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1
Transcripción parcial del artículo de J.Tobin, “La Preferencia por la Liquidez como Comportamiento
Frente al Riesgo”, reimpreso en Lecturas de Macroeconomía, M.G. Mueller (ed.), 1971. Por la
transcripción: Bernardo Navarro A. (sólo para uso en clase de Macroeconomía II, UCA-Asunción).
2
Estoy agradecido a Challis Hall, Arthur Okun, Walter Salant y Leroy Wehrle por sus útiles comentarios
sobre los primeros borradores de este artículo.
3
“…en un mundo sin fricciones de transacción y sin incertidumbre, no habría razón para una diferencia
entre los retornos de cualquier par de activos, y en consecuencia no habría diferencia en el retorno entre el
dinero y otros activos financieros…en tal mundo los activos financieros mismos circularían como dinero
y serían aceptados en las transacciones; los depósitos a la vista de los bancos generarían interés, así como
frecuentemente lo hacían en este país en los años 20.” Paul A. Samuelson, Foundations of Economic
Analysis (Cambridge: Harvard University Press, 1947), p. 123. La sección, pp. 122-124, de donde hemos
extraido la cita muestra claramente que la preferencia por liquidez ha de ser considerado como una
explicación de la existencia y del nivel, no del tipo de interés, sino de la diferencia entre el rendimiento
del dinero y el de otros activos.
individuales. Dadas estas instituciones, la necesidad de saldos para transacciones
es proporcional, aproximadamente, al volumen agregado de estas últimas.
La importancia obvia de estos determinantes institucionales de la demanda
de saldos para transacciones ha llevado a la opinión generalizada de que pueden
desdeñarse otros posibles determinantes, incluidos los tipos de interés. 4 Esto
puede ser cierto por cuanto se refiere a la cuantía de esos saldos, pero su validez
en cuanto a su composición debe discutirse. Efectivo no es el único activo
mediante el cual mantener saldos para transacciones. Muchos participantes de
transacciones cuentan con saldos lo bastante amplios como para que constituya
una posibilidad relevante mantener algunos de ellos en forma de activos con
rendimiento en vez de efectivo. Aunque se trate de tenencia por corto tiempo, la
percepción del interés compensa el coste y los inconvenientes de las transacciones
financieras que implican. En otro lugar 5 he demostrado que, para tales participes,
la proporción de saldos para transacciones mantenida en efectivo varía
inversamente con el tipo de interés; no discutiremos más aquí esta fuente de
elasticidad-interés de la demanda de efectivo.
1.2 Saldos para inversión y decisiones de cartera. En contraste con los saldos para
transacciones, los saldos de una unidad económica para inversión son aquellos que
sobreviven a los excesos estacionales esperados durante el año de gastos
acumulados sobre los cobros. Son saldos que no han de convertirse en efectivo
durante el año. Consecuentemente, el coste de las transacciones financieras –
conversión en efectivo de otros activos y viceversa – no opera en el sentido de
animar a mantener como efectivo los saldos para inversión. 6 Para que el efectivo
forme parte en la composición de los saldos para inversión, ha de ser a causa de
expectativas o temores de pérdida referentes a otros activos. Aquí, en lo que
Keynes llamaba el motivo especulación de los inversores, es donde se ha buscado
la explicación de la preferencia por la liquidez y de la elasticidad de su demanda
con respecto al tipo de interés.
Al examinar el motivo especulación como causa para poseer líquidez en
efectivo, las alternativas consideradas, tanto en este artículo como en anteriores
discusiones acerca del tema, se refieren a activos que difieren del dinero líquido
por tener un rendimiento que varía según el mercado. Se trata de obligaciones de
pago de determinada cantidad de efectivo en fecha futuras, sin riesgo de falta de
pago; activos sujetos, como el efectivo, a variaciones de su valor real debido a
fluctuaciones del nivel de precios. En una perpectiva amplia, todos estos activos,
incluido el efectivo, son pequeñas variantes de una misma especie a la que
podemos llamar activos monetarios: vendibles, de valor monetario fijado, libres de
riesgo de falta de pago. Las diferencias entre los miembros de esta especie son
4
Sin embargo, la teoría tradicional de la velocidad del dinero exageró probablemente la permanencia de
las instituciones que determinan el grado de falta de sincronización entre cobros y gastos individuales. Es
verdad que instituciona tales como el grado de integración vertical de la producción, o la periodicidad de
las percepciones de salarios, sueldos, dividendos e impuestos, cambian con lentitud, pero otros acuerdos
también significativos pueden alterarse según el interés del dinero. Por ejemplo, existe gran flexibilidad
en la rapidez y regularidad con que se pasan al cobro y se liquidan las facturas.
5
“The Interest Elasticity of the Transactions Demand for Cash”, Review of Economics and Statistics, vol.
38 (agosto de 1936), pp. 241-247.
6
El coste las de las transacciones financieras tiene el efecto de dsanimar cambios de la cartera existente
cualquiera que sea su composición; puede operar por tanto bien sea a favor, bien sea en contra, de las
tenenciua de efectivo. A causa de la existencia de estos costos, puede ser óptimo el Status quo aún en el
caso de que el inversor, si pudiera empesar, preferiría una composición de activos diferente.
desdeñables comparadas con lo que les separa de la amplia variedad de activos
distintos en que puede invertirse la riqueza: acciones de sociedades, bienes raíces,
empresas individuales comanditarias, práctivas profesionales, etc. La teoría de la
preferencia por la liquidez no se refiere a las elecciones de los inversores entre
activos monetarios, por un lado, y otras amplias clases de activos por otros. 7 Estas
decisiones forman el objeto de otras ramas de la teoría económica, teorías de la
inversión y el consumo en especial. La teoría de la preferencia por la liquidez
considera que ya están realizadas las decisiones determinantes de la cantidad de
riqueza a invertir en activos monetarios y se concentra en la asignación de esas
cantidades entre efectivo y otros activos monetarios alternativos.
¿Porqué mantener en efectivo saldos para inversión de preferencia a otros
activos monetarios? Distinguiremos dos posibles fuentes de preferencia por la
liquidez, reconociendo que no son mutuamente excluyentes. La primera es la
inelasticidad de las expectativas con respecto a los tipos de interés futuros. La
segunda es la incertidumbre acerca de los tipos de interés futuros. Examineremos
una por una ambas fuentes de preferencia por liquidez.
7
Si se desea consultar un intento realizado por el autor de aplicación a esta decisión más amplia de los
mismos instrumentos teóricos empleados para analizar elecciones dentro de la clase mucho más rstringida
de los activos monetarios, puede verse, “A Dynamicv Aggregative Model”, Journal of Political Economy,
vol. 63 (abril 1955), pp. 103-115.
8
Como ya hemos señalado, son los costes de las transacciones financieras lo que imponen cierta inercia a
la composición de la cartera. Cada reconsideración de la misma implica para el inversor un gasto de
dinero, de tiempo y esfuerzo, La frecuencia con que vale la pena realizar las revisiones varía según el
inversor y depende de la cuantía de su cartera y de su situación con respecto a cuál será el coste necesario
para conseguir información y para realizar las transacciones implicadas. De este modo el “·año”
significativo no es el mismo para todos los inversores. Además, aunque se tome una decisión con la idea
de fijar por cierto periodo la cartera, un portafolio nunca queda bloqueado de forma tan irrevocable que
no se pueda concebir determinados suceso que de ocurrir durante el periodo inducirían al inversor a una
reconsideración. El hecho de que siempre exista esa posibilidad ha de influir en la decisión del inversor.
Por tanto, la ficción empleada en este artículo de considerar un periodo fijo para la inversión no es
satisfactoria por completo como sistema para tomar en cuenta la inercia de la composición de la cartera
debida a los costes de las transacciones y de la misma decisión.
r
g= −1 (2.1)
re
Para este inversor, la devisión de su saldo entre A 1 de efectivo y A 2 de
consolidados es una simple decisión de “todo o nada”. Si la tasa de rendimiento
actual cumple que r+g es mayor que cero, pondrá en consolidados todo su saldo.
Si r+g es menor que cero, todo lo colocará en efectivo. Podemos expresar estas
conclusiones en términos del nivel crítico de la tasa de actual, r c , de modo que:
re
r =
c
(2.2)
1 + re
Si la tasa actual es superior a rc, todo irá a consolidados, pero si rc es mayor
que r, todo irá a efectivo.
M
N
rc
W
A1
M
rc max
rc min N
Σ A1 ΣW
9
J. M. Keynes, Teoría General, capítulos 13 y 15, en especial páginas 168-172 y 201-203. Una cita de la
página 172 ilustrará la idea: “Es interesante que la estabilidad del sistema y su sensibilidad a variaciones
de la cantidad de dinero dependa en medida tan importante de la existencia de variedad de opiniones con
respecto a lo que es incierto. Lo mejor sería que conociéramos el futuro, pero si no es así, entonces, para
controlar la actividad del sistema económico por variaciones de la cantida de dinero, es importante que las
opiniones difieran”.
10
N. Kaldor, “Speculation and Economic Stability”, Review of Economic Studies, vol. 7 (1939), p. 15.
La utilización por Keynes de este concepto de preferencia por liquidez
como una parte de su teoría del equilibrio con desempleo, fue el motivo de una
importante cr´tica planteada por Leontief y Fellner. Leontief argumentaba en en
equilibrio la preferencia por liquidez necesariamente sería nula, sea cual fuere el
tipo de interés. La diferencia entre el tipo de interés actual y el esperado llega a
desvanecerse una vez que los inversores han aprendido la experiencia; no importa
lo bajo que pueda llegar a ser un tipo de interés, puede ser aceptado como
“normal” si persiste lo suficiente. Esta crítica era una de las partes de la crítica
metodológica general de Leontief a Keynes en el sentido de que el desempleo no
puede ser una característica del equilibrio, que pudiera estudiarse con los
instrumentos de la teoría estática, sino un fenómeno de desequilibrio que requería
analizarlo mediante la teoría dinámica. 11 Fellner realiza una crítica similar del
hecho de que Keynes se apropiase lógicamente de su explicación de la preferencia
por la liquidez a efectos de elaboración de su teoría del equilibrio con desempleo.
¿Porqué, pregunta, habría de ser sólo los tipos de interés las únicas vriables a
quienes atribuir expectativas inelásticas?. Porqué no considerar a su vez todos los
propietarios de riqueza y demás personas que los niveles de precios de la recesión
son los niveles “normales” a que tenía que llegar los precios?. Si así fuera, la
demanda de consumo y de inversión respondería a disminuciones de los salarios
monetarios y de los precios sin que tuviera importancia la fuerza o la elasticidad
de la preferencia por la liquidez de los inversores. 12
Estas críticas plantean la cuestión de si es posible dejar de lado el supuesto
de la rigidez de las expectativas con respecto al tipo de interés sin renunciar por
ello a las implicancias que del mismo obtiene la teoría keynesiana. ¿Podemos
fundamentar en un nuevo conjunto de supuestos acerca del comportamiento de
los inversores individuales la relación inversa de la demanda de dinero en efectivo
y el tipo de interés?. Esta cuestión es el tema de la sección siguiente de este
artículo.
11
W. Leontief, “Postulates: Keynes General Theory and the Classicists”, Cap. XIX en S. Harris, ed., The
New Economics (New York: Knopf, 1947), pp. 238-239.
12
W. Fellner, Monetary Policies and Full Employment, Berkeley: University of California Press, 1946, p.
149.
En la sección anterior suponíamos que el inversor individual contaba con
una expectativa definida, para cualquier tipo de interés actual, respecto a la
pérdida o ganancia de capital g (definida en 2.1) que obtendría como resultado de
invertir en consolidados un dólar. Suponemos ahora que está inseguro con
respecto a g, pero que basa sus acciones en una estimación de su distribución de
probabilidad. Suponemos que esta distribución de probabilidad tiene un valor
medio esperado igual a cero y que es independiente del nivel de r, tasa actual de
rendimiento de los consolidados. De este modo el inversor considera con la misma
probabilidad la duplicación de esa tasa tanto si es del 5% como del 2%, y lo mismo
ocurre respecto a la probabilidad de que se reduzca a la mitad tanto si es del 1%
como del 6%.
Una cartera o portafolio consta de una proporción A 1 de efectivo y A 2 de
consolidados, A 1 y A 2 suman la unidad. Supondremos que A 1 y A 2 no dependen de
la cuantía absoluta de los saldos para inversión iniciales en dólares. Queda excluida
por definión la posibilidad de valores negativos de A 1 y A 2 ; sólo el estado y el
sistema bancario pueden emitir efectivo y consolidados. El rendimiento R de la
cartera es:
R = A2(r+g) 0 ≤ A2 ≤ 1 (3.1)
Como g es una variable aleatoria cuyo valor esperado es cero, el
rendimiento esperado del portafolio es:
E(R) = μ R = A 2 r (3.2)
El riesgo ligado a esa cartera ha de medirse por desviación estándar de R,
σ R . La desviación estándar es una medida de la dispersión de rendimientos
posibles alrededor del valor medio μ R . Si la desviación estándar es muy elevada
eso quiere decir aproximadamente que existe gran probabilidad de amplias
desviaciones con respecto a μ R, tanto en sentido positivo como negativo. Si la
desviación estándar es pequeña, esto quiere decir que existe poca probabilidad de
grandes desviaciones con respecto μ R. En el caso extremo, una desviación estándar
nula indicaría certeza de percibir el rendimiento μ R . De este modo una cartera de
μ R elevada ofrece al inversor la posibilidad de grandes ganancias de capital al
precio de igual posibilidad de grandes pérdidas. Una cartera de baja μ R protege al
inversor de pérdidas de su capital y, de la misma forma, le ofrece poca perspectiva
de ganancias inhabituales. Aunque intuitivamente sea claro que se ha de identificar
el riesgo de una cartera con la dispersión de los rendimientos posibles, la
desviación estándar no es ni la única medida de dispersión ni la más significativa.
La cuenstión del empleo de la desviación estándar se discute más tarden la sección
3.3.
La desviación estándar de R depende de la de g, σg, y de la cantidad
invertida en consolidados:
σR = A2σg 0≤A2≤1 (3.3)
De este modo la proporción mantenida en consolidados por el inversor,
A2, determina tanto el rendimiento esperado μ R como su riesgo σ R. A partir de
(3.2) y (3.3) podemos deducir en qué términos puede el inversor obtener mayor
rendimiento esperado a expensas de asumir mayor riesgo:
r
μR = σR 0 ≤σR ≤σg (3.4)
σg
III. Un vértice máximo en el origen, caso en que todo el saldo queda como
dinero en efectivo. Para el jugador desenfrenado esta situación viene descrita en la
Figura 3.3 (OC 1 ). Podría ocurrir también para un diversificador, si la pendiente de
su curva de indiferencia en el origen fuera superior a la de su línea de
oportunidades. Sin embargo, esta solución III queda excluida por completo para
aquellos inversores cuyas curvas de indiferencia representan lugares geométricos
de utilidad esperada constante tal como en la sección 3.3. Ya hemos señalado que
este tipo de inversores no pueden ser jugadores desenfrenados. Además, tal como
puede apreciarse en (3.7) y (3.13), la pendiente de todos los lugares geométricos de
utilidad esperada constante para σ R =0 ha de ser nula.
Ahora, manteniendo constante para el inversor su estimación del riesgo de
ganancia o pérdida, podemos examinar las consecuencias que tendría una variación
del tipo de interés r. Un incremento del tipo de interés haría girar hacia la
izquierda el lugar geométrico de oportunidades OC. ¿Cómo afectaría este giro a las
existencia de efectivo y consolidados del inversor?. Hemos de considerar por
separado las tres soluciones o casos anteriores.
I. En la Figura 3.1, OC 1 , OC 2 y OC 3 representan líneas de oportunidades
para tipos de interés cada vez superiores. Se han dibujado las curvas de
indiferencia I 1 , I 2 e I 3 de modo que los puntos de tangencia T 1 , T 2 y T 3
correspondan a tenencias cada vez mayores de consolidades A 2 . En este gráfico, la
demanda de efectivo por el inversor depende inversamente del tipo de interés.
Este tipo de relación se mueve en la dirección que la teoría de la
preferencia por la liquidez nos ha enseñado a aceptar, pero claro está que no es la
única. Es posible dibujar curvas de indiferencia de tal modo que el punto de
tangencia se desplace hacia la izquierda a medida que la línea de oportunidades
gire en sentido contrario a las agujas del reloj. La ambigüedad es familiar ya en la
teoría de la elección y refleja el conflicto omnipresente entre los efectos renta y
sustitución. Un incremento de tipo de interés es un incentivo para aceptar mayor
riesgo; por cuanto respecto al efecto sustitución se produce un desplazamiento a
favor del remdimiento y en perjuicio de la seguridad. Pero un incremento del tipo
de interés tiene a su vez un efecto renta, pues da la oportunidad de disfrutar de
mayor seguridad al mismo tiempo que de mayor rendimiento. La ambigüedad es
análoga a la duda que se plantea cuando se trata de determinar el efecto sobre el
ahorro de una variación del tipo de interés; el efecto sustitución aboga por una
relación positiva, el efecto renta por una relación inversa.
Sin embargo, parte de esta ambigüedad queda resuelta si consideramos a las
curvas de indiferencia como lugares geométricos de utilidad esperada constante,
tal como se planteó en la sección 3.3. Hemos observado ya que todos esos lugares
geométricos tienen pendiente nula para σ R = 0. A medida que el tipo de interés r
aumenta desde cero, lo mismo ocurrirá con la tenencia de consolidados A2 . Sin
embargo, para tipos de interés mayores puede darse la relación inversa.
Este cambio de dirección puede excluirse virtualmente caso de función de
utilidad cuadrática. La participación de los consolidados en la cartera aumenta con
el tipo de interés siempre que r sea menor que σ g. Además, si r es mayor que σ g , no
puede darse un máximo de tangencia si r no es mayor a su ves que g max ganancia
máxima de capital que el inversor considera posible. 13 La demanda de consolidados
es menos elástica para tipos de interés altos que bajos, pero es muy poco probable
que la elasticidad llegue a ser negativa.
II y III. Una variación del tipo de interés no puede hacer que un amante del
riesgo altere su posición, que ya es el punto de máximo riesgo y rendimiento
esperado. Podemos pensar que la respuesta de un diversificador, bien sea a un
incremento o a una disminución del tipo de interés, puede consistir en un
desplazamiento desde un vértice máximo a un máximo regular interior. Un jugador
deenfrenado puede ver su posición alterada como consecuencia de un incremento
del tipo de interés, como ocurre con el paso de r 1 a r 2 en la Figura.3.3; esto le
llevaría a desplazar todos sus saldos de efefectivo a consolidados.
3.5 Efecto de variaciones del riesgo. Las estimaciones por el inversor del riesgo
de mantener saldos monetarios que no sean dinero en efectivo, consolidados en
este caso, son subjetivas. Pero vienen afectadas sin duda alguna por la experiencia
que se tenga del mercado y sujetas también a la influencia de las medidas de
política fiscal y monetaria. Por su acción y por sus manifestaciones verbales y
escritas, el banco central puede influir en las estimaciones de los inversores con
respecto al variabilidad de los tipos de interés; su influencia sobre estas
13
Estoy en deuda con mi colega Arthur Okun por esta proposición y su demostración.
estimaciones de riesgo puede ser tan importante para conseguir o impedir
variaciones del interés como lo son las operaciones de mercado abierto y otras
intervencion directas en el mismo mercado. Los tipos impositivos, las diferencia
de tratamiento fiscal de las ganancias de capital y pérdidas, de las percepciones de
interés, afectan de modo calculable a los riesgos y rendimiento esperados por el
inversor. Por estos motivos vale la pena dedicarnos a examinar los efectos sobre la
asignación de saldos entre efectivo y consolidados de las variaciones de las
estimaciones de riesgo por un inversor.
En la Figura 3.4, T1 y A2(r1, σ g ) representa la posición inicial de un
inversor, con tipo de interés r1 y riesgo σ g . OC1 es la línea de oportunidades (3.4)
y OB1 es la relación entre riesgos y tenencia de consolidados (3.3). Si el inversor
reduce a la mitad el riesgo estimado, hasta σ g /2, la línea de oportunidades doblará
su pendiente, de OC1 a OC2, desplazándose el inversor hasta el punto T2. La
relación riesgo-consolidados habrá doblado también suy pendiente, de OB1 a
OB2. Por tanto, el punto T2 corresponde a una inversión en consolidados de
A2(r1, σ g /2). Habríamos llegado al mismo punto T2 si hubiera doblado el tipo de
interés sin variar la estimación de riesgo σ g por parte del inversor. Sin embargo, en
este caso, como la relación riesgo-consolidados permanecería en OB1, la inversión
correspondiente en consolidados hagría sido sólo la mitad, o sea A2(2r1, σ g ). En
general se da la siguiente relación entre la elasticidad de la demanda de
consolidados con respecto al riesgo y con respecto al tipo de interés:
σg dA2 r dA 2
= - -1 (3.17)
A2 dσg A 2 dr
Ya que estamos aquí, podemos señalar, con ayuda de la Figura 3.4, las
implicancias de esta relación para el análisis de los efectos de los impuestos.
Supongamos que la posición inicial del inversor es T 2 y A 2 (2r 1 , σ g ). Se establece un
impuesto del 50% sobre todas las rentas por intereses y ganancia del capital, con
compensaciones por pérdidas. El resultado del impuesto es la reducción del
rendimiento neto esperado por dólar de consolidados de 2r 1 a r 1 y reducir a su vez
el riesgo del inversor por dólar de consolidados de σ g a σ g /2.
El campo de oportunidades permanecería en OC 2 y el inversor seguiría
deseando obtener la combinación de riesgo y rendimiento esperado que viene
representada por el punto T 2 . Sin embargo, para el logro de esta combinación
ahora ha de doblar su tenencia de consolidados, A 2 (r 1 , σ g /2); el impuesto desplaza
la línea de riesgo-consolidados de OB 1 a OB 2 . Por tanto, un impuesto de este tipo
reduciría la demanda de dinero en efectivo para cualquier tipo de interés de
mercado, desplazando la curva de preferencia por la liquidez del inversor de la
forma indicada en la Figura 3.5. Un impuesto que cargue sólo sobre la renta de
interés, sin gravar la ganancia del capital ni compensaciones por pérdidas, tendría
efectos muy diferentes. En la figura 3.4, si el Tesoro empieza a gravar los intereses
percibidos por el inversor, pero no el riesgo, éste se desplazaría de su posición
inicial T 2 y A 2 (2r 1 , σ g ) a T 1 y A 2 (r 1 , σ g ). Su demanda de dinero en efectivo a un tipo
de interés de mercado dado aumentaría y su curva de preferencia por la liquidez se
desplazaría a la derecha.