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1
Estudiante de Licenciatura en Historia con mención en Estudios Culturales, de la Universidad
Academia de Humanismo Cristiano.
pretendo convertirlos en un icono ni en el sustento de un discurso populachero. No es
mi intención. Parafraseando a Unamuno, ellos son nada menos que todo un hombre
y/o mujer. Y nada más, desde luego. En tanto, lo que pretendo ensayar es una re-
lectura del pensamiento mirista, en tanto teoría marxista-leninista, de su praxis
política y, del fuego vital que empapaba, y porque no decirlo, empoderaba a estos
sujetos revolucionarios. Todo esto amalgamado, puesto que el M.I.R. no es sólo un
partido de cuadros, con una férrea línea política, sino que es una comunidad de
personas, con sentimientos, emociones y quereres individuales, los que
mancomunados les constituía en un grupo de personas “amantes de la vida”, y es
eso, lo que les determinaba a soñar, trabajar y luchar por la construcción de un Chile
mejor. Construcción de esperanza, vida y socialismo que se propagaría por toda
Latinoamérica, porque para ellos y ellas las ideas son invencibles, como el fuego
abrasador. Fuego vital que, sin duda, es un elemento cuestionador del ser2. Y al
cuestionar la esencia misma del discurso mirista, por supuesto, me cuestiono a mí
mismo, mi existencia, mi pensamiento, creyendo que “toda historia es historia
contemporánea” (B. Croce) y que siempre es una expresión autobiográfica. Eso no
me espanta, pues no creo que mi escritura sea una reconstrucción del pasado tal
como sucedió ni me da miedo que esta representación historiográfica se halle
entenebrecida por el humo de las barricadas, como habría aducido algún historiador
de Annales. Es por ello, que propongo una lectura del MIR desde una perspectiva
culturalista y política, que se preocupe de dar cuenta no sólo de los aspectos
estructurales del partido, sino de la subjetividad, más específicamente, de la empiria
comunitaria-social de quienes conformaban esta comunidad de sujetos, ligados en
una construcción racional-irracional, que opera bajo la lógica de lo que Habermas
llama “mundo de la vida”. Este mundo implica la dimensión simbólica de la
sociedad y, es el que permite a los individuos y/o agrupaciones adoptar
“orientaciones racionales de acción”. Estas orientaciones permiten viabilizar, a
2
Frase aludida por Bataille en su análisis de la pulsión erótica en el ser humano. En: Bataille,
Georges. El Erotismo. (Barcelona: Tusquets Editores, 2000), p. 33.
quienes comparten ése “mundo de la vida”, la configuración racional de sus vidas.
Esta racionalidad para Habermas posee una serie de signos que la identifican:
afirmaciones fundadas, acciones eficientes, acciones reguladas por normas y
autorrepresentaciones específicas3.
Antes de todo, habría que hacer una breve alusión al aspecto temporal. En
forma posterior a la segunda guerra mundial, a pesar de lo que algunos llaman
proceso de paz armada, emerge un conflicto, que en cuanto a forma, contenido y
permanencia no tenía precedentes. Dentro de su desarrollo hay conflictos bélicos,
económicos, políticos, sociales, intelectuales y culturales. El mundo estaba dividido,
en palabras de Churchil, por una cortina de hierro que separaba a dos grandes
bloques, encabezados por las dos superpotencias, la Unión Soviética y los Estados
Unidos. Durante dicho proceso, el socialismo á la soviética se desarrolló en gran
parte de la Europa del Este. La situación cambia drásticamente, cuando en enero de
1959, entran triunfantes a La Habana los barbudos revolucionarios, para
posteriormente establecer un gobierno de construcción socialista, que aspira al
comunismo. Un bastión marxista se instala a sólo kilómetros del imperio capitalista,
situación que materializa la posibilidad de tomar el cielo por asalto, de cambiar la
realidad política, social y económica caracterizada por la subyugación y el
pauperismo, cambios que podían realizarse a partir de la vía armada. Súmese a lo
anterior, las luchas de liberación colonial dadas en África y Asia, las que en palabras
de Igor Goicovic, se transforman, en tanto contenido, en “paradigma fundamental
de la izquierda revolucionaria”, posibilitando la crítica al marxismo de cuño
estructuralista4. Volviendo al concierto latinoamericano, tenemos la reacción de
Estados Unidos. La política exterior de este país cambió en este período, esperando,
3
Habermas, Jürgen. Teoría de la acción comunicativa. Tomo 1: Racionalidad de la acción y
racionalización social. (Madrid: Taurus Ediciones, 1998), pp. 70, 71; 33, 34.
4
Goicovic, Igor. El contexto en que surge el M.I.R. Intervención en la presentación del libro del
C.E.M.E. sobre Miguel Enríquez, en Valparaíso, 26 de octubre de 1999. En: Revista C.E.M.E.,
Nº 6, del 2000. Tomado de http://www.archivochile.com (Sitio Web del Centro de Estudios
Miguel Enríquez).
y trabajando para ello, que ningún país de Latinoamérica siguiera el ejemplo cubano.
Muchos países rompieron relaciones diplomáticas con Cuba, lo que tuvo como
momento álgido su expulsión de la O.E.A. y, desde luego, los sucesos acaecidos en
Playa Girón en 1961. Estados Unidos propugnó el desarrollo de una “doctrina de
seguridad nacional” en los países latinoamericanos, lo que conllevó a una serie de
intervenciones militares, con consecuentes gobiernos dictatoriales, los que contaban
desde su génesis con el apoyo militar y económico del gobierno e importantes
sectores económicos de Estados Unidos.
5
Ibídem. Son muchos los textos que, en torno a la historia de Chile, dan cuenta del período en
cuestión, pero para una aproximación, aparte del citado, véanse los siguientes: De Ramón,
Armando. Historia de Chile. Desde la invasión incaica hasta nuestros días (1500-2000).
(Providencia: Editorial Catalonia, 2001); y de: Illanes, María Angélica. La Batalla de la
dentro de la izquierda, de la cual hace caso este eje temático: la alternativa de corte
reformista, que privilegiaba la lucha electoralista, fruto de la vocación parlamentaria
de la izquierda tradicional; y, la alternativa revolucionaria radical, que privilegiaba la
acción directa que demoliera al estado burgués.
Dentro del análisis teórico-político fundante del partido, se hace una lectura
en clave histórica, que es deudora de la historiografía marxista, comenzando por
señalar en su Declaración de Principios que el hecho histórico de la lucha de clases
viene a ser el fundamento del accionar revolucionario, prediciendo que el siglo XX
marcaría el fin del capitalismo, el que, en tanto sistema, está agotado, por ende, lo
único que puede producir es dictadura y guerra de corte fascista. Además, la
correlación de fuerzas habría cambiado, desfavorablemente, para los países
capitalistas, entendiendo que muchos países (se habla de “más de un tercio de la
Memoria. Ensayos históricos de nuestro siglo. Chile, 1900-2000. (Santiago: Editorial Planeta
Chilena S.A., 2002).
6
Grez, Sergio. A propósito de Miguel Enríquez. Una visión histórica. Presentación del libro
“Páginas de Historia y lucha”, editado por el C.E.M.E., en Santiago el 14 de octubre de 1999.
En: Revista C.E.M.E., Nº 6, del 2000. Tomado de http://www.archivochile.com.
humanidad”) han abrazado el socialismo. Todos habrían sido “sacudidos por la
historia”. Por lo tanto, todos los países tendrían las condiciones objetivas para
desarrollar la revolución. Para el análisis mirista, en el plano internacional, el mundo
estaría dividido en países capitalistas, dentro de los cuales habría opresores y
oprimidos y, los países socialistas, que tienen “la fuerza para decidir el curso de los
acontecimientos internacionales”. En el plano nacional, se define a Chile como un
país semicolonial, cuyo capitalismo está atrasado, estancado y es el factor que
produce la desigualdad, lo que está ligado a “150 años de desgobierno”, lo que se
nota en la impotencia del mundo agrícola, y que, a pesar de ser un país minero e
industrial se habría hipotecado las fuentes de producción al imperialismo. A su vez,
se señala que la burguesía criolla, a lo largo de la historia, comenzando por la
independencia, ha sido incapaz de desarrollar “tareas democrático-burguesas”, entre
las que destacan, la liberación nacional, la expulsión del imperialismo, la reforma
agraria y la liquidación de los vestigios antifeudales, lo cual sólo se lograría
derrocando a la burguesía e instaurando un gobierno revolucionario7. El marxista,
como ve la realidad en la estructura productiva, entiende que el sujeto toma y orienta
la naturaleza según sus intereses, lo que permite subvertir el orden a través de la
lucha revolucionaria. Dicha situación era más potente y extrema, cuando se
sobreentendía que la historia tiene una direccionalidad y fin, en este caso, la
construcción del socialismo conllevaría, tarde o temprano, a la disolución de las
clases. Donde más queda clara esta idea es, en mí opinión, en las palabras parteras
de Fidel Castro, quien señala: “Pero nosotros consideramos que este continente
tiene en su vientre una criatura que se llama Revolución. Que viene en camino, y
que inexorablemente, por ley biológica, por ley social y por ley de la historia tiene
7
Ideas expresadas en dos documentos publicados de manera conjunta: Declaración de
Principios del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, y Programa del M.I.R. Santiago de
Chile, Septiembre de 1965 (Mimeo). Tomado de http://www.archivochile.com. Dichos textos
también se encuentran disponibles en: Naranjo, Pedro, Et.Al. Miguel Enríquez y el proyecto
revolucionario en Chile. Discursos y documentos del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
MIR. (Santiago: LOM Ediciones y Centro de Estudios Miguel Enríquez, 2004), pp. 99-101; 103-
105, respectivamente.
que nacer. Y nacerá de una forma o de otra. El parto será institucional, en un
hospital, o será en una casa. Serán ilustres médicos o será la partera quien recoja la
criatura, pero de todas maneras habrá parto”8. Es el influjo de esa idea, la de un
parto inexorable la que motiva a tomar a estos hombres las armas y empuñarlas
contra quienes pretenden conservar el status quo.
Es así como llegamos a 1965. Cuando hablamos del MIR, damos cuenta de un
movimiento en el que convergen originalmente marxistas-leninistas, trotskistas,
anarquistas, sindicalistas de corte clasista, cristianos y gente desprendida del PC y
del PS y de sus juventudes. En términos etáreos, podríamos hablar de dos
generaciones: los viejos y los jóvenes. Todos tienen el interés de levantar una
plataforma política que reoriginalice y revitalice radicalmente a la izquierda chilena.
Así lo confirman las palabras del profeta popular Clotario Blest, en el Congreso
Constituyente, efectuado los días 14 y 15 de agosto de 1965, en el local de la
Federación del Cuero y del Calzado (anarquista), en la calle San Francisco 264:
“Aquí estamos todos los que nos hemos cabreado con la obligación de cada seis
años entregar nuestro voto para terminar frustrados. Debemos entender los que
somos la izquierda revolucionaria, marxistas, anarquistas y cristianos que sólo la
transformación de las estructuras sociales y políticas, a base de la acción directa,
permitirá la libertad y la desaparición de la explotación económica, que divide la
8
Castro, Fidel. Archivo Sonoro.
sociedad entre ricos y pobres”9. El nuevo partido, en tanto movimiento, es
heterodoxo, irreverente y dinámico.
9
Testimonios de Humberto Valenzuela, 6 de febrero de 1976. Citado por Echeverría, Mónica.
Antihistoria de un luchador. (Clotario Blest 1823-1990). (Santiago: LOM Ediciones, 1993), p.
261.
10
Declaración de Principios. Op. Cit.
dominación y opresión de una clase contra otra. Las leyes legitiman y dan sostén a
este accionar. El estado tiene un brazo armado, la policía y el ejército, los que
debilitan los conflictos y, a su vez, controlan forzosamente el ordenamiento social.
La revolución sería el acto de recuperación de la humanidad perdida, puesto que
revela que el hombre tiene potencia como ser colectivo, que su propia explotación lo
lleva a relacionarse con un otro (igual). Marx presupone que la libertad existe cuando
el ser humano es autónomo en su propia existencia. A su vez, al buscarse la negación
de la propiedad privada, todos pueden trabajar por las necesidades de abundancia
para todos, bienestar común, felicidad colectiva y justicia social.
Dentro del andamiaje teórico del MIR, la revolución cubana cumple un rol
fundamental, puesto que ella vendría a ser la médula y corazón del pensamiento y
actuar político y revolucionario. El modelo cubano cambia los cánones de la política
latinoamericana, entiende que el enemigo no es sólo el imperialismo, sino también la
oligarquía criolla, provee la estrategia de lucha: la vía armada, la guerrilla, a partir,
de la formación de una vanguardia popular, objetivada en un ejército rebelde, además
de entender que, el conductor del proceso revolucionario es el proletariado12.
11
Dentro de esta síntesis teórica están presentes los siguientes textos: Marx, Karl y Engels,
Friedrich. El Manifiesto Comunista. (Buenos Aires: Centro Editor de Cultura, 2006); Marx, Karl.
Manuscritos: Economía y Filosofía. (Madrid: Alianza Editorial, 1972); Engels, Friedrich. El
origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. (Buenos Aires: Editorial Claridad, 1941)
y, El papel de la violencia en la historia, en: Marx, Karl y Engels, Friedrich. Obras escogidas.
(Moscú: Editorial Progreso, 1981); Lenin, Vladimir Ilich Ulianov. El Estado y la revolución.
(Santiago: Editorial Quimantú, 1971); Tse Tung, Mao. Sobre la guerra prolongada. (Pekín:
Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1960). Exceptuando los textos de Marx, los demás los tomé
del sitio web http://www.marxist.org. Véase dentro del análisis teórico la valiosa síntesis
brindada por: Goicovic, Igor. Teoría de la violencia y estrategia del poder en el Movimiento de
Izquierda Revolucionaria, 1967-1986. Ponencia presentada en el seminario “Medio siglo de
debates tácticos y estratégicos en la izquierda chilena. 1950-2000”, Universidad de Santiago de
Chile, Noviembre de 2002. Tomado de http://www.archivochile.com.
12
Goicovic, Igor. Teoría de la violencia, Op. Cit.
Aquí cobra fuerza el pensamiento y la acción de Ernesto Che Guevara, en
tanto configuración de una ética revolucionaria. El Che, al hablar del guerrillero, lo
nomina como un “reformador social” que tiene la “intención de colocar algo nuevo
en lugar de lo viejo”13. El acto de violencia político-renovadora toma la forma de
“guerra de guerrillas”. Dicha violencia, es la “base de la lucha de un pueblo por
redimirse”14. La guerra de guerrillas es un método sustentado en la lucha popular de
masas. Es la guerra del pueblo. “La guerrilla es la vanguardia combativa del
pueblo, situada en un lugar determinado de algún territorio dado, armada,
dispuesta a desarrollar una serie de acciones bélicas tendientes al único fin
estratégico posible: la toma del poder”15. A este método de lucha popular,
mayoritariamente, obrera y campesina, la revolución cubana le hizo tres aportaciones
significativas. Estas, según el Che, son: “1º) Las fuerzas populares pueden ganar
una guerra contra el ejército. 2º) No siempre hay que esperar a que se den todas las
condiciones para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas. 3º) En la
América subdesarrollada el terreno de la lucha armada debe ser fundamentalmente
el campo”16. Guevara hace notar que las dos primeras aportaciones mellan la quietud
de algunos “revolucionarios”, que ponen como pretexto de su inmovilidad la
ausencia de condiciones objetivas y subjetivas, esperando que se produzcan
mecánicamente, sin acelerarlas17. A pesar de esa labor del guerrillero, el primer foco
debe emanar de la certeza de “la imposibilidad de mantener la lucha por las
reivindicaciones dentro del plano de la contienda cívica”18. Es sobre la base del
descontento popular, que el movimiento revolucionario adquiere forma y proyección.
El tercer aporte, estaría centrado en la estrategia, la cual se levanta como enemigo del
13
Guevara, Ernesto. La Guerra de Guerrillas. En: Guevara, Ernesto. Escritos y discursos. Tomo
1. (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1985), p. 67.
14
Guevara, La Guerra de Guerrillas. En: Guevara. Escritos y Discursos. Tomo 1. Op. Cit., p. 33.
15
Guevara, Guerra de Guerrillas: un método. Publicado en: Cuba Socialista, Septiembre de
1963. En: Ibídem, p. 189.
16
Guevara, La Guerra de Guerrillas. En: Ibídem, p. 31.
17
Ibídem.
18
Ibídem, p. 32.
olvido de los sectores periféricos subdesarrollados, dentro de la propia Latinoamérica
subdesarrollada.
19
Grez, Sergio. A propósito de… Op. Cit.
20
La Bitácora. En: http://chile-
mir.org/index.php?Itemid=37&id=57&ption=com_content&task=view.
21
Trabajadores al poder. Himno del MIR, musicalizado por Quilapayun.
de masas, nacía de la idea de que, durante la U.P. se vivía un período pre-
revolucionario, y por lo tanto, debía agudizarse la lucha de clases con la intención de
crear poder popular. Entre los frentes de masas en los cuales el MIR tuvo directa
incidencia se pueden nombrar el Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR), el
Movimiento Universitario de Izquierda (MUI), el Frente de Estudiantes
Revolucionarios (FER), el Movimiento Campesino Revolucionario (MCR) y el
Movimiento de Pobladores Revolucionarios22.
22
Véase: La Bitácora, Op. Cit.; y Goicovic, I. Teoría de la violencia…, Op. Cit.
El primer paso en la re-configuración del MIR, tiene lugar en el Tercer
Congreso, efectuado en diciembre de 1967, momento en el cual cobra hegemonía el
sector castrista del MIR, conformado por Miguel, Bauchi, Cruz y Pascal, logrando la
mayoría en el Cómite Central y en el Secretariado Nacional. Miguel asume como
Secretario General del MIR. Asumiendo estas posiciones, se constituye un nuevo
modelo de organización, con la conformación de los Grupos Políticos Militares
(GPMs), que viene a modificar y ratificar la tesis político-militar de carácter
insurreccional aprobada en el primer congreso. Dicho sea de paso, esto marcó la
primera escisión del MIR, con la salida de la vieja guardia. Los GPMs eran
estructuras orgánicas intermedias que buscaban articular bases de masas, de carácter
operativo y, generar redes de apoyo, lo cual hizo que la selección de los militantes
fuera muy estricta. Esto conllevó al desarrollo de una política de “acción directa” o
“de los hechos consumados”, entre los que se cuentan las acciones de propaganda
armada, de inteligencia y contrainteligencia, de producción de material de agitación
y propaganda, entre otras. Estos grupos, tenían la forma de células, por la tanto se
buscaba la especialización. Por ende, no crecían indefinidamente, sino que,
propendían a subdividirse. Sumados, en relación a un espacio geográfico,
conformaban una dirección zonal o regional. Esta política de acciones armadas tenía
como finalidad “foguear a las unidades especiales” y desarrollar una “estructura de
aseguramiento”23. Entre las acciones de propaganda armada destacan los asaltos a
bancos, nominados como “expropiaciones financieras”, los cuales estaban
fundamentados, según un militante mirista, en la tesis de B. Bretch, quien señalaba
que era “mucho más moral saquear un banco que fundarlo” 24. Andrés Pascal
Allende, plantea que el origen de este accionar político nace en los trabajos
universitarios en Concepción, en el cual los estudiantes se ligan con las comunidades
mapuche, los mineros y los trabajadores industriales. Allí nacería la figura de los
“revolucionarios profesionales”, o militantes de dedicación completa, lo cual
23
Ibídem.
24
Declaración de Max Marambio en el documental: “Miguel, la humanidad de un mito” (DVD).
sentaría las condiciones para la clandestinidad. En el año 1969, la acción del MIR en
contra de un periodista de Concepción, desencadenó la represión policial contra los
dirigentes y los cuadros militantes del MIR. El MIR toma la decisión de entrar a la
clandestinidad. Aquí se produce la segunda escisión del partido, del sector trotskista
contrario a la decisión cupular.
26
La Bitácora, Op. Cit.
27
Garcés, Mario. Prólogo del libro: Miguel Enríquez y el proyecto revolucionario en Chile. Op.
Cit., p. 7. Dicho historiador, hace un interesante análisis acerca de la construcción historiográfica
en torno al MIR y sus militantes.
28
En “Revista Ercilla”. Nº 1923, Santiago, mayo de 1972. Citado en: Salazar, Gabriel y Pinto,
Julio. Historia Contemporánea de Chile. Vol. 5, Niñez y Juventud. (Santiago: LOM Ediciones,
2002), pp. 215, 216.
podría ser ligado a la tesis de Luis Vitale quien señala que el peor error político del
MIR fue su postura de “apoyo crítico” a la Unidad Popular, vale decir, constituirse en
oposición desde dentro de la izquierda29.
29
Vitale, Luis. Interpretación marxista de la historia de Chile. Tomo VI. (Santiago: LOM
Ediciones, 1998), p. 344. Véase del mismo autor: Contribución a la historia del MIR (1965-
1970). (Santiago: Ediciones Instituto de Investigación de Movimientos Sociales Pedro Vuskovic,
1999).
30
Gran parte se encuentra en: Naranjo, Pedro, Et.Al. Miguel Enríquez y el proyecto
revolucionario en Chile. Op. Cit. Declaraciones posteriores al golpe de estado en: Miguel en la
MIRa. Colección Papeles para Armar, Volumen III. (Santiago: Editorial Quimantú, 2006).
31
Declaración de Principios. Op. Cit.
sino que organizará la resistencia, la que cobrará vida como dictadura totalitaria o
como guerra civil32. Cabe señalar que estas afirmaciones fueron realizadas en 1965.
¿Cómo cobra vida esto en los militantes del MIR? Las palabras de Gabriel
Salazar posibilitan un acercamiento: “No fue difícil, no, que nos persuadieran a
enrolarnos en un partido del pueblo. A aceptar que ‘lo correcto’ era despojar a los
que tenían mucho, para darle a los que tenían poco. No fue difícil, no necesitábamos
ser convencidos y antes de leer ‘los clásicos’ –y a veces sin leerlos- sabíamos que
tenían la razón. No teníamos que investigar nada, ni cuestionar nada, ¿para qué, si
la justicia era evidente, los clásicos eran científicos y la RAZÓN –o cuando menos
la JUSTICIA- estaba de nuestro lado? No había que preocuparse por ‘interpretar’ la
realidad, sino por transformarla. No se trataba de ser sujeto en un medio real en
movimiento, sino militante en un Partido preparado para la acción”39. Los
militantes estaban ligados por relaciones de identidad, compañerismo y afecto.
Frente a esta dimensión de la política, Andrés Pascal señala que: “nosotros no
éramos conscientes de todas esas dimensiones de la política revolucionaria,
simplemente, las vivíamos”40.
Los miristas no son suicidas. No. Son gente que amó la vida, y reaccionó
contra el imperio de la muerte. Ninguno de los militantes que empuñó las armas
deseaba la muerte, y tal vez, con la velocidad en la que se vivían los hechos, no
existía la sensación ni la conciencia de la muerte. Y es que “toda derrota contiene su
cielo por ganar”. Muertos. Literal y técnicamente hablando, sí. Pero la coherencia
en la lucha les hace pervivir en nuestro recuerdo.
41
Enríquez, Miguel. Respuesta a un documento emitido por un grupo de compañeros de la
“colonia” Valparaíso. 1974. Citado por Naranjo, Pedro en: La vida de Miguel Enríquez y el
MIR. En: Naranjo, Pedro, Et.Al. Miguel Enríquez y el proyecto revolucionario en Chile. Op.
Cit., p. 85.
Cuando hablamos de la muerte de los miristas, y de tantos otros, hablamos de
la muerte que se constituye en la vida misma. Tiene esa significancia para el
revolucionario, puesto que traicionar sus ideas, para conservar la vida, sería vivir una
no-vida. Es como la semilla que para producir fruto debe germinar, en otras palabras,
debe morir para producir vida. Además de esto, según Bataille, “el muerto es un
peligro para los que se quedan”42. El peligro está en el contagio. Los hombres
podrán morir, pero las luchas y las ideas quedan indelebles en los registros de la
memoria y del corazón. Las ideas, parafraseando a Fidel Castro, tienen una fuerza
que es invencible. Además, como diría Carmen Castillo, “la muerte sólo existe para
quienes creen en ella”43.
El MIR hoy no existe. La vieja canción de “Ya se ven las banderas surgir /
Son banderas con el rojo y negro / Patria o Muerte, Vencer o Morir”, cada vez nos
42
Bataille. El Erotismo. Op. Cit., p. 50.
43
Gran parte de lo que tiene que ver con la idea del romanticismo revolucionario fue trabajado a
partir de los textos de Carmen Castillo. Entre ellos: Un día de octubre en Santiago. (Santiago:
LOM Ediciones, 1999); y el documental: Calle Santa Fe. Un amor revolucionario. (DVD).
parece más alejada de nuestra sociedad, donde prepondera, una política de decir-y-
no-hacer y donde la libertad está asociada a los valores del consumo. Esto trae a mi
mente la canción del trovador español Ismael Serrano, que dice: “Ya nadie canta al
ver / ya no hay locos, ya no hay parias / pero tiene que llover / aún sigue sucia la
plaza”44. Debo declarar, que constantemente me imagino en esta situación. En la del
padre o abuelo que cuenta historias y grandilocuentes-bellos relatos a sus hijos y
nieto. Y albergo la esperanza de no sólo hablarles de derrotas. Es por ello, que
seguiré luchando, trabajando y estudiando. Y viviré todavía, probablemente, es lo
que más quiero, quizás encorvado y con el pelo canoso, cuando pueda transitar por
las alamedas, anchas y libres, de la mano de los seres que amo, construyendo una
sociedad mejor, igualitaria, más justa y, por sobre todo, libre. Lo que hoy linda en la
utopía será una hermosa realidad. Por lo menos, esa historia, en la que el MIR tendrá
un papel preponderante, será la historia de la cual me gustaría hablar… y vivir, desde
luego.
44
Serrano, Ismael. Papá cuéntame otra vez.