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Jess le dijo:
Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro dijo:
Sgueme
El respondi:
Le dijo Jess:
Deja que los muertos entierren a sus muertos; t vete a anunciar el Reino de Dios.
Le dijo Jess:
Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrs es apto para el Reino de Dios. (Lc 9,57-62)
Jess solicita hospitalidad, pero es rechazado por las gentes del lugar, precisamente por dirigirse a Jerusaln.
Nosotros espontneamente deducimos que hay que ser hospitalarios con los desconocidos y hay que ser pacientes con los que no nos aceptan.
Y es verdad. Pero para valorar esas virtudes no hace falta ser cristiano.
Jess no es acogido por los que parecen lejanos a su camino, pero tampoco es comprendido por los que caminan con l.
En l se encuentra con tres personajes a los que une el tema del seguimiento del Maestro.
del hombre.
Ttulo que lo identifica con los pobres que no tienen propiedades no domicilio.
Al segundo es Jess quien lo invita a seguirle, pero l expresa su voluntad de ir antes a enterrar a su padre.
La respuesta del Maestro manifiesta, en su aparente rudeza, la urgencia de anunciar el mensaje del Reino de Dios por encima de cualquier otro deber.
Jess insiste en la necesidad de jerarquizar los valores, de forma que ni siquiera la familia se anteponga al Reino de Dios.
Seguir a Jess :
No equivale a instalarse en la comodidad.
Seguir a Jess :
Requiere la decisin para superar la nostalgia de quien vuelve la vista atrs. Es preciso mantener la esperanza. Y eso requiere un esfuerzo.
Seguir a Jess :
Es
Jess es el Reino en persona. Vale para Jess quien le sigue con decisin y rectitud.
Jess de Nazaret, te reconocemos como nuestro Maestro y Seor. Sabemos que en seguirte a ti est nuestra felicidad. Danos luz para descubrirte en el camino y fuerza para aceptar tu vida y tu mensaje. Amn.