Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DOCUMENTO DE APORTACIÓN
PROCEDENTE DE NUESTRA PARTICIPACIÓN
EN EL “FORO GLOBAL PARA MUJERES DE ONGs: BEIJING + 15”
27 Y 28 de Febrero de 2010 en la ciudad de Nueva York (U.S.A.)
NGO/CSW/NY
Elaborado por Rosana Agudo:
Fundadora de Lur Gozoa y Mirra, para ser entregado al Bureau de la Comisión del “Status of
Women” (sesión 54)
Ayer fue un día triste, un día gris, un día de desesperanza, un día absurdo, un día en el que se
podía ver con tanta claridad el caos y las cadenas a las que estamos atados los seres humanos
que se hacía enormemente doloroso mantenerse sentada y atenta.
Estábamos en el auditórium de la Organización Benéfica “Salvation Armi”, en N.Y.C., mujeres
de muy diversas culturas, de un montón de nacionalidades. Con un montón de problemas, de
formas de entenderlos, y todas nosotras tratando de buscar una solución, reclamando una
fórmula de cese de nuestro sufrimiento, causado por algo ajeno a nosotras mismas. Fue un día
para expresar nuestro descontento o nuestro sufrimiento, y sobre todo, fue un día para
reclamar.
Largas colas de mujeres delante de los micrófonos contándonos unas a otras, nuestro
descontento, nuestra desconfianza, nuestra pena, nuestros problemas… Pero, sobre todo lo
que se vio fue la necesidad, la enorme necesidad, de encontrar un culpable y a continuación
un canal para transmitir a ese culpable nuestro descontento y nuestro dolor.
Por poner algún ejemplo, para algunas mujeres ese culpable era la religión, si no hubiera
religiones o, por lo menos, si estuvieran apartadas de lo civil, nuestros problemas estarían
“casi” solucionados, porque la religión es, para estas mujeres, la culpable de casi todo. Para
otras es la injerencia de otras culturas, supuestamente la occidental, que cree tener el
monopolio de lo que es progreso y de que la democracia es la panacea para resolver todos los
problemas del mundo. Para otras el tema va más allá y se trata de ser respetada como mujer,
incluso en un entorno de mujeres, reclamar su derecho a estar ahí y a ser tenida en cuenta sin
que la silla de ruedas constituya una “minusvalía” de su presencia como mujer.
1
Rosana Agudo, 2010
Pero para todas, sin lugar a dudas, era “el patriarcado”, el responsable. El nombre que sonaba
en el auditórium constantemente, encarnando la figura poderosa causante de todos nuestros
males.
No conocemos a nuestro carcelero y eso le da poder. Los hombres tampoco. Están tan pillados
como nosotras o más, si cabe, porque algunos creen y actúan como si ellos realmente fueran
los patriarcas, estos son los mejores instrumentos a través de los cuales el auténtico patriarca
se manifiesta, porque adulados por él, los hombres actúan como marionetas otorgando o
negando gracia creyéndose poseedores del mundo. Otros hombres creen ser sus amigos y
tener una especie de beneplácito a cualquier acción que se les ocurra, siempre y cuando
repartan sus beneficios, sean estos de cualquier tipo, que aumenten el poder del propio
“patriarca”. Otros le temen, pero no se atreven a mirarle de frente y a cuestionar su poder,
prefieren no enfadarle. Algunos se rebelan, los menos. Pero siempre el patriarca les habla y les
dice a todos ellos, hombres, que son los elegidos, el género dominante de la especie
dominante.
Pero ¿qué es el patriarcado?, ¿quién es ese “patriarca”?,¿alguien lo ha visto? ¿a quién o a qué
estamos reclamando, exponiendo nuestras peticiones, pidiendo justicia?. Cuando elaboremos
las mujeres nuestro documento final recogiendo nuestras peticiones o nuestras exigencias o
nuestras soluciones para un mundo más justo para nosotras y para nuestros hijos e hijas, ¿a
quién se lo vamos a entregar?, ¿quién queremos que nos escuche, que abogue por nosotras en
nuestra campaña de justicia y equilibrio?, ¿al patriarca?, ¿al patriarcado?, ¿a sus
representantes?, ¿a sus asalariados?, ¿a sus servidores?.
Pero, insisto, no conocemos a nuestro carcelero y eso le da poder. Está escondido detrás de
cada una‐o de nosotros‐as y cada uno‐a le ha dado un nombre y un género. Está escondido
detrás de cada cultura, y cada una de ellas le ha dado una identidad. Está escondido detrás de
cada etapa histórica de la humanidad y en cada era se le ha dado un nombre. Está escondido y
toma diferentes formas según quién y cuándo se le mire. Es el culpable y eso nos libera de
nuestra culpa pero a la vez nos ata a ella, a la culpa, porque generamos culpables, los
necesitamos.
Ayer en un entorno de mujeres, el culpable era “el patriarca”, signifique lo que signifique para
cada una de las personas mujeres que estábamos en el auditórium, y seguro que para cada
una de nosotras el patriarca tenía un significado, un color, incluso una nacionalidad diferente.
Sin embargo, curiosamente, a través de todas nosotras mujeres, hablaba el patriarcado,
hablamos su lenguaje, el que él nos ha enseñado a hablar.
Le estamos pidiendo soluciones al mismo “personaje”, que crea los problemas para poder
darnos soluciones que perpetúen el problema, eso sí, a veces nos hace caer en la ilusión de
que va a solucionar algo, de eso trata su estrategia, el, el patriarca, vive de crear soluciones
para los problemas que él mismo crea y así refinar su cada vez más sutil maquinaria. Nos tiene
atados‐as a su juego, jugando con nosotros‐as e incrementando su poder a medida de que su
maquinaria se va haciendo cada vez más complicada. Y con su actuación nos está quitando la
alegría, la pasión, el brillo, el color… Por favor, no podemos dejar que él hable por nosotras.
2
Rosana Agudo, 2010
Debemos aprender a reconocer su juego, a detectar su presencia en nuestro lenguaje que
indica lo que estamos pensando, el contenido de nuestro pensamiento, de nuestro modelo
mental y las emociones que a continuación vamos a recibir y/o emitir.
El que hemos denominado “el patriarca”, “el patriarcado”, no es otro que nuestro modelo
mental. Está formado por creencias, supuestos sobre lo que es y lo que debería de ser, y que
genera emociones en función de si las expectativas generadas son cumplidas o no y abastecen
nuestras necesidades del momento. Así adoptamos un comportamiento, en forma de leyes,
decretos, etc., que vienen a sellar de nuevo el modelo mental, añadiendo nuevas ideas al
mismo mecanismo, y esta es su forma de refinarse y complicarse, se hace cada vez más listo,
como hemos visto antes.
Los hombres poderosos (casi siempre son hombres los poderosos), a través de los cuales actúa
él, conocen muy bien los resortes que hay que tocar para adular en unos casos a las diferentes
sociedades o para atemorizarlas, para engañarlas o convencerlas en otros, según convenga a
sus intereses, porque son los directamente utilizados por él, aunque crean, como ya hemos
dicho, que “son él”. Estos hombres son los más esclavizados por el poder del supuesto
patriarca. Su modelo mental está tan cerrado por leyes irrefutables, por formas y estructuras
inflexibles y necesidades adictivas de todo tipo, que dedican su vida a servir al modelo mental
que les proporciona aquello que el propio modelo le exige para perpetuarse.
En el planeta, una especie está evolucionando a través de la mente, los seres humanos.
Hombres y mujeres evolucionamos a través de la cada vez más refinada maquinaria de nuestra
mente que crea redes de cada vez más complicados pensamientos que crean a su vez
realidades más y más complejas. El colmo de la sutil y refinada estrategia de lo que hemos
determinado llamar “el patriarcado” es que lejos de tener las soluciones acordes con la
capacidad de crear redes complejas de problemas, nos quita la capacidad de encontrar las
salidas porque ha determinado que, para complicar aún más las cosas, dado que somos seres
emocionales, nos proporciona la herramienta de la culpa para pasárnosla entre nosotros‐as y
así poder él jugar un poco más a nuestra costa.
Así es que, como todo, nuestras expectativas sobre cómo deberían ser nuestras peticiones
atendidas, dependen directamente de si coinciden con las necesidades del modelo mental o
patriarca, de si se van a cumplir sus expectativas de resultados.
No podemos seguir dependiendo de él.
Empoderamiento no solo significa reconocer el propio poder, o reclamar el derecho a que te
dejen ejercerlo. Empoderamiento debe ser además, llevar a la acción ese reconocimiento.
Cuando una misma se empodera, cuando una misma ejerce su derecho, no como una
reclamación sino como una forma de actuación propia, teniendo en cuenta las circunstancias
del momento o de la situación. Cuando una misma se conoce en sus capacidades y en sus
limitaciones, ya es libre de lo convencional donde el “patriarca” vive a sus anchas sin ser
reconocido, entonces podemos actuar de forma diferente, una empieza a elaborar su propia
estrategia.
3
Rosana Agudo, 2010
Es nuestro modelo mental el que debemos cambiar para que las cosas cambien, para que no
se nos complique la vida a mayor velocidad que nuestra capacidad no solo de encontrar
soluciones, sino de detectar los problemas.
Pero para poder cambiar algo hemos primero de conocerlo, saber cómo actúa. No podemos
cambiar algo que desconocemos. Conocer nuestro modelo mental y cómo crea nuestra
realidad y nuestra forma de ver el mundo y de reaccionar ante él, es nuestro futuro. Y
nosotras, las mujeres, parece que estamos más preparadas para hacer este trabajo. Haber
detectado el “techo de cristal” ha convertido el obstáculo en nuestra palanca hacia la libertad.
Pero debemos liberarnos y a la vez, liberar. Es nuestro destino. No podemos liberarnos solas,
ellos tienen que venir con nosotras. Liberar es el privilegio de la persona liberada.
¿Podemos dejar de pedir audiencias al patriarca y comenzar nuestra “tercera liberación” con la
fuerza de nuestro empoderamiento y de nuestra capacidad de compasión y empatía? Esta
tercera gran revolución o liberación será un gran paso no solo para las mujeres o para la
sociedad, sino para la especie en su conjunto, con unas consecuencias insospechadas todavía.
Esta liberación del modelo mental opresor con su realidad cuadriculada dual, nos trae una
consciencia global que en estos momentos solo podemos vislumbrar en nuestras aspiraciones
hasta ahora solo expresadas en forma de súplica de liberación de las injusticias.
Atrevámonos a crear nuestro futuro y el de las generaciones futuras desde nuestra visión,
desde nuestra madurez como seres humanos. Creemos redes desde las que podamos unirnos
en la misma aspiración con la fuerza de todas. Tenemos el mismo enemigo común, nosotras
mismas.
No nos defendamos las unas de las otras. Tenemos el poder de generar la próxima forma de
relacionarnos entre seres humanos y éstos con el Planeta y toda la vida que alberga, entregarla
como nuestra herencia a las generaciones de hombres y mujeres que formarán el mundo que
estamos contribuyendo a crear.
Rosana Agudo
rosanaagudo@gmail.com
(*)
TTi, Tecnología para la Transformación Interior
http://tti‐transformacion.blogspot.com
(*)
Lur Gozoa. Asociación para una Ciudadanía Consciente.
http://www.lurgozoa.blogspot.com lurgozoa@hotmail.com
(*)
Mirra. Asociación para el Liderazgo de la Mujer.
http://www.asociacionmirra.blogspot.com asoc_mirra@hotmail.com
En Bilbao, País Vasco – España
4
Rosana Agudo, 2010