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ESCUELA DE:

Derecho.

ASIGNATURA:

Historia Universal.

ESTUDIANTE:

Angela Mendoza Cabrejos

DOCENTE:

Julio César Fernández Alvarado.

CICLO:

II

Chiclayo, 2008.

1
EL FEUDALISMO Y LA UNIVERSIDAD

AGRADECIMIENTO
INTRODUCCION
CONTENIDO
CAPITULO I: El feudalismo
1.1.Orígenes y desarrollo
1.1.1. La caída del Imperio romano
1.1.2. Las instituciones carolingias
1.2.Antecedentes
1.2.1. Entorno, tareas y división de la nueva sociedad
1.2.2. Un nuevo poder
1.3.La crisis del feudalismo
1.3.1. Causas
1.3.2. Explicación de la confluencia de estos factores
1.3.3. Consecuencias de la crisis
1.4.El vasallaje y el feudo
1.4.1. El homenaje y la investidura
1.4.2. La encomienda. La organización del feudo
1.5.Causas del feudalismo
1.6.Consecuencias del feudalismo
1.7.Características del feudalismo

CAPITULO II: La sociedad feudal


2.1. Elementos
2.2. Monarquías y nobleza feudal
2.3. Propiedad y familia feudal
2.4. Transformaciones de la sociedad feudal, Proceso de expansión
2.4.1. La expansión demográfica y agrícola
2.4.2. La expansión mercantil y urbana
2.5. Nuevas mentalidades del feudalismo

CAPITULO III: Las universidades


3.1. Orígenes y desarrollo
3.2. La universidad y su contexto
3.2.1. Antecedentes de la universidad
3.2.2. Creación de la universidad
3.3. El sistema pedagógico
3.4. Vida universitaria
3.4.1. Razón de ser de la universidad
3.4.2. Universidad y vida buena
3.4.3. Símbolos académicos

CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
ANEXOS

2
AGRADECIMIENTO

A mis padres por su paciencia,


comprensión y por brindarme su
apoyo necesario para culminar mis
estudios.

Al profesor y asesor Julio Cesar


Fernández Alvarado, por su paciencia e
incondicional ayuda en la realización del
presente trabajo.

INTRODUCCION
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El presente trabajo tiene como objetivo dar a conocer un poco, a lo que se
refiere el feudalismo y las universidades, así mismo sus características,
consecuencias, causas y formación.

Ya que el feudalismo se caracterizó por la concesión de feudos (casi siempre


en forma de tierras y trabajo) a cambio de una prestación política y militar,
contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad.

Fue un sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los


miembros de la nobleza de Europa Occidental durante la alta edad media.

Es muy importante dar a conocer las diferentes perspectivas y acontecimientos


que sucedieron en siglos pasados, ya que enriquecen de cierta forma y nuestra
cultura e historia.

La Universidad, como institución, data de la Europa medieval. Aunque tiene


antecedentes en las culturas Griega, Romana y Arábica, las primeras
instituciones con una organización formal nacieron en Europa Occidental.
Bolonia y París representan los prototipos de universidades medievales, tanto
por su antigüedad como por su forma de organización. Se considera que,
aunque evolucionaron paulatinamente, para el siglo XII ya estaban constituidas
como tales.

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CAPITULO I

EL FEUDALISMO

Se denomina feudalismo a la organización social, política y económica basada en el


feudo que predominó en la Europa occidental entre los siglos IX y XV. Se trataba de
propiedades de terrenos cultivados principalmente por siervos, parte de cuya
producción debía ser entregada en concepto de "censo" (arriendo) al amo de las
tierras, en la mayoría de los casos un pequeño noble (señor) nominalmente leal a un
rey.

Existen en general dos definiciones de feudalismo:


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- Definición institucionalista (por F.L. Ganshof): Designa un conjunto de instituciones
que respaldan compromisos generalmente militares, entre un hombre libre, el vasallo
(vasallus, vassus) y un hombre libre en situación superior. El primero recibe del
segundo un feudo (feodum, feudum) para su mantenimiento.

Puede definirse el feudalismo como un conjunto de instituciones que crean y rigen


obligaciones de obediencia y servicio –principalmente militar– por parte de un hombre
libre, llamado “vasallo”, hacia un hombre libre llamado “señor”, y obligaciones de
protección y sostenimiento por parte del “señor” respecto del “vasallo”, dándose el
caso de que la obligación de sostenimiento tuviera la mayoría de las veces como
efecto la concesión, por parte del señor al vasallo, de un bien llamado “feudo”.

- Definición marxista: Un modo de producción con unas peculiares formas de


relación socioeconómica, situado entre el esclavismo de la Antigüedad y el capitalismo
moderno. Concretamente, se lo entiende como un conjunto de relaciones de
producción y dependencia entre el campesino y el señor, propietario de la tierra que
aquél usufructúa, en un momento de predominio de la agricultura como fuente de
riqueza.
Un sistema bajo el cual el status económico y la autoridad estaban asociados con la
tenencia de la tierra y en el que el productor directo (que a su vez era poseedor de
algún terreno) tenía la obligación, basada en la ley o el derecho consetudinario, de
dedicar cierta parte de su trabajo o de su producción en beneficio de su superior
feudal.

El Feudalismo se puede entender también como la ruptura de todas las estructuras de


poder Antiguo, en un sistema de fragmentación de la tierra donde el Señor es juez,
administrador y militar de la misma. Todos los señores responden al monarca. Los
campesinos ofrecen sus servicios y labran la tierra a cambio de la protección del señor
feudal, y entre los señores se forman las relaciones feudovasalláticas antes
mencionadas.

1.1. Orígenes y desarrollo


Cuando los pueblos germanos conquistaron en el siglo V el Imperio romano de
Occidente pusieron también fin al ejército profesional romano y lo sustituyeron por los
suyos propios, formados con guerreros que servían a sus caudillos por razones de
honor y obtención de un botín. Vivían de la tierra y combatían a pie ya que, como
luchaban cuerpo a cuerpo, no necesitaban emplear la caballería. Pero cuando los
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musulmanes, vikingos y magiares invadieron Europa en los siglos VIII, IX y X, los
germanos se vieron incapaces de enfrentarse con unos ejércitos que se desplazaban
con suma rapidez. Primero Carlos Martel en la Galia, después el rey Alfredo el Grande
en Inglaterra y por último Enrique el Pajarero de Germania, cedieron caballos a
algunos de sus soldados para repeler las incursiones sobre sus tierras. No parece que
estas tropas combatieran a caballo; más bien tenían la posibilidad de perseguir a sus
enemigos con mayor rapidez que a pie. No obstante, es probable que se produjeran
acciones de caballería en este mismo periodo, al introducirse el uso de los estribos.
Con total seguridad esto ocurrió en el siglo XI.

1.1.1. La caída del Imperio romano

Los pueblos germánicos venían acosando las fronteras del Imperio romano desde el
siglo I. Eran pueblos nómadas o seminómadas con una sociedad estratificada: nobles,
libres, libertos y esclavos. Muchos germanos se establecieron como colonos en el
territorio del Imperio.

Las grandes invasiones comenzaron en el 401 con la irrupción de los vándalos. En el


476 el Imperio romano había sucumbido en Occidente aunque se mantendría en
Oriente: con capital en Constantinopla.

1.1.2. Las instituciones carolingias

Las instituciones feudales se implantaron rápidamente porque hubo una cierta


continuidad entre los grandes terratenientes romanos y los nuevos propietarios
feudales. En el año 800 Carlomagno es coronado emperador. Conquistó toda la
Europa central y estableció marcas en los territorios de frontera. Dominaba gran parte
del territorio del Imperio romano en occidente. Con su coronación como emperador se
restituía el Imperio. Pero el concepto de imperio había cambiado radicalmente. Era el
Impérium christiánum.

Carlomagno adaptó y desarrolló las instituciones de administración y gobierno desde


el modelo romano y germánico. En la base de la Administración estaban los condes.
Los condes recibían su feudo en la investidura. El juramento de fidelidad se daba en el
homenaje. Los condes también nombraban vizcondes, que gobernaban en su
ausencia. En las zonas limítrofes en lugar de condados se crearon marcas, al frente de
las cuales se puso un marqués. La administración se desarrollaba en torno a la corte
del emperador, el Palátium, y se confundía con los servicios personales.

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Toda la organización social se fundamentaba en el juramento de fidelidad que se daba
al inmediatamente superior: el vasallaje. Esto determinó que la célula básica de la
economía feudal fuera el gran dominio, donde se producía todo lo necesario, y donde
se consumían todos los productos.

Tras la muerte de Carlomagno el Imperio se disgrega. Los condes, marqueses y reyes


avasallados se hacen fuertes en sus feudos.

Se dice que el feudalismo:

• Esta íntimamente relacionado con el fin del sistema esclavista.

• Unos consideran al feudalismo síntesis del sistema esclavista y del germánico.

• Fruto de un proceso que abarca el periodo del III d.C al X-XI d.C. Dockés.

• En los últimos años se ha cuestionado la desaparición de la esclavitud al


mismo tiempo que la estructura estatal romana. Bonnasie y Guy Bois.

• Creen que el esclavismo pervivió hasta el siglo X y que el paso al feudalismo


fue una ruptura con el pasado.

• Estas teorías han sido probadas con un riguroso estudio documental. (1)

(1) RODRIGUEZ CASADO, Vicente. Introducción ala Historia Universal. II. El


legado de la cristiandad, volumen 2, publicaciones universidad de Piura.
1.2. Antecedentes
El sistema feudal europeo tiene sus antecedentes en el siglo V, al caer el Imperio
romano. El colapso del Imperio acaeció básicamente por su extensión y la incapacidad
del emperador para controlar todas sus provincias, sumado a las cada vez más
numerosas incursiones de pueblos bárbaros que atacaban y saqueaban las provincias
más retiradas del imperio. Esto provocó que los emperadores necesitaran gente para
defender sus grandes terrenos y contrataran caballeros o nobles (precursores del
modelo de señor feudal), éstos contrataran vasallos, villanos, etc. Se llegó incluso a
contratar a jefes y tropas mercenarias de los mismos pueblos "bárbaros".

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A partir del siglo X no queda resto de imperio alguno sobre Europa. La realeza, sin
desaparecer, ha perdido todo el poder real y efectivo, y sólo conserva una autoridad
sobrenatural remarcada por las leyendas que le atribuyen carácter religioso o de
intermediación entre lo divino y lo humano. Así, el rey no gobierna, sino que su
autoridad viene, a los ojos del pueblo, de Dios, y es materializado e implementado a
través de los pactos de vasallaje con los grandes señores, aunque en realidad son
éstos quienes eligen y deponen dinastías y personas. En el plano micro, los pequeños
nobles mantienen tribunales feudales que en la práctica compartimentalizan el poder
estatal en pequeñas células.

1.2.1. Un nuevo poder

La Iglesia Católica abarcadora de todos los bienes llamados limosnas, conocedora de


la fragilidad de los reinos y del poder que ella misma tiene en esa situación, durante
los concilios de Charroux y de Puy consagra a los prelados y señores como jefes
sociales y sanciona con graves penas la desobediencia de estas normas. Los señores,
a partir de ese momento, "reciben el poder de Dios" y deben procurar la paz entre
ellos, pacto que deben renovar generación tras generación.

Se conforma así un modelo en el que la "gente armada" adquiere determinados


compromisos sobre la base de juramentos y deben proteger el orden creado, y los
eclesiásticos que forman la moral social y se encuentran salvaguardados por los
señores.

1.2.2. Entorno, tareas y división de la nueva sociedad

El castillo encaramado sobre un alto será la representación del poder y la fuerza. En


principio, baluarte que se daban las poblaciones para protegerse de las
depredaciones. Luego, hogar del señor y lugar de protección de los vasallos en los
conflictos. Desde allí se administra justicia a todos cuantos se encuentran sujetos. En
un principio, las personas libres están sometidas a unas mínimas normas de
obediencia, defensa mutua y servicios prometidos. Los demás son siervos.

En los países donde la dominación romana duró más tiempo (Italia, Hispania,
Provenza), las ciudades se conservan, si bien con menor importancia numérica, pero a
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salvo de señoríos. En los países, más al norte, donde los romanos se asentaron
menos tiempo o con menor intensidad, la reducción de la población en las ciudades
llegó a hacer desaparecer los pocos núcleos importantes que había y el feudalismo se
implanta con más fuerza.

La sociedad se encuentra entonces con tres órdenes que, según la propia Iglesia, son
mandatos de Dios y, por tanto, fronteras sociales que nadie puede cruzar. La primera
clase u orden es la de los que sirven a Dios, cuya función es la salvación de todas las
almas y que no pueden encomendar su tiempo a otra tarea. La segunda clase es la de
los combatientes, aquellos cuya única misión es proteger a la comunidad y conservar
la paz. La tercera clase es la de los que laboran, que con su esfuerzo y trabajo deben
mantener a las otras dos clases.

1.3. La crisis del feudalismo

La Crisis del Feudalismo, es el periodo de decadencia por el cual pasa el feudalismo,


caracterizado por agotamiento de las tierras de cultivo, falta de alimentos lo que por
consecuencia produjo hambruna y una gran cantidad de muertos. Además falta de
higiene. Esto llevo consigo a la aparición de una gran cantidad de enfermedades
como: epidemias, pestes, tal es el caso de la conocida peste negra, la cual disminuyó
notoriamente el numero de población europea.
En el siglo XIV se produjo una crisis que afectó profundamente a la sociedad feudal
europea. La crisis comenzó con la disminución de la población agrícola por
agotamiento de las tierras y la imposibilidad técnica de resolver el problema. Esto trajo
como consecuencia la escasez y la carestía de los alimentos. Se generalizaron las
hambrunas, agravadas por muchos años de malas cosechas a causa del
desmejoramiento del clima. Las malas condiciones de alimentación e higiene de la
población facilitaron la difusión de epidemias. La peste negra, que afectó a Europa a
partir de 1348, diezmó a millones de europeos. La disminución de la población se
agravó —todavía más— a consecuencia de las guerras que se prolongaron por
muchos años a través de todo el continente.

Esta crisis afectó las relaciones entre los señores feudales y los siervos. La población
campesina de los señoríos disminuyó y para los señores fue cada vez más difícil
obtener los tributos de sus siervos o retenerlos en sus tierras. La necesidad de
solucionar estos problemas originó muchos de los cambios que se produjeron en la
sociedad europea en los siglos XV y XVI.

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La búsqueda de lo nuevo y la reafirmación de lo viejo eran dos fuerzas que actuaban
en sentido contrario: la expansión del comercio y del poder económico de los
burgueses, junto con las revueltas de los campesinos disconformes con su nivel de
vida, eran dos fuerzas sociales que acentuaban la crisis del feudalismo. La aristocracia
de los señores, principales beneficiarios del orden feudal, reaccionó para conservar
sus privilegios. De este conflicto entre dos fuerzas opuestas fue surgiendo el mundo
moderno.

Los cambios que se produjeron a partir del siglo XV no siguieron una dirección única.
Modificar una sociedad tan rígida como la feudal no resultó fácil. Muchos europeos
actuaron en favor de ese cambio, pero otros tenían fuertes intereses para que el
antiguo orden se mantuviera. (2)

1.3.1. Causas:

• Descenso demográfico.
• Retroceso de la producción agraria.
• Conflictos sociales y guerras.
• Pestes.

(2) BIANCHI, Susana. Historia social del mundo occidental. Del feudalismo a la
sociedad contemporánea, 1era edición, universidad nacional de Quilmes
editorial, 2005.

1.3.2. Explicación de la confluencia de estos factores:


• Impacto de la economía. Paso de una economía natural a una de mercado.
Desequilibrio entre población y producción (malthusianos).
• La dinámica de la lucha por la renta de las diversas clases sociales.

1.3.3. Consecuencias de la crisis:


• Inició de un feudalismo tardío que fue la transición hacia el capitalismo.
• Final del feudalismo, centralización del poder por parte de los estados
modernos (teoría institucionalista.)

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1.4. El vasallaje y el feudo

Dos instituciones eran claves para el feudalismo: por un lado el vasallaje como
relación jurídico-política entre señor y vasallo, un contrato sinalagmático (es decir,
entre iguales, con requisitos por ambas partes) entre señores y vasallos (ambos
hombres libres, ambos guerreros, ambos nobles), consistente en el intercambio de
apoyos y fidelidades mutuas (dotación de cargos, honores y tierras -el feudo- por el
señor al vasallo y compromiso de auxilio o apoyo militar y consejo o apoyo político),
que si no se cumplía o se rompía por cualquiera de las dos partes daba lugar a la
felonía, y cuya jerarquía se complicaba de forma piramidal (el vasallo era a su vez
señor de vasallos); y por otro lado el feudo como unidad económica y de relaciones
sociales de producción, entre el señor del feudo y sus siervos, no un contrato
igualitario, sino una imposición violenta justificada ideológicamente como un quid pro
quo de protección a cambio de trabajo y sumisión.

Por tanto, la realidad que se enuncia como relaciones feudo-vasalláticas es realmente


un término que incluye dos tipos de relación social de naturaleza completamente
distinta, aunque los términos que las designan se empleaban en la época (y se siguen
empleando) de forma equívoca y con gran confusión terminológica entre ellos:

El vasallaje era un pacto entre dos miembros de la nobleza de distinta categoría. El


caballero de menor rango se convertía en vasallo (vassus) del noble más poderoso,
que se convertía en su señor (dominus) por medio del Homenaje e Investidura, en una
ceremonia ritualizada que tenía lugar en la torre del homenaje del castillo del señor. El
homenaje (homage) -del vasallo al señor- consistía en la postración o humillación
-habitualmente de rodillas-, el osculum (beso), la inmixtio manum -las manos del
vasallo, unidas en posición orante, eran acogidas entre las de el señor-, y alguna frase
que reconociera haberse convertido en su hombre. Tras el homenaje se producía la
investidura -del señor al vasallo-, que representaba la entrega de un feudo
(dependiendo de la categoría de vasallo y señor, podía ser un condado, un ducado,
una marca, un castillo, una población, o un simple sueldo; o incluso un monasterio si el
vasallaje era eclesiástico) a través de un símbolo del territorio o de la alimentación que
el señor debe al vasallo -un poco de tierra, de hierba o de grano- y del espaldarazo, en
el que el vasallo recibe una espada (y unos golpes con ella en los hombros), o bien un
báculo si era religioso.

1.4.1. El homenaje y la investidura


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El homenaje era un ritual por el que un señor concedía un feudo a otro hombre de la
clase privilegiada a cambio de unos servicios y prestaciones, generalmente de orden
militar.

La figura del Homenaje adquiere mayor relevancia entre los siglos XI al XIII,
destinándose la parte más noble del castillo para ello, la torre, y en el ceremonial
participaban dos hombres: el vasallo que, arrodillado, destocado y desarmado frente al
señor con las manos unidas en prueba de humildad y sometimiento, espera que éste
le recoja y lo alce, dándose ambos un reconocimiento mutuo de apoyo y un juramento
de fidelidad. El señor le entregará el feudo en pago por sus servicios futuros, que
generalmente consistía en bienes inmuebles: Grandes extensiones de terreno, casi
siempre de labranza. El juramento y el vasallaje será de por vida.

La entrega del feudo o algún elemento que lo represente constituye la investidura y se


realizaba inmediatamente después del homenaje. El régimen jurídico de entrega es,
de forma general, un usufructo vitalicio, aunque también podía ser en bienes
materiales, pero que con el tiempo se convirtió en una ligazón de familias entre el
señor y sus vasallos, pudiendo heredarse el feudo siempre que los herederos
renovaran sus votos con el señor. Sin embargo, el señor feudal tenía derecho a
revocar el feudo a su vasallo si éste no se comportaba como tal, o demostraba algún
signo de deslealtad, como conspirar contra él, no cumplir entregando las tropas de su
feudo en caso de guerra, etc., ya que cometía el delito de felonía. A un felón se le
consideraba un mal vasallo y una persona de la que desconfiar. En el sistema feudal,
la felonía era una terrible mancha de por vida en la reputación de un caballero.

1.4.2. La encomienda. La organización del feudo

La encomienda, encomendación o patrocinio, eran pactos teóricos entre los


campesinos y el señor feudal, que podían también ritualizarse en una ceremonia o
-más raramente- dar lugar a un documento. El señor acogía a los campesinos en su
feudo, que se organizaba en una reserva señorial que los siervos debían trabajar
obligatoriamente (sernas o corveas) y en el conjunto de las pequeñas explotaciones
familiares (mansos) que se atribuían a los campesinos para que pudieran subsistir.
Obligación del señor era protegerles si eran atacados, y mantener el orden y la justicia
en el feudo. A cambio, el campesino se convertía en su siervo y pasaba a la doble
jurisdicción del señor feudal: en los términos utilizados en España en la Baja Edad
Media, el señorío territorial, que obligaba al campesino a pagar rentas al noble por el
uso de la tierra; y el señorío jurisdiccional, que convertía al señor feudal en gobernante
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y juez del territorio en el que vivía el campesino, por lo que obtenía rentas feudales de
muy distinto origen (impuestos, multas, monopolios, etc.).

La distinción entre propiedad y jurisdicción no era en el feudalismo algo claro, pues de


hecho el mismo concepto de propiedad era confuso, y la jurisdicción, otorgada por el
rey como merced, ponía al señor en disposición de obtener sus rentas. No existieron
señoríos jurisdiccionales en los que la totalidad de las parcelas pertenecieran como
propiedad al señor, siendo muy generalizadas distintas formas de alodio en los
campesinos. En momentos posteriores de despoblamiento y refeudalización, como la
crisis del siglo XVII, algunos nobles intentaban que se considerasen despoblados
completamente de campesinos un señorío para liberarse de todo tipo de cortapisas y
convertirlo en coto redondo reconvertible para otro uso, como el ganadero.

Junto con el feudo, el vasallo recibe los siervos que hay en él, no como propiedad
esclavista, pero tampoco en régimen de libertad; puesto que su condición servil les
impide abandonarlo y les obliga a trabajar. Las obligaciones del señor del feudo
incluyen el mantenimiento del orden, o sea, la jurisdicción civil y criminal, lo que daba
aún mayores oportunidades para obtener el excedente productivo que los campesinos
pudieran obtener después de las obligaciones de trabajo -corveas o sernas en la
reserva señorial- o del pago de renta -en especie o en dinero, de circulación muy
escasa en la Alta Edad Media, pero más generalizada en los últimos siglos
medievales, según fue dinamizándose la economía-.

Como monopolio señorial solían quedar la explotación de los bosques y la caza, los
caminos y puentes, los molinos, las tabernas y tiendas. Todo ello eran más
oportunidades de obtener más renta feudal, incluidos derechos tradicionales, como el
ius prime noctis o derecho de pernada, que se convirtió en un impuesto por
matrimonios, buena muestra de que es en el excedente de donde se extrae la renta
feudal de forma extraeconómica (en este caso en la demostración de que una
comunidad campesina crece y prospera).

1.5. Causas del feudalismo

Este régimen político, social y económico se formó espontáneamente en los países


salidos del Imperio carolingio, durante el siglo IX.

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• Causa política: Los últimos descendientes de Carlomagno no fueron capaces
de poner atajo a los desmanes de los normandos. Por esto la defensa de cada
región fue tomada a su cargo por algún hombre valeroso, por un conde o por
un personaje de importancia, el cual construía un castillo o atrincheramiento.

Los que no podían defenderse por sí mismos se colocaban bajo la protección


de aquél y lo reconocían por jefe. Este pasaba a ser el señor y el otro su
vasallo, estableciéndose así una especie de contrato basado en un juramento
de fidelidad recíproca: el señor protegería al vasallo y el vasallo obedecería al
señor.

• Causa económica: La tierra constituía en ese tiempo la única riqueza. Los


propietarios de tierras buscaron también quien los protegiese a ellos y a sus
tierras, reconociéndose así vasallos de un señor. La tierra pasaba, en cambio,
al señor, el cual dejaba el goce de ella al antiguo dueño.

De esta forma, llegó un momento en que ya no hubo ninguna tierra que no


dependiese de un señor. Las tierras en estas condiciones se llamaron feudos.

Como los obispados y abadías poseían tierras, los obispos y los abades fueron
señores feudales de esas tierras, con los mismos deberes y derechos de los
señores no eclesiásticos.

1.6. Consecuencias
• En el orden político: el señor feudal se comportaba en sus dominios como un
pequeño soberano local. Residía en su castillo, centro de una minúscula corte
formada por sus vasallos, quienes lo asistían en sus resoluciones más
importantes. De acuerdo con el sistema, la autoridad real no se extendía a todo
el reino, porque no existía administración común ni impuestos generales, ni
justicia ejercida por funcionarios reales. Los monarcas carecían de ejército
permanente; sus vasallos solo le debían el servicio de hueste durante un
número determinado de días en el año (treinta o cuarenta). El rey era,
solamente, el primero entre sus iguales. El poder se deslizó, poco a poco,
desde sus manos hasta las de la nobleza. En cada feudo, pues, la autoridad
local sustituyó a la autoridad del rey y la organización feudal de la sociedad
debilitó su poder. Los reyes perdieron el dominio directo sobre sus reinos y la
unidad territorial se atomizó en una serie de pequeñas soberanías locales.

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• En el orden social: el vasallaje se convirtió en obligatorio después del siglo X,
y el poder de los señores feudales adquirió características incuestionables. La
aristocracia encabezaba la sociedad, sobre la base de la riqueza que
proporcionaba la posesión de tierras. Dependiente de aquélla estaba el
campesinado, formado por hombres libres pero subordinados a los nobles y los
siervos de la gleba, hombres sin libertad, que podían ser vendidos o
comprados junto con la tierra. La penosa situación de estos sectores,
sometidos a los atropellos y desmanes de los señores, sumada a la
permanente miseria, fue sacudida de vez en cuando por levantamientos y
revueltas del campesinado, reprimidas ferozmente. Aunque la Iglesia intentó
moderar los abusos de la nobleza, también se vio envuelta en el proceso.
Poseedora de enormes extensiones de tierra, consideró muchas veces a sus
pastores, los obispos, como señores laicos que acumularon riquezas y cargos.

1.7. Características del feudalismo

Feudalismo, porque proviene de feudo, es decir la tierra. Este periodo predomino en


Europa entre los siglos IX y XV. Un grupo de siervos trabajaba la tierra, y la producción
que se obtenía se le entregaba a un pequeño noble, llámese conde, marqués, rey o
señor feudal.

Se trataría de relaciones humanas y sociales entre dos hombres libres, pero no de


igual condición. Uno, el vasallo recibía el feudo (la tierra); el segundo, de situación
superior al primero, recibe los compromisos militares del primero. El vasallo se somete
al hombre de situación superior.
En otras palabras es: “Un conjunto de relaciones de producción y dependencia entre el
campesino y el señor, propietario de la tierra que aquél usufructúa, en un momento de
predominio de la agricultura como fuente de riqueza”.
¿Cuándo es su origen? Tenemos antecedentes en el siglo V, al caer el Imperio
romano, ya que por la extensión del imperio Romano y la incapacidad del aparato
burocrático del Imperio era imposible ir en ayuda de los ciudadanos más afectados por
las invasiones bárbaras, por lo tanto estos se refugiaron en castillos o fortalezas en las
cuales gobernaba el Señor de aquella.
Estas fortalezas y estos señores con poderes judiciales y administrativos nacen de la
incapacidad del Imperio, ya que se vio obligado a contratar a caballeros o nobles,
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éstos contratarán vasallos, villanos, etc.
Así, en un principio el emperador, y posteriormente el rey no gobierna, sino que su
autoridad viene, a los ojos del pueblo, de Dios, y es materializado e implementado a
través de los pactos de vasallaje con los grandes señores, aunque en realidad son
éstos quienes eligen y deponen dinastías y personas. (3)

Principales características son:

• Durante el periodo feudal la economía era autárquica, es decir, se producía


sólo lo necesario para el consumo del feudo.

• La base de la riqueza la constituía la propiedad de la tierra ya que era más rico


quien tuviera mayor extensión de tierras y la base de la producción era la
agricultura.

• Como no se producía excedente no existía el comercio. Los emisarios del


señor feudal recogían los impuestos en especie y le dejaban a los campesinos
escasamente los productos necesarios para sobrevivir.

(3) RODRIGUEZ CASADO, Vicente. Introducción ala Historia Universal. II. El


legado de la cristiandad, volumen 2, publicaciones universidad de Piura, 1991.
• Como consecuencia de la inexistencia del comercio no existía circulación
monetaria entre feudo y feudo.

 Características Sociales del Período Feudal

Durante el período feudal existía una marcada diferenciación social. La sociedad


estaba estratificada de manera piramidal.

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 Características Culturales del Período Feudal

Durante el período feudal se impone el cristianismo y con él un fanatismo religioso que


afecta negativamente a la cultura.

La educación queda relegada y sólo se estudia lo referente a Dios, convirtiéndose en


el centro y meta de la vida del hombre.

Sólo reciben educación los miembros del clero, los cuales tienen acceso tanto a lo
religioso como a los demás conocimientos culturales. Los miembros de la nobleza
reciben exclusivamente educación militar con el fin de participar en torneos y en
actividades guerreras. Por lo general la población es analfabeta.

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CAPITULO II

LA SOCIEDAD FEUDAL

La sociedad medieval tenía una estructura estamental que basaba su estabilidad en


los vínculos de fidelidad personal, vasallaje y feudo, a través del homenaje. Esta
sociedad estamental está organizada de forma piramidal. Hay tres estamentos básicos
la nobleza, el clero y el estado llano.

• La nobleza

La nobleza forma la cima de la sociedad feudal. La cúspide la ocupa el rey, el único


legitimado para hacer leyes. La nobleza medieval es heredera de los grandes
latifundistas romanos y de la aristocracia germánica. Controlaba la vida económica, y

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tras la desaparición del Imperio germánico ejerció el poder de manera absoluta, en la
plena Edad Media.

Desde el siglo XIII, tras el fin de las cruzadas y la Reconquista, los reyes tienden a
recuperar su poder, la nobleza se transforma en aristocracia de sangre y las
desigualdades internas aumentan. Aparecen las diferencias entre señorío territorial y
jurisdiccional: que no tienen poder sobre los súbditos de las tierras y pueden volver a
la corona, una vez muerto el señor. Aparece una alta y una baja nobleza, en función de
sus ingresos y de su proximidad al rey. Con la tendencia al realengo el poder del rey
se hace autoritario, a finales de la Edad Media. La nobleza tendrá sus propias leyes y
jueces.

Con el tiempo, la nobleza tiende a emparentarse con la alta burguesía, tan rica o más
que ella.

• El clero

El clero es una institución plenamente feudalizada. Las órdenes religiosas son


terratenientes, y aumentan sus posesiones gracias a las donaciones. Son auténticos
señores feudales con idéntico papel económico y político que la nobleza. Durante la
Alta Edad Media, el control de Roma sobre las órdenes religiosas es muy escaso, y se
dedican a ejercer su poder con autoritarismo. La ausencia de una regla que regule la
vida en los monasterios favorece la corrupción y la degeneración de la espiritualidad.

Serán san Benito y Gregorio VI quienes emprenderán la tarea de reformar la Iglesia:


Gregorio VI dando normas y sometiendo a la autoridad de Roma a todas las iglesias
nacionales, y san Benito instituyendo una rígida regla en la abadía de Cluny, que se
extenderá por todo el mundo. Gregorio VI convocará el Concilio de Pavía y el Sínodo
de Sutri, en el 1046. Para iniciar la reforma de las costumbres de la Iglesia, en donde
se condenará la simonía y el matrimonio sacerdotal.

El clero también tenía su propia legislación, por la que regirse, y estaba exento de
pagar impuestos, además de ser perceptor del diezmo. Sin embargo, la Iglesia, como
institución, pagaba tributos al rey. No obstante, el nivel de rentas no era el mismo para
todo el clero. Las órdenes monacales eran muy ricas, así como los obispados, como el
de Toledo, mientras que los curas de parroquias campesinas eran muy pobres. Existe
una red de parroquias que sostienen tanto la Iglesia como el Estado. Las órdenes
monásticas eran rurales; las órdenes urbanas no aparecerán hasta la Edad Moderna.

20
• El estado llano

El estado llano es el más complejo y variado. Está formado por el común de los
vecinos de que se compone un pueblo, a excepción de los nobles, los eclesiásticos y
los militares. En un principio es fundamentalmente campesino y pobre. Existen
hombres libres y esclavos, o siervos de la gleba, vinculados a la tierra y que se pueden
vender con ella. Eran los que trabajaban y pagaban los impuestos, y estaban
sometidos al derecho común, que no será el derecho romano hasta la recepción
después del año 1000. Algunos de los campesinos libres tenía derecho a elegir señor:
será la behetría.

La vinculación a la tierra generalizó los malos usos feudales, que el señor imponía a
los campesinos en virtud de sus derechos de posesión. Los malos usos son: la
intestia, por la que el señor cobrará la tercera parte, o más, de los muebles del
labriego si moría sin testamento; la exorquia, por la que el señor recibía parte de los
bienes del labriego si no dejaba descendencia en el manso, al morir; la cugucia, por la
que el señor tenía derecho a parte de los bienes, o su totalidad, del labriego si su
mujer era adúltera; la arsina, o indemnización al señor en caso de incendio del manso;
la firma de spoli, por la que el señor recibía una cantidad para autorizar una dote; y la
remensa, por la que el campesino no podía abandonar el manso si no pagaba una
redención.

Hacia el siglo XIII los campesinos se liberan de los «malos usos» y comienzan a tener
libertad de movimientos. Se empieza a hacer negocios y aparece la burguesía,
urbana, y las diferencias económicas entre ellos. La burguesía alcanza gran poder en
las ciudades y aspira a su gobierno.

Con la aparición de la burguesía la sociedad se hace más urbana y los artesanos se


instalan en las ciudades. Aparece, así, un pequeño proletariado artesanal.

La Edad Media fue un período muy largo y complejo en el que la sociedad se


transformó desde una comunidad rural hasta una sociedad urbana, los señores se
hicieron con el poder y lo perdieron en lucha contra los reyes, el comercio se detuvo y
volvió a resurgir, la población creció y cayó, y los logros culturales fueron mucho
mayores de lo que se quiere reconocer. No en vano esta época duró unos mil años. (4)

2.1. Elementos

21
El feudalismo es un fenómeno propio del reino franco, es decir, los territorios incluidos
entre los ríos Rin y Loira, que se vio acelerado por las guerras civiles y las invasiones
que experimentó durante los siglos posteriores al Imperio carolingio, y que se articula
alrededor de dos elementos clave, el vasallaje y el feudo. Ante la inseguridad reinante,
muchos propietarios de tierras buscaron el amparo y protección de otros señores más
poderosos, a cambio de cederles su vasallaje y fidelidad o un censo o gravamen. De
esa forma, la pequeña propiedad pasaba a ser de tipo feudal o censal,
respectivamente. Los señores intermedios entre éstos y la autoridad real fueron
adquiriendo cada vez más poder, tanto sobre la tierra como sobre los hombres
vinculados a ella, de tal manera que paulatinamente fue desapareciendo la propiedad
libre. Para asegurarse la lealtad del vasallo, el señor le entregaba a cambio un bien de
naturaleza real, el feudo; éste se materializaba en forma de tierras o derechos, pero
nunca con la propiedad plena sobre el mismo.

El acuerdo entre ambos se efectuaba mediante la ceremonia del homenaje, por la cual
el vasallo juraba fidelidad al señor, y éste lo acogía, ofreciéndole defensa y protección.
La fidelidad estaba generalmente centrada en el campo militar, de manera que el
vasallo se obligaba ante su señor a prestarle asistencia en caso de guerra, si bien el
tipo de ayuda variaba mucho entre lugares o épocas.

(4) BIANCHI, Susana. Historia social del mundo occidental. Del feudalismo a la
sociedad contemporánea, 1era edición, universidad nacional de Quilmes
editorial, 2005.

Así, podía tratarse, entre otras obligaciones, de combatir a su lado, prestarle


contingentes, simples servicios de vigilancia, una contribución a las cargas financieras
que suponían las campañas o incluso participar en el pago de rescate en caso de que
aquél fuese capturado. En algunas zonas, como Francia o Alemania, el vasallo debía
asesorar al señor en la toma de decisiones importantes.

Con el tiempo, el título de propiedad del feudo pasó a ser hereditario, pero el
homenaje debía renovarse en cada transmisión. Este hecho contribuyó a que se
concentrasen o, según los casos, se fraccionasen los feudos, de manera que los
vasallos principales se convertían a su vez en señores de otros vasallos de nivel
inferior, quienes podían hacer lo mismo.
Así, aparecieron diversas figuras como los alcaides o castellanos, encargados de la
administración y defensa de un castillo y las tierras que le correspondían, para lo que
22
disponían también de otros combatientes bajo su mando, o los ministeriales, jueces,
notarios y maiores, figuras todas ellas de tipo civil, encargadas de representar la
autoridad pública en sus distintos órdenes.

Toda esta variedad de personajes conllevó la aparición de jerarquías entre ellos, pero
en ocasiones se convirtió en fuente de conflictos, pues se daban casos en que un
mismo vasallo lo era a la vez de más de un señor, o que señores de un nivel similar en
la jerarquía se enfrentaban entre sí. Para evitar estas situaciones, en la Francia del
siglo XII apareció la posibilidad de que un siervo pudiera remontarse incluso hasta el
rey, como autoridad superior, al objeto de apelar decisiones de su señor.

Otra característica de esta jerarquía nobiliaria era el hecho de que sus miembros
estaban ligados verticalmente por lazos de fidelidad y dependencia. En efecto, la
fragmentación del poder era una situación de hecho que los reyes reconocieron y
formalizaron mediante relaciones vasallaje, es decir, por vínculos voluntarios directos
de persona a persona. A través de este sistema, el monarca entregaba un feudo,
normalmente en forma de dominio territorial, a una señor a cambio de un juramento de
fidelidad, juramento que transformaba al beneficiario en vasallo del rey. Pero el
procedimiento podía repetirse: los grandes vasallos del rey podían entregar feudos a
cambio de juramentos de fidelidad a otros señores, teniendo así a sus propios
vasallos, y así sucesivamente. De este modo, se conformaba una sociedad
jerarquizada, en cuya cúspide estaba el rey, pero cuyo poder efectivo quedaba
reducido al que podía ejercer sobre esos vasallos directos que le debían fidelidad.

Los vasallos tenían a su vez obligaciones con su señor. Las principales eran dos:
consejo y ayuda. Para prestar “consejo”, los vasallos debían cuando el señor los
convocaba para dar su opinión sobre temas que iban desde la administración del
señorío hasta cuestiones de paz y de guerra. Esas reuniones indudablemente
recreaban la asamblea de guerreros de la tradición germánica y resultaban la ocasión
propicia para que el señor homenajeara a sus vasallos con torneos y banquetes. De
este modo, la importancia efectiva de estas reuniones radicaba en constituir una
verdadera demostración de la influencia, de la riqueza y del poder señorial.

La segunda obligación era más pesada. Podía incluir distintos tipos de “ayuda”, pero
fundamentalmente implicaba el auxilio militar: el vasallo debía participar con su señor
en la guerra. Para ello, debían mantener un número, a veces muy elevado, de

23
caballeros y escuderos que vivían en el castillo con el señor y que constituían su
hueste.
En castellano antiguo, esta hueste se denominaba “criazón”, porque los jóvenes
destinados ala caballería se criaban junto con el señor y junto a el aprendía el oficio de
las armas. Estos caballeros también estaban ligados al señor por un juramento de
fidelidad y debían acompañarlo en sus empresas de guerra: los enemigos de su señor
eran sus amigos.

De este modo, el ejército feudal estaba formado por los aportes de las huestes
señoriales, según vínculos de fidelidad establecidos por juramento. Si el rey quería
hacer la guerra, dependía básicamente de la fidelidad de sus vasallos. Es cierto que el
rey tenía la posibilidad de quitar las tierras y desterrar del reino a los que no cumplían
con su juramento. Así por ejemplo, a fines del siglo XI, el rey Alfonso VI de Castilla
proclamó contra el Cid la “ira regia”, y lo expulsó del reino después de retirarse el
señorío Vivar.
Pero esto sucedió en España, cuyas fronteras lindaban con tierras ocupadas por los
musulmanes. En este caso, los reyes conservaron más poder por ser los jefes directos
de los ejércitos y poseer más tierras para repartir entre sus vasallos.

En cambio, en otras regiones de Europa (sobre todo en las actuales Francia y


Alemania) , los reyes fueron perdiendo cada vez más un poder político y militar que
quedo en manos de la clase feudal. A partir del siglo XI, en una amplia zona de Europa
los señores dejaron de reconocer a los reyes su derecho a retirarle las tierras que, de
este modo, se transformaron en propiedad de las grandes familias señoriales. Fue
entonces cuando se consolido el poder de la nobleza feudal que, además del poder
militar, detentaba de manera inalienable el poder económico a través de la tierra. Al
mismo tiempo comenzó a desarrollarse un nuevo concepto de la libertad: si
anteriormente se consideraba que todos los hombres libres debían estar sometidos ala
autoridad real, a partir de la consolidación del feudalismo, la libertad fue concebida
como un privilegio- el de escapar a las obligaciones deshonrosas y especialmente alas
fiscales- que sustrajo enteramente al clero y ala nobleza de las presiones del poder.

La Iglesia también participaba del poder feudal. En efecto, durante mucho tiempo
reyes y señores le habían entregado tierras en calidad de donaciones con el objetivo
de salvar sus almas. De este modo, los altos dignatarios eclesiásticos, como los
obispos o los abades de los monasterios, poseían señoríos eclesiásticos que incluso,
en algunos casos, gozaban de inmunidades, es decir, estaban exentos de la
24
administración de la justicia real. En síntesis, estos grandes dignatarios formaban
parte de la nobleza feudal. Esto no quiere decir que todo el clero formara parte de la
clase señorial. Dentro del señorío podía haber clérigos que prestaban sus servicios
profesionales análogos a los del molinero o del encargado del horno. Dentro de la
aldea podía haber algún sacerdote que a cambio de sus servicios recibiera una
parcela para cultivar con su familia. Este sector del clero estaba mucho más cerca de
los campesinos que de los señores, pero es indudable que la Iglesia como institución y
sus altos dignatarios integraban el poder feudal.

Los señores laicos y los señores eclesiásticos además de formar parte de la misma
clase social tambien estaban relacionados por estrechos vínculos de parentesco.
Según la tradición germana, a la muerte del padre la tierra se dividía entre todos sus
hijos. Pero en la sociedad feudal, para evitar una excesiva fragmentación se instauró
el mayorazgo, por el que heredaba únicamente el hijo mayor. De este modo, los hijos
segundones entraban al servicio de la Iglesia donde, dado su origen social, pronto
alcanzaban altas posiciones. También las hijas solteras menores de las familias
señoriales debían entrar en la Iglesia: ingresaban a algún convento en el que, por su
carácter de nobles y por la dote que aportaban, ocupaban cargos importantes. Sin
embargo, estas jóvenes profesaban —es decir, hacían sus votos perpetuos— a edad
consideradas avanzadas en la época, previendo que, ante la muerte de sus hermanas
mayores, tuvieran que casarse para perpetuar los linajes.

Los varones tercerones o que se negaban a entrar en la Iglesia podían quedar en el


castillo formando parte de la hueste de su hermano mayor. Pero los que se negaban a
esta suerte generalmente partían en aventura con el objetivo de hacerse un nuevo
patrimonio. Podían hacerse mercenarios bajo el mando de algún caudillo o
simplemente deambular por el mundo en busca de una fortuna, que podía concretarse
en el matrimonio con alguna rica heredera. La literatura recogió las aventuras y los
amores de esta juventus, que cantaron los trovadores provenzales del siglo XII y,
posteriormente, las novelas de caballería. En cierto sentido -como veremos más ade-
lante— estos jóvenes fueron parte del "motor" que impulsó la expansión europea. A
ellos los encontraremos, a partir del siglo XI, engrosando los contingentes de las
Cruzadas que partían hacia Tierra Santa e incluso, a partir del siglo XVI, participando
de la conquista de América.
Hacia el siglo XI comenzó a registrarse una serie de síntomas: las fuentes señalan que
las iglesias eran más grandes y lujosas, que había más animación en los caminos, que
los mercados eran más activos. Eran signos de una expansión económica e incluso
25
democrática, expansión estrechamente vinculada con la consolidación del feudalismo
y con un mayor desarrollo de las fuerzas productivas.

El aumento de la productividad se vinculó con la introducción de una serie de


perfeccionamientos técnicos. El proceso no fue simple ni lineal. Es cierto que aún
influía una mentalidad que consideraba que el trabajo no era cuestión de señores.
Pero también es cierto que la revalorización del trabajo que hizo la Iglesia -a través de
las órdenes religiosas, como la de San Benito de Nursia que consideraba que "labrar
es orar"- junto con la necesidad de aumentar el excedente permitieron introducir
nuevas técnicas: los molinos hidráulicos que exigieron obras de desagüe o
endicamiento; el empleo de arados de hierro, el uso de la tracción animal con un collar
de estructura rígida que permitía un aprovechamiento intensivo de la fuerza de los
animales; el herrado y un paulatino reemplazo de los bueyes por los caballos. Algunos
señores fueron activos difusores de estas técnicas. Los condes de Flandes, por
ejemplo, en los Países Bajos alentaron y sostuvieron la construcción de diques para
ganar tierras al mar y contener los ríos. Más tarde, los príncipes alemanes llamaron a
estos técnicos flamencos para desecar las márgenes del Elba inferior.
El aumento de la producción agrícola permitía alimentar a más gente. De allí que
pronto se reflejara en un aumento de la población. Pero esta expansión demográfica
también creó problemas. La ocupación humana se hizo excesivamente densa en las
zonas más antiguamente pobladas del área romanogermánica y las tierras se
volvieron escasas; era necesario incorporar nuevas tierras a la actividad productiva.

A partir de las últimas décadas del siglo XI se comenzó entonces llevar a cabo un
amplio movimiento de roturación, es decir, crear campos de cultivo a expensas de las
extensiones incultas. Esto fue posible por el empuje demográfico, pero también por los
perfeccionamientos técnicos que permitieron desecar pantanos, indicar ríos y, con la
aparición de la sierra hidráulica, atacar bosque de maderas duras.
Los primeros movimientos de roturación fueron de iniciativa campesina. Los
campesinos ampliaron el claro aldeano, ganando las tierras incultas que rodeaban a la
aldea. Estas nuevas tierras se dedicaban en los primeros tiempos a las pasturas —lo
que benefició la cría de animales de tiro y mejoró equipo de arar— y luego al cultivo de
cereales, lo que aumentó la producción de alimentos. Pero además de esta ampliación
del claro aldeano, los campesinos iniciaron movimientos más audaces como la crea-
ción de nuevos núcleos de poblamiento. El motor de este movimiento fueron los más
pobres, los hijos de familias campesinas demasiado numerosas que no podían hallar
alimento en las tierras familiares. Esto implicaba trasladarse al corazón de los

26
espacios incultos, en los que nadie o muy pocos habían penetrado anteriormente, para
atacarlos desde su interior: allí los campesinos, roturando y desecando tierras,
creaban nuevos núcleos de poblamiento y nuevos espacios para el cultivo.
Pero los señores más sensibles al espíritu de lucro también advirtieron las ventajas del
procedimiento. De este modo, las roturaciones se transformaron en una empresa
señorial, en un movimiento que cubrió el siglo XII. Esto consistió muchas veces en la
apertura de nuevas tierras, muchas veces muy distantes del núcleo originario,
generalmente, en las zonas fronterizas. Uno de los casos más notables lo constituyó el
de los señores alemanes que conquistaron las tierras de los esclavos.

A los enclaves cristianos transformados en emporios marítimos llegaron pisanos,


venecianos, genoveses, ingleses y normandos que abrieron una importante corriente
mercantil y muy rápidamente la posibilidad de importar mercaderías de Oriente quedó
en manos de navegantes y mercaderes cristianos. Este comercio marítimo se
complementaba con el comercio por tierra que benefició sobre todo a las ciudades-
puertos del Mediterráneo como Génova, Venecia, Marsella, Barcelona. Estas ciudades
se transformaron en importantes centros mercantiles donde se concentraban los
productos orientales de lujo: especias, pieles, orfebrería y sobre todo, telas de fabri-
cación oriental, los damascos provenientes de Damasco, las gasas de Gaza y las
muselinas de Mousul.

También en el norte se estableció una fuerte corriente comercial, sobre todo en las
ciudades alemanas que, a través de los pasos alpinos, se conectaban con Venecia y
otras ciudades italianas. Aparecieron así importantes núcleos como Colonia, Brujas,
Hamburgo, Lübeck que controlaban el comercio de telas, pieles, sal y maderas duras
que se extendía por el Báltico, el Mar del Norte y el Atlántico. Incluso estas ciudades
formalizaron sus relaciones para proteger la navegación, unificar los esfuerzos y llegar
a acuerdos comerciales. Así surgió esa liga de ciudades conocida como la Liga
Hanseática o Hansa Germánica.
De este modo, la expansión a la periferia permitió el surgimiento de dos grandes
áreas comerciales marítimas, el Mediterráneo y el área del Báltico-Mar del Norte, que
a su vez se comunicaron entre sí por vías fluviales y terrestres dando origen a una
vasta red mercantil. Esta red tenía como uno de sus principales centros la zona de
Champagne, en Francia, en donde se desarrollaban ferias anuales que pronto se
transformaron en el principal centro del comercio internacional.
Al calor de las actividades mercantiles crecieron las ciudades: se repoblaron los
antiguos centros urbanos, pero también surgieron nuevos. Esto fue posible además
27
por otros factores: por el crecimiento demográfico que caracterizó al largo período que
se extiende entre los siglos XI y XIII y por el aumento de la producción agrícola que
permitía alimentar a un creciente número de personas dedicadas a tareas no agrarias.
En síntesis, a partir del siglo XI también se registró un movimiento de expansión de la
vida urbana.
En Italia, el comercio internacional permitió el crecimiento de ciudades-puertos como
Venecia, Génova, Pisa, Amalfi. Además, crecieron otras en la medida que el desarrollo
del comercio favorecía la producción de manufacturas: fue el caso de Florencia, donde
se desarrollaron las artesanías de paños finos, de seda, de perfumes y pieles, o de las
ciudades flamencas como Gantes, Ypres y Bruselas especializadas en tejidos finos,
encajes y tapices. Pero también la misma animación que comenzaba a suceder en los
caminos fue un factor de crecimiento urbano: fue el caso de París, situada en el punto
estratégico de cruce de varias rutas, y fue el caso de aquellas que jalonaban los
caminos hacia Roma o hacia Santiago de Compostela convertidas en centros de
peregrinación. Y las ciudades se transformaron en centros de actividades
estrechamente vinculadas al surgimiento de nuevos grupos sociales.

2.5. Nuevas mentalidades del feudalismo

La expansión económica, el surgimiento de nuevas actividades y de nuevos grupos


sociales, y la expansión hacia la periferia fueron factores que incidieron profundamente
en las mentalidades. Mercaderes trashumantes, pero también escolares y monjes de
las grandes órdenes internacionales, peregrinos v juglares, dentro de la misma área
romano-germánica, contribuyeron a establecer un nuevo sistema de comunicación
entre diversas reglones y a difundir formas de vida antes desconocidas, que permitían
confrontar las propias actitudes con otras semejantes o diferentes.
Más decisivos aún que la trashumancia dentro de la antigua área romana-germánica
fueron los contactos establecidos con el mundo musulmán y el bizantino. Se
descubrían nuevas culturas, cuyos fundamentos podían parecer condenables, pero
que indudablemente poseían un fuerte atractivo: el refinamiento y el lujo, la
abundancia de cierros bienes, la fisonomía de las ciudades constituían insospechadas
revelaciones. No sólo se conmovían los fundamentos de la visión ecuménica e
inmutable que difundía la Iglesia, sino que los contactos favorecieron el intercambio de
ideas. Desde el siglo XII, en los reinos hispánicos y en las Dos Sicilias surgieron
centros intelectuales en los que se comenzó a traducir al hebreo y al latín obras
filosóficas y científicas de origen musulmán y griego. De este modo, la vida intelectual

28
se abría a nuevos problemas vivificando la enseñanza en las escuelas conventuales y
en las universidades.
Los cambios de mentalidades afectaron a toda la sociedad feudal. En el seno de la
nobleza, se promovió un cambio de actitud económica. Algunos eligieron un estilo de
vida distinto al tradicional, abandonaron sus castillos v se instalaron en esas
renovadas ciudades que comenzaban a dominar el entorno rural. Otros, como vimos,
pretirieron quedarse en sus castillos pero modificando sus costumbres según el modo
de vida cortés. Incluso, el cambio también pareció reflejarse en las clases rurales que
comenzaron a retirar paulatinamente el consenso que antes habían otorgado al orden
feudal.
Sin embargo, los cambios más notables de mentalidad se registraron en los nuevos
grupos sociales, las-burguesías, que surgían al calor de las nuevas actividades
económicas. Estos grupos se habían caracterizado por un rápido ascenso social y por
estar fuera del orden tradicional. Habían afrontado situaciones nuevas, situaciones de
nesgo y, como respuesta, habían generado nuevas actitudes y nuevos valores, de un
modo espontáneo y casi tumultuoso, sin ningún tipo de sistematización. En este
sentido, importa marcar el carácter inestable y heterogéneo de estas nuevas
mentalidades que estaban lejos de ser algo acabado y más bien se encontraban en un
proceso de gestación: estaban naciendo de la misma experiencia.
El principal rasgo de la experiencia de los nuevos grupos sociales fue ei haber
escapado de los vínculos de dependencia, el haberse colocado fuera del orden
tradicional en una situación insegura pero que se abría a múltiples posibilidades.
Librado a sus propias fuerzas, el hombre, como dice José Luis Romero, tomaba
conciencia de ser "ni criatura de Dios ni hombre de su señor, sino, simplemente
individuo lanzado a una aventura desconocida". Y la idea de ser un individuo modificó
profundamente la concepción que el hombre tenía de sí mismo. (5)

29
(5) BIANCHI, Susana. Historia social del mundo occidental. Del feudalismo a la
sociedad contemporánea, 1era edición, universidad nacional de Quilmes
editorial, 2005, 280 pp.

CAPITULO III:
30
LAS UNIVERSIDADES

Se denomina universidad (del latín universitas, -atis), al establecimiento o conjunto de


unidades educacionales dedicadas a la enseñanza superior y la investigación. La
universidad otorga grados académicos y títulos profesionales.

3.1. Orígenes y desarrollo

La Universidad es una de las instituciones con más antigüedad y sin duda es la única
que durante siglos ha perdurado a lo largo de la historia. Es en los principios de la
Edad Media cuando el saber y la educación se encontraban relegados a las escuelas
existentes en los monasterios y catedrales (Bolonia, París, Salerno, San Millán,
Córdoba, etc.). Algunas de estas escuelas alcanzan el grado de Studium Generale,
porque recibían alumnos de fuera de sus diócesis y concedían títulos que tenían
validez fuera de ellas; contaban con estatutos y privilegios otorgados, primero por el
poder civil y posteriormente ampliados por el papado. De aquí surgieron las
universidades.
El término universitas aludía a cualquier comunidad organizada con cualquier fin. Pero
es a partir del siglo XII cuando los profesores empiezan a agruparse en defensa de la
disciplina escolar, preocupados por la calidad de la enseñanza; del mismo modo, los
alumnos comienzan a crear comunidades para protegerse del profesorado. Al ir
evolucionando acaban naciendo las Universidades.

Aunque en la creación de las Universidades ocurre como en el fútbol, parece estar


31
probado que la primera universidad en nacer fue la Universidad de Bolonia, a
comienzos del siglo XIII, que fue la primera en tener estudios reconocidos
universalmente y estatutos propios; como anécdota es de destacar que el rector era
elegido de entre los estudiantes, al igual que en la de Alcalá de Henares.

La siguiente en nacer fue la de París, bajo el nombre de Colegio de Sorbona, unión de


las escuelas de Notre Dame, de San Víctor y de Santa Genoveva
En España la más antigua documentada es la de Palencia, que desapareció
rápidamente, pero el rey leonés Alfonso IX fundó a fines de 1218 o principios de 1219
el Studium Salmantino, actual Universidad de Salamanca. Alfonso X protegió el
Estudio y le otorgó su Estatuto en 1254 (en el libro de Las siete partidas se regula el
funcionamiento de la institución).

Ya en 1292 el rey Sancho IV otorga al Estudio de Valladolid las tercias de Valladolid


con sus aldeas viejas y nuevas. Fue precisamente Sancho IV quien además crea,
mediante Carta Real, el Estudio de Escuelas Generales de Alcalá, que daría lugar dos
siglos después a la Universidad Complutense de Cisneros.

3.2. La universidad y su contexto

3.2.1. Antecedentes de la universidad

La universidad nació como institución de formación de la edad media, desarrollándose


desde su etapa más artesanal hasta como la conocemos ahora.
Las universidades tuvieron como antecedente en el mundo oriental las escuelas brahmánicas
que formaban a las personas teniendo como ejes del conocimiento a la religión y la filosofía
por el lado de las humanidades y, por el lado de las ciencias a las matemáticas y astronomía.

Sus antecedentes, en el mundo occidental se remontan a la Escuela de Pitágoras de Samos


(siglo IV a.C). Lo interesante de esta escuela era que enseñaba para vivir, su doctrina era el
ascetismo y su permanente; purificación, sustentado en la música, la matemática y la
filosofía. Los sofistas, entre ellos Protágoras como su representante, desarrollaron el
pensum o plan de estudios que se basaba en la distribución de las siete artes liberales en
dos partes: el trivium cuyas materias eran la gramática, la lógica y la retórica, y el
cuadrivium donde sus estudios; especializados eran la aritmética, astronomía, geometría
y música.
32
No podría hablarse del mundo occidental antiguo sin mencionar a Sócrates y sus
discípulos. Sócrates usaba las plazas de Atenas para difundir sus ideas, no se
circunscribía a cuatro paredes para enseñar. Platón, discípulo de Sócrates, trató
(«oficializar» su pensamiento a través de su academia, el origen de esta palabra, algunos le
atribuyen ala trastienda o jardines dela tienda de Academo, pero otros señalan que Platón
compró en el año 387 a. C. en Atenas, un gimnasio en una parque cercano ala estatua del
héroe griego Academus. La academia era una escuela de filosofía con toda la normatividad y
organización muy cercana a cualquier escuela o universidad moderna.
Las academias y los liceos son antecedentes interesantes de las universidades, por su
organización y las normas que regían su desarrollo, por supuesto, cada intelectual y sus
seguidores tenían conceptos y posiciones teóricas divergentes. La educación era para el
hombre en cuanto ciudadano, y no como individuo. Aristóteles abogó por el
perfeccionamiento individual pero al servicio del estado.

En la época de transición (Siglo V al IX), la sociedad occidental no produjo nuevas


formas de pensamiento, solo recopilaba información de los sabios del mundo antiguo,
los más importantes compradores fueron: Isidoro de Sevilla (S.VII), en España, Capella,
Boecio (S.VI) en Italia, y Beda (S. VII) en Inglaterra.

Como consecuencia del renacimiento Carolingio, se realizó una gran transformación


educativa, cuando Carlomagno ordenó la creación de escuelas ligadas a las catedrales de
las grandes poblaciones para que enseñen a leer y la matemática básica, además, de un
cierto saber cultivado en ella, que se va a llamar la Escolástica, donde sus problemas eran de
carácter teológico y su interpretación se fundamentaba en el dogma; su accionar
académico consistía en conservar un cuerpo unitario de doctrina como un bien común.
La formación científica y humanística se concretaba en el trivium y el quadrivium,
siguiendo la influencia de los sofistas.

En el plano económico, la agricultura como actividad dominaba el planeta, había


atisbos de industrializar algunos productos. La artesanía era el eje económico de la
actividad urbana. Es interesante resaltar que, la religión estaba encima de la política. (6)

3.2.2. Creación de la universidad


Las primeras «universitas artesanales» se crearon y desarrollaron cuando las ciudades se
consolidaron, cuando se desarrolló el comercio urbano y las industrias, cuando se
mejoraron el transporte terrestre y marítimo, tampoco se puede dejar de lado la
percepción de las fuerzas vivas de la época, del alto grado de injusticias que el poder
cometía. Este fue el contexto socioeconómico.

33
El contexto académico se debatía en la influencia platónica, agustiniana y aristotélica. La
escolástica tenía su espacio privilegiado, y la innovación, el cuestionamiento y el
desarrollo del pensamiento libre no tenían cabida.

Este contexto de reducción inflexible y dogmática del saber fue sacudido "por la influencia de
otras culturas, la desacralización de la naturaleza, la mayor capacidad adquisitiva de la
población que permitiría mayor acceso al conocimiento vivencial y enciclopédico, que
favoreció el primer impulso al movimiento intelectual del Medioevo, Estas condiciones
históricas y socioeconómicas explican la creación de las universidades

(6) HASHIMOTO MONCAYO, Ernesto E. La vieja y la nueva universidad,


Lambayeque-Perú, universidad nacional Pedro Ruiz Gallo, escuela de
postgrado, 2008.
3.3. El sistema pedagógico
La enseñanza, hasta el comienzo de la Plena Edad Media, había quedado recluida en
los monasterios, las abadías y las catedrales. Las escuelas que allí se crean aceptan
la vieja distinción establecida en la Antigüedad tardía, primero por Capella y luego por
Boecio, cuando trazaron el esquema de las siete artes liberales divididas en dos ciclos:
el trivium -gramática, retórica y dialéctica; y el cuadnvmm -aritmética, música,
geometría y astronomía-. Como hemos dicho, el sistema pedagógico consistía en
comentar una serie de textos a cuyos autores se les reconocía una gran autoridad. De
este modo se pretendía utilizar un método que conjugara la facultad crítica con el
acceso final a una verdad objetiva. Por eso, Juan de Salisbury escribe a mediados
del XII que el que quiera llegar a una verdadera sabiduría ha de entender el sentido, la
doctrina y la meditación.

Se trata, pues, como dijimos, de una enseñanza evidentemente libresca, ya que


depende directamente de la utilización de libros escritos por autores importantes y de
doctrina segura.

Estas escuelas, sin abandonaren lo esencial el tipo de enseñanza, van a "abrirse" a


todos los estudiantes del mundo conocido, cuando por la acción de los reyes y de los
pontífices se transformen en Universidades. Sólo entonces, por ejemplo, puede
pensarse en que surge la querella de los universales expuesta por Pedro Abelardo en
el siglo XII. Abelardo, al igual que Roscelino de Compiégne, afirma que las cosas,
siendo individuos, no pueden servir de soporte a las ideas; nuestro espíritu sólo puede
pensar lo individual y, por ello, las ideas son sólo nombres. Es decir, es la tesis opuesta
a que las ideas -los universales- existen en sí más allá de los individuos y constituyen
la verdadera realidad.
34
La dificultad de este primitivo "nominalismo", que afirma que lo universal es un mero
término, aparece en el momento en el que se quiere pasar del plano lógico al plano
filosófico, o sea, cuando se pretende encontrar el sentido de los universales.
Precisamente, ese intento de pretender conciliar el carácter significante de las palabras
con la existencia de las cosas, lleva a profesar una concepción nominalista
moderada.

En realidad, la querella de los universales puede tener una cierta relación con la
aparente contradicción de que tantas veces hemos hablado entre el sentido de
continuidad -Grecia, Roma, época carolingia y época otónida- y la conciencia de que
se está viviendo una época de cambio, de transformación. Chaunu llega a afirmar que
en la Plena Edad Media, la Cristiandad adquiere conciencia del devenir histórico.
Hay que tener en cuenta que aún no ha aparecido la gran mentalidad de síntesis entre
orden y movimiento, que significa la filosofía de Tomás de Aquino. En aquel tiempo,
todavía predominaba la fuerza intelectual de los escritores gregorianos que estaban
imbuidos en un seudo agustinismo teológico que les impedía ver los valores del cambio.(7)

3.4. Vida universitaria

El histórico atavío que vestimos nos liga a una antigua tradición y subraya nuestra
ciudadanía dentro de una comunicad que se constituye con fuero y disciplina
propios en la segunda mitad de la Edad Media.
Describe así un pensador actual los comienzos de la vida universitaria:

«Ello es que desde el siglo XII se oye sin interrupción, oriundo de los senos de
Europa, un son que no se parece a nada, pero que de parecerse a algo sería a
un como bordoneo de abejas solícitas e inquietas, vagabundas y punzantes. Es el
rumor que hacen las Universidades, un rumor que, como el del motor de
explosión en nuestro tiempo, era un ruido nuevo en el mundo. Y en esos siglos,
cualquiera que sea el trivio o encrucijada donde os coloquéis, veréis que chocan
cuatro tropeles de hombres dispares: un tropel de soldados que moviliza el
poder público, un tropel de mercaderes que empuja el interés, un tropel de
peregrinos que va a Compostela o a Tierra Santa y un tropel de los que
entonces se llamaban escolares y hoy llamamos estudiantes. Y no se puede
negar que en el concurso de tan vario origen son estos los que ponen la alegría,
la insolencia, el ingenio, la gracia y -¿por qué no decirlo?—la pedantería». (8)

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(7) RODRIGUEZ CASADO, Vicente. Introducción ala Historia Universal. II. El
legado de la cristiandad, volumen 2, publicaciones universidad de Piura, 1991.

(8) BENITEZ, Jaime. Ética y estilo de la universidad, Aguilar S.A. ediciones, 1964.
3.4.1. Razón de ser de la universidad

Lo nuevo, lo significativo, lo que hace historia, es que allá por el siglo XII
un apasionado deseo de entender, de discernir, de explicar y de aprender
congrega grupos de alborozadas juventudes en torno á grupos de
maestros. El mundo cristiano cobra conciencia de la importancia del saber
como tal. Lo considera valioso en sí y lo ennoblece en razón de su propio
mérito.
La Universidad, surge como el instrumento que el hombre de Occidente
crea para buscar, difundir y ampliar el conocimiento. Esta búsqueda adquiere
estructura institucional separada, con un fuero, una jerarquía y una ética. La
adecuación entre este instrumento y su función social supone un común de-
nominador de- entendimiento y solidaridad acerca de la razón y el sentido
de la Universidad; acerca de lo que debemos hacer y acerca de lo que
debemos no hacer en el recinto universitario. Profesores y estudiantes
hemos de concebir la Universidad como el lugar del libro abierto, del
laboratorio, la ecuación, la historia, de la hazaña del hombre, la pro-
blemática de su existencia, su capacidad creadora y su fuerza de
destrucción. Tales afanes han de estar regidos por una espontánea
disciplina de emprender la búsqueda de la verdad en actitud de respeto
a la duda y de respeto al pensamiento discrepante. Hemos de tener los
universitarios apta la mente para la asimilación de ideas, de conceptos y de
actitudes, en libertad de ánimo y de pensamiento.
Insisto en la actitud objetiva, desapasionada, al analizar problemas controversiales
por lealtad de instructor a su oficio de ayudar a pensar, a discernir, a sopesar
diversas consideraciones y ejercitar el juicio con honradez para el pensamiento
amigo y para el que nos resulta hostil, para la fórmula tradicional y para la que se
aparta de esta. En su Historia de España señala don Ramón Menéndez Pidal la

36
tendencia al personalismo como una de las fallas mayores de la sociedad
española. En forma extrema se expresa en la regla dé «al amigo hasta lo injusto
y al enemigo ni lo justo». El buen universitario ha de estar en guardia contra la fas-
cinación de sus propias preferencias y prejuicios. La sabiduría medieval
atribuía a Aristóteles una norma superior para gobernar casos de afectos y
razones en conflicto: “Amigo soy de Platón, pero más amigo soy de la verdad” (9)

(9) BENITEZ, Jaime. Ética y estilo de la universidad, Aguilar S.A. ediciones, 1964.
3.4.2. Universidad y vida buena

La primacía otorgada por Maclntyre a la phronésis como objetivo de una educación práxica
apunta hacia la finalidad ulterior de la Universidad macintyreana que desmiente cualquier
intento de equiparar su propuesta a la iniciativa cultural de A. Bloom y W. Bennett pese a
sus muchas similitudes. Si bien es cierto que Maclntyre aboga al igual que ellos por la
recuperación de los textos filosóficos y literarios que son los depositarios de la tradición,
la recuperación de la memoria cultural propuesta por Maclntyre dista mucho de
permanecer a un nivel de mera erudición. La palabra clave del proyecto educativo
tnacintyreano es la phronésis y esta es la virtud de la acción.

En ella, contra el emotivismo contemporáneo, lo que Maclntyre defiende es una


educación para la felicidad entendida como autoría racional de la propia vida. De ahí que a
diferencia de los proyectos de Bloom y Bennett, no hay en Maclntyre una discusión sobre
los contenidos curri-culares concretos o la preocupación por la articulación
interfacultativa característica de los intentos contemporáneos de reformar la Universidad.
La articulación de los saberes se da para Maclntyre en el sujeto agente, en lo que con
esos conocimientos haga de su vida.

De acuerdo con Maclntyre, corresponde a la Universidad tanto proporcionar una amplia


gama de estímulos intelectuales contextualizados por la tradición que despierte en el
educando el interés por su excelencia y su vida buena, como habilitarlo para lograr esta
meta mediante el desarrollo de destrezas y virtudes^Macíntyre propone para tales fines
las prácticas y la investigación moral, pero el protagonista de toda la educación
macintyreana es el educando cuya voluntad de crear un proyecto de vida adecuado a
sus posibilidades y de empeñarse en realizarlo no puede sustituirse.
Ninguna ley, ningún sistema de decisión ni mucho menos ningún cúmulo de
conocimientos culturales pueden suplir este afán. El fin de la educación en Maclntyre no
es ella misma, como lo es en la tradición universitaria británica, o lo son la investigación
científica o el entrenamiento técnico de otras tradiciones. A través de la educación es

37
preciso estimular la imaginación filosófica de los educandos para configurar su proyecto
de vida que siempre tiene una ineludible dimensión social. La práctica de la autoría
racional, es el tema de esta sección. (10)

(10)RUIZ ARRIOLA, Claudia. Tradición, universidad y virtud: filosofía de la


educación superior en Alasdair Macintyre, Pamplona, Ediciones Universidad de
Navarra, EUNSA, 2000.
3.4.3. Símbolos académicos

Por su nombre, la toga, nos recuerda el indumento de nuestros antepasados


romanos, entre quienes fue siempre símbolo de señorío y autoridad. En su curiosa
Vida cotidiana en Roma, cuenta Jerome Car-copino cómo un mercader de
esclavos, queriendo escamotear el tributo aduanero, envolvió uno de ellos en
su propia toga. Este reclamó luego con éxito que tal procedimiento implicaba
inexorablemente su emancipación.

Este oscuro sayo medieval con sus largas mangas y pliegues envolventes
guarda, sin embargo, escaso parecido con el manto romano en color, corte o
diseño. Era el traje habitual del hombre de letras medieval, y al alumno le servía,
a la vez que para distinguirle en el camino, para confortar su cuerpo en las aulas
normalmente húmedas y frías. La esclavina o beca, nombre este último de
inmediata reminiscencia actual, fue alforja de estudiante peregrino y bolsa de
recursos para el viaje. Sirvió también de capucha. La usaban aquellos a
quienes, por no haber obtenido aún el grado académico, les estaba
vedado ostentar birrete.
El birrete era señal de rango superior, el diploma, suscrito en latín, recuerda
el tiempo pasado de un idioma universal. Apunta además hacia la
esperanza de un futuro de unidad humana. Esta esperanza ye sostiene
no ya por el accidente de un idioma muerto, sino por la esencia de unos
valores vivos. Quienes hemos hecho profesión de vida universitaria
estarnos comprometidos en eí servicio de esos valores, y a ellos debemos
resuelta lealtad. (11)

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(11)BENITEZ, Jaime. Ética y estilo de la universidad, Aguilar S.A. ediciones, 1964.

CONCLUSIONES

 El feudalismo o régimen feudal es el tipo de sociedad que predominó en


Europa occidental en el siglo X, se expandió durante el siglo XI y alcanzó su
apogeo a finales del siglo XII y durante todo el siglo XIII.

 El feudalismo es un conjunto de relaciones de producción y dependencia entre


el campesino y el señor, propietario de la tierra que aquél usufructúa, en un
momento de predominio de la agricultura como fuente de riqueza. Este sistema
feudal tiene sus antecedentes en el siglo V; al caer el Imperio Romano.

 La Universidad tiene en primer término, el cometido de impartir la enseñanza


pública superior en todos los planos de la cultura y de habilitar para el ejercicio
de las profesiones científicas.

 La Universidad, por lo menos como propósito o como tendencia, no debe ser


comprendida como una mera instancia educativa, como una simple institución
de enseñanza superior: su función educativa -formación de científicos,
profesionales y técnicos- es, como se dijo más arriba, una consecuencia
natural de aquellas funciones más generales que la definen.

39
BIBLIOGRAFÍA

 BENITEZ, Jaime. Ética y estilo de la universidad, Aguilar S.A. ediciones,


1964, 269 pp.

 BIANCHI, Susana. Historia social del mundo occidental. Del feudalismo


a la sociedad contemporánea, 1era edición, universidad nacional de
Quilmes editorial, 2005, 280 pp.

 DUQUE, Ángel Martín. Historia universal: fundamentos de la civilización


europea, tomo IV, pamplona, Ediciones Universidad de Navarra,
EUNSA, 1984, 506 pp.

 HASHIMOTO MONCAYO, Ernesto E. La vieja y la nueva universidad,


Lambayeque-Perú, universidad nacional Pedro Ruiz Gallo, escuela de
postgrado, 2008, 239 pp.

 RODRIGUEZ CASADO, Vicente. Introducción ala Historia Universal. II.


El legado de la cristiandad, volumen 2, publicaciones universidad de
Piura, 1991, 175 pp.

 RUIZ ARRIOLA, Claudia. Tradición, universidad y virtud: filosofía de la


educación superior en Alasdair Macintyre, Pamplona, Ediciones
Universidad de Navarra, EUNSA, 2000, 326 pp.

 SÁNCHEZ AGUILAR, Aníbal. Visión y dimensión de la universidad


peruana. Un siglo de desarrollo universitario en el Perú 1900-200,
editorial san marcos, 2001, 216 pp.

40
ANEXOS

41
Jerarquía feudal

42
Europa feudal

43
44
45
Origen de la universidad

46
47

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