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Y
DEL HOMBRE
By
Prudencio García Pérez
INDICE
I. PRIMER RELATO DE CREACIÓN (Génesis 1,1-2,4a)
3.1. La tentación
3.2. El pecado
3.3. El juicio divino
3.4. La expulsión del paraíso
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IV. EL ASESINATO DE ABEL (Génesis 4)
- CONCLUSIÓN
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LA CREACIÓN DEL MUNDO Y DEL HOMBRE
GÉNESIS 1-11
Los que niegan la verdad de la Biblia, o sea que “la Biblia no dice la verdad”, se
sirven de los primeros 11 capítulos del Génesis para lanzar sus ataques. Dicen: ¿Cómo
podemos creer que Dios creó el mundo en seis días, que Eva salió de una costilla, que la
serpiente hablaba, que los males de la humanidad vienen de comer una manzana, que
Matusalén vivió 1000 años, lo del diluvio universal, lo de la torre de Babel…? Cuentos
no, gracias, que ya somos mayorcitos. Intentaremos mostrar que no hay oposición entre la
ciencia y la Biblia, en primer lugar porque la Biblia es una historia de la salvación o una
historia de fe y no tiene mucho que ver con la ciencia; en segundo lugar, porque la ciencia
no tiene claro el origen del mundo y del hombre, y por tanto no puede ofrecer verdades
absolutas, sólo hipótesis más o menos probables.
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Bereshith bará Elohim eth
hashamayim weeth haarets. Gen 1,1). Con sólo 7 palabras (símbolo de la totalidad), el
redactor conocido como el Sacerdotal, lo ha dicho todo: Todo cuanto existe ha sido
creado por el Dios único, enunciado básico que recorre toda la Escritura. “En el
principio” sólo existía Dios. “Creó” es el término que la Biblia aplica a la acción de Dios
por la que produce algo nuevo tanto en el orden cósmico como salvífico. “Los cielos y la
tierra” simbolizan la totalidad del mundo visible, ya que ellos no conocen la palabra
griega “cosmos” (además, la mentalidad semítica es concreta y práctica, lejana de los
conceptos abstractos).
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A continuación se nos describe el universo en su estado original con la expresión
“confusión y vaciedad” (tohu wabohu): el caos o desorden primitivo está constituido por
3 elementos: la tierra vacía, el gran océano y las tinieblas que lo envolvían todo.
Por encima de este caos o desorden sobrevolaba el espíritu de Dios (ruah) que
más tarde transformará el caos en un mundo habitado y perfectamente ordenado en un
tiempo de seis días: 3 días para eliminar la confusión y otros 3 para adornar u ornamentar
la vaciedad.
3 Mar-tierra Animales 7
III terrestres VI
4 Plantas Hombre 8
Conclusión: descanso sabático
El cuadro literario refleja sin sombra de duda el esquema de la semana, con una
serie de 8 obras distribuidas en dos triduos. En el primer triduo, Dios edifica el mundo
como un palacio de tres pisos, separando cada día los elementos contrarios. En el
segundo triduo, coloca en cada lugar a sus correspondientes habitantes. Para colocar 8
obras en 6 días laborables, sitúa dos obras en días simétricos: tercero y sexto. Todo
concluye con el descanso sabático.
En cada uno de los seis días se repite la misma fórmula: Dios dice y la cosa se
hace, Dios ve que es buena, la bendice y le impone un nombre. Y cada día de la creación
termina con un estribillo: “Y atardeció y amaneció, día primero, segundo...”. Esta forma
de escribir indica que nos hallamos ante un ‘himno litúrgico’ al Dios creador, cuya
estructura en estrofas divididas por un estribillo facilitan su memorización y recitación en
la liturgia.
La imagen del mundo que aparece en Gen 1 es la de la época del autor y sus
lectores. Se concebía la tierra como un gran disco plano que descansaba sobre unas
columnas apoyadas en el fondo del gran océano. Sobre las altas montañas se apoyaba el
firmamento, separando las aguas de arriba de las de abajo, y del que penden el sol, la
luna, las estrellas... Por debajo de la tierra estaba el Sheol, la oscura mansión de los
muertos. Y por encima del firmamento estaba el cielo de los cielos como la mansión de
Dios. Esta imagen del universo es común a todos los pueblos de la antigüedad, pero no
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estamos obligados a creer en esta imagen por el mero hecho de que sale en la Biblia.
Estas cuestiones carecen en sí mismas de importancia teológica para el cristiano.
Los animales y los hombres vivían en paz, sin devorarse unos a otros, tenían una
dieta vegetariana (vv. 29-30). Esto no es del todo cierto, pues se trata más de un símbolo
que tiende a idealizar la paz y la armonía original de la creación entera. Los profetas
utilizarán el mismo simbolismo para describir la paz mesiánica como un retorno al
paraíso original (Is 11,6-9). “Y vio Dios que todo cuanto había hecho era muy bueno” (v.
31). Esta expresión resalta el hecho de que toda criatura salida de Dios es buena por
naturaleza. Entonces, Cómo se explica la existencia del mal? El mal físico existe porque
esta creación o mundo material tiene una perfección relativa, la perfección absoluta se da
en la vida futura. Y el mal moral existe por el mal uso que el hombre hizo de su libertad.
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reencuentra consigo mismo y con Dios. El descanso sabático es un don de Dios, una
institución para el bien social y religioso del hombre. Pero los judíos observantes
posteriores, escribas y fariseos, transformaron la alegría del día del Señor en una carga
muy pesada, donde todo estaba prohibido, de aquí que Jesús liberase a sus discípulos de
su cumplimiento.
Hasta finales del siglo pasado se interpretaba este texto al pie de la letra, como si
hubiese sido grabado con una cámara y un micrófono, y el mundo hubiese sido creado en
seis días de 24 horas cada uno. Ahora bien, llegaron los problemas de lectura, por
ejemplo: si Dios creó el sol el día cuarto, ¿en qué consistían el atardecer y el amanecer de
los tres primeros días? Y sin el sol, ¿cómo pudo haber plantas el día tercero? Estas
incongruencias y el avance de la ciencia en el descubrimiento de fósiles geológicos
debilitó enormemente esta interpretación fundamentalista.
1.6. El origen del mundo y del hombre para los pueblos vecinos de Israel
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los dioses (teomaquia). La más famosa es la babilónica del siglo XX a. C., un poema
mitológico en honor de Marduk, el dios nacional. Se recitaba en el templo de Babilonia el
día del año nuevo, cuando el tiempo empezaba de nuevo, a semejanza del primer
principio. El nombre del poema es ‘Enuma Elish’ por el comienzo que dice “cuando
arriba el cielo no tenía nombre, y abajo la tierra no había recibido nombre...” Aquí
presento un pequeño resumen:
“En el comienzo de todo existía el caos eterno formado por dos principios: uno
masculino (Apsú = las aguas dulces), y otro femenino (Tiamat = el gran océano), de
cuya unión nacieron los dioses. La tríada principal era Anu, dios del cielo; Enlil, dios de
la tierra; y Ea, dios del mar. Un conflicto generacional enfrentó a los dioses ancianos
con los jóvenes. Como éstos, con sus continuos alborotos turbaban el sueño de Apsú,
decidió éste matarlos a todos. Pero se enteró Ea de esto, quien con fórmulas mágicas
adormeció a Apsú y le asesinó. Tiamat prepara la venganza: crea once monstruos
terribles que se organizan al mando de Kingu. La primera fase de la lucha termina con
la derrota de Kingu, que es hecho prisionero. Irritada Tiamat, proclama la guerra total
contra los dioses rebeldes, y éstos aceptan el desafio, nombrando jefe al hijo de Ea, el
dragón Marduk (símbolo del orden). Marduk, armado hasta los dientes, coge a Tiamat en
su red, le aplasta el cráneo con su maza y parte su cuerpo en dos mitades; con una mitad
hace la bóveda celeste y con la otra, la tierra, y de sus ojos hace salir el Tigris y el
Eufrates. Seguidamente hace los astros y los animales. Por último, inmola al prisionero
Kingu, con su sangre amasa barro y hace al hombre. Y el poema termina con un himno
de alabanza a los 50 nombres de Marduk, el dios supremo de Babilonia”.
- En ambos (Gen 1 y Enuma Elish) aparece el caos original, pero con una
diferencia radical: en el poema babilónico, el caos primero es materia eterna
de la que nacen los dioses; en Gen 1 es Dios el creador del caos original.
- En Enuma Elish, Marduk convierte el caos en cosmos a través del combate
mortal con Tiamat; en Gen 1 Dios convierte el caos en cosmos ordenado como
jugando, sin combate, con su sola palabra.
- En Enuma Elish aparecen muchos dioses; En Gen 1 se habla sólo de Dios, es
signo del monoteísmo profesado y vivido por Israel. Dios no tiene rivales,
todo ha sido creado por él y nada escapa a su infinito poder.
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1.7. Creación y evolución
Universal: el hombre
Regional: el hombre como
Escenario vértice de una pirámide
centro de un círculo familiar
cósmica
Reflexivo, solemne, Espontáneo, popular,
Estilo
litúrgico pintoresco
Audaces: Dios alfarero,
Antropo-
Sobrios: Dios dijo, vio, jardinero, cirujano, padrino
morfismos
trabajó 6 días y descansó de bodas
Trascendencia (celeste y
Teología Inmanencia (terrestre y
sobrenatural)
cercana al hombre)
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El segundo relato de la creación (Gen 2) se escribió 400 años antes que Gen 1.
Los contrastes saltan a la vista con sólo mirar al recuadro superior. El redactor del
Pentateuco prefirió Gen 1, como inicio, porque no tiene antropomorfismos agudos. Pero
no quiso suprimir Gen 2, manifestando así que ambos textos expresan de forma distinta la
misma verdad revelada.
“Entonces Yahvé Elohim formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus
narices el aliento de vida, y resulto el hombre un ser vivo” (Gen 2,7). Se nombra a Dios
con dos títulos divinos: Yahvé, el Dios de Israel; Elohim, el Dios universal de Gen 1. El
Yavista presenta a Yahvé con rasgos muy antropomórficos: no crea al hombre con su
palabra, como en Gen 1, sino con sus propias manos, como un alfarero que modela el
cuerpo del hombre (adam) con polvo del suelo (adamáh) y le infunde el aliento de vida
(ruah).
El Dios alfarero se convierte en Dios jardinero: plantó un jardín e hizo brotar toda
clase de árboles bonitos y con frutos deliciosos para comer, y en medio plantó el árbol de
la vida y el de la ciencia del bien y del mal.
¿Cómo era posible tanta fertilidad en medio del desierto? El autor responde
diciendo que un río salía de Edén y regaba el jardín. Más tarde se añadieron los vv. 10-14,
para indicar la abundancia de agua del río, cuyo nombre no se menciona, mientras que se
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mencionan los cuatro brazos del río que regaban la tierra: Pisón (Indo?); Guijón
(Ganges?); Tigris y Éufrates.
Para este autor, la famosa costilla no es más que un símbolo para enseñar que la
mujer es de igual naturaleza y dignidad que el hombre, igualdad que se subraya por el
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juego de palabras con que hace exclamar a Adán su sorpresa y alegría: “Ésta sí que es
hueso de mis huesos y carne de mi carne! Ésta será llamada mujer, porque del varón ha
sido tomada! Además, para los semitas, ‘carne’ es sinónimo de ‘persona’. Por lo tanto, la
comunión de vida más perfecta es la de dos personas, que sin renunciar a su
individualidad, se funden en un solo ser por la donación mutua en cuerpo y espíritu. El v.
24 es el primer canto de la Biblia al amor conyugal.
3.1. La tentación
Entra en escena una fuerza hostil a Dios y al hombre bajo la imagen de una
serpiente. El Yavista escoge el símbolo de la serpiente por su astucia y porque en Canaán
y otros pueblos vecinos era el emblema del culto a la fertilidad (culto que también entró
en Israel). A partir del siglo II a. C. el símbolo de la serpiente pasa a representar a Satán
(que en hebreo significa “adversario”) o al Diablo (que en griego significa “calumniador),
que por su envidia dio entrada al pecado en el mundo, y al que Jesús llamó “padre de la
mentira”.
Esta escena representa el combate interior, parecido al que todos tenemos que
librar en nuestra vida. El tentador ataca primero al más débil para después acabar con el
más fuerte. Primero exagera el precepto divino con el fin de provocar una rectificación
que le permita establecer un diálogo con la mujer: ¿Cómo es que Dios os ha prohibido
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comer de todos los árboles del jardín? La tentación comienza presentando la ley de Dios
como intolerable limitación de la libertad humana. Después el tentador acusa a Dios de
mentiroso y celoso. Finalmente, explica la verdadera razón de la prohibición, lo que hace
que la mujer se sienta atraída profundamente por el fruto prohibido y desee con todo su
corazón conseguir la ciencia que esconde: conocer el bien y el mal.
3.2. El pecado
La actual visión evolucionista del mundo nos inclina a aceptar que el pecado
original no cambió las leyes biológicas del mundo, y que sólo ha alterado la relación
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religiosa y moral del hombre con Dios. El único que ha cambiado es el hombre al intentar
liberarse de Dios, la naturaleza y los animales han seguido igual.
El redactor Yavista llena la inmensidad de tiempo entre Adán y Abraham con tres
episodios clave: el asesinato de Abel, el diluvio y la torre de Babel. Con ello quiere
demostrar que el mal iba progresando a pasos agigantados entre los hombres.
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hombres sobre la tierra (del Paleolítico, 600000-12000 a. C.) vivían de la caza, la pesca y
de los frutos espontáneos de los árboles y del suelo, como hacen todavía algunas tribus
aborígenes. Este error no tiene para nosotros ninguna importancia, pues el verdadero
interés se centra en las lecciones ético-religiosas que se desprenden de la narración.
Según la exégesis actual, Caín y Abel no son hijos inmediatos de Adán y Eva. El
término ‘Qayín’ (lanza), da el nombre a los cainitas o quenitas, que eran una tribu
ambulante de herreros y músicos que llevaban un tatuaje distintivo. La tradición atribuía
el origen de su vida errante (parecida a la de los gitanos) a un crimen cometido por su
antepasado Caín, que mató a su hermano menor y tuvo que huir para evitar al ‘vengador
de sangre’. El redactor Yavista saca este asesinato de contexto y lo coloca en los orígenes
de la humanidad para sacar una lección de alcance universal: cuando el hombre se rebela
contra Dios, se rebela contra su hermano; y todo homicidio es la muerte de un hermano.
¿Cuál es la causa de la preferencia por Abel? El texto no lo dice. Tal vez el autor
quiso contraponer la vida nómada del pastoreo, más austera y cercana a Dios, a la del
agricultor sedentario, más expuesto a la corrupción religiosa y moral de los que viven en
las ciudades. De hecho, los profetas anhelaban y deseaban volver a la vida pastoril de los
patriarcas y de la permanencia en el desierto (Os 2.16-17; Jr 2,2). Lo acertado es que la
causa no era la excelencia de un oficio o de otro ni la calidad de las ofrendas, sino algo
más importante: las disposiciones interiores de Abel eran buenas y las de Caín, malas.
¿Cómo mostraba Dios su agrado o desagrado por las ofrendas? Lo más probable
es que fuera por la prosperidad de los rebaños de Abel y las malas cosechas de Caín,
según la tesis clásica israelita de la retribución temporal: bendiciones para los buenos y
maldiciones para los malos (Dt 28; Lv 26). La preferencia por las ofrendas de Abel desató
la envidia y el odio en Caín (manifestados por andar cabizbajo y con rostro sombrío),
quien comienza a proyectar algo siniestro contra su hermano. Pero Caín gozaba de
libertad para luchar contra la tentación, y su hubiera querido obrar bien la habría
superado y gozado del favor de Yahvé. Pero Caín acalla la voz de Dios en su conciencia y
asesina a su hermano. Inmediatamente Dios se hace presente para llamar a juicio al
pecador: la respuesta de Caín a Dios muestra que ha renunciado al amor fraterno.
- Conclusión de Gen 4
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Gen 4 es la historia religiosa del bien y del mal. Y nos transmite estas enseñanzas
de permanente actualidad:
En Gen 6,1-4 se nos introduce la situación en la que viven los hombres sobre la
tierra. Los comentadores tradicionales identificaron a los ‘hijos de Dios’ con los
descendientes de Set, y a las ‘hijas de los hombres’ con los descendientes de Caín. La
mezcla placentera y polígama de los dos linajes originó la corrupción general y su
posterior destrucción.
A pesar de la corrupción, todavía hay alguien fiel a Dios, Noé y su familia, y por
ello se salvarán del castigo.
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5.2. El diluvio que llega
Siete dioses acuerdan exterminar al género humano con un diluvio (la decisión no
se debe a la maldad del hombre, sino al capricho de éstos). El dios Ea viola el secreto, lo
comunica a su amigo Utnapishtim, y le encarga que construya un barco para ponerse a
salvo. Utnapishtim construye en siete días un gran barco con siete pisos y lo protege con
brea. Así habla el constructor:
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Este relato babilónico sólo tiene de real el recuerdo de una gran inundación local
que arrasó el valle del Tigris y del Éufrates. La catástrofe impresionó tanto la
imaginación popular que lo convirtió en una leyenda literaria. Se adornó con elementos
míticos y folclóricos y se amplió hasta adquirir dimensiones universales. Israel conoció
esta leyenda por sus antepasados procedentes de Mesopotamia, le quitó los elementos
mitológicos, y conservó los elementos folclóricos que no se oponían a su fe monoteísta y
animaban el interés de la narración, como la construcción de un arca, la entrada de
animales de toda especie, la suelta de aves, el encallamiento del arca en la cima de un
monte, la extensión universal y la salvación de una sola familia.
El relato del diluvio termina con el establecimiento de una alianza cósmica, por la
que Dios se compromete a no destruir la humanidad, y ésta se compromete a no derramar
sangre humana (Gen 9,6). Y como símbolo de esta alianza, Dios escoge el fenómeno más
bello de la naturaleza, ‘el arco iris’, que anuncia la calma después de la tormenta.
La imagen literaria del ‘arco iris’es de una gran belleza: es el símbolo de la paz
entre Dios y la humanidad. Dios lo mirará para acordarse de su promesa y el hombre lo
mirará para confiar en ella.
Esta tabla representa a los descendientes de Sem, Cam y Jafet, hijos de Noé.
Comprende 70 nombres que son más de países y ciudades que de personas: Canaán,
Sidón, Elam, Asur, Aram, etc. El número 70 simboliza la totalidad, la universalidad, pero
sólo la conocida hasta el siglo VI a. C. (desde el Oriente medio hasta España), porque
faltan los pueblos de Oceanía, Extremo Oriente y América. Esta tabla pretende transmitir
tres puntos doctrinales importantes: diversidad, igualdad y unidad de los pueblos.
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- La diversidad de pueblos, lenguas y culturas no es consecuencia del pecado,
sino de la bendición de Dios: “creced y multiplicaos, y llenad la tierra” (Gen
1,28; 9,7). Esta diversidad manifiesta la belleza multiforme de la creación.
El relato Yavista parece que explica la diversidad de los pueblos y lenguas como
un castigo de Dios, lo que sería contrario a la explicación del Sacerdotal en el cap. 10. En
realidad no hay contradicción, pues una cosa buena puede convertirse en mala si se abusa
de ella. La unidad de los pueblos es buena en sí, pero puede llevar a la arrogancia y a la
prepotencia imperialista. Y la diversidad es buena en sí, porque manifiesta la belleza
multiforme de la creación, pero también puede degenerar en rivalidades y envidias que
desemboquen en cismas y guerras.
Para el redactor Yavista la torre de Babel no era expresión de piedad, sino símbolo
de la idolatría; y la ciudad era manifestación del orgullo nacional. La diversidad de
lenguas dentro de la gran ciudad era para el Yavista signo de la futura destrucción del
imperio. Por tanto, seguramente el redactor vio alguna torre en ruinas y ésta el inspiro el
relato, que quiere simbolizar el fracaso de todo progreso humano fundado en el orgullo
colectivo.
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En efecto, frente a la Babel idolátrica y orgullosa actúa el juicio de Dios, que el
Yavista introduce con ironía: ‘Bajó Yahvé a ver al cuidad y la torre que habían edificado
los humanos”. Con esto nos quiere decir, que es una construcción tan pequeña que Dios
tiene que bajar para poder verla. Y como este imperio basaba su poder en la unidad
política de muchos pueblos con distintas lenguas, el Yavista nos dice que Dios con la
confusión de las lenguas impide que su orgullo crezca, antes bien es el símbolo de su
división y pérdida de poder.
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