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SAYENCO

TALLER LITERARIO DEL LICEO GABRIELA MISTRAL DE TEMUCO

Gabriela Mistral
Eugenia Caamaño
Elicura Chihuailaf
F. J. Irazoki
Eli Tolaretxipi
Cristina Cambareri
Felipe Fuentes García
Sara Castelar Lorca
Benjamín León
Sergio Oiarzabal
Aitor Francos
Óscar Distéfano
Óscar Alberdi
Antolín Amador
Vicky Sáez
Alejandra Yáñez
Vaneléis
María José Riveros
Inanna
Txaro Sierra
Josetxo Ordóñez
Javier Arnáiz
William Shakespeare
Ce Edwinski
6 palabras
Consuelo Martínez
Javier Aguirre Ortiz
Karina Campos
Abdón Corral
Taller de Lenguaje
Artes Plásticas
Taller Sayenco

HOMENAJE A EUGENIA CAAMAÑO

TEMUCO 2010
http://SAYENCO.ES.TL

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PRESENTACIÓN
Esta revista que ojalá despierte tu atención es el fruto de muchas manos y muchos ojos que
quisieran repartirse por muchos ojos y manos. Es un fruto brotado de la tierra, así nos gusta
verlo. Con el oído pegado a ella, y también mirando al cielo, como necesitaba hacerlo Gabriela
Mistral para que sus poemas remontaran el vuelo, escriben, crean, pintan, cada una de las
plumas (a veces pinceles o sprays) que aquí se reúnen. Algunas son jóvenes, principiantes, pero
también por eso audaces, sorprendentes. No te dejarán impasibles ni los poemas visuales del
taller de lenguaje entretenido, ni las ilustraciones de artes plásticas, ni el lirismo ecológico de
Vicky Sáez, ni los cuentos con un toque de realismo mágico -Alejandra Yáñez- o de telenovela
–Karina Campos. Otras tienen más horas de vuelo, y están acostumbradas a la altura: el gran
poeta mapuche Elicura Chihuailaf, recientemente homenajeado en la Universidad de
Salamanca, nos envió un hermoso poema con su saludo Azul, que acogemos con emoción.
Francisco Javier Irazoki, hondo maestro desprendido, nos sorprende adivinando en el
mecanismo de un reloj la naturaleza insólita del tiempo. Eli Tolaretxipi, desde un sueño real,
lúcida alucinada, hunde su mano en la verdad doliente más allá de los ciegos filósofos. De
Cristina Cambareri, gran poeta de lo minúsculo, rescatamos unas sonrientes, brillantes
greguerías. Felipe Fuentes García, lírico exacto, profesor grande de humildad, nos lanza desde
Alicante un mensajero aleo de íntimas palomas. Sara Castelar Lorca, esencial poeta andaluza
que participó en las jornadas literarias que hermanaron en Vicuña a la gran chilena con el
también premio Nobel Juan Ramón Jiménez, nos envía la crónica de tan importante evento
mistraliano y una evocación –e invocación- plena de lirismo encabezada y cerrada por una cita
bien conocida de las estudiantes del Liceo Gabriela Mistral de Temuco: “todas íbamos a ser
reinas”. El poeta de Coquimbo Benjamín León, que presidiera las referidas jornadas
mistralianas, extrae de su memoria huesos helados de hambre. Óscar Distéfano, artista guaraní,
nos ahoga en una ola de sed, para después llover sobre la ausencia. Sergio Oiarzabal, poeta de
raza, uno de los más leídos del momento, comparte con nosotros su alta fiebre. Aitor Francos,
finalista del premio Adonais, nos remite poemas acuáticos de experto navegante. Óscar Alberdi
suspira oscurecido como gaviota tierra adentro. Antolín Amador nos regala desde su Madrid
una breve batalla de amor urbanita. Para Vaneléis la felicidad es enormemente pequeña.
Josetxo Ordóñez, navarro afincado en Barcelona, nos describe con intensidad la honda
experiencia, como testigo cercanísimo, de un parto natural –sin anestesia-, en Europa cada vez
más practicado, aprendido por su mujer Mireia de las mujeres “de la ancha América” durante
sus años de vida común en Perú. Aprovechamos la generosidad de Txaro Sierra, profe de
alegría, para seguir tejiendo con ella más palabras y más vida. Javier Arnáiz nos envía unos
endecasílabos a su compañera, emocionales y reflexivos. Ce Edwinski nos descubre a una mujer
de buenos aires seductores. Ramón Gómez de la Serna nos anuncia que el 6 va a tener familia.
Consuelo Martínez, que participó en su día en el taller, nos demuestra que sigue escribiendo,
escribiendo, escribiendo. La misteriosa Inanna nos envía misteriosas, redondas palabras.
Abdón Corral, un movimentado monumento.

Gabriela Mistral y William Shakespeare han sido los únicos cuyo consentimiento para
participar en la revista ha sido tácito. El de los demás ha sido explícito.

Con especial emoción incluímos también un poema de Eugenia Caamaño, que en su día
fundara el taller Sayenco y hoy sigue viva en el recuerdo de quienes la conocieron y en su
palabra poética, leve y voladora. Con este número de Sayenco queremos rendirle un pequeño
homenaje.

Buena parte de las ilustraciones proceden, justo es decirlo, de los murales –algunos dirían
graffiti- que hoy decoran la plaza de armas de Temuco.

Pero no desvelemos todo antes de comenzar. Ahora, no te quedes ahí, pasa, entra. Hay un
sitio para ti. Seguro que encuentras algo de tu gusto. Disfruta. Estás en tu casa.

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LA PALABRA

Desdeñarás tu verbo, el que no te ha aplacado;


no amarás como un hijo el canto que entregaste.
En cada uno de ellos, hombre, te traicionaste,
dijiste otro mensaje, y no el tuyo, sagrado.

Mejor expresa el alma del granado su fruta


de frenesí; mejor, la pluma azafranada
del faisán de oro, dice su Persia apasionada,
y mejor dice el polvo la gran sed de la ruta.

Y mejor todavía, las madre-perlas, duras,


tornasoladas como los ojos de Proteo,
y la medusa que muda como el deseo,
dicen al mar y son sus fieles criaturas.

Hiciste tu palabra con tu carne más roja


y te dolió arrancar su almendra ensangrentada.
El canto fue la médula de tus huesos volteada;
pero, fuera de ti, tu canción es tu mofa.

No tiembla como tiembla tu boca con jadeo


y no entrega la rima tu entrechocar de dientes.
Se muere el canto, como la salamandra ardiente,
saliendo de tu entraña, torcida de deseo.

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Gabriela Mistral, del libro inédito Almácigo.

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Pilar Soto, 2ºA. Artes Visuales. Profesor Pelantarú Jara.

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La profesora Eugenia Caamaño fue la fundadora del Taller Sayenco
en 1994. Como ella solía decir, recuerda Consuelo Martínez, poeta
que participó como alumna en el taller y hoy estudia Pedagogía en
Castellano, la poesía juvenil merece ser rescatada, alentada, aireada.

Con un poema aéreo rescatamos hoy la presencia intangible de una


profesora que no deja de ser recordada.

DISTANCIA

Fríos vientos
detuvieron su vuelo.

Cuatro alas
acariciaron mi rostro.
Cuatro velos.

Como cuatro cuchillos


abrieron la tierra.

Se abrió también el cielo.

Las garzas de invierno


alzaron sus cuatro velos.

La distancia es sólo
un último vuelo.

Eugenia Caamaño
(Invierno 1990)

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Janina Paz, 2ºA, Artes Visuales. Profesor Pelantarú Jara.

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INI RUME ÑAMVM NOEL CHI LLAFE

Feyti vlkantun che mu rume


kvmelay, pigeken
Ka fey ti mawizantu ayiwigvn
ti pu aliwen
ñi kallfv folil mu egvn
ka ñi chagvll negvmi ti kvrvf
chalilerpuy vñvm egu
ti Pvnon Choyke*

Feyti vlkantun alvkonchi wirarvn


feyti pu lalu
kiñe pin ti tapvl rimv mew
feyti weñagkvn feyti wecheche
ñi petu zugu ñi kewvn LA LLAVE QUE NADIE HA PERDIDO
welu ñami ñi pvllv
La poesía no sirve para nada
Feyti vlkantun, ti vlkantun fey me dicen
Y en el bosque los árboles
kiñe pewma feyti afvl chi mapu se acarician
con sus raíces azules
tami ge ka iñche ñi ge, vlcha y agitan sus ramas el aire
saludando con pájaros
allkvfe piwke, ka feychi la Cruz del Sur*
vl zugulvn La poesía es el hondo susurro
de los asesinados
el rumor de hojas en el otoño
Ka zoy pilayan, ini rume penolu la tristeza por el muchacho
que conserva la lengua
ti llafe ini rume ñamvn nolu pero ha perdido el alma

La poesía, la poesía, es un gesto


Ka vlkantun fey ñi vl tañi un sueño, el paisaje
pu Kuyfikeche tus ojos y mis ojos muchacha
oídos corazón, la misma música
pukem antv mu vy lu ka chonglu
feyta chi kisu zwam weñagkvn. Y no digo más, porque nadie
encontrará
la llave que nadie ha perdido

Y poesía es el canto de mis


Antepasados
Elicura Chihuailaf. el día de invierno que arde
y apaga
esta melancolía tan personal.

* Pvnon Choyke: Rastro del Avestruz


Elicura Chihuailaf

*En la visión de mundo mapuche la


Cruz del Sur corresponde al Rastro
de un Avestruz Azul.

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Gretel Bustos, Kultrun rodeado de alambre de púa.

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RETRATO DE MI GUARDAESPALDAS

De noche, con la sombra y el silencio de los habitantes de la


casa, el reloj de pared renueva su libertad. Sus miembros se
despiden y dispersan hasta casi el amanecer. Las ruedas dentadas
descienden por los anaqueles de la biblioteca, mientras el péndulo
arrastra con torpeza su movimiento uniforme y las manecillas
navegan por el aire.
Yo lo observo bien en la oscuridad, porque el daño infligido por
el tiempo que mide ese reloj me ha dado las facultades de la pupila
del gato. Y, confiados, los muelles se acercan al rincón donde lustro
el cristal de la tapa. Cae el polvo del día, la tierra muy seca de los
minutos, esa sustancia negra que depositan las horas. A medida
que los rastros del tiempo desaparecen de la superficie que limpio,
algunos accesorios aumentan su ligereza y energía.
Es el momento en que cada fragmento vive de manera
humana. Veo que las manecillas se aman o cabecean con sopor, y
que las oscilaciones de la péndola regulan sus euforias y
desánimos. Hoy a los muelles les dolerá la cabeza, a las maderas
les llega el aroma punzante de los bosques, y las ruedas dentadas
mueven circularmente una pregunta.
En cuanto aparece una fisura en el horizonte nocturno, las
partes del reloj se reúnen con prontitud de animales perseguidos
por la claridad. Cruzan la habitación, saltan del suelo a los muebles
y suben al sitio que deben ocupar en la pared. Encajan las piezas
en el conjunto recompuesto y al principio traquetean con
respiración difícil. Cuando las primeras luces bajan de la claraboya
y se filtran entre los visillos, todos los mecanismos trabajan en su
celda de fríos auxiliares del tiempo.

FRANCISCO JAVIER IRAZOKI

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Poema de los filósofos excavadores

Para que se vaya haciendo como una carne tártara


he metido la mano en el costado del caballo,
la mano que se dobló cuando el derrumbe.
Si me derribó este mismo caballo no recuerdo.
Desde la cuneta observo a un grupo de filósofos
cavando zanjas, construyendo túneles.
Son topos con lentes de montura metálica
que me indican que pasarán el resto de su vida
estudiando debajo de la tierra.
El filósofo y su novia, la filósofa y su bebé me invitan
pero mi mano anida en los pliegues del caballo
y permanezco en la cuneta
observando los refugios, las escaleras de emergencia
dirigidas forzosamente hacia abajo.
Detrás de mí, en un taller de reparación
de estelas funerarias
los restauradores subcontratados
se empeñan en embellecer la superficie de las piedras,
en delinear las letras de las inscripciones
y recuperar el relieve de los adornos.
Hablan con delicadeza de las formas: helicoidal, astral,
discoidal, geométrica, circular, y cuando el capataz atiza el aire con
su látigo y dice “el patrimonio”, se callan.
Mi mano dejará un hueco en la caja de
las costillas del caballo, que morirá en pocas horas,
cuando los filósofos hayan desaparecido
bajo el mutismo seguro de las compuertas.

Eli Tolaretxipi, de su libro El especulador.

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GREGUERÍAS

La libélula aprovecha la dificultad de su nombre científico para pasar


inadvertida.

El gato resume la infinita sintaxis de la noche.

El caracol corrige las endechas que la luna garabatea en las baldosas.

Borges se tragó la Biblioteca Nacional.

La luna de día es una urraca y por la noche se desviste.

La fotografía disfraza de cumpleaños para siempre.

El hipopótamo es como mi corazón: sumergible.

Cristina Cambareri

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Íntimo latido

He oído mil cantos, y he gustado


(entre el eco de nombres y de sombras)
de las frutas del campo y su sabor a roble.
Ni el sonido del aire ni mi boca
saben de la verdad, son cuencos frágiles,
caminos con un vuelo hacia la muerte.
La verdad fulge oculta en la alborada,
es el soplo de vida que alimenta
con su invisible mano providente
a las bestias de selvas y de mares.

Como vívida luz que arde en la noche,


detenidas las fuentes de la espera,
la verdad habla al alma enamorada,
y su sonido es canto, y su perfume,
llamas vivas de un fuego que no quema,
suave aleo de íntimas palomas.

Felipe Fuentes García.

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EL AÑO QUE SE AHOGARON LOS GIGANTES

Todas íbamos a ser reinas.

Gabriela Mistral

El año que se ahogaron los gigantes


nadie tenía una corona
ni un verano con sueños de chiquilla que hablara de los pájaros,
nadie tenía la edad de los naranjos cuando saben a verde
y clavan en el labio su edad escandalosa.

Los ojos de Alfonsina eran todos los ojos


sumándose a las aguas
y amaron toda soledad de golpe
y se supieron hembras.

Se adentraron los silbos en el pelo


mientras el mar dolía en una sola gota,
ya no quedaban muertos que llorar
y no quedaban niños azulando las noches,
las formas de la higuera anidaron los muslos
como frutos austeros que sin pudor se olvidan.

El año que se ahogaron los gigantes


ella amaba la tristeza del árbol
la huella quebradiza de los montes sobre la gravedad del vientre
y otoños que parían cinturas amarillas.
Ella soñaba uvas en la paz del sarmiento
y supo que el poeta era la única verdad sonora,
la tierna obstinación a lo que sangra.

Háblame, Juana, dime en qué lugar


las violetas forman un cimbel de palomas,
en qué segundo el fruto de las torvas riega los helechos
para comprender la llama,
para saberse entera.
Dime, qué animal se trenza al hilo del mistral
y todo es una sola luz que te parte las uñas.

¿Acaso en esta oscuridad me ves,


saben ellas que el lirio es un arma imposible
para matar la lengua de los amores muertos?

Sí, todas íbamos a ser reinas.

Sara Castelar Lorca.

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Del hambre

Subsisten bicicletas en los patios heridos,


y en nuestro corazón la sombra de los techos oxidándose persiste a toda
vanidad.
Aún el llanto del exilio, aún la puerta rota,
aún el ruido ardiente de las tripas por la noche.
El hambre, con su muro verde, con su jaula vacía desollando la infancia.
Era la lluvia y sus metales causándonos invierno y desnudez,
creciendo en nuestras uñas o en los años,
dejándonos la oscuridad y el olor de las migas.
Oíamos la sangre en los pasillos, callábamos la miel inexistente
y el sueño en nuestros párpados hervía las palabras.
Así fue la pobreza marcándonos los huesos
y el joven corazón de nuestros padres.
Ahora me traspasa el grito en la memoria herida,
a menudo retornan los insectos del hambre al largo desalojo de las mesas,
a menudo las cifras del dolor sumergen la esperanza.
Acá se encuentra el duelo y el aceite, la cólera y el miedo,
los ojos no cegados de mi madre, la fatiga y el llanto.
Pero lejos del óxido subsisten lugares de pureza en que dormir,
el lento despegar del frío y su balanza,
el ruido engendrador que aflora en nuestros puños.

Benjamín León, de su libro La luz de los metales.

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LA SED
tenía sed
enorme sed lo consumía

manaba el tiempo
inundando de sed su desventura
por las fiebres de su rutina
por los páramos de su mundo

como un reptil que rinde


su terrosa laguna evaporada
buscó entonces el río
por los caminos de las fieras
por los vuelos del buitre
con la sed incurable y lo encontró
viboreando en la llanura
surtiéndose a los pájaros

se detuvo a beber
a beber todo el tiempo se detuvo
todas las horas
de su horrible vigilia

la sed no se apagaba
no se apagaba nunca

se hizo árbol
y la sed no cedía
se hizo peje
y la sed persistía
devorando su entraña
mutándole en antorcha
en lumbre viva del hirviente río

y la sed no menguaba
no la menguaba el hambre
ni la angustia
ni el sueño
ni el delirio
ni el hombre
ni el poeta

Óscar Distéfano

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LLUVIA SOBRE LA AUSENCIA

Esta lluvia, cobijo de los ojos,


lame la flor y exhuma el terciopelo,
se escurre en agua arisca por el suelo,
inundando el jardín y los antojos.

Solfa antigua, trovar en ritmo leve


con pulsos del espíritu; ventura
para el hombre perdido en calma impura,
reloj de finitud y canto breve.

Pronta será su cíclica presencia,


empapando la atroz evanescencia
del pétalo en el iris sensitivo,

en innúmeras tardes repetida


sobre la rosa ausente, ya sin vida
tus manos, ya sin manos su cultivo.

Óscar Distéfano.

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ATRACCIÓN

PRIMERAS NUPCIAS
(Gran Baile de Disfraces en el Salón de la Claustrofobia)

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mañana he de hacer un examen de maleta

que no se me olviden los calcetines de la gravedad

ni dejar en la fresquera las cerillas de la encarnación

el coro de la cirrosis cantará para Prometeo muy pronto

el oleaje de la niebla desciende por los Viernes más altos

basta un delfín para que no se pierda de nuevo la cosecha

y mis rodillas se hunden en el placer como en el eco las uñas de las concubinas

todo es una encantadora niña a los ojos de las celosías muerte

aunque el tiempo dejase huérfana mi vida desde la metáfora primera

no hay pez que no se ahogue en el cielo victoriano de Oscar Wilde

no hay signo de interrogación no

que no hinque su garfio en mi repleto corazón de abismos

no hay brasa insomne no

que mi voz no guarde entre sus paños vírgenes

y jamás antes en la tierra como tú y yo pareciese

siendo a salvo un ser mismo en el amado milagro de querernos

Sergio Oiarzabal

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PERSECUCIÓN NAVAL

Cambios de viento
gangrenan el grosor de la resaca:

va haciéndose así más viejo el mar, que se aproxima


a nosotros sólo para morir.

El ancla es un poema de Lawrence Ferlinghetti.


Ese que no dice que hay un eclipse
de laca en tus uñas.

Se puede diseñar una esbeltez,


una interpretación de ser en la pereza.

Los sueños son un tránsito:


pliegues de una substancia
para medir la lluvia de un descarte.
A bordo es necesario el amor para
plastificarlo todo.

Otro día explicaré los principios


de ese magnetismo

Aitor Francos.

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LES BAIGNEUSES DE CÉZANNE

Un barreño -punteado de sol-


y el mapa intermitente de las peces
descompuestos comparten mi extrañeza,
la impaciencia de buscar
en las nubes de entretiempo un calendario fijo,
que es la ventana que quiero para verte.

La sed de los alambres


dilata un caparazón perceptible,
un breve sigilo que cicatriza
la niebla de las faldas,
una porción dispersa
igual que el nexo de cada muelle en un gusano.

Todavía me asombra este vacío


de hacer que todo sea navegable.
Mi quietud es la página imperfecta,
un agua débil fabricándose en los espejos.

Comparto mi insomnio con lo que miro.

Aitor Francos

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Como gaviota tierra adentro

Cuando te quedas en silencio me haces sentir

como una solitaria gaviota lejos del mar

a la que exclusivamente tu mirada -que mis ojos buscan

con la misma ansiedad con que un perro travieso

te clava fijamente la suya esperando que le lances algo-

es capaz de devolver la oceánica serenidad

del permanentemente invariable paisaje

como un arrugado papel de fumar, de las olas

en mitad de este inquietante y siempre impredecible mundo,

en el que la candidez sincera de mis sentimientos

de blancas plumas

son fácil diana para el dolor que aparece amenazador

como la oscura silueta de los árboles

saliendo de entre la niebla.

Óscar Alberdi Sáenz.

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OMEGA

“Como la noche es interminable


cuando se apoya en los enfermos
si cada aldea tuviera una sirena
mi corazón tendría
la forma de un zapato.”

F.G. Lorca

Algunos días pasan lentamente


porque estás
y otros se precipitan por tu culpa.
Son patriotas vendidos.

Pero conquistaré Madrid e iré


a Vietnam, a pesar
de no haberte comprado nunca flores
y aparcar
para ti
mi cuerpo en doble fila.

Antolín Amador

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AMBICIÓN

Borrasca de viento la mañana fría traía el


otoño en un comienzo, yo pensé en el
frío que atormenta los vacilantes
cuerpos de los viejos. Pero esa mañana
no era mía, era sólo el presagio de un
invierno que vendría.

Y pasó el otoño en suave brisa,


llevándose las hojas del cerezo, y
arrancó la hierba la sequía.

Las vertientes que en la tierra se


escondían, las secaron las raíces de los
pinos y eucaliptus traídos desde lejos.

¿Dónde están los bosques de mi tierra, el


laurel, el boldo, el ulmo que las abejas
perseguían?

¿Dónde quedó la selva de mi tierra hoy


en mezquinos pinares y eucaliptus
convertida?

¡Más pudo la ambición que la cordura,


cómo gimen las torcaces por sus lingues,
cómo añoran las perdices la espesura...!

Hoy vagan en inhóspitos lugares, y en las


noches de luna cuando la escarcha
arrecia los he visto pasar, hambrientos
sus cachorros caminando tras sus pasos,
buscando algún refugio que quizás no
han de hallar.

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Los últimos laureles hoy yacen mutilados como
un desecho humano que a nadie le interesa.

Si tu noble madera pudiera echar raíces y


alzarse sobre la madre tierra... ¡Pero nadie te
entiende!

Las hermosas copihueras que un día las reinas


fueron del tupido matorral hoy visten su amargo
llanto en el horrible quebranto de ver cerca su
final, y aquellas que ostentaban blancos
pañuelos al viento se fueron con paso lento, al
bosque no volverán, porque ese bosque nativo
que ayer lucía orgulloso lo ha arrasado la
ambición, y en su lugar sólo existen los pinares
y eucaliptus traídos desde otras tierras, hoy
trabajo de motosierras, y mañana ya no habrá.

Mas el viento bendito va sembrando semillas


donde la ambición humana no ha podido
alcanzar:

Señor: yo te suplico por este suelo patrio,


por esta tierra indómita que un día nos legaste.
Por mis hermanos robles y toda la natura
de este bello jardín,
que en dulces versos canta nuestro himno
nacional.

Vicky Sáez, 1ºA Septiembre de 2009.

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Génesis Allulef, Cambio de mentalidad.

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Lucía y el gallinero

En un campo muy lejano de la ciudad de Temuco, en donde había


muchas crianzas de gallinas, habitaba una señora muy pobre,
llamada Lucía, la cual vivía en una casa que era prestada.
Un día vinieron los dueños de la casa a quitársela.

La señora muy triste y


angustiada, no sabía donde
dormiría el resto de las noches;
entonces , mientras encontraba
un hogar en el cual poder vivir,
se le ocurrió dormir mientras
tanto en el gallinero.

Pasaron meses y meses, hasta


que se llegó a acostumbrar y a
mimetizar con las gallinas;
hacía sus mismos gestos,
cacareaba, dormía parada y
madrugaba todas las mañanas
junto a ellas.

Pasaron los años y vinieron unos caballeros a regalarle una casa, ya


que se habían enterado de su situación. Al verla en el gallinero se
asombraron de ver el estado de vida que llevaba; pero ella estaba tan
acostumbrada y feliz con las gallinas y las gallinas con ella, que no se
hacía problemas. La señora les dijo que no necesitaba una casa,
porque viviendo así se sentía bien.

Lucía estaba tan feliz y dichosa de vivir con sus gallinas, que ya no
hacía nada más que estar con ellas. A pesar de todos los problemas
que tuvo que enfrentar, vivió muy contenta y agradecida de ser igual
a ellas el resto de su vida.

Alejandra Yáñez Sepúlveda


Alumna del Taller de Lenguaje entretenido
del Liceo Gabriela Mistral de Temuco.
Ganadora del Concurso Municipal de Narrativa breve con este relato.

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Bárbara Ballier. 2ºA. Artes Visuales. Profesor Pelantarú Jara.

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Una mirada sin rostro

Veo hacia atrás una flor que se marchita,


que se deja al olvido y que sigue un camino,
no sabe que no es el suyo.
Pobre flor que busca en los demás alguien que la riegue,
aún no la ha encontrado, pues sigue marchita.

Se había perdido la esperanza, sólo había que esperar la muerte,


al romper el alba, veo existencia y vida pues la flor
no se había marchitado, sino que había recuperado su brillo máximo
en una oscuridad que al fin tuvo salida.

La flor está creciendo bella y feliz,


ya no mira hacia atrás , sólo hacia adelante,
ya lo amargo queda en el olvido y el tiempo se encargará de hacer
que no pierda el valor y la fortaleza para seguir viviendo.

Ahora mi alma camina feliz hacia el mañana


ya no hay tropiezo ni nada que no permita
que siga mi camino, ya la angustia quedo atrás
y las riquezas de una vida feliz quedaron junto a esa bella flor.

María José Riveros 1°B

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Felicidad

La felicidad es un contraste de luces aglomeradas,


es el silencio más puro del viento,
es la paciencia que tuvo el hombre después de haber llorado,
es el éxtasis después de un lamento.
La felicidad es la risa pasiva sobre un llanto violento,
despoja nuestros miedos, agita nuestras fantasías y
las convierte en realidad.
La felicidad es efímera,
pasa como el viento,
como la brisa,
es de un solo tiempo,
no retorna pero vuelve de distintas maneras,
con diversos protagonistas.
La felicidad
es la paz que arropa nuestras almas,
es el postre de la vida cotidiana,
es la luz que ensambla nuestras mañanas,
es la emoción que nos vuelve niños.
La felicidad es enormemente pequeña,
Es el resplandor del espíritu,
es la música del corazón,
es la pasión desbordada de mil maneras,
es la razón que se pierde en el abismo de la lógica,
es la más bella forma de besar la vida,
de alargarla y hacerla eterna...
En un mísero segundo... nos vuelve niños.

Vanessa Cristina Díaz Marín

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AGENDA LLENA, CORAZÓN VACÍO

Acumulamos objetos, miradas, gustos, sentimientos,


pero lo esencial pesa poco.
Diciembre 2002.

AL ENCUENTRO

Es allí, en aquel lugar


que me parece el infinito
de donde viene esa luz
que abraza y consuela
que despeja lo nublado de mi mente
linterna para el transcurso de mis días
con ella vivo
como un menhir.
Me es grata esa luz
que me acompaña y estimo
pues fue hecha para mí
como tantas otras
con las que me mezclo y vivo.
Hacia ella iré.

Julio 2003

POEMAS DE TXARO SIERRA

48
ENTRETEJEMOS VIDA

Y se va tejiendo mi vida
con la de todos.
Los hilos del pasado,
los hilos del presente,
entretejiendo vida.
El recuerdo conformando los colores.
Como el arco iris
a nuestro paso por el mundo
iluminando el amor
que nos trajo a la tierra.
Ese tejido invisible
que posará como una manta
junto a la feliz hierba
para que alguien
continúe el tejido
a nuestra ausencia.

Txaro Sierra
26 de Diciembre 2001.

49
Escucha el alma de la tierra verde:
Lo que se da nunca se pierde.

El Taller Sayenco, con el Taller Ecológico,


Naturalmente

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Díptico del Nacimiento

I
Sabia, pacientemente, supiste desde el primer dolor
que había llegado el día.
La serenidad de tus manos acariciaba toda la casa,
los gestos cotidianos:
aquellos últimos detalles en la maleta,
el desayuno primordial de los niños,
aquel peine olvidado sobre el lavabo,
los pomos de las puertas.
Observaba cómo quedabas detenida
doblando un camisón,
calentando el mate de frambuesa,
guardando un termo en la mochila.
Sabia, pacientemente, todo esto preparado.
Después, al llegar la luz, dispuesta al amor,
puesta en pie, en la fuerza de todo tu cuerpo,
comenzaste a recibirlo.
Tus manos y mis brazos se buscaban,
tu cuerpo descansaba en mí fugazmente,
hubiera querido atrapar esa eternidad contigo,
acompañarte siempre en ese instante detenido,
en esa hora de tanto amor.
Te hablaba al oído entre el sudor,
hasta el agotamiento.
Rasgaste la negrura del vientre.
Nació.

51
II

Era un día inconexo, sin nubes y sin sol,


perfectamente prescindible por el olor de la calle,
el gris de las aceras y el asfalto anónimo, impersonal.
Los transeúntes tampoco mostraban rostro:
llevaban mediocres abrigos oscuros.
Era un día normal, viernes a punto de rendirse al hastío.
Nada hablaba de ti, nada te sospechaba.
Nada en la ciudad estaba preparado para tu llegada, para tu luz.
En cambio, el corazón, las manos abiertas...
En medio de la ciudad, empezó todo.
Llegaste después de la fuerza,
en una explosión de poder, en empujones poderosos.
Estabas dormido al principio.
Después, vino tu llanto, suave, casi felino,
con la boca abierta, con los ojos cerrados.
Te miraba; luego, con un lienzo inmaduro,
sequé tu piel, limpié las manos, las piernas.
Seguías llorando, abrazado al regazo de la madre.
Seguías allí en las manos abiertas, palpitante,
como todavía ahora.
Corté el hilo que te unía al pasado irrepetible
de la noche oscura a la que no regresarás.
O tal vez sí cuando, anciano, se agoten tus días.
Estabas desnudo y te vestí.
El pulso temblaba mis dedos, eras un viento
soplándome en las manos, como hojas.
Más tarde, cuando pasó aquella nuestra intimidad infinita,
regresaste a la madre, al pecho de sudor y calostro.
Acabó tu nacimiento, pero empezó todo lo demás.
Así viniste a este mundo, tiernamente.
Duermes mientras te hablo ahora.
Duerme, pues, duerme.

Josetxo Ordóñez Etxeberría.

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CONTIGO…

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COMPAÑERA

Por el sol de tus ojos, compañera,

que miran los amores que nos unen

voy errando y, sin olvidarme, espero

que por siempre deseemos desear.

Tus besos, compañera, tus abrazos

y el rumor de tu boca y tus silencios

y el tiempo que nos pasa y que nos pesa

y lugares y abismos de tu cuerpo.

Tú. Nosotros. Tu risa encantadora,

tus brazos y la sima de tus labios

y ese ardor que nos quema y que nos colma

con sus nómadas llamas. Fulgurantes.

Mas los hijos, que aumentan nuestras vidas,

los que hacen que vivamos en verdad,

dan la cuenta de sueños y esperanzas,

contrapunto de vida en su final.

Javier Arnaiz.
Poeta vasco, es miembro de la Plataforma Blas de Otero y coordinador del blog ¿Dónde está Blas?

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Sonnet CXXX

My mistress' eyes are nothing like the sun;


Coral is far more red than her lips' red;
If snow be white, why then her breasts are dun;
If hairs be wires, black wires grow on her head. Soneto CXXX

Los ojos de mi amada nada tienen


I have seen roses damask'd, red and white,
del sol, ni del coral su boca el rojo;
But no such roses see I in her cheeks;
la nieve es blanca: oscuros son sus pechos,
And in some perfumes is there more delight
y el metal de su pelo es hierro negro.
Than in the breath that from my mistress reeks.

Rosas vi damasquinas, rojas, blancas,


I love to hear her speak, yet well I know
pero ninguna así vi en sus mejillas,
That music hath a far more pleasing sound;
y hay perfumes que son más agradables
I grant I never saw a goddess go;
que el aliento que de mi amada exhala.
My mistress, when she walks, treads on the ground:

Me encanta oírla hablar, pero bien sé


And yet, by heaven, I think my love as rare
que es más dulce el sonido de la música;
As any she belied with false compare.
confieso que en mi vida vi una diosa:

mi amada, al caminar, pisa la tierra.


William Shakespeare

Y aún así, cielos, hallo que mi amor

es único, real, incomparable.

Versión de Javier Aguirre Ortiz.

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Las MUJERES en general

Las mujeres de Buenos Aires son como esas bellas arpías capaces de enamorar a
cualquier hombre distraído, e incluso, a uno concentrado. No importa cuánto huya,
por cierto, o sí. Cuanto más intente alejarse de la dama, peor será la desazón
ocasionada un tiempo después. Buen ejemplo de esto, o ejemplar llamémosle, es
Vanesa Pardo. Ella, de frágil figura e inocente hablar, rumbea por las noches
porteñas a la espera de… sólo ella sabe qué. Cuentan los duendes de piedra que
frecuentan los jardines arbolados, que esta mujer, Vanesa, fue vista cierto 28 de
enero bailando sin paz por el barrio de Abasto. El ritual parecía obtuso, poco tanto
llamativo. Un gavilán apareció en escena, dicen, como todo gavilán que se precie
de cuento. Intentó desconcertar a la muchacha y arrematar con indeferencia,
refugiándose en un bar amigo donde tomaba las copas sin pagar los pesos. Claro
está que Vanesa no perdió el tiempo, y con buenos aires seductores consiguió todo
aquello que los duendes acallan por pudor. Hasta el llanto consiguió, sí, y convertir
a su hombre en piedra. Despiadada, Vanesa, juntó cada gota. Ahora el agua
saliente de su regadera proviene de las lágrimas tristes del poco afortunado. Y así
sucede siempre, afirman los duendes, que saben de lo que hablan. Las mujeres de
Buenos Aires, como Vanesa Pardo, convierten a aquellos ilusos en enanos
desgraciados, los coleccionan como duendes de jardín, y los riegan con una mano,
mientras en la otra lucen ese tal anillo de casada que las convirtió en reinas por
reyes con mejor suerte, pero no menos desgraciados.

Ce Edwinski.

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Ramón Gómez de la Serna

¿Qué cabe en sólo 6


palabras?

Una historia, un haiku, una

greguería.

Un destello, una sombra, un

amor.

Participan:

Ramón Gómez de la
Serna, Ikal Bamoa,
Carmen María, Ignacio
Camarón, Virginia
Marconi, María Dolores
Acuña, Emilio Pedrini,
Alberto Cánepa, Héctor
Falcón Villa, Nicolás
Aimetti, José Antonio
Cervijo, Javier Aguirre.

DE CABEZA

Murcielaguito:

¿se sueñan pesadillas

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cabeza abajo? (I.B.)

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Crónica de las I Jornadas Internacionales de Estudios
Mistralianos en Vicuña

El mes de noviembre de 2009 se ha convertido para Vicuña en el mes


de su gran poeta, Gabriela Mistral, que ha acogido con el mayor de
los honores las I Jornadas Internacionales de Estudios Mistralianos,
dirigidas por el poeta Chileno Benjamín León y financiadas por el
"Fondo de Fomento del Libro y la Lectura", Convocatoria 2009, del

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"Consejo Nacional de la Cultura y las Artes", del Gobierno de Chile,
que han hecho posible un ambicioso proyecto cultural en honor a la
memoria y la obra de esta poeta universal en el marco de su hermosa
tierra y en el cual también tuvo lugar el hermanamiento de su
Fundación, con la Fundación del premio Nobel español Juan Ramón
Jiménez de Moguer, Huelva, que se tradujo felizmente en un
compromiso de cooperación en la divulgación de la obra, a nivel
internacional, de ambos poetas, acuerdo en el que también tomó
parte el Municipio de Vicuña en favor del interés turístico cultural de
su región.

El carácter ecléctico y unificador de las


jornadas, reunió a estudiosos, poetas,
literatos, tanto chilenos como de diversos
países latinoamericanos y españoles,
estudiantes y el pueblo en general, que
pudieron disfrutar de las ponencias, el
folclore y la poesía que se aunaron para
vivificar el espíritu que profesa toda la obra
de Mistral, impregnado de la tradición y la
divulgación de la cultura como meta
ineludible del artista. Nombres como Iván
Carrasco, Jorge Rosas, Cecilia Corona, Gloria Mendoza, Julio Piñones,
Juan Gabriel Araya, Jaime Quezada, Antonio Ramírez Almanza, Diego
Ropero Regidor, Rolando Manzano, Edith Cerda, entre otros, pusieron
voz a exposiciones de altísimo nivel académico que tuvieron una gran
acogida por el público asistente, incentivando desde el punto de vista
más ilustrado, la profusión en la obra de una poeta trascendental y
necesaria en al historia de las letras en castellano y la literatura en
general.

Como no podía ser de otro modo, los niños tuvieron un lugar de


honor en todos los actos, desde el comienzo de las Jornadas, que
tuvo lugar en el colegio Juan Torres Martínez, de Diaguitas, con el
compromiso de la creación de una biblioteca apadrinada por la
Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez, donde los representantes
españoles y las autoridades locales pudieron sentir toda la emoción
de un proyecto que está creando futuro para esta comunidad rural

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del Norte de Chile.

Los actos tuvieron lugar en varios escenarios privilegiados de la


región, desde el Teatro Municipal de Vicuña, lugar de la ceremonia de
inauguración y de todas las exposiciones por parte de los invitados
nacionales e internacionales, que se llenó de música gracias a la
Orquesta Sinfónica Gabriela Mistral, compuesta exclusivamente por
niños, pasando por una lectura poética en el Observatorio Mamalluca,
uno de los más prestigiosos del mundo, hasta un recorrido por la
interesantísima Ruta Mistraliana que acabara con la visita a la Tumba
Mausoleo de la poeta, donde a cargo de todos los asistentes, con el
arpa de fondo y los cerros flanqueando la belleza del paisaje, se
leyeron poemas de la autora en honor a su memoria.

Este despliegue humano, tanto por parte de la organización, las


autoridades y el Ministerio de cultura, ha sentado un precedente que
se presume lleno de continuidad en el tiempo, y por el cual el
Municipio, la dirección del proyecto y el pueblo mismo, siguen
apostando para su desarrollo en años sucesivos, como evento
artístico de proyección internacional que pone a Vicuña entre los
lugares más destacados del panorama cultural mundial.

Sara Castelar Lorca

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Te tocó un té
con sabor a tilo,
tartamudo y tosco.

Traía trocitos de tímido,


Tesoro tildado y tupido.

Te tocó un té
Taciturno y tranquilo.

Hace un instante, la infancia.

Ahora mismo, otra época.

Hace horas, hoy,


Y el reloj sigue igual.

Años, mañana,
Y las estaciones son las mismas.

Tiempo todo cruza,


¡Se abren los cielos Tiempo se consume.
Y se desatan cadenas!

Porque existe camino


A la libertad.

Consuelo Martínez Astorga.

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Daniela Trangol 2ºA Artes Visuales. Profesor Pelantarú Jara

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ESTACIÓN

me dijeron
ubíquese

yo soy muy obediente

giré
miré los montes
verdesiempres al final de la calle
borré el rumor del tráfago
adiviné la luna
y los planetas
Dibujo de Vanessa Brown ©
y me dije

aquí estoy
este es el centro El campo ni siquiera tiene puertas
aquí escucho
la lengua de la tierra
Entre el campo y lo urbanizado hay una valla
aquí me ubico
El treile ignora toda división
Yo debo contentarme con mirar
(((mis ramas resplandecen))) A través del alambre de púa
La verdadera luz del trigo verde

AVENIDA LOS URBANISTAS

El treile no comprende
que la urbanización POESÍA UTILITARIA
no es cosa suya

En las últimas construcciones AQUÍ COMIENZA


aún sin ocupar
los cardos arremeten
LA VIDA QUE QUISISTE
contra el orden VIVIR
de la delineada belleza
pasas seguidamente
Los muros rectilíneos a la sala de ventas.
las apiladas piedras
no significan nada
sólo sombra

J.A.O.
Taller Sayenco.

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INOCENCIA PARA CRECER

Contra la infelicidad...
cultivar la inocencia.
Como el pollito que rompe su cascarón
con su única fuerza: la de la vida,
que le hace caminar
y buscar su alimento.

Rompiendo cascarones de culpa,


pecados y patologías,
nos acercamos a la inocencia.
Alimentándonos de honestidad
y hermosura, comenzamos de nuevo,
crecemos sobre nuestros pasos.

Cada día,
haciéndonos,
inocentándonos.

28 de diciembre de 2006

Txaro Sierra

CALMANTE

Y encendió la luz
porque el día se había apagado,
y encendió un sueño
para apagar la noche.

Febrero 1997

Txaro Sierra.

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Los que están lejos padecen nostalgia,
Para los que están lejos ojalá fuera Temuco,
Y aquí ojalá fueran tierras lejanas.

Aquí se quedaron las araucarias,


Se quedaron las palabras,
Se quedaron las lluvias.

Los que están lejos, aún estando lejos,


Están donde nacieron.
La distancia en los siglos,
Entre los mares y las superficies,
Poca es para los que viven remotamente.

Allá habitan las cabezas,


Las almas, los pies y los hijos
Del sur pequeño y enredado.

Los que están lejos carecen de agua,


La sed donde crecieron.

Para ellos, resistir,


Allí está lo que aquí poco se conoce.

Con pasos se puede contar la cercanía.

Consuelo Martínez Astorga.

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CANDIDATO

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La verdad de Lucía

En los suburbios de Rancagua vivían los padres de Lucía, los cuales a


corta edad la entregaron a una familia de condiciones más
acomodadas, para que la criaran, porque ellos no tenían los recursos
necesarios para darle una buena vida y educación.
Ella ahora vive en la ciudad de Concepción con sus nuevos padres,
Pedro e Isabel, aún sin saber su pasado.
En una tarde muy soleada decide ir al parque con su supuesta
hermana Ernestina, la cual siempre la rechazaba con insultos por ser
la regalona de sus padres.
Ese día Lucía nunca imaginó que su hermana Ernestina le iba a
revelar una verdad que le cambiaría la vida. Ernestina sabiendo el
secreto de su hermana decide contarle todo acerca de su verdadero
origen para que esta se fuera de sus vidas.
Lucía al escucharla sale corriendo, y al cruzar la calle, no se da
cuenta que viene un auto, el cual la atropella. Lucía inconsciente llega
al Hospital Regional de Concepción en donde fue atendida
rápidamente por un atractivo joven médico, que al ver a Lucía se
enamoró de ella.
Al llegar los padres de Lucía, comprendieron lo que había ocurrido,
dándole una explicación a ella. Lucía habla con su hermana y la
perdona por decirle en forma cruel la verdad de su vida.
Durante una semana estuvo internada en el hospital, atendida por su
nuevo amigo, Héctor, el cual le llamaba mucho la atención. Al paso
del tiempo Lucía se pone a pololear con el joven médico llevando una
relación muy buena. Ernestina comprendió el cariño que le tienen sus
padres debido a todo su sufrimiento.
Lucía un día decide conocer a sus padres biológicos y darles las
gracias por su nueva familia .
Tras los años Lucía, ya felizmente casada con Héctor, mantiene
siempre contacto con sus padres biológicos y adoptivos y a cada
persona que le pregunta orgullosa y feliz les cuenta su historia.

Autora: Karina Campos

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EN VENTA

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MONUMENTO

se lleva la corriente mi figura:


nada mi ser concita o emociona:
nada en esta corriente , desentona
para que la palabra sea pura

ve que el sol en la sed es la tersura


que los arduos extremos relaciona,
y en la senda en que el arte no reacciona
sé la sombra de tanta arquitectura;

no quedará una piedra levantada


que no recuerde el festival del viento,
toda la podredumbre será echada

por tierra; y una sola sombra siento,


que hará, de las delicias de la nada,
de su puro silencio monumento.

Abdón Corral, de su poemario inédito Literhartura.

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