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John Forbes Nash

(☼Bluefield, Virginia, EE.UU., 13 de junio de 1928 - )

Biografía de una mente brillante. La extraordinaria vida de este auténtico genio está
marcada tanto por su talento y brillantez intelectual, como por sus severos trastornos
psíquicos, incapacidad afectiva y obsesión por ser el mejor. Sus teorías han influido en
las negociaciones comerciales globales, en los sistemas de equilibrio de mercados, en
los avances en la biología evolutiva y en las relaciones laborales nacionales, pero
quizás, lo más destacable en este hombre sea su esperanzador ejemplo de superación
de una enfermedad crónica.

Su padre, John Forbes Nash Sr. estudió Ingeniería Eléctrica y tras terminar sus estudios y
pasar el calvario de la I Guerra Mundial donde sirvió en Francia, fue profesor de esa misma
materia en la Universidad de Texas. Tras esto se incorporó a la empresa Appalachian Power
Company en Bluefield, West Virginia. Su madre, Margaret Virginia Martin, estudió idiomas en
Martha Washington College y West Virginia University. También fue profesora (de inglés y latín)
durante 10 años hasta que se casó con John Nash. Conformaban una familia de clase media.

A los 4 años de estar casados vino al mundo el pequeño Johnny Nash. Dos años y medio
después sus padres tuvieron a Martha, la hermana pequeña de Johnny, una niña
completamente normal, a diferencia de su hermano, como comprobaremos más adelante.

Comenzó a leer a muy temprana edad, pero sacaba malas notas en clase y mostró una
aversión gigantesca a la disciplina. A pesar de tratarse de una mente privilegiada o de tener un
talento superdotado, siempre ha sido considerado un niño solitario e introvertido, personalidad
que contrastaba con la de su familia que era muy cariñosa, atenta y abierta. Debido a esta
actitud de aislamiento, Nash no solía jugar con los demás niños (veía sus momentos de
diversión -ya fuese con deportes, bailes o cualquier actividad
social- como una auténtica pérdida de tiempo y como
distracciones para sus experimentos y estudios) prefería
quedarse en casa leyendo libros o haciendo sus primeros
pinitos de experimentación científica en su habitación.
Precisamente esto le causó siempre muchos problemas de
adaptación y la consolidación de su carácter orgulloso y
arrogante. Este singular tipo de personalidad forjada a través
de una infancia poco convencional, es común en otros genios
del pensamiento económico universal, como John Stuart Mill,
por ejemplo.

Su hermana Martha renegaba bastante de su hermano debido


a su comportamiento antisocial: “Johnny siempre era diferente a los demás; mis padres sabían
que él era diferente; también que era brillante. Siempre quería hacer las cosas a su manera. Mi
madre insistía en que yo compartiera cosas con él pero a mí no me hacía demasiada gracia
que vieran la clase de hermano que tenía”.

Nash sintió la llamada de las matemáticas a los 14 años. Todo parece indicar que esa llamada
se produjo gracias a la lectura del libro "Men of Mathematics" (1937) de Eric Temple Bell. De
todas maneras los números se le dieron bien desde pequeño. Era capaz de realizar
operaciones algebraicas complicadas, cuando sus compañeros solo eran capaces de operar
con números de dos o tres cifras. Dentro del Bluefield College continuó con las matemáticas,
aunque la química se vislumbraba como una aventura atractiva. Construyó una especie de
laboratorio para experimentos electro-químicos en el sótano de su casa al que solo tuvieron
acceso un par de amigos. Allí, se dedicaban a la fabricación de explosivos. Finalmente esas
dos únicas amistades se terminarían por un trágico accidente: uno de sus amigos, Herman
Kirschner, murió cuando manipulaba uno de los artefactos en los que trabajaban. El otro,
Donald Reynolds, fue introducido en una academia militar para evitar que volviera a tener
contacto con Nash.

Con una beca que obtuvo en el concurso George


Westinghouse (sólo se entregaban 10 en todo el estado) logró
entrar en el Carnegie Institute of Technology (actualmente
Carnegie-Mellon University) con la intención de estudiar
Química. Sin embargo el profesor John Synge que se dio
cuenta en seguida de su talento para los números, lo
convenció para que en vez de estudiar química se decantara
por las matemáticas. Y así fue. Tras un semestre en química,
se pasó a las matemáticas. Logró la licenciatura en
matemáticas en 1948, en tan solo tres años. Siguió
estudiando, esta vez en la Universidad de Princeton (New
Jersey), donde consiguió entrar gracias a una carta de
recomendación escueta y curiosa. La carta, escrita por el
profesor R.J. Duffin, decía: "Este hombre es un genio". Y es que Nash tenía la capacidad de
absorber ingentes cantidades de información en muy poco tiempo, y así lo expresó su
compañero de la Carnegie-Mellon University, Hans Weinberger: “Nash sabía mucho más que
cualquiera y trabajaba en cosas que nosotros no podíamos comprender. Poseía un enorme
bagaje de conocimientos; conocía la teoría de los números hasta el último detalle”. El
matemático John Willard Milnor tampoco difiere mucho de su opinión sobre Nash en esa época:
“Nash se mostraba interesado por casi todas las disciplinas matemáticas: topología, geometría
algebraica, lógica, teoría de juego y, al parecer, asimiló una tremenda cantidad de
conocimientos sobre todas ellas durante el primer curso”.

Otra de las razones por las que también fue a Princeton en vez de a Harvard fue por la
cercanía de la primera con respecto a su pueblo de origen, Bluefield, lo que le facilitaba ver a
su familia con más asiduidad. A pesar de tener la suerte de poder entrar en esta universidad,
Nash no se sentía especialmente a gusto allí (y eso que coincidía con figuras de la talla de Jon
Von Neumann -pionero en la teoría de juegos-, Albert Einstein o Robert Oppenheimmer
-creador de la bomba atómica-; muchas de las mejores mentes del momento se encontraban
en ese momento en Princeton) ya que carecía del prestigio que poseía Harvard y su público era
más ecléctico. Otro de los motivos de mayor peso quizá fuera también su egocentrismo, que le
incapacitaba para comprender a los demás seres humanos; siempre sentía la necesidad de
verse superior a ellos; estar por encima; ser reconocido; ser el mejor. Lo más curioso de todo
es que el resto de universitarios que normalmente eran vistos como personajes extraños
nombraban a Nash como “el excéntrico”.

Consiguió hacer algunas amistades gracias a una invención suya: un juego matemáticamente
perfecto, actualmente conocido como “Hex”:
“Rápidamente cautivó a los estudiantes de matemáticas
en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. El
juego era comúnmente conocido como Nash o John; su
último nombre se refiere principalmente al hecho de que
a menudo se jugaba en los azulejos hexagonales del
suelo de los cuartos de baño del campus”, según afirma
Martin Gardner, matemático y divulgador científico.
Finalmente obtuvo el Doctorado en Matemáticas en 1950 con el texto por el que sería premiado
cinco décadas después con el Premio Nobel de Economía. La tesis se llamaba “Juegos No-
Cooperativos”, pero se conoce popularmente como “El equilibrio de Nash”. En esta tesis, que le
ocupó tan solo 27 páginas y que fue supervisada por el profesor Albert W. Tucker, Nash expone
el punto de equilibrio; establecía que en un juego no cooperativo de varios participantes existe
un equilibrio; es decir, hay actuaciones en las que nadie puede mejorar su situación
simplemente cambiando su elección si los demás no cambian la suya. Concluyó que la
“partida” terminaba cuando cada jugador, de forma independiente, elegía su mejor respuesta a
la estrategia de sus contrincantes. Lo que hizo fue aplicar la teoría de los juegos de Von
Neuman a situaciones de conflicto y ganancias (el libro inicial de la teoría de juegos, “Theory of
Games and Economic Behavior" de Von Neumann y Oskar Morgenstern se publicó en 1944).
La tesis fue publicada a través de la Academia Nacional de las Ciencias.

Tras esto, en los años siguientes publicó nuevos documentos con temática similar, como “the
Nash Bargaining Solution” para juegos cooperativos de dos personas. Propuso también lo que
denominó "el programa de Nash" para la reducción de todos los juegos cooperativos a un
marco no cooperativo.

Hay que recalcar que Nash no solía acudir a clase. Su motivo era muy claro: asistir a clase
podría “corromper” sus ideas, sus pensamientos innatos, su originalidad. Y en su objetivo de
convertirse en el mejor matemático del mundo, las clases eran un obstáculo para su desarrollo,
según él. Cuando iba al campus se dedicaba a pensar; daba paseos por los pasillos de la
facultad silbando la melodía de Bach “Little fugue” o montaba en su bicicleta y realizaba la
figura del símbolo del infinito en matemáticas (∞) durante horas.

Ese mismo año empieza a trabajar para la Rand Corporation, una institución que canalizaba
fondos del gobierno de los Estados Unidos para estudios científicos relacionados con la Guerra
Fría; tarea que compaginaba con su trabajo de profesor en la Universidad de Princeton. Sin
embargo su egocentrismo le llevaba siempre a optar por el trabajo individual. Debido a la
situación política del país en esos momentos, el ambiente de trabajo en la Rand era libre e
informal, fomentando la creatividad y el trabajo individual, por lo que Nash no tuvo problemas
en ese aspecto.

En 1952 empezó como profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston,


aunque no con demasiado éxito ya que sus alumnos se quejaban de sus abusivos métodos de
examen y el hecho de que fuera tan joven no les imponía
demasiado respeto. De hecho calificaban a Nash de “profesor
desastroso” puesto que era incapaz de mantener una relación
normal con los alumnos. “No le importaba si los estudiantes
aprendían o no, sus exigencias rozaban la provocación y
hablaba de temas que o bien eran irrelevantes o bien
demasiado avanzados”, comenta uno de sus ex alumnos. Es
decir, los alumnos tenían la impresión de que daba clases
para sí mismo. Mientras, sus demás colegas de trabajo
pensaban que era un arrogante, pero lo aguantaban
básicamente porque... era un genio.

En cuanto a su vida afectiva, en 1953 conoció a Eleanor Stier


con la que tuvo un hijo, John David Stier, del que en un
principio renegaba de ser su padre a pesar de que seguía
manteniendo relaciones con Eleanor. Los padres de Nash no se enteraron de esta noticia hasta
tres años después, coincidiendo con la muerte del padre de Nash, por lo que él se sintió en
parte culpable de ello.

En el verano de 1954, John Nash fue arrestado en una redada de la policía para cazar
homosexuales. Como consecuencia de ello fue expulsado de la Rand Corporation. Era la
época del senador Joe McCarthy y de la caza de brujas contra comunistas y homosexuales.

Comienza entonces su historia con Alicia López-Harrison de Lardé, una estudiante salvadoreña
de física emigrada a Estados Unidos y alumna de Nash en
el MIT. Nash era su profesor de cálculo avanzado en un
campus donde existían tan solo 16 mujeres de entre 800
estudiantes. El romance no tardó en llegar puesto que
Alicia había capturado la atención de Nash de una forma
inexplicable para él. En febrero de 1957 se casaron pero
la etapa negra de John Nash estaba por comenzar.
Apenas un año después de casarse, le detectaron una
grave enfermedad que le acompañaría durante los
siguientes 30 años: la esquizofrenia paranoide,
acompañada de una suave depresión resultado de su baja
autoestima. Sus síntomas eran palpables: Nash oía voces, buscaba mensajes secretos en los
números, desaparecía durante días sin mediar palabra, era como un fantasma que paseaba
por las aulas de la universidad sufriendo su particular e individual infierno. Por si esto no fuera
poco, Alicia, que se había quedado embarazada, tuvo que sufrir también el hecho de que su
hijo, John Charles Martin, al que tuvo que sacar adelante ella sola, desarrolló más tarde la
misma enfermedad que su padre.

Alicia tuvo que hacer frente a decisiones durísimas como la de someter a su marido a
tratamientos que podían destruir su talento, enfrentándose a la desaprobación de su entorno
(por ejemplo, el suo de la terapia de shock con insulina, que consistía en inyectar grandes
cantidades de insulina llevando al paciente al coma). De hecho, los colegas de Nash
escribieron una carta al hospital pidiéndoles encarecidamente que cuidaran la mente de Nash
“por el bien de la humanidad”.

Alicia, en otro acto más de sacrificio para ayudar a Nash, tuvo que abandonar a su propio hijo
para seguirle por buena parte de Europa mientras él intentaba renunciar a su nacionalidad
americana y trataba de convencer a las embajadas de distintos países de que era un
perseguido político y que formaba parte de un importantísimo nuevo gobierno mundial. Tomó la
decisión de divorciarse, en 1963, en un intento de reconducir su vida, pero volvió a hacerse
cargo de Nash cuando éste, tras salir de uno de los muchos psiquiátricos en los que estuvo, no
tenía un lugar al que volver y lo cuidó como si fuera un hijo más. Posteriormente volverían a
estar juntos en 1970. Sin embargo, la vida en pareja de Alicia y Nash estaba lejos de la
normalidad o del romanticismo. Alicia decía que Nash vivía en su casa como un huésped y sólo
eran dos individuos compartiendo el mismo techo. Alicia simplemente cuidaba de él.

Una de las posibles causas que provocaron o más bien aceleraron este derrumbe de Nash en
esa realidad paralela pudo ser la obsesión por resolver la hipótesis de Riemann. A pesar de sus
desmedidos esfuerzos, Nash no lograba resolver el problema y esa verdad no era aceptable
para él; situación que le causaba una ansiedad terrible. Es en esos momentos cuando
empezaron los primeros síntomas de la enfermedad. Pero de hecho, incluso estando bajo los
efectos de la esquizofrenia, su pasión por los números no desaparecía. Si profundizamos más
en este asunto llegamos a la conclusión de que este problema sin resolver era en esencia un
obstáculo para su principal objetivo en la vida que era convertirse en el número 1, la persona
más importante del mundo.

En el campus sus actuaciones no hacían más que restarle credibilidad y reputación. De hecho,
cuando la Universidad de Chicago le ofreció un puesto de prestigio en su facultad, Nash lo
rechazó aduciendo que estaba destinado a convertirse en emperador de la Antártica.
Finalmente lo relegaron de su puesto y de sus responsabilidades en la Universidad de
Princeton pensando que Nash se había vuelto loco. En 1959, viaja a Europa donde intenta
conseguir el estatus de refugiado político. Fue hospitalizado en multitud de ocasiones por
períodos de cinco a ocho meses en centros psiquiátricos debido a recaídas. Nash llegó a
describir esta etapa en una revista de psiquiatría: "… el personal de mi universidad, el MIT, y
más tarde todo Boston, se comportaba conmigo de una forma muy extraña. (...) Empecé a ver
criptocomunistas por todas partes (...) Empecé a pensar que yo era una persona de gran
importancia religiosa y a oír voces continuamente. Empecé a oír algo así como llamadas
telefónicas que sonaban en mi cerebro, de gente opuesta a mis ideas. (...) El delirio era como
un sueño del que parecía que no me despertaba".

Pasado ese lapso en el que vivió preso de ideas paranoicas que distorsionaban su vida, en los
años setenta recuperó su salud mental y pudo volver a la docencia y la investigación con
nuevas y geniales aportaciones. Muchos hablaban de que
“aprendió a controlar sus demonios”. Sin embargo, tuvo una
nueva recaída en la que además rechazó la hospitalización y
cualquier contacto o trato directo con psiquiatras. De esta
recaída no se recuperaría hasta los 90.

Nash seguía paseándose por la universidad hablando consigo


mismo en tercera persona, escribiendo extraños mensajes
sobre números y discutiendo con aquellas voces que oía en
su interior. En esta situación, Alicia no tuvo otra elección que
buscar un trabajo para sostener a su familia, puesto que no
podía contar con nadie más. Afortunadamente fue admitida en
Princeton. Intentó ayudar a su marido enviándole trabajos de
matemáticas de la universidad para que los resolviera, pero se
negaba a hacerlo aduciendo que el gobierno estaba
conspirando contra él. Nash continuaba viajando por Europa y enviaba extrañas postales a su
familia con mensajes encriptados y teoremas matemáticos. Cuando volvía, su estado era
deplorable.

En la década de los ochenta Nash continúa trabajando independientemente en problemas


matemáticos y paseándose por el campus, y, poco a poco, recuperando su lucidez,
desechando las ideas surrealistas que navegaban por su cabeza y pensando racionalmente.
Respecto a su paulatina recuperación, Nash siempre ha defendido que no se debió al uso de
las drogas sino al continuo rechazo de las ideas mediante el raciocinio. Es en este momento
cuando regresa a las matemáticas y acepta un puesto en Princeton. Merece la pena destacar
que en 1990 inició un debate, a través de correo electrónico, con otro científico, Enrico
Bombieri, quien se quedó asombrado de comprobar que la lucidez de Nash no era una farsa.
Quienes asistieron al proceso, como el propio Bombieri, hablan de "milagro".

En 1994 la Fundación Nobel le concede el Premio Nobel de Economía, compartido con John C.
Harsanyi y Reinhart Selten por sus pioneros análisis del equilibrio en la teoría de los juegos no
cooperativos.
John Nash y Alicia Lardé vuelven a casarse el 1 de junio de 2001. En este mismo año se
estrena "A beautiful Mind", un producto de Hollywood inspirado en la biografía no autorizada de
la periodista Sylvia Nasar sobre la vida de John Nash (1999) donde la
realidad, el delirio y la alucinación son también un enigma para el
espectador. Sobre la historia, la autora comenta lo atraída que se
sintió por la historia de Alicia, la mujer de Nash: "John Nash nunca
podría haber sobrevivido sin ella. Para mí, ella es la verdadera
heroína de mi libro. Y también lo es de la película” . La película,
dirigida por Ron Howard, se rodó sin pretensiones de convertirse en
filme autobiográfico, ya que son muy pocos los hechos o situaciones
de la vida real de Nash que son contados en ella. El film ganó 4
Globos de Oro y 4 premios Oscar, entre los que se incluye el de
mejor película. Además del principal premio, consiguió el galardón al
mejor actor, para Russell Crowe, y el de la mejor actriz secundaria,
para Jennifer Connelly, a los que sumó el de mejor guión.

En la actualidad John Nash sigue trabajando en el Departamento de Matemáticas de la


Universidad de Princeton como profesor y continúa investigando sobre la teoría de juegos y la
geometría diferencial:”Estadísticamente, parecería improbable que cualquier matemático o
científico a mi edad estuviera capacitado para realizar esfuerzos continuos de investigación,
para agregar más a sus logros previos. Sin embargo, todavía estoy haciendo el esfuerzo y es
concebible que la brecha de casi 25 años de pensamiento parcialmente ilusorio me provea una
especie de plus. De tal manera que espero ser capaz de alcanzar algo de valor con mis
estudios actuales o con nuevas ideas que puedan surgir en el futuro”.

Datos curiosos:

 Sus momentos de locura en los que actuaba como un fantasma que recorría las aulas
de la Universidad de Princeton y se dedicaba a escribir ininteligibles ecuaciones en
todas las pizarras del campus, fueron introducidos en una novela de ficción basada en
la vida de Princeton, llamada “The Mind-Body Problem”, por Rebecca Goldstein.

 En 1956, cuando Nash asombró una vez más al mundo al resolver un importante
problema abierto, extremadamente difícil, en el campo de las ecuaciones diferenciales
en derivadas parciales. Ideó una genial técnica de solución que aún hoy asombra a los
especialistas. Sin embargo, en enero de 1957, alguien descubrió que un joven
matemático italiano desconocido había resuelto el mismo problema, y publicado la
solución, unos meses antes que Nash. Fue un duro golpe para Nash, obsesionado por
ser siempre el primero. Las palabras de Nash al respecto, muchos años después
(1994), fueron: “Tuve cierta mala suerte, ya que, al no hallarme suficientemente
informado del trabajo de otras personas en aquel campo, sucedió que estuve
trabajando en paralelo con Ennio De Giorgi, de Pisa, Italia, y fue él, verdaderamente, el
primero que consiguió llegar a la cumbre, por lo menos en lo referente al caso,
particularmente interesante, de las ecuaciones elípticas”.

 Siempre ha sido admirado por la enorme seguridad en sí mismo. Donald Newman, que
conoció a Nash en el MIT en los años cincuenta, solía decir de él: “Cualquier otra
persona subiría a una cima buscando un sendero en algún lugar de la misma montaña,
mientras que Nash escalaría otro pico y, desde aquella cima distante, proyectaría la luz
de un reflector hacia la primera”.

 La película ya había sido tentada de rodarse años antes con Robert Redford en la
dirección y potenciales protagonistas a Tom Cruise como John Nash y Salma Hayek en
el papel de Alicia Nash.

 Su número primo favorito es el 23. Casualmente (¿?) entre 1945 y 1996 Nash publicó
un total de 23 estudios científicos.

 Se niega a conceder entrevistas a los periodistas desde tiempos inmemoriales. Pero, él


mismo y su esposa se encargaron de desmentir públicamente su presunta bisexualidad
en el programa 60 minutos de la CBS (2002).

 El hijo que tuvo con Eleanor Stier es enfermero; su hijo con Alicia es matemático
también.

Fuente: LaFlecha.net – diario virtual de ciencia y tecnología - España

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