Haba en la ciudad una pecadora pblica.

Al saber que Jess estaba comiendo en casa del fariseo, llev un frasco de alabastro de perfume. Besaba sus pies y los unga con el perfume.

El fariseo se deca:

Si ste fuera profeta

Jess le dijo:

Quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor.

Y le dijo a ella:

Tus pecados quedan perdonados.

Lc. 7, 36-50

Generalmente identifican a Magdalena con la pecadora que lava con sus lgrimas los pies de Jess. Y la pecadora no puede ser ms que prostituta, segn las reducciones a las que estamos acostumbrados.

Estas identificaciones de nuestra fantasa hacen olvidar el inters fundamental del Evangelio:

Presentarnos la identidad de Jess.

El evangelio contrapone la figura de Simn el leproso y la de la pecadora a los pies de Jess.

En medio brilla la sabidura proftica de Jess y su capacidad de ofrecer el perdn.

 La humanidad de Jess fue lavada con las lgrimas; su divinidad da la redencin por el precio de las lgrimas.

Sola su humanidad poda ser lavada, pero sola su divinidad poda limpiar los pecados ocultos.

La pecadora lava el polvo de los pies de Jess; y l con sus palabras, blanquea las cicatrices de la carne.

(San Efrn el sirio)

Tanto el fariseo como la mujer tienen gestos de hospitalidad hacia Jess.

Los del fariseo revelan curiosidad, los de la mujer revelan amor.

El fariseo duda que Jess sea un profeta porque parece ignorar la vida de la mujer.

Pero Jess muestra ser un profeta al conocer el pensamiento del fariseo.

Y ms que un profeta , al perdonar a la mujer.

El amor es causa del perdn, pero el perdn genera una nueva manifestacin de AMOR.

Al arrogarse el poder de perdonar est revelando su dignidad divina.

Y esa pretensin no es fcilmente aceptable.

Seor Jess, t conoces nuestros pecados.

Pero conoces tambin la sinceridad de nuestro amor.

Que tu perdn nos devuelva la paz y la salvacin. Amn.

Jos Romn Flecha Andrs

Palabra del Seor, Salamanca , Editorial.Secretariado Trinitario,2007
Presentacin:

Antonia Castro Panero