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Haba un hombre rico que vesta de prpura y lino, y celebraba todos los das esplndidas fiestas.

Y uno pobre, llamado Lzaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caa de la mesa del rico. (Lc 16, 19-22)

Han diseado su vida de tal forma que mantienen alejados a los pobres, aun por medio de la fuerza pblica.

Hay algunos que no se atreven a mirar de frente a la miseria por miedo a tener que afrontarla alguna vez.

En el fondo les recuerda la imagen de lo que son en realidad.

La parbola evanglica de Lzaro y el rico epuln presenta con rasgos vigorosos las condiciones que separan al pobre y al rico.

El rico organiza un banquete cada da, se viste de gala y goza de una casa que le permite esos fastos y esas pompas.

El pobre, en cambio, ni siquiera tiene acceso a las sobras de la mesa del rico, pasa el tiempo a sus puertas y deja ver sus llagas entre los jirones de sus ropas.

El abismo inmenso que un da separar al pobre del rico, refleja una situacin que se ha iniciado en la vida.

Para bien y para mal, el maana empieza hoy.

Escuchar a Moiss y los profetas.


Prestar atencin a la Palabra de Dios que se revela por medios cotidianos y nada extraordinarios.

Seor Jess, que nos has advertido muchas veces sobre el peligro de las riquezas. T quieres que descubramos la presencia de los pobres, con los que has querido identificarte. T nos invitas a compartir los bienes de este mundo Que a ellos les pertenecen. No permitas que ignoremos tu ejemplo y tu mensaje. Amn.

Jos Romn Flecha Andrs


Palabra del Seor, Salamanca , Editorial.Secretariado Trinitario,2007
Presentacin:

Antonia Castro Panero

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