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Breve antología del poemario


NAVÍOS DE CARONTE
CARLOS FAJARDO FAJARDO
COMÚN PRESENCIA EDITORES
BOGOTÁ, 2008, 62 PGS.
http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2009_07_07_archive.html
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Carátula. Ilustración Edgar Insuasty * ( 1 ) . Serie "Pateras"


El libro está dividido en cuatro partes: Navíos, Diáporas, Puertos y Exilios . Cada
una se inicia con un epígrafe y con la reproducción de una Patera.
* Allí texto sobre el artista y su serie "Pateras" que aparece en las páginas 61 y 62 del libro.

N AVÍ
OS
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(Oh exilio y hundimiento irrefutable )


La soledad es esto:
El mar en todas partes.

Giovanni Quessep

Nos enmudece el grito del mar


su insistente sonido.
Cruel es el viento.
Golpea cuerpos de legendarios guerreros
diestros en soportar el hambre milenaria.

Nos enmudece este mar antiguo


esculpido en la memoria
y el deseo de alcanzar su inabarcable horizonte.

Rumores nos llegan con el aire.


Arrastramos por la arena los navíos
y una gota de sal se posa en nuestros ojos.

Nos embriaga el sonido de las olas


el llamado de Caronte.

La soledad es esta barca envuelta de tragedia.

Las moscas circulan por nuestros rostros.


Tenemos ya tatuado el signo de la muerte

Hemos visto aquí barcas sedientas dispuestas a partir


y conversamos entre nosotros como vivientes tumbas.

Estas barcas nos llevarán a otros países.


Son nuestra fortaleza
el suplicio por una libertad remota y triste.

Hemos visto aquí estas barcas.

Vencerán las infinitas distancias


que entre nosotros palpitan.
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Mientras tanto cantemos


para dejar tranquilo al corazón

Madre
las voces del exilio me han llamado.

Miro al horizonte.
Viajo en esta barca sin retorno
lleno de vacíos.

Madre
cuelga un ramo verde en la puerta de casa
espanta la muerte.

Viajo hacia el abismo

De día salimos.
Alguien lloraba en la playa
cuando nuestros corazones sorteaban
las embravecidas olas.

Todo un mes lo habíamos planeado.


Una oración triste se elevaba
y el llanto de una anciana
iba prendido en la memoria.

Destino sin destino.

Navegamos abrazados
a este pedazo de árbol
labrado bajo el enfurecido cielo.

Al gran Dios elevamos unas plegarias


pero el mar cobró su recompensa

y mientras el sol ardía


sólo el silencio fue testigo
de cuerpos flotando
en la fogata de la tarde
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Ancho es el mar.
Mis cabellos se agitan por los tempranos vientos.

Sumergido en la inmensidad de la luna


se me acaba la tarde.

Que nadie se fije en nuestros aguados ojos.

La muerte será más cruel y pura


en océanos de nadie

Tengo miedo, Ibrahim, tengo miedo.


Desde nuestra partida
no he dejado de sentir este miedo
que se amontona en mi sangre.

¿Tendré que morir


sin más compañía que la de mis huesos?

Áspero rugir del agua bajo mis pies


y no sé nadar Ibrahim.

Cántame una canción


abrázame como la primera noche
regálame un beso bajo esta temerosa luna.

No sé nadar
y el mar da alaridos llamándome.

Tengo miedo Ibrahim.

¿Y es que acaso no existe otro horizonte?


¿Otra playa donde ofrecerte mi adolescente cuerpo?

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Espadas son nuestras barcas en las manos del mar


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y toda la alegría dejada en casas lejanas.

Espadas amenazantes
en el momento de partir
tajadoras de nuestros deseos.

El sol en el mar y el mar en nuestra sangre


el golpe de la ola en mitad de la noche
cuando los rezos se vuelven estériles
soñando en un más allá
mejor que cualquier sitio.

Espadas son nuestros navíos


ruinas amontonadas
delante de cualquier puerta
en cualquier playa

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DIÁSPORAS

Viaja: hoy comienza el abismo de tu propia nostalgia.

Carlos Obregón

Soy del olvido.


El techo de mi casa se derrumba
voraces avispas pican mi carne
insectos bajan a degustar esta podredumbre.

Me resisto a vivir ante estos muros.


No quiero empotrar aquí mis ojos ni mi sexo
no quiero ser un moribundo llorado
alguien que atrae golosas moscas.

Soy del olvido


oscuro túnel donde el tiempo sigiloso se oculta
herida abierta de par en par ante mis ojos
cataclismo que mira la dolorosa belleza.

Soy del olvido.

Un hombre con un ataúd que arrastra


y una oración que llora.
Un ser que se hace preguntas
inclinado en esta barca
eterna guía de la muerte que me signa
corazón de mi extravío

No tenemos nada
sólo un duro porvenir
hijos aún no nacidos.
Ah que no nazcan bajo este cielo oscuro
que se queden sin ver estos escombros.

Nuestros hijos no han nacido.


Que nazcan en tierras extranjeras
bajo el claro cielo de lengua extraña
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no en estos firmamentos del desierto.

No tenemos nada:
sólo este dolor
y la muerte enamorada

Adiós bello Farid


te dejo mi sonrisa
mi ausencia
y mi segunda piel.

Que nuestro lecho


jamás sea habitado por musgos ni por hiedras.
Que la puerta de casa abierta permanezca
para que entre mi nostalgia.

Todo lo dejo aquí.


Mi niñez, los amores
mis juegos de hembra.

Sólo tus locas manos


podrán vencer mis miedos
tu rostro lleno de súplicas
las cartas secretas
y el recuerdo de unos ojos
nunca devorados por las sirenas de la muerte.

Adiós bello Farid


amante mío.
Cuando sueñe
te llevaré a otras tierras
para que me salves
de enfurecidos soles

Barbate y Nina lloraron mi partida.


Sus delicadas manos se agitaron al aire
como derrotadas banderas destrozadas en la playa.

Otro país me acogerá en sus arenas.


Allí me esconderé hasta vencer el miedo.
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Y tú, amada y lejana tierra


estarás latiendo en mi memoria

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PUERTOS

Te escribo desde el otro lado de la tierra

Joseph Brodsky

Desnudo he llegado
como oscuro remero de la noche.

Desnudo por los bosques


con un ciego terror
igual a un grito
esfumándose
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Tengo mi dinero estropeado


y algas en la boca.

Tengo corales en la espalda


y medusas en mis ojos.

De un momento a otro
me he vuelto más viejo
que todo el mar.

Me azotan las olas.

Alguien llora con un jirón de mi ropa entre sus manos.

No entiendo por qué


no veré más esos húmedos ojos
su inquietante belleza

Hasta esta playa hijo


hemos llegado.
A esta soledad terrestre
donde ya nadie nos alcanza.

Era nuestro sueño ¿recuerdas?


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La Otra Orilla
pedazo de ilusión
que desgarró nuestra alma.

A esta playa hemos llegado.

¿Crees que en casa


alguien habrá encendido un fuego a nuestro nombre?
¿Presentirán este vacío del vacío, sin dolor alguno?

Hasta esta playa hijo hemos llegado.


Te bañan acariciantes olas
el sol crece en el horizonte
y las aves petrifican su sonido en el acantilado.

Descansa.

En casa nadie sabe


que ahora somos dos cadáveres
sin compañía alguna

Estoy muerta
sé que estoy muerta.
Las olas golpean mi espalda.

Algo me sorprendió de pronto


arrancó de los brazos a mi niña.

Ahora estoy muerta.


No llegaremos hija a la Otra Orilla.

Tan cerca, tan próxima


y tan lejos que se ve ahora.

Estamos muertas hija.


Padre no vendrá esta noche por nosotras

Extranjero, extranjero
¿de qué país traes tus fiebres
tu piel y entristecidos ojos?
¿de qué región provienes ansioso,
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tú el indeseado?

Extranjero me gritan.

Y mientras pasa la tarde


un dolor recorre mi país marchito

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Madre aún siento el olor de todo el mar


el sonido de las olas
las hirientes arenas entre los pies.

No he podido olvidar el color de tus ojos


la mansa luna donde arrullas a tus hijos.
No he podido olvidar tu voz entre los pájaros
mientras me baño en otros ríos.

No he podido olvidar nada madre


y con esta carta viaja el rumor de los amigos muertos
su terrible osadía.

Viaja el aullido de un mar oscuro


impenetrable
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EXILIOS

Mi única esperanza está en mi exilio

Carlos Obregón

Hemos partido de nuestra tierra de sol


para ver este paisaje de chopos y de encinas
y una ciudad entre un valle de olivares.

No hemos encontrado paraíso alguno


sino cuartos oscuros, calcinados.

Aquí se ha detenido nuestra vida.


No hay otro cielo
ni promesas azules de muchachas.

Sólo este otoño que de prisa pasa

Soy extranjero
sin nombre
sin ley
sin luna.

Soy extranjero
sin lengua
sin palabras.

Soy extranjero
sin madre
sin patria
sin un árbol que recuerde

Algo queda atrás.


De un momento a otro
todo ha cambiado.
Bebemos exóticos licores
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lucimos llamativos sombreros


tejidos en desconocidos países.

El sol calienta nuestro pecho.


En otoño
furiosos vientos
blanquean la trigueña piel.

Con el fuego de la pasión


encendemos cigarros traídos de las islas.

Los encendemos
para espantar la muerte

Soy un extraño en trenes de extraños


un pasajero sin más
embriagado de luna.

No conozco estos seres que pasan como un vicio


no sé nada de sus largas jornadas
ni de su íntimo bar.

Busco mi patria en las patrias de otros


y no sé qué país
con sus miedos me habita
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Mi mano busca la mano de mi madre


¿Dónde encontrarla?

Necesito su voz de ángel cotidiano


el luminoso regazo para mis infantiles sombras.

Mi mano busca la mano de mi madre


pero desde entonces todo ha sido ausencia
y nada puede ya traer su rostro alucinado.

Mi mano busca la palabra del hermano


pero desde entonces él descansa
tan solo y apacible
que nada llega a su inalcanzable canto

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Mándame una postal, me dices.


Cómprame una bufanda para alcanzarte.
Escribe tus cartas en la boca de los lobos
y no te mueras sin mí en extrañas ciudades.

Tráeme un buen vino


para pasar juntos el trago amargo de esta lejanía.
Tráeme algo pero sobre todo tráete a ti.

Mientras yo
al otro lado de la línea
trato de alcanzar esa voz
buscando que la tarde adquiera la forma de tus brazos

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Estoy hecho para el recuerdo.


Ahora sé que no seré feliz.

Triste de esta fortaleza donde no perduraré.


Triste de mí
triste de viento
triste de ser lo que soy
aunque perduren las hojas caídas
y los pájaros

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¿Quién me llevará de nuevo a mi triste y bello país?

Está en la otra orilla.


Llamo
pero nadie responde.

¿Será que he muerto en esta extraña patria


esperándote?

¿Quién me llevará de nuevo a mi triste y bello país?

Te estoy llamando.

Nadie responde
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