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$i tenemos en cuenta que la palabra de la mujer, en aquella cultura, careca de &alor testifical, es f cil concluir que ese protagonismo no pudo ser in&entado por los escritores) tu&o que haber ocurrido algo entre aquel grupo de discpulas para que fuera de ellas de donde naciera el primer anuncio del *esucitado. $in embargo, histricamente, carecemos de datos que nos permitan decir algo m s. +os queda el car cter simblico del relato, ! los ecos que el mismo despierte en nosotros. El encuentro con el resucitado ocurre al alborear el primer da de la semana. Es a#n de noche, las mujeres han madrugado. La prontitud de ellas no es la que pro&oca el acontecimiento) sin embargo, s les permite ser testigos. +uestra b#squeda nunca podr alcan,ar resultados que trascienden el ni&el de lo mental -la mente no puede conducir m s all de s misma., pero nos a!uda a quitar &elos, a descorrer losas que nos impiden &er. El mensaje que resuena in&ita a quitar algunas de esas losas pesadas' la oscuridad, la triste,a ! el temor. /odos los relatos de apariciones -tambi%n este. transmiten una palabra clara ! contundente de luminosidad, de alegra ! de confian,a. 0hora bien, esa palabra no la podemos captar desde la mente. 1orque nuestra mente -en cuanto rgano de conocimiento. #nicamente entiende de objetos 2fsicos o mentales3 ! se le escapa todo aquello que no es objeti&able, aquello que trasciende el ni&el de lo que puede ser medido. La &erdad del anuncio, por tanto, no puede ser pensada. 4 si creemos en ella, simplemente porque alguien nos la ha transmitido, nos encontraremos apenas con una creencia) nada m s. La &erdad del mismo #nicamente nos llegar en la medida en que tengamos experiencia de ser la propia &erdad que se anuncia. Lo cual requiere que estemos situados all donde somos 5ida. 6ientras permanecemos identificados con nuestra mente -cre!endo que nuestra identidad es el !o psicolgico o mental., no podremos pasar de creencias. $olo en la medida en que acallamos la mente, ! entramos en contacto con nuestra &erdadera identidad, nos descubrimos ser 5ida, Lu,, 7o,o, 8onfian,a9 Estamos situados en el mismo lugar en el que ocurre la experiencia que llamamos de resurreccin. Lo que descubrimos no es que nuestro !o tenga la &ida asegurada, sino que nuestra &erdadera identidad es 5ida, que se halla a sal&o de cualquier contingencia. 1or eso, alegraos, no tengis miedo. 777.enri!uemartine6lo6ano.com