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EXTRACTOS SOBRE LOS ÚLTIMOS DÍAS DE KRISHNAJI

Última Plática 4 de Enero de 1986 Última fotografía en la playa de Adyar

Me parece verlo ahora, saliendo del portal de Vasant Vihar, en Madrás, caminando con su
sobrino Narayan, dos brahmines dignos, uno de 90 y el otro de 60 años, pero que aparentan ser
décadas más jóvenes, dirigiéndose a la plataforma bajo el árbol iluminado, donde miles de
personas lo esperan.
El sube lentamente a la plataforma cubierta con tela y se sienta en meditación, solo, como si
estuviera en esa montaña solitaria donde perpetuamente nace un arroyo que es el Ganga.
Entonces habla.
Más tarde esa noche, me dice: “Algo entró dentro de mí. Algo me ha ocurrido”. El habla del
nacimiento y comienzo de toda energía, la percepción del sendero que conduce a la fuente de
toda creación. Luego de una hora, se sienta en silencio.
Un niño se le acerca con una flor. El se vuelve, sonríe y toma la blanca flor de champak. El
niño sonríe. El sermón termina con el silencio y la sonrisa. El ha dicho que ésta es su última plática.
Es la noche del 4º día de enero, 1986. El cuerpo tiene seis semanas más antes de morir. Una
energía extraordinaria emana de él.

…El ha estado hablando de su muerte abierta y libremente. Me dice una noche -“El Dr. Deutsch me
examinará una semana después de llegar a California. Si él dice no más viajes, no más pláticas,
entonces se acabó todo. El cuerpo morirá en cuatro semanas”.
Como de costumbre, atraviesa el jardín de la casa de Rhada, por el portón, que abre y cierra
cuidadosamente, y torna a la derecha por la playa. Hay embarcaciones y niños en la playa que está
oscurecida por el mar y el cielo. Camina en silencio. Toma la mano de Rhada mientras camina,
levanta su mano y toca a Nandini Mehta en el hombro, descansando su mano así mientras camina;
entonces da la vuelta, pasa por delante de la casa de Rhada hacia el otro lado de la playa donde al
final hay un puente roto y el río de Adyar se convierte en la Bahía de Bengala (en menos de dos
meses sus cenizas habían de ser esparcidas aquí). Se detiene en silencio, mirando al mar y al cielo.
Da la vuelta y empieza a caminar en dirección de la casa de Rhada, permitiendo que los
demás se adelanten. Su cabellera vuela detrás de él como la cola de un cometa. Llegamos a la casa
y deja que todos pasen por el portón. Se para a un lado. Cuando está solo, otra vez mira en cada
dirección por unos momentos. Mira la arena, el mar y el cielo, y ésa es su despedida.
Le hablo a Krishnamurti ese día y le digo: “Toda su vida usted ha ayudado a otras personas, se ha
preocupado por los demás, me ha ayudado a mí toda mi vida. ¿Puedo preguntarle si en algo es
posible que yo le ayude a usted? No me refiero al cuerpo, ya a éste se le cuida, lo que pregunto es
¿cómo yo, cómo nosotros, podemos ayudarlo a usted? Me escucha con sus ojos cerrados. Los abre,
sonríe y dice muy seriamente. “No permitas que nadie eche a perder las enseñanzas”.
Entonces vuelve a cerrar los ojos.

…SI HAY SOLAMENTE CINCO PERSONAS QUE ESCUCHEN, QUE VIVAN, QUE VUELVAN
SUS CARAS DE FRENTE A LA ETERNIDAD, ESO SERÁ SUFICIENTE…

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