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Señala el art. 1451 del CC. que los vicios de que puede adolecer la
voluntad o el consentimiento, son el error, la fuerza y el dolo.
En determinados casos, según algunos autores, puede agregarse
la lesión.
No obstante que el art. 1451 se refiere a los vicios del
“consentimiento”, debemos entender que son vicios de la voluntad y en
consecuencia pueden presentarse en actos jurídicos unilaterales o
bilaterales.
4.1.) El error.
a) Concepto.
b) Clasificación.
d) El error común.
En todos los casos anteriores, la ley se pone en la hipótesis de
errores individuales, acaecidos en relaciones jurídicas determinadas.
Distinto es el caso del llamado “error común”, o sea, aquél compartido
por numerosas personas. En tal situación, no hay un vicio del
consentimiento, sino que por el contrario, el acto jurídico se considera
válido a pesar de no estar estrictamente ajustado a la ley.
Se fundamenta el error común en el interés social: se prefiere
fiarse de las apariencias compartidas por todos o por un considerable
número de personas.
Para la doctrina, tres son los requisitos que deben reunirse para
estar ante el error común:
4.2) La fuerza.
a) Concepto.
La fuerza es la presión física o moral ejercida sobre la voluntad de
una persona para determinarla a ejecutar o celebrar un acto o contrato.
Carlos Ducci prefiere definir la fuerza desde el punto de vista de
aquel que la sufre. Dice que la fuerza es el temor que experimenta una
persona debido a una presión física o moral, y que la obliga a
manifestar su voluntad en un sentido determinado. Enfatiza que la
fuerza está constituida por el temor y no por el acto que la origina.
Sigue en este enfoque a Planiol y a Pescio.
b) Clases.
La fuerza puede ser física o moral. La fuerza física consiste en el
empleo de procedimientos violentos o materiales (vis actual); la fuerza
moral consiste en el empleo de amenazas (vis compulsiva).
Algunos autores consideran que la fuerza, como vicio de la
voluntad, es la fuerza moral. Tratándose de la fuerza material, hay
supresión total de la voluntad de la víctima, se reduce a ésta a un
estado puramente pasivo. En tal caso, hay falta de voluntad y no
simplemente consentimiento viciado. Tal ocurre, por ejemplo, si alguien
con más fuerza sujeta la mano de otro y lo obliga a firmar. Para Pescio,
el mismo criterio debe aplicarse cuando la intimidación provoca el
pánico o terror en la víctima.
La fuerza moral se traduce en amenazas dirigidas contra una
persona, para hacer que en ella nazca un temor insuperable.
d) Prueba de la fuerza.
Corresponde a quien la alega. La fuerza puede probarse por
cualesquiera de los medios de prueba, sin limitaciones.
f) El temor reverencial.
El art. 1456 se refiere a esta figura, definiéndola como el solo
temor de desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y
respeto. Así, por ejemplo, el temor con que puede actuar el descendiente
con respecto al ascendiente, dice Josserand, es legítimo, no vicia la
voluntad o el consentimiento si está inspirado sólo en el temor
reverencial, no mediando amenazas ni violencia física, casos en los
cuales si viciaría la voluntad.
g) Efectos de la fuerza.
Acreditado que sea que el autor de un acto jurídico unilateral o
uno de los contratantes, tratándose de un acto jurídico bilateral,
manifestó su voluntad o prestó su consentimiento movido por la fuerza,
el acto jurídico será susceptible de declararse nulo. En este caso, se
trata de nulidad relativa.
4.3) El dolo.
4.4) La lesión.
a) Concepto.
Se entiende por lesión el perjuicio que una parte experimenta en
un contrato conmutativo, cuando recibe de la otra parte un valor
sustancialmente inferior al de la prestación que el primero a su vez
suministra.
El perjuicio nace, en consecuencia, de la desigualdad en los
valores de las prestaciones de uno y otro contratante. Por regla general,
dicha equivalencia es subjetiva, vale decir, se entrega a la voluntad de
las partes. Sólo excepcionalmente es objetiva, esto es, cuando la ley
1
Establece el artículo 954 del Código Civil de la república Argentina:
“Podrán anularse los actos viciados de error, dolo, violencia, intimidación o simulación.
También podrá demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando una de las partes
explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos una ventaja
patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación.
Se presume, salvo prueba en caso contrario, que existe tal explotación en caso de notable desproporción
de las prestaciones.
Los cálculos deberán hacerse según valores al tiempo del acto y la desproporción deberá subsistir en el
momento de la demanda. Sólo el lesionado o sus herederos podrán ejercer la acción cuya prescripción se
operará a los cinco años de otorgado el acto.
El accionante tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste equitativo del convenio, pero la
primera de estas acciones se transformará en acción de reajuste si éste fuere ofrecido por el demandado
al contestar la demanda.”
d) Sanción de la lesión.
En nuestro Derecho, la sanción de la lesión no es siempre la
misma. En principio, puede acarrear la nulidad relativa del contrato;
sin embargo, el litigante afectado puede impedirla, tratándose de la
compraventa de inmuebles, completando el justo precio -menos el 10%-
o restituyendo el exceso de lo percibido -aumentado en un 10%- (art.
1890); en otros casos, la sanción será la reducción de la estipulación
que contiene una suma lesiva, a una suma razonable, como en el caso
de la cláusula penal enorme (artículo 1544).
5.-) La capacidad.
a) aspectos generales.
Es el segundo requisito de validez de todo acto jurídico. Al tratar
de la voluntad, decíamos que para ser considerada por el Derecho, se
requería que fuere seria, esto es, manifestada con la intención de
obligarse, por persona capaz. Tal principio fundamental, se recoge en el
artículo 1445 del CC.
Hemos señalado que la capacidad de goce es un atributo de la
personalidad y como tal, inherente a todas las personas, desde el
nacimiento, tratándose de las personas naturales (sin perjuicio de la
protección jurídica del que está por nacer, que implica, en el Derecho
Civil, mantener en suspenso los derechos de la criatura hasta adquirir
la personalidad) o, tratándose de las personas jurídicas, desde que en
conformidad a la ley, obtienen su reconocimiento por el ordenamiento
jurídico.
Analizaremos en los puntos siguientes lo concerniente a la
capacidad de ejercicio y los casos de incapacidad, en el entendido que al
referirse el Derecho a ésta, lo hace en el ámbito de la incapacidad de
ejercicio, porque no existe incapacidad de goce general.
1º Los dementes.
* Quienes son dementes.
La Corte Suprema ha sostenido que debe entenderse por tales a
todos los que tengan de un modo permanente sus facultades mentales
sustancialmente deterioradas, todos aquellos que se encuentran
privados de razón.
La expresión “dementes” que utiliza la ley no debemos
interpretarla en su sentido técnico, de acuerdo al significado que le
asigna la psiquiatría, sino en su sentido natural y obvio. Nos remitimos
a lo expuesto a propósito de la interpretación de la ley y específicamente
al elemento gramatical.
* Ineficacia de los actos de los dementes.
El CC. contempla reglas especiales relativas a la curaduría de los
dementes, en sus arts. 456 a 468. Para determinar los efectos de los
actos del demente, debemos distinguir entre los actos realizados antes
de la declaración de interdicción por causa de demencia y los realizados
con posterioridad. Estos últimos, si son realizados por el demente por sí
solo, serán nulos, excluyéndose la posibilidad de alegar que se
realizaron en un intervalo lúcido (art. 465, 1º). En cuanto a los actos
realizados por el demente con anterioridad al decreto de interdicción,
serán válidos, a menos que se pruebe que al ejecutarlos o celebrarlos,
ya estaba demente (art. 465, 2º). En el primer caso, mediando decreto
de interdicción, nos encontramos ante una presunción de derecho: no
se admite probar que la persona no estaba demente. En el segundo
caso, no existiendo interdicción declarada, nos encontramos ante una
presunción simplemente legal: puede probarse que la persona, al
celebrar el acto jurídico, estaba demente.
El art. 468 regula lo concerniente a la rehabilitación del demente.
Deberá probarse que ha recobrado permanentemente la razón.
2º Los impúberes.
La pubertad es la aptitud para procrear. El art. 26 establece que
son impúberes los hombres menores de 14 años y las mujeres menores
de 12 años.
Los impúberes se clasifican en infantes (todo el que no ha
cumplido 7 años) e impúberes propiamente tales. La distinción tiene
importancia, tratándose de la posesión de bienes muebles y en el
ámbito de la responsabilidad extracontractual. En lo que se refiere a la
posesión de los bienes muebles, establece el art. 723, 2º, que los
dementes y los infantes son incapaces de adquirir dicha posesión. A
6.-) El objeto.
a) En qué consiste.
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A juicio de algunos, en este caso, habría nulidad absoluta por falta de objeto: ver FIGUEROA Yánez,
Gonzalo, “Curso de Derecho Civil” (Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, segunda edición,
tomo II, año 1989), pág. 238. Creemos en cambio que habría incumplimiento por parte del vendedor de su
obligación de hacer una entrega íntegra de la cosa objeto del pacto, y por ende, el comprador diligente
podría pedir la resolución del contrato.
d) El objeto lícito.
3
Vial del Río, Víctor, “Actos Jurídicos y Personas. Volumen Primero. Teoría General del Acto Jurídico”,
Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, año 1991, Segunda Edición, pág. 222.
4
Vial del Río, Víctor, ob. Cit., pág. 222.
5
“Derecho Civil. Parte preliminar y parte general.”, Explicaciones basadas en las versiones de clases de
los profesores de la Universidad de Chile Arturo Alessandri R. y Manuel Somarriva U., redactadas,
ampliadas y actualizadas por Antonio Vodanovic, Tomo Segundo, Quinta edición, Ediar Conosur,
Santiago, año 1991, págs. 247 y 248.
6
Antonio Vodanovic H., “Manual de Derecho Civil”, Tomo II, Parte Preliminar y General, Editorial
LexisNexis, Santiago, año 2003, págs. 126 y 127.
7
Carlos Ducci Claro, “Derecho Civil. Parte General”, Editorial Jurídica de Chile, segunda edición,
Santiago, año 1984, pág. 284.
8
Decimos “alimentos futuros”, pues de conformidad al artículo 336 del Código Civil, tratándose de las
pensiones alimenticias atrasadas, el derecho a demandarlas puede venderse y cederse.
7.- La causa.
a) Legislación positiva.
i) Requisitos de la causa.
j) Prueba de la causa.
k) La causa simulada.