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JAMES BORST

MÉTODO DE
ORACIÓN
XJNTEMPLATIV/

"R"RTT!T7Tn
S T breve 2

MÉTODO DE
ORACIÓN
contemplativa

James Borst

Editorial Sal Terrae


Guevara, 20
Santander
ÍNDICE

Pág.

INTRODUCCIÓN 7
Prólogo a la 9.a edición en lengua inglesa 11

PRIMERA PARTE
Un método de oración contemplativa 15
I. La oración y sus fases 17
Cómo combatir las distracciones 30
II. Algunos consejos prácticos 37
Lo importante es cómo vivas ** *

SEGUNDA PARTE
Título original inglés:
Significado e importancia de la oración contempla-
A Method of Contemplative Prayer
tiva 47
© Asían Trading Co.—Bombay.
¿Qué es la oración contemplativa? 52
Tradujo: Jesús García-Abril
La oración de Jesús y de sus discípulos 57
© Editorial SAL TERRAE. Santander. 1981
Algunas cualidades y ventajas de la oración contem-
Con las debidas licencias
plativa 62
Printed in Spain
Algunas razones prácticas de la oración contem-
Imprimió: La Editorial Vizcaína, S. A.
plativa 71
Dep. Legal: BI 1.833-81
ISBN: 84-293-0604-8 Apéndice: La oración, camino principal a la santidad.. 75
INTRODUCCIÓN

En agosto del año pasado, unas monjas francisca-


nas de Indore pusieron en mis manos el número de ju-
lio del 72 de la revista «In Christo», llamando mi aten-
ción sobre un artículo sin firma, titulado Un método de
oración contemplativa. Estaban realmente entusiasma-
das con él y se preguntaban si sería posible reimpri-
mirlo, a fin de que pudiera ser de utilidad para más
personas. A medida que leía el texto, me venían a la
memoria unos folios ciclostilados que había leído me-
ses atrás. Escribí inmediatamente al P. Borst, el cual
confirmó mi sospecha y tuvo la amabilidad de aprobar
su publicación en forma de librito. Esto es lo que se ha
hecho, y no sé cómo agradecérselo al Señor.
El principal mérito del librito radica en que su au-
tor es un sacerdote profundamente inmerso en el mi-
nisterio activo. El P. Borst no es uno de esos monjes
espiritualistas, alejados del contacto con la dura reali-
dad de la vida diaria, que no dejan de aconsejar a los
demás acerca del modo de orar. Quienes le han cono-
cido pueden atestiguar que, incluso fuera de sus horas
de clase, aparentemente no dispone de un solo minuto
para sí mismo: de la mañana a la noche, su habitación
se encuentra llena de muchachos. Por eso sabe perfec-

7
ba», Padre: tan profundamente puede ser sumida en el
tamente lo que significa no tener tiempo para orar, o
abismo del misterio innombrable. A otra persona, o a
estar tan atareado durante todo el día que, cuando uno
la misma persona en un momento diferente, puede ha-
se sienta o se arrodilla para rezar, no es capaz de ha-
cerla danzar y brincar, cantar o llorar, prescindiendo
llar la necesaria paz y tranquilidad. Sin embargo, él
totalmente del sentido común o de los convencionalis-
encuentra tiempo para orar, y descubre tal alegría y
mos sociales. Fue el Espíritu el que llevó a los anaco-
consuelo en la oración que está ansioso por hacérselo
retas al desierto e inspiró a Francisco de Asís a salir
participar a los demás. Y aquí tenemos las recomenda-
con sus compañeros a los caminos a cantar la gloria
ciones realmente prácticas sugeridas por él mismo y el
del Señor (cosas que aún hoy pueden observarse entre
maravilloso camino por el que nos conduce paso a pa-
los «renunciadores» hindúes), porque el Espíritu es
so, para que nadie tenga que acudir a la oración como
uno.
si se tratara de un deber, y menos aún una carga, sino
más bien como a un ansiado encuentro con el Señor, Sin embargo, ¿dónde está la Iglesia cuando no se
en la alegría plena y absoluta del Espíritu. deja libertad de movimiento al Espíritu? ¿Dónde está
el verdadero cristianismo? Jesús vino al mundo a pre-
Aquí radica todo el secreto. La única oración
parar el camino al Espíritu. Tuvo incluso que pasar
auténtica es la oración en el Espíritu.
por la cruz, la muerte y la resurrección, para que vinie-
¿Acaso puede olvidarse que la Iglesia fue revelada
ra el Espíritu (cf. Jn 16, 7). Una vez entrado en la glo-
al mundo y a sí misma en la efervescencia del Espíri-
ria del Padre, derramó sobre sus discípulos el Espíritu,
tu? ¿Acaso los Hechos de los Apóstoles y las Epísto-
el mismo Espíritu que había sido el principio motor de
las no refieren el hecho absolutamente común de la ve-
su vida, el mismo Espíritu en el que él había experi-
nida del Espíritu sobre los que creen? Es cierto que si-
mentado su no-dualismo (su advaita) con el Padre.
glos de compromiso terreno han hecho que el cristia-
nismo parezca la más razonable de las organizaciones El verdadero secreto de la vida de oración —y esto
y el modo de vida más lógico; pero uno se pregunta si significa la vida entera de todo el que ha nacido de
se ha dejado espacio para la libre manifestación del Dios— consiste en ponerse a la total disposición del
Espíritu. Tal vez, en lo más profundo de nosotros mis- Espíritu. Con demasiada frecuencia, el hombre ha tra-
mos tenemos bastante miedo al Espíritu. Como se dice tado erróneamente de poner límites a Dios, de ence-
en el Evangelio, nadie sabe desde dónde puede decidir rrarlo dentro de los límites de sus pensamientos y de
soplar sobre nosotros el Espíritu, y adonde puede lle- su razón, tanto en la dimensión interior del hombre
var a quienes no le oponen resistencia. San Pablo nos como en su expresión exterior. Pero, por eso mismo, el
recuerda que, aunque el Espíritu es uno, sus manifes- impacto del mensaje de Cristo se estrella contra el
taciones son pluriformes y constituyen un desafio para mundo y su «sabiduría». A Dios gracias, existen hoy
las más atrevidas imaginaciones. Puede conducir a muchos signos —y las publicaciones del P. Borst lo
una persona a tales profundidades en el terreno de la atestiguan— de que, junto a la difusión del secularis-
oración que ni siquiera le sea posible pronunciar «Ab- mo, hay también una renovación de la conciencia del

8' 9
Espíritu dentro de la Iglesia, y aun fuera de ella, bajo
diferentes nombres. Y aquí radica la mayor esperanza
para el hombre moderno, tan frecuentemente insatisfe-
cho de muchas cosas, seculares y religiosas, que le ad-
vienen a través de las actuales estructuras.
La única preparación para que venga el Espíritu o,
en otras palabras, para que el hombre despierte al Es-
píritu, consiste en vaciar la mente de toda idea precon-
cebida, de toda decisión humana y de todo deseo razo-
nado. El Espíritu está ahí, esperando que sea quitada PROLOGO A LA IX EDICIÓN EN
la «tapadera». Hagamos que nuestro «real deseo» sea LENGUA INGLESA
tan fuerte que la «tapadera» salte espontáneamente y
el Espíritu obtenga en nosotros su plena libertad. Hace menos de cinco años que se publicaron estas
notas a petición de Swami Abhishiktananda, el cual se
Gyansu, 3 de mayo de 1973 esforzó durante su vida por hacernos volver a una ex-
Abhishiktananda periencia contemplativa de Dios. Deseó que estas no-
(P. Henri Le Saux, O. S. B.) tas, además, se publicaran en un formato manejable
para aquellos individuos ansiosos por recorrer el cami-
no en el que pudieran hallar al Señor Resucitado.
De hecho, al Señor podemos reconocerle a nuestro
alrededor y en nuestro propio interior: «en El vivimos,
nos movemos y existimos» (Hech 17, 28), y El habita
dentro de nuestros corazones (Jn 17, 23; 6, 56), aun-
que a veces demasiado dentro, más allá de nuestra
conciencia (Jn 14, 17).
Cuando le buscamos con todo nuestro corazón,
surge y se manifiesta a través de lo que su Santo Espí-
ritu escribe dentro de nosotros: «... le amaré y me mos-
traré a él» (Jn 14, 21).
Decidirse a orar es el primer y fundamental paso:
decidirse a entregarle fielmente una hora de mi vida
diaria, cueste lo que cueste. Al entregarle mi tiempo,
me entrego a mí mismo: en la entrega y en la esperan-
za, me abro a su presencia y a su amor.

10 11
Es evidente que hay obstáculos (obstáculos que en los dones del Espíritu Santo, que habita en nosotros
ocasiones se presentan una y otra vez) que es preciso por los Sacramentos. Es el paso que, para muchos,
obviar, porque atan mi yo interior y gravan mi co- significa introducirse en la oración contemplativa infu-
razón; muchas veces habrá necesidad de una más pro- sa y, para otros, la renovación, el reforzamiento y el
funda renuncia a determinadas inquietudes y preocu- desarrollo de la misma. Es el comienzo de una vida
paciones, una mayor aceptación de su presencia amo- nueva en el Espíritu, en la que el conocimiento y el
rosa en cualquier circunstancia, un mayor arrepenti- amor de Dios se convierten en una realidad experi-
miento y un verdadero perdón. Hay distracciones del mentada personalmente. Y significa mucho más: una
corazón que no pueden ser evitadas, sino que es preci- inserción radical en el misterio del Cuerpo de Cristo y
so integrarlas en la oración, antes de disponer de un un testimonio más acusado del Evangelio de Jesús.
corazón totalmente libre y capaz de dirigir sus ansias El nos llama: «Venid a mí: Yo os daré un agua
hacia El. viva que haré brotar de vuestro interior. Venid a mí:
La oración no es algo que podamos hacer por no- Yo os haré ver mi resplandor y mi hermosura. Venid a
sotros mismos. Cuando damos un paso hacia El, El se mí: Tengo una palabra para vosotros... ¿acaso habéis
mueve hacia nosotros. Hay dos «pasos» espirituales escuchado alguna vez el nombre que tengo para voso-
que propician y aceleran su advenimiento en la gracia: tros?» (cf. Apoc 2, 17).
El primer paso es aceptar (en un momento y lugar En la Fiesta de la Anunciación de 1978.
determinados) a Jesús como Señor y Salvador perso- James Borst
nal. Esto supone aceptarlo y someterse a El a un nivel
muy profundo y personal. El siempre responde a esta
aceptación que le permite comenzar a manifestarte su
Señorío y su poder salvífico. Este acto de aceptación
parece engañosamente simple y tal vez superfluo, pero
sus resultados son sorprendentes. Como alguien ha di-
cho, «Yo no sabía que podía pedir a Jesús que viniera
a mi vida y que tomara posesión de ella... ¡y que real-
mente lo hiciera!». María había dado este paso al
aceptar a Dios como su Señor, convertirse en su escla-
va y cantar sus alabanzas: «Mi alma engrandece al Se-
ñor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador». «Mi-
ra que estoy a la puerta llamando» (Apoc 3, 20).
El segundo paso consiste en pedir el «Bautismo del
Espíritu Santo», que significa el comienzo del desenca-
denamiento, en nuestro conocimiento consciente, de

12 13
PRIMERA PARTE
UN MÉTODO DE ORACIÓN
CONTEMPLATIVA

Hay una sola forma de llegar a ser contemplativo,


y consiste en reservar diariamente, o de una manera
regular, tiempo y espacio para una oración que sea
auténtica, personal y contemplativa. Sin el ejercicio de
la oración contemplativa, ningún individuo o comuni-
dad pueden ser llamados contemplativos. Ninguna
cantidad, cualquiera que sea, de otro tipo de oraciones
y ocupaciones puede suplir esta necesidad. Por lo tan-
to, si deseas llegar a ser contemplativo, comienza por
estar dispuesto a practicar cada día la oración con-
templativa.
Ahora bien, ¿cómo hay que proceder? Aquí en-
contrarás algunas sugerencias prácticas que han sido
halladas útiles.
Pero ten presente que este tipo de oración ha de
exigirte un compromiso sumamente personal; que
aprenderás a comprometer tu más profundo y auténti-
co yo; que el Espíritu de Dios sopla como y cuando
quiere; que esta oración hará de ti un peregrino del Es-
píritu, siempre en movimiento, cada vez más deseoso
de alcanzar la Presencia del Señor; y comprobarás
que estas sugerencias no son en realidad más que eso,
sugerencias.

15
I. LA ORACIÓN Y SUS FASES
Podemos decir que hay diversas «fases» por las
que se puede pasar, o en las que puede uno demorarse,
a lo largo del tiempo de oración. Según sean las cir-
cunstancias o las necesidades personales, puede uno
detenerse o quedarse en una fase más que en otra.
También puede uno limitarse a una sola fase.
Para empezar, puede ser bueno durante algunos
días emplear todo el tiempo de oración en buscar sose-
gadamente la Presencia del Señor y tomar conciencia
de la misma; después, a modo de ejercicio, ir pasando
por las diversas fases, una cada día. Posteriormente,
debería uno dejarse guiar cada día por las propias ne-
cesidades. Ten presente desde el comienzo lo que más
adelante explicaremos bajo el título: «Lo importante es
cómo vivas».
Habrá que tener en cuenta que las primeras fases
preparan el camino a la verdadera fase «contemplati-
va», que, por las circunstancias que fueren, no seremos
capaces de alcanzar en toda ocasión.

1. Fase de relajación y silencio


Siéntate y relájate. Lenta y conscientemente, deja
que desaparezca toda tensión e intenta, poco a poco,
hacerte consciente de la inmediata y personal Presen-
cia de Dios. No debe haber la más mínima violencia
en este movimiento, en forma de represión de estados
de ánimo, sensaciones o frustraciones. La represión
implica violencia y hace que crezca la tensión. No,
simplemente relájate y déjalo todo, mientras adquieres
conciencia de la presencia de Dios.
Puedes relajarte y dejarlo todo, precisamente por-
que El está presente: en su Presencia, nada tiene real-

17
mente importancia, todo está en sus manos. Tensio- modo que el centinela se queda quieto y silencioso
nes, ansiedades, preocupaciones, frustraciones... todo para poder detectar la presencia de otras personas. La
se desvanece ante El como la nieve bajo el sol. mente, el sistema nervioso y las emociones son aquie-
Busca la paz y el silencio interior. Deja que tu tados para que el corazón esté dispuesto:
mente, tu corazón, tu voluntad y tus sensaciones se
«A punto está mi corazón, oh Dios,
tranquilicen y serenen. Deja que se calmen las tormen-
mi corazón está a punto;
tas interiores: los pensamientos obsesivos, los impul- voy a cantar, voy a salmodiar,
sos apasionados de la voluntad y las emociones. «Bus- ¡gloria mía, despierta!
ca la paz y anda tras ella»1. ¡despertad, arpa y cítara!
Estáte dispuesto, si es preciso, a emplear en ello ¡a la aurora he de despertar!»2
todo tu tiempo de oración, sin pensar en resultados,
efectos o recompensas. Estáte dispuesto a «derrochar» 2. Fase de concienciación
tu tiempo, a ofrecer simple y desinteresadamente tu de su Presencia
tiempo y tu atención únicamente a Dios. Siéntate tranquilamente y ábrete enteramente a una
Este movimiento hacia la paz y el silencio nos abre concienciación de su Presencia.
a la afluencia de la gracia, creando las condiciones El está presente a mi espíritu, atento a mi concien-
para que despierte en nuestro espíritu un auténtico, cia. El habita en el centro de mi verdadero yo, en el
verdadero y personal amor a Dios. centro de mi ser. Ahora soy yo quien trata de tener
Observa cómo este paso no es sólo un hecho neu- conciencia de esto, pero un día será El quien me dé
tro, psicológico, sino un movimiento de entrega incon- gratuitamente dicha conciencia.
dicional y de aceptación de la voluntad de Dios. Con El está más cerca que yo mismo de mí verdadero
ello hacemos posible que nuestro corazón, nuestra vo- yo 3 . El me conoce mejor que yo mismo. El me ama
luntad y nuestras emociones queden impregnados del más de lo que yo puedo amarme. El es para mí «Ab-
don divino de la paz y de su deseo de amor no-violen- ba», Padre. Yo soy porque El es.
to...
En el espejo de la existencia creada, yo soy su viva
Alguien podrá pensar que el relajamiento, junto imagen y semejanza: cuando conozco, reflejo su cono-
con una respiración sosegada, puede fácilmente pro- cimiento; cuando amo, reflejo su amor; cuando lo in-
ducirle sueño: como si alguien, estando cansado, se voco, El me oye; cuando trato de tener conciencia de
abandonara a un sueño reparador. Sin embargo, lo El, El me despierta a su presencia en, a través de y con
que nosotros pretendemos es relajarnos para estar
despiertos y alertas a la Presencia de Dios, del mismo

2. Salmos 56, 8-9; 108, 2-3.


1. Salmo 34, 15. 3. El «intimior intimo meo» de San Agustín.

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Jesús, El pronuncia su palabra de amor: «Tú eres mi a su Padre en «mi» hálito de amor. No soy yo quien
hijo, o mi hija, mi amado en quien me he complacido». ama, sino que El ama en mí y a través de mí... Y su
En, a través de y con Jesús, El derrama su Espíritu, amor es tranquilo, sereno, inefable y duradero.
haciéndome gritar: «¡Abba, Padre!» Me llena de agra- Hago entrega de toda mi personalidad, más allá de
decimiento y de alabanzas por su maravillosa presen- mis sentimientos. Busco a tientas un apacible amor
cia. que va más allá de mi pensar,

2. Fase de entrega «adonde me esperaba


quien yo bien me sabía,
Ante su rostro, consciente de su Presencia, renun- en parte donde nadie parecía»6
cio a todos y cada uno de los aspectos de mi ser; me
reintegro a El; trato de despojarme de mi sentido de Y mi única plegaria consiste en que, en este silen-
posesión y le suplico que me posea, que viva en mí y a cio, quiera El derramar su Espíritu y comience a vivir
través de mí, para que «ya no viva yo, sino que sea El y reinar en mí... Me entrego a mí mismo a Jesús, mi
quien viva en mí»4. Mis manos, mis muñecas y mis Salvador, y le acepto como mi Señor. El ha rezado y
brazos, mi cabeza, mis oídos, mis sentidos y mi cere- sufrido para liberarme y reclamarme como suyo: Tó-
bro; mis pies y mis piernas; todos y cada uno de mis mame a mí y cuanto tengo, y haz conmigo lo que de-
nervios, músculos, arterias y órganos... que El quiera sees. Envíame adonde quieras. Úsame como te plazca.
aceptarlo todo como instrumento de paz y transfor- Yo me entrego total y absolutamente a tu dominio,
marlo en limpia oblación... con todo cuanto poseo, incondicionalmente y para
Abandono mis preocupaciones e inquietudes; siempre.
crezco en el convencimiento de que, si mi fe y mi espe- Esta fase puede transformarse en ardiente e insis-
ranza en El son ciertas, no hay motivo para la ansie- tente petición suplicante del Espíritu Santo, de su efu-
dad y la tensión; El cuida y se ocupa de sus hijos e hi- sión, de sus dones, de un irresistible sentido de su pre-
jas. De manera que me olvido de todo cuanto me sencia y su paz. Y la súplica termina siempre en la fe
preocupa, en un gesto de fe y de entrega. En adelante, cierta de que El ha escuchado mi oración7.
dejo que El me guíe paso a paso.
Hago entrega de mi corazón, mis sentimientos y 4. Fase de aceptación
mi amor. Mi corazón ya no ama con su propio amor. Muchas de nuestras reacciones «naturales» son ex-
«Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a presiones y gestos de no-aceptación, de rebelión, de
Dios»5. Es Jesús quien, por medio de su Espíritu, ama huida de la realidad, de represión; es nuestra ira que

4. Gal 2, 20. 6. S. Juan de la Cruz, Noche Oscura, 4.


5. 1 Jn, 4, 7. 7. Cf. Me 11, 24.

20 21
estalla; nuestra impaciencia que nos posee como un De hecho, la aceptación de su voluntad es la acep-
mal espíritu; son nuestras aversiones y rencores que tación de su guía y de su señorío, mientras El me con-
endurecen nuestro corazón; es el resentimiento que duce paso a paso, a través de las circunstancias con-
nos provoca la interferencia y la intromisión de otros. cretas de mi vida diaria. A través de su voluntad con
Sin darnos cuenta siempre de ello, muchas veces nos respecto a mi persona, El me guía y me conduce hacia
negamos a aceptar a personas, hechos, situaciones, su Reino, el cual viene y progresa hasta allí donde se
condicionamientos, e incluso a nosotros mismos, tal acepte y se realice su voluntad, y en la medida en que
como Dios los quiere y los acepta para nosotros. se haga.
Esta no-aceptación de su voluntad en las circuns- Y así abandono mi propio querer y trato de discer-
tancias concretas se experimenta en la oración como nir su voluntad. Mis propios pensamientos y proyec-
una barrera, como un bloqueo en nuestro camino ha- tos pierden su fuerza a medida que trato de entender
cia El. Su voluntad es que aceptemos a las personas, cómo se desvela su propio plan y me esfuerzo por se-
las circunstancias y los acontecimientos tal como real- guir su designio.
mente son y se presentan; que jamás nos empeñemos
en influir en las personas o en los acontecimientos por 5. Fase de arrepentimiento y perdón
medio de la violencia del corazón; que ejerzamos so-
bre ellos únicamente el poder del amor y del perdón, a) Cuando entramos en esta fase de la oración, pue-
del sufrimiento, la aceptación y el agradecimiento. En de ocurrir que nos sintamos oprimidos por una sensa-
la vida ordinaria, esto supone que nunca hemos de ción de pecado y de fracaso. Puede tratarse de un sen-
juzgar, discutir, criticar, ser violentos, ni tratar de me- timiento general de pecado e indignidad, o puede de-
ternos donde no nos llaman. berse a que precisamente ahora acabemos de entrar en
De este modo, en la oración tomo conciencia de un estado de tristeza. Hemos de afrontar esta barrera
las verdaderas barreras de la no-aceptación. Me fijo en con un espíritu de auténtico arrepentimiento y verda-
cada una de las barreras y acepto conscientemente la dera humildad. Confesemos nuestros pecados y nues-
voluntad de Dios al respecto. Renuncio a mi juicio tras faltas, pidámosle su perdón y agradezcámosle con
subjetivo y condenatorio; renuncio a mi criticismo; de- toda humildad el que haya escuchado nuestra oración.
ploro la violencia de mis pensamientos, palabras y Entonces nos presentaremos ante Dios tal como so-
obras; me arriesgo a dar el salto de la fe y el amor; mos: pecadores, espiritualmente disminuidos e incapa-
cuando vuelvo mi corazón hacia El, El hace que todas citados de mil maneras, enfermos crónicos. Y acepta-
y cada una de las cosas contribuyan a mi verdadero mos estas limitaciones e incapacidades porque El nos
bienestar8. acepta y nos ama tal como somos.
No nos está permitido alimentar un sentimiento de
culpa; debemos aceptar y abrazar total y absoluta-
8. Cf. Rom 8, 28. mente su perdón y su amor. Los sentimientos de culpa

22 23
y de inferioridad ante Dios son expresión de egoísmo y tu espíritu esta única cosa: '¡Pecado, pecado, pe-
de egocentrismo: damos mayor importancia a nuestro cado! ¡Ayuda, ayuda ayuda!' Esta invocación
pequeño yo pecador que a su inmenso e infinito amor. espiritual es más fácil aprenderla de Dios, me-
Debemos hacerle dejación incluso de nuestra culpa y diante la experiencia, que de hombre alguno, me-
diante la palabra. Y es tanto mejor cuanto más
nuestra inferioridad, porque su bondad es mayor que
espiritual, espontánea y no pronunciada con los
nuestra maldad. Debemos aceptar la alegría que El ex- labios. Tal vez, en alguna ocasión el corazón re-
perimenta en amarnos y perdonarnos. Constituye una bosante deba prorrumpir en palabras, porque
auténtica gracia sanante reconocer nuestra iniquidad tanto el cuerpo como el alma se sientan llenos de
poniéndonos en sus misericordiosas manos. la tristeza y el peso del pecado»9.
Tal vez queramos emplear algún tiempo en dejar
que todo esto penetre en nuestra conciencia. También puede uno exclamar una y otra vez: «¡Se-
b) Cuando nos sentimos incapaces de orar, sin ñor, ten piedad!», o «¡Jesús, perdona mis pecados!»,
que exista una causa concreta, a no ser una cierta sen- hasta que El nos conceda la gracia del arrepentimiento
sación de desasosiego e indignidad, puede ayudarnos y derrita esa masa de pecado en nuestro interior.
mucho el libro La nube del No Saber:
6. Fase de contemplación
«Puesto que todo el mal se resume en el pe-
cado, ya sea que se le considere de un modo cau- Ya he alejado todos los obstáculos de mi corazón,
sal o esencial, cuando rezamos con la intención todo pensamiento de mi mente, toda indecisión de mi
de eliminar el mal, no deberíamos nunca decir, voluntad: Ahora «Sólo le deseo a El, sólo a El busco, y
pensar o sobreentender otra cosa que no sea esta ninguna otra cosa sino a El» (Cap. 7).
simple palabra: 'pecado'... Deberíamos llenar
nuestro espíritu con el sentido profundo de esta «Bastaría con que me sintiera movido amo-
sola palabra 'pecado', sin meternos a analizar de rosamente por algo desconocido, y que este
qué pecado se trata, si venial o mortal, si del or- apremio interior no tuviera ningún otro real pen-
gullo, de la ira, de la envidia, de la avaricia, de la samiento que el de Dios, y que mi deseo estuvie-
pereza, de la gula o de la lujuria. ¿Qué le impor- ra constante y completamente dirigido a El»
ta al contemplativo la clase o la gravedad del pe- (Cap. 34).
cado? Cuando está metido en la contemplación, «Levanto mi corazón a Dios con humilde
piensa que todos los pecados son igualmente amor. Y me refiero realmente al Dios Mismo que
graves, puesto que aun el más pequeño le aparta me ha creado, me ha formado y me llama gra-
de Dios y le impide la paz espiritual.
Has de sentir el pecado en su totalidad —co-
mo una masa informe— sin especificar ninguna 9. La nube del No Saber es un libro de contemplación, de
de sus partes, y has de sentir que esa informe autor anónimo, escrito hacia el año 1350 en Inglaterra. Caps. 39
masa eres tú. Después, grita incesantemente en y 40. (Trad. cast.: Ed. Paulinas, Madrid 1981).

24 25
ciosamente, y no a lo que yo pueda obtener de Mientras estoy tranquilo y vivo en una sencilla y
El. En realidad, odio pensar en otra cosa que no sosegada conciencia de su presencia, mi corazón le
sea el propio Dios, de manera que no haya nada busca a tientas y se dispone a recibir su amor. Se trata
que ocupe mi mente, sino sólo Dios... Y no tengo de una oración sin palabras, nutrida por un silencioso
de El otro pensamiento sino el de mi conciencia ardor. «Puede ser captado y retenido mediante el
de su oscura pero gloriosa presencia. Todo de- amor, nunca mediante el pensamiento»13. Existe una
pende de mi deseo: un deseo desnudo de toda oscuridad que el pensamiento y el más claro de los co-
otra cosa, dirigido a Dios y sólo a El» (Caps. 3 y
nocimientos no pueden traspasar, sino únicamente el
7)10.
amor vehemente. «Traspasa esa nube del no saber, que
se alza entre tí y Dios, con el punzante dardo del anhe-
Me oriento totalmente a su Presencia. Lo miro fi-
lante amor»14.
jamente. Su presencia se me hace más real. El mantie-
ne fija mi mirada interior. Mi vista descansa sencilla y
«En la noche dichosa,
amorosamente en El. Mi oración no es sino una amo- en secreto, que nadie me veía
rosa conciencia de El. «Miro porque amo; miro para ni yo miraba cosa,
amar, y mi amor es alimentado e influenciado por el sin otra luz y guía
mirar...»11. sino la que en el corazón ardía.

«En una noche oscura, Aquesta me guiaba


con ansias en amores inflamada, más cierto que la luz del mediodía,
¡oh dichosa ventura! adonde me esperaba
salí sin ser notada, quien yo bien me sabía,
estando ya mi casa sosegada. en parte donde nadie parecía»15.

A oscuras y segura, Esta fase puede ser perfectamente apoyada me-


por la secreta escala disfrazada, diante una oración repetitiva, a base de un ritmo sose-
¡oh dichosa ventura! gado de la respiración.
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada»12. 7. Fase de recepción
Dios siempre responde. No puede rechazar una
búsqueda hecha con fe y amor. La frase «buscad y ha-

10. La nube del No Saber.


11. Dom Vitalis Lehodey, OCR, The Ways of Mental Pra- 13. La nube del No Saber, cap. 6.
yer, Gilí, Dublín, 1960, P. II, cap. IX, § 2. 14. Id., cap. 12.
12. S. Juan de la Cruz, Noche Oscura, 1 y 2. 15. S. Juan de la Cruz, Noche Oscura, 3 y 4.

26 27
liaréis» se transforma en «buscad y seréis hallados». El O, si El lo desea, nos dará la capacidad de servirle,
nos busca antes que nosotros le busquemos a El, proclamarle y dar testimonio de su Reino, sanar en su
mientras le buscamos y después de haberle buscado. nombre, llevar paz y unidad a los hombres de buena
«Con amor eterno te he amado; por eso he reservado voluntad.
gracia para tí»16. Es el Señor quien habla.
Dios responde: Se dirige a mí, me busca, está an- 8. Fase de intercesión
sioso por invadir mi espíritu. Desea que su Espíritu me
Hay necesidad de intercesión. Jesús sigue salván-
posea. Y yo me tiendo al calor de su amor. Siento su
donos por medio de su ininterrumpida intercesión19.
mirada sobre mí. Jesús, mi Señor, está ansioso por po-
En cierto sentido, también El necesita hacer uso de
seer mi corazón, con el cual poder amar a su Padre e
nuestros corazones para realizar esta intercesión. Es
irradiar su amor.
cierto que nosotros buscamos al Donante más que el
«El que me ame, será amado de mi Padre; y don, pero el Donante trata de salvar a su pueblo. Por
yo le amaré y me manifestaré a él... Y vendre- medio de su Espíritu en nosotros, El se preocupa por
mos a él, y haremos morada en él»17. todos cuantos deberían formar su pueblo; en nosotros
«Y nosotros hemos conocido el amor que desea El interceder y sufrir.
Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Debemos suplicar y jamás desfallecer20, con una
Amor, y quien permanece en el amor permanece fe sencilla y confiada. Su promesa es ésta: Pedid y re-
en Dios, y Dios en él»18. cibiréis21. Hemos de aprender a orar con la seguridad
de que El ya ha dado lo que le pedimos; así nos ha ins-
El nos llena con su presencia, con su Espíritu. Y tado el Señor a orar: Todo lo que pidáis en la oración,
nosotros sólo podemos discernirlo en la fe o, mediante creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis22.
su gracia, en la experiencia. Nosotros oramos según su voluntad23 para que
Su presencia proporciona una profunda paz espiri- venga su Reino a nosotros y a los demás. Señor, ensé-
tual, una participación en su «descanso sabático», una ñame a orar; glorifica tu Nombre; venga tu Reino; há-
mayor serenidad, la posibilidad de aceptar y sufrir, la gase tu voluntad en mi vida y en la vida de los demás;
desaparición de la desesperanza, el nacimiento en no- Señor, concede tu paz...; ayuda a... en su necesidad;
sotros del amor y la alegría, la iluminación intensa y el hazle, Señor, que conozca tu amor...
profundo deseo de alabarle y darle gracias.

19. Hebr 7, 25. Cf. Rom 8, 34 y 1 Jn 2, 1.


20. Le 18, 1.
16. Jer 31, 3. 21. Le 11, 10.
17. Jn 14, 21 y 23. 22. Me 11, 24. Cf. 1 Jn 5, 14-15 y Sant 1, 5-6.
18. 1 Jn 4, 16. 23. 1 Jn 5, 14-15.

28 29
Muchas veces querrá uno «interceder» durante al- oculte su rostro, aun cuando no seamos capaces de
gún tiempo, al término de la oración. discernir su presencia.
Esto mismo puede también afirmarse con respecto
9. Fase de alabanza y agradecimiento a un sentido más general de fracaso: «Las imperfeccio-
Jesús, invariablemente, manifestaba su agradeci- nes y aun los pecados, de tal manera fomentan esa hu-
miento y alababa a su Padre, enseñando a sus discípu- mildad que es condición necesaria para la oración, que
los a hacer lo mismo. prácticamente parecen más una ayuda que un obs-
La oración eucarística es oración de alabanza, táculo. El sentirse completamente aplastado y aniqui-
agradecimiento e intercesión. Cuando Dios nos ha he- lado, incapaz de bien alguno, totalmente dependiente
cho saber su presencia o nos ha tocado con su Espíri- de la inmerecida e infinita misericordia de Dios, es la
tu, colmándonos de su gracia y su paz, nosotros le da- mejor y la única preparación para la oración. Todo
mos gracias espontáneamente y le alabamos. ello significa una absoluta confianza y exultación en el
Tal vez llegue un momento en que lleguemos a hecho de no ser nada, precisamente porque Dios lo es
agradecerle incluso el ser partícipes de la soledad y el todo, que proporciona la única paz verdadera»24.
sufrimiento de Jesús, sencillamente porque, de ese mo- Hay, a este respecto, dos modos concretos de re-
do, está realizándose en nosotros su voluntad. ducir al mínimo las distracciones y mantener nuestra
atención centrada en su presencia lo más posible25.

COMO COMBATIR LAS DISTRACCIONES 24. Dom John Chapman, Spiritual Letters, Sheed and
Ward, Londres, p. 293.
Los pensamientos divagantes (las distracciones) 25. «Las distracciones son de dos clases: a) las distraccio-
nes normales que suelen tenerse al meditar y que le alejan a uno
suelen ser un problema. Tal vez somos incapaces de totalmente de la oración; b) el inocuo vagar de la sola imagina-
relajarnos, de hacer desaparecer las tensiones y de en- ción, mientras el intelecto está aparentemente ocioso y vacío y la
tregarnos. O tal vez estemos simplemente muy cansa- voluntad fija en Dios. Estas distracciones son totalmente inofen-
dos, física o mentalmente. Lo primero que hay que ha- sivas. Y aun cuando persistan durante todo el tiempo de la ora-
cer es aceptar plenamente esa debilidad y recordar que ción, ésta sigue siendo igualmente válida. Y en ocasiones hasta es
mucho mejor. La voluntad sigue unida a Dios; sin embargo, nos
la oración es para El, no para nuestro propio prove- sentimos absolutamente insatisfechos y humillados» (Dom John
cho: estáte dispuesto a gastar esa parte de tu tiempo Chapman, op. cit., p. 290).
como una «inmolación» hecha por El. De algún modo, En este momento nos interesa especialmente este segundo
un cierto sentido de fracaso es algo que pertenece a la tipo del 'inocuo' vagar de la imaginación mientras nuestro co-
esencia de la oración porque, a través de él, aprende- razón y nuestra voluntad tienden hacia Dios y quedan fijos en El.
mos a hacernos verdaderamente desinteresados: bus- En estos casos, la imaginación es como un cachorrillo en una ha-
bitación: nos gustaría que se sentara tranquilamente durante un
camos Su presencia y le amamos aun cuando se nos rato, pero él sigue retozando y moviéndose de un lado a otro.

30 31
1. Respiración ritmica de que algunos lugares son más favorables que
otros para la oración. Existe además una técnica
Las tensiones, las preocupaciones y las emociones de origen oriental que no es en absoluto inapro-
producen una respiración breve y poco profunda. Por piada para Occidente. Consiste en respirar lenta
otra parte, si hacemos nuestra respiración más pausa- y profundamente durante la oración, contenien-
da, más lenta y más regular (rítmica), la tensión se es- do el aliento en el momento de la espiración»26
fuma, nos procuramos una mayor relajación y adqui- «Dicha respiración produce el efecto no sólo
rimos una más profunda sensación de paz y serenidad. de aquietar el espíritu, sino también de mantener
Durante esta oración, por consiguiente, debería- ocupados los sentidos internos y la parte razona-
mos tratar de inspirar y espirar lenta, profunda y deli- dora del intelecto, los cuales, de este modo, no
interferirán con vanas introspecciones aquella
beradamente, al ritmo de nuestro pulso o de nuestros
zona en la que no pueden entrar. Naturalmente,
latidos. Concretamente: inspira por la nariz, contando este recurso sólo ha de emplearse si sirve de ayu-
mentalmente 1, 2, 3, 4, 5... hasta 6, al ritmo aproxima- da. De lo contrario, sólo servirá de distracción.
do de tus latidos; conten durante algunos latidos la Puede existir el temor de que dicha respiración, o
respiración y, por fin, espira el aire del mismo modo, la confortable postura que hemos mencionado,
de una manera lenta y controlada. Al término de la ex- provoque el sueño. Pero, por lo general, a estas
halación, haz una pequeña pausa (unos cuantos lati- alturas de la vida espiritual ha quedado ya ob-
dos). Puedes también practicar esta respiración rítmi- viado el problema del sueño durante la ora-
ca en otros momentos, por ejemplo cuando estés pa- ción.»27
seando, o sentado tranquilamente, o acostado.
Al principio se requiere una atención y un control 2. Oraciones repetitivas
conscientes, pero, poco a poco, se convertirá en algo
habitual y lo harás sin pensar. Sirve de gran ayuda el acompasar a nuestra respi-
La siguiente observación del P. Hoffman también ración tranquila y rítmica la repetición de una oración
puede ser de utilidad:
«Aunque no podamos realizar la oración 26. J.-N. Dechanet, OSB, Christian Yoga, Harper and
contemplativa únicamente por propia voluntad, Row, Nueva York, citado por Hoffman en la p. 217 de la obra ci-
hay modos que pueden ayudarnos a ello. Cada tada en la siguiente nota: «A estas tres fases de la respiración (in-
individuo podrá descubrir estos modos por sí halación, retención del aliento y exhalación) ya mencionadas, se
le añade automáticamente una cuarta fase en que se contiene la
mismo. San Juan de la Cruz menciona el hecho
respiración con los pulmones vacíos. Esto favorece la contempla-
ción, excepto cuando es la propia contemplación la que ha exigi-
do o causado esa contención del aliento, y esa mirada fija y silen-
Ambas ayudas (la respiración rítmica y las plegarias repetitivas) ciosa concentrada en un punto.
son como dos dogales que impiden a nuestra imaginación vagar 27. Dominic N. Hoffman, OP, The Life Within: The Pra-
demasiado y demasiado lejos. yer of Union, Sheed and Ward, Nueva York 1966, p. 217.

32 33
apropiada (o jaculatoria). Se pueden pronunciar las plegaria exprese realmente lo que se desea decir y el
palabras (con los labios o, mejor aún, mentalmente), lenguaje sea rítmico, aunque no posea una perfecta ca-
bien sea durante la inspiración, bien durante la espira- dencia. Las «Canciones de las subidas» (Salmos 120-
ción, o en ambos momentos. Debido al carácter rítmi- 134) son un magnífico ejemplo de plegaria rítmica.
co de la respiración, la plegaria deberá tener una cierta Así, puede uno formular una oración de entrega, de
cadencia o ritmo, con objeto de poder ser acompasada aceptación, de amor, de alabanza, de acción de gra-
al propio ritmo de la respiración. cias, etc.
El ejemplo más conocido es el de la 'Oración de Puede preferir uno repetir alguna parte de la Ora-
Jesús'. Consiste en repetir el santo nombre de Jesús ción del Señor de la misma manera: o pronunciando
(«Jesús... Jesús... Jesús...») o las palabras: «Jesús, Hijo una brevísima plegaria («Abba, Padre»), o añadiendo
de Dios vivo, ten piedad de mí, que soy un pecador». una petición («Abba, Padre, glorifica tu Nombre»), o
Se trata de acompasar estas palabras, una y otra vez, bien haciendo una oración más larga a base de la pri-
a la propia respiración tranquila, al tiempo que la con- mera parte del Padre Nuestro mientras se exhala tran-
ciencia sigue centrada en el Salvador.28 quila y pausadamente el aliento: «Padre Nuestro que
Pueden también usarse otros textos para la repeti- estás en los cielos... santificado sea tu Nombre... venga
ción; por ejemplo: «Haz que tu amor se exprese en mi tu Reino... hágase tu Voluntad en la tierra como en el
voz y descanse en mi silencio», o «Contigo en la cruz, cielo...» Tal oración puede ser una convincente interce-
ya no vivo yo: Tú vives en mí». En realidad, puede uno sión para la venida de su Reino a nosotros y a los de-
formular plegarias parecidas para expresar la fase de más «por la gloria de su Nombre».
la oración en que uno se encuentra, con tal de que la Por último, cuando uno se encuentra demasiado
cansado física o mentalmente para orar de otro modo,
puede hacer uso del rezo del Rosario, desgranando
28. I u OiHiiim de JCNUN CN descrita con detalle en la obra lentamente las cuentas, acomodando suave y rítmica-
de autoi HIIÚIIIMKI Rehilos de un peregrino ruso, Desclée de mente las Avemarias al ritmo de la propia respiración
Brouwer, llllhmi IMW). Jcmi (íouillard también la describe en un y meditando amorosamente algún misterio de la fe.
apéndice n lu iihm de .1. M. Dcchanct Yoga cristiano en diez lec- Pueden recitarse de diez a quince misterios en una
ciones, I tendee de Hrouwcr, Bilbao 1976, 6.a ed., bajo el título
hora.
«Nota sobre lu Oración del Corazón». Swami Abhishiktananda,
en su libro sobre la oración (I.S.P.C.K., Delhi 1972), habla de la Se ha comprobado también la utilidad de las cuen-
Oración de Jesús en el capítulo sobre La oración del Nombre, y tas del Rosario para rezar otras plegarias repetitivas
llega a sugerir que el «Abba, Padre» es posiblemente la mejor for- durante esta hora de oración.
ma de entrar en la vida de la Santísima Trinidad. Puede observar-
se que la Oración de Jesús tiene un alcance y una aplicación que
superan con mucho el objeto que ahora mismo nos ocupa (la
hora diaria de oración contemplativa), pudiendo llegar a consti-
tuir una incesante plegaria de unión con Dios.

34 35
II. ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS
1. Dónde orar
Yo sugeriría un lugar en el que uno se encuentre
completamente a solas y en privado, en el que sea difí-
cil ser molestado, en el que no haya excesivo ruido. El
propio Jesús aconsejaba: «Cuando vayas a orar, entra
en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu
Padre que está allí, en lo secreto»29. Y El mismo «se re-
tiraba a los lugares solitarios, para orar»30. Y no deja
de ser un alivio para nosotros el hecho de que el pro-
pio Jesús no siempre lo conseguía31.
Estar con otras personas en el mismo lugar no pa-
rece aconsejable, pues la misma conciencia de la pre-
sencia de otros suele constituir un fuerte motivo de
distracción psicológica y un obstáculo para lograr una
total relajación.
En teoría, el mejor lugar es delante del Santísimo
Sacramento, el Sacramento de Su Presencia entre no-
sotros, y es lo que aconseja el P. Voillaume a los segui-
dores de Charles de Foucauld. Pero es un hecho inne-
gable que en muchas iglesias y capillas hay demasia-
das distracciones y demasiado ruido.
El Cardenal Lercaro lo resume del siguiente modo:
«Si es posible, en la iglesia o en la propia habitación, y
preferiblemente en esta última si es que en la iglesia se
ve uno fácilmente obligado a realizar actos propios de
su ministerio, o disturbado por cualquier otra razón.
Puede hacerse también al aire libre, pero, por lo gene-

29. Mt 6, 6.
30. Le 5, 16.
31. Me 6, 30 ss.

37
ral el lugar escogido deberá ser aquél en el que haya parece tremendamente larga, y las primeras semanas o
menos probabilidades de sufrir distracciones o inte- meses la perseverancia en la oración puede constituir
rrupciones».32 un angustioso esfuerzo. Pero, poco a poco, nos acos-
tumbramos a esa duración y sintonizamos con ese es-
2. Durante cuánto tiempo píritu de tranquilo descanso, empleado «con» y «para»
Dios.
Suele hablarse de una hora diaria. Es el tiempo tra-
Pero hagamos el esfuerzo: «Esfuérzate en ello,
dicionalmente establecido para la oración 'mental' en
pues, y cuanto antes; insiste con ahinco en disipar esa
la mayor parte de las Reglas religiosas. S. Pedro de
nube del no saber... y ¡ya tendrás tiempo de descan-
Alcántara dice: «Cuando el tiempo es demasiado bre-
sar! Es una tarea indudablemente dura para quien de-
ve, fácilmente se va en limpiar de obstáculos la imagi-
sea ser contemplativo; una tarea realmente dura, a no
nación y someter a control el corazón; precisamente
ser que una gracia especial de Dios la haga más fácil,
en el momento en que estamos listos y deberíamos ini-
o que uno se haya acostumbrado a ella durante mucho
ciar el ejercicio, lo interrumpimos».33
tiempo».34
Es interesante observar que una hora al día repre-
senta aproximadamente el 4 % de nuestra vida. Parece
3. Cuándo
que cuanto más activa y dispersa es nuestra vida dia-
ria, mayor es la necesidad de una hora de «relajamien- El momento concreto de la oración dependerá, en
to y reposo en Dios». Necesitamos experimentar en cierta medida, de las posibilidades que ofrezcan el tra-
nuestros nervios y emociones el impacto tranquiliza- bajo y las obligaciones de cada cual. Algunos prefie-
dor de este 'ejercicio' diario. Necesitamos también la ren las primeras horas de la mañana: «De madrugada,
diaria 'curación del alma' y 'apertura al Espíritu' en cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó,
calma y en silencio, si es que llevamos una vida agita- salió y fue a un lugar solitario, donde se puso a
da. De este modo, Dios, por medio de la oración diaria orar»35. La tranquilidad del alba puede ser gratificante
y silenciosa, nos cambia y nos renueva más profunda- cuando uno ha conseguido estar plenamente despierto,
mente que por medio de otro tipo de actividades bene- tanto física como mentalmente (la ducha, el aire fres-
ficiosas. co...). Otros prefieren las tranquilas horas del anoche-
Por todo ello, no aconsejaríamos dividir la hora en cer, antes de ir a dormir; en esos momentos resulta
dos tiempos de treinta minutos, en lugar de una hora más fácil relajarse y compartir con Crsito «una hora
entera ininterrumpida. Al principio, una hora entera de vigilia».

32. Card. Lercaro, Methods of Mental Prayer, Burns and


Oates, Londres 1957, p. 207. 34. La nube del No Saber, Cap. 34.
33. Citado por Card. Lercaro, en op. cit., p. 206. 35. Me 1, 35.

38 39
Muchas personas no tienen opción posible y han Tradicionalmente se ha preferido estar de rodillas
de aprovechar cualquier oportunidad que se les pre- (recto). El sentarse puede ser más relajante (siempre
sente de disponer de una hora libre. Lo cual puede su- recto, eso sí); un pequeño taburete (unos 25 centíme-
poner la renuncia a ciertas cosas que a uno le gustaría tros de altura) sin respaldo, puede ser de utilidad.
hacer... Algunos han conseguido hacer tranquilamente Quienes están acostumbrados a sentarse en cuclillas
oración durante un largo trayecto de autobús o en una en el suelo encontrarán más descansada esta postura,
estación de ferrocarril... pero siempre con la espalda recta.
Los que viven en comunidad y están obligados por Muchos de los que comienzan a practicar esta ora-
regla religiosa a practicar la oración mental, tal vez ción prefieren mantener los ojos abiertos y fijos en
deberían tratar en común, o con el superior, el proble- algún punto u objeto que se halle enfrente. Cuando los
ma del tiempo para la oración, revisando periódica- ojos andan vagando, la mente los sigue y se interrum-
mente cuál es, para cada uno, el mejor momento. pe la atención.
Creo que hay que observar que esta oración sirve
para cumplir la obligación que los religiosos, y otras
personas, tienen de practicar la oración mental de me- LO IMPORTANTE ES COMO VIVAS
ditación. ¿Significa esto que ya no se medite? Como
ejercicio especial, la meditación puede ser omitida, La hora de oración silenciosa debe ser importante
pero nunca desaparece en cuanto tal. Quien busca a para ti en relación a toda tu vida de cristiano, religioso
Dios en la oración contemplativa, tiende a leer y a es- o sacerdote. La mayor parte de los religiosos han es-
cuchar la lectura de las Escrituras con mayor interés: perimentado su primera llamada como una llamada a
la liturgia y otras lecturas espirituales le hacen a uno una vida de entrega a Dios y de dedicación a Su servi-
reflexionar; uno sigue meditando los misterios y los cio, pero con la particularidad de que Dios parecía
caminos de Dios. prometer una vida en la que habrían de experimentar
personalmente el conocimiento de El y Su amor.
4. La postura en la oración Esta hora de oración contemplativa pretende lle-
Es éste un punto importante, porque la postura varte al cumplimiento de esa promesa.
corporal tiene una decisiva influencia en nuestra capa- Pero tu vida debe estar preparada para recibir esta
cidad para relajarnos y no distraernos. El cuerpo ha gracia en un doble sentido:
de estar relajado y, al mismo tiempo, atento; la postu- a) En primer lugar: Debes procurar expresar
ra debe ser cómoda, y no motivo de esfuerzo o de ten- tu entrega continua apartándote de la violencia y yen-
sión. Se dice que hay menos tensión cuando la espalda do hacia formas no-violentas y pacíficas; apartándote
se mantiene derecha. En posición vertical, se mantie- de todo tipo de mentiras y yendo hacia una absoluta
nen derechas la espalda y la cabeza cuando hay un sinceridad y armonía interiores; apartándote de la
equilibrio, como si se llevara un peso sobre la cabeza. auto-afirmación y yendo hacia una gran sensibilidad a

40 41
las necesidades, derechos y sentimientos de los demás; ciones y tú mismo; si se asocia a tu deseo y lo compar-
apartándote de la falta de moderación y tratando de te hasta el punto de identificarse con él, o si apenas al-
alcanzar un instinto de pureza de corazón y de mente; canzas a saber qué es lo que transforma tu actitud y
apartándote del deseo de posesión y de la avaricia y pone en tus labios una alegre sonrisa; si, mientras per-
tratando de dar, compartir y preferir la sobriedad. dura dicha atracción, todo es consolación y no hay
En otras palabras, debes oponerte resueltamente a nada que te altere; si fueras capaz de recorrer mil mi-
las tendencias viciosas que afligen al Espíritu y matan llas para poder hablar con alguien que sabes que ha
el alma: el orgullo y el deseo de prestigio, los celos y la sentido lo mismo que tú; si, una vez llegado, no tuvie-
antipatía, la ira y la violencia, la falta de moderación y ras nada que decir, quienquiera que fuere el que habla-
la impureza, la pereza y la codicia. Debes acoger de ra contigo, puesto que no deseas hablar sino de esa
todo corazón los frutos del Espíritu Santo: verdadero única cosa; si tus palabras son escasas, pero llenas de
amor, gozo en el Espíritu, paz interior, paciencia en tu unción y de ardor; si una sola de tus palabras encierra
comportamiento, amabilidad para con todos, bondad un mundo lleno de sabiduría, aunque pueda parecer
en tus intenciones, confianza en tus relaciones, dulzura simple locura a quienes no han conseguido superar la
interior y exterior, control de tu corazón y tu mente. barrera de la razón; si tu silencio es pacífico, tu hablar
edificante, tu oración secreta, tu amor propio el ade-
Todo esto resulta posible en la medida en que
cuado, tu conducta modesta, tu sonrisa muy dulce; si
abras tu corazón y tu vida al Espíritu de Jesús. Y,
tu alegría es como la de un niño jugando; si te gusta
como la naturaleza humana es como es, supone tam-
estar solo y sentarte apartado porque sientes que los
bién un continuo arrepentimiento.
demás podrían obstaculizarte, a no ser que hagan lo
b) En segundo lugar: Debes alimentar conti- mismo que tú estás haciendo; si no deseas leer u oir
nuamente en ti el deseo de Dios y del cumplimiento de hablar de otra cosa que no sea esa 'única cosa', enton-
la promesa que El ha ofrecido desde un principio. ces realmente... es evidente que has sido arrastrado a
Tal vez no tengas su misma intensidad de senti- la verdadera oración contemplativa, que excede toda
mientos, pero sí deberías al menos comprender a la palabra y todo pensamiento.»36
persona que escribió lo siguiente acerca de esa atrac- Un parecido deseo de Dios podemos discernirlo en
ción por Dios: las palabras del himno «Jesu, dulcís memoria»:
«Si sucediere que esa atracción que sientes al leer u «¡Oh, Jesús!, sólo pensar en ti llena de gozo
oir hablar acerca de este asunto (el amor contemplati- mi corazón, aunque no hay felicidad comparable
vo de Dios) es tan irresistible que no te abandona al gozo de tu dulce presencia.
cuando te vas a dormir, que se levanta contigo por la
mañana, que te acompaña todo el día en todo cuanto
haces, que te hace guardar distancias con respecto a 36. Carta de Dirección Personal, por el autor de La nube
tus ocupaciones cotidianas al insertarse entre tus ora- del No Saber (cf. nota 9), Buras and Oates, Londres, pp. 67-68.

42 43
Dicho género de lectura tiende a mantener tu men-
Más atractivo que cualquier melodía, más
te en un estado de devota meditación que lleva a la
emocionante que cualquier noticia, más grato
contemplación. «Por eso, si ardes en deseos de con-
que cualquier pensamiento eres tú, Jesús, Hijo
templación, dedícate a meditar devota y constante-
de Dios.
mente; es una forma infalible de lograrlo».37
Jesús: Tú eres la esperanza del pecador
arrepentido, «El único texto que el alma debe tomar en conside-
eres bondadoso con quienes piden ración es un texto impregnado de la cualidad divina.
tu ayuda, Ni que decir tiene que la Sagrada Escritura es la pri-
eres bueno para quienes te buscan, mera y la más pura fuente de todas. Y una lectura
pero ¿quién podrá decir lo que Tú realmente memorizada de la Escritura, además de ser
eres para quienes te encuentran? del agrado de Dios, muchas veces es instrumento para
No hay palabras que describan ni libro que poder recordarle. En estado de quietud, el alma recibe
pueda explicar lo que significa amarte; y, si no lo muchas luces que le permiten descubrir nuevos mati-
sabes por experiencia, no puedes hacer otra cosa ces y significados que antes le estaban ocultos y que
más que creerlo. ahora parecen manifestarse sin esfuerzo, como una es-
Cuando Tú visitas mi corazón, éste se inun- pecie de iluminación suave, pero lo bastante conside-
da de la luz de la verdad, el mundo pierde todo rable como para poder ser experimentada. El alma cae
su atractivo y arde en llamas mi amor interior. entonces en la cuenta de que esta Presencia iluminado-
Quienes te han gustado, sienten más hambre ra es el Espíritu Santo. El don de Dios es un mayor y
de ti; quienes han bebido, sienten aún más sed; amoroso conocimiento de El, un crecimiento de la fe
pero sólo quienes te aman, ¡oh, Jesús!, son capa- en sus Sagradas Escrituras».38
ces de suspirar por Ti.
Sé Tú ahora mi alegría, Jesús, del mismo La segunda manera consiste en pedir el don de la
modo que has de ser mi recompensa; que tu glo- oración: «Señor, enséñame a orar, a conocerte y a
ria habite en mí por siempre jamás. Amén». amarte en silenciosa plegaria; derrama tu Espíritu en
Hay dos maneras de alimentar y fortalecer mí, Señor, en toda su plenitud; déjame, Señor, ser po-
esta atracción y este deseo de Dios: seído por tu Espíritu, para que puedas reinar en mí y a
La primera es la «Lectio Divina», una especie de través de mí...»
lectura espiritual meditativa, la lectura de unos textos
que sentimos cómo nos arrastran hacia Dios y hacia
la oración; la clase de textos que en ocasiones deseas 37. Cardenal Lercaro, op. cit. en nota 32, p. 252, citando a
leer en pequeñas dosis porque, aun así, son capaces de Fray Tomás de Jesús sobre la contemplación adquirida.
llenar tu mente y tu corazón del amor y el deseo de 38. Dom G. Belorgey, O.C.S.O., The Practice of Mental
Dios. Prayer, Mercier Press, Cork 1951, pp. 144-145.

44 45
Del Evangelio se deduce con toda claridad que: a)
debemos pedir, con fe esperanzada, el don del Espíri-
tu; y b) que esta petición ha de ser escuchada (cf. Le
11,13).
Un canto de devoción no debería ser canta-
do a la ligera; tu palabra no debería ser transmi-
tida sin más, sino que, una vez transmitida, de-
bería ser conservada. 2. a PARTE
Esta oración no debería iniciarse alegremen-
te. SIGNIFICADO E IMPORTANCIA
Comienza sólo cuando estés preparado y, DE LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA
después, nunca mires atrás.
El Señor te ama y te necesita.
Está esperando una oportunidad para entrar «¡Señor, enséñanos a orar!»
en tu vida.
Una vez que hayas comenzado a orar, ya no Es frecuente en la India que los no cristianos te
volverás a ser el mismo. pregunten: «Y tú, ¿cómo oras?». La gente ve cómo
El hará uso de ti. nos dedicamos toda la vida al servicio de la humani-
Será lo más grande que pueda sucederte en dad; reconoce en nuestro celibato una disciplina que
tu vida. nos predispone a la oración; supone que el secreto de
Gloria y alabanza a El. ¡Aleluya! nuestra fuerza lo constituye una unión con Dios basa-
da en la oración, una plena realización de su Presencia
en nuestro interior, y está ansiosa por saber cómo he-
mos llegado a ello.
Sin embargo, a los buenos sacerdotes o religiosos
normales y corrientes les resulta difícil responder a
esta pregunta. No estamos habituados a reflexionar
sobre los modos, los medios y los objetivos de la ora-
ción y sobre sus exigencias para el que ora. La mayo-
ría de nosotros ha aprendido la práctica de la oración:
a) recitando ciertas oraciones ya prescritas, como el
Oficio Divino, las plegarias de la Misa, el Rosario,
etc.; b) haciendo media hora diaria de meditación; y c)
mediante una ocasional oración 'privada' y directa a
Dios.

46 47
Se pensaba que, con tal de ser fieles a nuestra ruti- entre Bossuet y el piadoso Fénelon en la Francia del
naria oración, cumplíamos con nuestro deber. De he- siglo XVII, de resultas de la cual, y a causa de la vic-
cho, el principal objetivo de la enseñanza de la oración toria de Bossuet, la oración contemplativa se convirtió
en seminarios y noviciados parece haber sido el de ini- en algo que había que evitar. Lo que prevaleció, pues,
ciar a la gente en el programa de oración que se espe- fue un horror irracional al quietismo3... Nadie se atre-
raba de cualquier sacerdote o religioso e inculcarles un vía ni siquiera a susurrar la palabra «contemplación»4.
sentido de fiel observancia de dicho programa. Consiguientemente, se produjo una falta de verdadera
El programa incluía una simple forma de medita- perspectiva en la vida religiosa y en la vida de muchos
ción u oración mental que se practicaba como una sacerdotes ligados al celibato.5
parte más del horario cotidiano, y cuya práctica debe-
ría ayudarle a uno a perserverar en la senda de la ora- ción infusa, en la que Dios concede una experiencia directa de Su
ción durante toda su vida. La oración más allá de la Presencia. Contra esta opinión, los tratadistas espirituales subra-
meditación, más allá de la piadosa reflexión y los ejer- yan que dicha experiencia, aun siendo una gracia maravillosa, en
cicios de la imaginación y la voluntad, es decir, la ora- sí misma no es ni siquiera un signo de verdadera santidad. La
verdadera santidad, que a través de la gracia conduce a la visión
ción contemplativa, apenas si se proponía alguna vez beatífica en la luz de la gloria de Dios, se mide preferentemente
como un desarrollo natural de la propia vida de ora- por los frutos del Espíritu Santo (Gal 5, 22) y por el hecho de vi-
ción; la impresión más frecuente era que dicha oración vir en la vida diaria según los mandamientos (Jn 15, 19). A este
excedía las posibilidades y las normales ambiciones respecto, cf. Dominic M. Hoffman, OP, The Life Within: The
del buen sacerdote o religioso medio. Prayer of Union, Nueva York 1966, p. 181. Stephen B. Clark,
Baptised in the Spirit, Dove Publications, 1970, pp. 33-34. 1 Jn
El P. Sergio Wroblewski, OFM, ha señalado re- 3, 2 y 1 Cor 13, 12.
cientemente algunas de las razones históricas de este 3. Quietismo. Mientras en la oración contemplativa las
recelo frente a la verdadera oración contemplativa en emociones, la mente y la imaginación están aquietadas, el co-
la Iglesia de los últimos siglos:' la falta de aprecio e in- razón y la voluntad están activamente concentradas en el Señor.
cluso verdadera sospecha, por parte de los protestan- Este es el «amor vehemente» del que habla el autor de La nube
del No Saber.
tes, con respecto a este tipo de oración; los excesos de
4. Cf. Sergio Wroblewski, op. cit., p. 30.
algunos extremistas del bajo medievo, tales como los 5. En la vida religiosa, los votos expresan una dedicación al
«Alumbrados» en España;2 la deplorable controversia Señor y a Su Reino que predispone y conduce hacia un conoci-
miento amoroso de Dios que se experimenta en la fe. Cuando la
piedra angular de la oración contemplativa ya no está explícita-
1. Sergio Wroblewski OFM, Bonaventurian Theology of mente presente en la estructura de la vida religiosa, hay entonces
Prayer, Franciscan Publications, Pulaski (Wisc.) 1967, Capítulo una falta de orientación y una distorsión de perspectiva: el amor
1. a Dios, el primero de los mandamientos, debe tener siempre el
2. Los «Alumbrados» sostenían que, a través de la contem- primer puesto. De un modo parecido, el celibato sólo tiene senti-
plación, podían alcanzar en esta vida la visión beatífica. Esta do, a nivel personal, si incluye la participación en el conocimiento
creencia provenía de una mala interpretación de la contempla- de Jesús y el amor a Su Padre.

49
48
Al mismo tiempo, Wroblewski señala el floreci- Concilio Vaticano II, por otra parte, ha urgido a todos
miento de una auténtica oración contemplativa en la los religiosos a conjugar el apostolado con la contem-
Iglesia, especialmente en la Edad Media y en las vidas plación: «...puesto que buscan a Dios y sólo a Dios
de los santos de todas las épocas, así como el redescu- por encima de todo, los miembros de cualquier comu-
brimiento de este género de oración como algo central nidad deberían conjugar la contemplación con el celo
a la vida religiosa y a toda vida cristiana en el presente apostólico».7
siglo. Pero da la impresión de que aún hay algo más: el
De uno u otro modo, esta forma de verdadera ora- Espíritu Santo parece estar soplando sobre nuestra so-
ción ha permanecido viva en las vidas de los santos y ciedad moderna, espiritualmente hambrienta y secula-
de los cristianos devotos. Pero parece que en nuestros rizada, y conduciéndola a una nueva vida, especial-
tiempos el Señor desea restituir este precioso don a mente a través de un despertar de las jóvenes genera-
todo el pueblo de Dios. ciones.
Rene Voillaume, siguiendo la tradición del piadoso Dirigiéndose al Sínodo de los Obispos celebrado
Charles de Foucauld, anima a practicar la oración en Roma en noviembre de 1971, el Cardenal Alfrink
contemplativa en silencio y soledad, a ser posible ante observaba: «Siguen aún preocupándonos los nocivos
el Señor Sacramentado, como la parte más significati- efectos del proceso de secularización, aunque ya en
va de la vida de sacerdotes y religiosos. Se ha reco- muchos países nuestros jóvenes están reencontrando
mendado tener una experiencia de oración contempla- el camino que lleva a Dios y a Cristo, comprometién-
tiva como preparación necesaria para los que desean dose en hacer un mundo mejor y redescubriendo la vía
ser ordenados presbíteros. El P. John Dalrymple, Di- de la contemplación. Todo esto sucede totalmente fue-
rector Espiritual durante diez años del Seminario Dry- ra de las estructuras oficiales de las Iglesias. ¿No de-
grange, en Escocia, en el momento de hacer esta reco- bería obligarnos, pues, a un serio examen de concien-
mendación cita al P. Henri Godin cuando dice: «Ha- cia?»
gamos que todos los misioneros que se dedican a cris- Podemos señalar, además, el estrecho vínculo exis-
tianizar el mundo del trabajo sean, ante todo, contem- tente entre la contemplación y el Movimiento Caris-
plativos»; y Godin, que trabajó entre los obreros de mático de Renovación (o Movimiento Católico Pente-
París, no era ningún ingenuo visionario6. También el costal): tanto en la oración silenciosa como en la ora-
ción grupal carismática, se da un movimiento tendente
a una total entrega al Espíritu de Dios en amor, paz,
6. John Dalrymple, en «The Seminary and Prayer», en The alegría y acción de gracias. En ambas formas de ora-
Clergy Review, abril 1964 (Ware, Inglaterra). El P. Godin, a ins-
tancias del Cardenal Suhard, inició el apostolado de los ción contemplativa se da también una apertura del co-
«sacerdotes-obreros», pero murió muy tempranamente. Su libro
Francia, ¿país de misión?, produjo en su tiempo un enorme im-
pacto. 7. Perfectae Caritatis, 5.

50 51
razón y de la misma vida a los dones y frutos del Espí- Está, en primer lugar, la oración vocal. Es una ora-
ritu de Jesús que nos conduce hacia el Padre.8 ción que se hace con los labios y cuya importancia ra-
En cualquier caso, así como la secularización dica en las palabras, que pueden ser recitadas o canta-
acaecida en los años sesenta, con su reforma y flexibi- das. El texto suele estar ya determinado o preestableci-
lización de las estructuras, produjo un profundo im- do y, con frecuencia, es hermoso e inspirador. Pero
pacto en la vida de la Iglesia, así también parece pro- existe también una oración vocal de carácter espontá-
bable que en los setenta asistamos a una nueva efusión neo.
del Espíritu entre el pueblo de Dios y a una reintegra- En segundo lugar, la oración meditativa. Se trata
ción de la verdadera oración contemplativa en la vida de una oración centrada en la mente, la cual crea imá-
de la Iglesia, como el auténtico corazón de una reno- genes, reflexiona y piensa en Dios y en sus maravillo-
vación duradera. Esta puede ser perfectamente la res- sas obras. La mente trata de comprender y de formar
puesta a la oración que el buen Papa Juan incluyó en conceptos. En la meditación, los labios están quietos y
la Humanae Salutis, encíclica preparatoria del Conci- la mente activa.
lio Vaticano II: «Espíritu Santo, renueva tus prodigios Por último, la oración contemplativa o contempla-
en nuestros días, como si se tratara de un nuevo Pen- ción. Es una oración del corazón y la voluntad que
tecostés, y haz que la santa Iglesia, manteniéndose en tienden a lograr la presencia de Dios. Tanto los labios
unánime y continua oración en torno a María, la Ma- como la mente permanecen quietos; lo que hay es,
dre de Jesús, y bajo la guía de San Pedro, difunda el sencillamente, un fijar la mirada en el Señor, mientras
Reino del Salvador Divino, que es Reino de verdad y el corazón se ensancha en una silenciosa plegaria y la
justicia, de amor y de paz. Amén». voluntad trata de alcanzar la unión con la voluntad de
El.
La contemplación es «tener conciencia de Dios, a
¿QUE ES LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA? quien se conoce y se ama en el centro del propio ser»9.
Cuando buscamos esta conciencia y la hallamos en la
Para captar el significado de oración contemplati- fe, hablamos de «contemplación adquirida»; cuando es
va es preciso reflexionar con sumo cuidado. Fijémo- El quien nos da dicha conciencia en una verdadera ex-
nos, ante todo, en los tres clásicos estadios de la ora- periencia, hablamos de «contemplación infusa».
ción. Se supone que los cristianos maduros y adultos al-
canzan este estadio de la oración contemplativa. Los

8. Cf. Simón Tugwell, OP, en varios artículos publicados


entre 1969 y 1971 en New Blackfriars (Cambridge). Dichos ar- 9. Clifton Wolters en la introducción a su traducción al
tículos fueron publicados en forma de libro en 1972: Didyou Re- inglés moderno de The Cloud of Unknowing, Penguin Books
ceive the Spirit? 1961, p. 36.

52 53
tres estadios podrían compararse a los grados de la es- La oración contemplativa es, por el contrario, mirar
cuela. Se comienza en la Escuela primaria, aprendien- tranquilamente el cuadro ya acabado, viéndolo como
do a leer y escribir (oración vocal); la Escuela Secun- un todo, haciéndose consciente de la realidad de la vi-
daria de la oración es la meditación, donde la reflexión sión que el artista quiere representar11
sobre la vida y la revelación constituye la principal Por encima de los símbolos (palabras, pensamien-
asignatura, si bien no se descuida la oración vocal. La tos, conceptos), se intenta penetrar una realidad que es
Escuela Superior de la oración la constituye el inicio espiritual y verdadera, perdurable y arrolladura: el
de la oración contemplativa, que es la que nosotros re- propio Dios Padre, su amado Hijo Jesús y su Espíritu.
comendamos. No se olvida ni se descuida lo aprendido Y como esta realidad excede el alcance de nuestros
en las Escuelas Primaria y Secundaria, pero la fase de más claros conceptos y de toda descripción, nuestra
crecimiento de nuestra vida de oración comienza en el mente no puede verla ni captarla, sino que únicamente
despertar a la presencia de Dios y en abrirse a Su Es- el amor es capaz de discernirla, y es el Espíritu quien
píritu. Naturalmente que los estadios místicos superio- despierta en nosotros este amor y ese abandono. Por
res son, por así decirlo, una especie de 'doctorado'. eso dice el autor de La Nube del No Saber: «Se le pue-
Volviendo a la oración contemplativa, si se la de amar perfectamente, pero no se le puede pensar. Se
compara con la oración vocal, podría decirse que en la le puede captar y retener mediante el amor, pero nun-
oración contemplativa buscas conciencia de que lo ca mediante el pensamiento»12. Y el Señor puede co-
que contienen las palabras está real y verdaderamente rresponder graciosamente a este amor, y por eso pue-
presente en ti. «Padre nuestro que estás en los cielos». de decir San Juan de la Cruz: «La contemplación no
Al decir esto, vamos más allá de las propias palabras, es sino una secreta y pacífica infusión de Dios, la cual,
hacia una conciencia de Su presencia en nosotros, si no se le ponen obstáculos, encenderá el alma con el
muy dentro de nosotros, y nos demoramos en esa pre- fuego del Espíritu de amor».
sencia. Las palabras empleadas hacen la función del La oración contemplativa es la única real, en el
sonido de una campana que nos despierta a la con- sentido de que, por encima de las palabras (oración
ciencia de Su presencia en nuestro interior.10
Si se la compara con la oración meditativa, podría
decirse que, en lugar de sobrevolar con el pensamiento 11. Rene Voillaume describe esta oración como «mirar a
la Verdad, haces un alto y fijas en ella tu mirada, ca- Dios amándolo». Cf. también Dom Vitalis Lehodey, OCR, «Mi-
ramos porque amamos, miramos para amar y nuestro amor es
yendo en la cuenta de Su presencia dentro de ti. La alimentado e inflamado por el mirar» (The IVays of Mental Pra-
meditación podría compararse con la actividad que se yer, Gilí, Dublín 1960, P. II, Cap. 9, par. 2). Y el cardenal Lerca-
realiza en la concepción y realización de un cuadro. ro intenta una definición: «La oración contemplativa es una ele-
vación del alma hacia Dios por medio de una sencilla y suma-
mente eficaz intuición» (Methods of Mental Prayer, Burns and
Oates, Londres 1957, C. 14).
10. Cf. Abhishiktananda, Prayer, ISPCK 1972. 12. La nube del No Saber, C. 6.

54
55
vocal) y los pensamientos (oración meditativa), nos- En la tradición carmelitana, el primer grado de
conduce a aquella realidad a la que las palabras y el esta oración se conoce con el nombre de «contempla-
pensamiento tan sólo pueden apuntar. En este sentido, ción adquirida», es decir, una oración contemplativa
toda oración debe tener un carácter real o contempla- accesible a cualquier hombre de buena voluntad que
tivo, porque la oración vocal nunca debe limitarse a se esfuerce con la ayuda de la gracia de Dios. Santa
una mera recitación de palabras, ni la oración medita- Teresa de Jesús la denomina «oración de recogimien-
tiva a un ejercicio del pensamiento. to»14. Bossuet parece haber popularizado el nombre de
Ahora bien, la realidad que buscamos es la reali- «oración de simplicidad», que fue también adoptado
dad espiritual, una realidad de nuestro propio espíritu, por Tanquerey15. Y hay otros nombres igualmente ex-
pero, sobre todo, la realidad del Espíritu de Dios. La presivos, como «oración de silencio», «oración de re-
oración contemplativa puede ser llamada, pues, ora- poso», «oración de la simple presencia de Dios», «ora-
ción «real», oración «espiritual», en el sentido de que ción de atención amorosa» y «oración del corazón».16
nos abre al Espíritu Santo, a Su acción, a Sus dones, o
en el sentido de que «nos abre sin reservas a la purifi-
cación y curación de nuestro espíritu por parte del Es- LA ORACIÓN DE JESÚS
píritu Santo, en la conciencia de Su presencia». Y DE SUS DISCÍPULOS
Es en este punto donde podemos ver la razón por
la que la oración contemplativa puede también ser lla- A veces se tiene la impresión de que la oración
mada oración pentecostal (y viceversa), en el sentido contemplativa no pertenece al Evangelio de Cristo,
de que, a través de esta oración, buscamos conciencia sino que, en el mejor de los casos, se trata de una dis-
de la inhabitación en nosotros del Espíritu, que nos lo ciplina que la Iglesia ha tomado de las religiones no-
da Jesús para consolarnos, que estará con nosotros cristianas y la ha adaptado a la vida cristiana. Induda-
para siempre13 y que nos proporcionará cuantos do- blemente, ha habido muchas personas fuera de la tra-
nes espirituales precisemos. dición cristiana que han buscado ansiosamente y han
hallado a Dios en la oración. Pero un atento estudio
Con todo esto, no podemos dejar de apuntar hacia
de los Evangelios y de la tradición cristiana revela que
el Monte del Señor. Cada cual habrá de iniciar su pe-
la oración contemplativa está en el mismo centro del
regrinaje por su propio pie. Hay mapas y guías, natu-
Evangelio y de la vida cristiana. Fue la oración de los
ralmente. Deberás preguntar a la gente que encuentres
profetas y los humildes del Antiguo Testamento; de
en tu camino, pero es el soplo del Espíritu el que te lle-
va adelante y hacia arriba; es la gloria del Señor, ape-
nas vista o adivinada al fondo, la que te arrastra... Y
14. Camino de perfección, c. 28.
no olvides consultar la guía de vez en cuando. 15. A. Tanquerey, The Spiritual Life, par. 1.363 ss.
16. Cardenal Lercaro, Methods of Mental Prayer, Burns
13. Jn 14, 16. and Oates, Londres 1957, c. 14.

56 57
quienes, buscando el rostro de Dios, se esforzaron en Compartiendo con sus discípulos su Espíritu de
amar al Señor su Dios con todo su corazón, con toda amor y entrega, les dio parte de Su propia unión con
su alma y con todas sus fuerzas17 y le adoraron en la su Padre21. De este modo hemos sido hechos hijos e
paz contemplativa y en el descanso sabático. hijas adoptivos que, por la gracia, compartimos lo que
Es también la oración de Jesús, de María y de los nuestro Hermano, Jesús, es por Su propia naturaleza.
santos. Un estudio de las vidas de la mayoría de los «Y, si somos hijos, somos también herederos; herede-
santos evidenciará que esta oración forma parte esen- ros de Dios y co-herederos de Cristo, ya que sufrimos
cial de su discipulado y de su vida cristiana. con él, para ser también con él glorificados».22
Jesús, por lo tanto, desea que tomemos parte en su
Es la oración de Jesús propia experiencia (en su naturaleza humana) de pa-
Jesús experimentó su unidad con Dios incluso en rentesco con el Padre en el amor del Espíritu23. En la
su naturaleza humana y a través de ella, que es en oración contemplativa somos llevados a recrear la ex-
todo semejante a la nuestra: «...porque a los que Dios periencia de oración de nuestro Señor, si bien de un
tiende la mano es a los hijos de Abrahán. Por eso tenía modo imperfecto y vacilante, que se completará a la
que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo luz de Su gloria.24
sacerdote compasivo y fidedigno en lo que toca a Dios
y expiar así los pecados del pueblo. Pues por haber pa- Es la oración de María
sado él la prueba del dolor, puede auxiliar a los que Hay un dato muy significativo para poder com-
ahora la están pasando».18 prender la vida espiritual de María. Se trata de su ex-
Vemos, pues, cómo trató de vivir en esas condicio- traña decisión de no casarse, decisión tomada antes de
nes (de soledad, aislamiento, silencio, ayuno y vigilia la Anunciación25, en contra de la tradición judía y de
orante) que hacen la naturaleza humana más abierta
al Espíritu, mejor instrumento de oración, mejor ins-
trumento de una experiencia de unión, en conocimien-
21. Jn 17, 21.
to y amor, con su Padre. En esta silenciosa oración 22. Rom 8, 17.
aprendió a conocer la voluntad de su Padre y experi- 23. Rom 8, 28-30.
mentó la entrega amorosa más absoluta. Fue en la 24. 1 Cor 13, 12; 1 Jn 3, 2.
oración donde oyó la Palabra pronunciada por su Pa- 25. Le 1, 31-34. A pesar de la afirmación del autor de que
dre19, y en la oración conoció a su Padre en el amor . María había decidido no casarse (not to marry), los datos
evangélicos indican con toda claridad que estaba «desposada con
José» (Le 1, 27). Y toda la tradición cristiana ha honrado a José
17. Dt 6, 5. como esposo de María. Si lo que el autor pretende expresar es la
18. Hebr 2, 17-18. conocida teoría de que los desposorios no eran del todo matrimo-
19. Jn 17, 8 y 14. nio, sino una promesa de matrimonio, hay que reconocer que no
20. Jn 10, 15; cf. Mt 11, 25-27. ha sabido hacerlo adecuadamente (N. del Ed.).

58 59
la opinión pública, que no veía con buenos ojos el es- Buscad la paz y corred tras ella...
tado celibatario26. Esta decisión indica la gracia, ver- Quien se acoge a él no será castigado.
daderamente única, de la que estuvo colmada desde Instintivamente, María se sentía atraída por un
un principio. Desde muy joven debió de abrirse a la modo de vida que habría de dejarla libre para el Señor,
conciencia de Dios y debió de experimentar el gozo de y no sólo para un servicio exterior, sino para un servi-
vivir ante su rostro, la alegría de estar bencida por Su cio interior de alabanza y acción de gracias. Se veía a
sonrisa27. Instintivamente rehuía el pecado y el mal, en sí misma como la sierva del Señor, inquebrantable-
cuanto que podían arrojar una sombra sobre aquella mente atenta a su Presencia. Si el Señor iba a traer la
relación, en cuanto que podían hacer que su persona salvación a su Pueblo a través de un pobre y humilde
se cerrase al Señor. Siervo de Yahvé28, «mi elegido en quien se complace
En su corazón, María vivía la gracia de los mi alma»29, entonces ella sería una pobre y humilde
«anawim», los humildes de corazón, los pobres del Se- sierva del Señor, Su esclava, manifestando en toda su
ñor que buscan resueltamente Su rostro y glorifican su vida un amor de esposa y una fidelidad de la que tan
nombre, y cuya espiritualidad expresa tan admirable- visiblemente carecía Israel como pueblo30.
mente el Salmo 34: Así pues, María se sintió arrastrada a tomar una
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, decisión (cuando no a hacer un voto) de no casarse;
ensalcemos juntos su nombre. decisión que implicaba una completa entrega en la fe a
Consulté al Señor y me respondió la guía de Dios, el cual la confió a un joven llamado
librándome de todas mis ansias. José, dotado de una gracia semejante...
Contempladlo y quedaréis radiantes... María era una persona reflexiva31 que atesoraba
Gustad y ved qué bueno es el Señor... en su interior los tradicionales y poéticos himnos de
alabanza (salmos) y los mensajes confiados por Dios a
través de los profetas. Poseía la sensibilidad, propia de
26. En la historia del Islam, tan abiertamente contrario al
estado celibatario, hay un elocuente ejemplo de virginidad por las personas contemplativas, por la belleza del lengua-
Dios, en contra de cualquier oposición. Es el caso de Rabi'A de je y, cuando se sentía inspirada, expresaba su propia
Basra, que murió en Jerusalén el año 801 d. C. Aquella mujer, oración con los cantos tradicionales32.
convencida de pertenecer absolutamente a Dios, alcanzó, me- María debió de iniciar a Jesús en las formas judías
diante una vida ascética, una gran santidad y un gran amor de
de orar. Ella —la madre de Jesús, el Maestro de ora-
Dios. Además, influyó profundamente en el movimiento contem-
plativo surgido en el Islam: el Sufismo. De ella escribió Faridu'd-
Din Attar: «Rabi'A, la segregada, estaba revestida del manto de
la pureza, ardía en amor y ansia y estaba dominada por el deseo 28. Capítulos 42, 49, 50 y 52 de Isaías.
de acercarse a su Señor y ser consumida en su gloria. Era una se- 29. Is 42, 1.
gunda María y una mujer inmaculada» (John Subhan, en Sufism, 30. Un tema de todos los grandes profetas.
Its Saints and Shrines, Lucknow 1960, p. 14). 31. Le 2, 19.
27. Num 6, 25. 32. Le 1, 46-55.

60 61
ción, y tía del profeta Juan el Bautista— debió de em- vez sería mejor llamarla «atención»), pero no como re-
plear mucho tiempo en la oración y la contemplación. sultado de un tenso y violento esfuerzo, sino tan sólo
La última vez que las Escrituras mencionan su nom- como un apacible distanciamiento de las cosas mate-
bre, la vemos ensimismada en la oración, junto con los riales, un relajamiento de nuestro nervioso modo de
discípulos, implorando la efusión del Espíritu que su aferramos a las personas y a las situaciones, y una li-
Hijo había prometido33. beración de preocupaciones y ansiedades.
Mientras todo esto fluye fuera de nosotros, queda
únicamente la atención al Señor, la conciencia de la
presencia de Dios, autor y dador de toda paz y toda
ALGUNAS CUALIDADES Y VENTAJAS DE LA fuerza.
ORACIÓN CONTEMPLATIVA
1. Conlleva un relajamiento de la tensión en Su pre- 2. Exige la no-violencia del corazón y de la mente
sencia Debemos estar también firmemente empeñados en
Este tipo de oración supone una búsqueda de paz, vivir una vida pacífica. Esto es, al mismo tiempo, con-
tranquilidad y serenidad. Tratamos de encontrar al dición y consecuencia de este tipo de oración. Nuestra
«Señor del Sábado» en Su propio lugar de descanso, en paz puede verse turbada por los siete pecados capita-
nuestro más profundo interior y, durante una hora de les, esas depravadas tendencias capaces de dominar-
reposo y relajamiento en Su presencia, ofrecerle el cul- nos y que son la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira,
to de nuestras vidas. la gula, la envidia y la pereza. Sin embargo, parece ser
Por lo tanto, una de las principales tareas de esta la pasión de la ira la principal perturbadora de nuestra
hora consiste en relajarnos de la tensión, calmarnos, paz.
entregarnos a El en la fe, a fin de que a una palabra Esto es, al menos, lo que insinúa Evagrio del Pon-
suya cese la tormenta, y aceptar su Voluntad. «Buscad to (345-399)35. Todo lo que sea ceder a la ira (que in-
la paz y corred tras ella»,34 no mediante un violento es- cluye el rencor, el recelo, la antipatía, la amargura, el
fuerzo, sino dejando que desaparezca suavemente mal humor, la susceptibilidad) se paga en el momento
todo tipo de tensión, de excitación, de ansiedad, de de la oración. La oración es un útil barómetro que in-
preocupación, la fogosidad del deseo, el veneno del dica abiertamente nuestro estado de calma o de tor-
odio y el abrumador peso de la autocompasión. menta. «La oración es el renuevo de la mansedumbre
Es frecuente relacionar la idea de «concentración» y la ausencia de ira» (Evagrio). En la raíz de la ira
con este tipo de oración. Concentración, sí (aunque tal existe un deseo de las cosas y valores humanos y un

33. Hech 1, 14.


34. Salmo 33, 14. 35. Cf. Sursum Corda, febrero 1971, pp. 329 ss.

62 63
T

apego a los mismos: «¿Por qué tendría que airarse un


consiste en Su paz.37 Somos «curados» diariamente en
hombre, en realidad, si no le preocuparan el alimento,
el agua viva de su Espíritu y crecemos hasta alcanzar
la riqueza, el prestigio humano, etc.?» (Evagrio).
la plenitud de la madurez de nuestro Salvador.
Es evidente que debemos estar incondicionalmente
El autor de La nube del No Saber describe de ma-
comprometidos en favor del modo de pensar de Jesús,
nera deliciosa esta transformación:
tal como es testimoniado por el Espíritu que habita en
«Todos cuantos entran en la contemplación
El, tal como es revelado en los Evangelios y tal como descubren que ésta produce un beneficioso efec-
es proclamado en el Sermón de la Montaña: no a la to tanto en el cuerpo como en el alma, haciéndo-
violencia, no al odio, no a los malos deseos, no a la crí- los atractivos a los ojos de quienes los ven. Has-
tica; sí a la mansedumbre, a la compasión, a la dispo- ta el punto de que la menos atractiva de las per-
nibilidad a dar y compartir, a amar sin medida y a per- sonas que, en virtud de la gracia, se convierte en
donar a quienes nos hacen daño. contemplativa, descubre que de pronto (y en vir-
tud, asimismo, de la gracia) es diferente, y cual-
3. Conduce a una transformación de nuestra perso- quier buena persona que la ve se siente contenta
nalidad y feliz de gozar de su amistad, se ve renovada es-
piritualmente y descubre que su compañía la
De un modo lento, pero seguro, la oración con- acerca más a Dios.
templativa conducirá a una maravillosa transforma- Intenta, pues, adquirir mediante la gracia
ción de la persona humana. Es evidente que nuestra este don, porque quien lo posee realmente, será
espiritualidad y nuestra oración deben tener «eficacia» capaz, en virtud de él, de controlarse a sí mismo
y controlar todo lo que es suyo. Dicho don le
para cambiarnos; de lo contrario, serán irrelevantes y
permite, cuando es preciso, discernir las necesi-
constituirán un verdadero escándalo. No puedes dades y el carácter de las personas. Le concede
«orar» día tras día, mes tras mes, y seguir siendo igual, una especial facilidad para sentirse a gusto con
porque entonces tu búsqueda y tu oración no son cualquier persona (pecadora o no) con la que
auténticas, sino que únicamente son una sutil forma de tenga que relacionarse, sin necesedad de pecar
ocultarte del Dios vivo, de impedir que el Espíritu in- él... para asombro de quienes lo ven, y con un
vada tu vida. La verdadera oración contemplativa su- magnético efecto sobre los demás, a quienes, por
pone abrirse al Espíritu. Sus dones y sus frutos36 serán la gracia, atrae a la misma obra espiritual que él
cada día más evidentes. A través de este tipo de ora- realiza. Su rostro y sus palabras están llenos de
ción experimentamos cada vez más la donación perso- sabiduría espiritual, llenos de fervor y cargados
de frutos; son unos rostros y unas palabras sere-
nal de Jesús a cada uno de nosotros, donación que
nos y carentes de falsedad, ajenos a todo fingi-

36. Gal 5, 22. 37. Jn 14, 27.

64
65
miento y a toda hipocresía. Porque hay quienes Siento alegría, paz y calma donde antes había mie-
ponen todas sus energías en aprender a hablar do, tensión e intranquilidad de todo tipo. Incluso en si-
con enjundia y en evitar ponerse en ridículo, a tuaciones difíciles, persiste la paz y se presentan las
base de manifestar mucha humildad y grandes soluciones del modo más inesperado; y no por causa
exhibiciones de devoción...»38 de mi sabiduría, pues yo mismo no lo entiendo, pero el
Después el autor prosigue con una perfecta, pero caso es que sucede así.
dolorosa, descripción de la persona que trata de apa- Me convenzo progresivamente de la realidad de
rentar esta transformación y que, sin embargo, no Dios y de su Espíritu. Vislumbro la paternidad de
ora... Dios, al tiempo que un sentido de dignidad y valor
Evidentemente, lo importante es que el hombre personales, debidos a Su amor personal por mí, reem-
que ha aprendido a relajarse, a salir de sí y a estar a plazan a la autoaversión y al negativismo que antes
gusto con Dios, se manifiesta del mismo modo con los experimentaba.
demás; y que, mientras que las personas nerviosas e Acepto mi trabajo, con sus molestas exigencias;
irritables («airadas») son una compañía menos agrada- recibo pacíficamente las críticas y me entrego con ma-
ble, nos gusta conocer a una persona que irradia paz y yor amor. Tolero mejor a los demás y los acepto con
fuerza, cuya simpatía es positiva y desinteresada y, menos irritabilidad. A pesar de mi temperamento y mi
además, es consciente de nuestras «necesidades y ca- carácter orgulloso, comprendo que, gracias a Su mise-
rácter». ricordia, me he librado de muchas tragedias. Hay en
Santa Teresa de Jesús aporta su propio testimonio mí un descubrimiento gradual del falso ídolo de mí
acerca de la «eficacia» de la oración contemplativa: «Si mismo y un deseo de verdad. El hecho de que muchos
intentas vivir y vives durante un año en la presencia de males psicológicos salgan a la luz, me hace más libre.
Dios, al término de ese periodo verás que has alcanza- Experimento un mayor aprecio del don de la voca-
do, sin siquiera darte cuenta, la cumbre de la perfec- ción, así como una mayor estabilidad y autenticidad
ción». en el esfuerzo por vivirla. Otras oraciones y devocio-
El siguiente testimonio de nuestro tiempo es más nes se han hecho más significativas. El deseo de Dios
modesto, pero igualmente positivo: ha crecido. Todo lo cual me da un mayor valor para
«Después de menos de dos años de esforzarme se- esforzarme, mientras que antes era muy dado al desa-
riamente en la oración contemplativa, reconozco que liento y a la autocompasión.
se han producido en mí los siguientes cambios: Creo sinceramente que he profundizado en la fe, la
esperanza y el amor. Y ansio compartir con los demás
este tesoro».
38. La nube del No Saber, c. 54. También San Juan de la
Cruz ha enseñado que «una profunda vida de oración en el Espí-
ritu le es dada más rápidamente a quien se ha entregado a la ora-
ción en soledad y silencio».

66 67
«Feliz el hombre que camina con el Señor;
4. A través de esta oración te haces más fiel a ti mis-
feliz el hombre que sabe cómo vivir. Feliz el
mo hombre que nunca busca recompensa, sino que
Otro saludable «efecto» o fruto de esta oración ra- da porque ama dar... No anda en busca del oro,
dica en que, en virtud de la acción del Espíritu Santo, ni desea ganancias; sabe que todo esto es vano.
nos hacemos más plena y verdaderamente humanos. No tiene necesidad de alabanzas ni honores. Su
Ante Dios, en su presencia, descubrimos la necesi- consigna es: Sé fiel a tí mismo. Feliz el hombre
dad de ser absolutamente fieles a nosotros mismos. que ha aprendido a orar. Feliz el hombre que tie-
Aprendemos a vernos tal como realmente somos, por ne una meta que le quema. Feliz el hombre que
detrás de la máscara de los convencionalismos, de no necesita que le pagen sus servicios, porque
nuestras posturas y nuestras pretensiones, de nuestros ese hombre ha hallado su propia alma. ¡Feliz el
hombre, feliz el hombre del Señor!
pequeños o grandes engaños. Poco a poco nos despo-
jamos de pensamientos, palabras y obras artificiales,
5. Sus efectos en nuestra vida de oración
de actitudes falsas, de nuestro falso yo, y crecemos en
sinceridad y autenticidad. Cuanto más estamos y vivi- El principal efecto de la oración contemplativa so-
mos en la presencia de Dios, tanto más fieles nos hace- bre otros tipos de oración es que les da un nuevo signi-
mos a nosotros mismos. ficado y un sentido de unidad. Nos hace alejarnos de
Y mientras nos hacemos más fieles a nosotros mis- la rutina de unas oraciones recitadas según un progra-
mos, por el hecho de ser más fieles a Dios, seremos ma preestablecido. Siente uno la necesidad, y adquiere
también más fieles a nuestro entorno (es decir, más gradualmente la capacidad, de dar a todas las oracio-
objetivos en nuestra búsqueda de conocimiento y en la nes un carácter «contemplativo», es decir, de conver-
forma de valorar la información) y más fieles a las per- tirlas en verdadera oración, y no limitarse a recitarlas
sonas con quienes vivimos. Aumentará nuestra capa- o cantarlas.
cidad para una auténtica relación interpersonal. La En principio puede ocurrir perfectamente que uno
verdadera caridad (en el sentido de simpatizar con los sienta la necesidad de limitar las oraciones vocales y
sentimientos, situaciones y necesidades de los demás) evitar, sobre todo, las repetitivas; se experimenta una
va a una con la verdadera oración: capacidad para incapacidad para aceptar como normal la oración
abrirse y ser fieles a Dios y a nosotros mismos. ¡Cuan
ciertas son las palabras de San Juan: «Quién dice
amar a Dios y odia a su prójimo, es un mentiroso!» tico el yoga durante 17 años y fue monje hindú en la India duran-
Sebastian Temple39 expresa algo parecido en su te dos años. No satisfecho con ello, pensó en abrazar el judaismo,
canción del hombre feliz: pero acabó encontrando en la Iglesia Católica lo que habia esta-
do buscando durante años. Sus últimos discos son And the
Waters keep on running y God is ajíre ofLove». (The Examiner,
39. «Un católico alto, rubio y feliz, ansioso por hacer parti- Bombay, junio 19, 1971, p. 400).
cipar a otros su amor a Dios. En su búsqueda de la verdad, prac-

68 69
ALGUNAS RAZONES PRACTICAS DE LA
apresurada o recitada despreocupadamente, sin la de- ORACIÓN CONTEMPLATIVA
bida reverencia o sin prestar atención a su sentido.
Pero después puede uno verse movido, poco a poco, a A modo de conclusión, podemos citar algunas ra-
retornar a la oración vocal, especialmente la repetitiva zones prácticas que muestren la necesidad y el valor
(por ej., el rosario, las jaculatorias, la oración de Jesús, de una hora diaria de oración contemplativa:
etc.), porque ayuda a morar en la presencia de Dios y a) Descubrimos en nosotros una serie de enojo-
a «caminar con él». sos defectos y debilidades habituales que, a pesar de
Pablo VI, en el motu proprio Ecclesiae Sanctae, nuestras buenas intenciones, no somos capaces de su-
de 1966, para la aplicación de algunos decretos del perar (por ej., la crítica, la impaciencia, el mal humor,
Vaticano II, ha señalado el provecho que se deriva de las palabras duras, el rencor, el desaliento). Estos de-
la oración contemplativa tanto para la Eucaristía fectos destruyen nuestra paz con los demás, con noso-
como para el rezo del Breviario: tros mismos y con Dios. Es fácilmente comprobable
«Para que los religiosos puedan participar más que un sincero esfuerzo por buscar a Dios en el silen-
íntima y provechosamente en el sacrosanto mis- cio y el abandono, por medio de la oración contempla-
terio de la Eucaristía y en la oración pública de tiva, hace disminuir el efecto de dichas faltas, redu-
la Iglesia, y para que su vida interior se vea más ciéndolas gradualmente. Como dice el autor de La Nu-
abundantemente alimentada, habría que dar be del No Saber, «en la contemplación, el alma seca la
prioridad a la oración mental sobre la multiplici- raíz y el fundamento del pecado, que siempre está pre-
dad de otros tipos de oraciones. Sin embargo, sente, aun después de confesarse y por mucho que uno
habría que preservar también aquellas prácticas se dé a las cosas espirituales». 40
comunitarias que son tradicionales en la Iglesia, b) Del mismo modo, dicha oración ayudará
cuidando de que el religioso sea cuidadosamente enormemente a reducir la tensión y el nerviosismo, es-
instruido en las vías de la vida religiosa» (Eccle- pecialmente por lo que se refiere a las personas que vi-
siae Sanctae, n. 21). ven en la comunidad, con la constante necesidad de
Indudablemente, la santa madre Iglesia, al acortar
estar dispuestos, accesibles y abiertos al prójimo.
y simplificar las oraciones del Oficio Divino y de la
La práctica de la oración contemplativa tal vez sea
Misa, desea alcanzar dos objetivos: a) que sean ora-
ciones auténticas y significativas, y b) dar un poco más útil que los frecuentes diálogos (que también de-
más de tiempo a la oración contemplativa. sempeñan un papel esencial) para construir una autén-
tica vida comunitaria. En el diálogo hay una tendencia
a acentuar la importancia del problema, mientras que
en la oración silenciosa, la búsqueda de amor y de paz

40. La nube del No Saber, cap. 42.

71
70
es el problema al que todos los demás problemas están
subordinados; y aun cuando haya que tomar una deci-
sión dolorosa, nos vemos impulsados a tomarla sin
ningún tipo de violencia.
c) Tenemos necesidad de un ritmo diario unifor-
me de sueño y de vigilia, de trabajo y de descanso, de
alimentación y de digestión. Hay razones para pensar
que dedicar una hora diaria a la «salud del alma» es
una auténtica necesidad si se desea vivir una vida hu-
mana y cristiana equilibrada.41
d) Hay sacerdotes y religiosos que constatan que
en otro tiempo oraban mucho (por ej., cuando su vo-
cación comenzó a hacérseles evidente, o en el semina-
rio o noviciado) y que, poco a poco, la rutina diaria de
sus obligaciones y sus ejercicios espirituales ha ido ro-
bando el tiempo a una oración personal sostenida. Es-
tas personas aceptarán gustosas la oportunidad de
volver a una oración personal más intensa que ocupe
el centro de su vocación y de su vida. A fin de cuentas,
el reto de este tipo de oración consiste en que nos invi-
ta a una alianza muy personal con el Señor. La hora
diaria de oración es el signo externo de dicha alianza,
por la que nos entregamos al Señor y el Señor se entre-
ga a nosotros. Esta alianza es el fruto maduro de nues-
tro compromiso bautismal, que se celebra y renueva
constantemente en la Eucaristía de la Nueva Alianza
del Señor con Su pueblo.

41. Cf. Douglas V. Streers: «Cuando un hindú vive durante


un mes en casa de unos prostestantes americanos y pregunta a su
anfitrión qué parte del día dedica a la 'salud de su alma', es como
hacer una pregunta ecuménica disparada a quemarropa de la que
no es nada fácil librarse». (The Life ofPrayer as the Ground of
Unity, Worship, mayo 1971, p. 260).

72
Apéndice

LA ORACIÓN, CAMINO PRINCIPAL


A LA SANTIDAD *

Señor Jesús, te agradecemos tu presencia viva y


gloriosa en esta sala, en nuestro corazón y en medio
de nosotros. Te damos gracias, Jesús, porque cuando
rezabas con tu Padre hablando de tu gloria (Jn 17, 1-
5), hablaste también de la gloria que nos has dado a
nosotros (cf. Jn 17, 22). Haz, Señor, que en este mo-
mento seamos conscientes de esa gloria que habita en
cada uno de nosotros, que nos vincula y nos une en
una nube de gloria. Señor Jesús, sé tú nuestro maestro
(cf. Jn 13, 13-14), pues no tenemos otro Maestro.
Enséñanos, Señor, a orar (cf. Le 11, 1), llévanos a la
oración por medio de tu santo Espíritu y después, Se-
ñor Jesús, revélanos a tu Padre, a nuestro Padre, a mi
Padre (cf. Le 10, 22).

* Conferencia pronunciada en Dublín por el P. Borst el 15


de junio de 1978 a los misioneros asistentes al Congreso Interna-
cional de Renovación.

75
Delante de Jesús
Queridos hermanos y hermanas, el tema de esta
conferencia es la oración; pero querría que desde el
principio quedara clara una cosa: en sí misma consi-
derada, la oración no me interesa lo más mínimo; ni la
oración contemplativa ni otros tipos de oración. Lo
que me interesa es Jesús, el Hijo de Dios, mi Salvador
y Señor, ese Jesús que nos revela a nuestro Padre, que
ha revelado a mi Padre y me ha dado mi Consuelo,
que es su Espíritu.
Así pues, sólo puedo pensar en la oración como un
medio para tomar contacto con mi Padre, con mi Sal-
vador, con mi Señor.

El corazón para orar


En un espléndido libro de André Louf, titulado Se-
ñor, enséñanos a orar, recuerdo haber leído una bellí-
sima frase sobre la oración que me ha iluminado mu-
chas cosas. Es una frase muy sencilla que tal vez tam-
bién vosotros hayáis leído en alguna parte: «El órgano
apropiado para la oración es el corazón».
Ya sabemos que tenemos una serie de órganos,
cada uno de ellos específico para una función, como,
por ej., el órgano apropiado para ver son los ojos. Sa-
bemos que también con los ojos cerrados podemos
orientarnos, pero ello no obsta para que los ojos sean
el órgano apropiado para ver. Para comer poseemos el
aparato digestivo; para respirar, los pulmones, y así
sucesivamente. Del mismo modo, el órgano adecuado
para la oración es el corazón.
Sin embargo, no siempre resulta evidente para to-
dos en qué consiste exactamente el corazón y dónde se
halla. Para ilustrar este problema, me gustaría recor-

77
dar un pequeño episodio de cuando yo era niño. Un Pero querría pasar a una dimensión aún más pro-
día me decía muy preocupado un hermano mío: funda; porque el hombre, además de la dimensión físi-
«Cuando comulgamos, Jesús entra en nuestro co- ca, emocional y psicológica, posee también la dimen-
razón; pero conmigo es distinto: entra en mi barriga, sión espiritual, que todos solemos llamar «alma», es
en mi estómago». Estaba convencido de que algo no le decir, la dimensión espiritual del alma. Lo cual signifi-
funcionaba bien. ca mi «yo interior». Ahora bien, este «yo» está presente
No recuerdo ahora lo que le respondí, pero, dado en todo mi cuerpo, pero tiene también un punto local
que yo era el hermano mayor, estoy seguro de que for- que es ese centro situado en medio del pecho y que lla-
mularía un pensamiento muy sensato. mamos «corazón».
De todos modos, tal como ahora entiendo las co-
sas, la respuesta es ésta: Es en Juan (6, 56) donde dice Es mi «yo interior», mi «yo» más profundo; en cier-
Jesús: «Quien come mi carne y bebe mi sangre habita to modo, puedo decir: «soy yo mismo». Es el centro de
en mí, y yo en él». mi ser, mi verdadero ser. Siempre que hablamos de no-
«Habita en mí». Cuando decimos «mí», que quiere sotros mismos, señalamos con las manos el centro del
decir «nosotros mismos», efectivamente las manos pecho, lo cual creo que demuestra que el centro de
apuntan precisamente al centro del pecho, lo cual me nuestro yo interior, nuestro corazón, nuestra alma,
parece muy significativo. está o se experimenta en este punto.

¿Qué corazón? La respuesta completa


Querría explicar un poco mejor mis pensamientos
acerca del corazón. Pienso que no tenemos uno solo, Volviendo al problema de mi pequeño hermano,
sino dos y hasta tres. Pero, por el momento, hablaré las cosas suceden del siguiente modo: comemos el
de dos corazones. cuerpo del Señor, su carne, y bebemos su sangre. Evi-
Ante todo, tenemos la dimensión física, el centro dentemente, el comer y el beber son acciones físicas:
de nuestro ser corporal y sensorial. Puede decirse que se realizan con la boca y el estómago, pero después «él
este corazón físico es un centro del cuerpo, de la circu- habita en mí».
lación sanguínea, etc.; pero, además de esta dimensión Para ser más precisos, hay en esto dos aspectos:
física, tenemos también una dimensión emocional y Yo habito en él y él habita en mí. Por regla general, so-
psicológica. De esto somos perfectamente conscientes. lemos detenernos más en la segunda parte, es decir, en
Y esta función psicológica y emocional se encuentra el «él habita en mí». Yo como su carne y bebo su san-
en actividad en todo el cuerpo, pero, al mismo tiempo, gre, y Jesús viene y entra en ese mi ser profundo, da
posee un centro, un centro muy importante que parece fuerza a esa mi parte interior, viene a habitar en mí y
como que se encuentra en medio del pecho. está ahí, lo noto.

78 79
El corazón es lo profundo en nosotros so en Alicia en el país de las maravillas). Si no sabes
Existe un problema en torno a ese nuestro ser inte- que existe, entonces no has de encontrar la puerta de
rior o a ese nuestro corazón: ignoramos casi absoluta- acceso; pero, una vez que comienzas a entrar, a descu-
mente la parte más profunda de nosotros, es decir, brir lo que hay dentro, entonces ya estás en el reino de
nuestro corazón. Sabemos que existen dos partes en la Dios, lleno de cosas imprevistas estupendas y maravi-
dimensión psicológica y emocional: la consciente y la llosas, de gracias, de regalos, de sorpresas y de cosas
inconsciente. Del mismo modo, en la dimensión espiri- bellísimas.
tual está la parte consciente, pero también la parte Y este nuestro ser interior no tiene límites porque
profunda, es decir, nuestro corazón. Esto significa es espiritual. Lo cual significa que hay en mí un espa-
que, al ignorar nuestro inconsciente, no conocemos cio amplísimo; y esto es bueno, porque precisamente a
nuestro ser interior. No sabemos lo que sucede en causa de mi tan grande y amplio ser interior, el Señor
nuestra zona más profunda, y esto es un gran pecado, puede habitar dentro de él: y si el Señor habita en mi
porque es el Señor, nuestro Dios, quien habita esa par- corazón, entonces, en cierto sentido, mi corazón debe
te profunda de nosotros, en la caverna de nuestro co- ser grande como el Señor.
razón (esto de «la caverna» es un término indio). Habi-
ta precisamente en la caverna de nuestro corazón, en El corazón del Señor
la parte más profunda de nuestro ser. Cuando llega-
mos a conocerlo, nos acercamos más al Señor; y Pero no soy yo el único que tiene un corazón, un
cuando llegamos a conocer nuestra más profunda ser interior que hay que descubrir y a través del cual
identidad, llegamos a conocer al Dios vivo. estoy en contacto con el Dios vivo, sino que también
Jesús tiene un corazón. Durante muchos años he con-
templado los cuadros y las imágenes del Sagrado Co-
Comunicación
razón y no me han gustado lo más mínimo. Alguien
Con todo esto trato de poner de relieve la impor- podía haber mirado aquellas representaciones y haber
tancia de ser conscientes de nuestro corazón, de nues- dicho: «Sabed que hay algo que está mal: el corazón
tra parte más profunda, porque es ésta la parte apro- no está en su sitio; no debería estar en el centro, sino a
piada para orar. En otras palabras, es el único medio la izquierda». Y, de hecho, en casi todas las imágenes,
que normalmente tenemos, que tengo yo al menos el corazón está en el centro. Por lo tanto, desde el pun-
para ponerme en contacto con el Dios vivo. Podría de- to de vista físico, está mal situado; pero, desde el pun-
cirse que el corazón es el canal de comunicación con to de vista espiritual, está precisamente en su justo lu-
el verdadero Dios vivo y, al mismo tiempo, con nues- gar, porque esa representación del corazón de Jesús
tros hermanos y hermanas, a un nivel de verdad. Esta representa el punto donde se manifiesta su ser interior.
parte profunda de nosotros es como un país descono- Al igual que mi corazón es un espacio enorme,
cido y aún no descubierto, un país de maravillas (pien- amplísimo, donde el Señor puede entrar, del mismo

80 81
modo su corazón es también un espacio vastísimo y que hay en lo profundo de nosotros, quien nos hace
enorme donde puedo entrar yo. ver la realidad de nuestro ser interior.

Unión íntima
La efusión y lo profundo
Por eso dice Jesús: «Cuando comáis mi carne y
Esta es la razón por la que afirmo que el bautismo
bebáis mi sangre vendréis a habitar en mí» (cf. Jn 6,
en el Espíritu, es decir, la efusión, es tan esencial y tan
56). Voy a habitar en mi Señor, en su corazón, en su
importante. Muchos comienzan a comprender y a pro-
ser más íntimo, y él viene a habitar en mí, dentro de
bar, a través de la efusión, la realidad de lo que poseen
mí, en mi corazón, y entonces mi ser interior y el suyo
en lo más profundo. Jesús dice que el reino de Dios
se hacen uno solo, permanecen unidos y mi corazón y
está dentro de nosotros (cf. Le 17, 21) y esto hay que
el suyo se hacen uno: ya no son dos, sino uno solo.
aplicarlo a cada individuo. El reino de Dios está den-
Dice San Pablo: «Quien se une al Señor, forma tro de mí, y sólo por medio del Espíritu llegamos a
con él un solo espíritu» (1 Cor 6, 17). Pienso que esto comprender lo que tenemos en lo más profundo, a ser
quiere decir un espíritu, un ser interior, un corazón, conscientes de nuestro ser interior. Para muchas per-
con lo que nos hacemos una sola cosa con el Señor. sonas, este ser profundo está dormido o jamás se ha
despertado, y es el Espíritu quien lo despierta en noso-
El valor de lo profundo tros, manifestando después la realidad de Dios en
Hay mucha gente que no conoce su propio co- nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestras relacio-
razón, su propio ser interior. Esta gente lleva una vida nes con los demás.
completamente exterior: es fácil vivir la vida a un nivel
físico y exterior, y mucha gente lo hace.
Tres modos de orar
Se identifican con su fuerza física, con sus éxitos,
con su aspecto físico; otros, por el contrario, se identi- Mi tarea consiste en hablar de la oración, de la
fican más con su ser psicológico, con sus pensamien- santidad, pero no puede haber verdadera oración si no
tos y sentimientos, con su propia erudición. Debemos, es dentro y a través del corazón. Hay un modo de orar
sin embargo, descubrir nuestro ser más profundo e que consiste en hacerlo con los labios; pero si sólo lo
identificarnos con él, es decir, ser una sola cosa con el hacemos con los labios, sabemos que se trata única-
Señor Jesús, con el Hijo amado de Dios. Es el Espíritu mente de sonidos que no tienen ningún significado. Sin
Santo quien nos demuestra y nos manifiesta lo que te- embargo, es fácil repetir palabras y entonar cánticos
nemos en lo más profundo de nosotros. Como he di- que no siempre provienen del corazón. Es el Espíritu
cho antes, lo que tenemos dentro está en gran parte quien nos da la posibilidad de pronunciar palabras
más allá de nuestra conciencia y de nuestro conoci- preñadas de su poder y de todo lo que poseemos en el
miento. Es el Espíritu de Dios quien nos manifiesta lo corazón; y es el Espíritu quien nos hace capaces de

82 83
cantar himnos que expresamos con los labios, pero Habita en lo profundo de nuestro corazón, pero
que nacen del corazón. para mí y para ¡a mayor parte de las personas es un
Existe otro tipo de oración: la oración de la mente, Dios escondido. Ahora bien, hay necesidad de que se
la meditación; y pienso especialmente en la oración de manifieste esta santidad. Tal vez hemos intentado lle-
reflexión. Sin embargo, la simple reflexión y medita- gar a santos por nuestra cuenta: tal vez hemos pensa-
ción no nos ponen en contacto con el Dios vivo. Hay do que es algo que se hace a base de voluntad, a base
una frase en el libro La Nube del No Saber que me de mucho trabajo; tal vez hemos pensado que era algo
gusta citar con frecuencia: «Con el amor se lo puede relacionado exclusivamente con nuestro comporta-
captar y retener, pero jamás con el pensamiento». Esto miento exterior. Pero la santidad no es algo que haga-
significa que no estamos en contacto con el Dios vivo mos nosotros, sino que la recibimos; y el recibirla es
por el hecho de hablar de él, o de pensar en él, o de bien sencillo; y es lógico que así sea, porque es para
discutir sobre él, o de «teologizar». Sólo estamos en los niños.
contacto con el Dios vivo si caminamos hacia él con el En el reino de Dios no se nos pide crecer y hacer-
corazón: sólo así podemos captarlo y retenerlo. nos adultos, sino hacernos pequeños, como niños; ce-
der, permitir que Dios actúe dentro de nosotros.
La santidad es un don
Al mando de nuestra vida
Ahora bien, no hay más santidad que la que viene
de Dios a través de la gracia; esa santidad que vierte a Estoy seguro de que no tengo necesidad de subra-
Dios a lo más profundo de nosotros, pero que debe yar la necesidad de la santidad. En nuestro trabajo co-
fluir de nosotros hacia los demás. Creo que hay una tidiano, en mi trabajo diario, es posible ver a mucha
gran necesidad de santidad. Y al decir esto, pretendo gente buena y valerosa, cristiana y católica, pero gente
decir que hay gran necesidad de que se manifieste la también confusa espiritualmente. Hay muchos proble-
santidad de Dios que existe en nuestro corazón. La mas y muy grandes para nosotros, superiores a nues-
santidad no es nuestra, sino un don de Dios. Se llama tra capacidad para resolverlos por nosotros solos, con
«gracia santificante»; es la gracia que nos hace santos, nuestros medios. También en la Iglesia hay mucha
que nos ha hecho santos, que ha hecho de nosotros gente valerosa y llena de buena voluntad, deseosa de
una nueva creación. ayudar, de renovar la Iglesia, de renovar nuestra vida,
A veces podría preguntarse: «Pero ¿dónde están de renovar la familia; pero nos damos cuenta de que
todas esas gracias? En el bautismo hemos recibido la no podemos lograrlo solos, por mucho que nos esfor-
gracia santificante, los dones, las virtudes, las gracias, cemos.
etc.. pero ¿dónde están? ¿A dónde han ido a parar? Debemos, pues, permitir sencillamente a Dios que
A través del bautismo, el Señor, nuestro Dios habita tome el mando de nuestra vida: y él lo hará, él será ca-
en nosotros..., pero ¿dónde está?» paz de hacerlo. Apenas se lo permitamos, Dios toma-

84 85
rá el mando de nuestra vida; él tiene un «canal» inte- mente, a fin de adorarlo y alabarlo con todo el co-
rior. razón.
Tenemos necesidad de tiempo para amarlo. Si no
Dar tiempo a la oración damos tiempo a las personas a las que tenemos necesi-
dad de amar, a las que estamos obligados a amar, pue-
Pero hablemos de la oración. Creo que lo más im- de decirse que no las amamos de verdad: para amar
portante con respecto a la oración radica en que es de verdad, es preciso dar tiempo.
preciso dedicarse a ella: la cosa más importante es que Así pues, la decisión de dedicar tiempo a la ora-
es menester darle tiempo; sencillamente, orar todos los ción la considero como una decisión de amar al Señor
días, uno tras otro. nuestro Dios, sin lo cual no es posible amarlo de ver-
Personalmente, opino que quien tenga serias inten- dad o crecer en su amor.
ciones con relación a Dios, a su reino, a la oración,
debe encontrar una hora todos los días. No quisiera Cambiar
abrumar a nadie; cada cual debe buscar al Señor por
su cuenta; pero esa hora diaria me parece sobremane- Creo también que, al hacer esto, abrimos nuestra
ra importante. vida a Dios y le permitimos que él nos abra el corazón
y comience a cambiarnos, a transofrmarnos. Es impo-
¿Qué significa la santidad sino que ponemos a
sible dedicar una hora diaria a la oración de repente,
Dios en el primer puesto de nuestra vida? ¿Qué es lo
sino después de haber sido verdadera y profundamen-
que tiene prioridad en nuestra vida? ¿El trabajo?,
te transformados en toda nuestra vida, en todo nuestro
¿nuestros intereses?, ¿el alimento?, ¿el sueño? El pri-
ser. A veces podría parecemos que, cuando se dedica
mer mandamiento habla de amar al Señor nuestro
una hora a la oración, se malgasta una gran parte de
Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda
ella; no importa. Si perseveramos y esa hora constitu-
la mente, con todas las fuerzas. Y no se puede amar a
ye un verdadero signo de nuestro fiel amor al Señor; si
Dios de este modo sin dar nuestro tiempo, sin conce-
estamos dispuestos a malgastar nuestro tiempo por él,
der tiempo para amarlo y permitir que, de ese modo,
entonces él nos transformará profundamente, de un
nos ame él.
modo lento pero seguro. Será una transformación gra-
Pienso que es éste el significado de la ley del sába-
dual, sí; pero será una transformación verdadera, obra
do. En el Antiguo Testamento existía el mandamiento
de la gracia del Espíritu Santo.
de amar al Señor nuestro Dios con todo el corazón;
pero después también ha dicho Dios: «Trabajaréis du-
rante seis días, y al séptimo día no trabajaréis» (cf. Ex Así me sucedió a mí
20, 8-11); y esto no era simplemente para descansar; Cuando hablo de la importancia de dedicar tiempo
era también para poder disponer de un día a la semana a la oración, he de confesar que hablo desde mi condi-
en el que centrar en el Señor el corazón, la vida y la ción de «pecador arrepentido». Quiero decir que du-

86 87
rante muchos años no he orado. Recuerdo que en el además, que eso no era demasiado importante para
seminario nos enseñaban a estar 25 minutos en la ca- mí. Pero después sucedió algo.
pilla todos los días antes de la Misa; y recuerdo que Habéis de saber que la misión de Kachemira es
esto era algo que yo aborrecía. Lo aborrecía porque durísima. Va poca gente a la iglesia y apenas hay con-
era muy temprano, justo antes de la Misa, y yo desea- versiones; es muy difícil aquello. Desde el punto de
ba estar lo más despierto posible para la Misa; y aque- vista espiritual, la vida es árida, estéril. Sin embargo,
llos 25 minutos en la capilla hacían que me durmiera estoy verdaderamente convencido de que el Señor me
siempre. De modo que decidí que, una vez que dejara ha dado la vocación de misionero, es decir, de llevar
el seminario, no volvería a hacerlo; y así fue. su Evangelio, de llevar a Jesús. Consiguientemente,
después de haber probado inútilmente muchos méto-
Después estudié durante algunos años y, debido a dos, me sentía auténticamente frustrado; pero en aquel
mis estudios, no tenía tiempo para la oración; así lo estado de amargura y desilusión, el Señor, poco a po-
pensaba yo, y estaba convencido de ello. A veces me co, me estaba enseñando que quería algo más de mí;
preocupaba el no tener tiempo para orar; y unos años ese algo era la oración. Y cuando digo 'oración', lo
después de mi ordenación, durante un retiro espiritual, digo en el sentido hindú, es decir, la oración contem-
decidí cambiar y, cuando el sacerdote que dirigía el re- plativa, la oración del corazón; una oración que nos
tiro me preguntó qué propósito había hecho, le respon- abre fuentes de agua viva, una oración que nos pone
día que había decidido pasar 10 minutos diarios en en contacto con el Dios vivo y verdadero.
meditación.
Recuerdo que siempre había tenido la impresión
«¿10 minutos? ¿No son muy pocos? ¿Por qué no de no tener tiempo para orar; y así le escribí a mi su-
te decides por 15 minutos?», me sugirió. Pero apenas perior: «Hágame salir de aquí, de esta escuela, porque
le dije que sí, supe perfectamente que no lo haría; y así deseo orar»; y él me respondió que sería liberado de mi
fue, en realidad. tarea en cuanto encontrara a quien me sustituyera.
En la casa donde vivía, había un sacerdote francés Esto tardó cinco años en producirse.
que pasaba una hora diaria meditando en la capilla. Mientras tanto, estaba cada vez más desilusionado
Yo no conseguía comprenderlo en absoluto y me pre- y frustrado espiritualmente, cada vez más convencido
guntaba: «¿Cómo puede un hombre estar ahí tanto de la aridez de mi vida espiritual. Me daba cuenta de
tiempo tranquilamente sentado y, sobre todo, de dón- que era perfectamente posible predicar cada domingo
de saca tiempo?» No lo entendía en absoluto y, sin en la pequeña capilla de la misión y seguir haciéndolo
embargo, lo admiraba profundamente. año tras año; pero también que ello no le importaría a
Después fui enviado a la misión de Kachemira, en nadie: la gente era completamente indiferente.
el norte de la India. De pronto me encontré inmerso en Creo que ha sido una gracia del Señor el haberme
el trabajo de la escuela, de la parroquia, etc.; y tampo- hecho comprender lo árida que era mi vida espiritual.
co entonces tuve ni busqué tiempo para orar. Pensaba, En los otros campos, mi vida daba frutos: es algo bue-

88 89
no y hermoso instruir a la gente, ayudarla a crecer, a ba terriblemente larga aquella hora. Ya son largos 20
desarrollarse; pero nadie se sentía tocado en el espíri- ó 25 minutos y, naturalmente, tardé meses en acos-
tu. Lo cual me demostraba lo vacía que era mi vida y tumbrarme a estar quieto durante una hora. Sí, creo
me hizo convencer de la necesidad de orar. que fue una cabezonada, pero también creo que nos
Después conocí a una monja que llegó allá de visi- hace falta algo parecido. Si no conseguimos estar un
ta y me dijo: «Padre, ¿por qué no viene a dar un retiro poco de tiempo en la presencia del Señor, es señal de
espiritual a nuestras monjas? Tiene usted tanto que que hay algo dentro de nosotros que debe ser destrui-
dar...» Jamás había dado un retiro y, además, nadie do: debemos alcanzar un estado de tranquilidad y de
me había dicho nada semejante; de modo que acepté y paz.
di el retiro a aquellas monjas. Después he sabido, a
propósito, que aquello de que «Tiene usted tanto que Perseverar
dar...» se lo decía a todos. Unos años después, estando
Creo que ese obstinarse en perseverar en la ora-
en el sur de la India con un grupo de sacerdotes, conté
ción, en darle tiempo, constituye un signo sumamente
esta anécdota y un sacerdote de Bombay se levantó y
sincero de amor al Señor, una verdadera búsqueda del
dijo: «A mí me dijo lo mismo». Ahora bien, aquella
Señor. Es buscar al Señor con todo el corazón, con
monja no era en absoluto estúpida. Veía en las perso-
toda el alma, con toda la mente y con todas las fuer-
nas las cosas buenas y se lo decía, aunque a veces
zas.
también te corregía. La monja era irlandesa y murió el
Esta ha sido mi experiencia: una vez que comencé
año pasado. De modo que, volviendo al tema, di aquel
a orar, no quería ya detenerme. Sentía que si me dete-
retiro. No voy a describirlo, pero supongo que no les
nía, mi vida habría perdido todo su significado. Y pro-
causé ningún daño. Durante el retiro tuve una plática
bablemente era cierto. Para mí, la oración es una tabla
sobre la oración, hablando de lo importante que era
de salvación: tengo necesidad de ella, me guste o no;
orar.
tengo necesidad de ella y, consiguientemente, la practi-
A mi vuelta a Kachemira, pensé: «Señor, así no se co, aun cuando haya tenido que renunciar algunas ve-
puede seguir adelante. O comienzo a orar, o no vol- ces a la recreación, casi siempre al sueño y, en ocasio-
veré a decir nada a nadie». Y fue entonces, casi en un nes, a ciertos tipos de trabajo. Pero el Señor debe tener
acto de desesperación, cuando decidí orar. La escuela la prioridad.
estaba cerrada por vacaciones y, por lo tanto, decidí:
«Señor, ahora mismo me lanzo a demostrar mi buena ¿ Técnicas para la oración ?
voluntad; aunque después, cuando se vuelva a abrir la
escuela, sea distinto», y comencé a dedicar una hora Hablemos ahora de la técnica de la oración. Los
diaria a la oración. Desde entonces no he podido o, métodos pueden ser muy buenos, pero, llegados a un
mejor, no he querido dejarla. Creo, de todos modos, cierto punto, no pueden realmente ayudarnos, porque,
que lo mío fue una auténtica obstinación. Me resulta- en su mayor parte, los métodos se quedan a un nivel

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psicológico, no espiritual. Para ayudarnos espiritual-
que, que se cure. Todo lo que aprendemos en los «se-
mente en la oración, pienso que lo primero, lo más im-
minarios de vida en el Espíritu» acerca de la entrega de
portante, consiste en ceder, en entregar nuestra vida a
la vida en la oración, esto es precisamente lo impor-
Jesús y experimentar la efusión, el bautismo en el Es-
tante y lo esencial; de esto es de lo que tenemos necesi-
píritu. Y entonces lo que experimentamos no es una
dad en la oración personal diaria.
técnica, un método, un sistema, sino una gracia. Tene-
Creo que por medio de esta oración personal y de
mos necesidad de la gracia de la oración. De lo que no
la efusión, el Señor nos hace cada vez más conscientes
tenemos ninguna necesidad es de hacer largos viajes
de su presencia que habita en nuestro corazón y se
por el mundo en busca de nuevas técnicas de oración.
manifiesta cada día más en y a través de nuestra vida.
Y conste que no las desprecio. Pueden ser de gran uti-
Y así nos hacemos «piedras vivas» (1 Pe 2, 5). Y al de-
lidad. Pero lo más poderoso, lo más importante, es la
cir 'piedra', estoy imaginando una piedra, pero una
gracia de la oración que nos viene de Jesús a través del
piedra llena de vida y de luz: el Señor no pretende que
Espíritu Santo. En esto consiste eso tan hermoso que
sigamos siendo piedras aisladas, sino que sirvamos
es la renovación. Dios nos inunda con esa gracia de la
para la construcción de un templo, todos juntos: pie-
oración, muchas veces pasando por encima de las téc-
dras vivas, coordinadas sobre la piedra angular que es
nicas que hayamos aprendido. De cualquier modo,
Jesús, formando, junto a nuestros hermanos y herma-
creo que todo acarrea beneficios.
nas, el templo vivo.
Así pues, tenemos verdadera necesidad de ambas
Aceptar el amor de Dios formas de oración. Tenemos necesidad de la oración
personal, en la que experimentamos el amor de Dios,
Una última palabra. Los métodos de oración sue-
amándolo con todo nuestro corazón; en la que experi-
len insistir en el aspecto de la atención, de la concen-
mentamos nuestra fidelidad, haciéndonos sensibles a
tración; pero yo he experimentado que lo importante
su presencia; y tenemos también necesidad de unirnos
en la oración no es tanto mi concentración o atención
para orar, para formar un cuerpo, porque, aislados,
mental, sino lo que ocurre dentro de mi corazón. Lo
fácilmente nos descorazonamos y acabamos perdien-
más importante en la oración es que yo abra mi ser in-
do el contacto con el Dios vivo. Tenemos verdadera
terior al Señor, que lo entregue todo al Señor; enton-
necesidad del apoyo de los hermanos y las hermanas.
ces su gracia me inunda y me posee. Lo más impor-
tante en la oración es que yo renuncie a mis resisten-
cias y comience a aceptar el amor de mi Padre, mi Sal- Como Jesús
vador y mi Consolador en todo momento, en cual-
Acabemos ya. Alcemos nuestros ojos y fijémoslos
quier acontecimiento de mi vida. Lo más importante
en Jesús, el Hijo amado del Padre; en Jesús, que \e
es que me arrepienta, suplicando que mi corazón se
sentía impulsado a emplear horas en estar eon MI l'n
haga más tierno, es decir, menos duro, que se purifi-
dre, escuchando al Padre, recibiendo I;IN p¡ilnl>i;i-. <l< i

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Padre, recibiendo el amor del Padre para después de-
volvérselo. Más tarde, Jesús, a través de esta comu-
nión amorosa con el Padre, lleno del poder y de todos
los dones del Espíritu, va a predicar el Reino y va a
morir: de este modo trae la vida al mundo.

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