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BLOQUE 1

EL SIGNIFICADO DE SER PROFESORES Y


PROFESORAS EN EL SIGLO XXI

Alumnos: Armada da Cruz, Alberto

Artero Sánchez, Víctor

García Vázquez, Santiago

Llorente Bello, Diego

Asignatura: Formación y Actualización

de la Función Pedagógica

Profesora: Dra. M. ª Lourdes Montero Mesa

Curso: 3º

Titulación: Lic. Pedagogía

Año académico: 2009/2010


Form. y Act. de la Función Pedagógica Dra. Mª Lourdes Montero Mesa

INDICE

Introducción ………………………………………………………………..2

La mirada de los estudiantes ………………………………………………4

La mirada de los propios profesores ……………………………………...15

La mirada de los investigadores ………………………………………….19

Conclusión: Cruce de miradas ……………………………………………22

Bibliografía ……………………………………………………………….24

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Bloque 1 Curso 2009/2010
Form. y Act. de la Función Pedagógica Dra. Mª Lourdes Montero Mesa

INTRODUCCIÓN

¿Quién no ha escuchado alguna vez opiniones tales como las siguientes?

-La educación está muy difícil hoy en día, los niños son insoportables.

-Los profesores viven muy bien.

-Cualquiera puede ser profesor, solo basta con tener conocimientos de una
materia para transmitirlos.

Si atendemos a estas expresiones, podemos observar como difieren algunas de


otras. En este caso solo hemos expuesto algunas bastante comunes, pero que son
bastante representativas a lo que podemos encontrar si planteamos estas cuestiones.
Esto plantea varias cuestiones que convendría analizar:

En primer lugar, la educación no deja indiferente a nadie. Todos somos


conscientes, no solo de su existencia, sino de la importancia que conlleva. El hecho de
que gran parte del presupuesto de muchos países vaya enfocado a la educación, o que se
plantee como una inversión, solo son algunas pistas de la importancia de tal actividad.

En segundo lugar y, siguiendo con lo anterior, no solo está sujeto a la


concepción de la sociedad sobre la importancia de la educación, sino que cada persona
emite su juicio de valor, como fruto de su propia interpretación. Si analizamos las tres
posibles opiniones planteadas, observamos cómo solo la primera de ellas, actuaría “en
favor” de los docentes, ya que se justifica su actuación por aquello de la dificultad que
conlleva la actividad. Sobre esto podríamos decir también, que el juicio de valor que
una persona puede emitir, va en función de su experiencia, es decir, generalmente
solemos atribuir muchos problemas de la sociedad al nivel educativo. Sin embargo,
otras posturas pueden afirmar que el nivel del sistema educativo puede deberse al
comportamiento de la sociedad en un entorno y espacio de tiempo concreto.

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Para finalizar estas cuestiones, la educación pertenece a un sector laboral


dependiente de numerosos factores. Por ello, hemos querido comenzar anotando, a

través de unos ejemplos sencillos de expresiones comunes sobre educación, algunas


concepciones que existen en la sociedad, la cual, como se indica en el título del trabajo
y sobre la que gira el mismo, está en proceso cambiante hacia el concepto, acuñado por
Peter Drucker, sociedad del conocimiento.

En el bloque actual de la asignatura, hemos trabajado sobre la función del


profesor (o pedagogo) en la sociedad del conocimiento. Cómo se debe trabajar, qué
competencias hay que dominar, qué conocimientos se deben transmitir, etc. Esto último
que hemos apuntado es bastante interesante, ya que alude a los profesores como
trabajadores del conocimiento, cuya función debe ser transmitir estos a los alumnos.
Como hemos comprobado en este tema, sería un error caer en tal concepción, ya que los
docentes del siglo XXI deben ir más allá. Hemos visto como autores como Andy
Hargreaves, plantean que los docentes desarrollen una sociedad del conocimiento pero
que, a su vez, lo hagan en consonancia a algunos lastres como las desigualdades
sociales. Ardua tarea sin lugar a dudas.

Acaba aquí esta introducción, en la que planteamos los cauces por los que va a
transcurrir la actividad, que comenzará con la exposición de los conceptos de nosotros,
los alumnos, a través de la experiencia del profesor que más nos haya marcado en
nuestra etapa educativa, para continuar con la visión de los profesores (obtenida a través
de la herramienta de web blogs), completar con la percepción de los teóricos o
investigadores y finalizando con un cruce de miradas y algunas conclusiones sobre
como es la profesión en la actualidad y en los tiempos venideros.

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LA MIRADA DE LOS ESTUDIANTES

La mirada de los estudiantes a través de la elaboración de un relato sobre el


profesor o profesora que tuvo una mayor influencia: como era, que hacía, que
herencia dejó en mí, por qué, etc. Cada estudiante elabora un relato individual que,
posteriormente, comparte con los miembros del grupo construyendo, de este modo, un
relato compartido.

En la vida de un estudiante podemos encontrar numerosos factores que pueden


marcar las diferentes etapas educativas. Entre ellos podemos mencionar algunos como
los primeros amigos, el ambiente familiar o aquellos juegos en los recreos en la etapa
infantil y primaria. También encontramos otros factores influentes como los resultados
académicos, aunque estos, a su vez, dependen de múltiples factores. En definitiva,
numerosas variables marcan la vida de los estudiantes desde el día en que ponen un pie
en un centro educativo.

Por supuesto, los docentes influyen quizás de manera más directa sobre los
alumnos, y sobre ello gira esta parte de la actividad. Nosotros, como alumnos que
hemos sido, centraremos nuestra mirada en los docentes que más nos marcaron de
forma que, planteando unos relatos individuales, extraeremos lo más significativo para
concretar un relato común en el que plasmemos como un docente puede calar en sus
alumnos y cómo estos pueden sentirse influenciados en mayor o menos medida.

A continuación, se detallan los relatos de los componentes de este grupo de


trabajo para, posteriormente, elaborar uno común.

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Relato de: Alberto Armada da Cruz

Para comenzar el relato de mi profesor más influyente debo remontarme a sexto


curso de la antigua EGB. Don Marcial, el profesor sobre el cual voy a hablar, era mi
tutor, así como mi profesor de lengua española y también de plástica.

Don Marcial era un hombre de unos cincuenta años, por aquel entonces,
bonachón, culto e implicado por completo con la educación de sus alumnos. Don
Marcial era un profesor que destacaba, así mismo, por el grado de autonomía que nos
concedía en sus clases. Recuerdo que fue el único de todos mis profesores en el colegio
al cual uno no debía pedir permiso para ausentarse e ir al servicio. Don Marcial confiaba
en que no nos aprovechásemos de esta circunstancia para ir al baño a todas horas y, en
contra de lo que se pudiese pensar, le salió bien la jugada, puesto que le devolvimos su
confianza con un bastante elevado grado de madurez.

Otra de las particularidades de este profesor era que si, por ejemplo, hacía una
pregunta en clase y no estabas atendiendo, sólo te calificaba negativamente si intentabas
negarlo o salir del paso como te fuese buenamente posible. En caso de reconocer que
estabas distraído y poner atención de inmediato nuevamente, Don Marcial, no tomaba
medida alguna al respecto. Al igual que lo expuesto en el párrafo anterior valoro muy
positivamente estas iniciativas por parte de un docente que, sin duda, se salía de lo
convencional en el más positivo de los sentidos.

Como profesor, a la hora de explicar su materia, Don Marcial era también un


gran maestro, con una facilidad innata para la transmisión de conocimientos. Marcial
acertaba siempre con los mejores ejemplos y nos facilitaba un montón la comprensión
de cualquier concepto que estuviésemos tratando, era, como digo, un grandísimo
profesor y un motivador nato. Creo que con todo lo expuesto anteriormente sobra decir
por qué ha sido un referente para mí entre todos los docentes que han pasado por mi
vida, Don Marcial era un profesor diferente, cercano, comunicativo… siempre estaba
ahí si el alumno lo necesitaba y con el paso de los años uno se da cuenta de que no hay
muchos maestros como él y que todas estas cualidades son de agradecer.
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Relato de: Víctor Artero Sánchez

A lo largo de mi vida de estudiante he tenido numerosos profesores. Para ser


sincero, me sería muy difícil acordarme de todos y cada uno de ellos. Tal vez por mi
edad, ya que no alcanzo a recordar toda mi etapa educativa, sobre todo en primaria. Tal
vez por la fugacidad de algunos de ellos, ya que los profesores sustitutos pueden estar
en un centro por poco tiempo. Pero, sin dudarlo, pienso que lo que más te hace recordar
un profesor (ya sea para bien o para mal) es lo que te marca, la huella que deja en
nuestra persona. Se podría asociar al carisma, pero yo prefiero pensar que somos
nosotros los que valoramos el profesor. Es decir, esto no es común a todos los
estudiantes, ya que todo en esta vida es relativo, y si un docente me puede parecer
nefasto a otro compañero le puede parecer muy competente.

Siguiendo con lo anterior, recuerdo a muchos profesores, no a todos, porque no


guardo un especial recuerdo sobre la influencia que tuvieron en mí, salvo uno de ellos,
Francisco Traverso. Este docente no pertenece a mi etapa de infantil (preescolar por
entonces), ni primaria, ni si quiera educación secundaria obligatoria. Era mi profesor de
historia en segundo de bachillerato

Era una persona bastante peculiar. Fuera del aula era hombre de pocas palabras,
siempre muy serio. Físicamente aparentaba tener algún año más de los que tiene, con su
barba y su traje de chaqueta. Lo que más me chocaba es que siempre llevaba paraguas,
todo el curso, aunque fuera época de sol. Creo que era mecánico, ya que lo llevaba
incrustado en su maletín, a punto de reventar de lo lleno que siempre lo tenía. Destacar
también que era doctor en historia.

Dentro del aula, se comportaba de manera diferente, aunque siempre mantenía


un semblante serio. Sus clases eran casi un monólogo, y no por ello no dejaba de incitar
a la participación en la misma. Era bastante comunicativo, ya que con la mirada
expresaba perfectamente lo que estaba impartiendo, es difícil de explicar.

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Su materia era bastante densa, todos la conocemos, historia de España.


Normalmente todos los profesores, al llegar segundo de bachillerato, se dedican a hacer
los exámenes de tipo como lo de selectividad, desde el comienzo del curso. Sin
embargo, en este caso él no optó por hacernos un examen de este tipo hasta casi al final
de curso, para aliviar la posible ansiedad que aflorara. Para ser sincero, apenas estudié,
en lo que a tiempo se refiere, la asignatura, ya que sus explicaciones eran claras y
concisas. Explicaba la historia como si fuera algo que ocurre en directo, comparándolo
con hechos significativos que conocíamos de la actualidad.

Por otro lado, jamás tuvo que llamar la atención a nadie. Es bastante normal,
aunque sea una clase de bachillerato, que en algún momento se forme algún murmullo,
pues en esta clase no lo recuerdo. Quizás fuera por el respeto que imponía sin abrir la
boca.

Para finalizar quisiera destacar de este profesor, sus ganas de enseñar. No le


importaba para la clase para explicar una parte del contenido de la materia si algún
compañero no comprendía algo. De hecho, en la medida que era posible, nos situaba los
hechos históricos contextualizándolos en Cádiz, ya que algunos episodios más
importantes de la historia de nuestro país ocurrieron allí, teniendo pues, una oportunidad
inmejorable.

En definitiva, para mí, fue todo un ejemplo de lo que debe ser un profesor.
Sabiduría, para afrontar el contenido de la materia, pero a su vez, estar capacitado de las
dotes necesarias para transmitir ese conocimiento. Hoy día sigue dando clases en el
instituto donde cursé secundaria y bachillerato, y la gran mayoría de mis compañeros y
yo compartimos la misma opinión sobre ese profesor.

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Relato de: Santiago García Vázquez

En el recuerdo de mi historia como discente, son muchos los profesores/as que


influyeron en mi desarrollo académico y personal. Pero, sin lugar a dudas, si tuviese que
citar sólo a uno/a (difícil situación, por la cantidad de docentes que forman parte de la
historia de cualquier discente) seleccionaría a D. Alejandro Vilar López (Profesor de
Secundaria que me impartió la materia de Biología durante el curso de 4º de E.S.O. en
el Colegio Junior´s).

De este modo, tengo en la memoria grabada sus clases por la manera de realizar
su función docente encaminada a la adquisición de conocimientos y en forjar nuestro
desarrollo como personas. Recuerdo, que siempre nos decía que teníamos que ser
personas correctas, educadas, formales y actuar con coherencia, sentido y lógicamente
ante las situaciones a las que nos enfrentáramos; siendo conscientes de que cualquier
hecho que realizáramos, nos definiría como personas. Así mismo, consideraba que lo
más importante en nuestra etapa educativa (en ese momento) era la educación
(enfatizando más en el aspecto disciplinar y personal1 que en el académico2).

Sus clases se caracterizaban por ser dinámicas, motivadoras y eficaces en cuanto


a los contenidos que trabajábamos. Siempre llegaba a clase con una sonrisa, que
transmitía felicidad con el trabajo que realizaba, a la vez que auguraba un voto de
confianza, entusiasmo y curiosidad en el alumnado por la clase que íbamos a
desarrollar. Así mismo, solíamos trabajar con un libro de texto que nos servía de guía en
el desarrollo de la materia, combinado con actividades prácticas, debates en pequeños
grupos, comentarios de texto, visionado de video, etc. De esta manera, es como era la
metodología seguida en el desarrollo de las clases a lo largo del curso con alguna visita

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Y siempre nos decía, recuerdo bien, que daba igual lo que fuéramos de mayores (si directores de banco
o barrenderos), lo importante es que fuéramos educados y supiésemos comportarnos debidamente ante las
situaciones sociales que nos tocara vivir. Pues si no tenemos educación, nunca llegaríamos lejos;
amparándose también en que aplicásemos el Principio Categórico de Kant: “Trata a los demás, como te
gustaría que te tratasen ellos a ti”.
2
Esto no quiere decir que estudiar y aprender no fuera importante, que sí que lo era; pero quizás por la
edad de los discentes (considerada esta edad, como edades “difíciles” y “conflictivas”) es preciso
enfatizar más en pautas de comportamiento a la vez que en aspectos académicos.
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relacionada con los contenidos impartidos; lo que implicaba que la gran mayoría del
alumnado estaba contento con la forma de explicar el profesor y la metodología
empleada en el proceso de Enseñanza-Aprendizaje.

En cuanto a otro aspecto influyente de D. Alejandro, era como afrontaba las


conductas disruptivas (escasas y máxime a medida que el curso avanzaba) que surgían
en el aula por diversos motivos (por ejemplo: hablar mientras explicaba, faltas de
respeto entre compañeros/as, decir palabras malsonantes, etc.). Ante ellas, no
desempeñaba un rol directivo y de represión excesivo, sino que se amparaba en
mostrarnos, de forma cooperante y afectiva, la repercusión negativa que esa acción o
acciones tenían hacia los demás, y que actuar bien nos abriría más puertas y caminos;
basándose, como ya cité anteriormente, en el Principio Categórico de Kant: “Trata a los
demás, como te gustaría que te tratasen ellos a ti”.

De este modo, el alumnado no se mostraba receptivo, sino consciente de las


situaciones y de los roles que nos tocaba desempeñar. No se trataba de tener que realizar
las clases de forma rígida, magistrales y memorísticas; sino que como toda actividad y
hecho educativo, debe sustentarse en una mínima base rígida abierta a la flexibilidad,
siempre y cuando no sea excesiva y la situación propicie el descontrol o pierda el
sentido coherente.

Lo que implicaba, que confiaba en nosotros, nos valoraba como alumnado e


inconscientemente respondíamos de forma positiva a ese proceso de Enseñanza-
Aprendizaje oculto en sus clases. Así mismo, también considero en términos globales
de mis compañeros/as que era uno de los profesores con los que más aprendimos
académica y personalmente, y que muy poca gente olvidará del recuerdo se su historia
educativa.

Para finalizar este relato, citar las palabras (que es sí mismas, esconden el gran
calibre de la vocación con la que realizaba su función) con las que D. Alejandro
despedía sus clases:

“Sonriente, alegre de haber intentado dar lo mejor de sí hacia nosotros/as y esperando


que todo eso lo tuviéramos en cuenta, nos decía: ¿Tenéis alguna duda de los
explicado?, cualquier cosa podéis preguntarla en cualquier momento, no tengáis

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miedo, mejor ahora que en el examen. No aprendáis las cosas de memoria, analizarlas,
encontrarle sentido e interpretarlas que así todo os resultará mucho más sencillo.

Y recordad que: lo importante no es lo que aprendéis, sino el provecho que le


saquéis.”

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Relato de: Diego Llorente Bello

El profesor que más ha condicionado mi vida académica, que me influyó de


manera positiva, fue mi profesor de Lengua Castellana y Literatura de 3º de E.S.O. Este
docente fue capaz de cambiar mi punto de vista sobre dicha materia, a base de
explicaciones muy diferentes a las recibidas hasta ese momento. Consiguió, además de
mí, que muchos de mis compañeros mostrasen gran interés por la asignatura y por los
diferentes componentes curriculares de la misma.

Este profesor era una persona muy exigente, pero en mi opinión, esta exigencia
fue la que me hizo cambiar mi visión de la materia y, por ejemplo, realizar la lectura de
los libros de forma voluntaria y no obligada, o mismo divertirme realizando un análisis
sintáctico, cosa impensable tiempo atrás.

Desde mi punto de vista, docentes así son los profesores que tiene que haber en
los centros, para la formación, más que de alumnos, de personas. Profesores exigentes,
inteligentes y que, por supuesto, sepan enseñar a sus alumnos.

Por otro lado, desde un lado negativo, recuerdo a mi profesor de 3º de Primaria,


el cual era mi tutor y me impartía casi todas las materias de ese curso. No me gusta
recordar sus clases y la manera de impartirlas. Sin lugar a duda ese fue el profesor que
menos me enseñó y que más me influyó para ver lo que un docente jamás debe ser.

Es increíble recordar como ese profesor nos imponía cualquier actividad que se
le antojase sin explicarla ni nada y se iba al pasillo del centro educativo a fumarse un
pitillo, o como al volver a clase si alguien no tenia realizado el ejercicio
correspondiente, a sabiendas de que el alumno no lo entendía, el cogía y le pegaba un
manotazo. Por suerte, y por desgracia para alguno de mis compañeros yo solo presencie
eso, y tuve la fortuna de que ese individuo nunca me puso una mano encima.

Tengo que decir que gracias a él sé lo que nunca, reitero, nunca, debe ser un
docente y menos, un profesor de primaria, donde los alumnos deben tener un proceso
óptimo de enseñanza – aprendizaje.
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Relato compartido

¡Cómo pasa el tiempo el tiempo amigo! Parece que fue ayer cuando, sentado en
su mesa, usted nos enseñaba lengua castellana en aquella aula de sexto curso de
educación primaria. Mucho tiempo ha pasado, de eso no hay duda, pero debe usted
saber que tengo grabadas sus explicaciones, su método de enseñanza, su tono firme
pero a la vez cargado de tranquilidad. Probablemente no sea consciente de todo lo que
ha influido en mis compañeros y en mí. Digo mis compañeros porque, por si no lo sabe,
aún mantengo relación con algunos de mis amigos de clase y, en más de una ocasión,
usted ha sido protagonista de nuestras conversaciones, y coincidimos en que usted fue
el docente que más recordamos. Por ello, déjeme explicar a quien no tiene constancia
de su existencia, su labor como profesor, ya que a buen seguro, les podrá servir a otros
como ejemplo del desempeño de tal labor de forma brillante.

De todos los profesores que he tenido en mi vida, que no son pocos, puedo decir
que quien más y quien menos ha pasado por mi etapa educativa dejando alguna huella.
Pero, como todos sabemos, no todas las huellas tienen la misma profundidad y, por
consiguiente, la durabilidad o la facilidad de ser borradas con el paso del tiempo,
difieren notablemente entre unas y otras. Por ello, si tuviera que quedarme con uno de
ellos, elegiría a Don Antonio, mi profesor de Lengua Castellana en Sexto curso de
educación primaria.

Hasta entonces, la mayoría de los profesores, obedecían a un patrón bastante


común en la práctica educativa. Explicaban sólo y exclusivamente lo que aparecía en el
libro de texto, sin añadir algún ejemplo más significativo de elaboración propia, los
materiales utilizados se limitaban a bolígrafo, lápiz, cuaderno y libro de texto, había que
pedir permiso para poder ir al servicio, mandaban castigos continuos pese a saber que la
conducta no iba a mejorar de esta manera. En definitiva, parecía como si todos seguían
un guión preestablecido, del cual no podían permitirse realizar un desvío hacia algo
diferente.
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Fue entonces cuando apareció Don Antonio. Era un profesor de unos cuarenta
años aproximadamente y llevaría en el centro unos diez años. Cuando entré en el
colegio, en primero de primaria, él ya estaba en el centro, pero hasta entonces nunca me
había impartido ninguna clase. He de decir que las apariencias engañan, ya que este
docente daba la sensación de ser una persona muy severa, pues que tenía un semblante
muy serio. Pero todo cambió con el comienzo del sexto curso de educación primaria.

Don Antonio era un profesor muy dinámico, que incitaba a la participación en


clase. Continuamente proponía cambios en la clase que nos ayudaban a comprender la
asignatura de lengua más allá de los que venía en el libro de texto. Por ello, los alumnos
siempre estábamos muy atentos a sus explicaciones, ya que nos sentíamos
completamente motivados.

Siempre basaba sus métodos en desarrollar no solo las capacidades de los


alumnos, sino hacer énfasis en el provecho que podían obtener de cada clase. Por ello, la
siempre efectiva aplicación de ejemplos significativos buscaba también la comprensión
de la aplicabilidad de lo aprendido en el aula en la vida cotidiana.

Puesto que éramos alumnos de sexto de primaria, y estábamos cerca de finalizar


la etapa para, posteriormente, pasar al instituto, el profesor hacía importante hincapié en
la madurez que debíamos adquirir. Por ello, no era necesario pedir permiso para ir al
servicio. Don Antonio confiaba en que no abusáramos de su buena fe para perder
tiempo de clase, lo cual resulto ser bastante novedoso en nuestras vidas, ya que siempre
debíamos contar con el consentimiento de los profesores. Al principio pensé que la
respuesta de los alumnos no sería adecuada, y todos estarían yendo y viniendo al
servicio para perder tiempo de clase. Sin embargo, los alumnos respetaban al profesor
de tal manera que sólo iban al baño cuando de verdad era necesario.

Pese a todo, era un profesor muy exigente. Recuerdo que sus exámenes eran de
una dificultad más que considerable, no se aprobaba de cualquier manera, era necesario
trabajar bien la materia. Aunque esto era así, no recuerdo haber estudiado muchas horas,
puesto que, como ya he comentado con anterioridad, el profesor explicaba en el horario
de clase de tal forma que no era necesario volver a estudiar todo, solo con repasar la

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materia se podía aprobar. Claro está que quién no atendiera en clase, lo iba a tener
bastante difícil para superarla.

Para finalizar quisiera destacar su implicación con el alumnado y con las


familias, más allá de las cuatro paredes del aula, podías dirigirte a él como un
compañero, para recibir apoyo, ya fuera académico o personal. Nos recordaba que en la
vida debíamos ser personas educadas y coherentes, solo así se nos abrirían muchas
puertas. Aunque también decía que en la vida iba a haber momento en los que nos
tendríamos que esforzar como nunca lo habíamos hecho. Era la forma que tenía de
recordar el valor del esfuerzo en nuestras vidas.

Sin lugar a dudas, lo considero como el profesor más completo de todos los que
han ocupado mi vida estudiantil. Es el que más me ha marcado y es el espejo en que me
miro cuando pienso en el futuro docente que seré.

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LA MIRADA DE LOS PROPIOS PROFESORES

La mirada de los propios profesores sobre su trabajo y su profesión mediante


la selección y análisis de un blog de profesor o profesora.

El blog elegido es el de Ricardo Barahona, un profesor de un centro educativo de


la ciudad de Tabasco, en Méjico. La dirección web es la siguiente:

http://educandoespartanos.obolog.com/

Este profesor da clases en quinto grado de educación primaria y lleva poco


tiempo en el puesto. Si entramos en su blog, vemos como propone a sus alumnos que
comenten las fotos y videos subidos sobre las actividades realizadas. Hemos hablado
directamente con el autor del blog y nos ha comentado que la función principal del
mismo, aparte de acercar a los alumnos a las nuevas tecnologías de la información, es
hacerles partícipes de su propio aprendizaje, y ayudar a que la comunidad educativa, a
su vez, también participe en la educación.

Respecto a la mirada sobre su profesión, el autor del blog plantea en una de sus
entradas el “por qué ser maestro”. Se apunta a dos tipos de docente, quienes tienen
vocación y motivación por la profesión y, por tanto, ponen todo su empeño en hacerlo
lo mejor posible y, por otro lado, quienes aceptaron esta carrera porque no quedaban
alternativas y, de un modo u otro, se encuentran en un aula dando clases. Es importante
que un docente conozca la importancia de su trabajo, de hacer el bien a los demás
trabajando lo mejor posible. En definitiva, conocer la repercusión que pueden tener sus
acciones en el aula y obrar en consecuencia.

Quisiéramos destacar, el guiño que hacer Ricardo Barahona sobre la profesión


del maestro en el siglo anterior. Para ello, se apoya en la canción del cantautor español
Patxi Andión:

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Con el alma en una nube


y el cuepo como un lamento
viene el problema del pueblo
viene el maestro
el cura cree que es ateo
y el alcalde comunista
y el cabo jefe de puesto
piensa que es un anarquista
le deben 36 meses
del cacareado (mento)
y el piensa que no es tan malo
enseñar (toreando )un sueldo
en el casino del pueblo
nunca le dieron asiento
por no andar politiqueando
ni ser portavoz del cuento
las buenas gente del pueblo
han escrito al menisterio
y dicen que no esta claro
como piensa este maestro
dicen que lee con los niños
lo que escribio un tal Machado
que anduvo por estos vagos
antes de ser exilado
les habla de lo inombrable
y de otras cosa peores
les lee libros de versos
y no les pone orejones
al explicar cualquier guerra
siempre se muestra remiso
por explicar claramente
quien vencio y fue vencido
nunca fue amigo de fiestas
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ni asiste a las reuniones


de las damas postulantes esposas de los patrones
por estas y otras razones
al fin triunfo el buen criterio
y al terminar el invierno
le relevaron del puesto
y ahora las buenas gentes
tienen tranquilo el sueño
porque han librado a sus hijos
del peligro de un maestro
con el alma en una nube
y el cuerpo como un lamento
se marcha, se marcha el padre del pueblo
se marcha el maestro.

No podemos dejar en el olvido lo que ha sido la profesión del profesor a lo largo


de la historia, si queremos ver como es ahora y en adelante. En este poema, tan
apropiado, vemos como todo este malestar es fruto del desconocimiento. No podemos
obviar que los profesores siempre hemos tenido que remar a contra corriente a lo largo
de la historia. Actualmente, caminamos hacia la sociedad del conocimiento, lo cual, nos
abre numerosos caminos, sobre todo en lo que a la comunicación respecta, pero, por
otro lado, también abre una importante brecha entre las clases sociales. Estamos
hablando de una situación en la que los profesores deberán actuar en consecuencia:
actualizándose, luchando, esforzándose, etc. para intentar apaciguar esas diferencias
sociales.

Otro de los aspectos destacables de la mirada del autor del blog, sobre la
profesión docente, es el trato con las familias. Sacado literalmente del blog:

Si analizamos bien la situación nos daremos cuenta que el entablar un diálogo


con los padres se necesita de mucha capacidad, y no me refiero al ser buen maestro,
sino ser un agente sociable dispuesto a escuchar a cada uno de los padres con la única
finalidad de mejorar la educación en cada uno de los niños que tenemos en las aulas.
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Ricardo plantea, como elemento indispensable, el trato con los padres y familias
de los alumnos. Los profesores del siglo XXI deben conocer a fondo a sus alumnos, y
para ello se debe conocer en qué ambiente se mueven, como es el trato familiar, cual es
el grado de interés de los mismo en la educación de los niños. Nos parece una reflexión
muy interesante.

Para finalizar, destacar el entusiasmo que transmite este profesor. Muchos


pensarán que se trata de una persona nueva, cargada de energía y que, probablemente,
en el futuro comenzará su declive profesional. Nosotros nos oponemos a ese
pensamiento. Hemos tenido la suerte de poder tener alguna conversación con Ricardo, y
muestra numerosas señas de conocer bien la profesión, sus aspectos positivos y
negativos. Nos ha comentado que la zona donde trabaja, hay un ambiente un tanto
conflictivo, ya que está inmersa en problemas relacionados con el narcotráfico. “Es algo
que hay que aceptar y contraatacar día tras día”, nos decía. Pese a su juventud, ha
realizado numerosos proyectos en el centro, entre los que se encuentra la colaboración
en la inclusión de la “enciclomedia”, base de datos de apoyo a la docencia.

Para ser sinceros, es un auténtico placer toparnos con este tipo de trabajadores
(habría que expresarlo en letras mayúsculas). Solo con entrar en el blog podemos
observar como sus compañeros se deshacen en elogios hacia él. Hemos escogido la
perspectiva de este profesor, debido a su optimismo en la educación del siglo XXI. Ante
la avalancha de cambios que se avecinan, que a buen seguro no serán pocos, serán
imprescindibles estos soplos de aire fresco. Nosotros estaremos ahí, quién sabe si a la
altura de este profesor.

¡Ánimo Ricardo, sigue así!

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La mirada de los investigadores

La mirada de los investigadores: autores incluidos en el dossier y otros añadidos.

Tras analizar la visión sobre cómo es la profesión docente y cuáles son los
significados de ser profesor en la sociedad del conocimiento, pasamos a contemplar la
visión que tienen algunos de los investigadores más destacados en este ámbito.

El primero en quién nos centraremos será Andy Hargreaves, más concretamente


en su obra “Enseñar en la sociedad del conocimiento”. Este libro pertenece a la
colección “Repensar la Educación”, lo que ya nos da una importante pista sobre la
relación que podemos encontrar en la obra con el trabajo en cuestión.

El autor del libro plantea como principal aspecto, la necesidad de ser capaces de
formar personas con espíritus críticos y capaces de procesar. No estamos en una
sociedad del conocimiento, por mucha facilidad de comunicación que haya en el mundo
actual. Para que exista conocimiento deben ser procesados, solo con la información
obtenida no es suficiente. Por ello, los jóvenes deben ser personas activas en la
sociedad, y no meros espectadores.

Andy Hargreaves contempla a los docentes como trabajadores atrapados en un


“triángulo infernal” en el que deben ser catalizadores, contrapuntos, pero a la vez son
víctimas de la sociedad del conocimientos. En primer lugar, los profesores deben ser
catalizadores en la sociedad del conocimiento, puesto que deben hacer de las escuelas
organizaciones de aprendizajes, tanto para los adultos como para los niños. Sin
embargo, son víctimas de la sociedad del conocimiento, puesto que deben afrontar
numerosos problemas, como las diferencias sociales, y por consiguiente, ser
contrapuntos para contrarrestar todos estos.

Otro de los aspectos más destacados que podemos observar en la obra de


Hargreaves, es la necesidad de que los profesores creen comunidades profesionales, con

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las que poner en común criterios sobre educación y, sobre todo, colaborar entre sí para
una mejora de la comunidad educativa, dejando de lado todo brote de enfrentamientos o
competitividad que no hacen más que deteriorar la calidad de la educación de los
alumnos.

Para finalizar con la perspectiva de este autor, destacamos la importancia que


tiene el desarrollo profesional para la consecución de estos objetivos. Si queremos ser
docentes en la sociedad del conocimiento, y no ser víctimas de la misma, debemos
prepararnos para ello.

Sobre el desarrollo y la formación del profesorado, Francesc Imbernón nos


aporta algo muy interesante en su obra “La formación permanente del profesorado.
Nuevas ideas para formar en la innovación y el cambio”. El autor defiende la
innovación en el ámbito educativo, y propone que los profesores sean los protagonistas
a la hora de detectar e investigar sobre los problemas que surgen en los centros
educativos y, por consiguiente, en su profesión. Son los docentes quienes, a través de su
propia experiencia, los que deben formular nuevos caminos, lo cual conlleva un
desarrollo profesional considerable.

Nos parece interesante la idea de Francesc Imbernón, puesto que propone un


planteamiento en el que la responsabilidad de la mejora de la enseñanza parta desde los
propios profesionales, los docentes.

Adriana Gewerc y Lourdes Montero, en “Los retos de la escuela el siglo XXI:


desarrollo profesional y nuevas tecnologías en contextos de reforma”, plantean tener
muy en cuenta las nuevas tecnologías en la educación. Para ello, es necesario hacer un
estudio sobre el impacto que tiene en los centros educativos la introducción de estas, y
no solo eso, sino identificar los cambios que deben producirse para una mejora de los
procesos de enseñanza aprendizaje.

Como podemos observar, estas autoras no conciben una sociedad del


conocimiento en la que las nuevas tecnologías no formen parte del panorama educativo.
Por ello, y como afirman: “implica la movilización de toda la estructura escolar, en sus
dimensiones organizativas, curriculares y profesionales”, lo que conlleva una reforma
mucho más significativa de lo que en un principio se podría suponer.

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Señala también Lourdes Montero en su obra: “La Construcción del


conocimiento profesional docente”, que la profesión docente está impregnada de
factores problemáticos: actividad vocacional, excesivamente prácticos y rutinarios, y
con escasa valoración de sus conocimientos pedagógicos. A su vez, menciona a García
Alonso afirmando que los sistemas educativos tienen como prioridad la
profesionalización de los profesores.

En definitiva, las perspectivas de los diferentes autores coinciden en numerosos


aspectos. Entre ellos destacamos la necesidad y relevancia de la formación y el
desarrollo continuo de los docentes en el siglo XXI, puesto que será la herramienta
básica para oponerse a las dificultades que conlleva la enseñanza en sociedad del
conocimiento.

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CONCLUSIONES:

A modo de conclusión: Cruce de miradas

Para finalizar este trabajo sobre el primer bloque temático de la asignatura, se


nos propone realizar una perspectiva global, a través de un cruce de miradas entre los
diferentes puntos de vista trabajados. Hemos visto, en primer lugar, la visión de los
alumnos, sobre los profesores que más nos marcaron en nuestra etapa estudiantil. De
este modo hemos recogidos aspectos sobre lo que pensamos que puede ser un buen
profesor, y así lo hemos plasmado en un relato conjunto. En segundo lugar, hemos
recogido información a través de un blog de un profesor y hemos contactado con él,
para tratar aspectos sobre su visión de la profesión docente. Por último, hemos recabado
algunos aspectos interesantes sobre diversos autores investigadores, de forma que, a
continuación, intentaremos acercar posturas sobre la situación del profesorado en la
sociedad del conocimiento y realizar un cruce de miradas entre las coincidencias y
discrepancias entre las diferentes posturas tratadas.

En primer lugar, quisiéramos apuntar algunas coincidencias de las tres visiones


que hemos analizado anteriormente. Una de las posturas en las que destacamos un
importante cruce es en la de la labor del docente como formador de personas críticas y
con un criterio capaz de procesar la información. Pensamos que los profesores deben
destacar en su labor la de generar mentes pensantes.

Relacionado con lo anterior, destacamos la visión Ricardo Barahona cuando, en


su blog, señala la necesidad de hacer partícipes de su propio aprendizaje a los propios
alumnos. En este punto vemos un cruce de visión con lo expuesto en nuestro relato
compartido, cuando hablábamos de nuestro profesor y el fomento de la participación en
clase de los alumnos, y no solo eso, sino el desarrollo de su propio aprendizaje.

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El autor del blog también destaca en su profesión, la necesidad de tratar todo lo


referente a la educación de los alumnos con las familias. Andy Hargreaves nos habla, en
su obra, sobre los profesores como contrapuntos en la sociedad del conocimiento.
Ambas partes están íntimamente relacionadas ya que los profesores como contrapuntos
deben intentar apaciguar las dificultades que entrañan la sociedad del conocimiento, y
entre ellas trabajar con las familias, puesto que en muchas ocasiones, el ambiente en el
que se mueven los alumnos influye de manera directa en su rendimiento escolar.

Por último, autores como Lourdes Montero y Francesc Imbernón destacan la


necesidad de una formación permanente para el desarrollo profesional de los docentes.
También destacan el uso de las nuevas tecnologías en la educación del siglo XXI, la
educación en la sociedad del conocimiento.

Estos son algunos de los aspectos más destacables que hemos considerado a la
hora de hacer coincidir la visión de algunos de los protagonistas en el ámbito educativo
(alumnos, profesores e investigadores). Obviamente la significatividad de las vivencias
y ejemplos expuestos variará en función de diversos factores, pero hemos analizado
todos los puntos que hemos considerado necesarios.

Queríamos añadir una cita de Andy Hargreaves, en su obra “Enseñar en la


sociedad del conocimiento”, en la que se resume en parte el papel de la enseñanza en
dicha sociedad.

La sociedad del conocimiento es una sociedad del aprendizaje. El éxito


económico y una cultura de innovación continua dependen de la capacidad de los
trabajadores para seguir aprendiendo por sí mismos y de los otros. Una economía del
conocimiento funciona no sólo con la energía de las máquinas, sino con la energía del
cerebro: la energía para pensar, aprender e innovar. Las economías industriales
necesitan trabajadores para las máquinas; las economías del conocimiento necesitan
trabajadores del conocimiento.

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BIBLIOGRAFÍA

 Blog Educando Espartanos:

Ricardo Barahona: http://educandoespartanos.obolog.com/

 Reseñas educativas/Education Review

Antonio Bolívar: http://edrev.asu.edu/reviews/revs38.htm

 Hargreaves, A. (2003). Enseñar en la sociedad del conocimiento. Barcelona,


Octaedro

 Imbernón, F. (2007). La formación permanente del profesorado. Nuevas ideas


para formar en la innovación y el cambio. Barcelona, Graó.

 Montero, L. (2001). La construcción del conocimiento profesional docente.


Rosario: Homo Sapiens.

 Los retos de la escuela el siglo XXI: desarrollo profesional y nuevas tecnologías


en contextos de reforma.

Adriana Gewerc y Lourdes Montero:


http://tecnologiaedu.us.es/edutec/paginas/123.htm

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