Hispania, se enviaron
constantemente recursos para curar la herida abierta hasta que ésta terminó cerrándose,
150 años más tarde: una lenta, y ácida contienda de marchas eternas, asedios y luchas
constantes, tratos rotos, poblados ardiendo y esclavos capturados. Mientras el senado
romano y sus sucesores siguieran dispuestos a reemplazar y gastar más personal y
materiales década tras década, la victoria podía ser conseguida mediante una estrategia
de agotamiento.54 Tal patrón formaba una parte integral de la "forma romana" de hacer
la guerra.
115
Mapa táctico del ataque galo en el río Sambre. Los bosques cercanos al río ocultaron
los movimientos galos por completo hasta el momento exacto de efectuar un ataque
relámpago, que a punto estuvo de liquidar las posiciones romanas.
La movilidad del ejército galo y su gran número a menudo ponía en problemas a las
armas romanas, bien desplegados en ejércitos móviles, bandas de guerrilleros o en una
decisiva batalla campal. Lo confirma la dureza de la campaña de las Galias, donde a
César le faltó muy poco para ser derrotado, aunque esto también prueba la superioridad
táctica y disciplinar romana. En la batalla del Sabis, contingentes de los nervios,
atrébates, viromanduos y aduáticos se reunieron en secreto en los bosques cercanos,
mientras el grueso de la tropa romana se encontraba algo disperso. En cuanto comenzó
la construcción del campamento, las fuerzas bárbaras lanzaron un feroz ataque,
cruzando en tromba por el vado y atacando con velocidad de relámpago a los incautos
romanos. La situación parecía inmejorable para los galos:55 se cumplían las cuatro
condiciones mencionadas más arriba: superioridad numérica, factor sorpresa, ataque
rápido y terreno favorable que ocultaba sus movimientos hasta el último minuto.
Ciertamente, el comienzo fue espectacular, y la disposición inicial de los romanos fue
empujada a retroceder. Parecía muy posible que se produjera una ruptura en las filas de
la legión. Julio César en persona hubo de animar a secciones enteras de su amenazado
ejército, imprimiendo resolución en sus tropas. Con su acostumbrada disciplina y
cohesión, los romanos comenzaron a recuperar terreno, rechazando el ataque bárbaro.
Una última carga de la tribu de los Nervi, que cruzó un hueco dejado en las filas
romanas, estuvo a punto de cambiar las tornas de nuevo, cuando los guerreros en
carrera capturaron el campamento e intentaron rebasar los flancos de la legión, que se
hallaban en combate con el resto de la horda tribal. La fase inicial del choque pasó, no
obstante, y siguió un trabado combate. La llegada de dos legiones de refuerzo que se
habían mantenido en reserva, guardando los suministros, reforzaron las líneas romanas.
Comenzó entonces un contraataque por parte de éstas, lideradas por la Legión X
Equestris, que desarboló las filas de los bárbaros, quienes partieron en retirada. Fue un
combate muy parejo, que ilustraba tanto el poder combativo de las fuerzas tribales
como la tranquila y disciplinada cohesión de los romanos. En última instancia, fue esto
último lo que resultó decisivo para la larga y costosa conquista de la Galia. Aunque
existían grandes diferencias entre las distintas tribus, el historiador alemán Hans
Delbrück indica en su "Historia del Arte de la Guerra":
116
56
La caballería de sus enemigos representó uno de los más duros retos a los que hubo de
enfrentarse la infantería romana. La combinación de ataque a distancia y fuerza de
choque, con una gran movilidad, que representaba la caballería, se aprovechaba de las
principales debilidades de la legión: su despliegue y movimientos relativamente lentos.
La derrota a manos de potentes fuerzas de caballería es un elemento recursivo en la
historia romana, como ilustran las campañas de Aníbal, donde jinetes númidas y
celtíberos rebasaban repetidamente los flancos de la formación romana, propinando
devastadores golpes en las alas y retaguardia. La gran victoria de Aníbal en Cannas
(considerada una de las mayores catástrofes militares de la era romana) consistió
principalmente en un combate de infantería, pero el papel principal lo jugó la caballería,
como en tantas otras victorias. Una demostración más dramática incluso de la
vulnerabilidad romana se muestra en las numerosas guerras contra los partos y su
caballería pesada. Los partos y sus sucesores utilizaban grandes números de jinetes
arqueros, con armadura ligera y rápidos caballos, para acosar y escaramuzar con el
enemigo, y daban el golpe de gracia con lanceros acorazados conocidos como
"catafractos". Ambos tipos de tropas utilizaron poderosos arcos compuestos que
lanzaban flechas con la potencia suficiente para perforar las armaduras romanas. Los
catafractos servían entonces como tropas de choque, que cargaban con la fuerza de un
ariete contra las filas romanas, una vez se habían "ablandado" tras los enjambres de
flechas. Al mismo tiempo, utilizaron una estrategia de "tierra quemada" contra los
romanos, rehusando las grandes batallas campales, mientras les atraían más y más a
terreno desfavorable, donde escaseaban sus suministros y no disponían de una línea de
retirada segura. La devastadora derrota de la infantería romana en Carras hacía que la
caballería parta pareciera invencible.
Modificaciones de Ventidio. El general romano Publio Ventidio Baso tomó las riendas
del reajuste de la legión para enfrentarse a los enemigos montados, en concreto los
partos. Enviado por Marco Antonio a Siria para detener la invasión parta del 40 a. C.,
venció a los asiáticos hasta en tres ocasiones, donde dio muerte a otros tantos generales
de Partia.57 Las principales modificaciones tácticas aportadas por Ventidio fueron:58
117
1. Mayor capacidad de disparo. Ventidio buscaba neutralizar la superioridad parta
en fuego a distancia, añadiendo más unidades a distancia él mismo. Añadió
contingentes de honderos a sus legiones, cuyo fuego a distancia fue básico para
mantener alejados a los jinetes partos en diferentes batallas. En combates
posteriores, otros comandantes romanos incrementaron el número de unidades
de caballería y honderos, siendo estos últimos aprovisionados con balas de
plomo, que permitían un mayor rango de disparo y poder destructivo.59
2. Cuadrado Hueco Esta táctica proveía una defensa en todas direcciones, dejando
un pivote para comenzar la ofensiva. En el cuadro, las tropas podían parapetarse
contra los enjambres de flechas utilizando sus grandes escudos. Esto, por
supuesto, ralentizaba su avance y les hacía vulnerables a las cargas de los
catafractos. Las legiones aguantaban estas cargas resolutivamente, utilizando
sus pila a modo de picas, que ofrecían una sólida estacada de acero al enemigo.
Dentro del cuadro se concentraban fuerzas de arqueros para contrarrestar el
fuego, y unidades de caballería posicionadas para contraatacar. El cuadrado
hueco era más vulnerable cuando el terreno hacía perder cohesión a la
formación (escalando una montaña, cruzando una garganta o un puente, por
ejemplo). En tal caso, subsecciones de la legión debían ser redesplegadas para
suministrar cobertura hasta que el ejército había superado el escollo. La
organización flexible de la legión facilitaba estas maniobras, y permitía asegurar
la supervivencia hasta que los romanos llegaban al corazón de las tierras del
enemigo e iniciaban asedios contra sus ciudades, saqueaban y quemaban sus
campos.60
3. Dispersión y avance rápido. La maniobra de dispersión no podía tratarse de una
única carga a grupos de arqueros montados, ni una inocua persecución mientras
éstos lanzaban "disparos partos" con sus arcos. Debía amenazarles de una forma
creíble, utilizando un movimiento de tenaza o bloqueando una ruta de escape.
La consecución de puntos estratégicos por parte de las unidades ligeras romanas
ayudaban a este proceso, obstruyendo posibles vías de ataque y suministrando
puntos de anclaje que permitían contraatacar a otros destacamentos en
maniobras, o bien retirarse con seguridad si empeoraban las condiciones del
combate. Las tropas de vanguardia debían ser lo suficientemente rápidos para
detener o neutralizar la oposición. Al mismo tiempo, debían ser capaces de
apoyarse mutuamente, o podían ser fácilmente aislados y destruidos. La clave
residía en tomar la iniciativa contra los jinetes enemigos sin fragmentar
peligrosamente a las tropas propias.
Las primeras victorias romanas de entidad contra el temible enemigo parto se producen
bajo el dominio de Trajano, que arrebató grandes territorios a los partos y recibió por
ello el sobrenombre de Parthico (h. 114). Medio siglo más tarde, en 166, Lucio Vero,
hermano y co-emperador junto a Marco Aurelio, vuelve a invadir Persia como respuesta
a la conquista parta de Armenia. Reconquista Armenia, instalando un rey pro-romano
en el trono, asegura el norte de Mesopotamia, y arrasa Ctesifonte, la capital del Imperio
Parto. La campaña del emperador Juliano el Apóstata contra el Imperio Sasánida es
bastante ilustrativa en este aspecto, a pesar de que las fuerzas julianas no estaban
compuestas principalmente por infantería pesada como habría ocurrido tiempos atrás.
Contra Juliano, los persas rehusaron ofrecer batalla, quemando los campos frente al
ejército romano y arrastrándoles a una guerra de desgaste. Pronto, ralentizaron el
avance de Juliano hacia la capital enemiga. Rehusando regresar por el camino que había
venido, se vio forzado a abandonar el tren de suministros y la flota mercante que había
118
traído navegando Éufrates abajo. Dividió entonces su ejército, dejando a 30.000
hombres detrás, antes de avanzar hacia la capital enemiga. El 29 de mayo de 363, se
produjo finalmente un combate a gran escala, cerca de la capital persa, Ctesifonte.
Enfrentándose a una fuerza de caballería que amenazaba con diezmar sus tropas a base
de fuego de flechas, y viendo el peligro de quedar rodeado, Juliano dispuso a sus tropas
en forma de luna creciente, ordenando un avance simultáneo de ambos flancos y
evitando al mismo tiempo ambos peligros. El ardid tuvo éxito. Tras una larga batalla,
los persas se retiraron, concediendo una victoria táctica (aunque a un alto precio para
los romanos, según algunos historiadores).61 Los trabajos del historiador romano
Amiano Marcelino ofrecen una descripción detallada de la campaña persa, incluyendo
la rápida carga de la infantería pesada romana bajo el mando de Juliano.
119
¿Cómo era posible que lo consiguieran ante tal variedad de enemigos, en diferentes
épocas y lugares, más numerosos, mejor liderados o más preparados?
Algunos elementos que hicieron de los romanos una fuerza militar efectiva, a nivel
táctico y estratégico, fueron:
Eran capaces de copiar y adaptar las armas y métodos de sus enemigos de forma
eficiente. Algunas armas, como el gladius hispanicus fueron adoptados por los
legionarios si resultaban más efectivos que su propio armamento. En otros casos, era
posible que los romanos invitaran a enemigos especialmente duros o peligrosos a servir
en el ejército romano, como auxiliares. En la esfera naval, los romanos siguieron varios
de los métodos utilizados por la infantería, abandonando sus viejos diseños, copiaron y
evolucionaron la trirreme púnica (mediante el corvus entre otros detalles estructurales),
convirtiendo las batallas navales en combates de infantería sobre cubierta.64
120
orden y la cohesión en retirada, cuando la línea a su alrededor huía en desbandada. Esto
da testimonio de su organización táctica y disciplina.65
Eran capaces de absorber y reemplazar las pérdidas a largo plazo y estaban mejor
dispuestos a ello que sus oponentes. A diferencia de otras civilizaciones, los romanos
proseguían la lucha sin descanso, hasta que sus enemigos habían sido totalmente
destruidos o neutralizados. El ejército actuaba para instaurar la política romana, y no se
le permitía detenerse hasta que recibía una orden directa del Emperador o un decreto
del Senado. Contra sus enemigos europeos, particularmente en Hispania, la tenacidad y
superioridad material romana consiguió finalmente acabar con toda oposición. Las
tribus europeas no poseían una infraestructura económica o estatal capaz de aguantar
largas campañas, lo que les hacía a menudo (aunque no siempre) susceptibles de aceptar
la hegemonía romana. La derrota del bosque de Teutoburgo podría ser vista como una
excepción, pero aun así, los romanos regresaron a la guerra cinco años más tarde con un
poderoso ejército contra los pueblos germánicos. El hecho de que exista un límite en la
tenaz persistencia no niega la regla general. Cuando los romanos se enfrentaban a otra
estructura imperial, como el Imperio Parto, las cosas se complicaban, y en ocasiones se
veían obligados a llegar a un acuerdo. No obstante, no cambiaba la regla general de la
persistencia romana. Roma sufrió sus mayores derrotas contra la sofisticada Cartago, en
especial en Cannas, y se vio obligada a evitar batalla durante un largo periodo. Con el
tiempo, sin embargo, reconstruyó sus fuerzas en tierra y mar, y persistieron en la lucha,
asombrando a los púnicos, que esperaban una rendición de la república romana. Contra
los partos, los romanos no se detuvieron ante las terrible derrotas, pues invadieron el
territorio persa en varias ocasiones tiempo después; y aunque la propia Partia nunca fue
conquistada por completo, Roma impuso su hegemonía en la zona.
El liderazgo romano era mixto, pero efectivo para asegurar el éxito militar.
Desastres en el liderazgo ocurrieron a menudo en la historia militar romana: Varrón en
Cannas o Craso en Carras son fieles ejemplos de ello. La estructura política romana, sin
embargo, producía un ilimitado suministro de hombres capaces y dispuestos a dirigir a
las tropas en combate. No era inusual para un general derrotado el ser ridiculizado por
sus enemigos políticos en Roma, incluso en ocasiones viendo confiscadas parte de sus
propiedades o escapando de la muerte a duras penas. La oligarquía senatorial, con todas
sus maniobras e interferencias políticas, ejercía las funciones de supervisar y auditar las
tareas militares. Algo que se tradujo en resultados a lo largo más de un milenio, tiempo
durante el cual Roma vio nacer a líderes capaces como Escipión o Julio César. Es
importante indicar la gran cantidad de suboficiales que utilizaban los romanos, lo que
aseguraba coordinación y orientación de las tropas. La iniciativa de estos hombres jugó
un papel importante en el éxito de Roma, como evidencian las acciones del tribuno
desconocido en Cinoscéfalos. Este liderazgo se ve fuertemente ligado a los famosos
centuriones romanos, verdadera espina dorsal de la organización legionaria. Aunque no
puedan considerarse modelos de perfección, inspiraban un tradicional respeto.
121
La calidad de ciudadano conllevaba valiosos derechos dentro de la sociedad romana, y
resultaba otro elemento más que permitía la estandarización e integración de la
infantería.
Toda historia de la infantería romana se enfrenta a los factores que llevaron a su declive.
Tal declive, por supuesto, está asociado a la decadencia de la economía, sociedad
romana y escenario político. A pesar de ello, es de notar que la desaparición final de
Roma fue consecuencia de una derrota militar, por muy plausible que sea la pléyade de
teorías aventuradas por eruditos e historiadores, que oscilan desde bases impositivas
reducidas, lucha de clases, o decadencia de sus líderes.66 Se discutirán aquí dos de los
principales factores barajados por los eruditos militares: barbarización de la infantería y
evolución a una estrategia de "defensa móvil". Existen una serie de controversias y
opiniones contrapuestas en esta área.
Para combatir las incursiones y ataques de sus enemigos fronterizos, cada vez más
frecuentes, las legiones cambiaron desde una fuerza lenta y pesada a una tropa cada vez
más ligera, además de introducir elementos de caballería cada vez a mayor escala. Esto
implicó que la nueva infantería perdiera el increíble poder de ataque que tenían las
tempranas legiones, lo que se tradujo en que, a pesar de que la probabilidad de entrar en
batalla fuera mucho mayor, tuvieran menos posibilidades de ganarla. El inferior tamaño
de esta nueva legión también influía en este hecho. Los jinetes romanos, aunque
rápidos, eran muy débiles en comparación con los invasores hunos, godos, vándalos y
sasánidas. Esta ineficacia se demostró en Cannas y posteriormente en Adrianópolis: en
ambos casos, la caballería fue totalmente destruida por un enemigo montado muy
superior y mejor entrenado para este tipo de combate.
122
a corto plazo para las élites romanas, pero a largo plazo su efecto fue negativo, pues
rompía las ventajas tradicionales de la infantería pesada en cuanto a entrenamiento de
batalla, disciplina y despliegue sobre el campo. Del mismo modo, dado que los
bárbaros recibían un trato igual o mejor con mucho menor esfuerzo, la "vieja guardia"
fue decayendo y no recibía alicientes para perpetuar las viejas costumbres. En efecto,
estos contingentes de "aliados" a menudo se volvían contra los romanos, devastando y
saqueando amplias áreas e incluso atacando formaciones del ejército imperial.
Algunos historiadores cuestionan que existiera una «reserva móvil», tal y como se
entiende en la actualidad, en tiempos del Imperio, argumentando en su contra que los
cambios organizativos representan una serie de ejércitos expedicionarios desplegados
en distintas áreas del Imperio cuando se les necesitaba, particularmente en Oriente.
Otros apuntan a las graves dificultades fiscales e inestabilidad política del imperio
tardío, factores estos que complicaban la prosecución de los métodos militares
tradicionales.
123
Ocaso de la infantería de élite
Existen otras muchas facetas en la controversia sobre el fin de las viejas legiones, pero
sea cual sea la escuela de pensamiento, todos se muestran de acuerdo en que los valores
tradicionales y el armamento de la vieja legión pesada entró en decadencia. Vegecio, un
escritor del siglo IV, en lo que es uno de los trabajos militares más influyentes en el
mundo occidental, subrayó esta decadencia como parte de un equipo integrado entre
caballería e infantería ligera. En los últimos años, esta fórmula que había reportado
tantos éxitos se fue esfumando. Atrapada entre el crecimiento de infantes más
ligeramente armados y desorganizados, y las cada vez más numerosas formaciones de
caballería dentro de las fuerzas móviles, los "pesados" como fuerza dominante, se
marchitaron. Esto no implicó que desaparecieran completamente, pero su reclutamiento
masivo, formación, organización y despliegue como parte esencial del sistema militar
romano se vio grandemente afectado. Irónicamente, en las últimas batallas del Imperio
Occidental, las derrotas sufridas fueron infligidas por fuerzas de infantería (muchos
luchaban pie a tierra).
El historiador Arther Ferrill aprecia que incluso hacia el final, algunas de las viejas
formaciones de infantería seguían utilizándose. Tales agrupaciones eran cada vez menos
efectivas, sin la severidad en orden y disciplina, instrucción y organización de los viejos
tiempos. En la batalla de Chalons (hacia 451), Atila el huno arengó a sus tropas
mofándose de la una vez respetada infantería romana, alegando que no hacían más que
acurrucarse tras una pantalla de escudos en formación cerrada. Ordenó a sus tropas
ignorarles y atacar a los potentes alanos y visigodos en su lugar. Era un triste
comentario hacia la fuerza que una vez había dominado Europa, el Mediterráneo y la
mayoría del Medio Oriente. Aunque es cierto que en Chalons la infantería romana
contribuyó a la victoria al capturar terreno elevado en medio del campo de batalla, sus
días habían pasado ya, era el momento de las levas masivas de foederati bárbaros.70
NOTAS
1. ↑ John Warry, Warfare in the Ancient World, (St. Martin's, 1980), pp. 70-193
2. ↑ Adrian Goldsworthy, In the Name of Rome: The Men Who Won the Roman
Empire, Weidenfield and Nicholson, 2003 pp. 18-117
3. ↑ Adrian Goldsworthy, The Complete Roman Army, Thames & Hudson, 2003,
pp. 72-186
4. ↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit
5. ↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit
6. ↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit
7. ↑ Albert Harkness, The Military System Of The Romans, University Press of the
Pacific, 2004, pp. 53-89
8. ↑ *José I. Lago. «Las legiones de Julio César, en historialago». «Los romanos
articulaban toda su estrategia en base a los campamentos fortificados que
albergaban sus legiones.»
9. ↑ John Warry, Warfare in the ancient World, (St. Martin's, 1980), pp. 70-183
10. ↑ Williamson, G. A., (tr), Josephus, The Jewish War, Penguin Books, 1959, p.
378-179
11. ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78
12. ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78
13. ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78
14. ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 50-69
15. ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78
124
16. ↑ Warry, Warfare in the Ancient World, op. cit
17. ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit
18. ↑ Wake, T., "The Roman Army After Marius' Reforms," 28 February 2006.
19. ↑ Harkness, The Roman Military System, op. cit
20. ↑ Warry, op. cit.
21. ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 50-69
22. ↑ Adrian Goldsworthy, The Roman Army at War, 100 BC- AD200, (Oxford,
1996), pp. 179-80
23. ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit.
24. ↑ Goldsworthy, 1996, pp. 138-40
25. ↑ John Warry, Warfare in the Ancient World, p. 169-170
26. ↑ Goldsworthy, "The Punic Wars, pp.53-62
27. ↑ "Military Affairs of Rome," by Lt. Col. S.G. Brady, 1947"
28. ↑ Warry, pp. 159-172
29. ↑ Warry, pp. 159-172
30. ↑ Warry, pp. 115-169
31. ↑ John Warry, Warfare in the ancient World, (St. Martin's, 1980), pp. 70-86
32. ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit
33. ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit.
34. ↑ Goldsworthy, "The Punic Wars"
35. ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit.
36. ↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit.
37. ↑ Hans Delbrück, Warfare in Antiquity
38. ↑ La escena de apertura de bárbaros siendo aniquilados fue mostrada a oficiales
estadounidenses antes del ataque a Iraq en la Primera Guerra del Golfo, como
parte del programa de motivación. - Este hecho ha sido conocido gracias a
Michael R. Gordon y Bernard E. Trainor, "Cobra II: The Inside Story of the
Invasion and Occupation of Iraq", (Pantheon Books, 2006) pág. 164
39. ↑ Arther Ferrill, La Caída del Imperio Romano: Una Explicación Militar
40. ↑ Hans Delbrück, History of the Art of War, Vols. I & II. University of Nebraska
Press (1990) [1920-21].
41. ↑ Adrian Goldsworthy "The Punic Wars", p. 54-112
42. ↑ Polibio, "Historias" ii, x:
43. ↑ Cayo Cornelio Tácito, "De las Costumbres, Sitios y Pueblos de la Germania"
versión digital
44. ↑ Hans Delbrück, History of the Art of War, Vols. I & II. University of Nebraska
Press (1990) [1920-21].
45. ↑ Delbrück, op. cit.
46. ↑ Chariots: Warfare with Attitude
47. ↑ The Fifteen Decisive Battles Of The World:From Marathon To Waterloo by
Sir Edward Creasy, M.A., 1851
48. ↑ History of Rome: The Spanish Wars, by Appian, circa 165 A.D.
49. ↑ Appian, op. cit.
50. ↑ History of Rome: The Spanish Wars, by Appian, circa 165 A.D.
51. ↑ Dión Casio, Polibio, Diodoro de Sicilia y Tito Livio hacen referencia explícita
a las "espadas hispanas", a las cuales atribuyen una calidad insuperable:
125
Estas espadas cortan cualquier cosa, y la calidad de su hierro es
tan extraordinaria que no existe escudo, yelmo o hueso que se
les pueda resistir
Diodoro 5.33, 4
CAPÍTULO VIII
126
Estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio. Museos Capitolinos, Roma.
A medida que los territorios controlados por Roma se iban expandiendo, y a medida que
el tamaño de las ciudades se incrementaba, los ejércitos de la antigua Roma fueron poco
a poco profesionalizándose, asalariando a sus soldados. Como consecuencia, los
servicios militares de los niveles más bajos de la sociedad se fueron haciendo cada vez
a más largo plazo. Las unidades militares de ese periodo eran muy homogéneas y
estaban muy reguladas. El ejército consistía en unidades de infantería romana conocida
como legiones, así como tropas aliadas formadas por ciudadanos no romanos conocidas
como tropas auxiliares (auxilia). Esta última se solía llamar para que proveyese al
ejército de infantería ligera o de caballería, formando las legiones el núcleo de
infantería pesada.
En la tercera fase del desarrollo militar de Roma, las fuerzas estaban encargadas de
mantener y asegurar las fronteras de las provincias bajo control romano, así como de la
propia Italia. Las amenazas estratégicas de la época eran en general menos serias en
este periodo, y el énfasis se puso en la preservación del territorio ganado. El ejército fue
evolucionando a la nueva situación y se volvió más dependiente de las guarniciones
estables, y menos en los campamentos itinerantes y las operaciones de campo
127
continuas. En la fase final del ejército romano, el servicio militar continuó siendo
asalariado y profesional para las tropas regulares. Sin embargo, la tendencia a emplear a
aliados o a tropas mercenarias se expandió hasta el punto de que éstas acabaron
representando una proporción muy sustancial de las fuerzas de Roma. Al mismo
tiempo, la uniformidad de la estructura que presentaba el ejército romano en épocas
anteriores desapareció: los soldados de la época variaban desde arqueros montados y
muy poco armados a la infantería pesada, en regimientos de muy variable tamaño y
calidad. Esto fue acompañado de una importancia cada vez mayor de la caballería
frente a la infantería, así como una recuperación de la importancia de la
movilidad.
El primer ejército romano mencionado en los escritos se describe por fuentes mucho
más tardías. En concreto, Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso hablan del ejército
romano remontándose al siglo VIII a. C. A menudo se hace referencia a ese ejército
como el ejército curiado de Roma, nombre que procede de las subdivisiones del ejército
basadas en las tres tribus fundadoras de la ciudad (en latín: curiae). El ejército era
relativamente pequeño, y sus actividades se limitaban «principalmente a saqueos y
robos de ganado con escaramuzas ocasionales».2 Carecía del profesionalismo y la
organización de posteriores ejércitos romanos, estando las unidades y regimientos
probablemente compuestos por divisiones por tribu o por gens. El ejército estaba
compuesto de infantería desde sus comienzos en algún momento del primer milenio
a.C., mientras que la caballería (conocida como los celeres o, literalmente, 'los rápidos')
no se formaría, según la tradición (muy discutida, por otra parte), hasta tiempos de
Rómulo.3 Durante esta época, Roma sería probablemente un pueblo fortificado en lo
alto de una colina, y su ejército se podría aproximar al típico grupo de guerreros de la
edad del bronce, liderados por el jefe de la tribu. Muchas de las armas y armaduras de
este periodo eran muy similares al resto de la cultura de Villanova,4 que era la
predominante en la región. Los diseños de las espadas, por ejemplo, eran muy similares
a las utilizadas por otras poblaciones de esa época.5 El ejército (legio en latín) de este
periodo consistía, según Tito Livio, en exactamente 3.000 soldados de infantería y 300
de caballería. Cada una de las tres tribus fundadoras debía aportar un tercio del mismo.6
Sin embargo, Livio es muy posterior a los hechos descritos, lo que unido a la exactitud
matemática de estas cifras, las convierte en poco creíbles.7 En lo que coinciden la
mayoría de los historiadores modernos es en que la práctica totalidad del ejército la
formaban los soldados de a pie o pedites. Posiblemente se tratara de una infantería
homogénea armada con jabalinas. La caballería (en latín, celeres), era mucho menos
numerosa, y seguramente compuesta por los nobles adinerados de la ciudad. En la
entrada del siglo VII a. C., los etruscos (en latín, Etrusci), en la edad del hierro,
constituían la civilización predominante en el Lacio.8 9 Como tantos otros pueblos de la
región, los romanos guerrearon con los etruscos para conservar su independencia y
fueron derrotados. A finales de siglo los etruscos conquistaron Roma, estableciendo una
dictadura militar o un reino en la ciudad.
128
Escultura de un hoplita de la Antigua Grecia. En este tipo de soldados se basaba la
primera clase de infantería desarrollada por Roma (Siglo V a. C.).
Aunque algunas fuentes romanas, incluyendo a Tito Livio y a Polibio, hablan en sus
relatos del ejército romano de la época de la monarquía romana (periodo que siguió a la
captura de Roma por los etruscos), ninguna de ellas son fuentes contemporáneas a los
hechos. Polibio, por ejemplo, escribía unos 300 años después de los acontecimientos
que relata, y Tito Livio se sitúa cronológicamente unos 500 años más tarde de los
hechos. Adicionalmente, los registros y documentos que pudieran ser redactados por los
romanos a lo largo de esa época fueron destruidos cuando la ciudad fue saqueada por
los galos, por lo que las fuentes no pueden ser tan fiables en este periodo como lo son
en la historia militar posterior a la Primera Guerra Púnica. Por todos estos motivos, gran
parte de la historia de este periodo se considera apócrifa. De acuerdo, sin embargo, a los
escritos que tenemos, los tres reyes de Roma en la época de la ocupación etrusca fueron
Tarquino el Viejo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio. Durante esta época, el ejército
pasó por una reforma hacia el modelo centurial, basado en la clase socio-económica.10
Esta reforma se atribuye tradicionalmente a Servio Tulio, segundo de los reyes etruscos,
que habría llevado a cabo primero el primer censo de todos los ciudadanos romanos.11
Livio dice que Tulio reformó el ejército trasplantando en él la nueva estructura diseñada
originalmente para la vida civil como resultado del censo.10 Entre otros motivos, el
servicio militar era considerado en este tiempo una responsabilidad cívica y una forma
de mejorar el estatus social dentro de la sociedad romana.12 En cualquier caso, las clases
sociales romanas no fueron creadas por el censo, sino que más bien fueron calificadas
por él. Sería por tanto algo más exacto decir que, en lugar de ser reformada, la
estructura militar de la época fue mejor definida: la calificación como ciudadanos de
«primera clase» (aquellos calificados para servir militarmente como infantería pesada) a
aquellos con activos por valor de 100.000 o más ases (la moneda de la época), no altera
el hecho de que antes de esa calificación los ciudadanos más pobres no hubieran sido
capaces de pagarse las armas y la armadura necesarias para servir como infantería
pesada. Los relatos también dicen que el ejército duplicó su tamaño en ese momento,
pasando a estar formado desde los 3.000 hasta los 6.000 hombres, que a su vez se
dividieron en 60 centurias de 100 hombres cada una.13 El ejército estaba compuesto por
una serie de tropas diferentes basadas en las clases sociales de los ciudadanos
propietarios, conocidos colectivamente como assidui. Todos, desde los ciudadanos más
129
pobres pertenecientes a la «quinta clase» hasta los más ricos de la «primera clase» y con
la orden ecuestre, por encima de todos ellos, estaban obligados a cumplir el servicio
militar.14
Es importante hacer un inciso para señalar que los ciudadanos romanos de esta época
normalmente veían el servicio militar como un honroso deber para con el Estado. Esta
visión contrastaría con la que se tendría del servicio militar en tiempos posteriores,
cuando ya se percibía como una carga desagradable y gravosa.15 Mientras que existen
relatos de romanos del Bajo Imperio que llegaron a mutilarse para evadir el servicio
militar,16 parece que no existían esos problemas en los comienzos de la historia de
Roma. Ello, en parte, puede deberse a la menor intensidad de los conflictos en esta
época, y en parte también a que solían luchar cerca de sus propias tierras y hogares, y
que incluso a menudo su lucha era con el fin de proteger esas posesiones. También
podía deberse, como apuntan algunos de los últimos escritores romanos, a la existencia
de un mayor espíritu marcial en la antigüedad.17 18 El orden ecuestre, los plebeyos
adinerados, servía como caballería montada (de ahí su nombre). La primera clase,
compuesta por los ciudadanos más ricos, servía como infantería pesada con espadas y
largas lanzas (con cierto parecido a los hoplitas), y ocupaba la primera línea de batalla.
La segunda clase iba armada de forma similar a la primera, pero sin un peto que les
protegiese el torso, y con un escudo oblongo en lugar de redondo. Se colocaba justo
detrás de la primera en formación de batalla. Las tercera y cuarta clases tenían un
armamento más ligero que las otras dos, y portaban una lanza y varias jabalinas para
ataque a distancia. Normalmente se colocaban detrás de la segunda clase, para dar
apoyo con sus armas arrojadizas. Por último, los ciudadanos de la quinta clase eran
demasiado pobres para permitirse mucho equipamiento, por lo que iban armados como
hostigadores, con hondas y piedras. Se colocaban a modo de pantalla por delante del
ejército principal, cubriendo su aproximación y ocultando sus maniobras. Quedaba, sin
embargo, una última clase que no figuraba ni en el censo, compuesta por aquellos
hombres sin propiedades, que eran excluidos de las clases sociales de los assidui, y se
les eximía del servicio militar debido a que eran demasiado pobres como para aportar
ningún tipo de equipamiento militar.14 10 Sin embargo, en las situaciones más
complicadas incluso esta clase, los proletarii, eran llamados al servicio,19 aunque su
valor militar era probablemente muy cuestionable. Las tropas de estas clases lucharían
juntas en el campo de batalla, con la excepción de las tropas más veteranas, a las que se
encargaba la protección de la ciudad.11
130
anteriores ejércitos basados en la clase social y los ejércitos posteriores, donde el estrato
social será irrelevante. En la práctica, incluso los esclavos llegaron a ser llamados para
formar parte del ejército de la República cuando ello llegó a ser necesario.21 El ejército
manipular recibió su nombre de la forma en la que se colocaba la infantería pesada. Los
manípulos eran unidades de 120 hombres que pertenecían a una misma clase de
infantería. Eran lo suficientemente pequeños como para permitir el movimiento táctico
de unidades de infantería individuales en el campo de batalla y dentro del marco de un
ejército más grande.
Los manípulos se organizaban en tres distintas líneas de batalla (en latín, triplex acies)
basadas cada una en un tipo de infantería pesada: hastati, princeps y triarii.22
«Los romanos... habitualmente enrolan cuatro legiones al año, cada una compuesta por
cuatro mil soldados de a pie y doscientos a caballo; y cuando surge alguna necesidad
inusual, incrementan el número de soldados de a pie a cinco mil y de caballeros a
trescientos. De los aliados, el número en cada legión es la misma que la de los
ciudadanos, pero la caballería es tres veces más grande».
Polibio, Historias, 1:268–70
En la legión manipular estándar se podían encontrar 1.200 hastati, 1.200 princeps y 600
triarii.24 Las tres clases de unidades podrían haber mantenido algún paralelo con las
divisiones sociales en la sociedad romana pero, al menos de forma oficial, la
pertenencia a cada una de las tres líneas se basaba en la edad y experiencia del soldado,
y no tanto en la clase social. Los hombres más jóvenes y novatos servirían en el ejército
como hastati, los hombres algo más formados y con experiencia militar serían princeps,
y las tropas más veteranas de edad más avanzada formarían la línea de triarii. La
infantería pesada de los manípulos era a su vez apoyada por las tropas de infantería
ligera (en latín, velites) y de caballería (en latín, equites), normalmente 300 hombres a
caballo por legión manipular.22 La caballería la formaba en principio la clase más rica
131
de la orden ecuestre, pero en ocasiones se conseguía caballería e infantería ligera
adicional de los aliados latinos del resto de la península itálica. Los equites seguían
perteneciendo a las clases más ricas de la sociedad romana. Había, por último, una clase
adicional de tropas que recibían el nombre en latín de accensi o adscripticii. Más
adelante también fueron denominados supernumerarii. Se trataba de tropas que seguían
al ejército sin un rol material específico, y que se situaban detrás de los triarii. Su
principal función era suplir a las bajas que pudieran producirse en los manípulos,
aunque también pueden haber servido de forma ocasional como mensajeros de los
oficiales. La infantería ligera de 1.200 velites22 consistía en tropas hostigadoras sin
armadura que procedían de las clases sociales más bajas y de los soldados más jóvenes.
Estaban armados con una espada y una rodela de 3 pies (unos 90 centímetros) de
diámetro, además de varias jabalinas ligeras de madera, también de unos 3 pies de
largo, y con una punta metálica estrecha de unos 25 centímetros.23 El número de estas
tropas se incrementaba con la inclusión de infantería ligera aliada y los irregulares
rorarii (tropas parecidas a los accensi).
El reclutamiento efectuado en el año 403 a. C. fue el primero que fue realizado para una
campaña más larga que una simple estación,25 y desde ese momento la práctica se fue
volviendo cada vez más común, hasta el punto de llegar a ser habitual. En cuanto a las
fuerzas armadas navales, hubo una pequeña armada que operó a bajo nivel tras la
Segunda Guerra Samnita, y que se vio incrementada de forma masiva durante este
periodo, expandiéndose desde lo que sería una simple patrulla fluvial y costera hasta el
tamaño de una verdadera unidad marítima. Tras un periodo de construcción frenética
debida a la Primera Guerra Púnica, la armada creció hasta un tamaño de más de 400
naves realizadas bajo el diseño naval cartaginés. Una vez completada, esta flota pudo
llegar a albergar hasta 100.000 marineros y tropas embarcadas para la batalla. La
armada se redujo en tamaño en los años posteriores. Esto, en parte, tuvo lugar porque la
pacificación del mar Mediterráneo hizo que no fuera necesario llevar a cabo una
política militarista naval, y en parte también se produjo porque los romanos eligieron
confiar en este periodo en las naves que aportaban las ciudades griegas, cuyos
habitantes tenían una mayor experiencia marítima.26
Las extraordinarias exigencias militares de las Guerras Púnicas, junto con la falta de
mano de obra, pusieron en evidencia las debilidades tácticas de la legión manipular, al
menos en el corto plazo.27 En 217 a. C. Roma se vio obligada a ignorar sus principios
establecidos de que sus soldados debían ser ciudadanos romanos y propietarios, y se vio
en la necesidad de enrolar a los esclavos en el servicio naval.21 Además,
aproximadamente en 213 a. C., los requisitos de propiedad se redujeron desde 11.000 a
4.000 ases.21 Teniendo en cuenta que los romanos preferirían utilizar a ciudadanos libres
antes que a los esclavos en sus ejércitos,28 debe de asumirse que, llegados a este punto,
los proletarii, los ciudadanos más pobres, también debían haber sido llamados al
servicio militar a pesar de su incapacidad legal. Para 123 a. C., los requisitos
financieros para el servicio militar fueron de nuevo reducidos de los 4.000 ases a
solamente 1.500.29 Para entonces, por tanto, está claro que muchos de los anteriores
proletarii sin propiedades habrían sido admitidos nominalmente en el grupo de los
132
adsidui.29 Durante el siglo II a. C., el territorio de Roma sufrió un descenso demográfico
general,30 que en parte de debió a las importantes pérdidas humanas incurridas durante
varias guerras. Esto se vio a su vez acompañado por una serie de tensiones sociales y el
gran colapso económico de las clases medias, que se fueron incorporando a las clases
bajas del censo y a los proletarii.30 El resultado fue que tanto la sociedad romana como
su ejército se fueron proletarizando cada vez más. El estado romano se veía obligado a
armar a sus soldados a costa del erario público, puesto que muchos de los soldados que
formaban las clases bajas se habían empobrecido hasta ser proletarii en todo salvo en el
nombre, y no tenían recursos para pagar su propio equipamiento.30 Por otro lado, la
distinción entre los hastati, los princeps y los triarii comenzó a ser cada vez más
borrosa, posiblemente por el hecho de tener que encargarse el estado de proveer
equipamiento estándar a todos salvo las clases más altas, que eran los únicos que podían
pagar el suyo propio.30 En la época de Polibio, los triarii o sus sucesores todavía
representaban una infantería pesada distinta, armada con un estilo único de coraza, pero
los hastati y los princeps se habían vuelto ya indistinguibles los unos de los otros.30 Por
último, la falta de hombres llevó a un incremento considerable en la carga repartida
entre los aliados (socii) en cuanto a sus aportaciones de soldados,31 y cuando los aliados
habituales no fueron capaces de proveer a Roma con las cantidades y tipos de soldados
requeridos, los romanos tampoco pusieron pegas a contratar mercenarios para luchar
junto con sus legiones.32
133
En un proceso conocido como reformas de Mario o reformas marianas, un cónsul
romano llamado Cayo Mario llevó a cabo un importante programa de reformas en el
ejército de la república.33 En el año 107 a. C. todos los ciudadanos, sin importar su nivel
de riqueza o su clase social, fueron habilitados formalmente para entrar en el ejército
romano.21 Este último movimiento formalizó y concluyó un proceso gradual que había
ido forjándose a través de varios siglos, mediante la reducción de los requisitos
económicos para el servicio militar.34 La distinción entre hastati, princeps y triarii, que
por otra parte ya se había vuelto muy borrosa, fue oficialmente eliminada,22 35 y se creó
la legión romana en el concepto en el que se la recuerda habitualmente. La infantería
legionaria pasó a ser una fuerza homogénea de infantería pesada compuesta por
ciudadanos romanos. Hay que tener en cuenta que, por entonces, la ciudadanía romana
y la latina se había ido expandiendo geográficamente por gran parte de Italia y de la
Galia Cisalpina,36 por lo que al hablar de ciudadanos romanos el concepto abarca
distintas poblaciones ya romanizadas y no meramente a la ciudad de Roma.
La infantería más ligera, como los velites y los equites, fueron reemplazadas por tropas
auxiliares (en latín, auxilia) compuestas por mercenarios o soldados que no eran
ciudadanos romanos.37 Además, debido a la concentración de las legiones en una fuerza
de infantería pesada24 los ejércitos de Roma dependían de la caballería auxiliar que les
daba apoyo. Como necesidad táctica, las legiones eran acompañadas casi siempre por
un número igual o mayor de tropas auxiliares más ligeras,38 que a su vez eran reclutadas
de los no ciudadanos que vivían en los territorios del Imperio. La única excepción en
este periodo histórico en la que una legión llegó a estar formada por soldados que no
eran ciudadanos romanos fue una Legión de imitación que fue reclutada en la provincia
de Galacia.36 Al contrario que en fechas anteriores, los legionarios ya no luchaban sobre
la base de campañas estacionales para la protección de su tierra.39 Por el contrario,
ahora recibían una paga fija, y eran empleados por el estado por una duración
determinada. Como consecuencia, el servicio militar pasó a desplazarse a las clases más
bajas de la sociedad romana, para quienes la paga asalariada del estado resultaba un
buen incentivo para alistarse.40 A través de este proceso de reformas el ejército fue
modificando su composición, de forma que las personas más pobres, y sobre todo las de
origen rural, pasaron a constituir un gran porcentaje del total de los soldados.41 Una
consecuencia desestabilizadora de este desarrollo fue que el proletariado «adquirió una
posición más fuerte y elevada»40 dentro del Estado. Sin embargo, esta
profesionalización del ejército era absolutamente necesaria si se quería poder establecer
guarniciones permanentes en territorios recién adquiridos y tan distantes como
Hispania, lo cual no era posible bajo las anteriores milicias estacionales de ciudadanos.
El historiador R. E. Smith apunta que hubo también la necesidad de reclutar legiones
adicionales en situaciones de emergencia, con la finalidad de repeler amenazas
estratégicas específicas. Argumenta que esto podría haber llevado a crear dos tipos de
legiones distintas:42 Por un lado estarían las legiones de larga duración, establecidas en
las provincias y compuestas probablemente por tropas profesionales que componían un
ejército en pie de guerra. Por otra parte estarían las legiones formadas rápidamente, que
estarían compuestas por hombres más jóvenes con poca o nula experiencia militar, con
esperanzas de aventura y botín.42 En cualquier caso, no se conoce ninguna distinción en
cuanto a la paga básica, la disciplina o el equipamiento entre estos dos tipos de legión.
La práctica de las tropas veteranas de enrolarse voluntariamente en las nuevas legiones
podría haber significado que ningún ejército se compuso exactamente de uno u otro de
esos dos arquetipos.
Las legiones de finales de la República estaban compuestas por infantería pesada casi
en su totalidad. La principal sub-unidad de la legión era la cohorte (en latín cohors),
134
formada por 480 hombres de infantería.43 La cohorte era mucho más grande que el
anterior manípulo, y estaba dividida en seis centurias de 80 hombres cada una. A su vez
cada centuria se dividía en 10 «grupos de tienda» (en latín, contubernia) de 8 hombres
cada uno. Las legiones comprendían también un pequeño cuerpo, normalmente de unos
120 hombres, de caballería legionaria romana (en latín, equites legionis). Los equites se
utilizaban como exploradores y mensajeros, y no como verdadera caballería de batalla,
dada la inexistencia por aquel entonces de estribos y sillas de montar.44 Las legiones
también contenían un grupo dedicado a la artillería de aproximadamente unos 60
hombres, y que operaban las armas de asedio como las ballistas (en latín, ballistae).43
Las tropas de caballería incluían a los arqueros a caballo (en latín, sagittarii), a la
caballería de choque (cataphractii o clibanarii) o armados con lanzas (antesignani o
lancearii). La infantería podía ir armada con arcos, hondas, lanzas arrojadizas, espadas
largas o lanzas. Las unidades auxiliares originalmente eran dirigidas por sus propios
jefes y, en este periodo, su organización interna dependía de sus comandantes.47 Sin
embargo, «la deficiencia más obvia» del ejército romano seguía siendo su escasez de
caballería, especialmente caballería pesada,48 hasta el punto de que incluso las unidades
auxiliares estaban compuestas principalmente por infantería. Luttwak comenta que las
tropas auxiliares consistían en gran parte de arqueros de Creta, honderos baleares e
infantería de Numidia, todos los cuales luchaban a pie.49 Sin embargo, a medida que las
fronteras de Roma se fueron expandiendo, sus adversarios cambiaron de ser ejércitos
basados en la infantería a estar basados en la caballería, por lo que el ejército romano
comenzó a encontrarse en una cierta desventaja táctica, principalmente en Oriente. En
cuanto a la armada de este periodo, había quedado muy reducida tras las Guerras
Púnicas y la conquista de Grecia. En consecuencia, los piratas cilicios se convirtieron
en los verdaderos amos del Mediterráneo. A finales del período republicano, en el
contexto de las Guerras Mitridáticas y la campaña de Pompeyo Magno contra los
piratas26 se acometió una profunda revitalización naval, que sirivó asimismo para hacer
frente a nuevos requerimientos: por ejemplo, Julio César reunió una flota en el Canal de
la Mancha para invadir Britania. Por último, durante la guerra civil posterior, se
llegaron a construir o transformar para el uso militar desde las ciudades griegas un
número cercano al millar de naves.26
135
en Farsalia y Marco Junio Bruto en Macedonia.51 Es importante precisar que este
reclutamiento tuvo carácter irregular y extraordinario y que no fue, sin embargo, un
reclutamiento típico de este periodo. La ley romana siguió exigiendo oficialmente que
las legiones estuviesen compuestas exclusivamente por ciudadanos romanos.
136
Bajorrelieve representando a un legionario romano sin la indumentaria de combate,
aproximadamente del siglo I d. C.
137
oficialmente abiertas sólo a ciudadanos romanos, Cary y Scullard argumentan que al
menos en algunas provincias en esa época «se debieron reclutar muchos provincianos
que no tenían verdaderamente la ciudadanía romana, pero que la recibieron de forma
no oficial en el momento del reclutamiento»,59 práctica que se incrementaría a lo largo
del siglo II.60 Esto es más probable en aquellas provincias en las que la población de
ciudadanos romanos no era lo suficientemente grande como para cubrir las necesidades
de reclutamiento del ejército como, por ejemplo, en Britania, en dónde según una
estimación sólo habría unos 50.000 ciudadanos romanos en el siglo I de una población
provincial total de alrededor de dos millones.61 Al mismo tiempo la estructura de las
legiones fue acometiendo reformas y sufrió algunas transformaciones de cierta
envergadura. Los auxilia fueron reorganizados, y un número de tropas aliadas fueron
formalizadas en unidades permanentes similares a las legiones. Por otra parte, en lugar
de ser reclutadas de forma reactiva, cuando era necesario, las tropas auxiliares
comenzaron a ser formadas de forma previa a los conflictos, y de acuerdo con los
objetivos anuales.62 Además, mientras que en épocas anteriores la organización interna
de las auxilia había sido dejada a cargo de sus comandantes, a comienzos del imperio
fueron organizadas en unidades estandarizadas conocidas como turmae,47 si bien no
llegaron a estar estandarizadas en su equipamiento de la misma forma que las legiones63
y a menudo mantenían ciertas características de la nación de la que procedían. El
tamaño de las unidades, al menos, sí que fue en parte estandarizado. La caballería podía
formar bien un un ala quingenaria de 512 caballeros, o en un ala millaria de 1.00045 y
la infantería auxiliar podía formarse en una cohors quingenaria de 500 hombres o en
una cohors millaria de 1.000.45 Las unidades compuestas conjuntamente por caballería
e infantería se solían formar en una mayor proporción de soldados de a pie que a
caballo: la cohors equitata quingenaria consistía de 380 hombres a pie y 120 a caballo,
y la cohors equitata millaria consistía de 760 a pie y 240 a caballo.45
La vitalidad del Imperio en este punto era tal que la utilización de auxilia nativos en el
ejército romano aparentemente no barbarizó el ejército, como en cambio algunos
estudiosos dicen que ocurrió en el bajo imperio.64 Por el contrario, aquellos que servían
como auxilia durante este periodo a menudo buscaban romanizarse ellos mismos. Se les
garantizaba la adquisición de la ciudadanía romana a la finalización del servicio, lo cual
les aportaba una serie de ventajas sociales, quedando sus hijos en posición de ser
elegibles para formar parte de las legiones.65 Como con el ejército, en la armada
también se reclutaron muchos no italianos, en parte porque los romanos nunca habían
estado muy preparados para la vida marítima.66 Parece que la armada era considerada
ligeramente menos prestigiosa que las tropas auxiliares66 pero, al igual que en estas
últimas, las tropas podían ganar su ciudadanía al pasar a la reserva. En términos de
estructura, cada navío estaba tripulado por un grupo de hombres que equivalía
aproximadamente a una centuria, y diez navíos conformaban un escuadrón naval.66 Tras
la derrota de Antonio, la flota romana se dividió en dos bases principales: Miseno y
Rávena.
138
Soldados romanos de alrededor del año 101 d. C. representados en la columna de
Trajano.
A finales del siglo I las legiones seguían siendo la espina dorsal del ejército romano, a
pesar de que los auxiliares, de hecho, superaban en casi un 50% el número de
legionarios.67 Por otra parte, y en lo que respecta a la composición interna de las
legiones, el número de soldados reclutados dentro de la península itálica también cayó
de forma gradual desde el año 70.68 A finales de siglo la proporción de ciudadanos
procedentes de Italia había caído hasta el 22 %, siendo el resto de soldados procedentes
de las provincias conquistadas.58 Teniendo en cuenta que técnicamente sólo los
ciudadanos romanos tenían derecho a enrolarse en las legiones, se cree que por motivos
de necesidad y en algunos casos en los que los reclutas no poseían ésta «simplemente
les fue otorgada en el alistamiento».68 69 Para esta época los límites del Imperio se
habían mantenido relativamente fijos en los lugares hasta los que se había expandido
bajo el gobierno del emperador Trajano. Debido a ello, el ejército fue
responsabilizándose cada vez en mayor grado de la protección de las fronteras
existentes en lugar de expandirse hacia otros territorios, al contrario de lo que había
sucedido en las épocas anteriores.70 El resultado fue que las legiones comenzaron a
quedar estacionadas en ubicaciones muy estables. A pesar de que legiones enteras en
ocasiones eran transferidas a lugares en guerra, permanecían mucho tiempo de forma
estacionaria en una o más bases legionarias en la provincia, dividiéndose en grupos más
pequeños de tropas (en latín, vexillationes) según se requería.71 Esta política fue el
comienzo de lo que en épocas posteriores supondría la división de las fuerzas militares
terrestres, en el bajo imperio, en las tropas móviles y estacionarias. En general, las
mejores tropas eran enviadas como vexillationes, y el resto, de peor calidad,
permanecían para la protección de las defensas fronterizas. Posiblemente entre las que
se quedaban en la zona estaban los soldados heridos y aquellos otros próximos a su
jubilación.72
139
Reconstrucción de una torre romana de vigilancia del Limes, cerca de Kastell
Zugmantel, Taunus.
Sin embargo, el hecho de que esta regionalización de las legiones fuese acompañado de
una caída en el profesionalismo de las mismas es algo que se discute. Santosuosso
argumenta que la estricta disciplina de los días de Mario se había terminado,76 pero
Alfoldi dice que las tropas de Ilira eran a la vez valientes y guerreras,75 y Tácito
describe a los reclutas germanos como si fuesen mercenarios natos (en latín, vivi ad
arma nati).77 Parece que la disciplina en las legiones sí que se flexibilizó, a medida que
se comenzó a dar permiso a los soldados para vivir con sus esposas en el exterior de los
recintos militares, y se les permitía adoptar un estilo de vida más confortable que
contrastaba con el estricto régimen militar de años anteriores76 Sin embargo, eso no
certifica que se produjera una reducción en la efectividad de las legiones, debido a la
gran ferocidad y estatura de los nuevos reclutas bárbaros.
140
Soldados romanos del siglo III luchando contra tropas godas, representados en un
sarcófago romano contemporáneo (aprox. 250 d. C.).
El estilo del ejército romano, sin embargo, estaba ahora condicionado por el cada vez
mayor número de reclutas de las regiones, que llevaba a una barbarización cada vez
más visible de las fuerzas romanas en el comienzo del periodo.78 La barbarización de
los rangos más bajos se iba complementando con una barbarización al mismo tiempo de
la estructura de mando a medida que los senadores romanos, que tradicionalmente
habían sido la fuente de la que procedían los comandantes, eran excluidos del ejército.
Para 235 d. C. asciende al trono imperial Maximino el Tracio. Este hecho supone un
hito en la historia de Roma, puesto que aunque no se trataba de la primera ocasión en la
que el propio emperador, la cabeza del ejército, fuera un hombre nacido fuera de Italia
(Trajano y Adriano habían nacido en Hispania, Septimio Severo en África, Caracalla en
Galia, Heliogábalo en Siria...), la familia de Maximino no era de origen romano en
absoluto, siendo hijo de dos bárbaros: padre godo y madre alana.79
La inclusión gradual de cada vez mayor número de tropas de orígenes diversos dentro
del ejército romano se llevó un paso más allá con la creación, en tiempos de Adriano, de
un nuevo tipo de unidad añadida a las legiones y a las auxilia, y que sería conocida
como numerii.70 Estaba formada por cuerpos de unos 300 soldados irregulares,45 y eran
reclutados de las provincias subyugadas, así como de los ciudadanos de los estados-
clientes o de más allá de los límites fronterizos del estado. Estaban menos equipadas y
menos romanizadas que las tropas auxiliares, con un «pronunciado carácter nacional»,80
incluyendo las vestimentas nativas y sus propios gritos de guerra.64 La introducción de
los numerii fue la respuesta a la necesidad de tropas baratas, que fuesen al mismo
tiempo fieras y con una fuerza equilibrada de caballería e infantería ligera.81 Estaban,
por tanto, mucho menos armadas y menos entrenadas que los auxilia o que las
legiones,70 aunque también se utilizaban algunas tropas irregulares nativas de élite.82 En
cualquier caso, las legiones todavía suponían alrededor de la mitad del ejército romano
en esta época.75
«Un joven aristócrata, fuerte de manos y rápido de mente y mucho más inteligente que
vuestros bárbaros medios... el ardor de su cara y sus ojos mostraban el espíritu ardiente
en su interior. Había luchado en nuestro bando en campañas anteriores y se había ganado
el derecho a ser un ciudadano romano; es más, incluso había sido elevado hasta el rango
de Equestre».
Veleyo Patérculo, 2.108
141
Relieve del siglo VI representando a un caballero sasánida en Taq-i-Bostan, Irán. Éste
sería el modelo del catafracatarii romano.
En la época del Bajo Imperio Romano, las fuerzas enemigas tanto en el este como en el
oeste eran «suficientemente móviles y suficientemente fuertes como para romper el
perímetro defensivo [romano] en cualquier eje seleccionado de penetración»;83 desde el
siglo III en adelante, tanto las tribus germánicas como los ejércitos persas atravesaron
las fronteras del Imperio Romano.70 84 En respuesta, el ejército romano atravesó una
serie de cambios, si bien la mayoría se produjeron como una evolución o adaptación
natural al cambio y no tanto como reformas militares deliberadas, como las que se
habían producido durante la república y a comienzos del Imperio. Se puso un gran
énfasis en la habilidad de combate de todos los tipos militares, como la artillería de
campo, las ballistae, de mano, arqueros y dardos. Las fuerzas romanas fueron
incrementando su movilidad de forma gradual, con un soldado de caballería por cada
tres de infantería, en comparación con la proporción de uno a cuarenta de comienzos
del Imperio.85 86 Adicionalmente, el emperador Galieno llevó a cabo el paso
revolucionario de crear regimientos de caballería específicos, separándolos de los
regimientos mixtos de caballería e infantería que existían antes, incluyendo
catafractarii o clibanarii, scutarii, y la caballería legionaria conocida como promoti.
Colectivamente, todos estos regimientos eran conocidos como equites.82 Alrededor de
275, la proporción de catafractarii también se incrementó.82 No existe una opinión
unívoca en torno a cuándo exactamente se incrementó la proporción relativa de la
caballería, y en concreto se discute especialmente si las reformas de Galieno ocurrieron
a la vez que se incremento la proporción de la caballería en la composición total del
ejército, o si se trata de dos eventos separados. Alfoldi parece creer que las reformas de
Galieno fueron contemporáneas con el incremento en el número de caballería, y
argumenta que, para el año 258, Galieno había hecho que la caballería fuese la unidad
tipo predominante en el ejército romano, sustituyendo en ese puesto al soldado de
infantería pesada que había dominado los ejércitos anteriores.82 Según el historiador
Warren Treadgold, sin embargo, la proporción de caballería no cambió entre los
comienzos del siglo III y los comienzos del siglo IV.87 Además, durante esta época,
grupos cada vez más grandes de barbari comenzaron también a asentarse en los
territorios romanos. Las tropas contratadas para que ayudasen al ejército romano ya no
se organizaban como los antiguos numeri, sino más parecidas a como lo harían los
142
mercenarios nativos independientes que serían conocidos como tropas federadas (en
latín, foederati).88 89 Aunque servían bajo las órdenes de oficiales romanas, las tropas de
estas unidades estaban mucho más barbarizadas que los numeri, y no estaban
romanizados ni en su estructura militar ni en su ideología personal. Además, tampoco
adquirían la ciudadanía romana tras el servicio prestado.88 Por otra parte, a las tropas
nativas no se les permitía luchar en bandas de guerra nativas bajo las órdenes de sus
propios jefes (cosa que más tarde sí que ocurriría con los foederati), sino que se dividía
a las tropas en pequeños grupos adheridos a otras unidades romanas.90 Estaban por tanto
a medio camino entre los numeri, a los que se intentaba romanizar, y los foederati, que
eran casi por completo independientes.
143
latín, scholae) que se mantenían como retaguardia estratégica incluso a los
comitatenses, cada una en la presencia de los emperadores de Oriente y Occidente,
respectivamente.92 Creadas y expandidas desde las tropas que componían la guardia
personal del emperador, estos ejércitos centrales parece que para el año 295 d. C.
habrían llegado a un tamaño demasiado grande como para ser contabilizadas como
meras guardias personales, aunque todavía eran demasiado pequeñas como para
entablar campañas de forma independiente y sin apoyo de los legionarios o
vexillationes.94
De los cuatro tipos de tropas, las limitanei (guardias fronterizos) se han considerado
generalmente como las de inferior calidad,95 96 estando formada en su mayoría por
milicias de soldados formadas a partir de los campesinos de la zona y que eran muy
inferiores tanto a las antiguas legiones93 como a su contrapartida en los ejércitos de
campo.97 Mientras que los limitanei debían hacerse cargo de las acciones de patrulla y
de las incursiones de baja intensidad, el deber de responder ante incidentes más serios
recaía sobre las tropas provinciales. Por último, cuando se hacía necesario contrarrestar
las incursiones de mayor escala en el plano estratégico, se requería la actuación de los
comitatenses o las tropas móviles de campo, posiblemente acompañadas por los
scholae del emperador. Tanto las tropas fronterizas como las de campo estaban
compuestas por una mezcla de infantería y caballería98 aunque el peso de la caballería
era, de acuerdo a algunas autoridades, mayor en el caso de lo ejércitos móviles.92 Otras
investigaciones más antiguas, como la edición de 1911 de la Enciclopedia Británica,
establece que el ejército romano del bajo imperio estaba «marcado por la
predominancia de la caballería que caracterizaba los primeros siglos de la Edad
Media»,1 aunque muchos autores recientes creen que la infantería seguía siendo
predominante.99 100 Existe alguna discrepancia sobre si esta nueva estructura militar fue
puesta en práctica bajo el gobierno del emperador Diocleciano o si es de la época de
Constantino, dado que ambos reorganizaron el ejército a finales del siglo III y
comienzos del IV hasta cierto punto.101 Tanto Diocleciano como Galieno, su predecesor
durante treinta años, podrían haber llegado a controlar las reservas móviles estratégicas
para ayudar a las fuerzas fronterizas imperiales.102 103 Puede que Diocleciano o puede
que Constantino I expandiría esta fuerza hasta constituir ejércitos permanentes.104 El
reclutamiento entre los ciudadanos romanos, por otra parte, se había visto muy
mermado como consecuencia de varios acontecimientos: Por una parte, se había
producido una reducción de la población,105 106 junto con un incremento muy numeroso
en las categorías de ciudadanos eximidos del servicio militar,96 así como la expansión
del mensaje pacifista cristiano.107 Todos estos factores conjuntos culminaron con «la
retirada de la clase urbana de todas las formas de actividad militar».108 En su lugar,
gran parte de los efectivos de Roma se reclutaban ahora de habitantes no italianos que
vivían en las fronteras del imperio, muchos de los cuales eran bárbaros o semi-bárbaros
que se habían asentado recientemente en tierras del imperio,75 91 incluyendo a varias
colonias de carpianos, bastarnos y sármatas.109
Aunque las unidades descritas como legiones existieron hasta el siglo V, tanto en las
fronteras como en los ejércitos móviles110 el sistema legionario era muy diferente del
que hubo en la época del principado y del comienzo del imperio. Si bien el término
legión continuaba utilizándose, no está claro exactamente cuándo cambió la estructura y
el rol de las legiones. En algún momento entre los siglos III y IV, en cualquier caso, el
rol de las legiones como infantería pesada de élite fue reducido de forma sustancial108 y
podría haberse evaporado completamente.111 En su lugar, esas «legiones» que todavía
existían no se componían ya exclusivamente de ciudadanos romanos (y puede que
apenas hubiese entre sus filas).98 Diocleciano112 o Constantino reorganizó el ejército en
144
unidades de infantería más pequeñas98 que, de acuerdo a algunas fuentes, podrían haber
ido armadas de forma más ligera que las antiguas legiones.108 Su armamento más ligero
podría haber sido porque «no hubieran consentido acarrear tanto peso de armadura
como los antiguos legionarios»113 o, como ocurrió al menos en un evento registrado,
porque les fuere prohibido por su general el llevar armaduras más pesadas para con ello
incrementar su movilidad.114
Las legiones del siglo IV en ocasiones eran sólo un sexto del tamaño original de las
legiones imperiales, e iban armadas solamente con una combinación de lanzas, arcos,
hondas, dardos y espadas,111 114 reflejando un mayor énfasis contemporáneo en la lucha
a distancia.115 Constantino incrementó todavía más la proporción de tropas germánicas
en el ejército regular,116 siendo su impacto tan grande que incluso los legionarios
comenzaron a vestir de la manera germánica.108
A finales del siglo IV el imperio tenía una deficiencia crónica en cuanto a su capacidad
de reclutar suficientes tropas de entre su propia población.15 Como alternativa, el
incremento de impuestos internos se utilizaba cada vez en mayor medida para pagar a
los reclutas bárbaros, cuyo número iba en aumento. Los romanos, en algunos
momentos, habían reclutado a soldados no romanos individuales para formar en las
unidades militares regulares. Sin embargo, en el año 358 d. C. esta práctica se aceleró
mediante la adopción a gran escala de todos los francos dentro del imperio, permitiendo
con ello acceder a una gran base de población que reclutar. En contraprestación por
permitírseles establecerse como foederati en el norte de la Galia, cerca del Rin, los
francos tendrían la obligación de defender las fronteras del imperio en su territorio y de
proveer tropas para que prestasen el servicio militar como unidades romanas.
Retrato anónimo de Atila, rey de los hunos (probablemente del siglo XIX). Aparece
representado como un europeo, aunque sus rasgos debieron ser más bien de tipo
mongol o centroasiático. La presión de Atila sobre los pueblos bárbaros fue uno de los
desencadenantes del colapso del Imperio Romano de Occidente. En el año 376 un gran
contingente de godos solicitó al emperador Valente su permiso para establecerse en el
sur del río Danubio en términos similares a los acordados con los francos. Los godos
también fueron admitidos en el imperio en calidad de foederati, aunque se rebelaron
más tarde ese mismo año, lo que llevó a un enfrentamiento que terminó con la
aplastante derrota de los romanos en la Batalla de Adrianópolis. Las graves pérdidas
que sufrió el ejército romano durante la batalla causaron, irónicamente, que el imperio
romano se viese obligado a apoyarse todavía más en las tropas de foederati como apoyo
a las suyas propias.117 En el año 382 la práctica se extendió de forma radical cuando las
tropas federadas fueron reclutadas en masa como contingentes aliados de tropas laeti y
foederatii separadas de las unidades romanas existentes.15 El tamaño y composición de
las fuerzas aliadas de los bárbaros, sin embargo, todavía se discute. Santosuosso
145
argumenta que los regimientos de foederati estaban compuestos en su mayoría por
caballería118 y que eran reclutadas de forma temporal para campañas específicas y, en
algunos casos, como adición permanente al ejército. El historiador Hugh Elton, por su
parte, cree que la importancia de los foederati se ha sobreestimado en los relatos
tradicionales de historiadores como A.H.M. Jones. Elton defiende que la mayoría de los
soldados eran probablemente ciudadanos romanos no italianos,119 120 mientras que
Santosuosso cree que las mayoría de tropas eran casi con certeza de origen bárbaro.121
COLAPSO DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE Y SUPERVIVENCIA
DEL IMPERIO DE ORIENTE (395 d. C. – 476 d.)
Mosaico representando lo que se cree que es un líder godo. Los godos eran empleados
por los romanos como foederati en el siglo V. El ejército móvil compuesto por los no
federados y conocido como los comitatenses fue eventualmente dividido en varios
ejércitos más pequeños. En la nueva estructura militar había un ejército central bajo el
control directo del emperador, conocido como comitatense palatina o praesental, y
varios ejércitos regionales.22 Los historiadores Santosuosso y Vogt coinciden en que
más tarde estos ejércitos irían degradandose para convertirse en unidades de guarnición
similares a los limitanei, a las cuales suplementaron o reemplazaron.91 En el siglo V una
significativa porción de la fuerza militar del Imperio Romano de Occidente descansaba
en los mercenarios bárbaros conocidos como foederatii.122
«Recibimos un terrible rumor de acontecimientos en el oeste. Nos dijeron que Roma
estaba bajo asedio, y que la única seguridad para sus ciudadanos era la que podían pagar
con oro, y que cuando eso se les había arrebatado, volvían a ser asediados, por lo que
perdieron no sólo sus posesiones, sino también sus vidas. Nuestro mensajero nos dio las
noticias con voz temblorosa, y apenas podía hablar entre sollozos. La ciudad que había
capturado al mundo había sido capturada».
Jerónimo de Estridón, Cartas, 127
A medida que el siglo V fue avanzando, muchas de las fronteras originales del imperio
habían sido completa o parcialmente despojadas de tropas para poder reforzar el
ejército central;122 y algunas áreas como Britania se habían terminado abandonando
completamente por la imposibilidad material de defenderlas.123 En 395, el Imperio
Romano de Occidente tenía varios ejércitos regionales en Italia, Iliria, Galia, Britania y
África, y unos doce ejércitos fronterizos. Para el año 430, se establecieron dos ejércitos
más, uno en Hispania y otro en Tingitania, pero los romanos habían perdido el control
de Britania y de buena parte de la Galia, Hispania y África. En el mismo periodo, el
Imperio Romano de Oriente tenía dos ejércitos móviles En la presencia del emperador
(en Constantinopla), tres ejércitos regionales (en el este, en Tracia y en Iliria) y quince
ejércitos fronterizos.124
A medida que las tropas romanas se iban extendiendo y diluyendo a lo largo de su gran
frontera, el territorio del imperio continuaba reduciéndose en tamaño. Las bandas de
bárbaros comenzaron a penetrar cada vez más a través de las fronteras más vulnerables
del imperio, convirtiéndose en invasores a la vez que en colonizadores. En 451, los
romanos fueron capaces de derrotar a Atila el Huno, pero sólo con la ayuda de una
confederación de tropas entre las que se incluían efectivos aportados por los visigodos y
146
los alanos. Las oleadas de invasiones bárbaras continuaron produciéndose, algunas de
las cuales llegaron incluso hasta el corazón de Italia, hasta que las fronteras del Imperio
Romano de Occidente terminaron por colapsar.122 Simultáneamente, las tropas bárbaras
que se encontraban a sueldo de Roma pasaron a «un estado de turbulencias y revueltas
casi continuas»125 desde el año 409 en adelante. En 476 estos ejércitos terminarían
destronando a Rómulo Augusto, el último emperador del Imperio Romano de
Occidente.126 El Imperio Romano de Oriente (conocido también como Imperio
Bizantino127 ) continuó en pie, y el ejército y la armada naval bizantina continuarían
defendiéndolo hasta su caída en 1453.128
Notas
147
36. ↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 27
37. ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 16
38. ↑ Tácito, Anales, IV, 5
39. ↑ Tito Livio describe un caso en el que un ejército de ciudadanos fue retenido
más tiempo de una simple estación en 403 a. C. Los ciudadanos obligados a
continuar con la guerra durante el invierno montaron en cólera, y durante un
tiempo la sociedad romana se vio muy cerca de romperse en dos (véase Livio,
libro V, capítulo 1). Sin embargo, a través de los siglos IV y V a. C. se fue
haciendo cada vez más común que las campañas durasen más de una estación,
por lo que las reformas de Mario no eran tan radicales en este punto.
40. ↑ a b Gabba, Republican Rome, The Army and The Allies, p. 25
41. ↑ Boak, A History of Rome, p. 189
42. ↑ a b Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 29
43. ↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 14
44. ↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 116
45. ↑ a b c d e f Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 15
46. ↑ Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 27
47. ↑ a b Webster, The Roman Imperial Army, p. 146
48. ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 43
49. ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 44
50. ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 67
51. ↑ Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 57
52. ↑ a b Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 71
53. ↑ Boak, A History of Rome to 565 A.D., p. 270
54. ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 17
55. ↑ Grant, A History of Rome, p. 209
56. ↑ a b Santosuosso, Storming the Heavens, p. 91
57. ↑ Hassall, The Army, p. 325
58. ↑ a b c Santosuosso, Storming the Heavens, p.98
59. ↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 338
60. ↑ Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire, Chapter I, p. 36
61. ↑ Mattingly, An Imperial Possession — Britain in the Roman Empire, p. 166–8
62. ↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 144
63. ↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 152
64. ↑ a b Webster, The Roman Imperial Army, p. 150
65. ↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 147
66. ↑ a b c Webster, The Roman Imperial Army, p. 165
67. ↑ Hassall, The High Empire, AD 70–192, p. 320
68. ↑ a b Hassall, The High Empire, AD 70–192, p. 331
69. ↑ Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire, Chapter I, p. 36
70. ↑ a b c d Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 211
71. ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 124
72. ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, pp. 153–154
73. ↑ a b Vogt, The Decline of Rome, p. 58.
74. ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 98
75. ↑ a b c d e f Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 208
76. ↑ a b Santosuosso, Storming the Heavens, p. 173
77. ↑ Tácito, Historia, 4, 64
78. ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 174
79. ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 175
80. ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 122
81. ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 123
148
82. ↑ a b c d Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 216
83. ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 176
84. ↑ Heather, Peter, The Fall of the Roman Empire, pp. 58–67
85. ↑ Elton, Warfare in Roman Europe, p. 94
86. ↑ Santosuosso, A., Storming The Heavens, p. 190
87. ↑ Treadgold, Warren, Byzantium and its Army, 284–1081, p. 56.
88. ↑ a b Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 212
89. ↑ La palabra puede hacer alusión tanto a las gentes federadas como a las
unidades de tropas aliadas que más adelante serían reclutadas entre esas gentes.
90. ↑ Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 219
91. ↑ a b c Vogt, The Decline of Rome, p. 178
92. ↑ a b c Vogt, The Decline of Rome, p. 177
93. ↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 173
94. ↑ Campbell, The Army, p. 121
95. ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 188
96. ↑ a b Grant, A History of Rome, p. 333
97. ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 154
98. ↑ a b c Cary & Scullard, A History of Rome, p. 534
99. ↑ Elton Warfare in Roman Europe, A.D. 350–425, pp. 103, 105–106.
100.↑ Treadgold, Byzantium and its Army, pp. 44–59.
101.↑ Southern & Dixon, The Late Roman Army, pp. 15–38.
102.↑ Campbell, The Army, p. 121
103.↑ Southern & Dixon, The Late Roman Army, pp. 11–17.
104.↑ Southern & Dixon, The Late Roman Army, pp. 15–20 & 37–38.
105.↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 25
106.↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 537
107.↑ Gibbon escribe que debido «al abuso de la cristiandad... las virtudes activas
de la sociedad fueron desincentivadas; y los últimos remanentes de espíritu
militar fueron enterrados en el monasterio».
108.↑ a b c d Vogt, The Decline of Rome, p. 59
109.↑ Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire, Chapter VI, p. 188
110.↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 171
111.↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 175
112.↑ Brian Campbell, The Crisis of Empire, p. 123
113.↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 535
114.↑ a b Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 209
115.↑ Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 213
116.↑ Grant, A History of Rome, p. 310
117.↑ Marcelino, Historias, Libro 31, caps. 3–16.
118.↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 189
119.↑ Elton lo argumenta a través de la proporción de nombres romanos respecto a
no romanos entre 350 y 476.
120.↑ Elton, Hugh, 1996, Warfare in Roman Europe, pp. 145–152.
121.↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 192
122.↑ a b c Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 188
123.↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 188
124.↑ Treadgold, Byzantium and its Army, 284–1081, pp. 43–59.
125.↑ Grant, A History of Rome, p. 344
126.↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 250
127.↑ «Imperio Bizantino» es un término moderno que hubiera resultado extraño a
sus contemporáneos. El nombre original del Imperio en griego era Romania
(Ρωμανία) o Basileía Romaíon (Βασιλεία Ρωμαίων), traducción directa del
149
nombre en latín del Imperio Romano, Imperium Romanorum. La expresión
«Imperio Bizantino» (de Bizancio, antiguo nombre de Constantinopla) es una
creación del historiador alemán Hieronymus Wolf, quien en 1557 —un siglo
después de la caída de Constantinopla— lo utilizó en su obra Corpus Historiae
Byzantinae para designar este período de la historia en contraposición con las
culturas griega y romana de la Antigüedad clásica. El término no se hizo de uso
frecuente hasta el siglo XVII, cuando fue popularizado por autores franceses,
como Montesquieu. El éxito del término puede guardar cierta relación con el
histórico rechazo de occidente a ver en el Imperio Bizantino al heredero
legítimo de Roma. En las tierras occidentales el título Imperator Romanorum
(emperador de los romanos) quedó reservado a los soberanos del Sacro Imperio
Romano Germánico, mientras que el emperador de Constantinopla era llamado
Imperator Graecorum (emperador de los griegos), y sus dominios, Imperium
Graecorum, Graecia, Terra Graecorum o incluso Imperium
Constantinopolitanus. Los emperadores de Constantinopla nunca aceptaron
estos nombres. De hecho, los pobladores bizantinos se declaraban herederos del
Imperio Romano y los emperadores de Constantinopla se enorgullecían de un
linaje ininterrumpido desde Augusto.
128.↑ Runciman, The Fall of Constantinople: 1453.
150
CAPÍTULO IX: LAS REFORMAS DE CAYO MARIO EN EL EJÉRCITO
ROMANO.
Hasta la última década del siglo II a. C. los requisitos para formar parte del ejército de
Roma al servicio de la República eran muy estrictos:
Por ello, la República en un inicio no tenía un ejército estable. Cuando una guerra
amenazaba a la ciudad los cónsules se encargaban de reclutar un ejército entre los
ciudadanos de la república elegibles. Como norma, uno de los cónsules sería el
encargado de dirigir a la batalla a este ejército prácticamente voluntario en su totalidad.
151
a esta caballería pesada, habría una caballería liviana que reclutaba ciudadanos
más pobres y jóvenes de buena salud, pero sin la edad suficiente para entrar en
la hastati o en la equites.
Cada una de estas líneas estaba subdividida en manípulos, la menor subunidad del
ejército, compuestas de dos centurias comandadas por el centurión mayor. Las centurias
eran nominalmente de 60 soldados (en la epoca manipular) y nunca tuvieron 100
hombres pese al parecido con la palabra centuria que deriva de la palabra centurion, que
lo comanda. Las centurias de los triarii contaban con 30 hombres nada más. Cada
centuria tenía su estandarte.
Desgraciadamente, no todos los cónsules electos eran muy capaces desde el punto de
vista militar. Por ejemplo, en el año 113 a. C. el cónsul Cneo Papirio Carbón fue
derrotado en la Batalla de Noreia por tropas invasoras de Cimbrios y Teutones,
muriendo la práctica totalidad del ejército (sobrevivieron 20.000 hombres de un total de
200.000). Este desastre fue seguido por una guerra en África contra el Rey Yugurta de
Numidia. El cónsul Quinto Cecilio Metelo el Numídico fue enviado a derrotar a
Yugurta y, si bien no perdió ningún ejército, tras dos años de guerra todavía no había
logrado la victoria total. Cayo Mario, uno de sus legados, solicitó a Metelo que le
liberase de su deber para poder volver a Roma y presentarse al consulado a finales del
año 108 a. C. Cuando Mario se convirtió en cónsul junior (el que menos votos había
obtenido de los dos) en el año 107 a. C. y se le encargó concluir la guerra contra
Yugurta se encontró con que no tenía ejército. El ejército de Metelo había sido asignado
152
al cónsul senior, Lucio Casio Longino, para expulsar a los Cimbrios, que volvían a
amenazar a Roma desde los Alpes. Por otro lado, los ciudadanos elegibles que
quedaban eran muy pocos, debido a los anteriores desastres militares. Cayo Mario, para
solventar este problema, introdujo una serie de reformas.
La parte más importante de las reformas de Mario fue la inclusión de las personas sin
tierras ni propiedades, las denominadas capite censi o censo por cabezas, dentro de las
personas que podrían alistarse. Dado que la mayor parte de este grupo eran pobres que
no tenían capacidad de comprar su propio armamento, Mario hizo que el estado les
suministrase las armas (que irían pagando a plazos). Ofreció a la gente sin recursos un
empleo permanente con paga como soldados profesionales, y la oportunidad de ganar
dinero mediante los saqueos en campaña. La gente, que tenía muy poca esperanza de
incrementar su estatus por otra vía, en seguida empezó a apuntarse al nuevo ejército de
Mario. Los soldados se reclutaban para un plazo de 25 años. Gracias a esta reforma,
Mario logró dos objetivos. En primer lugar, consiguió reclutar suficientes hombres en
un periodo de crisis y de amenazas externas para Roma. En segundo lugar, solventó un
grave problema económico que existía en Roma, provocado por la pérdida de la mayor
parte de la clase media en guerras (tanto por la muerte de los ciudadanos, como por su
ruina económica, al no poder encargarse de sus propiedades en campaña).
Mario introdujo el estandarte del Águila para dar un símbolo que defender a sus
soldados.
Con este ejército permanente, y siendo el estado quien suministraba las armas, Mario
pudo estandarizar el equipamiento de la legión romana. El entrenamiento se mantenía a
lo largo del año, y no sólo cuando era necesario. Mario organizó las legiones de la
153
siguiente forma: Hizo desaparecer la división de la infantería en secciones
especializadas: hastati, príncipes y triarii. A partir de la reforma, la infantería legionaria
constituye un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por razón del
armamento (ahora estandarizado) o la edad de los soldados. Del mismo modo, se
eliminó de la legión el contingente de velites, que ya estaba totalmente en desuso: la
infantería ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se demostró
una y otra vez durante las Guerras Púnicas y fue sustituida por cuerpos especializados
de auxiliares, agrupándose según su origen étnico y conservando su estilo peculiar de
combate.
• El número total de hombres en una legión completa era de unos 6.000, de los
cuales aproximadamente 5.000 serían soldados. El resto era personal no
combatiente.
• La organización interna de la legión consistía en diez cohortes de seis centurias
cada una. Las diez cohortes que integran la legión van numeradas, obviamente,
del I al X, pero están organizadas jerárquicamente: la I Cohorte tiene el doble de
soldados que las demás (5 x 160 = 800 hombres), generalmente la componen los
más veteranos, y se despliega en primera fila. Por el contrario, la cohorte X
despliega en segunda fila (6 x 80 = 480 hombres), y está compuesta por los
soldados más bisoños.
• La centuria consistía en 80 soldados apoyados por 20 no combatientes y
dirigidos por un soldado profesional ascendido de entre los soldados rasos y
llamado centurión.
• La centuria a su vez se dividía en contubernia (sing. contubernium) grupos de 8
hombres que compartían una tienda. Sin embargo, la centuria luchaba como una
unidad, marchaba como una unidad y acampaba como una unidad. Acarreaba
con ella todas las armas y demás provisiones e instrumentos necesarios para
mantener a la unidad. Esta reducción del convoy de suministros hizo que la
legión fuese mucho más rápida en sus desplazamientos.
• De dos a seis legiones juntas constituían un ejército.
Desde este momento, las cohortes, de las que habría de seis a diez, sustituyen a los
manipula como unidad táctica básica. Cada cohorte se compone de seis a ocho centurias
y es liderada por un centurión asistido por un optio, un soldado capaz de leer y escribir.
El centurión mayor de la legión es llamado primus pilus, un soldado de carrera y asesor
del legado. Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi cualquier
modalidad militar, arrastraba (especialmente en época imperial) una gran cantidad de
personal civil no directamente relacionado con la legión: comerciantes, prostitutas,
"esposas" de legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al establecerse en
torno a los campamentos permanentes o semipermanentes acababan dando lugar a
auténticas ciudades. Las legiones pronto se encontraron en una condición física y de
disciplina insuperable, sin parangón en el mundo antiguo.
La tercera reforma que Mario logró introducir fue una legislación que otorgaba
beneficios de jubilación a los soldados en la forma de tierras. Los miembros del censo
154
por cabezas que terminaban el servicio recibían una pensión de su general y una finca
en alguna zona conquistada a la que podían retirarse. Por último, Mario garantizó a los
aliados itálicos (Etruria, Piceno, etc.) la ciudadanía romana completa si luchaban como
soldados auxiliares y completaban el servicio.
El primer y más obvio resultado fue una mejora en la capacidad militar del ejército. Ya
no era necesario que, cuando la República se viese amenazada, el general de turno
tuviera que reclutar a toda prisa un ejército, entrenarlo para luchar y obedecer las
órdenes, y luego hacerlo marchar a la batalla completamente novato. Este solo hecho
fue imprescindible en el crecimiento y el éxito de la máquina militar romana y tuvo
como resultado un éxito continuado de los romanos en el campo de batalla. Otro
beneficio de las reformas fue el establecimiento de legionarios retirados en tierras
conquistadas. Esto ayudó a integrar la región en el imperio, romanizando a sus
ciudadanos, y reduciendo con ello el descontento y la sensación de opresión. Sin
embargo, otro aspecto de las reformas de Mario que comenzó a comprobarse más
adelante como una especie de efecto secundario, fue que la lealtad de las legiones
comenzó a trasladarse desde el estado romano (esto es, el Senado y el Pueblo de Roma)
hacia el propio general que dirigía el ejército. Comenzó a ser común que los generales,
en lugar de retirarse tras el cese de las hostilidades, rechazasen perder su imperium y
usasen su ejército (que le era leal a él) para consolidar su poder. Esto llevó a una serie
de guerras civiles a lo largo del siglo siguiente y finalmente condujo a la destrucción de
la República y transformación en Imperio.
MODIFICACIONES POSTERIORES
155
tropas de caballería ligera llamados Speculatores, que también servían como
mensajeros e incluso como forma de inteligencia militar. Durante estas reformas, las
Legiones también se organizaron en cohortes permanentes por primera vez. Las
cohortes habían sido hasta entoces unidades administrativas temportales o fuerzas de
trabajo tácticas de varios manípulos, siendo incluso más transitorias que las mismas
legiones de comienzo de la república. Ahora las cohortes eran de 6 a 10 unidades
permanentes compuestas de 5 a 8 centurias, cada una dirigida por una centurión asistido
por un optio, un soldado que podía leer y escribir. Estas se convirtieron en la unidad
táctica básica de las legiones. El centurión senior de la legión se llamaba Primus pilus,
un soldado profesional que hacía también de asesor del Legado. Cada legión tenía un
convoy con el equipamiento de unas 500 a 550 mulas (una mula por cada 10
legionarios). Para evitar que estos convoyes fuesen demasiado grandes, Mario hizo a
sus hombres acarrear todo el equipo que pudiesen, incluyendo su armadura, armas y
raciones para 15 días. Para facilitarlo, daba a cada legionario un bastón cruzado para
acarrear la carga sobre sus hombros. Por esto los soldados recibieron el apodo de
"mulas de Mario", por la gran cantidad de carga que tenían que llevar ellos mismos.
Una legión típica de este periodo tenía de unos 4.000 a 5.000 legionarios. Las legiones
podían llegar a tener hasta 6.000 soldados divididos en cohortes, aunque más adelante
en la historia el tamaño se redujo a 1.000 para incrementar la movilidad. Las número
también dependían de las bajas: Julio César, en su campaña en la Guerra de las Galias a
menudo sólo contaba en sus legiones con unos 3.500 hombres.
156
Mediterráneo occidental y explotaban este potencial en sus luchas contra la República
Romana. Dado que durante la guerra la mayor parte de los combates tuvieron lugar en
ultramar (especialmente en Sicilia), Roma se vio obligada a disponer de una flota que
pudiera desarrollar una respuesta militar eficaz. El resultado fue la rápida construcción
en el año 260 a. C. de la primera flota romana importante, compuesta por cerca de 150
quinquerremes y trirremes, la cual operaba cerca del Estrecho de Messina, entre Sicilia
y Calabria. Roma se esforzó por anular la ventaja marítima cartaginesa, equipando a sus
naves con el corvus, un nuevo invento que constaba de un gran tablón de madera con un
garfio con el que se enganchaban las naves enemigas. Esto permitía a los romanos
enviar a los soldados a modo de pasarela al asalto de la nave enemiga, evitando así las
tradicionales tácticas de la batalla de abordaje embistiendo los cascos con el rostrum, en
las cuales inicialmente eran mucho menos experimentados. Aunque la primera acción
llevada a cabo en el mar, la batalla de las Islas Lípari en el 260 a. C., terminó en una
derrota para Roma, las fuerzas implicadas eran relativamente pequeñas. La neófita
marina romana ganó su primera victoria naval importante (triumphus navalis) más
adelante ese mismo año en la batalla de Milas. Con el curso de la guerra, Roma
continuó ganando batallas en el mar y adquiriendo experiencia naval. Su cadena de
éxitos permitió que Roma expandiera su teatro de operaciones en el mar, alcanzando la
misma Cartago. A comienzos de la Segunda Guerra Púnica (218 a. C. - 202 a. C.), la
hegemonía naval en el Mediterráneo occidental había pasado ya de Cartago a Roma.
Esto hizo que Aníbal, el gran general cartaginés, cambiara de estrategia, llevando la
guerra a la Península Itálica.
FINALES DE LA REPÚBLICA
PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS
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• Batalla de Tindaris (257 a. C.). Victoria romana.
• Batalla del Cabo Ecnomo (256 a. C.). Victoria romana. Las flotas
implicadas en ambos lados fueron considerables.
• Batalla de Drépano (249 a. C.). Victoria cartaginesa.
• Batalla de las Islas Egadas (241 a. C.). Victoria romana, que condujo al
final de la guerra.
• Año de los cuatro emperadores (69 d.C). La flota romana apoya al emperador
Otón contra el usurpador Vitelio.
• Batalla de Crisópolis (323) - Flavio Julio Crispo, hijo de Constantino I, derrota
a las fuerzas navales de Licinio.
• Cartago (468). La flota de los vándalos mandada por Genserico derrota a una
gran armada romana de más de mil naves comandada por Basilisco.
ALMIRANTES
Algunos de los nombres de almirantes de la flota romana que han llegado hasta nuestros
días:
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COMPOSICIÓN DE LA MARINA ROMANA
La flota del imperio romano tenía dos bases importantes, así como varias de menor
categoría. Las dos flotas principales que controlaban el Mare Nostrum fueron:
• 1 exarreme: Ops
• 1 quinquerreme: Victoria
• 9 quadrirremes: Fides, Vesta, Venus, Minerva, Dacicus, Fortuna,
Annona, Libertas, Olivus
• 50 trirremes: Concordia, Spes, Mercurius, Iuno, Neptunus, Asclepius,
Hercules, Lucifer, Diana, Apollo, Venus, Perseus, Salus, Athenonix,
Satyra, Rhenus, Libertas, Tigris, Oceanus, Cupidus, Victoria, Taurus,
Augustus, Minerva, Particus, Eufrates, Vesta, Aesculapius, Pietas, Fides,
Danubius, Ceres, Tibur, Pollux, Mars, Salvia, Triunphus, Aquila, Liberus
Pater, Nilus, Caprus, Sol, Isis, Providentia, Fortuna, Iuppiter, Virtus,
Castor
• 11 liburnias: Aquila, Agathopus, Fides, Aesculapius, Iustitia, Virtus,
Taurus Ruber, Nereis, Clementia, Armata, Minerva
• Classis Ravennatis. Con base en Rávena desde el año 27 a. C., fue utilizada
para controlar la parte occidental del Mar Mediterráneo. En el año 330 las naves
se trasladaron a Constantinopla.
159
de Britania en los años 290. Cuando Constancio Cloro, por orden de
Diocleciano, recuperó Bononia, se puso fin al así llamado Imperio Británico.
• Classis Pontica. Operaba desde el año 14 a. C., y su base estaba desde el 54/60
dC en Trapezus (en el Ponto). Esta classis custodiaba el Mar Negro meridional.
160
Guardias pretorianos
LA PRIMERA GUARDIA
La primera guardia fue muy distinta a la guardia de los tiempos posteriores, la cual
incluso llegó a asesinar emperadores. Aunque César Augusto comprendió la necesidad
de tener guardaespaldas en el caos que era Roma, tuvo mucha precaución al preservar
los ideales de la República. Augusto solamente permitió que se formaran nueve grupos
de guardias. Originalmente contaban con 500 hombres cada uno pero finalmente
permitió hasta 1.000, y solamente tres de estas divisiones se encontraban en estado
activo dentro de la capital del imperio. Un número reducido de caballería, conocidos
como la turmae, también se creó y cada batallón contaba con treinta hombres. La
mayoría de los integrantes de esta primera guardia patrullaban el palacio y los edificios
más importantes, mientras que otras divisiones estaban posicionadas en los pueblos que
rodeaban Roma; se ha determinado que estas unidades eran demasiado pequeñas como
161
para ser una amenaza para el imperio. Cuando dos prefectos pretorianos, Quinto
Ostorio Scapula y Salvio Aper, ascendieron al poder en el año 2 a. C., se mantuvieron
las mismas figuras en los números de divisiones, pero se mejoró el mando y la
organización de tales. Cuando César Augusto falleció, el 19 de agosto del año 14, el
periodo de calma entre los pretorianos finalizó y a partir de ese momento comenzaron a
usar su fuerza militar para ejercer presión sobre las políticas del imperio. Augusto fue el
único emperador que gozó de la lealtad total de los pretorianos. Después de la muerte
de Augusto, los pretorianos actuaron según sus intereses personales. Lucio Elio Sejano,
un prefecto ambicioso, movió la base de la guardia a las barracas de Roma. En el año
23, Sejano logró convencer a Tiberio para que construyera la Castra Praetoria (el
campo de los pretorianos) justo en las afueras de Roma. Uno de los grupos de la guardia
mantendría un puesto permanente como guardia del palacio imperial. Desde ese punto
de la historia en adelante, la guardia estaría bajo el control del césar, pero la guardia
también obtuvo un buen grado de poder sobre el césar. En el año 31, Tiberio tuvo que
enviar a su guardia personal, la cohors praetoria, en contra de aquellos ciudadanos y
soldados que apoyaban a Sejano. Aunque la guardia le fue fiel a un Tiberio que se
encontraba muy envejecido, el poder político de la guardia dejó de ser un secreto. En
las campañas militares, los pretorianos mantenían las mismas formaciones que el
ejército romano. Ya en el año 69 se les empezó a enviar al campo de batalla y lograron
destacarse en la batalla de Bedriacum bajo el mando de Otón. Los líderes Domiciano y
Trajano enviaron a la guardia a que luchara en las guerras que tuvieron lugar en Dacia y
Mesopotamia, mientras que Marco Aurelio los utilizó durante su campaña del Danubio.
Durante el siglo III los pretorianos asistieron a los emperadores en sus diversas
campañas militares.
ASUNTOS POLÍTICOS
Luego que muriera Sejano, como parte del Donativum (regalo imperial) que Tiberio
había prometido, la guardia comenzó a jugar un papel más ambicioso y sangriento
dentro del imperio. La guardia se convirtió en una fuerza sobornable que - por la suma
adecuada de dinero o por pura voluntad - estaba dispuesta a asesinar al césar. La
guardia incluso llegó a ser una amenaza para sus mismos prefectos y para el mismo
pueblo romano. En el año 41, Calígula fue asesinado en un complot orquestado por
ciertos senadores y miembros de la guardia. Los pretorianos ayudaron a que Claudio
tomara el puesto de emperador y retaron a que el senado se opusiera a su decisión.
Aunque la guardia contaba con el poder de matar al césar, sus funciones no incluían
ningún papel administrativo, a diferencia del personal del palacio, el senado y la
burocracia romana. En muchas ocasiones, las barbaries de la guardia fueron castigadas
severamente por el emperador. En el año 193, Didio Juliano le compró el imperio a la
guardia por una vasta cantidad de dinero luego que la guardia lo subastara al mejor
postor. Ese mismo año, Septimio Severo marchó a Roma y se deshizo de los pretorianos
ya existentes para que fuesen reemplazados por miembros de sus propias legiones
panonias. En el año 69, Tito Flavio Vespasiano ya había sentado bases para este tipo de
162
hecho: se deshizo de un gran número de guardias cuando llegó al trono después de que
Vitelio ya se hubiese deshecho de varios de ellos. Como otra medida de seguridad,
Vespasiano nombró a Tito Flavio Sabino Vespasiano, su hijo, como el prefecto del
pretoriano. La turba romana luchó en varias ocasiones contra los pretorianos, como fue
el caso durante el reinado de Maximino el Tracio. En 271 Aureliano viajó al este, a
Palmira en Siria, junto con sus legionarios, pretorianos y su caballería. Los palmirenses
fueron derrotados fácilmente, pero este hecho cambió el modo en el que los pretorianos
fuesen vistos. Diocleciano y sus colegas crearon el sacer comitatus (escoltas del
emperador en el campo de batalla) que incluyó a unidades regulares que trabajaban bajo
una estructura pretoriana, pero de una manera menos formal y contando con más
unidades.
163
LA RELACIÓN ENTRE LOS EMPERADORES Y LA GUARDIA
PRETORIANA
164
Fundó la policía secreta (espías) llamados
Adriano 117 - 138
Frumentarii
Gordiano I 238
Gordiano II 238
165
Balbino 238 Asesinado por la Guardia
Hostiliano 251
Emiliano 253
Publio Licinio
253-260
Valeriano
Galieno 260-268
Claudio II 268-270
Quintilo 270
Marco Claudio
275-276
Tácito
Floriano 276
166
Asesinado por las tropas pretorianas después de
Probo 276 - 282
una revuelta
Caro 282-283
Carino 283-285
Numeriano 283-284
286 - 305,
Maximiano
307 - 308
Galerio 305-311
Flavio Valerio
306-307
(Severo II)
Para pertenecer a la Guardia Pretoriana tenían que pasar las pruebas de selección del
ejército, y generalmente ser de clase alta, léase hijos de patricios o senadores o estar
muy recomendados dentro del ejército. La guardia pretoriana en un principio, para
diario o desfiles portaban el equipamiento de combate de la epoca republicana (casco de
bronce, cota de malla, escudo ovalado), para combate lucían el mismo equipo y
armamento que la legión. En casos especiales como en la época de Nerón, éste los
uniformó como hoplitas griegos. Como todas las legiones, la guardia también tenía un
símbolo propio para sus estandartes, en este caso era un escorpión (signo zodiacal del
emperador Tiberio).
RANGO Y JERARQUÍA
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Rangos de la Guardia Pretoria en Orden Ascendente
Cargo disponible a los vigiles y las cohortes urbanas; era el rango mayor
Praefectus
de la Guardia Pretoriana
Actualmente se usa el termino pretoriano para hacer referencia a las Guardias de Corps
de Monarcas y Presidentes, Pero su uso se generalizo para determinar a los miembros
leales de personas importantes, especialmente dictadores.
- Securitate de Ceaucescu
168
- Húsares negros de la Guardia del Kaiser Guillermo
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