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Elogio del café. Por Jenaro Díaz Jordán.
"(...)Esto pensé y esto proferí en mi conciencia, el día y el momento en el que desde aquella
colina os tocaron mis ojos con una mirada. Más tarde cantaba a orillas de vuestro río,
rodeado de todos vosotros, el triunfo del trabajo que echaba heroicamente sobre las aguas
turbulentas del Pedernal su arco conquistador".
Elogio del café. Por Jenaro Díaz Jordán.
"(...)Esto pensé y esto proferí en mi conciencia, el día y el momento en el que desde aquella
colina os tocaron mis ojos con una mirada. Más tarde cantaba a orillas de vuestro río,
rodeado de todos vosotros, el triunfo del trabajo que echaba heroicamente sobre las aguas
turbulentas del Pedernal su arco conquistador".
Elogio del café. Por Jenaro Díaz Jordán.
"(...)Esto pensé y esto proferí en mi conciencia, el día y el momento en el que desde aquella
colina os tocaron mis ojos con una mirada. Más tarde cantaba a orillas de vuestro río,
rodeado de todos vosotros, el triunfo del trabajo que echaba heroicamente sobre las aguas
turbulentas del Pedernal su arco conquistador".
El 12 de octubre de 1.933, el cura prroco y humanista de Nuestra Seora de la Candelaria del Retiro, Jenaro Daz Jordn, pronunci este discurso ante los campesinos de la poca con ocasin de la creacin de la Fiesta del Caf. La caficultura empezaba a fortalecer la economa junto con la apertura de la carretera en el mismo ao.
Seoras y seores:
Nos hemos reunido para celebrar por vez primera la Fiesta del Caf, entrando en plena conciencia de lo que significa econmicamente para el Retiro el precioso grano que manos providenciales sembraron en nuestro suelo cuando finalizaba el primer siglo de nuestra emancipacin, y cuyo desarrollo oculto primero, se ha convertido en hecho descollante que atrae hacia esta aldea las miradas avizoras del comercio y encamina a sus arcas, enantes exhaustas, el ro cada momento ms caudaloso del dinero.
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Hablando en el lenguaje del tiempo y para los siglos que se acaban, una de las mayores conquistas para un pueblo consiste en hallar el derrotero ms corto, ms fcil y ms seguro que lo enderece a la conquista de la mxima altura econmica a que pueda aspirar, consultando los factores que la realizan, cuales son: su posicin geogrfica, la riqueza de su suelo y el aporte racial, artfice y primer elemento en una civilizacin.
Pues bien, desde el momento en que salv aquella enhiesta colina que vigila eternamente el sueo y el fervor cotidiano de esta colmena laboriosa, comprend cun prdiga estuvo con vosotros y la Providencia al sentar sobre la roca primognita el gran desfile de imponentes montaas; al tundir sus flancos con poderosos golpes para formar valles repuestos y senos prolficos; al despearles, cual fantsticos alamares, por cada pliegue un arrollo fecundante y al pasear sobre el pao de verdor inmarcesible y sobre el morrin embalsamado de cedros altsimos, las nubes, coronando de joyas efmeras de hoja y de flor, ensoberbeciendo las aguas humildes, deshaciendo la roca, combinando elementos, mullendo la tierra, aparejando el seno maternal donde muere y resucita gloriosamente la vital semilla.
Yo, que no s cuantas connivencias ocultas tengo en el paisaje, que es el rostro de la tierra, sent, al contemplar la gran visin de vuestros campos, que mi corazn salt alborozado y mi fantasa abri sus alas para el vuelo y encendi mi boca para el Himno gergico. Entonces fue cuando bendiciendo a Dios por vosotros arranqu de los labios de aquel ciego de las grandes promesas la bendicin con que colm el futuro de J acob, el fecundo como el cielo y como el mar: Dios os d del roco del cielo y de la grosura de la tierra
Esto pens y esto profer en mi conciencia, el da y el momento en el que desde aquella colina os tocaron mis ojos con una mirada. Ms tarde cantaba a orillas de vuestro ro, rodeado de todos vosotros, el triunfo de trabajo que echaba heroicamente sobre las aguas turbulentas del Pedernal su arco conquistador. E internndome en el misterio de la vida rural, apacent mi espritu en la contemplacin del campo embellecido por la brega tenaz de vuestros hombres. Desde entonces comprend que, desde el ojo providencial, que abierto en la espesura del monte llora el cintillo de lagrimas que se tornan en torrente, hasta la roca donde afianza su pie la calzada por donde fluye y refluye el golpe de vuestra vida econmica, vuestra bandera triunfal es el verde ramo del arbusto sabeo, cubierto de blancos verticillos como una guirnalda nupcial o franjado de rojas concreciones como un smbolo de sangre; la mesa donde jugis ao tras ao vuestra fortuna, la herencia de vuestros hijos, es la frtil ladera donde cada arbolillo ficha una promesa de ganancia; el arco donde se afirma el vivir tranquilo y providente, es el patio limpio donde blanquea la cosecha, el cortijo colmado por el husped del ao que intima imperiosamente con la complacencia del dueo, que se convierte en servidor; el termmetro que marca con su mxima y mnima el bienestar de la gleba o la arteria vital que complicndose en la altitud de vuestras comarcas, anuncia con su tonicidad elstica la potencia de la vida municipal, es la cascada roja que cae sobre la tolva para trocarse en albo torrente bajo la dentada lamina de la despulpadora; y la campaa clsica de los luchadores del campo, la vendimia no cantada de los trpicos, llega cuando el huerto de los cafeteros, convertido en un Getseman, vierte en cada gema de sus ramas, enormes gotas de sangre y adorna sus manos sarmentosas con joyeles de encendidos rubes; cuando la alegre comparsa de trabajadores irrumpen en el cafetal y salta de rama en rama recogiendo afanosamente la cosecha mientras aparece la algaraba de una bandada de pjaros traviesos; cuando al cerrar la noche las cuadrillas construyen escenas 17
pintorescas, donde salmodia sus plegarias el creyente, canta el mozo la estrofa picaresca, los patrones planean sus faenas del maana, y en el claro-oscuro del hogar, tejen las mil y una noches sus cuentos milenarios.
As, seores, es como he comprendido que pueda engrandecerse nuestro vivir: ligndose a este rbol providencial; acercndose a l; asindose a l, envolvindose a l como la voluble trepadora; pensando en l; anhelando y zozobrando por l; poniendo vuestras manos en l; derramando sobre l el sudor de vuestra frente, que es vuestra sangre y vuestra alma en forma de roci. De modo que el cuadro emblemtico de vuestra vida, tendr por fondo el verde cafetal y entre el ramaje opulento una juvenil silueta, a modo de deidad campestre, colmado el cesto con el rico grano guarnecido de escarlata.
Es increble que compenetrndose vuestra vida por manera tan intensa con la industria del caf no hubierais realizado esta festividad que parece emerger como flor natural de la conciencia popular. Siglos incontables hace que la humanidad rinde culto a las fuerzas naturales con que ejerce la Providencia suprema su misericordia con los hombres: Egipto adorn de hinojos al Nilo que le trae entre sus turbias aguas el lgamo fecundado; la India venera las aguas sagradas de Ganges, cuna de dioses y de hombres; el hebreo cant con notas inmortales la higuera y el olivo, bajo cuya sombra comi el dulce fruto y ungi su cabellera oriental; a las mrgenes de Mediterrneo, desde los tiempos heroicos, cuando el hijo de Semele se coronaba de pmpanos hasta el da de hoy, la vida es sagrada en el calendario del Mare Nostrum, porque su vino puso llamas en el pecho de sus valientes y encendi rosas en las mejillas de sus pasionales mujeres; el rabe saluda, desde la rida lejana a la palmera que crepita al rayo de un sol de fuego, porque bajo se abanico reposa y cabe su tronco beben l y sus camellos el agua del desierto. Todos los que andamos en comunin con la naturaleza le volvemos bien por bien, la beatificamos, le cantamos un himno eucarstico y le quemamos hasta el incienso de la divinidad, que pensamos, sin errar, que sonre tras el pabelln de sus obras.
Hoy iniciamos, finalmente, este acto de justicia natural que viene a ser el festejo de nuestra propia existencia en cuanto se abraza con el ciclo evolutivo de nuestra industria materna. Festejemos el caf que dorado al fuego, roto en fragmentos, y macerado, tonifica la recia musculatura del labrador; que aviva el semblante y hace disertar y graciosa la boca de la mujer, da pensamientos al sabio y visiones al poeta. Festejemos al caf que nace en vuestra tierra como hijo de vuestra propia vida fecundada por el roci de vuestras frentes, que es orgullo vuestro cuando extiende su rotunda copa adornada de nieve o de grana. Festejemos al caf que convertido en dinero es el factor de vuestra ventura, porque es pan y vestido para los dulces hijos y la cara esposa, dignidad personal, arca que salva, sillar con que vais edificando para el futuro el asilo de vuestra vejez y el nidal donde, bajo vuestras sombras, se incuba la felicidad del porvenir para la prole que os rodea con los pmpanos sagrados de la vias de Engad. Pos tanto, bendito sea el rbol que nos redime, bendito el pueblo cuya herencia es preciada cual la herencia de Israel; y bendita la Providencia de cuya mano omnipotente y misericordiosa viene todo don perfecto.
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* El presente texto fue tomado del libro Discursos y Conferencias. Jenaro Daz Jordn. Primera Edicin. Biblioteca de Autores Huilenses. Volumen V. Neiva, 1.958 ( Pg. 50-52).
Jenaro Daz Jordn naci el 12 de abril de 1.889 en el municipio del Agrado, Huila. Fue cura prroco del entonces Municipio del Retiro a comienzo de la dcada del 30. Durante su estada ayud a la construccin de la carretera Teruel-Palermo, inaugur el puente sobre el ro Pedernal, fortaleci la educacin pblica y exhort a los campesinos para que sembraran caf con el fin de erradicar la pobreza en la que estaban inmersos desde haca ms de 200 aos.