columna
¡Quebró
General
Fotografía Marco Leal Ponce
Muy posible titular antes de 2012.
Por Gonzalo Costa Romero
Asesor Inversiones Internacionales
E n los últimos 35 años, los estadounidenses
han agregado más deuda que ninguna otra
sociedad en toda la historia humana. Muchas
veces ya he hablado del nivel de su deuda
pública y su peligrosa exposición a mediano
plazo, pero ahora sumaré el ámbito privado.
Los analistas han sido distraídos, poco
asertivos o, quizás, para defender intereses
creados, en los lugares que trabajan no se
les permite hablar contra empresas en clara
situación de iliquidez.
En 2002, Jeanne Terrile de Merrill Lynch (firma
de servicios financieros), escribió acerca de
cómo General Electric (GE) mantenía cerca
del 50% del total de su deuda en forma de
pagarés de corto plazo; en contraposición a los
incentivos que entidades como GE, para pedir
dinero “extra barato” gracias a sus beneficiosos
ratings AAA de clasificación de deuda durante
años (ya no más) y usarlo para financiar los
más diversos negocios, asegurándose unas
diferencias de tasas enormes.
Como ejemplo, GE había invertido más de
US$43.000 millones en los últimos tres años,
adquiriendo las compras a través de tarjetas
de créditos que los clientes de JC Penney
y Macy’s mantenían con estas tiendas. ¡La
diferencia de tasas era fabulosa!
Y de esta forma, cada vez que se acercaba
un término de trimestre los liquidaba. Así es
como esta compañía había sido tan precisa en
anticipar sus ingresos año tras año. Sólo este
ítem aportó el 40% de las ganancias de GE.
Después de esta publicación, Terrile se retiró
inmediatamente de Merrill Lynch.
Desde esa fecha, GE aún no ha dejado
de ser deudor neto. Después de 10 años
Electric!
bajo este sistema, en la actualidad debe
US$435.000 millones en bonos, mientras
otros US$248.000 millones los adeuda en
otro tipo de obligaciones. Así, el monto
total a pagar es de US$638.000 millones.
Con un precio de mercado de la empresa
de escasos US$170.000 millones y lo que es
peor, el valor de sus activos tangibles es de
apenas US$17.000 millones, la situación es en
extremo peligrosa.
Por lo tanto, dado el altísimo leverage
(indicador del grado de endeudamiento de
una empresa en relación a sus activos o
patrimonio), GE mostraba un rendimiento al
capital superior al 20%. Pero, al mismo tiempo,
con sólo una baja de 3.3% en la base de sus
activos ya equivaldría al total de su activo
tangible, lo que es igual a desaparecer.
Organizaciones con apalancamientos
parecidos a éste, de 30 a 1, es el mismo que
tenían Lehman Brothers, Bear Stearns, Fannie
Mae, Freddie Mac y General Motors antes de
que quebraran.
La larga acumulación de deuda y la enorme
cantidad de compromisos de corto plazo
(necesita refinanciar US$240.000 millones
antes de 2012), nos hace pensar en una
inminente QUIEBRA.
Los esfuerzos para buscar dinero provocan lo
que actualmente estamos viendo: la venta de
distintas unidades de negocios de GE. Pero,
lamentablemente, los montos recaudados son
minúsculos con relación a los necesarios.
Los costos de financiamiento están
recién subiendo (al momento de
escribir esta columna), GE ya perdió su
clasificación triple A y probablemente
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seguiremos observando mayores bajas
en este sentido.
Hoy en día, esta multinacional paga 2.4%
sobre su deuda total, lo que significa que
sólo cancela intereses. Cada año necesita
US$17.000 millones, es decir, el mismo valor
de sus activos tangibles y eso que paga poco,
dado que el Gobierno lo está subsidiando. En
2012 expira la ayuda y GE deberá enfrentar
intereses de mercado, o sea, al menos
US$80.000 millones anuales (que es la mitad
de lo que vale la compañía en el mercado).
En tres palabras: no es sostenible.
Aún así, el año pasado, cuando GE recibió
ayuda gubernamental para amortizar sus
intereses, se gastó más de US$12.000
millones en repartir utilidades. Este año, por
supuesto, debió disminuir en 70% el reparto
y pondremos las manos al fuego, por un
pronto anuncio de que tendrá que eliminar
definitivamente los dividendos.
Dado este panorama, una sola cosa parece
cierta, sus acciones en el mercado no
deberían valer nada. Pero admitir o publicar
información de este calibre en EE.UU. podría
ser considerado de antipatriótico, sobre todo
si uno tiene posiciones o se incentiva a ganar
dinero gracias a las caídas o quiebras de
empresas íconos.
Y, definitivamente, si una compañía que
produce desde una máquina de afeitar
hasta un reactor nuclear y en la conciencia
colectiva es vista como “imposible de
quebrar”, cualquiera que diga lo contrario
es considerado loco. Me lo dijeron hace
tres años cuando aseguré lo mismo sobre
General Motors.