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Pro?' (bulle byela
DERECHO PROCESAL
MÉXICO 1991
Primera edición: 1991
ISBN 968-36-2052-3
INDICE
I. Introducción ......... 7
X. Bibliografía 137
Derecho Procesal, editado por el Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, se
terminó de imprimir el día 15 de agosto de
1991 en los Talleres de IMPRESOS CHÁVEZ,
S. A. DE C. V. La edición consta de 2 000
ejemplares.
I. Introducción ........ 7
naturaleza civil para una de las partes y mercantil para la otra, el litigio
que de dicho acto derive deberá solucionarse conforme a las leyes mer-
cantiles.
A diferencia de lo que ocurre con las leyes civiles y procesales civiles
que son de la competencia de los órganos legislativos estatales, la legis-
lación mercantil y procesal mercantil es de la competencia del órgano
Legislativo federal, es decir, del Congreso de la Unión, conforme a lo
previsto por la fracción X del artículo 73 constitucional. Por consi-
guiente, las leyes procesales mercantiles son expedidas por el Congreso
de la Unión y tienen vigencia en todo el territorio nacional. Pero si bien
las leyes procesales mercantiles tienen vigencia nacional y son expedidas
por el órgano Legislativo federal, su aplicación puede ser llevada a
cabo, a elección de la parte actora, por los tribunales del Poder Judicial
Federal o por los tribunales del Poder Judicial de los estados, cuando
se trate de conflictos que sólo afecten "intereses particulares", como
lo previene la fracción I del artículo 104 constitucional. A esta posibi-
lidad de someter los conflictos sobre aplicación de leyes federales que
afecten intereses particulares a los tribunales federales o a los locales,
se suele denominar "jurisdicción concurrente", aunque sería más co-
rrecto designarla "competencia alternativa".
Pero si bien las leyes procesales mercantiles se encuentran uniforma-
das en cuanto a que provienen todas del órgano Legislativo federal y
tienen vigencia en todo el territorio nacional, sí padecen, en cambio, de
una gran dispersión en cuanto que no existe un Código Federal de Pro-
cedimientos Mercantiles, sino que las disposiciones procesales mercan-
tiles se encuentran diseminadas en diversas leyes mercantiles de dife-
rentes materias y orientaciones.
El texto legal más importante para el derecho procesal mercantil me-
xicano es el ya mencionado Código de Comercio del 15 de septiembre
de 1889, cuyo libro quinto, "De los juicios mercantiles", reúne la mayor
parte de las disposiciones procesales mercantiles. Como lo demostró el
profesor Alcalá-Zamora, dicho libro quinto no es sino una "copia mu-
tilada" del Código de Procedimientos Civiles del Distrito Federal de
1884, por lo que actualmente resulta muy anticuado y, además, con
muchas lagunas. El artículo 1054 del propio Código de Comercio esta-
blece la supletoriedad de los códigos de procedimientos civiles locales,
que la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia ha tratado de
reducir en la mayor medida posible, quizá para evitar las dificultaóes
de una supletoriedad tan diversa y dispersa.
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que la Ley otorga, señala que aquéllos podrán acudir a la Junta Federal
de Conciliación y Arbitraje para plantear dichas controversias a tra-
vés de un proceso seguido contra dicho Instituto, conforme a la Ley
Federal del Trabajo; b) Para los conflictos sobre el pago o la liquida-
ción de las cuotas que se deben cubrir al Instituto ("aportaciones de
seguridad social", las denomina el artículo 29 fracción II, del Código
Fiscal de la Federación), el interesado debe acudir ante el Tribunal Fis-
cal de la Federación para reclamar su anulación o invalidación a través
del proceso fiscal, tomando en cuenta el carácter fiscal de dichas
cuotas. Para ambas situaciones, el artículo 274 prevé un recurso admi-
nistrativo de inconformidad ante el Consejo Técnico del propio Instituto,
que el trabajador asegurado o sus beneficiarios pueden utilizar antes de
acudir a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, pero que tiene
carácter obligatorio para quienes pretendan plantear el proceso de nuli-
dad ante el Tribunal Fiscal de la Federación. Dicho recurso administra-
tivo se encuentra regulado por el Reglamento del Artículo 274 de la
Ley del Seguro Social de 1950, reformado por el decreto promulgado
el 27 de julio de 1979.
Por lo que concierne a la seguridad social de los empleados públicos
y, en general, de los trabajadores sujetos al apartado B del artículo 123
constitucional, el artículo 23, fracción VI, de la Ley Orgánica del Tri-
bunal Fiscal de la Federación del 30 de diciembre de 1977, atribuye a
las Salas Regionales de dicho Tribunal, competencia para conocer de
todas las resoluciones definitivas "que se dicten en materia de pensiones
civiles, sea con cargo a Erario Federal o al Instituto de Seguridad y
Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado".
tica los principios del proceso familiar y del estado civil y los diversos
juicios en materia familiar.
1. órganos jurisdiccionales
los 24, 25, 26 y 27, fracción I, a), de la Ley Orgánica del Poder Judi-
cial Federal).
b') De los recursos de revisión interpuestos contra las sentencias dic-
tadas por los tribunales colegiados de circuito en amparo de una sola
instancia, cuando decidan sobre la inconstitucionalidad de un reglamento
federal o local, o interpreten directamente un precepto de la Constitu-
ción (artículos 24, 25, 26 y 27, fracción II, de la citada Ley Orgánica).
c') La facultad de atracción en amparo de doble instancia o de único
grado, de los asuntos que correspondan a los tribunales colegiados de
circuito cuando consideren dichas Salas que por sus características espe-
ciales, es decir, su particular importancia, deben ser conocidos por la sala
respectiva, según su materia, facultad que pueden ejercer de oficio, a
petición del tribunal colegiado respectivo o del procurador general de
la República (artículo 107 constitucional, fracciones VIII y V, y 24, 25,
26 y 27 fracciones I, inciso b) y III, de la Ley Orgánica).
d') De la resolución de las contradicciones entre las tesis sustentadas
por los tribunales colegiados de circuito, en los juicios de amparo y
respecto de la materia que corresponde a las propias Salas, para deter-
minar cuál es la que debe prevalecer con carácter obligatorio, pero sin
modificar los fallos correspondientes (artículos 197-A de la Ley de Am-
paro y 24, 25, 26 y 27, fracción XII, de la mencionada Ley Orgánica).
b) Los tribunales colegiados de circuito fueron establecidos en las
reformas a la legislación de amparo que entraron en vigor en mayo de
1951, con el propósito de auxiliar a la Suprema Corte de Justicia en el
conocimiento de los asuntos de amparo. Están integrados por tres ma-
gistrados.
Su número se ha incrementado de manera considerable en virtud
de que de manera paulatina se descargó a la Suprema Corte de los jui-
cios de amparo de menor importancia jurídica, social o económica, pero
en las citadas reformas de enero de 1988 se les confirió la competencia
genérica para el conocimiento de los juicios de amparo de una sola o
de doble instancia, en los cuales se impugne la indebida aplicación de
disposiciones legales o reglamentarias ordinarias, por lo que, en esencia,
se han convertido en tribunales de casación.
De manera excepcional pueden decidir dichos tribunales cuestiones
de inconstitucionalidad, en particular en los juicios de amparo contra
una ley por conducto de una sentencia judicial en la cual se hubiese
aplicado dicho ordenamiento. En esa hipótesis, si los propios tribunales
colegiados resuelven sobre la inconstitucionalidad de las disposiciones
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2. Garantías judiciales
Como dichos auxiliares son muy numerosos, ya que entre ellos están
comprendidos los que forman el personal técnico de los organismos judi-
ciales, las personas que intervienen en el ofrecimiento y desahogo de los
medios de convicción, tales como los peritos y testigos (por otra parte,
examinados en la parte relativa a la prueba), sería prácticamente impo-
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sible efectuar siquiera un listado de los mismos, y por este motivo nos
limitaremos a examinar muy brevemente la situación de los asesores
jurídicos de los justieiables carentes de los recursos suficientes para
lograr los servicios de un abogado particular.
Desafortunadamente nuestro ordenamiento procesal se encuentra to-
davía alejado de las corrientes modernas sobre la asistencia jurídica y
todavía subsiste el sistema tradicional de los defensores de oficio que
se apoyan en el principio establecido por el artículo 17 constitucional
sobre la gratuidad de la justicia, principio que se introdujo en el precepto
del mismo número de la Constitución de 1857.
a) En materia federal la defensoría de oficio está regulada por la
ley de 30 de enero de 1922 y su reglamento de 18 de octubre del mismo
año, de acuerdo con el cual la institución depende de la Suprema Corte
de Justicia y está confiada a un jefe y al número de defensores que se
consideren convenientes por la propia Corte.
b) Por lo que se refiere al Distrito Federal, la defensoría de oficio
cuenta con el Reglamento de 7 de mayo de 1940, el que divide la ins-
titución en los sectores civil y penal, y depende de las autoridades ad-
ministrativas del propio Distrito Federal.
c) En las entidades federativas se han expedido varios ordenamientos
pero sólo un número reducido de los mismos son posteriores a 1950, y
entre ellos podemos citar las leyes de defensoría de oficio de los estados
de México (1951); Baja California (1954); Michoacán (1953); Puebla
(1957); Tamaulipas y Coahuila (1964).
d) En otros sectores de nuestro ordenamiento jurídico y de acuerdo
con la tradición de la época colonial, los defensores se han calificado
de procuradores, y en esta dirección se observa mayor dinamismo, pues
entre ellos podemos citar los de la defensa del trabajo, reorganizados
por la Ley Federal de Trabajo de 1970 tanto en la esfera federal como
local, con cierta autonomía a partir de 1975; la Procuraduría Federal
de la Defensa del Consumidor, que inició sus funciones en 1976; los
procuradores agrarios establecidos para toda la República en 1954, y
los más recientes tales como las procuradurías de Orientación y Apoyo
a la Juventud; de la Defensa del Menor y de la Familia, y la Defensoría
de los Trabajadores al Servicio del Estado, etcétera.
Como puede observarse de la simple descripción anterior, la institu-
ción de la defensoría de oficio, incluyendo los llamados procuradores, se
ha mantenido estática en sus rasgos tradicionales de la defensa predo-
minantemente judicial de las personas carentes de recursos y no se ha
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4. Partes
B. Demandado
1. Etapas procesales
1. Medios preparatorios
Los tribunales podrán decretar en todo tiempo, sea cual fuere la na-
turaleza del negocio, la práctica o ampliación de cualquiera diligencia
probatoria, siempre que sea conducente para el conocimiento de la
verdad sobre los puntos cuestionados. En la práctica de estas dili-
gencias, el juez obrará como estime procedente para obtener el mejor
resultado de ellas, sin lesionar el derecho de las partes oyéndolas y
procurando en todo su igualdad.
Sólo los ordenamientos del derecho procesal civil y del mercantil de-
li mitan el objeto de la prueba con cierta precisión. Los artículos 284
del Código de Procedimientos Civiles del Distrito Federal y 86 del Có-
digo Federal de la misma materia disponen: "Sólo los hechos están
sujetos a prueba, así como los usos o costumbres en que se funde el
derecho". Estos preceptos recogen el principio jura novit curia y exigen
sólo la prueba del derecho cuando se trate de derecho consuetudinario.
Los artículos 284 bis y 86 bis de los ordenamientos citados prevén
que el juzgador aplicará el derecho extranjero tal como lo harían los
tribunales del estado cuyo derecho resulte aplicable, sin perjuicio de que
las partes puedan alegar la existencia y contenido del derecho extran-
jero. Los mismos preceptos facultan al juzgador nacional para informarse
del texto, vigencia, sentido y alcance del derecho extranjero, por 'me-
dio de los informes oficiales que recabe del Servicio Exterior Mexicano
o a través de las diligencias probatorias que considere necesarias o que
le ofrezcan las partes.
El artículo 1197 del Código de Comercio establece que sólo será
objeto de prueba el derecho extranjero, precisando que quien invoque
leyes extranjeras "debe probar la existencia de ellas y que son aplica-
bles al caso". También los códigos de prócedimientos civiles que siguen
al anteproyecto de 1948 limitan la prueba del derecho al caso del
derecho extranjero; pero establecen, además, que dicha prueba sólo será
necesaria cuando el juez así lo considere y se encuentre controvertida
la existencia o aplicación del derecho extranjero invocado; igualmente,
facultan al juez para que lo investigue directamente, relevando a las
partes de la carga de la prueba (artículos 258 de los Códigos de Sonora
y Zacatecas, 237 del de Morelos y 247 del de Baja California).
Estos mismos ordenamientos establecen con precisión que sólo "serán
objeto de prueba los hechos controvertidos" (artículos 257 de los Có-
digos de Sonora y Zacatecas, 236 del de Morelos y 246 del de Baja
California). En sentido similar, el artículo 777 de la Ley Federal del
Trabajo prescribe que "las pruebas deben referirse a los hechos con-
trovertidos"; pero agrega "cuando no hayan sido confesados por las
partes". La primera parte de este precepto de la Ley Federal del Tra-
DERECHO PROCESAL 85
2. Carga de la prueba
En general, los ordenamientos procesales civiles y el mercantil reco-
gen las dos reglas tradicionales de la carga de la prueba, según las cua-
les el actor y el demandado tienen la carga de probar los hechos en
que funden su acción o su excepción, respectivamente, y sólo los hechos
afirmados —no así los negados, con algunas excepciones— imponen la
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carga de probarlos a la parte que los expresa (artículos 281 y 282 deI
Código de Procedimientos Civiles del Distrito Federal, 81 y 82 del Có-
digo Federal de Procedimientos Civiles, 1194-1196 del Código de Comer-
cio). El Código Federal de Procedimientos Civiles prescribe, además, que
quien afirme que otro contrajo una "liga jurídica, sólo debe probar el
hecho o acto que la originó, y no que la obligación subsiste" (artículo 84).
Con mayor precisión, los códigos de procedimientos civiles que siguen
al anteproyecto de 1948 establecen la regla general de que las partes
tienen la carga de probar sus respectivas proposiciones de hecho y los
hechos sobre los que el adversario tenga a su favor una presunción legal.
Para el caso de duda sobre la atribución de la carga de la prueba, di-
chos códigos indican que la prueba debe ser rendida "por la parte que
se encuentre en circunstancias de mayor facilidad para proporcionarla,
o, si esto no puede determinarse, corresponderá a quien sea favorable
el efecto jurídico del hecho que deba probarse" (artículos 260 de los
códigos de Sonora y Zacatecas, 239 del de Morelos y 249 del de Baja
California).
En el proceso laboral, una de las innovaciones más importantes de las
reformas de 1979 a la Ley Federal del Trabajo consistió en regular con
mayor precisión el régimen de la carga de la prueba, en favor de la
parte trabajadora. El artículo 784 dispone, por una parte, que la junta
de conciliación y arbitraje:
Eximirá de la carga de la prueba a1 trabajador, cuando por otros
medios esté en posibilidad de llegar al conocimiento de los hechos,
y para tal efecto requerirá al patrón para que exhiba los documentos
que, de acuerdo con las leyes, tiene la obligación legal de conservar
en la empresa, bajo el apercibimiento de que de no presentarlos, se
presumirán ciertos los hechos alegados por el trabajador.
Y por otra parte, dicho artículo enumera, en forma precisa y deta-
llada, algunos de los hechos que, en todo caso, corresponde probar a
la parte patronal. Se trata de un precepto de gran importancia en el
proceso laboral, que resulta coherente con las reglas de la carga de In
prueba, pues la impone a quien está en mejores condiciones de suminis-
trarla, y que responde a elementales exigencias de justicia social.
En relación con el proceso penal, se debe aclarar que si bien la
Constitución no reconoce de manera expresa el principio de la presun-
ción de inocencia —que, entre otras consecuencias procesales, impone
al Ministerio Público la carga de la prueba de los hechos imputados y
de la culpabilidad del procesado—, México ha suscrito y ratificado
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RESOLUCIONES JUDICIALES
Las decisiones del pleno deben aprobarse, como mínimo, por el cin-
cuenta por ciento del total de los miembros que lo integran, y además
dichas resoluciones podrán revisarse en cualquier tiempo a solicitud de
los representantes de los trabajadores o de los empresarios, del cincuenta
y uno por ciento de los presidentes de las juntas especiales o del presi-
dente general de la junta correspondiente.
Para terminar esta sección, haremos una breve referencia a la insti-
tución calificada como suplencia de la queja deficiente, la que tuvo su
origen en el juicio de amparo, pero que se ha4 extendido de manera
paulatina con matices a otros ordenamientos procesales.
En esencia, dicha institución consiste en la facultad o inclusive en la
obligación que se confiere al juzgador para corregir los errores o defi-
ciencias en que puede incurrir la parte débil en el proceso por falta
de asesoramiento, especialmente en la demanda o en las instancias del
procedimiento, pero que puede extenderse al material probatorio.
a") Dicha suplencia fue introducida en la Constitución de 1917 sólo
en provecho del acusado en materia penal, cuando el mismo hubiese in-
terpuesto el juicio de amparo ante la Suprema Corte de Justicia (artícu-
lo 107, fracción II, del texto original de la misma carta federal), pero
en las reformas a la legislación de amparo que entraron en vigor en
mayo de 1951, dicha suplencia se amplió a todos los jueces de amparo
y abarcó también a la materia laboral en beneficio del trabajador, y
tratándose de actos apoyados en disposiciones legales que la jurispruden-
cia obligatoria de la Suprema Corte hubiese declarado inconstitucionales
(artículos 107, fracción II, de la Constitución federal y 76 de la Ley de
Amparo).
En los tres supuestos mencionados, es decir, en materias penal, la-
boral y tratándose de leyes inconstitucionales según la jurisprudencia
obligatoria de la Suprema Corte de Justicia, la suplencia de la queja
constituía una facultad del juez del amparo y no tenía entonces carácter
obligatorio para el mismo.
Un desarrollo considerable de la institución se debió a una nueva
reforma constitucional en octubre de 1962, al artículo 107, fracción II,
de la carta fundamental, reglamentada por la modificación a la Ley de
Amparo de 5 de febrero de 1963, que introdujo como una protección
obligatoria, la suplencia de la queja en beneficio de los campesinos
sujetos al régimen de la reforma agraria, es decir, de los ejidatarios,
comuneros y los respectivos núcleos de población tratándose de los
derechos colectivos agrarios.
100 HÉCTOR FIX-ZAMUDIO Y JOSÉ OVALLE FAVELA
IX. EJECUCIÓN
X. Bibliografía 137
DERECHO PROCESAL 127
IX. EJECUCIÓN
sentencias ejecutorias son muy similares a las del Código del Distrito
Federal, con muy ligeras diferencias que no ameritan comentario aparte.
2. Por ser una copia mutilada del Código de Procedimientos Civiles
de 1884, el Código de Comercio incluyó las reglas sobre vía de apre-
mio dentro del título relativo al juicio ejecutivo. Similares considera-
ciones a las hechas anteriormente sobre el Código Federal habría que
hacer sobre el Código de Comercio, aunque con sentido inverso: así
como en el Código Federal se trató de subsumir el juicio ejecutivo, den-
tro del procedimiento de ejecución, en el Código de Comercio, en cam-
bio, el procedimiento de ejecución de las sentencias quedó confundido
dentro de las disposiciones sobre el juicio ejecutivo, aunque un análisis
cuidadoso de las reglas de dicho Código debe conducir, necesariamen-
te, a distinguir estas dos instituciones. Si bien la sentencia firme es
considerada como un título ejecutivo, las excepciones que se pueden
aducir en contra de aquélla son sólo las que se pueden oponer en la
vía de apremio (artículos, 1391, fracción I, y 1397). Sin embargo, se
debe aclarar que si la parte vencida llega a oponer alguna de las excep-
ciones permitidas, podrán tener lugar las fases de prueba, alegatos y
sentencia (artículos 1299 y 1400), aunque en forma claramente diferen-
te a como se deben realizar en el juicio ejecutivo en sentido estricto.
Por lo demás, las reglas del Código de Comercio sobre el procedi-
miento de ejecución de las sentencias son totalmente insuficientes. Por
un lado, sólo prevén la ejecución de las sentencias que condenan al re-
mate de los bienes embargados a la parte vencida, por lo que quedan
sin regulación específica las demás sentencias que condenan a dar y las
sentencias que condenan a hacer y a no hacer. Pero aún la regulación
de las sentencias de remate se limita a cinco artículos que prevén el
procedimiento de remate de los bienes embargados —tanto muebles
como inmuebles—, el cual se lleva a cabo a través del avalúo de dichos
bienes, el anuncio del remate y las almonedas públicas, en las cuales el
acreedor puede pedir la adjudicación de los bienes en pago de las pres-
taciones que se le adeuden. Las partes pueden convenir el procedimiento
de enajenación y el precio de los bienes embargados (artículos 1410-
1414). Ante las omisiones del Código de Comercio sobre el procedi-
miento de ejecución de las sentencias, habrá que aplicar supletoriamen-
te las normas pertinentes del respectivo código de procedimientos civiles
local, como lo previene el artículo 1054 del ordenamiento mercantil.
DERECHO PROCESAL 133
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