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PRONAP 2006 • Módulo No 3

Capítulo 2
Límites

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Sociedad Argentina de Pediatría • Secretaría de Educación Continua

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Límites

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

Límites

PRONAP ´06
Ángela Nakab
Médica, especialista en pediatría. Secretaria del Comité de Familia y Salud Mental, SAP. Médica asistente
Hospital de Niños Pedro de Elizalde. Maestría en Familia, salud, derecho y educación (Tesis en curso).

Objetivos
 Identificar las características deseables de la puesta de límites.
 Recordar las principales características del desarrollo evolutivo del niño.
 Orientar a los padres en algunas situaciones normales pero de difícil manejo: berrinches,
agresión, mentiras y robo.
 Describir los métodos disciplinarios utilizados con más frecuencia.
 Prevenir el castigo físico desaconsejando su uso como mecanismo de puesta de límites.
 Incluir el tema de la enseñanza de los límites en la consulta con la familia.

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Límites

Esquema de contenidos

Crianza

Q
LÍMITES

Organización familiar

Q
Semiología familiar

- Adecuados a la etapa
evolutiva.
Q - Pensados y
Características consensuados por
deseables de la
Q

ambos padres.
puesta de límites - Coherentes.
- Firmes.
- Adecuados al
contexto cultural.
Q

Manejo de:
- Agresión.
- Berrinches.
- Mentiras y robo.
- El niño que
"se porta mal".
- Incorporación
El aprendizaje de límites.
Q
Q

de los límites - Métodos


disciplinarios.

ROL DEL
Q

PEDIATRA

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PRONAP 2006 • Módulo No 2

Ejercicio Inicial
Antes de comenzar la lectura le proponemos que reflexione acerca del tema en relación
con su práctica profesional. Este ejercicio no tiene clave. Puede revisar sus notas cuando
termine el trabajo con el capítulo.

Identifique en qué medida las siguientes son situaciones frecuentes en su


consulta:

Complete el cuadro utilizando la siguiente escala:

A: En gran Medida B: Moderadamente C: Muy poco D: Nada

A B C D

El nene se porta mal en la escuela, este año su maestra ya nos


citó 3 veces.
Si no le damos lo que pide se tira al piso, patea, llora, hace por
lo menos un berrinche por día.
No sabe compartir; cuando vienen amigos a casa, no quiere pres-
tar nada.
Ella es muy mentirosa, ya no sabemos qué creerle y qué no.

Empezó la sala de 2 y pega, muerde, escupe!

Desde que camina y se mueve tanto, la casa es un desastre, rom-


pe todo, escribe las paredes, es muy destructora, la llamamos
“terminator”.
Nosotros entendemos que él es un adolescente pero él no en-
tiende que no puede hacer lo que quiere siempre!
Está terrible, se porta mal, hasta que no le damos un chirlo, no
para.

Enuncie por lo menos 5 razones que le da a los padres para explicarles por qué es bueno
poner límites:
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Límites

Recuerde su infancia: ¿Cuál era el “método disciplinario” preferido por sus padres?
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¿Cuál es/era su preferido por usted con sus hijos?


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Describa por lo menos 3 estrategias que recomienda a los padres de sus pacientes para la
puesta de límites.
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Identifique cuáles son las bases que usted tiene para orientar a los padres en la puesta de
límites como parte del proceso de crianza. ¿En qué se basa lo que usted recomienda?
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Revise estas notas al finalizar la lectura

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

Introducción
¿Por qué hablamos tanto de límites? ¿Por qué a los padres les cuesta tanto implementarlos
aún cuando los tengan claros? ¿Cuál es la meta en la educación de los niños? ¿Los hijos
saben qué es lo que los padres quieren para ellos? ¿Los padres lo tienen claro? ¿Cómo
lograr la confianza en las personas? ¿Es perjudicial la frustración? ¿Cuál es el papel del
medio? ¿Son necesarias las normas? ¿Por qué algunos chicos llevan a los padres al límite
de su paciencia?

Considero valioso en nuestro rol pediátrico ocuparnos de temas de crianza, ya que cada
vez más, las familias buscan en la consulta un espacio de reflexión conjunta. En esta tarea
es importante ayudar a los padres a identificar sus fortalezas y generar confianza en sí
mismos en su rol parental.

La formación de la personalidad de un niño o una niña1 se construye en el vínculo con sus


padres, el entorno, los maestros, la familia ampliada; por eso cuando los adultos ordenan
su mundo, ayudan a recorrer un camino más seguro y confiable. Para los padres no es una
tarea fácil, algunas veces el contexto no es favorable y además traen su historia, el modo
en que ellos fueron criados por sus padres, a veces con excesiva autoridad, otras con per-
misividad, enfrentándose así a sus deseos personales y a la capacidad o no de lograr la
educación que planean para sus hijos.

Muchas veces se asocia el término “límite” con autorita-


rismo o falta de libertad (acentuado a la historia de nues- El límite restringe algunas cosas
tro país) y como consecuencia de generaciones de so- y posibilita otras.
metimiento en la educación, los padres temen caer en
actitudes autoritarias.

La puesta de límites está basada en las relaciones, por lo que no debemos centrar el foco
exclusivamente en el niño, sino tener una mirada más amplia y ver qué sucede dentro de
la familia, cómo se relacionan con los abuelos, cómo influye el medio externo y cómo cada
uno de estos factores intervienen en la crianza.
En ocasiones, los adultos bajo situaciones de estrés, exceso de trabajo o desocupación, en
un mundo donde se idealiza el consumo y lo material, no tenemos claro qué está bien y
qué está mal.
Los pediatras tendríamos que encontrar un espacio para brindar a las familias y en con-
junto, ir resolviendo las dificultades que se presenten a lo largo del camino tratando de
esclarecer el valor positivo del límite. No se trata que los padres sean perfectos, sino de
tener coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, poner límites cuando sea necesario
y expresarles a los hijos lo que sienten por ellos. Es nuestra tarea acompañar a la familia
en este desafío.

En el transcurso de este texto se desarrollarán algunos conceptos básicos de familia, la


noción de “límites”, los beneficios que producen en la salud mental, el desarrollo evoluti-
vo emocional de los niños de ambos sexos, algunas teorías sobre el comportamiento y
herramientas para el logro de la puesta de límites. En cada uno de estos puntos intentaré
reflexionar sobre el rol pediátrico en esta área de la crianza.

1. En este artículo cada vez que digamos “niño” nos estaremos refiriendo a los niños y las niñas.

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Límites

Organización familiar
Para comprender y analizar el tema de los límites tenemos que conocer acerca del funcio-
namiento familiar.
El lenguaje y la familia hacen humano al humano. La familia es la que abraza la promesa
de lo que es un niño y a través de sus cuidados, guía y acompañamiento permite, o no, el
desarrollo humano en su más alto potencial.
La importancia de la familia es trascendental, y desde nuestro rol podemos observar cómo
es su crecimiento y desarrollo, actuar como agente de prevención y cumplir con nuestro
papel de acompañante del proyecto familiar, tratando de conocer el código y las reglas
con las que se desenvuelven.

Semiología familiar. ¿Qué podemos observar?


La jerarquía y la definición de roles: las habilidades ejecutivas y la división del poder.
La jerarquía provee la estructura necesaria para que una familia se organice en términos
de toma de decisiones, responsabilidades y poder. Esta definición de roles cambia a lo
largo del tiempo. El riesgo aparece cuando el poder lo tienen los hijos o cuando nadie lo
ejerce.

La conexión e individuación, en referencia a la cercanía y distancia entre los individuos.


Es función de la familia lograr la autonomía individual.

Los límites o frontera, en referencia a las reglas formales e informales que rigen las
relaciones intrafamiliares y con el afuera. Estos límites deben modificarse a lo largo del
tiempo de acuerdo a las necesidades del desarrollo.
Dentro de la familia hay grupos o subsistemas que se diferencian entre sí, es decir, que
existen distintas funciones y roles (subsistema parental, subsistema filial, subsistema fra-
terno).

Los límites marcan fronteras, divisiones, permiten hablar de lo interno y lo externo. Se


reflejan en la distancia física entre los miembros, en los temas que se hablan y en el respe-
to de los espacios individuales. Hay temas y funciones de la pareja conyugal que no tienen
que ser compartidos con los hijos. En algunas familias los límites son rígidos, ya que el
intercambio de información es pobre. Esto ocurre, por ejemplo, cuando los padres se
comunican poco con sus hijos o desconocen lo que les pasa. O todo lo contrario, familias
donde todo se habla, independientemente de si son temas que incumben sólo a los adul-
tos, o donde es difícil encontrar espacios de intimidad.

También es importante la frontera con el afuera y la permeabilidad que tiene esa familia
para aceptar las novedades y las normas externas.

Desde nuestro lugar pediátrico es importante conocer si las familias son permeables, sien-
do esta característica lo que les permita incorporar la cultura, la salida de los hijos al
mundo social y la aceptación de las indicaciones profesionales que hacemos cuando son
necesarias.

Por otro lado es necesario conocer el significado de las funciones dentro de la familia,
independientemente de quien las cumpla.
La “función nutricia o materna”, se refiere a las actitudes que tienen que ver con lo

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

nutricio, el cuidado corporal, el sostén físico y emocional (holding), la introducción del


niño en el entorno, el acompañamiento en la transición a la independencia y por último,
en desilusionar al hijo.

La “función de sostén o paterna”, guarda relación con el establecimiento del orden, la


ley social, el amparo y el estímulo a la independencia de los hijos.
Los pediatras debemos estar al tanto de las circunstancias por las que atraviesan las familias,
y observar que se cumplan las funciones para asegurarnos el buen desarrollo del niño inde-
pendientemente de la configuración familiar (padres separados, madre o padre solos).

Podemos decir, entonces, que una familia es funcional cuando:


❑ Tiene capacidad para alternar proximidad y distancia entre sus miembros, con la
sensación de pertenencia, independientemente de las circunstancias.
❑ Hay buena frontera generacional.
❑ Acepta la individuación de sus miembros.
❑ Genera un clima emocional, donde se pueden expresar los afectos, sin sentir que se
está dañando.
❑ Acepta los cambios.
❑ Permite la diferencia entre los hermanos.
❑ Puede usar estrategias para resolver conflictos.
❑ Puede aceptar que las crisis forman parte de la vida.
❑ Respeta las normas implícitas y explícitas acordadas.
❑ Existe respeto mutuo, se permite reconocer los errores, renegociar y reparar.
❑ Hay un clima de libertad con límites.
❑ Circula amor.
Estos conocimientos nos permitirán conocer las pautas que tienen las familias sobre las
normas.

Los límites,
la libertad y la crianza
"Por buena que sea la cuna, mejor es la buena crianza”.
Proverbio escocés

Cuando hablamos de límites nos remitimos al concepto de libertad. “Las personas deben
vivir en libertad y con la posibilidad de vivir con imaginación. Es un elemento esencial,
que permite sacar lo mejor de uno. Sin duda es un signo de crecimiento saludable que los
niños comiencen a disfrutar de la libertad que se les va otorgando gradualmente. Para
ello es importante generar un sentimiento de confianza en las personas, que se adquiere
en la temprana infancia y que lleva posteriormente a la autoconfianza” (Winnicott).

También durante la crianza tratamos de enseñar el respeto hacia los demás. Debemos
partir de la idea de que si un niño se siente respetado, aprende a respetarse a sí mismo,
que es de donde deriva el respeto a los demás.

Limitar significa ordenar, marcar espacios y tiempos, diferenciar el mundo infantil y el

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Límites

adulto, poner fronteras. Esta actividad, realizada por los adultos, permite al niño alcanzar
la organización mental de lo temporoespacial, así como ubicarse como sujeto en el mun-
do familiar y extrafamiliar, encontrar su lugar de niño y así poder adecuar su conducta. La
falta de límites genera desorden, desorganización y caos a nivel mental.

Por eso es importante destacar la trascendencia del afecto en la crianza, el concepto de


crianza humanizada, base de un niño feliz, va a permitir un desarrollo psicológico ade-
cuado.
Ningún área tiene que ser descuidada y sería conveniente, como pediatras ampliar la
mirada con un enfoque biopsicosocial.

Este modelo de crianza afectiva y humanizada es la que el niño con el tiempo toma como
propia, para llevar adelante todas las relaciones y acciones futuras.
Un adulto confiable ofrece seguridad ante lo inesperado y ante un mundo que todavía no
comprende y además se lo protege de sus propios impulsos y de los efectos de esos impul-
sos (Winnicott).

Matías de 3 años recibió para su cumpleaños, un autito que le interesó especialmente.


Mientras jugaba cada vez con más energía que lo desbordaba, la mamá lo miraba de
lejos. Cada vez tiraba el auto desde más altura, con riesgo de romperlo. En un momento la
mamá sin moverse y en voz alta le dice: “si se rompe no te compro otro”. Finalmente en
una de las caídas el auto se desarmó y Matías descontrolado se tiró al piso enojado y
llorando desconsolado. De esta manera la mamá dejó librado a sus impulsos a Matías, que
no puede aún controlarlo solo.
Ante esta situación sería mejor acercarse a jugar a su lado, tratando de explicar las conse-
cuencias. “Podríamos jugar juntos a las carreras, cada uno con un autito, con cuidado para
no romperlo, porque veo que te gusta mucho. Tal vez después podemos tirar desde acá
otro juguete que no se rompa”.

Con intervenciones de este estilo se lo ayuda a controlar sus impulsos destructivos que le
puedan causar dolor posterior. En la primera situación el adulto actúa “visceralmente” y
tratando al niño como si fuese mayor, en la segunda opción ocupa su rol de padre empático
y educador.

Los niños crecen seguros de sí mismos cuando los padres


han logrado transmitirles seguridad y confianza, que les
Cuando los padres logran va a permitir también asumir responsabilidad sobre sus
marcar límites claros ofrecen actos.
puntos de referencia y modelos
El poder ejercer una autoridad responsable permite
de conducta y aprendizaje. poner en práctica los derechos y obligaciones mutuas
entre padres e hijos, de manera equilibrada y flexible.
Al hablar de autoridad me baso en el concepto latino de sostener para crecer, en función
de la libertad; sin confundir con el autoritarismo represivo que causa sumisión o
una rebeldía extrema, demostrando resentimiento.

Los adultos pueden hacer un uso adecuado de la autoridad o pueden abusar de ella por la
relación asimétrica que existe con los hijos. Si los niños responden a las órdenes por temor
a perder la figura de apego, no pueden internalizarlas. Nuestro objetivo es que los chicos
puedan internalizar las normas pensando y reflexionando y no sometiéndose.

Nuestra tarea es estimular el desarrollo de la autonomía y por eso las acciones se tendrán
que dirigir al aprendizaje de la elaboración de normas, en forma gradual y adecuadas a
las posibilidades y limitaciones de cada edad y a los recursos con que cuenten los padres.

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

La conducta autoritaria o el uso de métodos punitivos da cómo resultado el aprendizaje


de formas no apropiadas de resolución de un problema a través de la agresión y si se
reitera deja marcas en el desarrollo.

El método es el mensaje
Tomando a Piaget, sabemos que la moralidad de la pri-
mera infancia se caracteriza por la heteronomía, esto es la aceptación unilateral del adul-
to-autoridad, portador de normas, respecto del cual el niño siente una mezcla de respeto
y temor. Nuestro desafío es lograr la búsqueda de los medios adecuados para facilitar al
niño su tránsito desde la obediencia a la orden recibida, hacia la internalización del con-
tenido de la norma válida y la capacidad de generarla (Kantor, D)

Sería bueno preguntarse, ¿nos interesa, que los chicos obedezcan ciegamente o que va-
yan con el tiempo aprendiendo las razones de las normas, que las incorporen a su vida
cotidiana, que las practiquen y las vayan modificando si se requiere?

¿Cuáles son los beneficios


de la puesta de límites?
❑ Brindar seguridad y protección: “Los límites protegen. Los chicos suelen ver los
límites como restricciones, pero, al mismo tiempo, encuentran en ellos una fuente de
seguridad, que les hace sentir que nada peligroso les puede pasar. Los límites son la
extensión de la presencia protectora de los padres” (Kaine M, 2003). Lo importante
para el niño, es que existan normas, que las pueda comprender e internalizar, que
sean estables (aunque puedan ser cambiadas con el tiempo) y que le sirvan como
referencia. Esto les da tranquilidad y los contiene. Con el crecimiento podrá hacer
replanteos, intentará cambiarlas, pero el inicio tiene que ser tranquilizador.
❑ Favorecer el desarrollo de las competencias sociales, acorde a su etapa evolutiva, que
le van a facilitar la vida en sociedad: “Los límites socializan. La firmeza con que los
padres hacen respetar a sus hijos las normas que regulan las actividades cotidianas,
hace que ellos comprendan que existen estructuras, que no todo es lo mismo. De esta
manera, los niños van incorporando las "reglas de juego" de la sociedad. Los límites
ayudan a los chicos a controlarse, aprender a ser más flexibles, pacientes y creativos.”
(Kaine M, 2003).

Pero además los límites ayudan a estimular el desarrollo de la iniciativa, aprender a com-
partir y ponerse en el lugar del otro, aprender a tomar decisiones, resolver situaciones
conflictivas, desarrollar el sentido de responsabilidad sobre sus actos, aprender a manejar
sus impulsos y las consecuencias de los mismos, tolerar la frustración, lograr capacidad de
espera, dar una referencia.

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Límites

Características deseables
de la puesta de límites
1. Adecuados a la etapa evolutiva por la que transcurre el niño.
2. Pensados y consensuados por ambos padres.
3. Coherentes. Basados en el modelo de comportamiento de los padres.
4. Firmes y a la vez con plasticidad para repensarlos.
5. Adecuados al contexto cultural.

Adecuados a la etapa evolutiva


El desarrollo del ser humano es un proceso continuo, tanto en el aspecto corporal como
en el de la personalidad y la capacidad para las relaciones.
De la misma manera que los pediatras en el seguimiento del niño conocemos cómo se va
produciendo el crecimiento físico; cómo va adquiriendo pautas madurativas; tenemos que
conocer que existe un proceso evolutivo en el desarrollo emocional, que culminará en la
adquisición de una personalidad sana.

El desarrollo es producto de un proceso de maduración y de acumulación de experiencias


de vida, que requiere contar con un medio favorable.
Para pensar el tema de límites creo importante tener en cuenta algunos hitos básicos en
el transcurso de los primeros años para lograr la culminación de un adulto saludable, que
pueda desenvolverse en la comunidad, desplegando todo su potencial creativo, ante una
realidad que indefectiblemente le impondrá límites:
❑ Sentimiento de confianza básica, componente de la vitalidad mental.
❑ Sentimiento de autonomía.
❑ Sentimiento de iniciativa.

Estos tres componentes llevarán al logro de un sentimiento de identidad, en un marco


aceptable de normas que no coarten la libertad.

Voy a tomar conceptos de diferentes autores que estudiaron en profundidad las etapas del
desarrollo emocional evolutivo (Erikson, Anna Freud, Spitz, Winnicot, Stern, Dolto, Piaget)
para comprender como el niño adquiere su individualidad y se adapta al medio social.
Al conocer las distintas etapas por la que pasa el niño podemos adecuar las normas que
consideramos necesarias para su seguridad y su vida social.
Para poder cumplirlas tiene que haber adquirido capacidades para su comprensión (evo-
lución del pensamiento, lenguaje, ponerse en el lugar del otro).

Desarrollo evolutivo
 El primer año.
El mundo de la acción, la percepción y la confianza. Organizadores del
psiquismo.
Erikson afirma que el establecimiento de la confianza básica en el niño se constituye muy

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tempranamente, en las primeras relaciones del bebé con su madre o cuidador primario.
El primer logro social es su disposición a permitir que la madre se aleje de su lado sin expe-
rimentar excesiva ansiedad o rabia, porque ella se ha convertido en una certeza interior.
Los cuidados que plantea la crianza deben cubrir además otros objetivos como el de pro-
porcionar al bebé un sentimiento de seguridad básica, que sólo la atención de sus deman-
das y la regularidad de los cuidados proporciona.

De acuerdo con Erikson, la manera con que la madre, el


padre o el cuidador atienda las necesidades físicas y afec- La aceptación de límites
tivas del bebé generará en él confianza hacia su entor- estará condicionada por el
no inmediato. Es durante el primer año de vida que el
individuo comienza el manejo de los sentimientos de
establecimiento de un vínculo
confianza y desconfianza. de confianza con el adulto
que guía al niño.
El niño al nacer se encuentra en un estado de depen-
dencia absoluta. Posteriormente pasa a una dependen-
cia relativa, se entera de los cuidados que necesita y los relaciona con sus impulsos.
Por último en el camino hacia la independencia va adquiriendo los medios para prescindir
de esos cuidados, a través de los recuerdos, proyección de sus necesidades personales y la
incorporación de los detalles de cuidado.
Esta evolución le permite el pasaje del principio del placer al de realidad. Este pasaje no se
puede hacer si no existe una madre lo suficientemente buena (aquella que puede conte-
ner, acariciar, nutrir, ser y tener presencia, mostrar incondicionalidad. Si primero pudo dar
amor, recién después va a poder poner límites) que lleva a cabo la adaptación casi total de
las necesidades de su hijo y a medida que pasa el tiempo se adapta a la capacidad de su
hijo para encarar ese proceso y tolerar los resultados de la frustración.
Al principio se le ofrece al bebé la oportunidad de crearse la ilusión (todos sus deseos
se resuelven). Más tarde la tarea consiste en desilusionar al bebé en forma gradual. Si
todo va bien está preparado para tolerar las frustraciones, lo que permite el comienzo
de una actividad mental y con el tiempo lograr una mejor percepción de la realidad
(Winnicott).

Según Spitz la evolución normal viene dirigida por lo que llama los organizadores del
psiquismo.
El primer organizador (2 a 3 meses) es la aparición de la sonrisa social, que necesita del
estímulo externo para desarrollarse. Se asocia con el cuidado, afecto, atención y la expe-
riencia de satisfacción.

El segundo organizador (6 a 12 meses) angustia del octavo mes o ansiedad por lo


extraño, permite distinguir lo extraño. El niño se separa de su madre y vuelve a ella para
lograr reabastecimiento. La experiencia exitosa de esta etapa es la base para la afirma-
ción, la independencia, la curiosidad y el deseo de aprender.
El segundo organizador da lugar a la aparición de nuevas capacidades:
❑ Comienza a distinguir a otras personas y formar nuevas relaciones sociales.
❑ Se establece la comprensión del gesto social del saludo y se desarrolla la capacidad de
imitar.
❑ El niño comienza a entender las prohibiciones.
❑ Comprende la relación entre las cosas.
❑ El niño llega a captar el espacio que rebasa su cuna. Investiga fuera de los barrotes.
❑ Comienza a tener preferencias. Por ejemplo, toma el juguete que más le gusta y no el
que tiene más cerca.
❑ A nivel afectivo le permite demostrar enojo, rabia, celos, alegría, placer, afecto. Y es

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Límites

importante que los padres puedan aceptar la expresión de emociones tanto positivas
como negativas.

Una de las principales transformaciones desde el esta-


El clima emocional sereno y blecimiento del segundo organizador, es la compresión
distendido ayuda a que el bebé progresiva de las prohibiciones y la identificación que
estimulan el camino a la autonomía.
se acomode paulatinamente
a las rutinas de la casa. La crianza en esta etapa se centraliza en el cuidado cor-
poral y el sostén afectivo del bebé. Es importante que
los padres mantengan una rutina ordenada, que el niño
tenga su espacio propio separado de los adultos.

Una de las observaciones más importante es ver la conexión que se produce en la díada y
en el sostén de ambos, base de la confianza que permitirá con el tiempo salir al mundo. La
semiología sistemática permitirá la anticipación y la intervención precoz, previniendo así
dificultades en el comportamiento y en las competencias sociales.

 El niño de 1 a 3 años.
El mundo del poder. El camino a la autonomía
Superado el primer año se va desarrollando la autonomía, con el interés por explorar el mun-
do, con sensación de ambivalencia entre los sentimientos de dependencia- independencia.

Cuando adquiere la locomoción el niño se esfuerza por alcanzar la autonomía y logra salir
del alcance materno. No puede eludir su voz. Trata de satisfacer su curiosidad, su necesi-
dad de actividad. La intervención de los padres se hace muy necesaria, están obligados a
frenar las iniciativas de su hijo en un período donde el ímpetu infantil aumenta.
A partir de la locomoción, el diálogo (el canturreo) entre madre e hijo cambiará; es com-
plementado por la incorporación de la prohibición, la orden. La palabra más usada por la
madre es el NO, con movimiento de cabeza, que el niño imitará y adoptará hasta cuando
haya crecido.

El tercer organizador, el dominio del NO, es un logro de consecuencias trascendentales


para el desarrollo mental y emocional del niño: le posibilita la capacidad para el juicio y la
negación.
El niño alcanza un desarrollo neuromuscular que le da la posibilidad de imitación al adul-
to en sus palabras y gestos. Se basa en el modelo de los adultos significativos. Los padres
con sus actitudes ya están mostrando sus normas.

Prueba y desafía las prohibiciones paternas para afirmar su propia independencia. Los
padres que estaban encantados con los primeros logros de su bebé ahora no saben qué
hacer con su pequeño tornado que tiene su propia mente y quiere hacer todas las cosas a
su manera. La reacción paterna ante el comportamiento recién adquirido influye sobre el
grado y la intensidad de las respuestas del niño.

El papel de la educación es habituarlo a la disciplina social, sin coartarlo en sus iniciativas


creativas. En general los niños y los padres, a través del juego y la imaginación, pueden
canalizar estas conductas desafiantes.
El niño todavía no es totalmente capaz de asumir las prohibiciones paternas. Cuando se le
dice "no”, por lo general responderá, pero en poco tiempo sentirá la urgencia de la ex-
ploración y el descubrimiento. Esto puede llevar a la batalla del no-no, que genera frus-
tración y enojo mutuos.

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

En este momento es conveniente preparar el ambiente hogareño de forma segura y atrac-


tivo para las exploraciones. Ya entre los 2 y 3 años el niño es capaz de asumir las prohibi-
ciones y empieza a desarrollar un sentido interno de lo que puede.
Esta etapa se la conoce como “los terribles dos”. Cuanto más enojado un padre “defien-
de” su voluntad sobre la del niño, más desafiante y rebelde se vuelve este. Cuando un
padre ofrece alternativas, transforma los no por un sí, si juega con el niño, lo acompaña
en sus exploraciones y comprende los deseos, tiene mayor posibilidad de encontrar el
punto de equilibrio e irá mostrando con su propio comportamiento las normas que desea
y planificó para su hijo.
Esta tarea no resulta fácil, muchas veces puede resultar muy exigente para los padres y no
siempre se logra. La posibilidad de encontrar un lugar para hablarlo les ayudará a sentirse
un poco mejor y a encararlo de otra manera.
Cierto negativismo y rebeldía es saludable. Como podemos encontrar en la obra de David
Levy: “Síndromes de rebeldía y conducta rebelde”: “Debe tomarse en consideración el
uso del negativismo como barrera protectora contra las tendencias a la sumisión”.

La independencia absoluta en esta etapa es imposible. Por eso, estimular la autonomía no


significa permitirle hacer todo lo que quiera. Si se excede en la permisividad el niño se
enfrenta a situaciones que no está preparado, y si los límites son rígidos se coarta el desa-
rrollo de la autonomía. Los métodos punitivos acrecientan sentimientos de malestar en el
niño, por lo que el respeto cuidadoso de esta etapa evolutiva evita frustraciones excesivas
por las que debe pasar.

Los niños necesitan una serie de fronteras seguras, aprendidas del modelo y la conducta
de los padres. En esta etapa la disciplina se convierte en una tarea importante para los
padres. Significa enseñanza, no castigo.

Los padres pueden aprender a responder a la provocación. Si el comportamiento provoca-


dor se repite sin lograr contenerlo, es importante preguntarse cómo está resultando la
comunicación y si hay dificultades que no se están pudiendo resolver.

Julieta de 22 meses fue traída a la consulta para un control de salud. Durante la entrevista
intentó captar la atención de su madre sin éxito. Comenzó a sacar los objetos de la cartera
de su mamá en forma desafiante y finalmente se tiró al piso en un berrinche. Ante esta
situación la mamá comprendió que Julieta necesitaba de ella y la tomó en brazos. Por
otro lado, el pediatra comenzó a explicarle por qué estaba ahí y cómo iba a ser la consul-
ta. Esto la tranquilizó.

Situaciones como estas son cotidianas. La actitud adulta de no tomar el desafío como una
batalla personal permitirá resolver la situación.
Las conductas agresivas, los berrinches y las expresiones de enojo se basan en la inmadu-
rez del niño para expresar sus emociones, sumado a veces a la falta de recursos de los
padres para ayudarlos a resolver situaciones.

Resumiendo, las características de los niños en esta etapa son: oposicionismo, desafío,
lucha por el poder, negativismo, egocentrismo, baja tolerancia a la frustración, omnipo-
tencia. Es una etapa particularmente difícil respecto de los límites. Los niños luchan por
imponer sus deseos y suelen presentarse dificultades vinculares por eso motivo.

 Los niños de 3 a 5 años.


El mundo de la fantasía. Desarrollo de la iniciativa.
En este momento evolutivo los niños tienen un especial interés por su cuerpo y aspectos
vinculados con la sexualidad. La curiosidad en ese área hace que adopten conductas que

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Límites

el adulto rechaza. No se ha estructurado aún el pudor.


Es importante enseñarles a cuidar su cuerpo, marcar los aspectos de lo íntimo y lo público,
como así también las pautas sociales en relación con la sexualidad. El ingreso al jardín de
infantes colabora en la socialización de los niños y refuerza el aprendizaje de normas y
rutinas que habían comenzado a aprender dentro del ámbito familiar. Cuando no se han
puesto límites adecuados en la familia suelen aparecer dificultades en la adaptación al
jardín.
La iniciativa agrega a la autonomía la posibilidad de emprender, planear (a diferencia de
la etapa anterior motivado por el desafío y la protesta de independencia) (Erikson).

En esta etapa los padres comienzan a tener más libertad, el niño comienza a resolver
situaciones en forma más independiente, ya puede esperar y reflexiona al observar a sus
padres. Adquiere dos nociones importantes: la noción del tiempo y el interés por apren-
der. Antes el niño actuaba según sus pulsiones inmediatas y el placer por satisfacerlas. No
podía ni sabía diferirlas. Tenía el recurso del “capricho”. Ahora aprende que el capricho es
inútil, y que el bienestar afectivo que proporciona la comunicación por otros medios, la
expectativa del “enseguida”, del “esperá un ratito” enseña la noción del tiempo.
El niño aprende a observar los numerosos motivos de los movimientos y actos de los adul-
tos. Pregunta “para qué es esto”. Se despega del interés en las cosas en relación con sí
mismo. Por ejemplo, antes el fuego quemaba, ahora sirve para calentar. Comienza a en-
tender los riesgos, los enchufes antes tan atractivos, que resultaban un desafío ahora
sirven para enchufar el televisor.

Con este desarrollo del pensamiento simbólico aparece


una activa vida de fantasía. Se encuentra inmerso, en el
El juego es el lenguaje del niño. juego y en el mundo del “hacer creer”. Las historias y los
cuentos dan forma y validez a las fantasías privadas y
solitarias de los niños de esta edad y lo ayudan a domi-
nar su inquietante mundo interior.
Los padres pueden utilizar este recurso para reforzar el aprendizaje de normas, estimular
su creatividad y mostrar el camino de la cooperación.
Es una fuente de energía. El niño se compromete en el juego cooperativo con sus pares
y comparte sus fantasías (“dale que”…). Esto lo prepara para los papeles adultos y la
cooperación con los otros. También aprende a compartir, por ejemplo, algo tan cotidia-
no como el sube y baja o saltar a la soga, donde se necesita del otro para descubrir el
placer cooperativo.

El niño va desarrollando gradualmente un sentido de responsabilidad moral. Puede to-


mar decisiones si ofrecemos opciones. Esto eleva su autoestima.
Por ejemplo, en la consulta podemos preguntar: “¿Qué preferís, primero te veo los oídos
o te peso?” El aprender a tomar decisiones lo ayuda a comenzar a manejar situaciones
conflictivas.
Por ejemplo, si dos hermanos están disputando un libro se podría preguntar: ¿De qué otra
manera podríamos resolver este problema? Esto los hará pensar y tomar una decisión que
pueda favorecer a ambos y a la vez va desarrollando un sentido de responsabilidad sobre
sus actos. Por supuesto que aparecerán conflictos, pero el niño empezará a tener la capa-
cidad de enfrentar los desafíos.

La presencia del adulto sigue siendo imprescindible para reconocer cuáles decisiones el
niño está en condiciones de tomar y ayudarlo en aquellas que aún no está preparado.
Esto no significa coartarlos, sino darles el marco (los límites) y la contención, sobre situa-
ciones que siguen siendo responsabilidad de los adultos.
Las habilidades sociales adquiridas en esta etapa le permitirá desarrollar actitudes de so-
lidaridad, responsabilidad y lo llevará a internalizar normas y valores culturales.

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

 El niño de 6 a 12 años.
Período de latencia. Productividad. Concepto de amistad.
En esta etapa evolutiva los niños han incorporado e internalizado las normas y pautas de
conducta que la familia estimuló; es además cuando los niños comprenden la causalidad
lógica de los hechos y son más razonables. La escolaridad es un eje a partir del cual se
organizan las rutinas de la vida del niño y sus contactos sociales y es ahí donde pueden
aparecer los conflictos, donde asume un rol. La escuela y los padres deberían mantener
una coherencia en los discursos acerca de lo permitido y lo prohibido. El desarrollo del
niño se puede complicar cuando la vida familiar no logró prepararlo para la vida escolar o
cuando la escuela no cubre sus expectativas.

Como siempre, el papel de los adultos es importante, tanto en el acompañamiento, como


en la comprensión de las dificultades.
Cuando un niño no puede cumplir normas, se extralimita permanentemente, hay que
preguntarse qué falla. La comunicación tiene un lugar preponderante, la expresión de los
sentimientos, la postura sinceramente comprensiva y la presencia afectiva cumpliendo las
funciones parentales, permitirá mejorar esos conflictos y de esta manera evitar que el
niño se sienta en condiciones de inferioridad y repita su comportamiento que lo deja en
desventaja. Ofrecer alternativas atractivas le permitirá tomar decisiones adecuadas.

Según Piaget, alrededor de los 8 años aparecen los “sentimientos de moral”, pero la exis-
tencia de estos no depende de la presencia física de los padres, o sea adquieren una
“moralidad autónoma”. La posibilidad de adquirir esta autonomía implica que ha desa-
rrollado un sentido interno de valores y no requiere de la “moralidad de la obediencia”,
es decir de la presencia física de los padres o de otros adultos significativos. Ya conoce las
normas, diferencia lo que está bien de lo que está mal y toma la decisión de atenerse a
ellas o no.
Si todo va bien, como consecuencia de esta moralidad, entre los 8 y 10 años se desarrollan
los sentimientos de “juego limpio” y “justicia” entre los pares.
En las familias que vemos con conflictos, el enojo y la hostilidad del niño hacia sus padres,
se desplazan generalmente al ámbito escolar y es donde vemos dificultades para adecuarse
ingeniosamente a las normas y cumplir con sus proyectos.

 De los 12 a 18 años.
De la individuación a la emancipación. Pubertad y adolescencia.
En esta etapa se presentan cambios significativos en la conducta. Es una etapa de gran
ansiedad originada a partir de los cambios corporales, la separación marcada de sus pa-
dres y el cambio en el entorno. En el caso de los varones, aparecen características de
comportamiento como desorden, tendencia a rechazar las normas de higiene.
Los límites deben ser manejados desde una actitud empática y de comprensión por parte
de los adultos de la etapa evolutiva que atraviesan. En general se establecen discusiones
en relación con la vestimenta, orden, horarios y salidas, libertades y permisos.

Es la experiencia acumulada lo que permite lograr una identidad; es la confianza acumu-


lada la que permite mostrarse a los demás.
Aparece la intolerancia y la rebeldía como defensa contra una confusión en el sentimien-
to de identidad. La rebelión adolescente, es por lo general, una forma de negación. El
adolescente hace algo que los padres no quieren que haga.

Por ejemplo, los padres piden que apague el televisor, la música, la PC, mientras está
estudiando (porque no pueden comprender la atención simultánea) y el joven no puede

67
Límites

estudiar sin sus “conexiones”. Si los padres insisten comienza una batalla. Aparece la opo-
sición. Este tipo de situaciones no deben resolverse en batallas de voluntades.

También los padres tienen dificultades para aceptar el crecimiento y los cambios. Esta
incomprensión a veces se oculta en el otorgamiento de una excesiva libertad, que el ado-
lescente no puede manejar y puede vivir como un abandono (Aberastury). Por eso el
modo en que se otorgue la libertad es crucial para el logro de la independencia y la
emancipación. Desde nuestro rol pediátrico es importante observar y comprender cómo
los padres llevan adelante este proceso, ya que muchas veces las dificultades arrastradas a
lo largo de la crianza, los llevan a encerrarse en una actitud de resentimiento y refuerzo
de la autoridad, o de impotencia, que hace más difícil este proceso.
Mientras transcurre esta crisis, el adolescente exige y necesita vigilancia y dependencia,
pero a la vez surge un rechazo al contacto con sus padres o buscan una nueva manera de
relacionarse.
Tengamos en cuenta nuevamente el tema de la comunicación, el diálogo con el joven no
puede iniciarse en este período, debe ser algo que se fue tejiendo desde el nacimiento.
Sino, no es posible que el adolescente se acerque.

Nuevamente nuestra tarea preventiva en el seguimiento. Tenemos que aprender a identi-


ficar dificultades en el funcionamiento familiar. Algunos elementos de observación son:
❑ Cómo es la circulación amorosa (el trato, la demostración de los sentimientos, la
comprensión).
❑ Si se permite pensar y dar ideas, muchas veces tolerando el disenso.
❑ Si se contiene el dolor.
❑ Si se promueve la esperanza.

Se trata nuevamente de aceptar individualidades y especialmente acompañar al joven en


sus deseos de soledad y diferenciación.
Citando a Aberastury, son tres las exigencias básicas de libertad que plantea el adolescen-
te de ambos sexos a sus padres: libertad de salidas y horarios, libertad de defender una
ideología, libertad de vivir un amor y un trabajo.
De estas exigencias los padres parecen ocuparse especialmente de la primera, pero en
realidad significa el control sobre las otras libertades; la ideología, el amor y el trabajo.
Lo que realmente el adolescente necesita es ser escuchado francamente, ya que viven un
período de profunda dependencia, aunque muestren lo contrario. La presencia activa de
los padres es imprescindible, basada en las necesidades del hijo.

“Es necesario dar libertad, y para ello hay dos caminos: dar una libertad sin límites, que es
lo mismo que abandonar al hijo; o dar una libertad con límites, que impone cuidados,
cautela, observación, contacto afectivo permanente, diálogo, para ir siguiendo paso a
paso la evolución de las necesidades y de los cambios en el hijo” (Aberastury, Knobel).

Los adolescentes ponen a prueba todas las medidas de seguridad y todas las reglas y
reglamentos. Es una forma de estar seguros que los controles externos no han desapare-
cido y al mismo tiempo demostrarse que pueden liberarse de esos controles y afirmarse
como individuos.

En esta etapa conviene fijar reglas claras de convivencia, tratando de evitar largos sermones.
Necesitan de personas que sigan conservando el control, hacia las que puedan experi-
mentar amor y bronca, rebeldía y dependencia (Winnicott).

Además de adecuados a la etapa evolutiva hay otras características importantes de los


límites.

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

Pensados y consensuados por ambos padres


Es importante que los padres se pongan de acuerdo qué consideran importante en la
crianza de sus hijos. Más aún cuando se trata de poner límites y conceder permisos.
Esta función se debe ejercer independientemente si los padres están juntos o separados.
Es importante recordar que la pareja parental no se disuelve y que una vez superado el
conflicto inicial tienen que intentar consensuar para evitar dificultades con los hijos
(tarea con frecuencia sumamente difícil), evitando las discusiones y negociaciones de-
lante de los hijos.

Coherentes
El aprendizaje de conductas se realiza fundamentalmente por imitación e identificación
con los adultos; esto debe ser acompañado por un discurso coherente con ese comporta-
miento. El niño necesita saber qué se espera de él y él de los padres.
Es recomendable cuando se pone una regla cumplirla y dentro de lo posible que los pa-
dres no se desautoricen entre sí. Sabemos que los padres sufren contradicciones y no
siempre pueden cumplir, pero cuanto más flexibles, coherentes y consistentes pueden ser,
más libres, responsables y seguros van a ser sus hijos.

Firmes
La actitud firme del adulto es percibida por el niño y favorece la aceptación del límite. Por
otro lado es importante que el adulto pueda repensar su límite, ser plástico para ver si ese
niño puede realizar lo que se le pide en ese momento o se debe esperar.
Es conveniente que ambos padres tengan una actitud positiva frente al niño explicando
por qué se espera determinada conducta, dialogando con él, valorizando sus logros, acom-
pañándolo dentro de un ambiente positivo. Si el vínculo con el niño es bueno, se genera
un terreno facilitador para la aceptación de los límites, se construye autoridad, imprescin-
dible en la relación entre padres e hijos.

Adecuados al contexto cultural


Los límites tienen relación con la cultura de la sociedad en que se vive, que a la vez va
cambiando con el tiempo (no son iguales los permisos y posibilidades que tenían los jóve-
nes a principio de siglo y los actuales) y además están impregnados con la historia familiar.
Cada familia a través de las generaciones va transmitiendo normas, prohibiciones, permi-
sos y su propia cultura. No todos tenemos las mismas costumbres; desde la manera de
comer, los horarios, la importancia del encuentro durante las comidas, el tipo de trabajo,
el espacio para el juego.
El niño va tomando estas pautas durante la convivencia, tomando el modelo de sus padres
y abuelos, provenientes cada uno de sus familias de origen e imbrincando sus culturas.
Con el tiempo se va integrando a la sociedad a través de la escolaridad, donde aparecen
nuevas normas y va requiriendo una adaptación y negociación con sus propios deseos y
hábitos adquiridos dentro de su familia.
Por eso la elección de la escuela (en el caso que los padres tengan la posibilidad de elegir)
tiene que tener puntos de coincidencia con las creencias y las pautas familiares, para no

69
Límites

generar contradicciones en la formación de los chicos. Diferencias siempre van a existir,


pero los fundamentos en que se basa la formación tienen que ser coherentes y valorados,
para que los niños se sientan cómodos y puedan desplegar su interés en el aprendizaje y
vida social.

El niño no acepta todo pasivamente, los contenidos sociales los reinterpreta y los recons-
truye. El adulto que respeta, que es tolerante y muestra responsabilidad sobre sus actos,
muestra el camino.
Por otro lado pequeñas transgresiones pueden resultar útiles en la búsqueda y como adultos
hay que poder aceptarlas si no producen daño.

Como pediatras podemos ver cómo las familias van resolviendo las situaciones, cómo res-
petan el afuera. Por ejemplo, hay padres que piden turno para la consulta y sistemática-
mente llegan fuera de horario. Ante esta situación podemos semiologizar: no están cum-
pliendo las normas y el pacto preestablecido. Este niño lo va aprendiendo y entonces los
padres no están en condiciones de marcarles pautas, ya que ellos no pueden cumplirlas.

¿Qué permitir y que no?


“Los niños se sienten seguros cuando reconocen los límites de la acción permitida”.

Tomando a Ginott Haim, psicólogo que se dedicó al estudio de la conducta, se reconocen


tres zonas de conductas.
Zona Conductas

de lo deseable Son conductas que se desean, se autorizan y se esperan del otro.


Tienen que ver con el compartir, el orden, la capacidad de
escucha, es decir con los valores, las actitudes.
Al valorarse estas conductas y expresar la satisfacción por parte
del adulto, el niño va aprendiendo qué acciones y conductas son
bien recibidas.
“¡Qué bien, cómo le prestaste el muñeco a Joaquín!”
de lo no permitido En relación a las acciones que ponen en riesgo la salud, el
bienestar propio y del otro. Incluyen también las acciones
prohibidas por la ley o la ética. Se incluyen las agresiones físicas
o emocionales.

intermedia Son las conductas que en general no se autorizan pero se toleran


ante una circunstancia especial. Por ejemplo, ante situaciones de
enfermedad, separación, estrés, o cuando reconocemos que al
niño le está pasando algo y necesita de ciertos permisos. Es
importante en estas circunstancias aclararle al niño cuál es la
norma pautada y qué se espera de él.
Ante un cuadro febril de Ignacio de 5 años, los padres lo dejaron
pasar la noche en su cama, porque lo veían necesitado de cuidado.
Al día siguiente lo acompañaron a su cuarto nuevamente porque ya
estaba bien. Los padres fueron flexibles con su norma y a la vez se
mostraron coherentes. El niño así recibió con claridad el mensaje de
los espacios y la intimidad de cada uno.

(Extraído de Gerstenhaber C. Los límites, un mensaje de cuidado).

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

Es importante también que los adultos muestren diferencias. No todo tiene la misma
importancia. Así se va jerarquizando y esto permitirá al niño reflexionar sobre sus accio-
nes. Esta actitud, como modelo, enseña a ser más flexibles, adaptables ante distintas si-
tuaciones y a comprender el sentimiento del otro.

Las siguientes son situaciones en que los padres deben especialmente transmitir pautas
claras y firmes para ser cumplidas y se vayan adoptando con el tiempo:
❑ Conductas vinculadas con el cuidado de la salud (asistencia al médico, odontólogo,
vacunas, etc.)
❑ Prohibir acciones que puedan ser peligrosas para la salud del niño (seguridad).
❑ Marcar el lugar donde el niño duerme (habitación, cama) y horarios para el descanso
necesario.
❑ Sostener las conductas que ayudan al cuidado de la salud diariamente: higiene, baño,
cepillado de dientes.
❑ Establecer qué lugares y objetos puede compartir el niño con los adultos y cuáles no,
así como lugares y objetos de juego.
❑ Establecer rutinas para las actividades escolares.
❑ Marcar normas de conducta en la relación con los otros.

Fuera de estas situaciones, nuestro mayor logro sería que los chicos aprendan a pensar
qué actitudes son más convenientes, y puedan elegir libremente en relación con sus gus-
tos personales, ya que los niños rígidamente pautados son luego adultos inseguros y débi-
les para realizar elecciones por sí mismo.

Algunas situaciones de difícil


manejo en el desarrollo normal
Manejo de la agresión
Los niños de la primera infancia tienen distintas formas de manifestar su bronca y enojo;
muchas veces sin poder medir su agresión.
Consideremos que todos tenemos sentimientos extremos. Los niños pequeños al tener
menor posibilidad de lenguaje se acercan a otros desde lo físico, por eso empujan, pelliz-
can. Puede ser una forma de comunicarse con el otro. Pero muchas veces demuestran sus
sentimientos y agreden en forma intencional. Pueden morder, pegar y en los mayores
decir palabras hirientes.
Como adultos tenemos que comprender que los niños pueden enojarse; pero por otro
lado podemos gradualmente pautar cómo expresar y canalizar esos impulsos agresivos sin
dañar al otro. Estas conductas son esperables y habituales, lo que no significa que sean
aceptables.

71
Límites

Gracias, Frato!

Berrinches
Entre el año y los tres años, cuando el niño está enojado o frustrado puede manifestarlo
con los berrinches que todos conocemos. Se considera que alrededor del 20% de los niños
de dos años tiene al menos un berrinche diario.
Muchas veces el niño se enfrenta ante la realidad exterior que no coincide con su mundo
interno. Se encuentra con situaciones que lo desilusionan y no puede satisfacer todos sus
deseos. Ante una realidad que lo decepciona y la imposibilidad de expresar ese terremoto
interno que siente, estalla en el berrinche.
El tiempo y la manera de conducirse de los padres le van permitiendo postergar su deseo
y se va adaptando a la espera y a los límites que la realidad impone.
Como adultos es importante comprenderlos; siempre la frustración trae aparejado una
cuota de angustia.

La capacidad de tolerar la frustración es el origen del principio de realidad. Es la capaci-


dad para dejar en suspenso la satisfacción del impulso, para renunciar a un placer inme-
diato con la posibilidad de lograr un placer seguro. Este logro es una de las bases para la
humanización del hombre.

Julián estaba jugando con sus muñecos, cuando vio a su hermano y los amigos jugando,
imitando a los personajes de su programa favorito. Julián se acercó y sin preguntar exigió
participar del juego, imponiendo él las reglas. Los chicos no aceptaron, ya que estaban
organizados y no tenían planes de cambio. Julián comenzó a gritar y pegar a su hermano
en el medio de un berrinche.
Ante esta situación intervino el papá, intentando tran-
quilizarlo y explicando que tenía que encontrar otra for-
Cuando un niño adquiere la ma, sin imponer sólo sus deseos. Después de llorar un
capacidad de tolerar la rato, se acercó más tranquilo, preguntando si podía ju-
frustración, podrá aceptar los gar con ellos aceptando lo establecido y dando algunas
otras ideas.
límites necesarios que la
realidad impone. En esta situación vemos como Julián tuvo y pudo tole-
rar la frustración, para poder integrarse y así lograr un

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

placer seguro, que le daría el juego con otros chicos (principio de realidad y de placer). A
la vez el padre le ofrece un modelo de resolución de un conflicto.
De todas formas, hay diferencias personales y los niños tienen distintos grados de tolerancia.
No siempre es fácil postergar sus deseos y adaptarse a situaciones cotidianas. Algunos
necesitan más tiempo que otros y muchas veces es necesario ofrecer alternativas para
aceptar la no satisfacción de sus deseos. En algunas personas no se logra nunca.

El contacto físico y el abrazo muchas veces contienen y El descontrol de los padres


ayudan. Otras veces puede dar resultado la actitud in- asusta al niño, que está ocupado
diferente restando importancia al asunto.
en aprender a controlarse a sí
La actitud comprensiva, sensible y equilibrada (tal vez
sea mucho pedir) les irá permitiendo disminuir la fre- mismo.
cuencia de esta conducta.

Gracias, Frato!

Mentiras y robo
Mentir y robar son comportamientos típicos de los niños de alrededor de 3, 4 años.
La mentira puede reflejar el deseo de estar a la altura de las ilusiones que la mentira
representa. Algunas veces los chicos inventan historias para captar la atención. Es habi-
tual que lo hagan, y es parte de la fantasía de situaciones que imaginan vivir. Pero si esto
se mantiene en el tiempo hay que indagar sobre su realidad, si se siente valorado o no y si
requiere de la mentira para sentirse querido.
Otras veces utilizan el recurso de la mentira cuando saben que decir la verdad puede
traerles consecuencias. Lo hacen como protección, u ocultamiento. Ante esta circuns-
tancia hay que demostrar que es mejor la sinceridad, ofreciendo las condiciones para
decir la verdad.

El robo es parte del deseo del niño de ser "como" la persona a la cual roba (Brazelton, T).
Por otro lado el concepto de propiedad se adquiere alrededor de los cuatro años, antes es
habitual que el niño se sienta con derecho de tomar cualquier objeto que le interese.
Después de los 4 años, cuándo un niño toma algo de otro hay qué preguntarse por qué.
Algo le está pasando.

73
Límites

El adulto tiene que ir mostrando cómo resolver las situaciones de otra manera, actuando
de mediador sin condenarlo, con el tiempo se va adquiriendo el sentido moral.

El niño que “se porta mal”


Siempre tenemos que leer el comportamiento del niño como un mensaje, que demuestra
lo que le está pasando. Su actitud refleja la idea que tiene de sí mismo, o que hay situacio-
nes que no está en condiciones de afrontar.
Muchas veces cuando no se siente valorado, se siente excluido o no encuentra reconoci-
miento en las personas que le son significativas, intentará obtener falsos beneficios a
través de un cambio en la conducta. El niño cree (en forma inconsciente) que este compor-
tamiento le traerá reconocimiento y en realidad sólo consigue ser cuestionado. Cuando
este “portarse mal” se instala en el tiempo, le implicará jugar un rol (“Daniel el terrible”),
que muchas veces es difícil de cambiar y los adultos no le permiten salir de él.

Por eso al comprender el significado de sus conductas y las causas que le dan origen pode-
mos actuar de otra manera.
Según Rudolf Dreikurs, que elaboró su teoría sobre el comportamiento, el niño desarro-
llará conductas negativas basadas en metas equivocadas, o sea logros que espera obtener
con su “portarse mal”.

Esta es una de las múltiples lecturas sobre la conducta.

1. Conducta: Constante búsqueda de atención


Meta equivocada del niño: "Tienen que fijarse en mí, solo valgo si me prestan atención”.
Esta conducta aparece más frecuentemente entre los 2 y los 5 años. En esta situación el
niño piensa que él es importante para sus padres sólo cuando estos le prestan atención.
Es un niño que necesita sentir la mirada y la atención de la madre o del padre o de ambos
puesta en él, y se angustia si no tiene esta atención.
El niño siente que es importante si los demás lo miran.
Poco a poco él va aprendiendo que cada uno tiene un rol y un lugar en la familia.
Para que pueda cambiar esta conducta es necesario satisfacer esa necesidad de reconoci-
miento, para que no requiera de ese método para ser reconocido.
Hay que ayudar al niño a desarrollar confianza en sí mismo y al mismo tiempo enseñarle
a respetar y cooperar con las necesidades de los otros en la familia.

2. Conducta: Rechazo a las normas impuestas por los padres.


Lucha por el poder
Meta equivocada del niño: "Voy a demostrar que yo puedo más que ellos." Esta conducta
puede aparecer en el período de la niñez después de los 4 años. En esta situación el niño
se opone a la disciplina impuesta por sus padres. El niño desafía a los adultos. Quiere
tener el control de la situación. Para esto necesita otro para pelear por el poder.
La actitud del adulto puede ayudar a revertir esta oposición, si actúa con serenidad.
Hay que considerar otra manera de manejar la autoridad. Esta "otra manera" implica
compartir un poco el poder de la autoridad con el niño, buscar su cooperación, escuchar
su punto de vista, negociar con él una solución. De esta manera se le ofrece algo de poder,
sin que tenga que pelear por él.
Por ejemplo, se le puede pedir opinión para resolver alguna situación: horario de acostar-
se, tiempo frente al televisor. Esto le permitirá consensuar las normas y tendrá más com-

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

promiso en cumplirlas. Se está enseñando a opinar en grupo y a participar en una toma de


decisión lo que favorece la construcción de la autonomía.

3. Conducta: Agresión y venganza


La meta equivocada del niño: "No me quieren, solo me castigan, me siento excluido”,
“voy a hacer que los demás se sientan como yo”. El niño busca vengarse porque siente
que lo han lastimado y por esa venganza termina la mayoría de las veces obteniendo un
castigo. Puede ser que agreda a sus hermanos menores, o que robe y/o que rompa objetos
queridos por los otros.
El niño reitera su comportamiento agresivo y vuelve a recibir la misma respuesta de los
adultos, exclusión, penitencia, calificativos. Se instala así un círculo muy difícil.
Este tipo de comportamiento es un habitual motivo de consulta y podemos ver lo dificul-
toso que les resulta a los padres correr al niño de ese lugar. Ante esta situación sería
conveniente cambiar la actitud del adulto, para que el niño no sienta que es tratado
injustamente y sienta nuevamente confianza en él y en los adultos. En estas circunstancias
los padres suelen abusar de los castigos como respuesta a su impotencia en el manejo de
la situación.

4. Conducta: Desaliento
Meta equivocada del niño: "No sirvo. Es mejor que no intente nada porqué todo me sale
mal." El niño no se siente valorado, trata de no exponerse, no asume desafíos. Ante esta
situación es muy importante estar atentos, el niño necesita de un reconocimiento que
cree no tener. Desde nuestro lugar pediátrico es importante observar qué lugar tiene el
niño en la dinámica familiar.

En todos los casos, hay que comprender cuáles son las emociones que le dan origen. Brin-
dar una seguridad afectiva, cambiar la actitud del adulto cuando le sea posible, demostrar
reconocimiento y expresar los sentimientos permitirá al niño no buscar beneficios en el
mal comportamiento.
Para los padres no es fácil. Desde nuestro lugar pediátrico, tendríamos que ayudarlos a
verse a sí mismos y desculpabilizarlos si hay situaciones que le son difíciles de manejar.
Por ejemplo, es muy común la consulta por chicos en edad escolar que permanentemente
perturban en clase, se tornan agresivos con sus compañeros y desafían a las maestras.
Estos chicos reciben casi diariamente sanciones, y respuesta casi automática por parte del
adulto que ya no sabe qué hacer. Muchas veces se toma una actitud no comprensiva.
Juan cambió de escuela por problemas de conducta. Cuando la mamá le pregunta cómo
fueron sus primeros días, él dice que volvió a “portarse mal”. La madre le pregunta: ¿te
castigaron? No, la maestra me explicó porqué estaba mal lo que hice.

75
Límites

El aprendizaje de los límites


¿Cómo se van incorporando los límites?
Los niños van aprendiendo a través de los modelos que se van mostrando. No es difícil
recordar la observación que hace el niño de su madre, cómo imita sus movimientos y sus
acciones. A través de la identificación con los adultos significativos aprende las normas y
los valores de la familia, que a la vez transmite la cultura. Los padres muestran permanen-
temente cómo resuelven los problemas, cómo tratan a los demás, cómo se comunican,
cómo expresan sus sentimientos.
Ese es el modelo que los chicos van adquiriendo, pero a la vez lo van reinventando, para
culminar en una “personalidad propia” (meta que no
debemos descuidar). Es importante que el niño no se
Una dosis de cuestionamiento someta a la voluntad de los otros.
resulta saludable.
En su crecimiento se tiene que ir adaptando a muchas
situaciones, al aceptar un límite tiene que postergar un
deseo. Muchas veces tenemos que limitar sus acciones porque pueden producir un daño.
Un niño enojado tendrá impulsos de romper o pegar. Es parte de sus derechos estar eno-
jado pero eso no lo habilita al daño.

Es nuestra función diferenciar entre sus actos y sus sentimientos. Lo que se limita es la
conducta pero no sus sentimientos. Y esto se le debe comunicar, porque implica respeto
hacia su persona y a la vez un modelo de conducta.
No decirle: ”sos un destructivo”; sino, “no me gusta cuando rompés las cosas”

¿Cómo ponemos límites?


Estrategias recomendadas para estimular el aprendizaje de los límites
Los límites deben fijarse de manera que no afecten el
respeto y la autoestima del niño. Podemos lograrlo a
Se trata de poner límites sin que través de estimular el comportamiento deseado y des-
el niño se sienta humillado, alentar el indeseado.
ridiculizado o ignorado. ❑ Mostrando seguridad al tomar decisiones. Hay
situaciones en que el adulto es el que debe decidir,
sin pedir la opinión.
❑ Atendiendo con rapidez los requerimientos de los niños pequeños, para evitar
conductas negativas.
❑ Manteniendo contacto físico frecuente (mimos, caricias), que provee refuerzo positivo.
❑ Ofreciendo alternativas:
Por ejemplo, si un niño está dibujando la pared del living, sería bueno proponerle
hacer un cuadro en una hoja y después exhibirlo. De esta forma se cambia el no
permanente por una opción permitida. No siempre es fácil encontrar alternativas
pero vale la pena intentarlo.
❑ Reconociendo las conductas positivas. “¡qué bien; como comparten los lápices!”

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

❑ Evitando batallas de voluntades. El adulto no tiene que ser provocador. Es imprescindible


mostrarse firme y sin desafiar, sino se está invitando al niño a probar fuerzas.
❑ Adecuando los límites a la edad del niño.
❑ Teniendo en cuenta que no es sinónimo de gritar, ni pegar, ni culpabilizar.
❑ Ayudando a controlar los actos impulsivos, impidiendo que le causen un dolor posterior
(función de andamiaje).
En este punto quisiera ampliar este concepto: inicialmente la madre hace todo lo que
el bebé necesita, incluso habla por él (contesta desde el lugar del niño). A medida que
el niño va adquiriendo capacidades, la madre va permitiéndole que lo haga por sí
mismo. Se va retirando gradualmente.
Podemos imaginarnos un bebé cerca de los 11 o 12 meses, cuando comienza a pararse
y con deseos de caminar. Inicialmente la madre o el padre lo lleva de ambas manos,
más tarde de una y finalmente lo dejan probar hasta que logra su objetivo. Es como el
tutor que le ponemos a una planta hasta que se sostiene sola.
El adulto funciona como un andamio y esta función es indispensable para lograr
competencias. Para esto es importante que el adulto interprete lo que el niño puede
o no hacer en cada etapa de su crecimiento y se lo permita.
Esto permitirá a los chicos descubrir sus propios límites y además ayudarlos a controlar
su conducta de acciones que lo puedan afectar.
Podríamos ejemplificar esta función de apoyo y sostén:
Los padres llevaron a Ana de 4 años a la plaza. Después de un rato de jugar con
ellos quiso participar de un juego con otros chicos que estaban en una calesita,
pero no se animaba a hacerlo y en lugar de pedir, comenzó a molestarlos consi-
guiendo sólo rechazo. Al ver lo que pasaba, el padre la tomó de la mano y la
acompañó hasta el grupo y les pidió si por favor Ana podría integrarse.
En esta situación vemos como el papá logró ayudarla a resolver un conflicto (función
de andamiaje) y a la vez le mostró un modelo de respeto hacia los otros.
Es parte de nuestra función pediátrica observar cómo se lleva a cabo la función de
andamiaje y sostén y cómo los padres logran retirarse en forma oportuna.
❑ Mostrando modelos socialmente aceptados.
❑ Siendo coherente con lo que se dice. No alcanza con explicar que la calle se cruza por
la esquina, hay que cruzar por la esquina.
❑ Generando un espacio de diálogo para explicar por qué.
❑ Adecuando las palabras y el tono que se utiliza para proponer un límite.
❑ Ayudando a la reflexión y a la búsqueda de soluciones. Dar órdenes no es la mejor
forma de recibir una buena respuesta.
❑ Permitiendo pensar (explicación razonada), no es suficiente decir lo que está bien y lo
que está mal. Tenemos que considerar que el niño está en condiciones de cooperar y
proponer soluciones, es posible hacerlo a partir de los 4 a 5 años.
❑ Comunicando lo que se espera con anticipación.
❑ Expresando los sentimientos; un adulto que comparte con su hijo lo que siente, lo
estimulará a expresarse y a comprender lo que le pasa a los demás. “Hoy no tengo un
buen día, me siento triste. Tal vez podrías jugar un rato sola”, en lugar de: “no me
molestes, no voy a jugar”.
❑ Comprendiendo que muchas conductas inapropiadas, parten de la necesidad del niño
de sentirse valorado.
❑ Estableciendo rutinas, que ordenan al niño.
❑ Brindando calidad del tiempo compartido, es importante el tiempo en exclusividad
dedicado al niño. Muchas veces los padres con las dificultades diarias no tienen espacio

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Límites

ni tiempo para el juego, la lectura, cantar una canción. Muchas veces se atienden sólo
las necesidades básicas y se descuidan otras áreas, imprescindibles para los chicos.
❑ Marcando fronteras, qué cosas son de él, qué de sus hermanos, qué son comunes, cuál
es su lugar, cuál el de los otros, qué cosas son de grandes y qué de chicos.
❑ Encontrando un equilibrio en la tolerancia. No es
posible permitir todo, ni satisfacer todos los deseos.
Encontrando un equilibrio en En palabras de Dolto: “El deseo siempre satisfecho
implica la muerte del deseo”.
la tolerancia. No es posible
Al ser tolerantes, podemos poner un límite que
permitir todo, ni satisfacer consideramos necesario, con firmeza y decisión, pero
todos los deseos. a la vez tenemos que esperar una respuesta de
desagrado ante esa limitación y tener la posibilidad
de tolerarla.
Si se logró esto durante la infancia, en la adolescencia se podrán tolerar las conductas
desafiantes casi permanentes y a la vez lograr un equilibrio entre permisos y
prohibiciones que esta etapa requiere.

Mecanismos de control habitualmente


utilizados. Métodos disciplinarios
Es importante transmitir la idea que las acciones inapropiadas tienen una consecuencia
acorde a la falta; cumple la función de incentivar un cambio, una reparación.

Los métodos disciplinarios tienen que ser coherentes a lo largo del tiempo y consensuados
entre ambos padres. A la vez es necesario jerarquizar las faltas, no todo tiene el mismo
significado.
A continuación describiremos los que aparecen con más frecuencia en la bibliografía.

Amenazas y castigos: La eficacia de una amenaza depende de lo que signifique para el


niño, en relación a privarlo de algo que valora más que aquello que tenga impulso de
hacer. Entonces tratará de evitarlo y acatará la orden. Significa que “buenas amenazas”
evitan la aplicación de castigos.
Pero esa “buena conducta” no es resultado de comprensión de las causas sino de la espe-
culación: evitar la privación de algo querido. Esto significa que el uso de amenazas y
castigos no tiene valor educativo (Kantor, D). Solamente cuando la aplicación del castigo
tiene relación con la puesta de límites claros puede ser un recurso válido.
Por ejemplo, si un niño le está pegando a su hermano:”si le seguís pegando no vas a
poder jugar con él”. El niño acá hace una elección, si le da placer jugar dejará de pegarle
y evitará el castigo (no jugar con el hermano, no usar sus juguetes).
Otras veces se utilizan amenazas que no se cumplen: “Si seguís tirando los juguetes no
vamos nunca más a ver a los abuelos”. Imposible de cumplir, por lo que le quita confiabi-
lidad. Por eso no se deben hacer promesas de castigos que no se cumplirán o que sean
poco realistas. Las consecuencias son más efectivas si son breves.

Premios: La utilización reiterada de premios lleva a tomar decisiones para obtener algo a
cambio y favorece la especulación y la competencia. Es útil hacerlo cuando se consiguen
logros, pero no ante cualquier acción que se espera del niño.

Penitencia o método de aislamiento: Depende de la forma en que se realice la exclu-


sión puede dar resultado o no. Si se la utiliza en forma que avergüence o produzca temor,

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

los resultados son poco eficaces. En cambio, si se le explica que se lo retira un rato, para
que pueda cambiar su comportamiento, calmarse y tomar una decisión acerca de lo que
tiene que hacer puede ser un método útil. Se recomienda utilizarla ante determinadas
conductas (berrinches, agresiones). Debe llevarse a cabo de inmediato, para que el niño
pueda comprender la disconformidad con su acción y no hay que discutir con él.
Puede ser útil en niños mayores de 2 años y menores de 12.
El tiempo nunca debe ser mayor a quince minutos, se hace referencia a 1 minuto por año
de vida. Terminada la exclusión es conveniente que el niño retome sus actividades tratán-
dolo bien y con respeto.

Sanciones o consecuencias derivadas de su acción: La sanción es el resultado de una


acción inapropiada, es decir el niño va a sentir los efectos de su comportamiento. Las
sanciones permiten aprender.
“Si seguís molestando a tus compañeros no van a querer volver a formar equipo con vos”.
De esta manera va reconociendo las consecuencias de sus actos. A diferencia del castigo
no se trata de hacer sentir mal al niño, sino de asumirlo como un ser que puede ir afron-
tando responsabilidades.

Castigo físico: es importante recalcar que pegar a los niños sólo muestra impotencia,
descontrol y mal manejo del poder de parte del adulto. Y a la vez expone al niño a un
maltrato que no está en condiciones de manejar y que lo pone muchas veces en riesgo.
El castigo físico no enseña nada, si aprende algo, sólo aprende a reprimir sus senti-
mientos y esconder su ira. Vivimos en una sociedad violenta. Cuando les enseñamos a los
chicos que resolvemos nuestros desacuerdos con violencia, nosotros, como adultos, esta-
mos fomentando la violencia como forma de vida.

Resumiendo: la aplicación de severos castigos genera en


los niños agresividad, apatía o pasividad y sumisión. Lo
adecuado es instruirlo en cuanto a qué es lo correcto,
Es importante que el pediatra
explicándole también lo que se espera de él para opti- trate firmemente el tema
mizar la comunicación. del castigo físico y
desaconseje su práctica.
Existe evidencia que el castigo físico sistemático produce a
corto plazo mayor riesgo de abuso físico, dificultades en el
vínculo entre padres e hijos, baja autoestima en el niño.
A largo plazo, mayor probabilidad de adicción a drogas, mayor violencia en las relaciones,
dificultades afectivas, efectos negativos sobre el desarrollo intelectual.
La agresión física es fuertemente perturbadora. Es importante que los padres controlen
su agresividad hacia el niño y funcionen como dadores de normas claras, pertinentes,
estables, no arbitrarias, coherentes y consecuentes (acordes con la conducta del adulto).
Por eso, cuando un niño pierde el control y necesita disciplina, es indispensable que el
padre permanezca calmado y bajo control, y recordar siempre que el objetivo es enseñar,
no castigar.

En relación con las pautas que se les van dando a los chicos, es importante que los padres
las hagan cumplir. Es factible proponer transacciones, proponer algo a cambio. El planteo
debe ser sereno, en forma neutra y, en lo posible, sin gritar. Hay órdenes que el niño debe
cumplir por obligación, ya que no habrá posibilidad de negociación.
Es bueno elogiarlo luego por su buen comportamiento. Valorizar los logros. Tratar de
crear un ambiente positivo.
Muchas veces, el enojo excesivo, culparlo o la exigencia desmedida resultan francamente
agresivos hacia el niño.

En nuestro rol pediátrico es necesario conocer cómo se maneja la disciplina en la familia,

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Límites

este conocimiento nos permitirá prevenir abusos y a ayudar a resolver conflictos de mane-
ra controlada.
A modo de resumen presentamos los métodos disciplinarios aconsejados en la literatura,
adecuados a cada etapa:

Años Métodos aconsejados

1a3 Consignas breves (no son útiles las largas explicaciones) y con decisión.
Adaptar el ambiente al niño para reducir riesgos y ser indiferente ante
conductas desafiantes (método del retiro de la atención).

3a5 Se aconseja explicación razonada breve, las advertencias y el aislamiento


corto.

6 a 12 Se proponen el aislamiento, explicación razonada y retiro de actividades o


preferencias.

13 a 18 Se basa en la negociación, fijar reglas claras y consensuadas, evitar la


crítica, permitir el disenso.

Rol del pediatra


Sabemos que es frecuente la consulta al pediatra por temas de educación, conducta y
disciplina. Y cuando no surge espontáneamente, es importante generar el tema para rea-
lizar acciones preventivas.
Para tratarlo, el pediatra no debe tomar su modelo personal como el único válido, sino
basarse en adecuar las pautas disciplinarias para cada etapa evolutiva, respetando los
aspectos morales y culturales de cada familia, poniendo como objetivo evitar el maltrato
y estimular el vínculo amoroso y la construcción de autoridad por parte de los padres.

Es conveniente hablar con los padres sobre sus ideas acerca de la educación, a qué consi-
deran indisciplina y cuáles son los métodos que utilizan ante una actitud no deseada de
sus hijos.
Es difícil para los padres después de muchas horas de trabajo, de estar ausentes o ago-
biados por el peso de la desocupación, poner límites. Muchos padres no se sienten en
condiciones de establecer y sostener límites firmes, por lo que algunas veces prefieren
evitar la confrontación que surge. La disciplina es especialmente difícil cuando los pa-
dres están estresados.

El pediatra puede tener incorporado lo que sería deseable desde el punto de vista teórico,
pero no conviene transmitirlo como una obligación o una lección a aprender, sino tratar
de buscar con los padres la mejor forma para esa familia, de acuerdo a las costumbres y
valores socioculturales que cada padre o madre traiga. Un breve recorrido por la propia
historia puede aliviar y dar a luz a los padres acerca de las razones de porqué reaccionan
de una manera y no de otra (como desearían). Observar durante la consulta cómo se
relacionan con los chicos, desde permitir o no contestar una pregunta, hasta cómo se
manejan ante un berrinche o una pelea entre hermanos. Esto nos permitirá conocer sus
actitudes e intervenir en caso que sea necesario. Permitir el espacio y tiempo de reflexión
conjunta ya es una manera de pautar normas.

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

Así como es bueno para los niños hablar, es bueno para los padres hablar sobre las dificul-
tades y sensaciones que tienen cuando ponen límites. Si logramos ofrecer este espacio en
la consulta, probablemente, los padres se irán más aliviados. En cada situación particular
el pediatra deberá evaluar la necesidad de realizar una consulta con los padres, sin la
presencia del niño para tratar este tipo de problemáticas.

Algunos de los puntos relevantes en la función pediátrica son:


✔ Estimular y fortalecer la autoestima de los padres.
✔ Detectar factores de riesgo.
✔ Anticipar y tomar medidas para resolver dificultades.
✔ Detectar alteraciones vinculares tempranas.
✔ Observar los roles de padre y madre.
✔ Observar cómo van apareciendo las funciones de cuidado y sostén.
✔ Monitorear el crecimiento y desarrollo de los vínculos y de las etapas evolutivas de
maduración emocional del niño y su familia.
✔ Observar la interacción de la familia con el medio.
✔ Detectar como circula el sistema de prohibiciones, obligaciones y frustraciones
(circulación de la ley).

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Límites

Ejercicio de
integración y cierre
A Analice y resuelva las siguientes situaciones clínicas.

1. Durante el control pediátrico de 2 hermanitos que usted atiende hace un par de meses,
Juliana de 2 años y medio, estaba jugando en un rincón mientras se hacía el control de
Martín de 4 meses. Juliana en un momento comenzó a solicitar a los padres jugar con
ellos, algo que en ese momento no podían ni estaban dispuestos a hacer. Comenzó a
tirar los juguetes, a pegar al hermanito y a gritar cada vez más alto. Los padres seguían
en su postura y la madre advirtió: “al Dr. no le gusta atender a nenas gritonas”. A los
pocos minutos Juliana se tira al piso llorando y pateando al papá, que motivó la
respuesta del padre a los gritos y sosteniéndola del brazo.

¿Qué piensa de esta escena? ¿Qué le puede estar pasando a Juliana? ¿Qué le puede estar
pasando a los padres?
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¿Cuál es el lugar del pediatra? ¿Qué haría usted?


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2. Consultan en el Centro de Salud por Joaquín de 8 años, que está con dificultades en la
escuela. En las últimas semanas tuvo varias notificaciones en el cuaderno por problemas
de conducta, molestar a sus compañeros y agresiones en los recreos. En la escuela
aplicaron sanciones de diversos tipos sin éxito.
Al investigar sobre la situación familiar, el papá está desocupado hace un tiempo y la
mamá está cuidando a su madre por una enfermedad terminal. Los padres están
teniendo muchas dificultades de relación.

¿Qué piensa de los problemas de conducta de Joaquín?


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PRONAP 2006 • Módulo No 3

¿Qué postura habría que adoptar?


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3. La madre de Lucas, de 8 años, le dice que está muy desobediente y le cuenta la siguiente
situación. “Todos los días cuando vuelve de la escuela va a su cuarto tirando sus cosas
por el camino a ver TV. Nunca toma la merienda ni se fija si tiene tarea hasta que yo
llego dos horas más tarde que él”.

¿Cómo orienta a la madre?


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.…
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4. ¿Qué intervención haría ante el relato de la siguiente escena familiar?


María de 9 años. Es domingo a la noche y recién se acuerda que mañana tiene prueba
de “límites” de la Argentina y que debe llevar un mapa que no tiene. La mamá el
viernes le preguntó si hacía falta algo para el lunes y no recibió respuesta.
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5. Tomás de 4 años está en los juegos. Sus padres se tienen que ir. Empieza a protestar y
no querer irse. Los padres dicen: “bueno, nos quedamos un rato más”. Al rato prueban
otra vez y se repite la escena pero Tomás se enoja más. Las demás madres y padres
miran la escena.

¿Qué orientación se puede dar?


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6. Usted es una pediatra que trabaja habitualmente con el Jardín Maternal de su zona.
Las maestras, esta vez, le piden que de una charla a las mamás de los nenes más
chiquitos (de 1, 2 y 3 años) y que incluya en la charla orientaciones sobre “poner
límites”. Explique cuáles son a su criterio las cosas más importantes que deberá decirle
sobre el tema.
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Compare sus respuestas con las que figuran en la Clave de Respuestas.

83
Límites

Conclusiones
Tengamos en cuenta que la exploración y el aprendizaje son partes importantes de la
niñez. Pero además hay muchos otros elementos que tenemos que estimular en el trans-
curso de la infancia, para que lleguen a la adolescencia y estén en condiciones de afron-
tarla sin sumar otros conflictos Los adultos tendrían que guiar para que los chicos logren
la capacidad de solucionar problemas, desplieguen creatividad, desarrollen valor y opti-
mismo (esperanza).

Los niños pequeños necesitan muchas experiencias para intentar hacer cosas nuevas. Los
adolescentes se encuentran en un período de búsqueda. Para eso necesitan apoyo y no
crítica. Aprender a manejar frustraciones es una tarea difícil, los niños tienen que apren-
der a luchar contra decepciones y errores. Los padres con el tiempo se irán adaptando al
crecimiento de sus hijos para adecuar los límites y la libertad.

El poner límites implica renuncia y por otro lado la posibilidad de elegir. El mensaje tiene
que ser el cuidado y la confianza. Si las pautas que se imparten son acompañadas de una
postura coherente, podrán ser apropiadas por los chicos a lo largo de su vida. Por lo tanto
la actitud firme de los padres acompañada siempre del apoyo afectivo permitirá su incor-
poración.

Hay algunos puntos que se deben mantener para lograr la adquisición de límites: hablar
claro, respaldar las palabras con hechos, establecer reglas de juego, brindar amor
y tener sentido del humor.

No se trata de imponer castigos, sino de ir gradualmen-


te poniendo límites basados en el autocontrol y en el
Poner límites es decir sí
estímulo de adquisición de responsabilidad.
siempre que sea posible y
no cuando sea necesario.

Reflexión final
Después de realizar todo este recorrido para conocer la evolución emocional del niño,
joven y su familia, creo que es el modelo adulto el que muestra sus valores.
Y a la vez me pregunto ¿cómo podemos estimular el interés por el aprendizaje, cuando
en muchos hogares no hay relación con los libros?
¿Cómo defender la necesidad del juego en la infancia cuando hay tantos chicos en situa-
ción de trabajo?
¿Cómo promover la esperanza, cuando muchas veces los adultos abandonamos la bús-
queda?
¿Cómo podemos enseñar el valor del trabajo cuando muchos chicos conviven con sus
padres desocupados?
¿Cómo difundir que todos tenemos los mismos derechos, cuando la calle nos muestra
otra realidad?

Mas dudas que respuestas, tal vez manteniendo ese desafío adolescente de querer cam-
biar para tener una realidad más propicia y en la búsqueda ética.
En esta búsqueda no tenemos que ponernos límites y quizás mejoremos el presente.

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

En palabras de Borges:
“El hombre es la larga sombra que el niño proyectará en el tiempo”.

Quiero agradecer la mirada crítica, las observaciones, el sentido común y aportes de mi


amiga, la Dra. Mariana Scornik y de la Lic. Susana Mandelbaum que dedicaron su tiempo
y conocimientos para redondear este trabajo.

Bibliografía sugerida
- Winnicott D. La familia y el desarrollo del individuo. Hormé, 1980.
- Gerstenhaber C. Los límites, un mensaje de cuidado. A. Z editora, 1997.
- Oliver M, Nakab A. Guías para la supervisión de la salud de niños y adolescentes. Ediciones SAP.
2002; 333-336.
- Christophersen E. Disciplina. Clínicas Ped. de Norteamérica 1992; 39(3): 399-419.

Bibliografía utilizada
- Shafii M. Desarrollo humano. El Ateneo, 1982; 12-113.
- Freud A. Normalidad y patología en la niñez. Ed. Paidós, 1971.
- Spitz R. El primer año de vida. Fondo de la Cultura Económica, 1969.
- Kantor D. Jardín de Infantes: el autoritarismo que se filtra. En: Revista La Obra para la educación
inicial. Ed. La Obra. Buenos Aires, Año 3 N° 10.
- Erikson E. Infancia y Sociedad. Hormé. 1966; 223-247.
- Aberastury A, Knobel M. La adolescencia normal. Paidós, 1970; pag15-34.
- Blum N, Williams G, Friman P, Christophersen R. Disciplining young children: the role of verbal
instruction and reasoning. Pediatrics, 1995; 96:336-341.
- Vázquez H. Familia. PRONAP, 2001; 1:13-43.
- Dolto F. La causa de los niños. Paidós, 1985.
- Kaine M. El dilema de los límites. 2003. www.luventicus.org/articulos/03N012/index.html

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Límites

Clave de respuestas

A Analice y resuelva las siguientes situaciones clínicas.


1. Es una escena habitual, etapa de berrinche a la que se suma el nacimiento de un
hermano (crisis vital).
Probablemente los padres se sientan sobrecargados en el manejo de ambos hijos.
Parecería haber alguna dificultad en detenerse un momento a explicar a la hija y
contener la ansiedad que genera la consulta médica. Se traslada a la figura del pediatra
la acción normatizadora.
El pediatra se puede sentir tentado de hacer el trabajo por los padres, sin embargo el
médico puede sentirse tan desbordado como los padres. Pero si actúa poniendo él los
límites sólo confirmará la sensación de incompetencia e impotencia de los padres.
Sería conveniente conversar sobre las fortalezas de los padres y ayudar a buscar
estrategias para identificar las dificultades que van apareciendo. Es importante
demostrar confianza en ellos y prevenir abuso de castigos, a esta edad donde los
berrinches son habituales. Sería conveniente preguntar a los padres:
“¿Cómo resuelven habitualmente los berrinches?; ¿cómo lo resolvían sus padres cuándo
ustedes eran chicos?; ¿cómo les gustaría resolverlo?

2. El comportamiento de Joaquín está dando un mensaje. Es evidente que algo le


preocupa. Es posible que ambos padres estén con su foco de atención en otro lugar y
no tengan disponibilidad emocional para brindarle. La escuela está tomando una
postura un poco rígida posiblemente por desconocer la problemática familiar.
Generar un espacio de diálogo familiar, expresar los sentimientos, para que Joaquín
sepa desde su lugar de niño lo que está pasando y los padres puedan ayudarlo sin
sentir culpa por su imposibilidad actual de contenerlo. Es un factor favorable y protector
que se hayan acercado al sistema de salud a pedir ayuda por este tema. No perder esta
oportunidad desde nuestro lugar pediátrico.
También sería importante proponer que los padres se acerquen a conversar con la
maestra para ponerla al tanto de las dificultades familiares.

3. Dar pautas claras al niño, no hacer las tareas por él. Aclararle cuáles son sus obligaciones.
Estimular la autonomía. Fijar en conjunto horarios y tiempo de TV. Comprometerlo en
la toma de decisiones.

4. Si es la primera vez que sucede sería conveniente ayudarla a resolverlo para que pueda
cumplir con la prueba, aclarando que la próxima vez tiene que cumplir con sus
obligaciones. Si se repite sería conveniente que pueda asumir las consecuencias. Se
tendría que pautar previamente cuándo y cómo se debe cumplir con las tareas y pedidos
escolares. La niña tendría que sentir la presencia colaboradora de sus padres.

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PRONAP 2006 • Módulo No 3

5. Ante esta situación los padres mostraron inicialmente flexibilidad. En segunda instancia
se necesita firmeza explicando brevemente al niño que ya se terminó por hoy el tiempo
de juego en la plaza. En este momento no se pueden dar largas explicaciones ni se
puede pretender la reflexión. Una vez tomada la decisión es conveniente cumplirla
para mostrar un modelo. Siempre conservando el control y sin avergonzar al niño.
En la mayoría de las situaciones en que somos consultados por un tema de “conducta
o comportamiento y puesta de límites” es conveniente, pensando en que no siempre
hacemos lo que queremos sino lo que podemos, preguntar a los padres
- ¿Cómo lo resuelven habitualmente?
- ¿Cómo lo resolverían sus padres?
- ¿Cómo les gustaría resolverlo?

6. Es necesario trabajar sobre las siguientes ideas y conceptos


Los límites son necesarios. Ayudan y ordenan, dan seguridad.
La organización de la vida cotidiana en esta etapa de la vida es muy importante.
Es conveniente establecer regularidades y rutinas: momentos y espacio para
alimentarse, para bañarse, momento y lugar para dormir, para jugar, etc.
Conversar con las madres sobre la importancia del juego y del acompañamiento en el
juego.
Hablar de los berrinches, las conductas agresivas y los enojos como expresiones normales
de esta etapa y aconsejar no confrontar o desafiar sino, más bien, ser indiferentes
Explicar que a esta edad las consignas deben ser breves y firmes. Desaconsejar
explícitamente el castigo físico como método disciplinario explicando sus consecuencias
negativas en el desarrollo del niño.
Es muy importante recordar que la casa debe ser adaptada para reducir riesgos de
accidentes.

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