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P R
• IG~ lIT
Dl~RECHOS REsERVADOS
IMPREsO EN ~SPAÑA
PRINTED IN SPAIN
PREFACIO Pág. 7
PRÓLOGO P<fg. 15
EXPLORACIONES Pág;'75
FÉLIX TROMBE
Director de IOvestlgaclones en el <1Ccntre
NatlOnal' de la Rccl1ercl1e sCientifiqucD
PRÓLOGO
L "Soum de Leche"
2. Pico de Arias
3 Pico de Anie
4. "Pierre Sain! Marlin"
5, Elevador
6 Plataforma a 80 m.
J. Plataforma a 213 m.
B Plataforma de llegada a 356 ro.
9. Bobina del cable telefónico.
t O. Mausoleo de Marcel Loubens
t 1. Campamento de 1952
t 2. Escalera da cuerda
13. El torrente m,
14" El tia aoo
15, Terreno calcáreo 15 SALA
16. Esquisto
200
SALA 1QO
MARCEl. LOUBENS
100 o
CAPÍTULO PRI1YIER,Q
EN EL FONDO DE LA SIMA
P
~RTJMOS a la aventura, provistos de nuestro ma-
terial. La pendiente es fuerte pero fácil, de grue-
sa gra\·a. Nuestras lámparas de acetileno, recién
cargadas, iluminan hasta una cincuentena de metros
de distancia. Avanzamos entre dos vallas de piedra
formadas por enormes bloques enclavados unos en otros
en curiosas posiciones. Sobre la roca rojiza o amari-
llenta, la luz movediza hace bailar a las sombras una
fantástica danza.
Hemos dado la vuelta a un torreón, hemos torcido
hacia la izquierda, y ahora seguimos junto a la pared
misma ele la ala.
- ] ackie ha operado aquí - comprueba Loubens.
En efecto, en el suelo unas lalllps-flash quemada
reluccn débilmente cerca ele u envoltorio de carbón
rojo c n puntos blancos.
Caminamos prudentemente por este elédalo ele pie-
dras, metiéndonos bajo bóvedas sostenidas por arcos,
escalando bloques desportillados, deslizándonos por es-
trechos pasadizos.
Durante doce horas, Jackie Ertaud ha recorrido es-
3
34 LA 5[111 A DE PIERRE SAINT-MARTIN
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EXPLORACIONES
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82 LA SIlvIA DE PIERRE SAINT-1VIARTIN
- No te oigo bien.
- ¿ Mantenerlo inmóvil?
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98 LA SIlVIA DE PIERRE SAINT-MARTIN
-¡Repite!
- ¿ Mantenerlo inmóvil sobre una superficie rígida
y horizontal? Bien.
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8
CAPÍTULO IX
INTENTAR LO IMPOSIBLE
.'
concentrado, sin apresuramientos, Maire.y
S
GRIQ,
puso manos a la obra. Rompió una ampolla, lleno
unas jeringuillas, dió unas inyecciones. Yo lo veia
sin mirarlo.
Ante el cuerpo de nuestro compañero, luchando fe-
rozmente por vivir, ante nuestra total impotencia para
sacarlo de la trampa en la que nos hallábamos con él,
nos había invadido un sentimiento casi de culpabilidad.
Cuanto más duraba el incomprensible silencio de la su-
perficie, cuanto más tardaba la llegada del socorro, mas
cuenta nos dábamos de que las probabilidades de sal-
vación de ~oubens disminuian y la sensación de que su
vida dependia de nosotros pesaba sobre nuestros hom-
bros de un modo más agobiador. Pero ¿ qué podíamos
hacer nosotros para ayudarle? Nada, nada más que enju-
garle la boca, sostenerle la cabeza, mantenerle abrigado...
Ahora el médico estaba allí, y nuestra responsabi-
lidad habia tenninado. Sin embargo, no me sentía ali-
viada, estaba embrutecido, y tan rendido ...
El médico diagnosticó una fractura abierta del codo
izquierdo.
II6 LA SIMA DE PI ERRE S~-'lINT-MARTIN
!,
bamos preparados, con el casCo puesto, inclinados sobre
el cuerpo .de Loubens. Después de un último silencio,
el de los últimos ciento diez metros de 'vacío, el bloque
percutía repentinamente en el fondo y estallaba literal-
mente mientras algunos fragmentos azotaban el aire
cerca de nosotros.
Los silbidos se oían más distmtamente: uno sólo:
"Alto"; dos: "Subid"; tres: "Bajad". El equipo, cohe-
rente y eficaz, se acercaba poco a poco. Pronto estaría el ,.
'1
jefe en la plataforma a-24° m. (a 140 metros sobre ¡:t
iJ
nuestras cabezas). Estos silbidos, algún nuelo de voces '1
que percibiamos por momentos, era todo 10 que sabíamos
de aquellos hombres que exponían deliberadamente su
viela para ayudarnos a salvar a Loubcns.,
El doctor sacó de su mochila algunos frascos, tubos
de goma, jeringuillas, disponiéndolo todo de lll1 modo
metódico sobre el cuerpo lUIsmo de Loubens: no había
ningún otro lugar en donde ponerlo.
Luego se arrodilló junto al herido, sobre una sola
rodilla, apoyando la otra contra la pared. Al otro lado
de la camilla Labeyrie y Occh1a1ini, ansiosos enferme-
ros, se las compusieron como pudieron para hallar una
posición estable. Mairey les entregó los frascos, coloco
las gomas y cogiendo el brazo de Loubens buscó la
vena. La transfusión comenzaba.
Varias veces, en el curso ele las últimas horas, ha-
bíamos reído y bromeado, era necesario hacerlo, era
preciso preservar 10 que nos quedaba de potencial ener-
gético, tanto por .Marce! como por nosotros. Ahora nos
envolvia una seriedad absoluta, casi palpable.
Cogí los aurículares y el laríngófono. En la super-
ficíe habla siempre alg-uien de turno.
Iz6 LA SIMA DE PIERRE SAINT-MARTIN
- Cuando queráis.
Se quitó los auriculare y contempló silenciosa-
mente a Louuens. Su bandada o ro 'tro estaba endure-
cido, eñaladu por la fatiga.
El tiempo trall'curría. ¿ Qué má ¡¡odíamos hacer?
Era preciso e perar. Ahora sentiamo' el frío, la hume-
dad, el agobio del esfuerzo realizadu. \ Iguien encen-
dió el hornillo para hacer un poco de café.
Uama azul del butano, :\¡''l.Ia que canturrea. lIu"ión
de dulzura familiar.
. larcd exhaló un débil gt.'lUido, el primero de 'de
"u caída obre la piedras. Luego un 'egundo. un ter-
rt J. ~\1 nu
mi nlr
Lahl'\'ril;." .-aha I l'pilllhll.
La-
l'-
le.
- Tare 1 mi n ha mu r .
9
CAPÍTULO XI
M .
ETIMOS. en la mochila t.OdO CUaI.ltO podia ser-
nos útil abajo' el hornillo. la marmita, algu-
. nos viveres, un colchón neumatico, las can-
timploras. Mis tres compañeros se internaron en el
pedregal mientras yo me dirigia a buscar agua. Ésta
seguia cayendo gota a gota, bajo la roca contra la cual
Loubens habia chocado al caer. Su sangre se habia es-
parcido allí, a menos de un metro mis arriba del hueco
donde yo me agazapaba, sosteniendo la lata de conser-
vas vacia, en la que iba acumulándose lentamente el
agua.
A pesar del fria de cuatro grados, aquella sangre se
alteraba y un hedor dulzón empezaba a flotar. Yo inten-
taba no pensar en nada y respirar sólo por la boca...
Media hora, treinta largos minutos. Las cantím-
pIaras estaban llenas. Bajé al campamento.
Jacques y André hacian hervir lentejas, abrían
unas latas de sardinas. Beppo y yo, después de des-
montar la pequeña tienda "Narvik", instalamos una
"RacJet" mayor en la que podriamos caber los cuatro
I32 LA SIMA DE PIERRE SAINT-MARTIN
AQUÍ,
MARCP,L LOUBENS
HA VIVIDO LOS ÚLTIMOS DÍAS
DE SU VIDA VALEROSA
***
Aquella noche dormimos muy mal, como la prece-
dente. El día siguiente, 16 de agosto, fué consagrado
por entero a la subida de Labeyrie primero, y de Occhia-
lini después.
J acques Labeyrie es un hombre tan prudente como
audaz.
"Hubiera debido repasarlo todo antes de bajar - nos
habia dicho y repetído después del accidente - , pero temi
qt!e me dijeran que exageraba las precauciones, que te-
nia ll1iedo."
Ahora que, desgraciadamente, sus aprensiones se'
veian justificadas, no quiso dejar nada al azar, al menos
nada de 10 que él pudiera verificar desde el fondo. Pa-
samos horas enteras atando y reforzando con alambres
las argollas que sujetaban el mosquetón al arnés. Cor-
té en varios pedazos la hermosa cuerda denylón y fa-
bricamos con ellos unas anillas de suspensión supleto-
rias que atamos paralelamente a las normales.
- Lástima - observé - una "nylón" de 10 milí-
metros completamente nueva...
- Es que tenemos empeño en salir vivos ele aqui
- replicó Jacques.
J38 LA SIMA DE PIERRE SAINT-MARTIN
ÚLTIMA EXPLORACIÓN
- ¿E t fa bien?
a bien, racia.
- Hable a In nudo para que cpamo i el tel~-
fon funciona r gularmcnt - me dij yn .
li ubida e efectua1Ja de pací más dI.: pacio que
la de mi do prede e 01' '.
- .. o 'él muy apri. él - b rvé.
- ~ ~ má prutl nte - re'p ndi6 la:' ¿
Se lo dije.
- ¿ Camas de campaña? - e talló -. Había dich'J:
.. :olalJlente lo indi -pensable".
- Lo indí ·pensable.. _-murmuré - . Entonce hu-
I,era podido ubir de-nudo.
\ '(l eguía munnurando: .. )ndi )l\:n able, indi peno
o able... "
- Oe.cm araee- del kit-bag - ordenó.
En ell·/t-blJY. adenú, de las do camas que pesaban
cuatro kil ., habia. entre otra. el)sas. un e.xeelente trí-
pode cinematográfico...
- Hay el trípode C. T. ~1. - dije - . Entre too"
debe de valer uno- do cientos mil franco:. ¿Lo uelto
de todo- modo:?
JIubo un lar ro silencio: lueWJ:
- uéltelo.
Abri I.)s dos mosquetones y sO tU"e el precio o klt-
bay sobre el vado con el brazo extendido.
- ¡ Eh..\ndré!
-¿Qué hay, Haroun?
- Suelto el kit-bag, ¡atención! lo encuentra-,
echa un "istazo al trípode ...
- Entendido. uéltalo.
Abrí la mano.
ilencio. Como si no sncediera nada. Silencio, Ya-
rio egundos de ilencio. A veces, "ario segundo- pa-
recen muy largos. Y de pronto. el "era ", el aplasta-
miento del pesado paquete obre las rocas del fondo.
Entonces me di cuenta de pronto del enorme vacío que
me eparaba del fondo del abi mo.
-f.uí· .on 11 JIa<ln :11 ,Ija ¡gilí 'oh' 11. I ., Ilill.••
.olllpmil'l"1l I1l' LUlIl11'O. ah ;tfJlIrl' ~ pa tor 1111raoll' 1 r '/11 ,ll'l n' l)IIn 11.
J'F..\·D/C\"[¡¡ DE l . ' /1lI.U 16
* * *
¿ Qué 'uccdia allí arriba? ~Iis padre me 111 conta-
ron mi tarele. Habían regresado de Lic'] en donul' e.-
perahan la' noticía.. en . egui<la que ~ trató ele rcmon-
taro< .)' pa al' n vario' día en aquel im'cro imil ''¡''GC'.
me,colanza el' L'luipos dc '(>corro, de gendarm ,de
pa -torc - )' d ' ¡x:riodi. la: que :e habian rennido en ¡r-
no al pequetio grupo de la expediciílll. He aquí CI)IllII
puedo rcpre 'cnlarme la coa,. -e¡.,"lÍn el relalo que -e
me hizo.
• on la cinco y media de la tarde. El tiempo, h 1'-
nlO 'o al ¡,rincipio. ha ido empeorando poco a Jl<>C0 'i'
amenaza 1I1J\'ia. ).0 - a:istente: . iguen la <:>tapa de mi
asccn -iím por la' breve frases que Co. yn< pronuncia
cn el laringófono con 'u monótona \'oz. Ha la ahora
e:ta a:censión . e ha efectuado de un modo regular aun-
que Icnta por mis ochenta kilo y el peso de mi equipaje.
El elevador 'e detiene,
Ca yns ,e quita lo' auriculare y sc inclina hacia el
mecánico. Luego, "uelve a coger el laringófono. habla
de \'Crincación, propone el descenso y finalmente con-
cede:
- Bueno. intenlaremo arreglarlo sin bajarte.
\Irededor de la frágil mAquina encaramada en el
abrul,lo borde de la ca\'idad, Max Co yn.• Louis y u
ayudante: e con. ultan a media voz. l\Iadame ,Iairey
e:tá en ti teléfono que comunica con el campamento.
: e le oye pedir que bu quen entre el material UIk'l po-
le:t de cinco milímetro . Todo el mundo comprende. .
¿ Un:<: verificación? e trata de al~o má~ que e lo.
Pero no encuentran lo que .c nece -ila )' e prl'Ci~o
rio LA SI1VIA DE PIERRE SAINT-IvIARTIN
•
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